CAPÍTULO 2

«¿Por qué me siento así cuando veo a la teniente Hayase? Siempre he pensado que es una mujer insufrible, pero al parecer, Roy tiene razón, ella puede llegar a ser agradable también… Además, verla de civil, la hace lucir más bella aún...» pensaba Hikaru cuando fue interrumpido por Roy.

–¿Cómo así? ¿Es que no van a darse un abrazo? –sugirió Roy, sacando a Hikaru de su ensimismamiento.

«¿Abrazar a la teniente? ¿Con ese vestido tan sexy que trae puesto? ¡Eso sería lo mejor que pudiera pasarme hoy! Pero en qué estoy pensando… Debo calmarme, ella es mi oficial superior, no es cualquier chica… ¡pero qué chica! Me tiene fascinado con ese vestido amarillo. Se ve hermosa...» pensaba Hikaru, mientras los demás solo veían que él se había quedado estático.

«¡Definitivamente Hikaru me repele! No sé para qué vine ni por qué acepté la invitación de Roy, que según dijo debía venir para "limar asperezas" con HIkaru porque es muy buen muchacho, muy agradable, muy bla, bla, bla… Si es más denso que el aceite quemado… Ni siquiera muestra interés en recibir un usual abrazo de felicitación por sus logros...» Misa fue sacada de sus pensamientos cuando sintió la presencia de Hikaru, quien se acercaba a ella tímidamente.

El perfume que llevaba Hikaru se hizo perceptible para Misa, quien sintió que la esencia del joven llenaba sus sentidos. «Ese aroma… es delicioso… Huele tan bien...». Ella ya no pudo pensar pues el joven ya estaba tan cerca y cerró el espacio para darle el abrazo que tanto sugería Roy.

Misa sintió los firmes brazos de Hikaru cerrándose en torno a su cuerpo y sus manos se posaron en su espalda. El roce de las manos del piloto encendió las sensaciones de Misa, quien por unos segundos se dedicó a disfrutar ese contacto, antes de cerrar completamente el espacio entre ellos para corresponder al gesto de él.

Mientras tanto, Hikaru comenzaba a sentirse extasiado con el roce de la piel de sus manos con la suave y delicada piel de la espalda de Misa. Inconscientemente, el atractivo militar empezó a acariciar la espalda de Misa, lo que provocó que la piel de ella se erizara y que él sintiera miles de descargas eléctricas. «¿Pero qué es esto que siento cuando me abraza?» pensaba Misa. «¿Por qué se siente tan bien? Si solo estoy abrazando a mi oficial superior… a mi muy hermosa oficial superior...» pensaba Hikaru.

–¡Bueno! No se van a quedar todo el rato así, ¿verdad? –dijo Roy–. Misa, nosotros también queremos darle su abrazo al chico estrella –añadió el piloto con una coqueta sonrisa–.

–Déjalos, Roy. Es la primera vez que no están peleando y tú quieres separarlos –refutó Claudia mientras le guiñaba un ojo al rubio piloto.

Roy entendió la seña de Claudia, así que decidió dejarlos tranquilos, pues podían notar que entre Hikaru y Misa había una química especial. Hikaru estaba tan absorto en el abrazo con Misa que no puso atención a las palabras de Roy, sin embargo, Misa había escuchado todo y fue ella quien terminó el abrazo con una felicitación.

–¡Felicidades, teniente Ichijyo! –dijo la bella teniente–. Espero haya tenido un gran día.

–Gracias, teniente Hayase… Creo que ha sido uno de los mejores días de mi vida –respondió Hikaru, viendo fijamente a la teniente.

–¿De los mejores? –preguntó ella.

–Sí… Estoy con mis mejores amigos, recibí un ascenso, medallas y un regalo espectacular…

Misa no sabía cómo interpretar las palabras de Hikaru, al decir que estaba con sus mejores amigos «¿Será que Ichijyo me está incluyendo en sus mejores amigos? ¿Se referirá a mi regalo cuando mencionó ese regalo espectacular?».

