Disclaimer: Fairy Tail no me pertenece, es propiedad de Hiro Mashima.
AMENAZA.
El dueño de la taberna no sabía qué hacer o dónde más esconderse para no verse arrastrado al caos que se había desatado en pocos minutos.
Las mesas rotas y las sillas echas pedazos continuaban apilándose a un lado de la barra, mientras los meseros se escondían igual que él e intentaban tomar nota de todos los desastres para añadirlo a la cuenta final que le harían llegar al Maestro del gremio.
—¡¿Estás listo, flamitas?! —resonó la voz de Gray en medio del bullicio.
—¡Cuándo quieras, cubo de hielo! —respondió Natsu, encendiendo una de sus manos.
A esas alturas del conflicto, ya nadie recordaba cuál había sido la raíz de todo. Incluso Natsu había terminado olvidando que su oponente inicial era Gajeel y su atención se encontraba centrada en Gray, listo para dar inicio a una de sus habituales contiendas. ¿Cómo se había terminado involucrando el mago de hielo? Un pequeño accidente en el que fue empujado por el pelirrosa, mientras intentaba asestar un golpe al burlón Dragon Slayer de Metal.
Los puños de ambos se encontraban alzados, los insultos previos ya habían sido lanzados y solo era cuestión de tiempo para que alguno lanzara el golpe inicial, alentados por Happy y Juvia. Sin embargo, la concentración de Natsu flaqueó en el momento que sonó la campanilla de entrada del local y junto al sonido llegó el delicioso aroma que tanto lo tenía pensando.
—Luce… —murmuró apagando el fuego, ignorando la confundida mirada de su oponente.
Lucy ingresó acompañada de Wendy y Charle, sumergidas en lo que parecía ser una amena conversación, arrancando risas de sus labios y expresiones risueñas conforme se dirigían a una de las mesas. Acostumbradas al alocado proceder de sus compañeros de gremio, decidieron Ignorar el desastre que se desarrollaba a su alrededor, y camuflado por el alboroto, también les pasó desapercibida la penetrante mirada de Natsu, que seguía cada uno de sus movimientos.
Desde el momento en que Natsu descubrió el nuevo aroma que envolvía a Lucy, le gustaba encontrar cualquier tipo de excusa para estar cerca suyo.
Se sentía orgulloso cuando ella movía su cabello y el olor se esparcía en el aire hasta llegar a su nariz. Era algo que iba volviéndose cada vez más adictivo, obteniendo con suma facilidad el puesto de aroma favorito. De la misma forma, también descubrió lo mucho que le molestaba cuando otro aroma se impregnaba en Lucy y detestaba cuando el olor de algún otro chico intentaba mezclarse.
—¿Natsu?
La voz de Lucy, tan cerca de los sentidos del joven, lo obligó a salir de sus pensamientos para darse cuenta que inconscientemente se había acercado hacia ella. Las miradas de sus acompañantes como la de Lucy lo observaban con curiosidad e intriga. ¿Había puesto cara de tonto o se había quedado como bobo observándola? Cualquiera de las dos opciones, no resultaba favorable para él.
Tragó saliva para acallar esas molestas inquietudes, dándole a su cerebro el arduo trabajo de buscar alguna forma de salir airoso de aquella desfavorable situación.
—Natsu san, ¿se encuentra bien? —Wendy fue la primera en atreverse hablar, cambiando su mirada por una preocupada.
El pelirrosa renunció a pensar en alguna solución y optó por la improvisación.
—¡Claro! Solo vine por Luce —respondió con soltura, pasando un brazo sobre el hombro de la mencionada.
—¿Por mí? —confundida, Lucy alzó la vista sin hacer algún intento por alejarse.
—¡Si! Happy quería, bueno él quería… —empezó a divagar buscando cualquier cosa de la que aferrarse hasta que la respuesta llegó como por arte de magia—. ¡Quería que lo acompañemos a una tienda de pescados!
Natsu era consciente de que no era la idea más brillante que se le pudo ocurrir, pero era lo único que había podido recordar tras ver a su felino amigo sentado en una mesa, abrazando uno de sus queridos pescados.
Al momento de llegar a Fiore y dar un pequeño paseo para conocer la ciudad, tuvieron la suerte de encontrar una peculiar tienda que anunciaba la venta de todo tipo de pescados y cosas obtenidas del mar. Aquella extravagante publicidad, había logrado que Happy quisiera ingresar al instante y sumergirse en ese pequeño paraíso. Sin embargo, por falta de tiempo tuvieron que posponerlo entre llantos del felino y una promesa por parte de Natsu de volver en otro momento.
—¿Una tienda de pescados? ¿A esta hora? Natsu, estoy cansada —Lucy cruzó sus brazos bajo su pecho, acompañando su voz de un tono molesto.
—Vamos, Luce, es por Happy.
