Una Pizca de Realidad
Ya habían pasado dos días desde el incidente. Las bayas que la pequeña le había dado realmente sirvieron para adormecer el dolor de la dentellada y los arañazos. Detuvo el sangrado y evitó que el asunto fuera a mayores, además de que no había ningún efecto secundario aparente; podría regresar para morderlo después, pero será un asunto del que se preocuparía el Emiya del futuro. Normalmente lo trataría como un analgésico narcótico y lo consumirlo con mucho cuidado debido al problema de somnolencia que podría generar, o a la adicción que conllevaría su uso excesivo.
Por otro lado, las bayas no tuvieron ese problema, y le preocupó haber tenido tanta suerte. Apenas y sentía un poco el área en los alrededores en los que fue herido, además de que la sangre coagulada que formó una costra resistente hizo innecesario los vendajes. Tampoco mostró síntomas de adicción, y si tuviera que decir algo, su sabor dejaba mucho que desear; si fuera necesario describirlo, sabía a todo y a la vez nada: lo recibía el dulce, seguido de una resequedad desagradable, para luego dejar paso al picante, la amargura y el ácido.
Luego de remendarse un poco más por el camino, y tras recuperar algo de Od con demasiada dificultad, tomándole casi medio día, probó algo que había estado pensando desde el incidente con sus Proyecciones. Fue igual de difícil, aunque no tan doloroso ahora, Trazar una vaina superó con creces el trabajo que le costó hacerlo con una cuchilla, dejándolo con menos reservas de lo que debería. Antes era capaz, pero estas Proyecciones se caracterizaban por ser mucho más débiles; ahora, por el contrario, solo necesitó una Análisis Estructural para saber que, de hecho, no era tan patético como debería ser.
El asunto hizo que la mente de Emiya intentara racionalizarlo todo. Acababa de traer a la realidad algo, no solo una, sino dos veces. Esto coincidía, sin duda alguna, con la Primera Magia, si no, de hecho, lo era. Esto lo obligó a experimentar con otro Análisis, esta vez mucho más profundo. De inmediato descubrió que no había traído objetos de la nada misma, o fabricarlos, como sea que funcione en realidad la Primera Magia. Seguían siendo construcciones de Prana sólidas, solo que incapaces de degradarse. De hecho, otra vez debió saberlo cuando sintió una conexión con los objetos, pero era que simplemente su cabeza se negaba a cooperar.
Al final del primer día, cuando la falta de Od, los eventos y el agotamiento tanto físico como mental, lo golpearon con la sutiliza de un tren, cayó inconsciente. No fue capaz de soñar, lo habría recordado, fue como sumergirse en la nada misma. ¿Se atribuyó a haber perdido el conocimiento, o tal vez algo afectaba todavía más su cabeza y no tenía idea de ello? Fuera lo que fuese aquello, no le dio más de un pensamiento.
Cuando se despertó en su segundo día, encontró algunas bayas junto a él y la pequeña sentada observando los alrededores. Pensó al respecto, notando que difícilmente lo miraba a la cara. ¿Era así de tímida? Porque, de hecho, si era la menos una parte de dura que Mightyena, no tendría mucho de qué preocuparse en una pelea. Por otro lado, parecía ser un infante de sea lo que sea su especie. Tampoco es que pudiera juzgar, muchas Especies Fantasmales no podrían considerarse el gran negocio con respecto a su apariencia o habilidades.
Cuando percibió que su mirada incomodaba a su acompañante, dejó su característica sonrisa torcida y comenzó a comer. Estuvo atento a su cuerpo por si alguno de estos tenía características especiales, pero fue solo alimento. Pensándolo correctamente, era la primera cosa normal que veía desde que llegó. Ninguno de los animales de su hogar había sido avistado por los alrededores, nada que pudiera catalogarse como mundano. De hecho, más allá del lobo-perro conocido como Mightyena, debería haber algún herbívoro cerca, tales como los… ¿los qué?
La mente de Emiya comenzó a correr a toda máquina. Los perros eran animales domésticos, mascotas, no peligrosos salvo que fuesen dejados en la naturaleza o entrenados para ello. Los lobos eran depredadores, podían habitar en bosques u otros ecosistemas. Necesitaban otros animales para poder cazar. Cosas pequeñas como... O tal vez grandes como… ¿Cómo qué? Su mente era sumergida en la neblina cada vez que intentaba pensar en algo más allá de un lobo y un perro, y de estos solo tenía conceptos básicos en su mente. Lo que sea que le hubiera pasado a su mente, o lo que sea que le hubiera hecho Z, había logrado algo con su conocimiento. Sabía que todo lo que veía estaba mal de alguna manera, que no era mundano, pero los recuerdos de lo mundano con los que comparar simplemente no estaban allí.
¿Lo peor, o más bien curioso de todo el asunto? Todo su conocimiento sobrenatural sobre Especies Fantasmales seguía intacto. Quimeras, kelpies, hidras, arpías o esfinges. Podría recitar desde su origen hasta sus debilidades. Cualquier otra cosa, cualquier ser no humano fuera del ámbito mágico estaba más allá de su mente.
Cuando la pequeña lo sacudió con obvia renuencia es sus acciones, supo que se había espacio lo suficiente como para obligar a su tímido acompañante a hacer algo. Solo pudo suspirar y archivar el asunto para otra ocasión, poniéndose de pie. Hizo unos cuantos estiramientos para probar sus extremidades y cuerpo. Nada dañado, ningún efecto de las bayas y se sentía un poco revitalizado.
Antes de volver a ponerse en camino, Emiya decidió recurrir una vez más a la Proyección para traer una cuerda y atar la vaina a su espalda. No le costó demasiado esta vez, simplemente fue ingenioso y Rastreó un arma primitiva que utilizaba una cuerda y un peso metálico en uno de los extremos, cortando lo que necesitaba para atar. Lo sobrante, que era realmente mucho, lo mantuvo consigo, nunca se sabía cuándo podía ser utilizada. Bien podría nunca darle un uso, pero era mejor tenerlo consigo en lugar de verse obligado a Proyectar más tarde.
La caminata fue igual que durante su primer día. Mightyena dejó una impresión en Emiya que no iba a borrarse fácilmente, en especial para alguien que había participado en innumerables batallas: él no era el depredador más grande. Si esa cosa de lobo podía ponerlo en un aprieto, ni siquiera quería llegar a imaginar a los que tuvieran habilidades más esotéricas o una mejor capacidad física. Algo, allá afuera, debería ser capaz de aplastarlo sin sudar una gota, o tal vez ni siquiera ni siquiera tendría que tocarlo para ello.
De hecho, luego de mucho tiempo de meditar, Emiya había tomado la decisión de tratar a los «pokemon» como a las Especies Fantasmales de forma temporal, pues no había otra comparación, y ser consciente de que debería haber algunos que entrarían en la categoría de Bestias Trascendentes: elementales, espíritus divinos, Verdaderos Ancestros y dragones. Prefería ser atrapado sobreestimando al enemigo que subestimándolo.