–Oh, eso del regalo no lo sabía, ¿qué es? ¿Qué te regalaron? ¿Quién te obsequió algo? Seguro fue Minmay, viejo… ¿Quién más?

–Roy… por favor… –respondió el chico de cabello alborotado.

–No seas tímido, Hikaru. Todos sabemos lo tuyo con Minmay –añadió Roy.

Hikaru volteó nerviosamente a ver a Misa, quien solo observaba la escena sin ninguna expresión en su rostro.

–No es así, Roy. No hay nada entre ella y yo –respondió Hikaru a manera de defensa.

–¡Vaya! Si no es ella, entonces mi hermanito se ha convertido en un conquistador, seguro ese regalo te lo dio una admiradora.

–No… –respondía Hikaru con timidez.

–Entonces… ¿Alguna bella chica?

–Sí… más que bella… –contestó el chico con una sonrisa en su rostro y su voz cambió a un tono más suave.

Los ojos de Misa se abrieron al escuchar tal comentario. «Piensa que soy bella… ¿Pero qué me pasa con Ichijyo? Tengo que comportarme».

–Ya deja de molestarlo con tantas preguntas, Roy –dijo Claudia con serenidad–. Felicidades, Hikaru –añadió la morena, dándole un abrazo.

–Venga, viejo, felicidades –dijo Roy, abrazando a su hermano de la vida.

Se sentaron a la mesa. Estratégicamente, Roy hizo que Misa y Hikaru se sentaran juntos, quienes se sentían extraños al tener las sensaciones a flor de piel con la cercanía de sus presencias.

En lo que les traían el menú, Claudia le pidió a Misa que la acompañara al sanitario. Hikaru se levantó de su asiento para ceder el paso a Misa, quien con su elegancia característica, caminó hasta encontrarse con Claudia. Hikaru observaba todos los detalles de su bella oficial superior, que esta noche, parecía ser otra. «Es hermosa, es agradable, si no la conociera, pensaría que es alguna celebridad de moda, luce tan bien...» pensaba el piloto.

–¡Hey, viejo! Ya cierra la boca y deja de comerte con los ojos a Misa. ¿Por qué no la invitas a salir? –dijo Roy.

–¿Eh?

–Hikaru, se nota que Misa te atrae.

–¿Cómo dices eso, Roy? Ella es mi oficial superior.

–¿Y qué? Es una hermosa mujer. Te dije que te encantaría una vez que la trataras fuera del ambiente militar.

–Crees que ella… se fijaría en… alguien como…. –preguntó Hikaru.

La duda asaltó a Hikaru y no acertó a terminar su frase. Pensaba que Misa, al ser la segunda al mando de la nave, nunca pondría los ojos en un piloto como él, que era solo un chico normal. Recordó el nombre que Misa gritaba al ser rescatada de la base Salla. Entonces Hikaru aprovechó la oportunidad para preguntarle a Roy.

–¿Riber? –dijo en automático Hikaru.

–¿Cómo sabes? ¿Por qué lo mencionas? –preguntó Roy.

–¿Quién es Riber, Roy?

–Vaya, Hikaru, creo que conoces a Misa más de lo que imaginaba, Riber es, bueno, fue...

Roy fue interrumpido por el incesante sonido de la llamada entrante del celular de Hikaru, quien hizo un mohín de disgusto pues se volvería a quedar con la duda y acto seguido, contestó su celular.

–Hola, Minmay… –dijo Hikaru con desgano.

–¡Hikaru! ¿Por qué tardaste tanto en contestar? –preguntó la chica quien se notaba eufórica.

–Es que estoy en una reunión con unos amigos –respondió el piloto.

–Oh, ¿tardarás mucho? –volvió a preguntar la impaciente jovencita.

–Sí, apenas acabamos de llegar...

–Bueno, te puedes reunir en otra ocasión. Necesito verte ya –lo interrumpió la chica.

