Solo Tú…

DISCLAIMER: Los personajes de Ranma ½ son propiedad de Rumiko Takashi. Yo solo los tome prestados para realizar esta historia que si es de mi pertenencia. Este es un U.A.

Esta historia forma parte de la dinámica "Historias eróticas de personajes secundarios" lanzada por la página "Mundo Fanfics"


Por alguna razón el sabor de su libertad tenía un gusto agridulce, el día que firmó el acta de divorcio el cielo estaba impecable y carente de nubes, como si el clima anunciara que la tormenta en su vida acababa de terminar.

Un mes demoró en conseguir que Tsubasa accediera a firmar, solo de recordar como la mirada de esperanza que él poseía era opacada por una de incredulidad. El rencor jamás fue parte de su naturaleza, por lo cual fue difícil mantener su postura firme ante las suplicas y lágrimas que provenían del castaño implorando una nueva oportunidad.

Las amenazas la siguieron, Tsubasa uso toda clase de métodos para intentar intimidarla para obligarla a permanecer a su lado, pero en la tercera semana recibió una noticia que marcaría y cambiaría su perspectiva, obligándose a no desistir al confirmar cual era el nivel de maldad que su ex esposo guardaba en su interior.

Una semana después de tanto caos ambos estaban frente al juez de paz firmando y aunque ella al final salió perdiendo, ya que solo obtuvo el diez por ciento de lo que se recaudó en los quince años de matrimonio, gracias a una movida que hizo el abogado de Tsubasa, se sentía satisfecha. Su libertad era lo único que deseaba.

—Sigo sin creer de lo que fue capaz de hacer —murmuró con recelo una pelirroja que estaba a su lado. Moly fue la única que estuvo a su lado mientras pasaba por toda la locura de su separación, era su confidente además de ayudante de cocina.

Ukyo aún recordaba con una sonrisa como con solo dos semanas trabajando con ella, fue la única que tuvo el valor de decirle en su cara el haber presenciado un encuentro entre su jefe y su secretaria, y el colorido lenguaje que emitió al saber que eso era algo que todo el personal conocía, era un secreto que estaba a la luz y nadie hacia ni decía nada ya que preferían pasarlo por alto.

—Doce años llenos de mentiras —susurró acariciando su abdomen donde apenas era perceptible una pequeña curva. Cuando cumplieron su tercer aniversario, ella sacó a la luz sus deseos de ser madre, un año estuvieron intentándolo sin ver resultados favorables, y un día decidieron hacerse los análisis pertinentes y la amargura de saber que ella jamás podría tener la posibilidad de concebir una vida dentro de su ser, terminó por consumir sus intentos de sacar a flote su matrimonio.

Recibir la noticia que estaba en cinta, la obligó a investigar. Enterarse que su ex pagó para alterar los resultados para cubrir la vasectomía que se hizo meses antes de su matrimonio fue devastador. Por más que el amor no estaba en ellos cuando se realizó su enlace, Ukyo si sentía cierto cariño y su fidelidad era incuestionable, hasta que Ryoga apareció en su vida.

—¡Qué piensas hacer? —cuestionó Moly de repente.

—No lo sé, pero no puedo permanecer en Tokio por más tiempo —admitió con seguridad. La prensa la seguía acosando en busca de algún dato que ayude a aclarar el repentino divorcio después de tantos años de matrimonio. Además, no quería que la noticia de su embarazo saliera a la luz, menos ahora que su ex esposo empezó a mostrarse en público con su amante. No iba a permitir arriesgar la vida de un ser inocente, a una posible venganza de parte del castaño, menos ahora que sabía que era capaz de hacer cualquier cosa con tal de dañarla—. Estoy divorciada y embarazada, no quiero estar otra vez en el centro de la tormenta.

—Lo estás, solo porque así lo deseas, puedes ir a buscar al padre y solucionarlo —Ukyo tembló en su lugar, y miró con incredulidad a su amiga—. Además, debe asumir la responsabilidad que obtiene con su paternidad.