En consecuencia, al final tomó la decisión, y apoyada por su compañera, de esquivar cualquier contacto no deseado. La nariz de Emiya, ahora tan sensible como el mejor de los perros —por alguna razón, sentía que existía un chiste o una especie de ironía en el asunto—, quizá incluso mejor, la estaba aprovechando al máximo. A veces llegaban olores que se atribuían a estos pokemon, momento en que cambiaba de camino, rodeaba o retrocedía si no tenía otra opción, porque no se arriesgaría a ser descubierto. Su compañera también parecía detectarlos a su manera, aunque no era tan eficiente y solo cuando la nariz de Emiya parecía fallar por la mezcla de olores.
Pasaron el día entero esquivando, moviéndose con cuidado y tratando de no alertar nada. También se detenían para buscar algo de comida y agua, trabajo que recaía en la pequeña. Sabía qué era comestible, qué aguas evitar y definitivamente dónde no meterse para evitar problemas. No eran comidas abundantes, pero estaban en la naturaleza y era de los momentos en que no estaba de más agradecer el no morirse de hambre.
Emiya todavía recordaba sus primeras excursiones en la naturaleza… O, más precisamente, tenía sensaciones sobre su primera acampada. Algo le dijo que fue extremadamente difícil, y que las siguientes no fueron paseos por el parque, que encontrar comida fue un verdadero desafío y tener que preocuparse de dónde dormir. Una de esas veces no estaba solo, había una chica llamada… ¿cuál era su nombre? Sintió que era tan importante que algo le estaba oprimiendo cuando su mente le obligaba a olvidar.
Habría seguido intentando acceder a esa memoria, pero estaba en medio de un lugar peligroso. Otro asunto que guardar para más adelante. Por ahora, se concentró en Rastrear su siguiente objeto: tela. Fue algo simple, un trozo gris sin mucha fanfarria o diseño, algo plano y simple. Lo utilizó para envolver la espada, asegurándolo con la cuerda, pero dejando el área de la empuñadura fácil de desenvolver si era necesario.
Normalmente despediría la Proyección, pero si le costaba tanto hacer una sola espada, sería mucho más económico mantenerla consigo. En consecuencia, y sin saber las leyes de la nación en la que se encontraba, no podía ir cargando un arma blanca al entrar a un pueblo o ciudad. Podrían haber dicho en el pasado que se arriesgaba mucho, pero no era estúpido.
De hecho, pensando al respecto, no parecía haber un control de armas, como si no les importara. Bien podría no importarles, porque los cazadores furtivos solo se burlaron de él al verlo desenvainar. Claro, tenían a Mightyena para cuidarlos, lo que hubiera resultado letal, o por lo menos más difícil de matar sin la ayuda de la pequeña. La pregunta era, entonces, ¿las autoridades contaban con cosas así? Porque si la respuesta era positiva, una espada era un juguete y tal vez la verdadera ley sobre control de armas aplicaba a estos pokemon, cosa que tendría más sentido y promovería la caza ilegal. Si se sumaba también el hecho de que parecía ser necesaria aquella esfera para utilizar a dicha especie, lo que debería ser realmente costoso, bien podría no ser tan necesaria las leyes si eran privilegios de los ricos.
Pensó al respecto por varios minutos y llegó a la conclusión de no arriesgarse. Podría hacer averiguaciones dentro de la civilización. Si no había problemas, se relejaría al respecto. Se probó que una espada era tan eficiente como un garrote, pero había una diferencia psicológica entre tener una hoja afilada y no tenerla.
Cuando su mente no llegó a nada, prefirió descansar. Confiaba en la capacidad de detección de la pequeña, pues nada les había sucedido el día anterior. Además, debió sobrevivir de alguna manera en un ambiente tan hostil, al menos hasta la aparición de los cazadores furtivos. ¿Tal vez debería investigar más sobre ellos?
Emiya sacudió la cabeza ante pensamiento tan invasivos. No iba a hacerlo. ¿Por qué debería? Esta era su segunda oportunidad… ¿Segunda oportunidad? ¿Segunda oportunidad para qué?
Emiya se despertó de un salto cuando un quejido resonó en los alrededores. Su mano se movió instintivamente hasta la espada, mirando los alrededores. Estaban dentro del bosque, un poco cerca de un claro; dormir en un lugar tan abierto era invitar a ser atacado, pero también ayudaba por si eran perseguidos y querían evitar una emboscada en un lugar estrecho.
La pequeña también estaba despierta, buscando frenéticamente por los alrededores. Se aferraba al pantalón de su salvador, como si temiera que los cazadores furtivos volvieron a aparecer. Esto hizo que Emiya frunciera el ceño. Ver a una niña —si es que en realidad era un infante de su especie— en ese estado tan lamentable, tan vulnerable, despertaba un sentimiento salvaje en su interior que se veía obligado a hacerlo dormir.
Cuando la búsqueda por visión no reveló nada más que el verde y café de los árboles y su corteza, utilizó su nuevo sentido desarrollado. Olía a estos pokemon, además de a un ser humano. Uno de los aromas era familiar, ¿cómo olvidar su comité de bienvenida del primer día? Podía ser ya el tercero día en este lugar, pero estaba seguro de que ese evento que destrozó todo lo que sabía del mundo lo llevaría consigo hasta la tumba.
Había dos cosas que podía hacer. Dar media vuelta y largarse, fingir que nada había pasado y seguir con su objetivo de encontrar la civilización. Este era, de hecho, el más atractivo, hasta el punto en que ya había envainado la espada. Estaba seguro de que, donde metiera la nariz, todo terminaba empeorando. Solo su suerte y nada más, pues nunca podía evitar meterla hasta estar arruinado. Al menos ahora se le estaba dando la oportunidad de retroceder.
La otra opción era ir a investigar, pues había un ser humano presente. Bien podría saber algo sobre a dónde dirigirse, al menos una idea, una pequeña pista debería ser suficiente. Eso era si las cosas salían bien, lo que nunca pasaba. Podría ser un compañero de los cazadores furtivos y estaría cavando su propia tumba si tenía algo más fuerte con lo que atacarlo. Sí, definitivamente retirarse y hacer como que nada había pasado.
Ya estaba listo para partir antes de captar otro quejido lastimero, acompañado del familiar olor a sangre. Tuvo que luchar contra el instinto de su cuerpo que estaba gritándole que se moviera hacia esa dirección. Era como si sus extremidades reaccionaran por su propia cuenta, impulsándolo a un conflicto que no era suyo.
¿Tal vez debería ir a echar un vistazo? Si lo ignoraba y se marchaba, estaba seguro de que lo que estaba pasando aquí lo iba a perseguir durante mucho tiempo y a distraer su mente. Por otro lado, la curiosidad era algo inherente en el ser humano, ¿no? Solo ir a mirar un poco y no interferir, luego dar media vuelta y marcharse a sus asuntos.
Habiendo tomado una decisión y tras comunicarla a su acompañante, ambos se acercaron sigilosamente hasta el claro. Estuvo atento a las ramitas y cualquier cosa que pudiera hacer ruido, estas criaturas tenían los sentidos tan o más desarrollados que los animales, y lo último que quería era comprometer su ubicación por un desliz tan estúpido.