–¿No puede esperar? –preguntó Hikaru con algo de fastidio.

–No, es urgente. Te veo en el mirador del parque, en unos minutos. Adiós –respondió Minmay y colgó sin esperar respuesta.

Hikaru se quedó viendo a su celular. Minmay siempre era como una estrella fugaz, desaparecía por muchos días y después, aparecía aleatoria e intempestivamente.

–¿Pasa algo, hermano? –preguntó Roy con preocupación.

–Era Minmay… Dice que necesita verme con urgencia.

–¿Tiene algún problema?

–No sé, no me dijo nada más.

Roy pudo notar la preocupación de Hikaru por la disyuntiva de quedarse a la reunión o ir con la chica que admiraba, por lo que quiso ayudarle en su decisión.

–Roy… Yo… –dijo Hikaru.

–Puedes irte, Hikaru. Yo le explicaré a las chicas –dijo Roy.

–Es que no sé qué hacer –contestó tímidamente Hikaru–. Organizaste esta reunión para mí...

–Sí, pero la chica que te gusta te necesita… Y siempre acudes a ella cuando te llama… –dijo Roy con sarcasmo–. Hermano… creo que tengo que hablar seriamente contigo y darte algunos consejos.

–Bueno, sí, viejo, pero será otro día. Por ahora me retiro, porque Minmay dijo que me vería en unos minutos –respondió Hikaru con algo de desesperación, pues ya habían pasado algunos preciados minutos.

–Esa chica te tiene comiendo de su mano… –afirmó Roy.

–Me despides de Claudia y de la teniente… Hayase… –mencionó Hikaru, suavizando su voz al mencionar el apellido de su oficial superior.

El tono de voz no pasó desapercibido por Roy, quien ya notaba la conexión entre sus amigos, «Hikaru, Hikaru… Ni tu mismo sabes lo que tienes en tus manos y lo estás dejando ir por la ilusión de una chiquilla que vive en su mundo de fantasía...».

Entretanto, en el sanitario, las chicas sostenían una breve conversación, en lo que se veían en un gran espejo panorámico.

–Te ves hermosa, Misa –dijo Claudia.

–Tú también, Claudia. El color dorado te sienta de maravilla, resalta tu hermoso tono de piel –dijo Misa en respuesta.

–Gracias, amiga. Deberías vestirte así más seguido. Ese vestido amarillo puso en shock al teniente Ichijyo.

–¿Cómo crees?

–¿Es que acaso no notaste cómo te observaba?

–No…

–¡Pero si te comía con la mirada!

–No lo creo, Claudia. Ichijyo solo siente terror al verme.

–Yo no estaría tan segura, Misa. Ya sabes lo que dicen, "del odio al amor, solo hay un paso". El teniente parece muy interesado en ti.

–¿Por qué lo dices?

–Porque no dejaba de abrazarte. ¿Qué no sentiste cómo te abrazó? Te acercó a él con tanta delicadeza…

–Ay, Claudia, ¿qué cosas dices?

–Ya lo verás en cuanto regresemos con ellos…

Ambas chicas regresaron a la mesa, siendo su sorpresa no encontrar a Hikaru. Roy les explicó lo sucedido y que solo quedaban ellos tres.

Minutos después, en el mirador del parque, un taciturno piloto esperaba a la chica que quería verlo con tanta urgencia. Los minutos transcurrían y la joven no llegaba. Hikaru comenzaba a impacientarse. Ya había llamado varias veces a la chica sin recibir respuesta alguna. «Mejor me hubiera quedado en la reunión… No sé cuál sería la urgencia de Minmay. ¿Le habrá pasado algo? ¿Necesitará ayuda? ¿Y si voy al restaurante de sus tíos?», pensaba Hikaru. El joven se puso de pie y justo cuando se dirigía al restaurante chino, Minmay finalmente apareció, después de más de una hora de espera.

–¡Minmay! ¿Estás bien? –preguntó Hikaru con sorpresa.