—¿A qué te refieres? —cuestionó con temor, rogando que solo fuera un comentario sin dobles intenciones. La perspicacia de la pelirroja era un don nato, pero ella había sido cuidadosa cuando por alguna razón se encontraban en la misma habitación, las distancias y sus comportamientos siempre fueron manejados con cierta frialdad, manteniendo un alto grado de educación.

—Ryoga Hibiki— aclaró con una sonrisa divertida al comprobar la palidez de su ex jefa—¿Realmente creías que no me iba a dar cuenta? —cuestionó— Las miradas que compartían eran evidentes, fue fácil comprenderlo. Rara vez algo escapa a mi percepción.

—Lo sé, eres como una cámara de vigilancia viviente —admitió con cierta ironía. Moly a su lado arrugó el ceño molesta por la descripción recibida—, pero dudo que quiera verme, no después de que lleva dos meses sin hacer un intento por contactarse conmigo.

—El orgullo debe dejarse a un lado, eso ayuda a no cometer más errores en el futuro— comentó con sabiduría.

Ukyo a su lado sonrió al comprender sus palabras. Esta vez era ella la que tenía que ir a buscarlo, las inseguridades seguían allí, pero se prometió que tendría en cuenta su consejo.

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Tres semanas después, mentalmente maldecía a cierta pelirroja, mientras contemplaba desde la entrada de la estación de trenes el paisaje de la ciudad frente a ella. Moly se había encargado diariamente a aprovechar las oportunidades que se encontraban para presionarla de manera sutil a que se decidiera a emprender la búsqueda del hombre que amaba. Ahora se encontraba totalmente desorientada, parada en una ciudad que no conocía y sin ninguna pista o dirección a la cual concurrir.

—Esto me pasa por idiota —gruñó entre dientes, por ser tan descuidada al no percatarse de que eso complicaba la situación, una melodía conocida atrajo su atención, curiosa buscó su celular y arrugó el ceño al ver que era un mensaje de texto de su amiga, pero en vez de aliviarla el contenido de este, solo ocasionó que su corazón se acelerará, el mensaje solo contenía una dirección y finalizaba con un "¡Mucha suerte!"

Se obligó a ignorar el temblor que recorría por sus piernas, para avanzar hasta la zona donde había taxis estacionados. Era hora de dejar de una vez a un lado su cobardía.

Minutos más tarde, el automóvil se estacionaba frente a una edificación que se encontraba en proceso de reparación, al descender después de pagar, la valentía que poseía parecía haberse esfumado apenas sacó el primer pie fuera del taxi.

«Puedo hacerlo» pensó al intentar recobrar la confianza que tenía unos minutos antes, exhalando un profundo suspiró empezó a caminar hasta las personas que estaban paradas hablando frente a la construcción.

—Disculpen, estoy buscando a una persona —habló atrayendo la atención de la pareja que estaba frente a ella. Uno de ellos era un hombre alto, de cabellera larga azabache, quien le dedico una mirada de desconfianza, pasando por alto ese gesto decidió que lo mejor era no darle más vueltas al asunto—. Su nombre es Ryoga Hibiki.

—¿Quién lo busca? —soltó el hombre con rudeza, a la vez que la recorría de arriba debajo de forma analítica.

—Ukyo Kounji —se presentó levantando el mentón con firmeza, en una muestra de que no se dejaría intimidar por él, durante más de diez años tuvo que verse rodeada de personas excéntricas y jamás dejo que la hicieran menos, esta ocasión no iba a ser diferente.

—¡Ukyo Kounji! —gritó la mujer que acompañaba al hombre, su cabello era de una tonalidad lila y sus ojos eran de un color bastante peculiar, rojos como si trataran de dos rubíes— Mousse, ella es la famosa chef de Tokio— mencionó emocionada.

El sonrojo coloreó sus mejillas, tanto por la efusividad de la mujer, como por que alguien la reconociera fuera de Tokio, principalmente si se trataba de una ciudad que estaba a varios kilómetros de distancia. Avergonzada e incómoda se removió en su lugar. La mirada masculina no perdía ninguno de sus movimientos.