Encontrando refugio detrás de un arbusto entre dos troncos marcados con garras, tenía una visión completa de lo que estaba sucediendo en el área libre de árboles. Lo que estaba pasando no le causó gracia en lo más mínimo. Su mano se apretó en un puño mientras veía la escena tan deplorable ante sus ojos.
Había un joven que superaba claramente los quince años, vestido con una camiseta amarilla y pantalón de mezclilla, además de zapatos deportivos y una gorra azul. A sus pies había una especie de… ¿mapache?... ¿Ahora recordaba lo que era un mapache? Sacudió la cabeza. En otro momento, no ahora. El mapache tenía un pelaje puntiagudo que se dividía en líneas zigzagueantes de blanco y café, con lo que parecía ser un antifaz negro alrededor de los ojos.
En el otro extremo había una cría de Mightyena, el olor y la forma lo delataba, aunque su pelaje era todo gris excepto en el rostro y las patas, los cuales estaban teñidos de negro. La cría estaba sangrando de un costado, pero se negaba a caer y someterse, respondía con un gruñido a sus asaltantes, mostrando los colmillos.
Emiya tuvo que volver a reprenderse a sí mismo cuando estaba a punto de saltar a la refriega. No era su problema, se repetía incansable. Lo que estaba sucediendo no era asunto suyo, y estaba allí solo para recopilar información del lugar. Y había funcionado. El chico no parecía ser un cazador furtivo, y comenzaba a dudar de si ese término era correcto en primer lugar, aunque todavía le seguía dando cierta vibra de ilegalidad.
El chico solo dejó escapar una pequeña carcajada antes de sacar algo de su mochila, y no era otra cosa que la misma esfera que había utilizado el cazador furtivo. ¿Qué iba a sacar de allí esta vez? La curiosidad ayudó a mantener bajo control su actitud bélica que le suplicaba saltar y rebanar al asaltante. La información era importante, y podía apostar que, si cierta persona lo viera, lo felicitaría por su autocontrol.
Los ojos de Emiya se abrieron al verlo lanzar la esfera hacia la cría, la cual no tuvo tiempo de moverse y fue golpeada en la cabeza. La sorpresa solo aumentó cuando el objeto se abrió y succionó a la criatura en aquel mismo rayo rojo, cayendo al suelo. ¿Qué demonios acababa de ver? ¿Esa cosa realmente no tenía magia de por medio? Lo que acaba de ver debería ser imposible, ¿o tal vez todavía entraba dentro de la Ley de Conservación de la Materia? No, lo más importante, ¿cómo continuaban vivos dentro de esa cosa? Estaba viendo una deconstrucción a nivel molecular, al menos en apariencia.
La esfera comenzó a moverse en el suelo. Fue primero un suave tic, algo difícil de distinguir. Hubo un segundo, esta vez un poco más fuerte. Luego un tercero, un cuarto y un quinto. Cada movimiento se iba volviendo más y más violento, y ahora temblaba sin control, sacudido con fiereza. Pasaron unos cuantos segundos hasta que el objeto se vio destrozado, sus restos volaron en varias direcciones mientras la cría de Mightyena se materializaba en su lugar. Respiraba con un poco de dificultad, claramente habiendo luchado para liberarse de esa cosa.
El chico chaqueó la lengua con fastidio y sacó otra de las esferas, preparando nuevamente su tiro. En el momento en que la arrojó fue cuando el cuerpo de Emiya no pudo ser contenido más. Agarrando una roca, la lanzó con la precisión de un francotirador, interceptando el objeto en pleno vuelo. Justo en el momento del choque, llamó la atención de todos los presentes hasta su dirección. Ya había pensado al respecto y había preparado un segundo proyectil, el cual voló sin dificultad hasta el rostro del chico.
Emiya no se quedó para averiguar el resultado, simplemente agarró a la pequeña y corrió a través del bosque. Escuchó el impacto y un cuerpo pesado cayendo al suelo. Solo pudo especular que fue capaz de noquearlo, y ahora solo quedaba alejarse de allí. No estaba particularmente asustado, pero no quería averiguar de qué era capaz ese mapache o continuar incrementando los cargos por asesinato. Al menos los dos primeros fueron por defensa propia, este sería por asalto.
Cuando supo que nada lo estaba persiguiendo, bajó a su compañera y continuaron andando sin rumbo fijo. Lo tomó como el tiempo justo de intentar racionalizar lo que acababa de ver. Cosa que no era tarea fácil, pues su conocimiento no parecía estar en sintonía con el mundo.
Lo principal era que estas criaturas no eran mundanas. Mightyena afiló sus colmillos hasta el punto en que la piel de Emiya era como papel, mientras que la pequeña le hizo algo a Mightyena para desorientarlo y hacerle atacar el aire o golpearse a sí mismo. Eso era magecraft, o hechicería si tenía que prestarle atención a la carta de Z.
Luego estaban las esferas obviamente mundanas que podían contener criaturas sobrenaturales con algo que parecía violar la Ley de la Conservación de la Materia, aunque, por otro lado, era como si respondiera más a la equivalencia entre masa y energía, solo que en un sentido muy literal y llevado al extremo. La criatura se convirtió en energía cuando fue capturado, o al menos en algo equivalente, pues su olfato le perdió por completo en ese momento.
Emiya supo que la taumaturgia estaba condenada debido al paso del tiempo y la tecnología, pero todavía habría cosas que, sin importar cuánto lo intentaran, debería ser imposible. Especialmente eso, ese sometimiento de algo parecido a una Especie Fantasmal era solo incorrecto. Si usaran rituales o taumaturgia, incluso lo aceptaría de lo más básico del Formalcraft, pero ¿mera tecnología? Algo estaba pasando aquí.
Por último, estaba la cantidad de esferas. Ese chico no solo tenía dos, sino tres; la utilizada para el mapache, la perdida y la que iba a arrojar por segunda vez. Solo chasqueó la lengua como si fuera una pequeña molestia el perderla, por lo que podría pensar que cargaba más de esas en su mochila. De hecho, aseguraba que había más y que tal vez, solo tal vez, no eran de tan difícil acceso como pensaba en un principio.
Lo anterior solo llevaba a una visión más preocupante. ¿Quién demonios fue el genio que pensó en crear esferas capaces de contener Especies Fantasmales y, al parecer, repartirlas en alguna esquina? Tal vez ni siquiera existía la civilización porque todos se mataron entre sí al tener monstruos de bolsillo dispuestos a seguir sus órdenes.
Todo llevaba al último punto: la captura. Eso era sometimiento, lo que despertó una fría furia dentro de él. Como si ese mero pensamiento de esclavitud, de arrebatar la voluntad de un ser y convertirlo en un títere fuera algo realmente personal. De hecho, casi tuvo deseos de volver y convertirlo en un alfiletero personalizado. Nada ni nadie tenía el derecho de robar la voluntad de otro ser.
