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Salieron de casa mucho más temprano de lo habitual, se disculparon con Kasumi por apurar la comida pero en su rostro cansado, Akane sabía que Ranma pasó la noche en vela pensando en alguien más. No en la chica que los sorprendió sino en la amiga que no se presentó. Ukyo poseía grandes destrezas marciales, de eso no cabía la menor duda, pero tampoco podían dejar de lado el hecho de que era la única que vivía sola.

Anduvieron juntos y en silencio por un largo trecho, corrían a buen ritmo con el pequeño P-Chan acomodado en su hombro izquierdo, ella trató de dejarlo en casa pero el cerdito se aferró al cuello de su uniforme con todas sus fuerzas y Ranma comentó que no había problema con que lo llevaran. P-Chan ya conocía el camino de la escuela a la casa. No se perdería después de todo este tiempo, ¿Cierto? La respuesta de su mascota fue dejarle bien marcadas las pezuñas en la mejilla diestra. Parecían pétalos de cerezo y aunque secretamente, le agradaba ver a su prometido así, no se lo diría en voz alta para que su ego no se inflamara.

—¡cui, cui, cui! —señaló P-Chan, bajando de su hombro con gran estrépito. En el suelo, justo en el costado lateral de la casa de Ukyo había vidrios y trozos de madera sueltos.

—¡Deja de hacer tanto escándalo, animal! ¡Ya los vi! —Ranma le dirigió una mirada a Akane que parecía preguntar si a caso, ella podría saltar desde ahí hasta la ventana violentamente penetrada. Asintió con el rostro, aferrando su maletín y colocando las piernas en el ángulo correcto para obtener impulso. Mientras se desplazaban por el aire, su corazón latía acelerado, pero no por la adrenalina que requería el salto sino porque Ranma la rodeó con los brazos por la cintura y la aferró a su figura.

En el interior, todo estaba destrozado y su corazón se saltó un par de latidos. P-Chan trató de tranquilizarla, Ranma comenzó a moverse entre escombros hasta encontrar a Ukyo debajo de un montón de telas blancas y azules. No eran las sábanas de su cama como pensó en una primera impresión, eran prendas tan íntimas y delicadas que la hicieron pensar en su madre o la gentil y dulce Kasumi. Ranma repitió el nombre de su amiga unas cuantas veces y al no obtener respuesta, ella encontró su voz para anunciar que debían llevarla cuanto antes con el Dr. Tofu.

—¡Es que no lo entiendo! —aulló Ranma molesto, acomodando a la yaciente sobre su espalda.

—¡Ukyo no es así de débil! —Akane se mordió los labios para no protestar por lo cuidadoso que se estaba mostrando con ella. En realidad, no le debería sorprender ya que desde siempre, la había procurado así. Cuando se lastimaba entrenando en el Dojo o cuando superaba sus propias limitaciones debido a las provocaciones de Shampoo y comitiva. Ranma era cálido y gentil con las personas que apreciaba, pero en esta ocasión estaba furioso.

Advertir la debilidad de su más querida amiga, saberse culpable por el ataque de esa tal Cornelia debía ser mucho más de lo que podía soportar.

—Tienes razón...—comentó Akane a espaldas de su prometido. —Ukyo no es débil, pero casi siempre te olvidas de que ella también, es una mujer.

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En el consultorio, el Dr. Tofu se sorprendió de verlos, pero se ocupó inmediatamente de las heridas de Ukyo. Sus brazos y piernas acusaban diminutas cortadas debido a los vidrios rotos de la ventana y los demás golpes debieron venir de un ataque sorpresa. La constitución de su cuerpo era la normal para una chica de su edad, si no había despertado en todo este tiempo, posiblemente se debiera a una herida emocional.

Ranma salió un momento para golpear la pared con el puño cerrado y patear todo lo que atravesara su campo visual. Akane lo siguió de cerca aunque le suplicó a P-Chan que acompañara a su amiga. El cerdito asintió, haciéndose un ovillo junto a la almohada de Ukyo. Saotome no tenía intención alguna de dirigirse a la escuela ni ella tampoco, pero el Doctor les dijo que podía pasar días, incluso semanas o meses así.

—Lo profundamente herido no es su cuerpo sino su espíritu y corazón.

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—¡Maldición!

