Capítulo 2
Oh no, complicaciones… ¿Serias?
Diez años después
Una mujer de pelo azabache bajaba de su auto y entraba por las puertas de cristal del edificio, todos los hombres se le quedaban viendo, pues era una mujer atractiva y hermosa, llevaba puesta una falda hasta las rodillas, unos zapatos de tacón negros y muy altos, blusa azul cielo y saco negro, a ella siempre le gustaba lucir bien, pues se sentía bien con ella misma, además debía reconocer que lo hacía por vanidad.
Su teléfono móvil sonó y ella al reconocer el número se mordió el labio inferíos.
―Hola mamá
―Kagome Higurashi – dijo ella muy molesta – Llevo tratándome de comunicar contigo toda la semana
―Lo siento mamá – respondió ella – Últimamente he tenido mucho trabajo
―Pues no me interesa, tan siquiera una llamada – su madre se tranquilizó – Recuerda que hoy es noche buena y debes venir
―Pero mamá no sé si…
―No te pregunte si puedes venir, te dije "debes" venir – hizo un énfasis en la palabra "debes" pues hace tiempo que su hija no pasaba la noche buena con ellos, siempre decía tener mucho trabajo – Así que te esperamos y si no vienes soy capaz de ir por ti y traerte de tu hermoso cabello y sabes que si lo hago
Ella suspiró, no tenía planes para ese día, solo trabajar, llegar a casa y comer algo instantáneo, dormir y al día siguiente sería igual.
―Está bien iré
Su madre se puso feliz del otro lado de la línea.
―Muy bien aquí te esperamos. Además, Kanna ha estado preguntando por ti, te extraña y bien sabes que para tu sobrina eres lo más importante
Kagome esbozó una sonrisa, su sobrina era la razón de su existencia, la quería como una hija y ambas eran muy pegadas una a la otra.
―En ese caso dile que nos vemos esta noche
―Perfecto – asintió ella – Y por favor, trae el novio del que nos habías hablado
¿Novio? Cielos lo había olvidado, ella no tenía novio, hace como dos semanas les había dicho a sus padres que tenía una pareja, pero nunca se los presentó por la sencilla razón de que no tenía uno, solo lo dijo para que su madre no la molestara sobre que era una solterona y que se iba a quedar sola por el resto de su vida, mejor sola que mal acompañada, ese era siempre su lema.
Terminó la llamada y entró en su oficina, ahí la esperaba Sango, que al verla enfadada arqueó una ceja.
―Por lo que veo no vienes de buen humor – comentó ella
―No – Kagome negó con la cabeza – Me acaba de hablar mi madre, me espera para noche buena
― ¿Y tiene algo de malo eso? – preguntó su amiga
―Si – Kagome asintió – Quiere que lleve al novio que no tengo
―Una y mil veces te aconseje que no dijeras esa mentira, pero no me hiciste caso ¿Qué piensas hacer?
―No sé – ella negó con la cabeza tomando asiento en una silla de cuero negro – Tal vez ir sola y decirle que hemos terminado, que nunca fuimos compatibles
Su amiga esbozó una sonrisa de complicidad, guardó su teléfono móvil en su bolsa, se cruzó de brazos y miró a la joven.
― ¿Y si le llevas a un supuesto novio?
― ¿Quién se va a querer a prestar a tal cosa?
―Kagome, aquí hay muchos que matarían por hacerlo, todos mueren por ti – comentó ella entre risas ― ¿Cómo le dijiste que era tu novio?
―Pues…― Kagome roló los ojos, tomó una pluma y se la llevó a los labios – Le dije que era inteligente, serio, responsable y amable
―Inteligente, serio, responsable y amable – repitió su amiga – Vaya descripción, me suena como a un contador
Las dos se miraron y esbozaron una sonrisa al mismo tiempo.
―Hoyo – dijeron al unisonó
―Si – dijo Kagome, se levantó del escritorio y se detuvo en medio de su oficina, vio a su amiga y esbozó una sonrisa –Él es el candidato perfecto, inteligente, serio, amable y responsable – avanzó hacia la puerta
― ¿A dónde vas? – preguntó Sango
―A ver a Hoyo, en un momento regreso
―Suerte – dijo ella al ver salir a su amiga
En una oficina implacable y exageradamente limpia, un joven de pelo castaño y con gafas de aumento se encontraba en su ordenador relazando sus últimos reportes, vio a Kagome entrar a su oficina y dejó lo que estaba haciendo por atender aquella dama.
―Holo Hoyo – dijo ella seductoramente mientras tomaba asiento en una silla, sus ojos lo buscaban con la mirada y sintió como el joven se ponía nervioso
―Señorita Higurashi – dijo él respetuosamente ― ¿En qué puedo servirle?
