—¿Por qué?
Obito suspira, tomando otro sorbo del sake del que Shisui le había invitado para ponerse al día y posa su mirada en la luna, intentando no llorar, pero aun así, sintiendo sus ojos humedecerse.
Esa era la pregunta del millón.
Porque lo más seguro es que ya se la hubiese preguntado un millón de veces desde entonces.
—¿Por qué? —repite. Shisui no insiste y le da tiempo para que le responda—. Me dijo que estaba harto —se alza de hombros, sorbiéndose la nariz y evitando el contacto visual con su primo porque sabe que rompería a llorar si veía la lástima dirigida hacia él—, y que comenzó a sentir algo por alguien más. Algo que ya no sentía por mí desde hace mucho tiempo.
—¿Esto cuándo sucedió, Obito? —la voz de Shisui es suave y reconfortante. Se siente como la calidez que su corazón necesitaba en ese momento, pero a la vez, la misma calidez lo sobrecogía y le generaba un nudo en la garganta.
—Hace seis meses.
Hace seis meses, Kakashi lo había dejado.
Hace seis meses, todo su mundo se había desmoronado.
Sin previo aviso, Kakashi sólo rompió con él de forma casual. No hubo manera de que él tan siquiera imaginara que aquello sucedería; de un momento a otro, ya no estaban juntos.
Todo sucedió luego de que él regresara de una misión de dos semanas y se encontrara con Kakashi en el portón de la aldea, esperándolo, sólo para decir lo que tenía que decir, sin darle una oportunidad de responderle. Ni siquiera pudo procesar lo que escuchó, ya que momentos después, el peli plata sólo se había ido y lo había dejado allí.
Solo.
Solo con sus pensamientos y sus preguntas al respecto.
Solo y con las palabras que había oído repitiéndose en su cabeza como una cinta de Möbius.
«Es mejor que tampoco nos sigamos viendo después. Quiero avanzar y sé que no podría si te veo a diario.»
Y desde entonces…
—Hace seis meses… —ahora es el mayor quien repite lo dicho. Obito asiente pesadamente, su cabeza más bien cayendo hacia adelante con amargura—. ¿Y desde entonces no han hablado?
Obito ríe apesadumbrado. Fue una risa seca y dolorosa que compadeció a Shisui.
Su primo no estaba bien.
—Tengo muchas preguntas —de nuevo bebe un poco se sake. Ya casi no quedaba y también se había terminado la cajetilla de cigarrillos hacía unos minutos. Ya no tenía nada que le ayudara a pasar el nudo permanente en su garganta que le impedía respirar—. Quiero preguntarle muchas cosas que no entiendo pero…
Hay un silencio prolongado, Obito había comenzado a inhalar con profundidad, realmente haciendo un esfuerzo por no llorar. Shisui quiere decirle que él no tiene problema en escucharlo o verlo llorar; sin embargo, conocía a su primo y sabía que él no era de aquellos que les gustaba atosigar al resto de personas con sus problemas.
Siempre se guardaba todo para él y nunca confiaba en nadie.
Confiar le era difícil porque inevitablemente, terminaba lastimado.
Como ahora podía verlo.
—¿Pero? —insiste, intenta ser el que mantiene la cabeza fría, al menos por ahora, al menos por él. Obito no tenía a nadie más a quien acudir y él no permanecía muy seguido en la aldea; y en las pocas ocasiones en las que regresa, intentaba, como podía, estar para él.
Porque a Obito, como si estuviera maldito, siempre le sucedían cosas que lo rompían completamente.
—Pero cuando lo veo… él realmente avanzó y yo… yo… —es en ese punto en el que ya le es imposible retener las lágrimas y estas perlan lastimosamente sus mejillas—. Es feliz, ¿por qué yo arruinaría su felicidad? No quiero eso.