–¡Claro que sí, tontito! ¿Por qué no habría de estarlo? –respondió ella con una risilla.

–Porque dijiste que era urgente que nos viéramos y tardaste más de una hora en venir –contestó Hikaru–, pensé que te había pasado algo.

–No, para nada. Es sólo que tenía que arreglarme. ¿Cómo me veo?

–Bonita, Minmay.

–¿Es que no notas nada diferente? Me esmeré en arreglarme, por eso tardé y tú no notas nada. ¡Eres tan denso! Mejor no hubiera venido.

–No digas eso. Es que siempre te ves hermosa…

–Cambié mi peinado, tengo un vestido nuevo y nada… Eres caso perdido, no sabes nada de moda.

–Lo siento, Minmay –dijo Hikaru con tristeza–. Y a todo esto, ¿qué es lo que querías decirme con tanta urgencia?

–Ah, sí –contestó la chica con una enorme sonrisa–. Que voy a participar en el concurso de Señorita Macross.

–¿Concurso? ¿De qué?

–¡De belleza! ¿De qué más podría ser? Ay, Hikaru, es imposible hablar contigo.

Repentinamente, una máquina automática vendedora de fotografías se acercó a ellos.

–Hasta la máquina sabe lo bien que me veo y tú como si nada –afirmó Minmay.

–No te enojes, mejor tomémonos una foto.

–Al menos es una buena idea, ya que hoy me veo tan bien –dijo Minmay colocándose a un costado de Hikaru.

Hikaru pagó la foto. La máquina hizo la toma fotográfica y entregó el material impreso.

–Mira, Minmay, te ves hermosa –dijo Hikaru, mientras una idea revolucionaba en su cabeza–.

–¡Sí! Me veo muy bien.

–Nos vemos muy bien juntos… Minmay… yo –dijo Hikaru mirándola fijamente a los ojos–, es decir, ¿qué pensarías si tú y yo fuéramos…? –no pudo terminar la frase–.

–¿Fuéramos? ¿A dónde? ¿Qué me tratas de proponer, Hikaru? ¡Eres un sucio! –dijo Minmay enfurecida.

–No me refería a eso, sino que quisiera que fuéramos novios.

–Para nada, Hikaru. –respondió Minmay riéndose–. Tener novio no está en mis planes todavía y menos ahora que voy a entrar al concurso. Quiero ser famosa. Sueño con ser reconocida por todos, y aparecer en revistas. Quiero comprarme cosas, joyas, ropa, todas esas cosas.

–Ya veo, Minmay.

–Me voy, solo quería decirte del concurso, para que me apoyes con tu voto y que le digas a tus amigos que me apoyen también –dijo la chica coquetamente–. ¡Adiós, Hikaru! –se despidió la joven mientras se retiraba intempestivamente–.

–Adiós, Minmay… –respondió Hikaru sin que la joven lo escuchara, pues ya se había perdido entre uno de los senderos del parque–.

Hikaru se quedó estático, observando la foto que acababan de tomarse. «Minmay… Siempre has sido así, te apareces y desapareces en un segundo… Quería que fuéramos novios pero creo que solo me ves como amigo… No me dolió tu rechazo porque ya me lo esperaba. Misa es tan diferente a ti. ¿Misa? ¿Por qué estoy pensando en ella?» decía Hikaru para sí mientras guardaba la foto en uno de los bolsillos de su chaqueta.

El piloto continuó caminando lentamente por los senderos del parque, aún inmerso en sus pensamientos, cuando a lo lejos, alcanzó a visualizar una fina figura que estaba sentada en una banca, en medio de la soledad y tranquilidad de aquél sitio. «Vaya, creo que hoy no soy el único al que lo han dejado esperando… ¿Cuáles serán las razones por las que un chico podría dejar esperando a una chica? Y más, a una chica tan bella como ella… como...» y entre más se acercaba, Hikaru se sorprendía más de ver a aquella hermosa mujer. Él caminó hasta quedar a unos pasos de la banca donde ella estaba sentada.

