¡Advertencia! El siguiente texto contiene gran cantidad de lemon (escenas gráficas y descriptivas de actos sexuales, sensuales y sukulentos) no apto para publico sensible.

Lado B

Lo que aprendí de mi

La mañana se anunció fresca, el suelo esta endemoniadamente frio, tal vez sea mi desnudes o el hecho de no haber prendido la calefacción anoche, recorriendo mi cuerpo veo el rastro de la fogosidad vivida anoche, tengo sus marcas por todo el pecho, desde el cuello, hasta la cadera, entre chupetones, mordidas y moretones, ¡vaya! En el trasero puedo ver perfectamente la palma de su mano.

Salgo del baño y con mucho cuidado me dirijo a mi bolso, quiero asearme, no pretendo despertarlo, entre mis cosas busco un cepillo de dientes y mi peine, regreso al tocador envuelta en la primer prenda que recogí del piso, su camisa, no uso nada más que eso, lavo mis dientes y cepillo mi alborotado cabello, intento arreglarme un poco, ¿sería conveniente darme un baño? Pero aun es muy temprano y no quiero despertarlo, debe estar exhausto, después de enjuagarme la cara y humectarla con un poco de crema asomo la cabeza por la puerta, solo para vigilar que siga dormido y así es, nunca entenderé como logra dormir sentado, es que ¿es tan complicado para él recostarse y descansar apropiadamente? Salgo de puntillas, si no fuera por el reloj de la mesilla no sabría que ya es de día, al parecer iniciaremos el fin de semana con la primera nevada.

Camino de regreso a dejar mi bolso, ya estoy muy despierta, imposible regresar a la cama, ¿qué podría hacer? Recargo mi peso en una pierna y lo contemplo a los pies de la cama, ahí esta él con su perfecto cabello largo y plateado recostado sobre la cabecera de la cama, estaría completamente desnudo si no fuera por esa pequeña fracción de edredón que apenas cubre sus caderas, ¿no tendrá frio? Él nunca tiene frio, miro su cuerpo, es simplemente perfecto, cada fibra de sus músculos está perfectamente definida, los brazos musculosos que tanto adoro que me envuelvan, su ancha espalda, maldición hasta sus tortuosamente redondos hombros, ni que decir de su bien esculpido abdomen, estando así en reposo es perfecto, estúpidamente sensual, debo confesar que si hay algo en la vida que me prende es admirarlo de frente desde los perfectos rasgos de su cara, lo fuerte de su pecho hasta los malditos oblicuos de su cadera, todo en él es perfecto y su pene, ¡dios! Su maravillo pene, no es que haya visto muchos, en realidad podría decir que ninguno más que el suyo, pero he visto películas, imágenes y he escuchado conversaciones y en todas esas ocasiones, ninguno se le compara, no es solo el tamaño, grosor, forma e incluso el divino color, es lo espléndidamente bien que sabe usarlo, sabe a que profundidad debe meterlo solo para excitarme, que tan decadente debe ser el ritmo para provocarme suplicar por más, que tan profunda debe ser una embestida para hacerme volar la cabeza y que tan veloz debe ir para hacerme derramar sobre él, solo para volver a empezar despacio y preciso, si él lo desea podemos estar toda la noche juntos, haciéndolo una y otra vez, hasta quedar satisfechos, si él lo desea yo estoy dispuesta, siempre estoy dispuesta, ¡rayos! Estoy segura de que la humedad que siento entre las piernas no es solo por lo que estoy recordando que hicimos anoche, es la magnifica imagen que tengo delante de mí, él completamente desnudo con claras marcas que le deje sobre el cuerpo, está prácticamente sentado en la orilla de la cama, con una pierna por fuera y la otra estirada sobre el colchón, ¿Cómo lo hace? De verdad ¿Cómo? ¿Como puede estar dormido y verse tan bien?, vaya piernas parecen esculpidas por los mismos dioses, tan masculinas, tan fuertes y voluminosas, antoja morderlas; y tan solo estoy hablando de la parte de enfrente esa con la que me estoy maravillando y excitando en estos momentos, ¡mierda! Me volví adicta a él, no puedo dejarlo, quiero sentir sus grandes y poderosas manos sobre mí, quiero sentirlo a él adentro, muy adentro, soy consciente de la excitación de mi cuerpo, lo reclama a él. Lo siento Sesshomaru, mi amado Sesshomaru yo quería dejarte descansar, pero es tu culpa tenerme tan excitada todo el tiempo, así como está me montare en él, tomo mi cara con mi mano derecha y lo observo, sé que está dormido su tranquila respiración me lo dice, la tenue abertura de sus labios indican que está despreocupado, me alegro de que a mi lado nunca descanse como una persona normal, siempre esta alerta, duerme sentado y por esta oportunidad lo aprecio, muerdo mi meñique para darme valor, sin darme cuenta juego con mi lengua en la punta de mi dedo, como simulando…. Definitivamente estoy muy excitada, lo siento, realmente quiero montarme en mi nov…yo realmente quiero montar a… maldición Sesshomaru voy a hacerlo.

Este es el momento, entrelazo mis brazos en su cuello para darme más soporte, separo ambas piernas rodeando su cadera, él apenas abre un ojo y sonríe, coqueto, comienzo a depositar castos besos en su rostro, humedeciendo mis labios bajo a su cuello, no puedo evitarlo, estoy a punto de estallar, mi entrepierna se siente húmeda, apretada y ansiosa por recibirlo, ¡lo quiero ya! En un arrebato de completo reclamo de pertenencia muerdo a un costado de su cuello, en los perfectos tejidos que lo forman, comienzo a succionar, lo quiero mío y solo mío, quiero que todo el mundo lo sepa, él es mío, yo soy la única que se lo coge cada que quiere, con ese gesto abre los ojos, lo veo en su mirada, arde en pación tanto como yo, toma mi barbilla y me hace mirarlo a los ojos, dos segundos y asalta mi boca, sin frenos, me devora por completo.

