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SUEÑO;
con la realidad
O1
"I tried to scream, but my head was underwater.
They called me weak, like I'm not somebody's daughter.
Could have been a nightmare, but it fell like they were right there"
El problema de sueño de Buttercup era que se despertaba cada tanto, veía su descanso interrumpido. Se dormía a las diez, se despertaba a las doce, a las dos, a las cuatro, y finalmente a las seis y media, hora en la que debía levantarse para ir a la escuela. Ha sido así desde hace un año, luego de que tuvo un encuentro cercano, muy cercano con la muerte. Los recuerdos de esa noche, cayendo al abismo acompañado de gritos, llantos y la total desesperación dentro de ella, no se borran y la verdad es que se encontraban bastante presentes en su vida.
Cada vez que se despierta, ella mira siempre hacia los lados de su cama, específicamente hacia el lado derecho, donde las frazadas estaban desarmadas producto del constante movimiento de su cuerpo. Parpadeaba muchas veces seguidas, se aseguraba de estar sola, y luego trataba de volverse a dormir. El sueño se repetía: todo negro, gritos, humo, sensación de calor abrazador, y volvía a despertar. Cuando despertaba por segunda vez, se daba cuenta de que Butch ya estaba a su lado. Él mantenía sus ojos cerrados, se veía durmiendo plácidamente, pero a raíz de su movimiento, se despertó, removió un poco su boca y le dijo:
—Llegué hace poco. Tranquila, aquí me tienes resguardando tu sueño.
—¿No te vas a ir? —pregunta ella agarrándose de la camiseta de él.
—No —asegura Butch con su somnolienta voz, y le sonríe—. Vamos, duerme. Aquí estoy.
Dicho eso, pasó a rodearla con sus brazos, cosa que ella también hizo. Buttercup se aseguró de tomar la mano de Butch y entrelazar sus dedos. Una vez estaban en esa posición, escuchaba la pausada respiración de él guiando la suya. Cada vez que él estaba ahí, las pesadillas desaparecían, o eran más leves, al menos no se despertaba con el corazón latiendo a mil por hora. Cuando se despertó de nuevo, siendo las cuatro de la madrugada, se dio cuenta de que Butch seguía estrechando su mano. No la había soltado en ningún momento. Le quedó mirando, estaba muy atenta a la presencia del muchacho. Sus pestañas eran largas, sus labios estaban algo secos, sus mejillas estaban un poco rosadas producto del calor, pudo ver un rastro de saliva cayendo por la comisura derecha de su boca. Fue capaz de escuchar su respiración.
—Otro poco más —susurró y se acurrucó nuevamente a su lado para poder dormir una última tanda antes de que amaneciera por completo.
Una vez que sonó su alarma, Buttercup abrió los ojos y se dio cuenta de que la mano de Butch ya no estaba sujetando la suya. Ya no estaba, se había ido, y la ventana abierta, como siempre, era la prueba de ello ya que así la dejaba siempre. Entraba por ahí y se iba por ahí, no tenía tiempo de cerrarla, ya que bajo su habitación con suerte se podía alcanzar la rama del pino. La chica se sentó en la cama, apagó la alarma y pasó ambas manos por su rostro antes de resoplar y volver a dejarse caer sobre su almohada.
—Siempre haces lo mismo.
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En clases de matemáticas, donde las inecuaciones estaban siendo casi un dolor de cabeza para alguno de sus compañeros, le notifican a la profesora que necesitan a Buttercup Utonium en la oficina de la psicóloga. Siempre era lo mismo. Cerró su cuaderno y guardó sus útiles dentro de su mochila. Toda el aula se quedaba en silencio, eso le añadía presión a la situación. Blossom y Bubbles actuaban de inmediato, porque ambas sabían que esos tipos de silencio le jugarían una mala pasada a su hermana, así que le hablaban diciéndole que ellas les pasarían los apuntes, que no se preocupara por sus pertenencias, que ellas se las llevarían y que la estarían esperando en la cafetería. Buttercup les estaba infinitamente agradecidas por eso.
Se movió entre los pupitres se sus compañeros y cuando pasó frente al de Butch, antes de salir del salón, él le estaba mirando. El contacto visual entre ambos es muy corto, ya que Buttercup no quería perder más tiempo y librarse lo más pronto que podía de la psicóloga. No obstante, la mirada de esos potentes ojos verdes le ayudaron a sobrellevar la presión que había querido ejercer la profesora y el resto de sus compañeros sobre ella, y es que sabía lo molesto que podía ser que se interrumpiera una clase, pero ¿ella tenía la culpa por estar así? Por supuesto que no.