–¿Teniente Hayase? –preguntó Hikaru sorprendido.

La atractiva militar estaba sumida en sus pensamientos. Al oír la voz de Hikaru, levantó su cabeza hacia él y esbozó una leve sonrisa.

–Teniente Ichijyo…

–¿Qué hace usted aquí? –preguntaron ambos al mismo tiempo y comenzaron a reírse.

–Yo… –volvieron a decir al unísono– Usted primero –repitieron en sincronía y se sonrieron–.

–Las damas primero… –mencionó el piloto.

–¿Qué lo trae por estos lugares, teniente? Roy nos dijo que le había surgido una emergencia con… ehm… una chica. ¿Su novia, quizá?–preguntó Misa.

–Bueno, teniente, surgió un imprevisto con una amiga. Es solo una amiga, no es mi novia –respondió Hikaru que por algún motivo, quiso dejar claro que no tenía novia.

–Ya veo –dijo Misa–. Quizá haya sido muy urgente que ya no pudimos festejarlo.

–Lo siento, teniente –respondió Hikaru apenado.

–¿Gusta sentarse, teniente Ichijyo?

–Claro, teniente Hayase.

–Puede llamarme Misa, no estamos en servicio.

–Está bien… Misa…

Hikaru no podía dejar de observarla. Se veía tan delicada, fina, atractiva bajo esa luz del farol del parque. Su leve maquillaje y ese vestido amarillo hacía resaltar la belleza que se ocultaba detrás del uniforme militar. Su cabello levantado dejaba ver su delicado cuello, sus clavículas y la silueta de sus hombros. En efecto, la siempre formal teniente Hayase era una preciosidad.

Misa perdió su vista en los terrenos del parque. Ella tenía miles de pensamientos en su cabeza, por eso era que buscó la tranquilidad de ese sitio a esa hora, para aclarar sus ideas, hasta que el teniente Ichijyo la sacó de su ensimismamiento.

–¿Misa?

–¿Sí?

–¿Por qué está usted aquí y no en el restaurante con Roy y Claudia? ¿Tan rápido terminaron de cenar?

–Es que… me retiré… –contestó Misa con timidez.

–¿Por qué? ¿Qué pasó?

–Bueno, como tú ya no estabas… pues… quise darles privacidad y que disfrutaran como pareja –respondió ella y volteó a ver a Hikaru.

–Entiendo –afirmó el piloto viendo a los hermosos ojos verdes y dirigió también su mirada a los labios de ella–. A mí me pasa lo mismo cuando estoy con ellos. No me dicen nada pero siento que les interfiero en su idilio. Así que prefiero alejarme y dejarlos solos.

–Entonces, tenemos otra cosa más en común –dijo Misa–, además de las peleas.

–Misa… lo… siento…

–Disculpe, teniente, no debí decir eso.

–Puede llamarme Hikaru, no estamos en servicio –respondió el piloto con una tímida sonrisa.

–Hikaru…

Escuchar su nombre con la voz de ella, hizo estremecer al piloto «¿Por qué tengo estas sensaciones con ella?» pensó pero decidió hablar.

–Misa… quisiera preguntarle algo…

–Adelante, Hikaru.

–¿Quién es Riber? –preguntó Hikaru de tajo.

–¿Por qué me pregunta por él? –cuestionó Misa sorprendida.

–¿Es algún familiar que estaba en la base Salla? –seguía preguntando Hikaru.

–No, él era… mi… bueno… es difícil de explicar –respondió Misa.

Los ojos de ella se entristecieron inmediatamente y no pudo sostener su mirada hacia los ojos del piloto, quien no sabía por qué necesitaba saber más y más de su oficial superior.

–¿Novio? –continuó él.

–Pues…

Misa se vio interrumpida por un sonido extraño y abrió sus ojos sorprendida, mientras Hikaru comenzaba a sonrojarse.