Natsu intentó sonar lo más persuasivo que podía, consciente de que su compañera terminaría cediendo si insistía un poco. Lucy siempre tendía a protestar al inicio, pero al final en cuanto se daba cuenta de lo importante que era para ellos, terminaba aceptando y se unía a los planes que tuvieran, por más alocados que fueran.
Por unos segundos que se hicieron eternos, la joven observó a su amigo con suspicacia, meditando en las posibles consecuencias que debería afrontar si se negaba. Quizás algunos llantos y protestas interminables por parte del gato azul, y la constante mirada de cachorro que en ese momento el pelirrosa le dirigía. Ambas cosas terminaron por convencerla.
Exhaló un suspiro resignado entendiendo que no tendría escapatoria, Natsu siempre salía con ideas locas e impredecibles, como si fuera un niño y ella era incapaz de dejarlo solo.
—Ahh, de acuerdo, iré por Happy y vamos a esa dichosa tienda —rodó los ojos para no seguir enfrentando los ojos jade y enfocó su atención en sus pequeñas amigas—. ¿No quieren acompañarnos?
—No, gracias, prefiero tomar algo de té —se apresuró en responder Charle, dando un sorbo a su pequeña taza.
—No se preocupe, Lucy san, vayan ustedes —intentó arreglar Wendy con amabilidad, consciente de la expresión de alivio que había aparecido en el rostro de Natsu, en cuánto Charle negó la invitación.
Para la maga peliazul no pasaba inadvertido el nuevo aroma que cubría a su amiga, pero tampoco se atrevía a decir algo.
—Bueno, nos vemos luego —se despidió Lucy, levantándose para ir en busca de Happy, mientras murmullaba algunas cosas sobre gatos locos con obsesiones incorregibles de pescados.
—¡Bien! Te espero afuera Luce —añadió el pelirrosa viéndola avanzar entre los miembros del gremio, para luego regalarle una amplia sonrisa a la pequeña maga—. Gracias, Wendy.
—No hay por qué, Natsu san, que se diviertan.
Natsu se apresuró en dirigirse a la salida del local, evitando meterse en alguna pelea y una vez afuera estiró sus brazos, con una gran sonrisa llena de expectación. Las cosas estaban saliendo mucho mejor de lo que había esperado. Era una noche muy agradable para caminar y las calles se veían animadas por el entusiasmo de todos ante el inicio del Torneo.
Lo más seguro es que en cuanto ingresaran a la tienda, Happy se distraería por un buen rato admirando los pescados y él podría pasar algo de tiempo a solas Lucy, sin las miradas molestas de Gajeel que no perdía oportunidad para burlarse de él.
—Vaya, pero si es Natsu san —una voz arrogante se hizo escuchar desde una de las calles cercanas al bar—. ¿Te peleaste con tus compañeros?
No era necesario que volteara para saber de quién se trataba, el viento ya había llevado hasta el pelirrosa, el olor de los recién llegados, pero aun así giró su cuerpo hasta quedar frente al par.
—Sabertooth… —cargó su respuesta de un tono desafiante, abandonando su anterior buen humor—. ¿Quieren que los derrote antes de la pelea de mañana?
Ambos magos detuvieron su andar y tensaron los hombros ante la provocación, el orgullo les invitaba a probar su fuerza, pero su mente les recordaba que esa no era la razón de su visita. Así que, se obligaron a relajarse y que la sonrisa altanera regresara al rostro de Sting antes de volver hablar.
—No importa si peleamos hoy o mañana, el resultado será el mismo. Fairy Tail jamás podrá vencernos —acompañó sus palabras de una breve risa, antes de continuar—. Pero no hemos venido hablar de eso hoy.
La mirada de Sting abandonó al pelirrosa y se dirigió hacia la taberna de la que acababa de salir Natsu. Mantuvo su atención en ella, como si buscara algo en particular y tras unos segundos logró encontrarlo a juzgar por la expresión entretenida que había aparecido en su rostro.
Rogue quien parecía haber hecho lo mismo, pero supo disimular mejor sus expresiones, decidió continuar la conversación. Mientras más rápido empezaran, más pronto terminarían con aquel encuentro.
—Según las antiguas reglas de los dragones, tenemos prohibido lastimar a la compañera de otro dragón y más aún si esta ya ha sido marcadas —hizo una breve pausa asegurándose de tener la atención de todos los presentes, antes de continuar—. Sin embargo, si a tu compañera rubia le toca enfrentarse a alguno de nosotros en los juegos mágicos, no tendremos contemplaciones con ella, aunque la hayas marcado como tuya.
A Natsu no le tomó ni dos segundos entender por dónde iba la dirección de aquella conversación y frunció el ceño.