Sus pensamientos descarriados se detuvieron cuando sintió que tiraban de su pantalón otra vez. Aunque no le dirigía la mirada, era obvio que la pequeña se había percatado de su estado de ánimo un tanto peligroso. Parecía ser perspicaz, debía concederlo, y el hecho de que los pokemon fuesen inteligentes, emporaba el asunto, pero, tal como debería, iba a calmarse. Tal vez no estaba consiguiendo el contexto completo de la situación, y solo tal vez no era en realidad lo que parecía. Muchas veces se metió en problemas por actuar antes de pensar y recopilar información, podía sentirlo.
—Oye, — aunque no se miraban, notó que ya tenía su atención y continuó: —¿con qué frecuencia ocurre lo anterior? ¿Es normal ver a humanos y pokemon luchando contra los que no han sido domesticados?
La pequeña hizo lo que podría describirse como un pequeño encogimiento de hombros. Ya lo imaginaba, ¿qué podía sacar al hacer preguntas más complicadas que simples «sí» o «no»? Esto era más como una comunicación de una sola vía.
—¿Hay muchos de esos cazadores furtivos? — un asentimiento —¿Alguna idea de qué hacen cuando capturan a los tuyos? — una negativa.
Bueno, debía tomar nota: conseguía información de preguntas directas. Por otro lado, ese chico y los que asesinó eran visiones comunes en este lugar. Simplemente magnifico. Eso significaba que tal vez ser un «Ranger» no era sinónimo de estar del lado de la justicia; era posible que incluso fueran un grupo terrorista, y que, aquellos a los que mató, no estuvieran haciendo nada que se considerase ilegal. Claro, lo atacaron y hubo defensa propia, o eso creía, tal vez matarlos era exagerar.
Simplemente no había suficiente información, todo lo que estaba haciendo era especular e intentar adivinar sobre cómo funcionaba una sociedad que, por alguna extraña y desconocida razón, tenía tecnología suficiente para romper las leyes, pero todavía con extensiones tan vastas y sin contaminar de naturaleza. Todo era tan disonante, pues el progreso traía destrucción. Podría haber apostado que los pokemon defendían su ecosistema, pero si podían ser sometidos, nada se los impediría.
Emiya suspiró y arrojó los pensamientos a un lado. Estaba preocupándose demasiado por algo en lo que no podía hacer nada. Por ahora, tenía que recordárselo cada vez que perdía el camino, debía encontrar civilización. No quería seguir arriesgándose a vivir en el bosque, las cosas no podían seguir tan bien como hasta ahora. De hecho, todo ha ido demasiado bien, casi hasta el punto en que comenzaba a ser preocupante.
Lo segundo más importante era averiguar el impacto de los pokemon en la vida humana. Si todos tenían o podían tener, tendría que comenzar a idear tácticas sobre cómo luchar y defenderse. Cuando se le da armas a la humanidad, encontrarán la mejor manera de hacerse daño mutuamente. ¿Animales blindados con capacidades esotéricas a los que era fácil someter con una esfera? Las posibilidades de autodestrucción eran ilimitadas.
Su tercer objetivo era averiguar qué pasaba con su cabeza. La supervivencia era primero, la adaptabilidad lo segundo, y luego podía jugar al psiquiatra todo lo quisiera. Aunque, si tomaba las palabras de Z, lo mejor parecía ser no recordar.
Soltó otro suspiro. Estaba divagando de nuevo. Lo que daba no tener recuerdos, mucho en qué pensar y demasiado tiempo libre como para saber qué hacer con él.
—Sabes, creo que estoy fuera de lugar por aquí. — comentó mientras movía un arbusto para su pequeña compañera —No recuerdo nada, mi conocimiento no coincide con lo que debería. ¿Sabes qué es un mapache o un lobo?
La pequeña se llevó una mano a su barbilla y movió la cabeza de un lado a otro, tan concentrada que estuvo cerca de tropezar con una raíz que sobresalía. A Emiya le gustaría saber quién había popularizado la creencia de que el tamaño no importaba.
Al final, la pequeña negó con la cabeza y lo miró como si le preguntará qué eran las cosas de las que estaba hablando. Aunque, claro, sus ojos nunca se encontraron en realidad.
—Un lobo… es algo que se parece a Mightyena, pero sin dejarme sordo de un ladrido o con colmillos como cuchillas afiladas.
Contuvo otro suspiro. Parcialmente confirmado: no había animales normales. Tal vez los lobos no existían, o algo les hizo tomar una rama evolutiva diferente junto a todos los caninos y convertirlos en algo como Mightyena. Sabía que estaba aferrándose a pajitas, pero sentía que debía conservar algo de su cordura por el momento.
—A eso me refiero. — prosiguió —Sé lo que son algunos animales, no puedo recordar otros. ¿Conoces a las Especies Fantasmales? — otra negativa —Es como si mi conocimiento del mundo fuera inútil, además de que nunca había visto a los tuyos. Y despertarme en medio de la nada solo con mi ropa no ayudaba en nada.
Antes de que pudiera seguir quejándose, sintió unos cuantos golpecitos en su pierna. Bajó la mirada y era como si la pequeña estuviera consolándolo, lo que le hizo bufar divertido. ¿Qué estaba haciendo? Esto no era propio de él, estaba despotricando como un niño quejumbroso en lugar de centrar su mente.
—Pareces entenderme bastante bien, ¿no?
Emiya rio un poco. Debe sentirse demasiado y realmente solo si estaba hablando con la pequeña. Claro, lo entendía, pero no es que pudiera darle muchas respuestas. Sacudió la cabeza con ironía mientras volvía a concentrarse en su caminata.
Volvía a atardecer y Emiya podía jurar que nunca saldría de estos bosques. Había encontrado un camino, pero en el momento en que vio a la policía haciendo rondas, supo que tendría que evitarlo. Vestían uniformes azules y un sombrero, además de adornar su pecho con una placa, por lo que no fue difícil identificarlos como tal. Si no estuviera manchado de sangre seca que no se lavó a tiempo, y que claramente pertenecía a los otros dos, lo habría intentado con ellos. En cambio, tuvo que evadir y seguir moviéndose por los bosques. No sería divertido tratar de explicar la espada y por qué se veía como un asesino en serie.
No hacía falta decir que no le gustaba, sentía algo extraño en los alrededores, especialmente con el olor. Los pokemon fueron dejados atrás, no percibía a ninguno y los ruidos de la naturaleza fueron disminuyendo poco a poco. Esto tenía escrito «inquietante» por todas partes, además de peligroso en extremo. Simple, ¿qué pasaba cuando los depredadores dejaban un lugar desolado? Un depredador más grande, y uno verdaderamente peligroso y agresivo.
—¿Sientes algo?
Miró hacia la pequeña cuando su cuerno se iluminaba. Todavía lo encontraba un poco extraño, pero útil al final. Pasaron unos cuantos segundos antes de que negara con la cabeza. Si la pequeña no percibía nada, lo normal sería darle la razón y atribuirlo a una coincidencia. Pero en la vida de Emiya no existían las coincidencias. No sería tan tonto como para pensar que solo su compañera tendría habilidades esotéricas de ese tipo, y debería existir una contraparte para las habilidades de detección.
—Nos retiramos. Es mejor probar suerte con la policía.