–¡Vaya! Alguien tiene hambre… –dijo ella.

Hikaru se llevó su mano a la nuca y a su cabeza, en señal de nerviosismo cuando escuchó una réplica de ese sonido estomacal, pero ahora no provenía de él.

–¡Creo que alguien también tiene hambre! –respondió él entre risas.

–Sí –contestó Misa apenada.

–¿No ha cenado, Misa?

–No… Cancelé mi orden en el restaurante y me retiré.

–¿Quisiera cenar? Yo invito.

–Gracias, sí, pero… ¿Crees que haya algo abierto?

–Es viernes, ¡claro que hay varios lugares abiertos! –dijo Hikaru–. ¿Qué tipo de lugar le gustaría?

–Pues… Algo tranquilo, acogedor… –respondió Misa pensativa.

–¿Algún tipo de comida en especial?

–Quizá algunos bocadillos o comida italiana.

–Ya tengo una idea, venga, teniente.

–Misa.

–Sí, Misa, venga conmigo…

–Fotografía, ¿quiere una fotografía? –repetía una máquina de fotografías que se había acercado a ellos.

–Parece que hoy es el día de las fotos –dijo Hikaru, recordando la foto que minutos antes se había tomado con Minmay.

–¿Por qué lo dice, Hikaru?

–Por que… bueno, si gusta, podemos tomarnos una foto…

–Está bien, pero que sean dos. Una para usted y otra para mí, yo pago.

–¡Oh, no! Los caballeros siempre pagamos –dijo Hikaru, apresurándose a colocar las monedas en la máquina de fotografía.

–Sonrían y mueva su mano hacia la pantalla cuando estén listos –repitió la máquina.

–Y bien… no sé de qué forma ponernos –dijo Hikaru apenado.

–Mmm… Qué le parece si nos ponemos de pie y por un momento imaginamos que somos modelos guapos y encantadores, solo posamos y ya –respondió Misa sonriendo.

–Este… No sé cómo hacer eso…

–Solo póngase de pie, Hikaru.

Ambos se levantaron de su lugar, Misa se acercó al brazo izquierdo de Hikaru y lo envolvió con sus largos y delicados brazos. Ella giró un poco su cuerpo para quedar ¾ frente a la cámara. Hikaru la observaba con atención. Se veía tan bella. Misa interceptó la mirada de él y le sonrió con naturalidad.

–¿Está listo?

–Creo que sí…

–Sólo sonría, justo con esa sonrisa… Se ve usted muy bien –le dijo Misa con una coquetería natural.

«Claro que se ve bien. El tono azul rey de su camisa hace maravillas con el tono azul de sus ojos. Tiene una piel bronceada natural, nariz afilada y labios… labios delicados, carnosos, bien delineados… ¿En qué estoy pensando?».

–Bueno, ahí va… –dijo Misa, sonriendo y moviendo su mano hacia la cámara.

La máquina de fotografía captó la señal y comenzó el conteo para tomar la foto.

–10… 9… 8… –se escuchaba decir al robot–. 7… 6… 5...

En un movimiento intempestivo, Hikaru liberó su brazo del abrazo de Misa, quien se desbalanceó y se sostuvo casi abrazando al piloto en el pecho de éste, mientras que él, posó su brazo recién liberado en la sexy espalda de ella. No hubo tiempo para pensar más pues enseguida la máquina fotográfica emitió el flash, hizo la toma, procesó la imagen e imprimió las fotos. Hikaru se acercó a recogerlas, sin dejar de abrazar a Misa.

–¿Cómo salimos? –preguntó Misa con curiosidad.

Su pregunta la extrañó hasta a ella misma, pues nunca le habían preocupado los cánones de belleza, pero esta vez fue un impulso hacer ese cuestionamiento. Tenía bastante tiempo que no se tomaba fotos y mucho menos, con un chico. «La última y única foto que me tomé con un chico fue con… Riber...» pensaba la atractiva militar cuando fue sacada de sus pensamientos por la voz de Hikaru.