Fue hasta su casillero para tomar su pequeño estuche en donde guardaba sus pastillas y la copia de la receta que estaba con ellas. Detestaba hacer esas rutinas. Una vez que estuvo frente a la psicóloga, una mujer de cabello corto y oscuro, sintió el calor de su oficina. El color albaricoque de las paredes le daba cierta calma, le ayudaba a sentirse cómoda mientras la mujer revisaba con detenimiento la receta que se le había dado y, además, la indicación médica en relación a los pasos a seguir por la entidad educativa en caso de que Buttercup tuviera algún episodio que le fuera complicado de sobrellevar.
—¿Recuerdas tus dosis? —preguntó la mujer.
—Una antes de dormir —respondió ella sin apartar la vista del escritorio oscuro.
—¿Y las de este frasco? —agitó un frasco anaranjado con la etiqueta desgastada.
—Ah, esa... —apretó la punta de su nariz antes de responder—. Esa es una si es que me da una crisis.
—Perfecto —murmuró la psicóloga y apuntó algo en su cuaderno—, ahora, dime, ¿cómo va tu sueño?
—Igual que siempre.
—¿Sigues viendo todo negro?
—Sí.
—¿Cuántas veces te despiertas? —volvía a anotar.
—Anoche desperté tres veces.
—Bueno, menos que antes. ¿Recuerdas cuando solías despertar cinco a seis veces?
—Sí —respondió la chica estrechando sus propias manos, se estaba poniendo un poco incómoda.
—Vale.
La sesión termina, aburrida e incómoda como siempre. Buttercup no suele mentir en sus sesiones porque sabe que eso solo le dará más dolores de cabeza y tendría a su familia más preocupada por ella, lo que significaría un mayor control; por ello, es sincera ante cada pregunta que se le hace, todas las responde rápido, sin embargo, solo ante una pregunta piensa con cuidado lo que va a responder:
"Cuando logras conciliar el sueño, ¿sientes que duermes bien?"
Ante esa pregunta, Buttercup agacha un poco más la cabeza, piensa bien lo que va a decir, sonríe y mira a los ojos de su psicóloga:
—Sí, tengo una forma de encontrar la calma, y no, no es una conducta autodestructiva.
De ese modo, siempre finaliza la sesión. La psicóloga le da instrucciones específicas, de recordarle que debe avisar cuándo es que tiene su próxima cita con los profesionales ajenos a la escuela, ya que, de ese modo, ella puede acomodar su agenda para atenderla y planificar su bienestar escolar. Buttercup agradecía y obedecía, cada vez que cerraba la puerta de la oficina tras de ella, sonaba la campana del almuerzo. Respiraba profundamente un par de veces, se caminaba lejos de las oficinas de la escuela hacia la cafetería, sin mirar a nadie.
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—¿Te fue bien? —preguntó una de sus hermanas una vez llegaron con sus bandejas de comida. Por la voz, supo que se trataba de Blossom.
—Como siempre.
—¿Te encuentras bien? —habló la otra, Bubbles.
—Un poco cansada.
—Ya se te notan las ojeras —le comentó la pelirroja en un murmullo—. ¿Quieres que vayamos al baño para que puedas maquillarte?
—¿Lo crees necesario? —alzó la mirada de su bandeja para encontrarse con los preocupados ojos de su hermana.
—Mejor mírate tú misma —y Bubbles, de su mochila, extrajo un pequeño espejo circular.
El corrector de ojeras no hacía milagro, ningún tipo de maquillaje convencional lo haría, y bueno, ella tampoco era una maquilladora profesional como para saber con precisión los productos ideales. Sin embargo, cada vez que se colocaba maquillaje, al menos, sabía que le podía durar todo el día, aunque siempre había excepciones, y resulta que estar encerrada dentro de la oficina con la psicóloga escolar era una de esas: sí, se le había corrido un poco, se notaba algo oscuro por debajo del párpado por el lado de la nariz, en ambos ojos.
—Vale, pero iré después de comer —dijo finalmente, devolviéndole el espejo a su hermana.
