Disclaimer: Los personajes y mundo de Shingeki No Kyojin no me pertenecen.
El Mundo Después del Fin.
2: Lazos.
''Dame algo real, no algo falso… Dame paz mental y confianza''
Politik – Coldplay.
No había tenido un buen día.
La situación en su hogar ya era insostenible y definitivamente su ansiedad le estaba jugando una mala pasada en sus estudios, siendo esta la única cosa que le daba algún sentido a su vida y en donde por nada en el mundo se permitiría fallar. Le daría la razón al imbécil de su padre muerto y a la detestable de su madrastra, no solo por hacer la locura de estudiar dos carreras a la vez, sino que ambas no eran rentables a sus ojos ciegos por el dinero.
Para ser una persona que estaba estudiando para entender y ayudar a los demás, su capacidad era nula para recibir eso de otros. Era normal para él evadirse de su vida mientras enterraba su mente en un libro, pero era obvio que su rabia estaba en su punto más alto y que no podía mantener una conversación sin alterarse a la mínima contrariedad. Esa fue la razón por la que tuvo que retirarse en medio de su clase de Afectividad y Motivación; no supo llevar un simple debate sin terminar insultando a su compañero y profesor.
Bueno, si era sincero, la afectividad y la motivación eran dos cosas que claramente no estaban muy presentes en su vida desde que era pequeño, por lo que tampoco le extrañaba que hablar de temas más intangibles y emocionales en sus clases de Psicología le generaran un conflicto interno que se estaba exteriorizando de la peor forma.
Cabreado y consciente de que se había equivocado, pensó en escribirle a su mejor amigo Armin, quien era el único en el que podía contar en sus momentos bajos desde que eran unos niños. Lo único bueno de haberse ido con su padre a los 10 años fue el conocerlo a él. Sin embargo, mientras más crecían, más eran las responsabilidades. El estar en carreras distintas hacía que fuera más difícil juntarse para hablar, aun que estuvieran paseándose diariamente por los mismos lugares.
Ahí pensó también que lo mejor era no molestarlo con sus problemas.
Decidió ir a su lugar especial a descansar. Desde que había entrado a la universidad, le atraía el árbol llamado ''Libertad'' que estaba al centro del jardín más grande del establecimiento. Allí podía ignorar incluso los ruidos molestos ocasionados por la ciudad y centrarse en lo que le viniera en gana sin que nadie lo molestase realmente, incluso cuando el lugar era más concurrido.
La molestia aumentó cuando pudo divisar a lo lejos que ya había alguien descansado en su sitio favorito, y, como ya era costumbre, sin control aceleró el paso y fue a encarar a su próxima víctima del día.
Su sorpresa fue que era una chica la que estaba ahí y parecía demasiado ida, al punto que no le notó cuando se interpuso entre ella y la vista que tenía de la ciudad. Pensó en si podía estar drogada, pero sus ojos rasgados y oscuros no daban indicios de algo así.
- Hey… - Llamó cansino una vez que se puso en cuclillas en frente de ella, pero no hubo respuesta. – ¡Oye! – Dijo alzando la voz y zamarreándola sin mucha fuerza y ahí fue que sus ojos conectaron con él.
- ¿Eren? – Murmuró perdida con lágrimas en los ojos.
- ¿Cómo sabes mi nombre? – Dijo sorprendido, puesto que no le era familiar para nada la chica. De hecho, muy pocas veces en su vida había visto a alguien con rasgos orientales.
- ¿Ah?
- Que cómo sabes mi nombre. – Repitió con menos paciencia. La desconocida abrió sus ojos al máximo y se sonrojó rápidamente escondiendo su rostro entre sus manos. - ¿Qué?
- Es… Estás muy cerca. – Respondió, mirándolo entre sus largos dedos. Él frunció el ceño, más confundido y podía sentir que llegaba a su límite, pero le hizo caso y se sentó en frente de ella. La muchacha bajó sus manos y le miró con curiosidad.