–Creo que… Salimos bien… –respondió tímidamente el chico–. Muy bien, diría yo –añadió con una sonrisa–. Mire…

Hikaru acercó las fotos hacia Misa, quien aún seguía abrazada de él. El delgado cuerpo de la militar envolvía el costado izquierdo del muchacho, su mano derecha posaba sobre la espalda del piloto y el brazo izquierdo seguía sostenido sobre el pectoral de él. Ambos parecían no darse cuenta de la situación y permanecían abrazados, como si fuera algo común en ellos. Misa quitó su mano del pecho de Hikaru para alcanzar la foto. Hikaru sintió como si algo le faltara, aunque sólo había sido por unos segundos en que Misa había posado su mano sobre su pecho. «¿Qué me pasa con usted, teniente? Es la persona más insufrible del universo y sin embargo, me siento tan bien a su lado. Creo que verdaderamente me siento tan solo como para añorar la compañía de la teniente Hayase, el terror de la milicia.»

–Tiene razón, Hikaru, esta toma nos benefició mucho –dijo Misa con una sonrisa–. La forma en que puso su mano en el bolsillo lo hace lucir enigmático y atractivo…

«¿Atractivo? ¿En verdad le dije eso? Debí haberme guardado ese comentario para mí» pensaba Misa pero oyó que Hikaru comenzaba a hablar.

–Muchas gracias, teniente –respondió Hikaru con voz suave–. Y qué decir de usted, luce encantadora con ese vestido amarillo…

«¿Encantadora? ¿Le dije encantadora? Espero que no me coma vivo y esas sean mis últimas palabras...» pensaba el piloto, mientras que la teniente también pensaba en ese comentario «¿Escuché bien? ¿Me dijo encantadora? Bueno… Al menos "encantadora" es mejor que "la vieja esa"...». Los ruidos extraños de sus estómagos sacaron a ambos jóvenes de sus cavilaciones.

–Creo que necesitamos comer algo, Hikaru…

–Sí, teniente, es decir, Misa. Venga por aquí…

Tomaron un taxi y llegaron a un tranquilo restaurante italiano, con iluminación de color amarillo cálido y mobiliario acogedor. El sitio se encontraba lejos del bullicio del centro de la ciudad. Se sentaron en una de las mesas más privadas. Hikaru ayudó acomodando la silla para que Misa se pudiera sentar con facilidad, gesto que ella le agradeció. Se sentaron uno frente al otro.

El silencio comenzaba a apoderarse de ellos dos que solo se veían y sonreían. Misa inició la conversación.

–¿Cómo es que conoce de este sitio, Hikaru? Es muy agradable y tranquilo.

«Quizá es aquí a donde trae a sus conquistas… No lo dudaría, con esa cara de niño encantador y esos enormes ojos azules, nariz afilada y esos labios carnosos tan besables, puede conquistar a cualquiera. ¡Bueno, ya! Dejaré de pensar tan negativo de él. Algo bueno debe tener para que Roy lo quiera como un verdadero hermano. Labios carnosos besables, mmm, sí que están besables… ¿En qué estoy pensando?» decía Misa para sí cuando el chico comenzó a hablar.

–Pues… Antes de que me decidiera a entrar a la milicia, tenía tiempo libre y solía salir a caminar y recorrer las calles de la ciudad. Así encontré este lugar, es muy tranquilo y la comida es deliciosa. A pesar de que haya gente, los comensales se mantienen en calma, hablando en voz baja –dijo Hikaru–. Es lo que me gusta de aquí, la paz y quietud.

–Sí, se ve un lugar excelente. Espero que la comida sea igual –dijo Misa llevándose una de sus manos a su estómago.

–¡Lo es!

–¿Puede recomendarme algo? –preguntó Misa mientras estaba leyendo el menú–. La comida italiana me encanta, no sé qué elegir… Tengo tantas ganas de comer que todo me apetece.