Estaban decididos a dar media vuelta y hacer como que nada pasó, al menos hasta que escucharon pasos. Emiya desenvainó su espada de inmediato y adquirió una postura. Agudizó el oído, ya que no había mucho que ver dentro del bosque, especialmente con la espesa niebla que… ¿Niebla? ¿En qué momento ha habido niebla? Esta comenzaba a hacerse espesa, entorpeciendo su visión y sentido del olfato hasta tal punto en que no podía ver el arma que estaba sosteniendo frente a sí mismo.
Buscó por los alrededores alguna señal de algo, pero tampoco escuchaba nada coherente. De hecho, había pasos, pero estos estaban en todas las direcciones e iban en todos los sentidos; algunos se acercaban a tal punto que estaban justo en su espalda, mientras que otros parecían perderse en la espesura. La única razón por la cual no atacó se debía a que sus instintos no le estaban advirtiendo de nada.
Sin esperar a ser sorprendido, y gracias a que guardó el Od durante todo el día, comenzó de inmediato con un Refuerzo a su cuerpo y su espada. Iba a ir por lo seguro, mejor evitar que el arma se rompiera a tener que Trazar una segunda en medio de un combate.
—Si puedes ver a través de la niebla, sal de aquí.
No estaba seguro de que pudiera ser escuchado, pero de todas formas habló solo para estar seguro. Tenía que concentrarse, sentía que no era la primera vez que luchaba sin tener los sentidos. En este caso, tendría que recurrir a confiar en solo los instintos.
Mientras esperaba que cualquier cosa saltara de la nada, percibió que algo le tocaba el pantalón. No pateó porque reconoció el tacto, pero apenas pudo contenerse cuando sintió una sacudida salvaje en su cabeza que lo obligó a cerrar los ojos y apretar los dientes del dolor. Cuando los abrió, dispuesto a preguntarle qué diablos estaba haciendo, notó que la niebla había desaparecido y estaban otra vez en el bosque del atardecer, ausente de esa miríada de pasos.
No hubo tiempo de analizar más la situación, algo saltó de entre los árboles con deseo de sangre. Interpuso la espada para proteger su cuello mientras daba un paso lateral. La pequeña se había alejado del peligro de inmediato, por lo que no tuvo que preocuparse al respecto. Por su parte, Emiya intentó el mismo truco que con Mightyena, atacar la espalda desprotegida luego de una corta evasión, pero lo que sea que fuera su oponente se percató y pateó.
Retrocediendo unos pasos, corrigió su postura y miró a lo que los había atacado. Era más bajo que él, aunque no tanto como la pequeña, podría incluso decir que tal vez uno quince o veinte centímetros; si no estuviera ligeramente encorvado tendría una mejor especulación. Era bípedo, con pelaje gris, exceptuando en el área del pecho y los hombros, la cual era negra. Su cabeza contaba con un hocico afilado y una boca con colmillos que dejaba al descubierto para intimidar. Tenía cabello abultado de un rojo parecido al de sus garras, solo que el primero tenía mechones negros y estaba en una especie de cola de caballo atada cerca de la punta por lo que parecía un cristal.
Todas las alarmas en la mente de Emiya se dispararon de inmediato. Esto era, por mucho, superior al Mightyena que había visto, y estaba particularmente enojado por alguna razón. Además, si tenía que atribuir a un culpable de las ilusiones, sería esa cosa. También parecía ser más inteligente, o con mejores instintos, porque no volvió a dar un salto descuidado como el anterior. En su lugar, comenzó a caminar con lentitud, buscando la espalda.
Emiya imitó el movimiento de la criatura con pasos lentos y firmes. No perdió de vista ninguna de sus extremidades; garras en las patas inferiores y superiores, además de colmillos y habilidades ilusorias. Esa cosa era una máquina de matar, y un solo descuido le ayudaría a reafirmar el hecho.
Al final, no dejaba de ser un animal y fue quien realizó el asalto de apertura, no obstante, lo primero que hizo fue iluminar de un opaco bermellón las garras que tenía; pero, si fuera solo un espectáculo de luces, y no el hecho de que se alargaron, no se habría preocupado demasiado. El primer arañazo fue a su rostro, por lo que evadió al mover su cabeza a la izquierda. Pensó que había salido ileso, pero, incluso con la piel reforzada, un mero roce bastó para hacerle sangrar la mejilla derecha. No hubo tiempo para contemplar, pues todavía tenía una garra libre dirigida hacia sus entrañas. La espada sirvió para interceptarlo, y liberó un suspiro al ver que no se quebraba. Iba a moverse para retroceder, pero un rodillazo le arrebató el oxígeno mientras lo enviaba hasta un árbol.
En el momento en que Emiya tocó tierra, rodó al sentir que el enemigo se acercaba otra vez. Solo pudo mirar con estupefacto asombro la forma en la cual obliteraba el lugar donde sus garras impactaron. ¿Y las personas tenían las agallas de meter esas cosas en pequeñas esferas que le arrojaban a otros individuos? Tendría que averiguar qué estaba mal con los humanos de este lugar.
Su pequeño respiro se vio interrumpido cuando el agresor intentó reanimar el asalto. Emiya se anticipó a esto y entró en su área, sorprendiéndolo con un movimiento tan audaz. No obstante, no era tan efectivo, pues solo pudo dar un golpe con el pomo como primer ataque. No fue como con Mightyena, este ser resistió el envite inicial que debería separarlos para aprovechar un corte. Sabía que esto pudo pasar, por lo que de inmediato propinó un cabezazo lo más cerca posible del ojo. Esto sí lo aturdió e hizo retroceder.
Con una distancia suficiente, primero atacó la garra que tenía más extendida para abrir la defensa, luego siguió el movimiento que había hecho mientras aprovechaba el aturdimiento para dar un golpe con giro. Hubo fuerza suficiente para obligarlo a dar varios pasos hacia atrás. Antes de recibir el tercero, la criatura interpuso una de las garras. Era como el sonido del metal golpeando otro objetivo de consistencia similar, lo que era sorprendente por sí solo.
Desde esa distancia, Emiya lo notó haciendo algo parecido a tomar aire, situación que lo alertó e intentó retroceder. Fue inútil, pues, cuando dio un paso hacia atrás, el pokemon rugió al aire con fuerza. El sonido casi destrozó sus tímpanos y puso su mundo patas arriba por unos segundos, así como el hecho de que el espacio alrededor del depredador pareció deformarse, pero no anuló su instinto que le gritó que debería moverse. Hizo lo que pudo, e incluso logró desviar un golpe que apuntaba a su corazón, aunque, por desgracia, no tuvo la fuerza suficiente y las cuchillas que tenía por garras cortaron su hombro. Al igual que con el árbol, pareció borrar la carne con la que había hecho contacto, dejando en la marca la sangre y el hueso expuesto.
Desde esa distancia, Emiya soltó la espada y recurrió a lo que recordaba como CQC; con su cuerpo reforzado golpeó su abdomen con el codo, seguido de un gancho rápido para ganar algo de distancia. Aunque solo fueron un par de pasos lo que ganó, le dio un poco más de libertad con la parte inferior como para usar la rodilla con un salto de nuevo a su mandíbula. Tal vez no pudiera hacer mucho daño, pero todo ser con cerebro se desorientaría con golpes en la cabeza, por lo que no se detuvo allí y aprovechó el impulso del salto para dar un golpe de martillo.
