Trece razones por las que odio la primavera:
Osmund miró el pedazo de pergamino ceñudo, mientras la tinta se secaba en su pluma y dejaba gotas en su mesa que seguro a la chica que venía a limpiar su cuarto todas las noches no le gustaría para nada.
— Eres un niño torpe —le diría y él apretaría los dientes y le recordaría que ella era aún más niña que él, que ya había cumplido trece días del nombre. Pero ella se reiría en su cara y le tiraría un par de gotas de agua sucia en la cara para que se callara. Sí, eso sería divertido, pero faltaba demasiado tiempo para que Fran viniera.
Un pájaro se posó en la ventana y comenzó a gorjear contento. A Osmund no le gustaban las cosas que hacían sonidos agudos, como los bebés, los gatos y por supuesto, los pájaros.
1. Los pájaros, hay muchos pájaros en primavera y se la pasan volando juntos y haciendo ruido y atrayendo a más pájaros. ¡Y me despiertan muy temprano!
Escribió enojado con una caligrafía que dejaba mucho que desear, pero no le importaba en ese momento. Solo quería terminar esta estúpida tarea.
— Podrás ver a tu madre en cuanto termines —le había prometido la Septa Carelli—. Trece razones, una por cada día de tu nombre.
Osmund había pensado que sería sumamente fácil anotarlas todas, pero aunque las podía haber dicho en una conversación, tener que ponerlas en el papel era mucho más complicado. Y odiaba las cosas complicadas. Lo complicado era para los herederos y las mujeres.
— Tienen que ser listos, tú no —le decían a menudo. Cuando su hermano Edwyn no podía jugar espadas con él, por ejemplo, el Maestro de Armas Pennel le decía que Edwyn debía aprender a hacer cuentas muy complicadas y memorizar cientos de estandartes, que incluso cuando tomara una espada, debía entrenar con gente más grande y fuerte, no con su hermano pequeño.
Pero ya nadie salía a jugar con espadas, no desde que cerraron las puertas del castillo hacía casi dos meses, cuando llegó la primavera.
2. En primavera no se puede salir.
3. En primavera no se puede entrenar con armas.
4. No se puede cazar.
5. Ni nadar.
6. No se puede nada. Solo escribir y eso es muy aburrido.
Se arrepintió de la última parte y le pasó la pluma por encima para borrarlo. A la Septa no le gustaría eso, aunque fuera verdad, sobretodo después del enorme berrinche que había hecho Osmund para que lo dejasen leer en la biblioteca con Edwyn y Lord Tully.
— Yo también quiero ser listo —había repetido entre lloriqueos una y otra vez, aunque no era cierto. Solo quería estar con los demás, ahora que a su madre le había vuelto a crecer un bebé en la panza casi no había podido estar con él. Tampoco eso le gustaba de la primavera.
7. Mamá dará a luz a su primer hijo de la primavera. Y será niña.
Había escuchado decir a Lady Tully, a la Septa Carelly e incluso a Fran que era de buena suerte que una niña naciera en primavera, así como había sido buena suerte que él naciera en invierno. Eso lo hacía especial. Un niño del invierno era más fuerte y valiente que los hijos del verano. Era su pequeña bendición de los Dioses como le decía su madre... pero ahora había otra tonta bendición en la familia.
8. En primavera no puedo ver a mamá ni a Hosteeen.
Aún no sabía exactamente cuántas "e" tenía el nombre de su hermano, simplemente no le importaba, y sabía que Hosteen mismo tampoco estaba seguro así que en las raras ocasiones que tenía que escribirlo lo hacía como fuera. Quizás podría intentar escabullirse hasta su cuarto y preguntarle. Tendrían que dejarle pasar ¿no? era una tarea de la Septa después de todo...
Osmund imaginó que lo hacía y que su hermano le daba un cabezazo amistoso por tonto.
— ¿Y cómo lo voy a saber? Solo sé que Tully lleva dos eles y con eso me basta para entrar a los torneos —diría inflando el pecho con orgullo. Hosteen era el escudero de algún Lannister, cargaba su pesado escudo y limpiaba su lanza y cuidaba de su caballo. Era algo muy noble e importante, y a Osmund le encantaban sus historias.