- ¿Cómo sabes mi nombre?
- ¿Tu nombre? – preguntó la chica desorientada.
- ¡No juegues conmigo! – Bien, había explotado. – Estás en MÍ lugar de descanso y sin conocerte sabes mi puto nombre. Explícate, ahora.
- Yo… - La chica se encogió en su sitio. No estaba para nada acostumbrada a que le gritaran. – Este lugar es tan extraño. – Era como si se lo dijera más para ella misma que para el castaño. – Lo siento… ¿No podemos compartir este espacio?
¿Qué mierda?
Definitivamente no podía estar con sus cinco sentidos bien, pero no iba a discutir con ella, no cuando iba a terminar haciéndolo solo. Suspiró resignado y sus ojos verdes inspeccionaron a la chica más al detalle, mientras ella le miraba de reojo cada cierto rato.
Era… linda.
No, no era solo linda. Era lo que se podría decir hermosa y no quiso ir más allá con sus ideas porque sería vergonzoso, además, nada le quitaba la idea de que la chica era rara también.
- Estaba soñando, creo… - Dijo interrumpiendo el silencio que había entre ellos, mirando hacia abajo cómo sus dedos jugaban nerviosos. – No recuerdo si dije algo, así que… Soy Mikasa Ackerman.
¿Ackerman? Conocía bastante bien ese apellido y le sorprendía que justamente una chica con sus rasgos lo llevara como tal, ya que era sabido que había muy pocos en el país, aunque no se conocía muy bien la razón especial de por qué era así. Tuvo la buena (o mala) suerte de trabajar para alguien de esa familia. Ahora entendía lo descabellada que podía ser Mikasa.
- Eren Jaeger. – Respondió de mala gana y no convencido con lo que le había dicho la pelinegra, pero ella le miró con un brillo especial en sus ojos negros, como si hubiera encontrado un tesoro en medio de la nada, cosa que le puso nervioso. - ¿Qué haces aquí, Mikasa?
- Estoy esperando por mi próxima clase.
- ¿Carrera?
- Historia ¿Y tú?
- Psicología y Sociología.
- ¿Dos carreras? – Preguntó curiosa y sorprendida. Sus reacciones le parecieron tiernas. - ¿Es tan difícil como dicen?
- Algo así…- Dijo subiéndole el ego el comentario, pero sintiéndose igualmente avergonzado. - Tengo menos vida, supongo.
- Debe ser así… - Comentó animada. – No sé mucho de Psicología. En Hizuru no es como si se preocuparan mucho de la salud mental, pero creo que hacen un trabajo maravilloso.
- Se podría hacer más si la sociedad lo permitiera, pero gracias. – Ya no se sentía tan molesto; no estaba acostumbrado a escuchar buenas cosas por lo que estudiaba. – Así que Hizuru… Eso está lejos…
- Sí, llevo dos semanas aquí y se siente mucho el cambio. – Esta vez el tono de voz de Mikasa cambió a uno más nostálgico y sus ojos negros viajaron hacia arriba, directo a ver las ramas y hojas de aquel árbol que estaban encima de su cabeza.
Eren la imitó, esperando encontrarse con eso tan interesante que llamó la atención de la chica, pero solo se encontró con el mismo follaje verde oscuro y abundante que conocía desde hacía cuatro años y que tanta calma le brindaba cada vez que su cabeza era un lío.
Él siempre intentaba encontrar ese punto en donde su vida se volvió complicada, pero siempre terminaba deprimiéndose más porque la respuesta era que siempre fue así desde que tiene memoria. Sus padres se equivocaron y eso le atrajo una millonada de problemas que lo llevaron a ser ese joven que tenía coraje para hacer demasiadas cosas, pero que disparaba siempre a ciegas, sin darle una dirección a sus acciones.
Armin le celebraba que pudiera romper con las reglas y pensar en él mismo, sin embargo, le pesaba que nadie lo tomara en serio por eso y que solo lo tomaran como un chico problemático.