―Ay por favor, Hoyo, no me hables de usted – dijo Kagome – Me haces sentir vieja
―No quise hacerlo señorita – respondió él – Solo es que usted se merece todo mi respeto
―Qué lindo eres Hoyo – dijo Kagome esbozando una sonrisa
― ¿En qué puedo…ayudarte Kagome? – Hizo un esfuerzo para hablarle de tú, pero es que simplemente al tenerla en su oficina y con esos hermosos ojos chocolate todo el mundo dejaba de existir
Kagome roló los ojos e inspeccionó la oficina, era un obsesivo compulsivo del orden y se veía que le gustaba tener todo en su lugar, pues tanto los libros, como videos, CD's e incluso archivos, estaban por orden alfabético y en raros casos hasta del mismo color.
Su madre no iba a caer en el cuento que ese hombre era su novio, pues ese no era el tipo que Kagome buscaba.
― ¿Qué planes tienes para esta noche? ― preguntó ella
―No muchos la verdad – respondió Hoyo – Tenía pensado pasar toda la noche trabajando y…
―Hoyo…― Kagome extendió su brazo hacia él y tomó su mano – Necesito que me hagas un gran favor
―El que tú quieras Kagome –Hoyo le tomó la mano ― ¿En qué puedo ayudarte?
―Veras…
Kanna corría de un lado a otro, su abuelo estaba sentado en un sofá conversando con su hijo, mientras que su madre y su esposa se encontraban en la cocina preparando los últimos detalles para la cena.
― ¿Cree que Kagome venga? – preguntó Ayame
―Desde luego – respondió la señora Higurashi – La amenace y no dudo que lo haga, además le dije que trajera a su novio, es momento de que nos lo presente. Según ella dice que es muy amable, serio y responsable, yo la verdad no creo, no es el tipo que Kagome busca
El timbre se escuchó y Koga fue abrir la puerta, un hombre de pelo plateado le daba la espalda, estaba viendo el lindo vecindario.
― ¿Inuyasha? ― dijo él al verlo
Inuyasha giró sobre sus talones y ambos amigos de abrazaron, pues había pasado mucho tiempo desde que no se veían.
―No han pasado los años – dijo Inuyasha – Estas igual
―Y tú igual
―Y los dos igualitos – comentó la madre de Koga al ver a Inuyasha – Hijo que gusto verte – dijo dándole un abrazo efusivo – Pero vamos, pasa
Y así Inuyasha entró a la casa, saludó al señor Higurashi, a la esposa de Koga y conoció a la pequeña Kanna, que en cuestión de minutos ya le había robado el corazón, pues era una niña muy tierna.
―Si – dijo Koga ante un comentario que hacia su amigo – Se vuelve chiflada cuando Kagome llega, le cumple cada uno de sus caprichos, pero eso sí, ambas se quieren mucho
― ¿Y ella no va a venir? – preguntó mientras iban a la cocina por un vaso de ponche – Llevo mucho sin verla
―Por supuesto– respondió su madre – Precisamente acabo de hablar con ella esta mañana, no me quiso contestar el teléfono durante una semana y solo se disculpó porque tenía mucho trabajo, incluso llegué amenazarla de que si no venía la traería de su cabello
―Y no dudo que lo hagas madre – comentó Koga entre risas
―Por cierto, va a traer a su novio
Inuyasha quien estaba bebiendo un trago de ponche casi te atragantaba con el comentario de la señora Higurashi, su amigo al verlo le dio una palmadita en la espalda.
―Pero no la encuentro muy emocionada con el susodicho, seguramente es mentira
Se escucharon unas voces que venían desde la sala, era Kagome que saludaba a su padre y le daba un abrazo a Kanna, todos al escucharla salieron de la cocina para reunirse con ella.
―Kanna estas muy grande – comentó Kagome
Quien le daba la espalda al resto de la familia, incluyendo Inuyasha, él solo pudo ver las delgadas líneas de sus curvas, su pelo había crecido más y el cuerpo de la niña que conoció hace tiempo se había transformado en el cuerpo de una mujer, dejándose ver por ese vestido banco perfectamente ajustado al cuerpo.
La pequeña frunció el cejo.
―Tía eres mala – comentó la pequeña – Pensé que no ibas a venir y me ibas a dejar sola
―Claro que no
―Así que sirvió mi amenaza después de todo
Kagome esbozó una sonrisa, giró con la pequeña en brazos, pero al verlo a él esa sonrisa se borró por completo, había pasado tanto tiempo que no lo veía y sobre todo que no sabía nada de él, y ahora que estaban frente a frente de nuevo, toda su serenidad y el muro que había construido se estaba comenzando a descerrajar.
Dejó a la pequeña en el piso y prosiguió a saludar a los demás, primero comenzó por su madre, después por Ayame y por último a su hermano Koga.