Ranma siguió maldiciendo entre clases por el día entero. Nabiki preguntó por lo que le pasaba y se guardó los comentarios picantes al saber de la condición de Ukyo, toda la escuela parecía haber hecho un voto silencioso pues gustaban de su compañía y más aún de su comida. En la hora libre, interrogaron a Kuno por lo sucedido en su casa, el espadachín suspiró por lo bajo y reconoció que les había costado algo de trabajo. Su propiedad estaba resguardada, no solo por las excentricidades de su padre (equipo de seguridad máxima) sino por Sasuke, el ninja

mascota de la familia, el rayo azul de la escuela Furinkan (es decir, él mismo) además de Don Pestillo, el cocodrilo de cuatro metros y medio que entrenaba su insufrible hermanita, quien por cierto, era el que realmente la había salvado de llevarse una herida fea.

—¿¡Dices que un cocodrilo es mejor combatiente que tú!?—preguntó Ranma con sorna.

—Digo, que aunque estábamos listos, no supimos ni por donde nos pegó. Kodachi estaba alimentando a Don Pestillo en el momento exacto que esa sombra atacó, las gruesas escamas del inmenso animal la protegieron de algo fatal.

—Ya veo, así que fue un golpe de suerte. —señaló Akane, nada impresionada con la revelación. Kuno asintió y dijo que después de eso, trató de seguir a su hermana en su insensato afán, pero concluyó que le tenía sin cuidado lo que le pasara.

—Tal vez, una visita al hospital haga que supere su obsesión por ti. —esto lo comentó mirando a Ranma a los ojos, pero su gesto sugería lo opuesto. Si su hermana se lastimaba debido a él, encontraría la forma de devolverle las heridas y con creces. Ranma se abstuvo de responder y el espadachín se abstuvo de cortejar a Akane como solía hacer.

Susurros a voces sugerirían en los siguientes días que Kuno ya se había rendido en ese sentido, que su amor estaba encaminado hacia otra belleza de cabello corto y castaño, pero Nabiki negaría las acusaciones. Le gustaba el dinero y lo que se conseguía con el, pero jamás incluiría a Kuno Tatewaki en el paquete.

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Pasado el medio día, Kasumi visitó a Tofu Ono para llevarle el almuerzo como solía hacer, se sorprendió con la narración de los eventos y se lamentó en sus adentros al encontrar a Ukyo en tan penosa condición, dormida parecía mucho más frágil y femenina. Sin pedir permiso, se dio a la labor de trenzar sus largos cabellos para que no se enredaran y tomó prestadas sus prendas para lavarlas y remendarlas.

Ono la dejó hacer. Hace tiempo que el médico general dejaba de perder la razón ante la presencia de su más grande amor. Esto sucedió luego de que algún osado caballero intentara secuestrarla para convertirla en su esposa. El letrado, no faltó a ningún juramento Socrático, pero sí le dejó en claro al agresor que conocía más de diez formas de romperle todos y cada uno de los huesos, sin opción a recuperación.

Kasumi y él, no entraron en grandes detalles al respecto. No había anillos sobre sus dedos, ni palabras de amor gritadas al viento. Tampoco se había fijado alguna fecha para la boda o acordado el momento en que la doncella cambiaría de residencia. Simplemente oscilaban uno al rededor del otro como un par de gorriones. Los pacientes estaban agradecidos de ya no correr peligro alguno con las visitas de la jovencita y el doctor siempre estaba alegre. Cuando la aludida volvió con las prendas perfectamente dobladas y cuidadas, le suplicó a P-Chan que la convenciera de permanecer algunos días en su casa.

—Sé que es mucho lo que te estoy pidiendo, ¿Pero podrías hacer lo posible por invitarla? Para las mujeres fuertes e independientes, es mucho más difícil solicitar o recibir ayuda. Puede que Ukyo crea que lo hacemos por compasión, pero a mi…en verdad me gustaría ayudarla. —el cerdito asintió con un movimiento de rostro y Kasumi sonrió complacida. Aclaró que había un plato extra de estofado en la cocina para el instante en que quisiera comer, la tetera ya estaba en la lumbre y el último paciente ya se había retirado. Ryoga la miró a los ojos consciente de que, al igual que su padre, Kasumi no le diría a Akane sobre la verdadera identidad de P-Chan, volvió a asentir pausadamente y la jovencita se retiró.

El Doctor Tofu no tardó demasiado en acercarle un cambio de ropa más el agua de la tetera hirviente.

—Disculpe las molestias…—comentó al terminar de colocarse las prendas.

—No hay nada que disculpar, tu nombre es Ryoga, ¿verdad? Hace tiempo que no te veía.

—Sí…supongo que eso es porque no he tenido oportunidad de entrenar como se debe. —el médico asintió y dejó escapar un largo suspiro al viento.