Y últimamente se sentía muy solo. Ni siquiera le daba el ánimo para compartir con sus antiguos compañeros.
El móvil de Mikasa interrumpió el silencio no incómodo que se dio entre los dos. Ella miró la pantalla y arrugó el entrecejo antes de contestar. Eren definitivamente no podía dejar de pensar en lo bonita que se veía haciendo cada gesto exagerado.
- Tengo que irme. – Anunció poniéndose de pie en el proceso. Él la imitó. - Mi compañera de piso me está buscando y puede ser algo escandalosa si no la atiendo.
- Es… Está bien. - ¿Qué fue ese tartamudeo? – ¿Necesitas guía?
- No, gracias. – Mikasa respondió demasiado rápido para su gusto, pero como si se lo hubiera dicho, se giró a mirarlo dulcemente. – Espero que tu día mejore. Nos vemos.
¿Era así de obvio? Porque de la pura impresión, solo observó cómo la figura de la chica se alejaba de él.
Había sido extraño encontrarla en ese trance en donde había adivinado su nombre, pero debía reconocer que la presencia de Mikasa le calmó y le lleno de curiosidad, además de la belleza innegable que tenía. Realmente podía ser una modelo, era casi tan alta como él mismo y tenía un cuerpo que claramente le hacía lucir cualquier cosa que tuviera puesto encima, incluso siendo muy sencillo su estilo.
Aún con el subidón de energía que le dio la joven, este no fue suficiente como para seguir el día asistiendo a clases. Le daba pereza tener que enfrentarse a las miradas juiciosas de sus compañeros y, de todas maneras, las primeras clases del semestre nunca valían la pena. Ya se pondría al día.
Fue por eso que llegó al salón de té en donde trabajaba antiguamente cuando recién había ingresado a la universidad. Hacía meses que no le daba una visita al amargado que solía ser su jefe y era buena oportunidad para preguntar por la coincidencia de apellido que tenía con la chica que acababa de conocer.
Levi Ackerman era un hombre de mediana edad, muy bajo y muy serio también. Sigue siendo una incógnita el cómo su negocio ha sabido mantenerse entre los más conocidos de la ciudad, y no, Eren no negaba que era un lugar agradable y que servía el mejor té y los mejores pasteles que había probado en su vida, pero no dejaba de ser curioso ver a ese hombre paseándose por el lugar sin querer ponerle buena cara a quienes le daban de comer.
Tampoco sabía muy bien cómo fue que consiguió conquistar a Petra Ral, quien era una de las mujeres más tiernas y atentas que había conocido jamás. Le chocaba la idea de cómo podían congeniar teniendo una diferencia de edad notable y estilos de vidas opuestos, ni siquiera sabía cómo se habían conocido, pero llevaban una relación tan estable que ya ni valía la pena buscarle la lógica a aquello.
Por lo que cuando entró al local rústico, tradicional que estaba rodeado de árboles dando una vista relajada y tranquila a sus clientes, se sorprendió al ver a Petra ahí con un lindo vestido maternal color amarillo pastel y con su vientre abultado de quizás, ya en el tercer trimestre de embarazo. Se cuestionó de verdad cuánto tiempo había pasado sin visitarlos o siquiera mensajearles como para estar enterándose de esa forma de la noticia.
- Te ves como la mierda, Eren. – Saludó Levi desde su puesto en la caja llamando la atención de Eren. - ¿Al menos te diste una ducha hoy antes de venir?
- No creo que me vea así de mal, señor Ackerman. – Se defendió, inspeccionando su propia ropa.
- Créeme, te ves así. – Aseguró, exagerando su expresión de asco. - ¿Qué quieres?
- Vengo como cliente ¿Sabes? – Dijo sacando su billetera de uno de sus bolsillos del pantalón. – Dame té negro y rojo para llevar; y una taza de té negro para servir.
