Al día siguiente Levi escuchó su celular sonar por la llamada de un número desconocido, así que procedió a ignorarla. Suspiró y se alejó, se sentó en su escritorio para continuar con su dichoso reporte, origen de todos sus males actuales.
Era sábado en la tarde, por anochecer, y Hange, una de las pocas personas que podría clasificar como relación de amistad, estaba a su pequeño departamento, principalmente para poder imprimir un trabajo, pero también para aprovechar de pasar el rato. Hange se sentó en una de las sillas quedaban a la barra de la cocina, esperando su porción de dumplings de carne que Levi estaba cocinando en una pequeña vaporera. Tomaba una lata de cerveza mientras el otro tomaba té helado de botella.
Estaban en la mitad de una discusión respecto de cómo el ser humano era más puerco que un puerco por la basura que generaba (conversación a raíz de un documental puesto en la televisión de la sala de estar), cuando Hange notó el celular de su amigo vibrar varias veces, sorprendiéndole que el otro muchacho no se moviera un ápice para recibir la llamada. Normalmente Levi reaccionaba enseguida ante sonidos de alarma.
"¿No contestarás?", preguntó Hange.
Levi parpadeó, mirando de reojo el número desconocido que hacía brillar su pantalla. Negó con la cabeza suavemente.
"Las compañías de telefonía son tan molestas, solo les importa que pagues", soltó Hange, restándole importancia a la situación.
El otro se movió al incómodo, se giró para revisar la cocción de la comida, y desde su posición, soltó: "Si fuera eso, contestaría".
"¿Oouh?", escuchó tras tu espalda. Levi sabía lo que venía. No estaba seguro de querer hablar de lo que le sucedió ese día con ese estudiante, pero supuso que al menos podría consultarle a otra persona de su visión al respecto. "¿Quién es entonces, que te llama tan insistentemente?", preguntó.
El aludido suspiró, procediendo a apagar el fuego de la cocina. Detectó el deje de mofa proveniente de su acompañante, pero lo ignoró.
"Un estudiante de pedagogía. Me pidió mi número y estúpidamente se lo di. No pensé que realmente llamaría", respondió el muchacho, pero agregó: "es decir, ¿Quién llama hoy en día?, ¿no conoce los mensajes?"
Aunque tampoco le respondería los mensajes. Solo sería menos invasivo.
No hubo respuesta por parte de Hange.
Levi se volteó a verle ante su silencio, y frunció el ceño al ver su expresión. Se cubría los labios con una mano y su rostro estaba algo sonrojado. Lo más molesto eran sus cejas, que se alzaban y bajaban. Insinuando. Levi tomó el cuchillo de cocina en menos de dos segundos. Hange lo notó y cambió su expresión justo al ver el arma blanca apuntando a su dirección. Fingió una tos y se acomodó mejor en su silla.
"Bueno, si lo sientes hostigarte debes decirle. No parece tomar tu indirecta", le dijo.
Levi bajó el cuchillo.
"No tengo nada que decirle", respondió, ahora volviendo a servir los dumplings.
Hange le miró, luego la pantalla del celular de su amigo. Otra llamada perdida. Casi sentía lastima por ese estudiante.
"Pero al parecer él sí tiene algo que decir", acotó Hange. Levi no dijo nada. "¡Ah, qué bien huelen esos, deme 3 señor chef!"
El día lunes Levi entregó su reporte y estaba libre de deberes por ahora. Sin embargo, realmente nunca había días de descanso ya que él solía ir adelantando materia o deberes en sus asignaturas. La procrastinación era algo que sabía identificar como un estresor para él, por lo que daba lo mejor de sí (hasta lo que su voluntad le permitía) para ir muy al día con todo lo que tenía que responder como estudiante. Gracias a esa cualidad, solía tener buenas notas y sus compañeros de facultad le hacían consultas. Eran un poco menores que Levi, por lo que intentaba no ser tan rudo con ellos. Su psicólogo le decía que intentara socializar en la medida que no se sintiera incómodo, por lo que optaba por mantener una buena y cordial relación con quienes compartía asignatura: por un lado, sociabilizaba, y por otro lado tenía personas con quienes podía trabajar en caso de necesitar grupo.
Sin embargo, prefería estar solo. Prefería no unirse a los grupos y andar por su cuenta. A pesar de que le invitaban, Levi no iba a fiestas o a comer después de algún examen. En parte era porque no quería, prefería estar en su pequeño hogar, y por otro lado se sentía incómodo en esas conversaciones de universitarios.
Simplemente tenían otras prioridades.
Ahora mismo se encontraba solo de nuevo, en la biblioteca. Se había organizado para avanzar con algunas lecturas, por lo que iba a las salas con mesas individuales, evitando a toda costa el segundo piso, donde se encontró por primera (y última) vez con ese estudiante de pedagogía.
