No era un secreto para nadie que Satoru Gojō solía tener encuentros casuales con varias mujeres.
Después de todo, el tipo era consciente de sí mismo y sabía aprovecharlo.
Pero lo que sí era un secreto, era que su mejor amiga —probablemente la única—, era también con quién solía tener encuentros casuales.
No siempre, pero los había. E iniciaron desde la partida de Suguru, y siguieron desde la muerte de este; dónde Gojō, finalmente mató a Getō.
Algo que en el pasado se había negado a hacer. Y que como había previsto, fue desgarrador.
(Porque, Getō había sido su mejor amigo. El único).
Y ese día, fue y buscó consuelo en los brazos de Shouko que también necesitaba ese confort tras haber tenido el cadáver de Suguru en la morgue de la escuela.
Ambos sabían que no estaban haciendo lo correcto. Pero lo necesitaban.
Necesitaban al otro para poder levantarse otro día y seguir adelante. Fue por ello que luego de un tiempo, dejaron los encuentros casuales y siguieron tratándose como si nada hubiese pasado.
Pero Gojō volvió a recaer otra vez. Y otra vez, ella lo consoló.
Sólo que esta vez… Las cosas, se le fueron de la mano. Resultando así, en un embarazo no deseado; teniendo tres semanas.
Pese a que llegase a ser calmada, relajada o inexpresiva a veces. Shouko reconoció no sentirse lista o preparada para ser madre, y también sentirse ansiosa con este evento que estaba pasándole.
Sinceramente, nunca se visualizó siendo madre o teniendo hijos. No tenía tiempo para serlo, tampoco tenía interés en tener y cuidar niños, y sobre todo, sabía que no tenía hábitos alimenticios muy saludables debido al trabajo y al estrés; le gustaba tomar, no todos los días y en exceso –bueno, a veces sí se pasaba– y aunque el tabaco ya lo había dejado años atrás, cuando era una adolescente, nuevamente volvió a ello.
¿Cómo cambiar tu estilo de vida de casi 38 años, en unos meses? Era una completa locura.
Eso y sin contar que, todavía no le había dicho nada a Satoru. Quien muy probablemente, tampoco estuviese de acuerdo en cambiar su estilo de vida repentinamente.
Suspiró profundamente, abriendo la puerta de su departamento, descalzándose para luego cerrar.
O ese, se suponía era el plan.