Cuando tocó tierra, agarró su arma y retrocedió de un salto hasta adquirir una nueva posición de defensa. Estaba respirando con dificultad y la herida en su hombro era como una represa abierta y la pérdida de sangre debido al movimiento iba a pasarle factura pronto. Gracias a que había visto lo útiles que eran las bayas azules, había guardado unas en su bolsillo, por lo que metió su mano izquierda. Maldijo por lo bajo cuando no sintió nada más que la carta arrugada en su bolsilla, ahora manchada por la sangre que se escurría.
Emiya hizo un escaneo rápido del área. Su asaltante solo sacudía la cabeza. Encontró las bayas cerca del árbol donde había sido empujado al inicio, por lo que corrió hasta ellas. Tal como imaginaba, el pokemon no iba a ponérselo fácil y saltó para atacar su flanco. Emiya rodó hacia adelante, evitando la herida sin perder el ritmo. Debido a que ahora estaba detrás suyo, mantuvo la guardia mucho más alta en los dos segundos que le tomó llegar hasta las bayas, rodar y encarar al oponente.
La bestia estaba de pie en el sitio, gruñendo mientras era rodeado por un aura purpúrea que se entremezclaba con un desagradable carmesí. Si antes había alarmas en su cabeza, ahora sentía que había malditas sirenas sonando y destrozando su cerebro para que corriera en ese mismo instante. ¿A dónde correr? ¿Y si lo que sea que le vaya a tirar atravesaba los árboles? Tampoco es que pudiera darse el lujo de elegir mucho, pero supuso que era mejor que recibirlo de lleno.
Con algo como un plan listo en su cabeza, se dispuso a ponerse de pie y correr, al menos hasta que vio a la pequeña. Cualquiera que hubiera sido su escondite lo abandonó para ponerse no a su lado o detrás, sino entre Emiya y la bestia. Estaba a punto de gritarle y agarrarla, hasta que todo estalló.
El pokemon agresor rugió con casi tanta fuerza como la primera vez, golpeando el suelo con los puños. Por medio segundo no pasó nada, la energía que lo rodeaba disminuyó hasta concentrarse en un pequeño punto de su abdomen. Antes de poder decepcionarse, la pequeña esfera carmesí se expandió a velocidades sobrehumanas, levantando el polvo y arrasando cualquier cosa a su paso con un poder abrumador. Las maldiciones iban a escapar de su boca de no ser porque el cuerno de la pequeña estaba brillando, y lo que parecía ser un muro de vidrio tomó forma frente a ambos. Incluso con eso, Emiya cubrió con su cuerpo a su acompañante.
El cúmulo de energía, golpeó la pared que, por lógica, sería quebradiza, deteniéndose en lo que debería ser considerado un milagro. Por otro lado, los alrededores no tuvieron tanta suerte; los árboles fueron arrancados del suelo por con todo y raíces, al menos los que tuvieron suerte, los más cercanos fueron inmediatamente destruidos por el puro poder de aquel magecraft, o hechicería, ya estaba empezando a apostar que era lo último.
El ruido del vidrio rompiéndose lo alertó, por lo que envió más Prana para reforzarse a sí mismo y prepararse para el dolor. Fue casi una tortura escuchar la aparente lentitud del quiebre hasta la ruptura total. El escudo de vidrio no resistió, pero pareció frenar la potencia del ataque que impactó en la espalda de Emiya. Sintió la quemadura que se abría paso a través de su espalda; no era nada serio, y tampoco parecía algo natural inducido por el fuego, lo que solo le hacía preocuparse más por los efectos secundarios. La onda expansiva lo separó del suelo junto a la pequeña en sus brazos, pero se acomodó para caer de espalda, incrementando el dolor de la nueva herida, pero evitándoselo a su acompañante.
Respiraba con dificultad, estaba prácticamente jadeando, y de hecho notó que comenzaba a ser afectado por el golpe. Su visión estaba ligeramente nublada, además de que enfocar le parecía un poco más difícil. ¿Alguna especie de maldición que afectaba la vista? Tendría que averiguarlo en otro momento, la pelea todavía seguía.
Emiya fue capaz de arrastrarse fuera de un golpe que buscaba ejecutarlo, además de bloquear un segundo mientras se estabilizaba con la pequeña en su brazo izquierdo. Debido a que estaba usando solo el derecho, era imposible hacer paradas completas, por lo que recurría a desviar y esquivar. Las garras cortaban su piel solo con el más mínimo contacto, convirtiéndolo en una batalla de desgaste mientras se obligaba a retroceder y no dejarse rodear. En más de una oportunidad el depredador intentó buscar sus flancos o espalda, pero no se lo estaba poniendo fácil. Desgraciadamente, le era imposible a Emiya contraatacar.
El cuerno de la pequeña volvió a brillar mientras el enemigo se abalanzaba. Como si tuviera un presentimiento, se movió fuera del camino hacia donde estaba apuntando la compañera de Emiya. ¿Las habilidades claramente psíquicas podían ser esquivadas? Apuntaría ese dato para más adelante, si sobrevivía al encuentro.
El pequeño percance de un nuevo atacante no logró disuadir el enfoque puramente ofensivo del agresor, sino todo lo contrario, lo volvió más creativo. Había árboles, por lo que ahora usaba el poder de sus piernas, o patas, o lo que tuviera, para impulsarse en estos. La estrategia lo convertía en una bala de cañón, imposible cambiar de dirección, pero obligaba a Emiya, el que cargaba a la pequeña, a moverse, por lo que los ataques psíquicos fallaban.
Viendo que esto no lo llevaba a ninguna parte, esta vez Emiya no se movió del sitio. Evitó la garra que había extendido como primer movimiento, seguido de enviar más Prana a su cabeza mientras desviaba el segundo arañazo. Ofreció otro cabezazo, lo que parecía estar volviéndose la norma, pero que fue efectivo para frenarlo y enviarlo al suelo. Emiya también quedó desorientado, pero sabía dónde estaba su oponente y apuntó al área desprotegida: un ojo. La bestia fue más rápida, rodando mientras daba un poderoso salto incluso en esa posición tan incómoda, alejándolo de la refriega.
En el momento en que Emiya lo vio cubriéndose nuevamente con energía, no lo pensó ni un solo segundo y echó a correr. Podrían llamarlo cobarde, pero el orgullo era una de las causas principales que llevaban a las personas a la tumba. Hacía tiempo que había tirado su orgullo y no le importaba escapar a la primera oportunidad.
La pequeña estaba preparando otra vez la defensa de ser necesaria, pero ya estaban comenzando a tomar algo de distancia. Su visión borrosa y el hecho de que ya estaba anocheciendo no ayudaban, por lo que golpeó su cabeza contra la rama de un árbol que no había visto. Casi cayó de cara al suelo, pero toda una vida de entrenamiento le evitó la vergüenza que lo llevaría a la muerte.