—Shampoo, admirar mucho tu trabajo —admitió con una sonrisa a la vez que la sujetaba de un brazo y la obligaba a seguirla, dejando atrás a un hombre que solo murmura en voz baja—, espero poder intercambiar recetas contigo, además claro de algunos secretos.

Una sonrisa nerviosa se instaló en sus mejillas, sin atreverse a mencionar nada. La joven mujer era demasiada parlanchina y prefería que se sintiera con la confianza necesaria para que le brindara la información que requería, Shampoo era la opción más viable, de acuerdo a las dos únicas posibilidades que tenía a su alcance.

—¿Qué es este lugar? —cuestionó cuando ambas se detenían frente a una puerta de caoba. ¿Quizás estaba pecando de inocente? ¿Quién le aseguraba que no se tratara de una trampa?

—Ser la habitación de Ryoga, estar descansando ahora —aclaró—. Mousse obligarlo a permanecer en cama, cuando esta mañana levantarse con fiebre.

Restando importancia a sus inseguridades se deshizo del contacto femenino, para abrir la puerta con rapidez. Shampoo observó divertida como la puerta era cerrada, su plan improvisado había sido fructífero, solo esperaba que ese par se arreglará, ya estaba cansada de ver el comportamiento decaído del amigo de su esposo.

El aroma a colonia masculina impactó en sus fosas nasales, atrayendo recuerdos de la cantidad de veces que se vio rodeada por este, y que en más de una ocasión se vio buscándolo inconscientemente en su propia cama, días después de cada encuentro, añorándolo en sus días de soledad.

Depositó con cuidado su maleta en el suelo, avanzó hasta la cama que se encontraba en el centro de la habitación. Ver la figura masculina descansando sobre ella, el cuerpo de Ryoga boca abajo, esa imagen les recordaba a los miles de ocasiones que lo solía contemplar por horas, cuando ambos terminaban agotados después de una extensa noche donde solían entregarse hasta que sus cuerpos terminaban satisfechos ante el deseo que los envolvía por completo.

Después de descalzarse, se acomodó a su lado, exhalo un suspiró de satisfacción. Estaba demasiado agotada, física y mentalmente, sus horas de sueño eran tan escasas y con solo sentir el aroma y la presencia del hombre que amaba le brindaba tranquilidad.

—Ukyo —susurraron a su lado haciendo que sus ojos se abrieran asustados temiendo haber sido descubierta, y de repente se vio envuelta entre sus brazos—, te amo—murmuró con un suspiró antes de ceder nuevamente al sueño.

—Yo también te amo —respondió con un suspiró enterrando su rostro en el pecho de Ryoga, sonriendo al saber no era la primera vez que solía escucharlo hablar dormido.

En el pasado, cuándo se lo mencionó, avergonzado admitió que eso se debía a que su intranquilidad salía a flote en sus sueños, cuando se terminaba reprimiendo de algo u en su defecto se arrepentía de no hacer lo correcto en su momento. Una lagrima solitaria se deslizo por su mejilla, al comprobar que sus inseguridades terminaron afectando a un hombre que se vio obligado a resguardar sus sentimientos ante la duda de saber si estos eran correspondidos.

El arrepentimiento atenazó su corazón, por ser lo suficientemente ciega y cobarde para admitir que ese hombre que la tenía entre sus brazos, sin que ninguno de los dos se diera cuenta había ido ganando cada parte de su corazón. Un corazón que se encontraba fragmentado gracias a las constantes desilusiones que tuvo que vivir. Las cicatrices seguirían allí, pero Ryoga había logrado curar y sobre todo ganarse el lugar que actualmente ocupaba en él.

Era hora de compensar tanto tiempo desperdiciado y con esa idea dejo que el respirar y el latido del corazón de Ryoga la arrullara como siempre lo hacía.