- Ya mandaré a alguien que te sirva.
- ¿Cómo sucedió lo del bebé? – Preguntó girándose de nuevo a ver a Petra que estaba entretenida regando las plantas del interior.
- ¿Teniendo sexo? – Contestó el hombre levantando una ceja. Eren lo miró sonrojado y acusadoramente. – Fue sorpresivo, pero no para lamentar.
- Felicidades, entonces.
- Gracias. – Levi no era expresivo, pero era claro que había un rastro de felicidad y orgullo en su rostro.
Petra se convirtió en una especie de hermana mayor dentro de la universidad. Cuando iba en su primer año de college, ella ya estaba cursando su postgrado en Psicología y trabajaba como ayudante en una de las asignaturas. Eren destacaba por ser el típico estudiante que siempre tenía preguntas, por lo que el contacto con la chica de cabello cobrizo se volvió estrecho a medida que también vio en él un gran potencial. Fue ella quien lo llevó a trabajar con Levi e incluso después de graduada, su amistad se mantuvo bien hasta ahora.
- ¡Ah, Eren! – Gritó emocionada al verle, lanzándose a sus brazos. - ¿Qué te ha pasado? Te ves horrible.
- ¿También piensas eso? – Dijo cansado, devolviéndole el abrazo como pudo. – ¿Estoy así de mal?
- Ven, mírate. – Tomó su mano y lo llevó a un espejo de pared gigante que tenía en el recibidor en dónde alcanzaba ver desde su pecho hasta su cabeza. – Tu cabello está largo y opaco, estás muy delgado y hombre, esas ojeras.
La pelirroja estaba en lo correcto. Sus ojos verdes se veían muchos más grandes debido a la delgadez de su rostro y las bolsas oscuras debajo de los mismos. Lucía derrotado hasta en su postura y se veía menos alto; el cabello le cubría el rostro y le llegaba pasado a los hombros, y claro, no brillaba tampoco. Menos mal no tenía barba porque o si no, parecería un vagabundo bien vestido.
- Tú te ves bien, Petra. – Dijo desviando su atención. - ¿Cuándo pensabas decírmelo?
- Lo habría hecho si al menos contestaras el maldito teléfono. – Declaró molesta, guiándolo a una de las mesas del salón y lo invitó a sentarse. – Pero ya que estás aquí: Voy a ser mamá de una niña el próximo mes.
- Solo espero que se parezca a ti. – Espetó regalándole una sonrisa sincera.
- Levi es guapo. – Contraatacó orgullosa. – Solo conocí a su madre, pero era hermosa y él tiene mucho de ella.
- ¿No sabes de más familiares? – Preguntó intentando sonar casual.
- No ¿Por qué?
- Conocí a una chica hoy que lleva su mismo apellido; es oriental sí. – Contestó y vio el cambio de expresión de la mujer a uno más que emocionado. – Como los Ackerman no son muchos, creí que podría ser pariente de él.
- Sabes muy bien que es primera vez que me hablas de una chica ¿Verdad? – Petra entrecerró los ojos divertida, apoyando su mentón en una de sus manos.
- Solo hablamos un poco… - Aclaró rápidamente, sosteniéndole la mirada acusadora.
- Pero estás interesado. – Eren se quedó en silencio. – No sé qué esté pasando en tu vida, pero te conozco y soy psicóloga, por si no lo recuerdas. – El semblante de Petra cambió a uno más serio y preocupado. - Tienes que saber que es momento de que empieces una terapia. Quien quiera ejercer esta profesión debe pasar por ella.
- No vine a verte para que me dijeras esto, Petra. – Dijo cabreado y en ese momento el mesero se acercó con su té.
- ¡Claro que has venido a esto! – Respondió alzando la voz, pero sin llegar a gritar como para llamar la atención de la gente que estaba ahí también. - Te desapareces todo este tiempo y llegas así de demacrado a hablarme de una CHICA. – Le puso demasiado énfasis a la última palabra. – Ya pensaba que podías quedarte con Armin o que no sentías atracción por nadie en realidad.