En el momento en que sintió que se liberaba la energía miró hacia tras mientras extendía a su pequeña compañera. Esta vez, en lugar de ser una explosión que lo abarcaba todo, fue lo que podría llamar una especie de rayo, solo que este estaba hecho de espirales negras y recubierto con una asquerosa aura purpura. De todas formas, impactó contra el escudo de vidrio, el cual no tardó mucho en comenzar a romperse de nuevo. Al igual que la vez anterior, Emiya utilizó su cuerpo Reforzado para recibir la onda de choque, pero, sabiendo ya lo que venía, logró recuperarse mientras rodaba.
Ni siquiera miró atrás, continuó corriendo. Escuchaba los pasos y olía a la criatura. Los estaba siguiendo, no demasiado cerca, pero no tardaría en llegar pronto a él. Saltó raíces y arbustos, esquivaba ramas que aparecían repentinamente gracias a su afectada visión. La espalda le ardía mientras los cortes sangrantes comenzaban a agotarlo. Su respiración solo se hacía más irregular con cada paso, pero el saber que estaba siendo cazado era suficiente impulso para no detenerse.
No sabía cuánto había estado corriendo, pero pronto llegó a un acantilado. Había agua a la distancia, pero todavía percibía una gran porción de árboles altos. Era una caída larga y que por obvias razones lo iba a matar. O saltaba, o daba media vuelta y se enfrentaba a un verdadero depredador mientras oscurecía. La respuesta era obvia.
Envainando la espada, tomó la cuerda con la punta afilada, la ató lo mejor que pudo en su cintura y se preparó lo mejor que pudo con una mano. Había hecho algo parecido en el pasado, estaba medianamente seguro de ello. Claro, era un sentimiento pasajero en lugar de un recuerdo verdadero, pero seguía siendo mejor que nada.
Sin seguir dudando, saltó por el acantilado mientras buscaba una rama. Tuvo su visión volando por los alrededores a velocidades vertiginosas mientras la gravedad hacía su trabajo. Las ramas de los árboles más altos eran inútiles y solo golpeaban su piel Reforzada a la que no podían hacer daño grave. Algunas hojas bloqueaban su visión, pero las apartó al mover la cabeza. Se estaba quedando sin tiempo. La mayoría de ramas eran delgadas, no aguantarían su peso.
A medida que la muerte se hacía inminente, vio una que cumplía con sus estándares y sin dudarlo arrojó el arma de proyectil. La punta se enrolló alrededor de la rama, frenando la caída de forma brusca por unos segundos antes de desenvolverse con la misma rapidez. Eso fue todo, solo necesitaba un amortiguador. Sin oponer resistencia, se dejó llevar por la gravedad hasta que vio otra rama cercana y vertió más Prana en su brazo derecho. Cuando la agarró, sintió un tirón desagradable que amenazaba con dislocarle la extremidad, pero la parte del árbol quebró y continuó cayendo. Esta vez la energía mágica fue a sus piernas, permitiéndole aterrizar sin romper nada.
Con la tierra bajo sus pies, Emiya se permitió un momento de debilidad y comenzó a respirar en grandes bocanadas. Fue solo un minuto de descanso en el que su compañera daba golpecitos de aliento a una de sus piernas. Habría querido quedarse a descansar, pero ya había oscurecido y quería un lugar medianamente seguro en el que dormir.
Recogiendo a la pequeña por tercera vez en ese día, caminó más luego de enrollar la cuerda. Cada paso era agotador y se estaba sintiendo desorientado, por lo que siguió las guías de su compañera hasta encontrar un pequeño árbol que cargaba las bayas azules. Agarró tres, las ablandó con la espada y las consumió. Apenas y tuvo efecto gracias a la gravedad de sus heridas, pero al menos ya no se sentía tan grave. Guardó otras en sus bolsillos, solo por si acaso.
Ahora que tenía heridas capaces de matarlo, podía apreciar que existiera algo así en la naturaleza. De hecho, comenzaría a tomar el poder del anterior enemigo como el promedio, por lo que algo que pudiera ayudar a sanar solo con comer parecía necesario para la fauna local. Adormecer por completo el dolor, evitar desangrarse y sin efectos secundarios; algo así ayudaría al campo de la medicina a pasos agigantados. Demonios, podía apostar que había más allá afuera con efectos mucho mejores.
Por ahora, Emiya sacó el tema de las bayas y la medicina y continuó vagando. Pasaron varios minutos hasta que encontró una cueva. Olfateó el aire antes de decidir entrar. Nada. O su nariz estaba fallando, o en realidad estaba vacío. Luego de lo que pasó con sus sentidos siendo burlados de manera tan brutal no quería confiar en lo físico.
—¿Puedes repetir lo que hiciste para sacarme de la ilusión? — le preguntó a su compañera.
La pequeña puso una mano en su brazo y el mismo dolor de cabeza se repitió. Sabiendo que ya sus sentidos no deberían estar apagados, volvió a oler el aire. Nuevamente nada. Le pidió también que intentara detectar si había algo dentro de la cueva. Tampoco dio resultados. Seguía reacio, pero al menos dormiría en la entrada.
Dejándose caer con su cuerpo agotado, seguía agradeciendo que el dolor estuviera apagado. Ahora que nada intentaba matarlo, hizo un chequeo sobre sí mismo para estar seguro. Primero recurrió al Análisis Estructural. Nada que pudiera catalogarse como roto, pero tampoco tenía todos los huesos en óptimas condiciones. Los cortes de la anterior pelea no alcanzaron nada importante, pero perdió sangre suficiente como para marear a una persona que no estuviera tan acostumbrado a una situación como esa. No había veneno en su sistema, pero sí una especie… algo, no sabía el qué, pero se sentía como el ataque de aquella bestia y se concentraba en el área nerviosa alrededor de los globos oculares. No era nada para entrar en pánico, pues parecía disiparse con lentitud a cada segundo. Desconocía cuánto tiempo iba a tomar, pero solo quedaba esperar.
Con respecto al Od, estaba casi agotado. A lo mucho sería capaz de volver a Reforzar su cuerpo unas tres veces antes de quedar vacío, y una vez si decidía Reforzar también su espada; el costo del cuerpo era inferior al de las armas. Lo mejor era evitar peleas, apenas y podría funcionar a un cincuenta por ciento si se esforzaba lo suficiente; tal vez a un sesenta si no le importaba morir en el proceso.
—Deberías descansar, — le dijo a su compañera —tomaré la primera guardia.
La pequeña seguía entre sus brazos, era posible que necesitara correr en cualquier momento y cada segundo ahorrado le serviría. Por ahora iba a monitorear su propio cuerpo para saber en qué iba a empeorar, por lo que, incluso si quería dormir, no podía. Su compañera lo miró con extrañeza, de los raros momentos en que hacían contacto visual. Solo respondió con una sonrisa torcida ante su preocupación y dejó el tema así.
Dejando la espada a un lado para acomodarse mejor, comenzó su vigilancia. La pequeña comenzaba a dormitar ya. Fueron los últimos cinco minutos más pacíficos y relajantes que tuvo hasta que los arbustos comenzaron a moverse. La mano de Emiya fue hasta la espada, pero no desenvainó. Existía la posibilidad de que no fuera hostil. En primer lugar, olfateó. Nada. Seguía oliendo a la flora.