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Lo primero que notaron sus ojos apenas se abrieron, fue que la luz anaranjada que ingresaba por su ventana indicaba que el atardecer estaba por terminar. Odiaba admitirlo, pero le debía una grande a su amigo por prácticamente obligarlo a descansar. Desde su llegada a Nerima, no recordaba cuando fue la última vez que durmió más de tres horas seguidas. Las constantes pesadillas lo acosaban, se obligó a tener que concentrarse en el proyecto en que se embarcó, tenía que terminar las remodelaciones de ese local para poder cumplir con lo que deseaba.

Un movimiento a su costado atrajo su atención, y su sorpresa aumentó al ver la figura de la mujer que formaba parte de su vida desde el último año, estiró su mano temblorosa ¿Cuántas veces llevaba soñando con ella?, más de las que quisiera admitir y de solo recordar que su cerebro siempre le jugaba malas pasadas para demostrarle que su mayor anhelo era algo que no se iba a hacer realidad.

Los sentimientos de envidia y resentimiento hacia su ex socio fueron surgiendo mientras el tiempo que compartían juntos iba avanzando. Tsubasa en más de una oportunidad cuando se reunían para concretar algún negocio, lo quiso arrastrar a que fueran a ciertos lugares de compañía para celebrar. No fue fácil rechazar las invitaciones, al ser soltero no existía una pareja a quien brindar explicaciones, pero Tsubasa era casado, y cada vez que mencionaba a su esposa lo hacía con cierto aburrimiento, restándole importancia a la unión que compartían.

Meses después conoció Ukyo, cuando por casualidad paso por el área de la cocina, mentiría al decir que no se sintió atraído apenas la conoció, ver como se desplazaba con tanta soltura y destreza, comprobando que realmente disfrutaba su trabajo solo fue un plus más que aumentaba a su atractivo.

Estaba dispuesto a entablar un acercamiento para entrar en confianza, pero la repentina aparición de su socio a su lado destrozo cualquier ilusión. Enterarse que ella era su esposa, la cual menospreciaba y a la vez engañaba con cualquier par de piernas que se cruzaba en su camino, la faceta sobreprotectora surgió y con el pasar de los días incrementaba. Su trato era discreto y hasta cierto punto distante, pero a pesar de eso, se sentía feliz con solo eso.

El cariño que sentía por ella logró contenerlo, tras una máscara de respeto. Todo cambio un día lluvioso que tuvo que quedarse hasta tarde por corroborar unos papeles, Tsubasa estaba de viaje de "negocios" a los cuales se llevó solo a su secretaria, dejándolo al frente de sus responsabilidades.

Cansado y molesto por la falta de interés de su socio fue hasta cocina a buscar algo para su estómago, pero encontrase con una llorosa Ukyo bebiendo, solo aumentó su impotencia.

Esa noche se convirtió en su pañuelo de lágrimas y confidente Ukyo, con un alto nivel etílico en su sistema le resumió con amargura toda su vida, en un momento entre trago y trago sus labios se rosaron, deshizo el contacto, no quería aprovecharse de su estado. Con palabras dulces la convenció hasta que cedió a que dejara llevarla. Saber que vivía en un departamento sola, fue otro ingrediente que acrecentó su odio. Apenas cruzaron la puerta, Ukyo se arrojó contra sus labios y esta vez mandó al diablo su cordura y todo lo que correctamente debía hacer. Esa fue su primera noche juntos, una noche llena cubierta de diferentes sentimientos ambiguos.

Pensó que iba a alejarse, cuando a la mañana siguiente lo encontró en su cama, pero solo soltó un "me gustas", antes de nuevamente abalanzarse contra sus labios, dando comienzo así a su relación a escondidas, fue inevitable que sus sentimientos cambiaran y a decir verdad tampoco hizo algo para evitar enamorarse, pero le molestaba que ella se negara a dar el siguiente paso, principalmente cuando él veía que en su mirada se reflejaba que sentía algo más por él.

Todavía recordaba con amargura su último encuentro, pero estaba harto de su comportamiento, verla en ese estado y no ceder ante el impulso de quedarse fue una prueba que debía enfrentar. No estaba dispuesto a prolongar por más tiempo la situación, era hora de tomar las riendas de su vida y llevar a cabo el plan que tenía en mente en los últimos seis meses cuando recibió la llamada de su amigo.