Sus hermanas comenzaron a desenvolver sus sándwiches, así que ella hizo lo mismo. Nunca empezaba a comer a menos de que sus hermanas lo hicieran, solo así se sentía motivada. Las conversaciones siempre las guiaban ellas, a Buttercup no le importaba, en realidad, así le gustaba la dinámica, ya que la ponían al día con respecto a las tendencias que ella se estaba perdiendo. Por si fuera poco, también hacían los comentarios que ella no se atrevía a decir, por ejemplo, con respecto a algunos rumores de profesores - se decía que la profesora de educación física y la de Historia mantenían una relación escondida de la homofobia del director - y sus opiniones sobre los contenidos de clases. Buttercup dio una mordida a su sándwich y al alzar la mirada, Blossom le preguntó:
—¿Hay algo que te haya incomodado de esa señora? Recuerda que siempre puedes pedir que te cambien al psicólogo.
—Todo va bien, Blossom.
—¿Qué tipo de preguntas te hizo? —preguntó Bubbles, así que Buttercup entrecerró los ojos antes de hablarles.
—¿Todavía siguen pensando en lo que ocurrió...?
—Sí —dijeron al unísono, no le quedó más que suspirar y responder.
—Sobre la receta de las píldoras, mis hábitos para dormir y me preguntó si dormía bien cuando lo hacía.
—¿Y qué dijiste? —quiso saber la pelirroja.
—Pues...
En ese momento, escuchó la risa de él. Miró hacia su derecha, como si no tuviera importancia, no quería que sus hermanas se dieran cuenta. Vio que Butch caminaba, de la mano de una enamoradísima Robin, por al lado de su mesa. Él cubría su boca con su mano libre, mientras que Robin solo le miraba con mucho amor. Hasta que él se fijó en Buttercup. Compartieron un contacto visual de no más de dos segundos. Butch volvía a prestarle atención a Robin, mientras que Buttercup hizo una mueca como de fastidio por lo ruidoso del chico, así desviaba la atención de sus hermanas que esperaban por una respuesta.
—Pues le dije que había encontrado un método para dormir una vez que me despertase.
—¿Y cuál es? —preguntó Bubbles.
—Refugiándome en el calor —y se sobó los brazos por sobre su suéter gris.
—¿De la cama? —dijo Blossom, y Buttercup sonrió con obviedad.
—Claro, ¿de qué otra cosa si no?
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En su hogar, Buttercup estudia. Luego de la cena, a eso de las ocho, se encierra en su cuarto para poder concentrarse con mayor facilidad. Música lofi, el escritorio quedaba junto a su ventana, así que podía, cada tanto, mirar el pino y ver qué tan oscuro se encontraba el cielo. Cuando volvía a concentrarse en sus apuntes y dejaba de golpetear las hojas del cuaderno con su bolígrafo azul, siempre desviaba la vista hacia el frasco que reposaba en una de las esquinas en su escritorio. A veces, se ponía muy ansiosa por tomarlas, las píldoras, para así sacarse la presión. No tenía las palabras exactas para poder explicar lo que sentía, tal y como le ocurre a una persona con ansiedad.
Se echó hacia atrás en su silla y miró la hora desde su móvil. Habían pasado casi tres horas desde que se despidió de su familia y se encerró. Decidió colocarse la pijama. Estaba solo con sus pantalones rojos de gimnasia y su camiseta blanca favorita, una holgada que consiguió en una venta de garaje hace dos años. Sí, una ropa muy cómoda, pero no la sentía apta para dormir como sí lo hacía con esa pijama amarilla de dos piezas, siendo la parte de arriba lo más parecido a una blusa por los botones. Era una talla más que la de ella, aunque no era porque le gustara la ropa grande, sino porque había perdido peso.
Salió de su habitación y fue hasta el baño para lavarse los dientes y la cara, esa era su rutina antes de dormir. Odiaba ver su reflejo al natural, considerando esas ojeras oscuras y algo rojizas al final. Se puso un poco de esa crema de naranja con mucha vitamina que le había regalado Bubbles por su cumpleaños y salió del baño. Una vez en su habitación, se sentó en la cama y encendió la luz de la mesa de noche. Tomó el vaso con agua y fue a por su frasco para tomar una de las píldoras. Dejó el vaso de vuelta en su mesa de noche y miró hacia la ventana. Se quedó así por unos segundos, se dio cuenta de que la había dejado abierta, como siempre, para que Butch pudiera entrar sin problemas.