Lo que estaba haciendo ruido se reveló, dejándolo confundido. Era una criatura hecha de plantas. Una criatura bípeda que parecía el hijo bastardo de un arbusto. Y, maldita sea su suerte, por supuesto no iba a poder olfatear nada, era como un camuflaje natural.
En el momento en que la criatura dio un paso adelante, de inmediato la espada se interpuso entre ambos. No tenía confianza sobre ganar, no le sorprendería que pudiera, mágicamente, controlar todas las raíces y usarlas para masacrarlo. Demonios, comenzaría a pensar que había cosas por el lugar que podrían controlar el clima. Pero no se dejó amedrentar; cuando se mostraba debilidad frente a un depredador, bien podrías ayudarle al desmembrarte a ti mismo.
—Da otro paso y me encargaré de podarte personalmente. — gruñó en tono amenazante.
La criatura lo entendió, pues se quedó en su sitio. Bien, ahora tendría que encontrar la manera de quitar eso de la única salida. Solo su maldita suerte. Y, por supuesto, recibió un gruñido en respuesta mientras tiraba su… ¿piel? La cosa se deshizo de su piel, ahora sí matando cada neurona de Emiya al no comprender la situación y por qué había una chica semidesnuda debajo.
—¿Así es como tratas a quien viene a ayudar? — preguntó con agresividad.
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Información Importante
Lo primero es lo primero, agradezco que se haya tomado el tiempo y con esto concluimos un segundo capítulo. Por ahora las cosas irán lentas, pues Emiya tiene que aclimatarse a un cambio tan brusco.
Lo segundo es que esta historia se está publicando sin consentimiento por el usuario FakerDarkSouls en Wattpad. Ahora bien, no tengo ninguna queja real, he encontrado historias interesantes allí y siempre he estado a favor de la difusión de información, pero un mensaje para estar atento habría sido apreciado. Esto va para quienes lo están leyendo allí: si pudieran acceder al enlace que siempre deja en la descripción y enviar los comentarios directamente a mí en la sección «Reviews» con respecto a sus pensamientos, se agradecería, especialmente porque me ayuda para el concurso.
Otra cosa es que no sé por qué tiene puesta la categoría romance en Wattpad, asunto en el que no he pensado. También pueden dar un vistazo a las reglas del concurso para los que se pregunten por qué el Crossover tan extraño; pueden buscar en google «Chains of Fate Alex Kellar». Pero, en resumen, de entre las razas no humanas elegí esta, pues conozco más de Pokémon que de las otras series a elegir y me atrajo la rareza de la combinación.
Leí a alguien en Wattpad preguntándose por qué tendría compasión de Ralts. Bueno, son varios los factores. Primero, el núcleo de Emiya es ser un héroe, quiera o no; segundo, Ralts se ve como un niño, y muchos pokemon tienen esa sensación de humanidad; y tercero, Emiya odia el abuso, así de simple. Con respecto a hablar con él, bueno, es obvio que Ralts lo entiende, así que no es extraño que le hable. Oh, y para los que especulan con respecto a Gardevoir… No… simplemente, no. Es el único spoiler que daré.
Tercero. Algo que quiero aclarar es que todos los personajes que representen entrenadores, entiéndase Cazabichos y retadores al azar / Green / Crystal / Ruby / Sapphire / Red / Blue / Gold o cualquier otro que caiga en esto, tendrá 16 como mínimo o tal vez más, o comenzó el viaje con esa edad. Esto es simplemente para ser lógico con el universo, pues, con lo peligroso que es, dejar que tu hijo de 10 viaje por el mundo… simplemente no. Por lo menos en mi país, una persona de 16 hace lo que quiere a pesar de no ser mayor de edad. Incluso de 15, pero eso es otra historia.
Cuarto. Con respecto al nombre de las Poké Ball, estoy en un pequeño debate. En Latinoamérica, esta se coloca como «Pokébola», por lo que no sé qué termino utilizar o si debería separar las palabras. Estaba considerando una especie de término medio, simplemente «pokeball», para que se adapte a cómo estoy utilizando la palabra para referirme a las criaturas; además de, como con la anterior palabra, el término plural permanecerá singular. Todo esto es más una cuestión de comodidad, pero estoy un poco dudoso de si debería adoptar el término Latam, utilizar el de inglés o la tercera opción unificadora. Creo que voy más por la tercera.
Con respecto al nombre de las habilidades, usaré la versión de los videojuegos. He visto el anime, varias temporadas, en doblaje Latinoamericano, pero he dedicado más horas al videojuego y estoy más habituado a cómo lo nombran allí.
Quinto. Siento que debo aclarar que la «Pokedex» —eliminaré el acento también— será la de Omega Ruby & Alpha Sapphire, esto para quienes se pregunten qué demonios con el Zoroark.
Quinto. Alguien me preguntó por PM qué pasaría con el equipo de Emiya. Bueno, solo diré que habrá más. ¿Cuántos? No lo sé. Tal vez equipo completo, tal vez no. Por ahora solo tengo una casilla asegurada y otra esperando verificación.
Sexto. Con respecto al título… Sí, el título de la historia es estúpido. Y fue hecho a propósito. Simplemente tendrá sentido tiempo después.
Reflexión Sobre el Capítulo
Ahora hablemos del capítulo. Sí, está avanzando lento, y es más de introspección, pero pienso que sería lo lógico. Quiero decir, repentinamente arrojado a un mundo desconocido, con reglas desconcordias, tu cabeza hecha un desastre y tu única pista es una carta firmada solo con «Z». Sí, definitivamente pensarías mucho en tu situación, pero, por fin, tendremos interacción entre humanos para el próximo capítulo.
Y siento que el título del capítulo encaja con el sentimiento que debe tener Emiya. Solo estaba especulando sobre todo y de pronto le tiran la realidad a la cara. También va directo con lo que quiero transmitir, el reafirmar el toque que tendrá la serie. Primero fue con los humanos y los «cazadores furtivos», quienes son criminales y, demonios, solo en el manga ordenan a los pokemon atacar a los entrenadores, pero esto todavía está limitado en violencia. Ahora es con los pokemon, y es que hay algunos que son territoriales. ¿Un Zoroark cuidando su nido donde hay un huevo? Va a comportarse muy, muy agresivo y tirará a matar a humanos y pokemon por igual. Claro, llevan siglos habituados al contacto humano, pero son animales salvajes, no te van a dar la bienvenida a su nido.
También, antes de que alguien quiera crucificarme por darles movimientos MT tanto a Zoroark como a Ralts, solo diré: Película 13.
Por último, para quienes sean fanáticos del manga, ya deben saber con quién se encontró, y para los que no lo han leído y no tienen ni idea, bueno, a esperar o buscar en internet, supongo.
Eso es todo con respecto a la reflexión del capítulo.
Reviews
Por ahora la sección estará prácticamente vacía y solo para agradecerles a LA O.N.U, BlackGogeta, sawtooth44, .luki.2001, Kiriatos y ScorpionFury por el apoyo.