Contuvo la respiración al detenerse a medio camino, cuando sus orbes celestes lo contemplaron con cierta emoción y lágrimas contenidas, revelando que la mujer que estaba frente a él no era parte de su imaginación.

—¿Qué haces aquí? —cuestionó con sorpresa, se maldijo al ver como una solitaria lagrima descendía por la mejilla de Ukyo, había miles de maneras de empezar una conversación y ¿justamente elegía la peor de todas?

—Vine por ti —musitó con cierto temor. Ryoga sintió como su corazón se aceleraba—, lamento haber demorado tanto tiempo en admitir que te amo.

—Repítelo —exigió, atrayéndola hacia su pecho asustándola en el proceso—. Perdón no quise ser tan rudo, pero creo que esto no es real. No te imaginas cuantas veces soñé escucharte pronunciar esas palabras —musitó contra su oído, exhalando un profundo suspiro dejando que el aroma a lilas que la caracterizaba lo envolviera por completo.

—Te amo, Ryoga Hibiki—admitió con una sonrisa.

—Dicen que todos tenemos un alma gemela, la otra mitad que nos complementa. La persona indicada a la cual estamos destinados a amar con tanta intensidad que duele —comentó al rememorar una frase que su madre le repitió en las dos oportunidades que decidió tener una relación y fracasaron con el tiempo—. El día que te vi por primera vez, mi corazón fue el primero que lo notó, que "solo tú" eras esa persona, mi otra mitad y en este momento prometo que los dos seremos felices.

—Tres —corrigió a la vez que se deshacía del abrazo. Ryoga la miró con curiosidad, pero al sentir como sujetaba su mano hasta llevarla hasta su vientre.

Sus miradas se cruzaron, la de Ryoga era de sorpresa, mientras que la de Ukyo era de felicidad, pero ambos sin mencionar palabra, ya que estas sobraban, solo sabían que su futuro juntos estaba recién comenzando.


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Epilogo:

Cuando la felicidad acompaña tus días, el paso del tiempo terminaba siendo relativo. Ukyo contemplaba con una mirada llena de dicha como su esposo jugaba junto a la hija de ambos, Yoko de solo cuatro años de edad corría por todo el patio de su casa, escapando de las garras de su padre.

Su celular comenzó a sonar justo en el momento que la risa de su hija inundaba toda la casa, Ukyo solo negó al saber que estaba siendo torturada por el ataque de cosquillas propinado por su progenitor.

Un correo por parte de Moly confirmando que las donaciones anuales que ella había encargado acababan de realizarse, le brindó un alivio al saber que esa era la mejor manera de administrar la fortuna que su ex le dejó.

Hasta la fecha no sabía cómo reaccionar ante el acontecimiento que ocurrió tres años atrás, la noticia de que Tsubasa había fallecido debido a un accidente automovilístico, nuevamente la hizo estar en el centro de una tormenta mediática, no por creer que estaba involucrada, sino por develarse que ella era la única heredera de todo lo que él poseía. Algo que nadie esperaba, menos después de todo lo que vivieron, seguía preguntándose por que no cambio su testamento, después del que divorcio se concretó.

En ningún momento estuvo en mente hacerse cargo de ello, por eso dejo a Moly como su asesora, quien se asoció con Mousse y Shampoo, entre los tres manejaban la cadena de restaurantes, las ganancias obtenidas iban destinadas a la beneficencia, porque ella no quería ni un solo centavo de ese dinero, que solo le traía amargos recuerdos.

Ryoga jamás interfirió en su decisión, siempre dejo que ella eligiera lo que consideraba mejor. Por eso no se arrepentía de haber aceptado su propuesta de matrimonio. La boda se realizó por lo civil cuando Yoko tenía seis meses de nacida, en esa fecha se cumplía el plazo que debía esperar después de un divorcio tal como lo indicaba la ley. Una unión sencilla, en comparación de la que vivió en su juventud, pero esta era diferente y a sus ojos era más especial y real, ya que el amor estaba presente.