—¿Vendrás? —preguntó y luego rio leve—. Claro, siempre vienes.
Tres segundos después, luego de que se acurrucara, cayó dormida profundamente. No obstante, se despertó como si nada casi una hora después. Fue testigo ocular del ingreso de Butch a su habitación. ¡Qué parecía! Todo doblado, entrando por ese cuadrado estrecho. Él se dio cuenta de que ella le estaba mirando y rápidamente puso su dedo índice sobre sus labios e hizo "shh". Buttercup le miró mejor, se dio cuenta de que había venido con pantalones de gimnasia negros y un hoodie del mismo tono. Buena manera de camuflarse.
—No hagas ruido —le ordenó Buttercup en un susurro.
—Cállate —dijo Butch, corrió la cortina tras de él y frotó sus manos mientras se acercaba a la cama—. Hazme un lado.
—Vale.
Buttercup se corre y echa hacia atrás las cobijas para que Butch se siente en su cama, se quite las polvorientas zapatillas de lona y se acueste junto a ella. Conocían tan bien la dinámica, que Buttercup no tenía que pedirle permiso ni hacer movimientos lentos para abrazarlo y reposar su cabeza sobre su pecho. Se quedaban ahí por unos segundos. Ella se aseguraba de que él estuviese respirando, en todo momento trataba de confirmar que lo que estaba viviendo era real y no una ilusión, es que, a veces, era tan difícil de creer. Ya había pasado una vez, cuando le dijo a sus hermanas que había visto a su mamá, que se acostaba con ella en la noche, ese es el episodio del que tanto temían. Pero no, esta vez no era así, porque Butch existía, lo veía en la escuela, y lo tenía a su lado.
—¿Mejor? —le preguntó.
—Sí —responde ella sintiendo el perfume de su jabón de ducha.
—A dormir.
—Tengo sed.
—¿Tienes agua?
Buttercup no le respondió con palabras, solo asintió con la cabeza, se enderezó y se estiró para alcanzar el vaso de su mesa de noche, en donde quedaba poco menos de la mitad. Se bebió todo el contenido y volvió a acurrucarse junto a Butch. El calor del chico era real, a diferencia del episodio anterior, ahora sí estaba segura de que alguien dormía con ella, y ese alguien era él. La forma en la que la abrazaba le daba una calma real, ¿cómo podría ser de otra forma? En un principio sí estuvo alerta, incluso, iba a llamar a la policía, sin embargo, las cosas tomaron otro rumbo y actualmente están aquí.
—Vamos, duerme —dijo Butch con un suave tono de voz.
La respiración del chico le acariciaba la mejilla como si fuera un trozo de terciopelo. Siguiendo el ritmo de ella, se quedó dormida. Buttercup soñó que iba sola en un bus, incluso si parecía ir quieto, a través de la ventana veía que avanzaban por todos los árboles que pasaban. De pronto, todo se volvía de un fuerte y ardiente color rojo, al cabo de unos segundos, todo comienza a dar vueltas y vueltas, y ella termina cayendo de cabeza a un abismo. No puede gritar, siente que no puede respirar con facilidad. Le duele todo. Le quema todo. Pero las palabras no salen de ella. Quiere pedir ayuda, pero ¿a quién? No hay nadie. Ella cae, cae y cae, la poca luz que ve es roja. Sintió miedo y aceptó la muerte. He ahí cuando abrió los ojos e intentó sentarse en la cama, pero sintió el agarre de los brazos de Butch y cayó en cuenta de que él seguía ahí, la estaba mirando y, poco menos, la comenzaba a acunar en su pecho.
—Tranquila, tranquila —decía en un susurro—, estoy aquí.
—Fue muy real —comenzó a sollozar ella.
—Estoy aquí —insistió Butch—, Buttercup. No estás sola, me tienes aquí.
—No te vayas —le pidió antes de enterrar su rostro en el pecho del chico.
—No lo haré —le aseguró murmurándoselo lo más cerca de la oreja.
—Promételo.
En ese momento, Butch se movió en la cama, Buttercup se separó un poco de él. Ambos se sentaron y se miraron directamente a los ojos. Él le tomó la cara, acarició sus mejillas con sus pulgares y juntó ambas frentes para luego, sin dejar de mirarla fijamente a los ojos cristalizados por aquellas lágrimas que surgieron a partir de la desesperación, decirle:
—Te lo juro.