Por favor, por favor- suplico, no es necesario decir nada más, él sabe perfecto a que me refiero.

Hazlo tú- invita, aunque en realidad sonó más bien a una orden, retiro la tela que cubre su entre pierna, sin quitar mi mirada de la suya, humedezco la palama de mi mano con mi saliva, tal como él me ha enseñado a hacerlo, tomo la punta de su erección y lubrico, no necesito más, en cuanto esté dentro de mí se dará cuenta de lo mojada que ya estoy.

Soy yo la que marca el paso, por esta ocasión soy yo la que dicta el acto, por lo general es él, él se ha encargado de enseñarme, pero hoy quiero ser yo quien lo domine, no parece oponerse.

Estoy a horcajadas sobre él, mi cabello se revuelve a cada segundo, cubre mi cara, estoy embelesada observado su miembro entrar hasta el fondo y apenas salir con cada vaivén de mi cadera, lo escucho gemir, lo esta disfrutando tanto como yo.

Quiero más- dice apretando los ojos, me toma de la cadera y acelera el ritmo, no me quejo, en realidad creo que esperaba lo mismo.

Estira una mano por detrás de mi trasero y con ella sigue ayudándome a no perder el ritmo, recientemente adquirido, con su otra mano se desliza hasta mis senos, se adueña de uno, con su palma lo toma, lo estruja, sube a mi cuello aprieta un poco, suelta y vuelve a apretar, va a mi barbilla pasea sus dedos hasta alcanzar mi boca, con su dedo anular traza mis labios, lo introduce dentro junto con el medio, por instinto los masajeo con mi lengua, succiono y muerdo, regresa a mi pezón y los estruja, lo siento venir, estoy por correrme.

Mírame- ordena, sé que se a dado cuenta y amo verme desfallecer de placer en sus pupilas.

Alzo los brazos, obsequiándole una estupenda vista de mis senos, los doblo y me tomo del cabello, pudo ver mi reflejo en su mirada, no se pierde de ningún detalle, mi voluminoso cabello vuelve a cubrir la mitad de mi rostro, me siento arder, un líquido caliente comienza brotar de mí, empapándonos, me toma con ambas manos del trasero y se pone de pie, sin salir de mí, me siento ir en un mar de sensaciones, por cada poro de mi piel brota el más sublime placer, arqueo mi espalda, segura en sus brazos, me deposita con cuidado en la mesilla de noche, haciendo que nuestras intimidades queden a la par, me toma por los talones y separa mis piernas, alzándolas hasta la altura de su rostro, embiste con fuerza, gira su cabeza y muerde mis pantorrillas, crea un camino lamiendo hasta llegar a los huesos cuneiformes, adoro verlo gozarme, estoy a punto de alcanzar un segundo orgasmo, pero se detiene dejándome al borde del abismo, paso saliva, estoy a la expectativa de sus deseos, él se toma su tiempo, se deleita observándome, me ofrece su mano para bajar de la mesa, sin pensarlo la tomo, bajo con cuidado y él me acerca a su boca, vuelve a besarme, siento su lengua completamente húmeda invadiéndome a seguirle el paso, me coloco frente al espejo inclinándome de frente, recargando mi trasero en su cadera, coloque mis manos en la pared a los costados del gran espejo, puedo verlo y él no me pierde de vista, desde ese ángulo puede verme completita, vuelve a entrar en mí, con gran fuerza, sabe bien lo que me gusta, lo puedo apreciar en sus ojos, está disfrutándolo tanto como yo, se muerde el labio inferior, apenas un costado de este, cada nueva embestida llega con gran potencia, no me cuesta nada regresar a recta final de mi orgasmo, la fuerza con que me esta cogiendo es mucha, estoy a nada, he terminado completamente recargada en el espejo, sentir mi trasero caliente pegado a él y mis senos fríos pegados en el espejo es sencillamente sublime, no puedo evitarlo, mis acuosos ojos delatan cuanto lo estoy gozando, comienzo a temblar de las piernas, no voy a aguantar más, el orgasmo me asalta por partes, primero viene uno pequeño acompañado de una profunda penetración, el siguiente es más prolongado, sus embestidas son continúas, ni siquiera sale por completo de mí, el que le sigue, es el que me hace escurrir hasta las rodillas, una, dos, tres embestidas más y mis rodillas se vencen, lo siento terminar dentro, gruñe y araña mi espalda hasta llegar al nacimiento de mi cabello, tira de el para enderezarme y girar mi cabeza, logramos besarnos, en el momento justo en el que nuestro clímax culmina.

Comienza el letargo en mí, bien podría estar paseando entre nubes de algodón, ni siquiera me doy cuenta en qué momento me cargo y volvió a depositarme en la cama, mis ojos comienzan a cerrarse, vaya y yo que decía tener problemas para volver a dormir. Estoy satisfecha hoy fui atrevida, hoy inicie yo, HOY me siento poderosa. El cansancio está derrotándome, solo quiero ver su rostro antes de desfallecer, puedo sentir su mano sobre mi cabello, ¿esta murmurando? Lo oigo, pero no distingo lo que dice, intento abrir mis ojos para poder observarlo, sus labios lo impiden, lo siento acomodarse en la cama, ¿esto es real? ¿dormirá a mi lado? Su mano estruja mi cintura, percibo que inhala el aroma de mi Shampoo, se recostó a mi lado, abrazándome por la espalda.

¿Lo ves Sesshomaru? Ya aprendí, me estoy quedando dormida …