—Quizás, lo mismo pasó con ella. Sé que son jóvenes y entusiastas, pero en algún momento tienen que dejar de pelear y comenzar a pensar en una manera estable de mantener a esa persona especial. —Ryoga asintió con las mejillas coloreadas. Su persona más importante era Akane, aunque no negaría que sintió gran frustración y horror al encontrar a Ukyo así.

Compartía la rabia de Ranma al referir que no era débil. La recordaba más determinada y aguerrida que esto.

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Algunas horas después, poco antes de concluir las clases, el director de la escuela atravesaba los pasillos de la Preparatoria como todo un vendaval, arremetió contra la puerta del salón de literatura y llamó a Tatewaki con el estúpido mote que tenía para él.

—¡¡Tachi! ¡Me has decepcionado horriblemente! —el aludido tomó su sable de madera y le exigió que dejara de llamarlo de esa manera tan repugnante.

—¡Tu única obligación como hermano mayor y heredero a mi fabuloso imperio es proteger a mi adorada Kochi y ahora ella está...! ¡Ella está...! —Kuno, que no había bajado la guardia, pero que escuchaba con atención las palabras de su descarado padre, preguntó a voz en grito por el estado de su hermana. Toda la escuela se lo preguntaba a su vez, pues el espectáculo que montaban ya se desarrollaba en la explanada principal.

—¡Mi hermosa Rosa Negra está en el Hospital! ¡Alguien la atacó en su escuela y tú tienes la culpa, Tachi! ¡Tú debías protegerla! —Tatewaki rechinó los dientes y tensó los dedos de ambas manos sobre la empuñadura de su espada hasta que los nudillos se pusieron blancos y atacó a su padre sin piedad.

—¡Si tanto querías que la cuidara, no la hubieras enviado a una maldita escuela privada al otro lado de la Ciudad!

—¡Es un colegio de lo más prestigioso! ¡Y lo hice para evitar que se prendara del amor de algún delincuente! —Kuno esquivó los ataques con piñas explosivas de su ridículo padre y sonrió con petulancia.

—Lamento decirte esto, pero a pesar de todo tu esfuerzo, fue del peor de todos los bandidos de quién se enamoró. —con un movimiento de su sable señaló al aludido.

Ranma Saotome y Akane Tendo estaban en primera fila de la comitiva estudiantil. El Director lo miró con gesto contrito, no que le fuera desconocido este hecho, pero jamás imaginó que los caprichos de su hija la colocarían en tal situación. Kuno resopló y continuó su discurso.

—No puedo defender a mi hermana si es ella quien se empeña en conservar algún lugar al lado de ese ingrato.

—¡Pe...pero Tachi! —aulló el Director con lágrimas transparentes por debajo de los lentes oscuros.

—Como su padre tampoco puedes hacerlo. Supongo que tu prioridad sigue siendo su felicidad y de momento, esa se encuentra con él. —Kuno le dirigió una mirada asesina a Ranma, Saotome la soportó y cerró los puños de ambas manos hasta hacerse daño, pensó que Cornelia esperaría un poco más de tiempo para atacar de nuevo, pero evidentemente, tenía prisa por demostrar su superioridad.

Tatewaki se marchó con todo el porte y elegancia propios de su estatus, estatura y edad. Su padre lo maldijo por lo bajo y anduvo con paso resuelto por detrás de su cuerpo. Nabiki no lo admitiría ni ante un Tribunal de Justicia, pero recogió las cosas de Kuno y pidió a la Secretaria la información sobre el Hospital donde reposaba Kodachi.

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—No es nada grave. —comentó a Akane y Ranma antes de subir al taxi. —Un tobillo roto, muñeca torcida y un hombro dislocado, como gimnasta profesional está expuesta a ese tipo de lesiones, pero pudieron deberse a algún tipo de ataque sorpresa. No sabía defenderse o caer muy bien cuando ustedes lucharon con ella, ¿Recuerdan? —Nabiki no esperó respuesta y subió al vehículo privado sin mirar atrás. Ranma ya estaba considerando visitar a Shampoo cuando Akane presionó una de sus manos y sugirió custodiar a Ukyo. Un ataque sorpresa en la Clínica del Dr. Tofu podría exponer a más pacientes y Cologne era la líder de la tribu de Amazonas Chinas. No había forma de que Shampoo cayera en el segundo asalto.

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N/A: Siempre me gustó la idea de que Kasumi fuera más madura y fuerte de lo que aparenta. De que se quedara en casa no por obligación ni comodidad sino porque era la mejor manera de proteger a su familia. Respecto a Nabiki, me parece que Kuno cumple con todos los requisitos que ella desea, excepto por algunos defectos de personalidad y carácter que se podrían pulir con mano firme.