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Buttercup salía de clases, sus hermanas no la acompañarían a casa debido a que tenían actividades en sus respectivos clubes. No había problema, simplemente tomaría el bus escolar, como siempre, y llegaría a casa. "Recuerda avisarnos cuando llegues", usualmente le decían eso. "Por supuesto", respondía ella cuando terminaba de guardar sus cosas. Se iba hasta su casillero para tomar algunos cuadernos y libros, debía mantener su mente ocupada antes de dormir y como tenía un acceso limitado a los aparatos tecnológicos, invertía su tiempo en estudios. Era mejor así, al menos eso consideraba ella.
Una vez cerró la puerta de su casillero, fue consciente de lo ruidoso era el pasillo una vez que se acaban las clases. La gente muy apegada a otra, ese tipo de interacción a la que ella tanto le había hecho el quite producto de su inestabilidad mental. Los chirridos de las suelas de los zapatos le daba escalofríos, las risas, las conversaciones, los jodidos gritos anunciando los nuevos juegos. No, no, no. Se quería ir. No encontraba sus auriculares, pero quería salir lo más rápido que puede de ese lugar, así que, tratando de no chocar a nadie, y aún con sus manos dentro de los bolsillos de su mochila, se hizo paso entre sus compañeros de escuela y fue hasta la puerta de salida.
Quería irse, quería estar en calma, meterse en su mundo, escuchar su música, no quería escuchar más voces. Quería salir, quería salir, quería salir, quería salir. El ruido, las risas, las voces, gritos, olores, todo parecía estar atacándola. No se sentía en calma. Oh, no, le estaba viniendo una crisis. Sus manos se movían torpemente, había encontrado sus auriculares pero al sacarlos cayeron las llaves de su hogar y alguien las terminó pateando hacia los pies de otra persona. Buttercup no sacó la mirada de sus llaves hasta que escucha una conocida voz hablarle.
—¿Buttercup? —le llamaron.
Junto a los pies con los que había chocado su juego de llaves, unas zapatillas blancas marcaron presencia. Buttercup alzó su mirada y se fijó en que Robin Snyder la miraba con suma preocupación. Su flequillo había crecido, de seguro ella se lo recortaría pronto, pero incluso así, se alcanzaban a ver esos pálidos ojos azules. La chica le sonrió, y al ser su amiga, Buttercup sintió algo de calma.
—¿Estás bien? —preguntó Robin.
—Sí —respondió Buttercup con un hilo de voz, así que asintió con la cabeza.
—Mmm, venga, que voy a creerte. ¿Ya te vas a casa?
—Sí —dijo ahora con más seguridad.
—¿Quieres que te acompañe al autobús?
—No —sintió que su respuesta había sido muy seca a aquella quien era su amiga, así que le añadió algo más—. Estaré bien.
—¿Y esto?
Buttercup sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Y como si se dibujara de a poco en su campo visual, la silueta de Butch agachado hizo que su cuerpo le temblara. El tono de voz que usó en un principio sonó algo duro y áspero, no se parecía a aquel tono de voz que ocupaba cuando estaba con ella en su habitación. ¿Se trataría de la misma persona? Butch se enderezó, Buttercup dio un paso hacia atrás. Quería huir, pero ¿y sus llaves? Sin ellas no podía entrar a su casa. Bien podía ir con sus hermanas y pedirles sus juegos, sin embargo, no tenía ganas de huir. Esta era una instancia que no se daba nunca. Estaba viviendo algo que, entre ambos, tenían prohibido.
Hicieron contacto visual, Buttercup y Butch sintieron que estaban haciendo algo mal, y es que Robin les estaba mirando raro. Es entonces que Butch aclara su garganta y le pregunta con un tono algo neutro:
—¿Son tuyas?
Buttercup no le responde, solo extiende la mano y espera a que él se las entregue. Su ansiedad estaba aumentando, así que apenas las llaves tocaron su palma, cerró su mano y las guardó en el bolsillo de su pantalón.
—Gracias —dijo para no quedar como maleducada y desvió la mirada hacia el piso—. Me voy.
—Está bien —dijo Robin un poco confundida—. Nos vemos mañana.