—Te recomiendo que la retires del torneo sino quieres que la… —las palabras de Sting se vieron obligadas a detenerse en cuanto sintió como una mano se cerraba alrededor de su cuello.
En menos de una fracción de segundo, Natsu había reducido la distancia entre ellos y ahora era él quien lo amenazaba con su mirada. Los ojos jade carecían de su habitual alegría, reemplazados por un latente enojo, que daba la impresión de liberar oleadas de fuego con la intención de quemarlos vivos.
—Ninguno de ustedes lastimará a Luce —su voz no era más que un susurro, pero fue lo suficientemente audible para los otros dos—. Si alguien se atreve a tocarla, lo volveré cenizas.
Los tres Dragon Slayers intercambiaron miradas amenazantes, midiéndose ante la posibilidad de empezar un enfrentamiento en ese preciso instante, pero ninguna mirada superaba la de Natsu. ¿Querían un enfrentamiento? Lo tendrían.
Jamás había tolerado a quién amenazara a sus compañeros y mucho menos disculpaba a los que atentaban contra la maga celestial. Se había encargado de darle una paliza a todo el que lo había intentado, y no tendría ningún problema en hacer lo mismo con los magos de Sabertooth.
La puerta de la taberna se abrió, dejando escapar los sonidos de su interior y la figura de Lucy, acompañada de Happy aparecieron a mitad de la calle. El pequeño felino volaba en círculos con gran entusiasmo, contando las mil cosas que haría ni bien llegaran a la tienda.
—¡Natsu vamos a la tien…! —canturreó Happy con alegría, hasta darse cuenta de lo que sucedía, deteniendo su emoción para intentar acercarse alarmado—. ¡¿Natsu qué sucede?!
—¡Natsu! —la maga celestial siguió las mismas acciones del felino, avanzando en dirección al pelirrosa mientras una de sus manos se dirigía hacia sus llaves lista para invocar sus espíritus.
Sin embargo, Natsu fue más rápido que ambos y liberó a Sting de su agarre, haciéndolo trastabillar al empujarlo. No le dio una segunda mirada y caminó hacia Lucy, sujetándola por el brazo para impedir que siguiera avanzando.
—No es nada, Luce, vamos a la tienda —su voz sonaba más seria de lo que hubiera querido, pero le resultaba difícil contenerse—. Vamos, Happy.
Con delicadeza, la instó a girar su cuerpo y que empezaran a caminar en dirección contraria a los otros. No sabría explicar muy bien la razón, pero lo último que quería era tener a su Luce cerca de ese par.
—Happy —volvió a llamar al ver que el felino no se movía del lugar.
—Pero, Natsu —protestó el mencionado.
—Vámonos —repitió en un tono que no dejaba lugar a más protestas y lo cogió con su mano libre para llevárselo cargando. Ignorando las afiladas miradas que se clavaban en su espalda.
—¡Recuérdalo, Natsu san! —el grito de Sting atrajo la atención de Lucy, logrando que volteara el rostro y sus miradas se encontraran.
Un escalofrío recorrió la espalda de la maga, al sentir la amenazante mirada de ambos magos.
Por su parte, Natsu frunció el ceño sin molestarse en voltear a verlos y continuó caminando. No importaba quién fuera o la situación que se presentara, él siempre estaría ahí para proteger a Lucy.
Como si fuera un movimiento natural, pasó su brazo sobre los hombros de Lucy, apegándola hacia él mientras caminaban, obligando a que la maga volviera a enfocar su atención en el camino y el escalofrío desapareciera bajo la calidez del pelirrosa.
Algo que Natsu había aprendido en las últimas horas, era como impregnarla de su propio aroma hasta que se entremezclaran. Y fue así, que, en medio de su enojo, empezó a cubrir a Lucy con ese peculiar aroma combinado. Lo percibió volverse más potente y posesivo, una marca que lanzaba a todo el que pudiera olerlo, un mensaje muy claro.
Ella no estaba sola y quien se atreviera a ponerle un solo dedo encima debería enfrentar la furia de un dragón.
¡Hola, hola!
Primero que nada, muchas gracias por sus lecturas, reviews y seguir esta pequeña historia, me alegró muchísimo ver que les ha llamado la atención.
Mori Summer: Tranquila, al contrario, me alegra saber que alguien aún recuerde el primer fic que escribí 3 Este fic lo subí a Fanfiction por el 2017 con mi cuenta de Sherupanda, lastimosamente ya no podré usar esa cuenta así que estoy mudando las historias a esta nueva y aprovecho en corregir algunas cosas :3
Karou777: ¡Muchísimas gracias! Espero este cap también te guste :3
amantesdelasletras07: Me alegra muchísimo que te guste la historia :3
Les agradezco desde ahora todo su apoyo, ya que me anima a seguir escribiendo. Intentaré subir los capítulos más rápido.
¡Nos vemos en el próximo capítulo!