Dejó caer otro poco de tinta, esta vez al suelo y suspiró derrotado, saliendo de su ilusión.
No, no lo dejarían y si lo dejaban tendría que bañarse después bajo la supervisión del Maestre con agua muy caliente y un aceite que picaba en la piel.
9. En primavera el agua es demasiado caliente.
Y no solo el agua, la ropa era hervida todos los días, su comida era una pasta de trigo humeante con un jugo verde que odiaba y algún ocasional pedazo de carne, también carbonizado.
Su padre decía que era eso o comer enfermedades, y Edwyn solía bromear que prefería las enfermedades. Después de que Hosteen y mamá tuvieran que encerrarse en sus cuartos ya no hacía ese tipo de bromas. De hecho ya no hacía ninguna broma.
10. Todo es demasiado caliente, de hecho.
Osmund recuerda que en invierno los hombres bebían cerveza para calentar el cuerpo, siempre riendo y cantando y luchando amistosamente. También recuerda lo rico que se sentía el calor del fuego contra la piel helada y una buena cobija de lana sobre los hombros mientras le contaban una historia de dragones antes de ir a la cama.
Ese era un calor rico, uno diseñado para mantener a raya el clima de afuera, pero por lo que entendía el calor de la primavera venía desde dentro, y había muy pocas cosas que podían hacerse para que se te quitara cuando se apoderaba de ti.
11. La gente es grosera y todo el tiempo está enojada en primavera.
La teoría de Osmund era que la gente se irritaba por el calor, era más fácil que los guardias te gritaran y los sirvientes se molestaran, incluso arriesgándose a un castigo por su insolencia. Y cuando el enojo era demasiado, tenían que encerrarse y esperar que sus cuerpos se enfriaran.
— Es como si tuvieras que luchar en mil torneos seguidos —le había dicho Hosteen la última vez que le habían dejado hablar con él. No habían abierto la puerta pero podía escuchar su voz temblorosa del otro lado—. Pero estaré bien, estaré bien.
12. La gente miente mucho en primavera.
Osmund sabía que eso no era cierto, pero intuía que Hosteen no quería ser cuestionado al respecto. Su madre le había dicho algo parecido.
— No dejaré que nada les pase —había sido su respuesta. Aún no sonaba tan mal como Hosteen, la había abrazado y todo sin que nadie le hiciera caras al respecto—. Ni a ti ni a tus hermanos, todos saldremos adelante si nos mantenemos juntos y somos valientes. ¿Entendido? —su mamá había abrazado a su hijo y acariciado su enorme barriga antes de desaparecer por el pasillo con una de sus mozas de cámara que iba llorando y moqueando.
Osmund no quería decir que su madre era una mentirosa pero... bueno, no estaban juntos. No estaban juntos y él comenzaba a perder la valentía aunque no lo admitiera.
Intentaba centrarse en otras cosas pero la realidad era que entendía perfectamente lo que estaba pasando. Y sabía que no estarían juntos. Y sabía que no podría ser valiente.
13. La primavera enferma a la gente, y por eso la odio.
Escribió intentando que sus lágrimas no cayeran en el pergamino.
Se enjugó la cara con su hombro inhalando profundamente, castigándose a sí mismo por su falta de coraje y salió corriendo con el pergamino arrugado en la mano. Un guardia lo interceptó a dos pasos de la entrada de la torre principal del Aguasdulces, donde estaba su madre.
— No puede entrar ahí milord —le dijo tapando con todo su cuerpo la salida.
— Pero acabé mis deberes. La Septa dijo... —el guardia no iba a moverse, y Osmund comenzaba a enojarse.
— Lance, ya lo escuchaste, acabó sus deberes —la voz de su padre hizo eco por el pasillo y el guardia se hizo a un lado de inmediato. Osmund cuadró los hombros y adoptó una postura diferente a la de "adolescente haciendo berrinche", pero su padre se limitó a tomarlo entre sus brazos y apretarlo con fuerza.
Osmund pensó que tendría que cambiar su pergamino, porque todas esas cosas ya no importaban.
Odiaba a la primavera solo por una razón y esa era suficiente.
La primavera le había quitado a su madre.