Sin decir nada, solo inclinando un poco su cabeza, Buttercup comenzó a caminar lejos de ellos. Con algo de dificultad, conectó sus auriculares a su móvil para poner el reproductor de música y distanciarse un poco del mundo. Ignoró a todo aquel que no fuera Lana del Rey, la única que, en ese momento, tenía permitido hablarle. Ni siquiera notó cuando Robin, de la mano de Butch pasaron frente a ella. Ya fuera del edificio, en tanto caminaba hacia la parada, se dio cuenta de que volvía a ver a la parejita. No obstante, algo encendió sus alertas, y es que Robin, desde su perspectiva, le estaba dando la espalda. Butch, en tanto, entraba por completo en su perspectiva. No se había dado cuenta, pero el chico llevaba su cabello atado en una pequeña coleta, tenía el pelo considerablemente más corto que su hermano Brick, pero lo suficientemente largo como para tenerlo atado en una especie de altura, dejando ver su corte socavado, y usaba un suéter gris con gruesos botones negros. Qué guapo era. Qué suerte tenía Robin por poder sostener su mano en ese momento, y ser aquella que recibiese esas amorosas miradas que él le estaba dedicando, incluso cuando ella no le estaba prestando atención, ya que se encontraba hablando con Tommy y Mitch.
Lo que sucedió después, casi inmediato, fue algo que hizo que el corazón de Buttercup diera un vuelco. Mientras que Lana le cantaba "it's you, it's you, it's all for you", Butch le miró, y le sonrió al momento en que la canción siguió con "Heaven is a place on earth with you". Esa sonrisa cálida y especial que tantas veces ella veía cuando compartían esas noches en donde ella era la única en sus brazos. Qué incómodo se sentía verlo ahí, de la mano con Robin, cuando, más tarde, estarían juntos. Qué molesto es, también, saber que no podían interactuar con normalidad a causa del trato que hicieron, todo a raíz de Snyder. "I heard that you like the bad girls, honey, is that true?", qué bien se sintió esa frase para cuando ella decidió mirar directamente a Robin y luego a Butch. Él hizo lo mismo. No había mucho que entender. Ambos mantuvieron la compostura, Buttercup siguió con su camino, pero una vez pasó junto a ellos, volvió a ver al chico, él le correspondía.
Un contacto visual que duró un segundo, pero significó mucho para ella. Esa simple mirada, confirmaba el secreto que ambos mantenían. Lana seguía: "He holds me in his big arms, drunk and I am seeing stars. This is all I think of". Negó con la cabeza y decidió cambiar la canción por alguna otra cualquiera, no quería pensar demasiado en lo que acababa de ocurrir. Qué duro era aceptar la realidad.
—¿Hasta cuándo seguiremos con esto? —murmuró Buttercup para sí misma antes de darle a play a una canción de Twenty One Pilots.
"Intenté gritar, pero mi cabeza estaba bajo el agua.
Me llamaron débil, como si no fuera la hija de nadie.
Pudo haber sido una pesadilla, pero parecía que estaban justo ahí"
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perlapuccabf, espero que no termines llorando, tía, jajaja. No prometo nada, o te daré spoilers. ¡Gracias por tu apoyo!
Sript, oh, lo es, la canción es melancolía pura, de hecho, la canción nace a partir de un sueño en que tuvo la cantante, donde se suicidaba (dato que nadie pidió, pero que voy a daros igual, jajajaja). Dormir con ansiedad es terrible, me sucedía antes, lo admito, así es como empezó en mi caso, en realidad (otro dato inútil). No te diré nada porque... arruinaría la narración, no, imagina que te doy los spoilers, tío, prefiero emociones genuinas (?), jajaja. ¡Gracias por pasarte a leer y a comentar!
Reeckless Pretty, me has hecho sonrojar. Sí, es un tipo de insomnio, pero ¡eh! Que estoy mejor, ahora duermo de corrido por siete horas. El tipo de insomnio de Buttercup lo irás descubriendo mediante avance la historia, de todos modos, creo que puedes ir darte cuenta a partir de este capítulo. Oh, no sé si coreana, pero he visto a mucha gente haciendo eso. Jajaja, espero que con esta parte te haya dado un poco más de información con respecto a lo que has estado pensando. ¡Gracias por leer!
Recordar que podéis pasaros por mi cuenta de instagram (soymariposamonarca). Es un perfil abierto, no es necesario que me sigáis.
¡Saludos! Hasta el lunes. Gracias por deteneros y leer esta historia, nos leemos en la próxima actualización.
Mariposa.