Shisui suspira, realmente sintiendo lástima por su primo menor. Creyendo en lo más profundo de su corazón que él no merecía pasar por la desdicha por la que estaba ahora pasando. Era demasiado joven como para sufrir todo lo que ya había sufrido y, aunque fueran ninjas e inevitablemente su destino era ese: sufrir, no era justo para Obito hacerlo cuando no debería.
Especialmente sufrir por amor. El sentimiento en el que todos los ninjas quieren refugiarse para lidiar con la oscuridad del mundo shinobi.
Con un enorme sentimiento de culpa y dolor, sabe que su consejo no sería el mejor para su estabilidad mental, pero no podía pensar en nada más que pudiera decirle que realmente lo ayudara a superar la ruptura con Kakashi.
—Aun así, Obito, deberías hablar con él —su primo lo observa destrozado, casi aterrorizado. Le es inevitable a Shisui no pensar en que él no había hablado con el peli plata por su propio temor a las respuestas de las preguntas que tenía, que por el hecho de hacerle pasar un mal rato (y momentáneo) a su ex—. Debes cerrar este duelo. Y no lo harás sólo preguntándote a ti mismo las cosas que deberías estarle preguntando a él.
El menor agacha la cabeza, entendiendo el punto. Shisui tenía razón, como siempre.
Pero él no podía hacer eso.
No podía y no quería.
Hablarle a Kakashi, dentro de sí, se sentía como retroceder no un paso, sino toda una maratón. Para él y para el hombre que tenía su otro Sharingan.
Simplemente no podía acercarse y hablarle al respecto luego de seis meses donde el otro ya ni siquiera voltea a mirarlo cuando se cruzan en la torre Hokage o en el restaurante donde antes solían pedir comida para llevar a casa. Dónde ahora él iba solo y Kakashi siempre estaba acompañado.
—No…
Es lo único que logra modular. Shisui no insiste, tampoco. Sólo suspira y observa un punto indefinido, más allá de Obito frente a él.
La noche se siente helada e intuye que lo más seguro es que ya eran más de las tres de la mañana y su primo lucía como si ya estuviera un poco embriagado.
—Ven, Obito, te llevaré a casa —se levanta de la silla y hace el amague de tomar su brazo, pero este se aleja un poco de él, rehuyendo del contacto.
—Está bien, iré sólo, quiero pensar. Ve tú a casa.
El mayor frunce un poco el entrecejo cuando lo ve levantarse y comenzar a caminar hacia el lado opuesto al que debería ir.
—Ambos vivimos en el distrito Uchiha, no seas idiota —alza un poco la voz, Obito cada vez se alejaba más—. Y vas hacia el lado equivocado.
Obito se detiene, sus hombros lucen caídos y sus ojos no parecen despegarse del suelo frente a él. No se voltea, tampoco, pero Shisui sabe que sigue llorando.
—Ya no vivo en el distrito Uchiha.
No espera a la respuesta del mayor porque simplemente, ya no quiere escuchar nada más. Sólo se concentra en seguir su camino y avanza lentamente, arrastrando los pies. Sin ánimo de nada.
Shisui suspira por última vez, perdiendo la cuenta de cuántas veces lo habría hecho esa noche debido a su primo y maldice por lo bajo el hecho de que, de nuevo, se iría de la aldea en unas cuantas horas, quién sabe por cuánto tiempo. Intranquilo, decide retomar su camino a casa. Está preocupado por Obito, demasiado.
Y a pesar de que tiene un muy mal presentimiento, decide ignorarlo. Últimamente lo hacía mucho cuando se trataba de Obito. No había ocasión en la que no quedara inquieto luego de hablar con él.
Odiaba admitirlo, pero su primo siempre tenía una nube oscura sobre él y una sombra que lo seguía a todas partes.
Era realmente deprimente.
Y temía que, en algún momento, esa oscuridad que lo rodeaba, lo consumiera por completo.
Déjalo pasar esta vez, Shisui. Pensó para sí mismo. Es Obito y lo conoces bien. No pasará nada.