Al entrar, se ubicó en una mesa y sacó sus cosas. Tomó una libreta para apuntar lo importante, y comenzó a leer las hojas que había impreso el día anterior. En una mano sostenía un lápiz de color, con el que iba marcando conceptos claves. La sala era un silencio absoluto, apenas se oían los ventiladores del fondo: era el ambiente perfecto para poder concentrarse y estudiar.
Hasta que el sonido de un celular interrumpió el dulce silencio.
Levi rodó los ojos. Siempre había algún idiota que se dejaba el sonido. Y, sin embargo, el sonido continuó, hasta que se dio cuenta que era su celular el que sonaba. Tomó el aparato, y en lugar de cortar la llamada, actuó por instinto y salió de la sala esperando dejar de molestar a los otros estudiantes que estaban ahí con el ruido.
No fue sorpresa ver el número desconocido en su pantalla otra vez. Levi gruñó, pero de un momento a otro recordó lo que dijo Hange. Tenía que decirle que se detuviera, que no estaba interesado.
Por lo que contestó:
"¿Aló?", soltó, al conectar la llamada.
Del otro lado de la línea, se escuchó: "Hola, buenas tardes, ¿hablo con Levi Ackerman?"
Quién demonios habla así tan formal, pensó Levi.
"Sí, ¿con quién hablo?", preguntó, sonando más molesto de lo que planeó. Francamente toda esta situación ya le estaba empezando a irritar.
"Hablas con Erwin, compartimos un libro el día jueves, ¿recuerdas?"
Oh, como olvidarlo.
"Si", respondió, seco. No podía dejarle ninguna oportunidad de que pensara que estaba interesado, por lo que agregó: "¿y para qué me llamas?"
Hubo un pequeño silencio antes de que respondiera: "¿De casualidad andas en la biblioteca?", preguntó Erwin. Levi se paralizó un poco, algo asustado miró para ambos lados y se movió hacia la pared. No quería ser visto. "Pensaba en que podríamos… hablar o quizás te puedo ayudar con tu reporte…"
Bueno, definitivamente ese muchacho era directo. Pero, nuevamente, no quería darle ilusiones.
"Lo siento, estoy ocupado. Tengo un examen esta semana", explicó Levi, lo cual no era mentira totalmente, pero era un examen sencillo al que no necesitaba dedicarle más tiempo de estudio que el habitual. "Por lo que te agradecería si dejas de llamarme", agregó, ya más firme. No había forma de que le diera tristeza hacerle esa petición, en realidad sentía algo de alivio por poder decirle –casi- directamente que no lo quería contactar.
No tenían nada de qué hablar.
Erwin no tardó en responder.
"Vaya, lo siento mucho, ahora entiendo por qué no me contestabas el fin de semana. Seguramente intentabas estudiar y yo solo fui insistente", respondió. Levi creyó notar un poco de manipulación en lo dicho, pero realmente no podría ser así porque Erwin no sabía que estaba mintiendo respecto a estar muy ocupado. "Lo lamento, dejaré de llamarte entonces", soltó al final.
Levi suspiró aliviado.
"Descuida, no tenías como saberlo", respondió, y antes de que pudiera decir algo más para cortar la llamada, el otro habló:
"Entonces, ¿podemos vernos luego de tu examen?"
Tal pregunta le hizo perder el ritmo un momento. ¿En serio esta persona iba a continuar insistiendo?, ¿de verdad iba a tener que salir con él para poder aclararle que no estaba buscando más amistades? ¿Y, realmente, cuál era su obsesión? Este tipo era demasiado extraño, demasiado directo y le estaba dando demasiada atención, por una conversación que tuvieron hace días, que no significó nada en su vida. Pero aun así, ¿qué era lo que le hacía insistir?
Levi recordó las palabras. Eres interesante. Esas habían sido las palabras de Erwin cuando le preguntó por qué quería su número.
¿Cómo podría alguien decirle a otra persona que es interesante luego de una conversación tan pequeña?, ¿interesante en qué?
La mente de Levi formulaba mil preguntas, mientras el otro estaba esperando la respuesta en la otra línea. Decidió que iba a cortar la llamada e iba a bloquear su número. Si el muchacho no entendía de manera amable, o era tan denso como para no entender la indirecta, entonces en definitiva no tenía nada que hablar con él.
"Sé que puede sonar deprimente", dijo Erwin, ante no recibir ninguna respuesta por parte del otro, "pero ese día estaba decaído, y al poder explicarte el libro y que me escucharas, me ayudó mucho. Me gustaría poder pagártelo, solo eso", agregó al final.
El pecho de Levi se sintió extraño. Esta persona de verdad sonaba sincera, y si, le daba miedo que un extraño le estuviera invitando a salir.
Pero sentía que podía entender al otro.
"Mándame mensajes. Es más cómodo para mí si envías un mensaje en vez de llamarme. Podemos ponernos de acuerdo para el viernes, luego de mi examen", respondió Levi.