Después de responder el correo, regresó a la cocina a terminar de guardar los ingredientes que utilizó para preparar la salsa secreta que su padre le había enseñado en su niñez, y desde que estaba con Ryoga viviendo una vida tranquila, por primera vez logró sentir que estaba haciendo lo que realmente deseaba.

—¡Mamá! –el gritó de Yoko al ingresar por la puerta trasera atrajo su atención—¿Es verdad que papá estaba por secuestrarte?

Ukyo miró con una mueca divertida a su esposo, quien estaba parado atrás de su hija. Le hizo recordar cuando él le contó el plan que estaba llevando a cabo. Secuestrarla para llevarla para que vivieran juntos en la edificación que estaba en remodelación cuando llegó a Nerima. Hasta la fecha le recriminaba por haberlo arruinado.

—Sí, es verdad, pero tu madre supo escapar por si sola de las garras del malvado dragón —comentó y sonrió más al ver la molestia en las facciones del rostro de Ryoga—. Necesitaba llegar a los brazos de mi apuesto príncipe.

El brillo en la mirada de avellana de su hija aumentó considerablemente, esa niña era igual a su padre y aunque no haya sacado ningún rasgo físico a ella, estaba feliz de saber que gracias a ella obtuvo la fuerza para poder terminar con la etapa amarga de su vida.

—Ahora, ve a lavarte las manos que serviré la comida —indicó.

Estaba tan concentrada en ver el trayecto de su hija hacia el baño, que solo cuando los brazos de Ryoga la rodearon desde atrás, recordó su presencia.

—¿Ya te dije el día de hoy que te amo? —cuestionó contra su oído, a la vez que acariciaba su vientre de seis meses de embarazo. No sabían el sexo del nuevo miembro de su familia, preferían mantenerlo como una sorpresa, tal como sucedió con el primero, de todas maneras, el amor de sus padres no le iba a faltar.

—Sí, pero no me molestaría nuevamente escucharlo— susurró a la vez que se acurrucaba contra su pecho.

—Te amo —su corazón se aceleró a la vez que un cosquilleo recorría por todo su cuerpo. A pesar de los años que llevaban juntos, seguía sintiendo esa sensación placentera tal como lo hizo la primera vez.

—Yo te amo más— se giró para nuevamente perderse en esa mirada que reflejaba tantos sentimientos que solo corroboraban que el haber peleado por Ryoga, era la mejor decisión que pudo tomar en su vida.

Fin.


N/A:

Vaya, no creí que llegaría a terminar la historia que tenía en mente, principalmente cuando sufrí demasiados inconvenientes en los últimos dos meses.

Sino es de su agrado pido disculpas, pero esto es lo que salió, después de estrujar mis pobres neuronas. Estoy segura que le agregue de todo, hasta creo que se me fue la mano y quedo demasiada empalagosa y cursi. Hasta le terminé agregando un epilogo.

Debo dar muchos agradecimientos, a "Mundo Fanfics" por permitirme participar nuevamente y de como logran que terminé cayendo en la tentación cuando lanzan dinámicas.

A Sheila, quien nuevamente me brinda minutos de su valioso tiempo, a pesar de estar trabajando en su nuevo libro. Solo por ayudarme, le debo hacer un monumento después de esto.

Esta historia va dedicada a mi bella A.T. quien fue la que me ayudo a elegir la pareja de la cual termine escribiendo.

Sin exagerar, creo que ahora puedo declararme oficialmente "loca", hice una Ukyo buena y una Shampoo simpática, eso se llama las ventajas de los U. A. Las chicas no son malas, pero no voy a negar que es fácil escribir sobre ellas si Ranma y Akane no están de por medio.

Bueno, sin nada más que decir, me iré a continuar escribiendo las historias que tengo en proceso. Estoy atrasada con sus actualizaciones.

¡Que tengan un lindo día!