- Tengo mis gustos claros para que lo sepas. – Abogó solo en eso, no había ido a discutir con la pelirroja. – Y si no he hablado del tema es porque no he tenido el tiempo de interesarme en otras cosas que no sean mis estudios.
- Sí, pero hoy conociste a esa tal Ackerman y eso te hizo venir a buscar ayuda. – La mujer tomó su teléfono y comenzó a buscar algo en él. – Te voy a enviar el contacto de un terapeuta muy bueno.
- No lo hago porque quiero intentar conquistar a Mikasa. – Susurró resignado y mirando desganado fijamente su taza humeante de té.
- Quieres sentirte mejor para hacerlo y quiero que de verdad lo hagas, Eren. – Confesó tomando su mano cariñosamente y sonriéndole una vez que le envió el mensaje. – El amor es algo que debemos tener todos en nuestras vidas y ya va siendo hora de que lo experimentes. O sea, sé que incluso aún eres virgen.
- Yo… - Sonrojado se detuvo sin poder negarlo – Está bien, no hablaremos de eso ahora. – La mujer le sonrió.
- Cuando invites a Mikasa a una cita, debes traerla para acá. – Dijo ilusionada. – Prometo no dejarte en vergüenza.
- No desconfío de ti, pero sí de tu novio que anda declarando como si nada que parezco una mierda. – Petra rio alto. – Además, ni siquiera podemos asegurar que de verdad llame su atención.
- Bueno… Haremos que luzcas mejor para ahorrar esos comentarios de Levi y atraerla. Te ayudaré con eso. – Se ofreció guiñándole un ojo, traviesa. - Tengo todo el tiempo del mundo gracias a la bebé.
Eren pasó el resto del día en el salón de té de Levi Ackerman conversando con Petra y ayudando en la limpieza como solía hacerlo hacía un par de años. Agradecía tener en su vida la figura más sabia y adulta de alguien. Su mejor amigo nunca habría logrado siquiera darle la mitad de los consejos que recibió de la pelirroja y no lo culpaba, cada uno iba a su propio ritmo entendiendo la vida y la situación única que tenía el castaño era algo que no se lo deseaba a nadie.
Porque era obvio que nacer de una infidelidad, perder a tu madre a los 10 años, irte a vivir con tu padre y con su esposa que no abandonó y que ella tampoco lo abandonó a él por su traición para que terminara de criarlo era bastante complicado ¿No?
Tampoco podía ignorar la extraña relación con su medio hermano mayor y la posterior muerte de su padre hace dos años. Dejándolos solos a los tres con sus propios resentimientos hacia el otro, pero sin tener el coraje de abandonarse de una vez porque la herencia no se repartiría hasta que el mismo Eren cumpliera los 25 años.
.
.
.
¡Tadán!
No saben la irresponsabilidad que estoy teniendo ahora por terminar de escribir esto y no estudiar, pero no pude contenerme. Me emocioné demasiado y se me han ocurrido muchas cosas para esta historia. Definitivamente serán unos 10 capítulos por lo mínimo si no me detengo.
Obviamente los reviews me impulsaron a terminar este segundo capítulo más rápido. MUCHAS GRACIAS, DE VERDAD. Espero que esto pueda hacer que el mal rato que nos hizo pasar el final del manga, los haga sentir mejor a todos.
Esta vez no les puedo prometer capítulo hasta fin de mes porque de verdad, tengo muchas responsabilidades, pero prometo no dejarlos botados.
Que estén muy bien y nos estamos leyendo.
Aclaración: Para el tema de la universidad, me estoy basando en el sistema de Estados Unidos, en donde cursan 4 años para sacar una licenciatura general en cierta área y luego se especializan en una carrera en específico. Así puedo hacer que todos los personajes estén ligados sin la necesidad de que todos se dediquen a lo mismo.