"Mensajes. De acuerdo, estamos en contacto entonces", dijo el muchacho en la otra línea. "Nos vemos Levi, animo en tu examen", agregó, para despedirse.
El aludido suspiró.
"Adiós", y finalmente cortó.
Necesitó unos minutos para recomponerse. Calmó su respiración un poco, ya que sentía que le estaba costando respirar. ¿Qué demonios había hecho? Había acordado salir con un extraño, del cual ni recordaba su nombre.
Se llama Erwin, se auto-recordó. Se agradeció irónicamente.
Se quedó de espaldas contra la pared, organizando sus pensamientos. Necesitaba entender a dónde iban las sensaciones que estaba teniendo. Estaba algo emocionado, pero a la vez tenía miedo. Sentía rechazo por lo que acababa de hacer, pero a la vez se sentía bien saber que hizo algo lindo por el muchacho ese día. La verdad es que no conocía a nadie que fuera así: que dijera inmediatamente lo que siente y el porqué de las cosas.
Levi estaba tristemente acostumbrado a las mentiras y al poco tacto de su familia.
Con otro suspiro cargado de resignación, miró su celular. Tenía un nuevo mensaje:
"Buenas tardes.
Espero que continúes tus estudios sin interrupción, por lo que solicito me avises cuando tengas un momento libre para acordar la hora del día viernes.
Saludos. Erwin Smith".
Ok. Definitivamente no sabía cuál era el problema de esta persona.
Acordaron quedarse de ver a las 17 horas. Levi le respondió su mensaje al día siguiente, con mil dudas en su mente. Por alguna razón le comenzaba a hacer gracia la forma en la que Erwin le enviaba mensajes, siempre empezando por unos buenos días o tardes, y firmando con su nombre. Tendría que decirle en algún momento que eso no era necesario.
El día viernes llegó rápidamente. Levi había dedicado esos días a estudiar y entregar un trabajo, por lo que no había tenido el tiempo libre de preocuparse en demasía por su acuerdo de salir. Tampoco le había contado a nadie.
Decidió intentar no hacerse mayor problema por la situación. Si Erwin quería ser su amigo, quizás podría serlo a largo plazo. No parecía una mala persona dentro de lo que habían platicado por mensaje, y realmente le convendría de alguna manera conocer a personas que supieran de historia, ya que él no sabía tanto y justamente ese semestre tenía asignaturas vinculadas con hechos históricos y pensadores del pasado. Realmente, si lo pensaba con lógica, no era tan terrible.
Y es por eso que no entendía por qué estaba nervioso esperando fuera de la biblioteca a que susodicho se dignara en aparecer. Habían decidido ir a tomar café. Justamente ese día hacía frío y Levi llevaba una chaqueta ligera, que probablemente no le iba a salvar de cuando se oscureciera más. Pero ya estaba ahí, y no había vuelta atrás.
Mientras se imaginaba una realidad en que cancelaba todo y pensaba cómo le diría a Erwin y cómo podría escapar, el muchacho apareció en frente suyo. Al principio se sorprendió por volver a verlo, igual de alto como recordaba y una amplia sonrisa en sus labios. Luego, rápidamente, volvió a ponerse nervioso.
"Sí que hace frío hoy", comentó, guardando sus manos en su chaqueta larga. "Cualquiera diría que ya es invierno", agregó luego.
Levi se le quedó mirando un momento. No sabía que decir. En su mente aún era un desconocido que no le inspiraba confianza.
"¿Tienes algún lugar en mente?", preguntó Erwin, "te voy a invitar".
El otro sintió que tenía que hablar. Decir algo para no sentirse tan nervioso y romper el hielo consigo mismo. Lo que fuera para sentirse más relajado.
"Hay una cafetería en la otra cuadra", informó, voz baja y grave "y no necesitas invitarme", agregó.
Erwin alzó su mano derecha y le tocó el hombro. Su toque fue inesperado. Levi le miró a los ojos, sintiéndose confundido.
"Voy a invitarte porque fue mi idea salir", explicó. Su mano seguía en su hombro, "además, quiero que te sientas cómodo en nuestra cita", soltó luego.
Dejó de tocarlo y pareció girarse para comenzar a caminar.
Solo entonces Levi reaccionó.
"¿Cita?", inquirió. Erwin se giró a mirarlo y parpadeó un poco, pareciendo confundido.
"Mis intenciones son claras, Levi", le dijo en voz clara, sin soltarle la mirada, "luego de hoy eres tú quien decide. Ahora, vamos, de seguro está temperado el local".
Levi se quedó helado, sin embargo, en modo piloto automático comenzó a caminar.
Jamás se le pasó por la mente que se iba a juntar con el otro muchacho por esas razones. Cualquier cosa menos algo romántico.
… Al parecer era él quien era el denso.
Espacio autora: eeeee, por fin actualización lol, solo agradecerles a quienes me dejaron un comentario, ya que sin eso se me había olvidado subir este capitulo ;3; ¡gracias! Espero leerles en el siguiente capitulo también3