― ¿Y para mí no hay un abrazo? – preguntó Inuyasha
―Claro – ella asintió y le dio un pequeño beso en la mejilla, pero Inuyasha no se quedó conforme y la atrajo hacia él en un abrazo
―Mírate nada más – dijo él cuando el abrazo se terminó – Has cambiado mucho
Ella esbozó una sonrisa y asintió, pero ella no era la única que había cambiado sino también él, pues en su rostro se comenzaban a asomar unas pequeñas arrugas, pero aún seguía siendo el mismo a quien ella había amado.
― ¿Y quién es el joven, Kagome? – preguntó su madre al ver a Hoyo
Kagome fue con él, lo tomó del brazo y esbozó una sonrisa.
―Familia, él es Hoyo…mi novio
Inuyasha entronó los ojos hacía el joven, esbozó una media sonrisa, si, su madre tenía razón, seguramente había encontrado al primero que se le puso en frente para que fingiera ser su novio, a pesar de que era una mujer madura, no dejaba de ser una niña.
Toda la familia lo saludó, y en el último en hacerlo fue Inuyasha, quien estrechó su mano y apretó la mano.
― ¿Y a que te dedicas, Hoyo? – preguntó su madre cuando todos se encontraban cenando
― Soy Contador, Kagome y yo trabajamos en la misma empresa
―Debe ser difícil – comentó Inuyasha – He escuchado que los contadores no tienen vida social
Kagome lo miró y lo quiso matar con esos ojos chocolates, Inuyasha esbozó una sonrisa y le guiñó un ojo.
―Hoyo es el mejor contador de la ciudad – comentó Kagome ignorando por completo el comentario que había hecho Inuyasha – Además toda su familia se ha dedicado a esa profesión durante años, es como una tradición familiar
―Que interesante – dijo Inuyasha sarcásticamente – No me puedo imaginar una familia de puros contadores. ¿Han pensado en los hijos que vengan en el futuro? Todos unos excelentes y exitosos contadores, porque vienen de familia de contadores…sin duda toda una tradición familiar
Ante el comentario de Inuyasha, todos comenzaron a reír, Kagome quería matarlo, no tenía derecho de venir y estropear sus planes, además Hoyo había sido muy amable en aceptar pasarse por su novio, al principio se había negado, pero después lo convenció.
Hoyo se levantó de la silla solo para contestar su teléfono móvil, Kagome dejó la servilleta en la mesa y lo siguió.
― ¿Qué pasa? – preguntó ella
―Debo irme Kagome – comentó Hoyo – Sucedió un inconveniente – se acercó a ella y le dio un beso en la frente – Discúlpame con tu familia
―Sí, no te preocupes
Kagome se quedó en el porche viendo como su "novio" subía a su auto y arrancaba, suspiró, sus planes no habían funcionado como ella lo había deseado y todo por culpa de ese hombre.
― ¿Ya se fue tu novio?
Y ahí estaba esa voz, atormentándola de nuevo, ella giró sobre sus talones, sus ojos ardían de pura furia.
―No tuviste que ser tan cruel – comentó ella – Además no te da derecho
―Solo fue un comentario Kagome – Inuyasha se cruzó de brazos y se recargó en la puerta – Sabes que a todos incluyéndome a mí, no nos tragamos el cuento de que él fuera tu novio, te conocemos bien cariño
―NO ME DIGAS CARIÑO! – dijo ella desafiante – Y si lo hice solo fue para darle gusto a mi madre, ya que se la ha pasado preguntándome por el novio que no tengo, no quiero que piense que soy una solterona que no puede conseguir un hombre
―Lo conseguirías tan solo con estirar un brazo
―Perdón, pero no…
Pero se quedó callada cuando él la tomaba del brazo y la estiraba hacia él solo para besarla de manera apasionada, sus manos acariciaban las líneas de sus delgadas curvas.
―Lo tendrías con solo pedirlo – dijo él susurrándole al odio – Con solo pedírmelo
―Esto no…― ella se apartó de él – Esto no debió pasar
― ¿Por qué no? – preguntó él
―Porque tú estás casado – dijo ella
―Kagome, me acabo de divorciar hace unas semanas, lo mío con ella nunca fue amor
―Debió darse cuenta de que no eras un buen partido – comentó ella – De todas formas, las personas cambian al igual que los sentimientos
― ¿Y tus sentimientos hacia mi cambiaron, Kagome?
―Claro que si – ella asintió segura de lo que decía ― ¿A caso creías que te iba a esperar toda la vida? – ella negó con la cabeza― Pobre Inuyasha, pero hace tiempo que deje de amarte
Ella estaba dispuesta a marcharse y entrar a la casa, pero Inuyasha la tomó del brazo y la acercó hacia él.
―Eso lo veremos…cariño
El corazón de la joven latió con fuerza y entró a la casa, cielos, las cosas no pintaban para ser buenas, él ahí estaba, la había besado y todos los sentimientos que sentía por él volvieron a nacer como por arte de magia, estaba loca si pensaba que lo había olvidado, pero no, estaba realmente equivocada.
Muy equivocada.