Hubo un silencio… Hikaru estaba absorto observando a Misa. Ella levantó su cara, dejó de ver el menú y dirigió su mirada a Hikaru.

–¿Hikaru? ¿Qué sucede? –preguntó ella.

Lentamente, Hikaru esbozó una sonrisa y fijó sus ojos en los ojos de Misa.

–Es solo que me sorprende que la primer oficial de la nave, me esté preguntando qué elegir –respondió Hikaru.

–¿Cómo? No comprendo el punto…

–Sí, es decir, que usted, siendo tan importante, elegante y refinada, le esté preguntando su opinión a alguien como yo, un simple y recién egresado piloto de combate...

–Hikaru… Obviamente, en la estructura militar, yo soy la segunda al mando… –respondió Misa.

Hikaru se sintió apenado y bajó su mirada hacia el menú. Misa acercó su mano hacia la de él, sujetándola unos segundos que fueron electrizantes para ambos. Esa sensación fue nueva para ella por lo que instantáneamente terminó el contacto con el piloto. Hikaru volvió a mirar a Misa. Ella le sonrió.

–Sin embargo, ahora estamos fuera de la milicia. Soy Misa y no soy terrorífica, como todos piensan.

–Nada más alejado de la realidad, usted es tan… herm –intentó decir el piloto.

–¿Podría tomar su orden? –preguntó la asistente del restaurante,

–Ehm… sí, sólo que aún no he decidido qué –respondió Misa.

–Misa, el panini con peperoni, es delicioso –afirmó Hikaru.

–Bien, quiero ése, un panini con peperoni –dijo Misa como una niña pequeña.

–Yo también ordenaré lo mismo –mencionó Hikaru.

–¿De tomar?

–Para mí, una petite cola –dijo Hikaru, apenándose inmediatamente –. Disculpe, Misa, ordene usted primero.

–Está bien, Hikaru, yo también tomaré una petite cola.

En lo que esperaban a que les trajeran su pedido, Hikaru se veía inquieto.

–¿Pasa algo, Hikaru?

–Sí… ¡No! Bueno… es que… no sé… quisiera…

–No le entiendo, Hikaru… ¿Qué quisiera?

–Preguntarle algo, si no le molesta.

–Bueno, si no me dice la pregunta, no sé si me molestaría.

Hikaru tomó valor de donde pudo, para preguntarle la duda que lo carcomía desde que la rescató de la base Salla, en Marte.

–Es que sigo sin saber… ¿Quién es Riber? –preguntó Hikaru sin reparo.

Misa abrió sus ojos sorprendida y sintió que su corazón se aceleraba.

–¿Cómo es que sabes ese nombre? ¿Por qué me lo preguntas nuevamente? –cuestionó Misa al piloto.

–Usted lo dijo cuando la rescataba de la base en Marte. Gritaba ese nombre una y otra vez –respondió Hikaru–, supongo que significa alguien importante en su vida. Tan importante como para querer perder su propia vida.

–Hikaru, no diga eso… Yo, no… Él no… Ya no existe, ya no importa… –respondió Misa con tristeza.

Su respuesta pareció no convencer a Hikaru, quien no sabía por qué, sentía una daga en su corazón que le dolía... Le dolía y mucho, saber que en la vida de la estoica Misa Hayase había un hombre importante por el cual ella deseaba abandonar todo, incluso su vida. «Tengo que averiguarlo. No sé por qué, todo esto es tan confuso para mí, pero quiero saber todo de usted, teniente Hayase. ¡Todo! Y no voy a descansar hasta conseguirlo» pensó Hikaru, quien continuó con la conversación.

–Misa, yo estuve ahí, usted no quería salir de la base ni mucho menos, ser rescatada. ¡Usted quería quedarse ahí y desaparecer junto con la base! –exclamó Hikaru.

–¡Sí! ¿Para qué regresar a una nave donde sólo me espera otra misión o donde soy el terror para tanta gente o donde mi vida solo gira en dar instrucciones de vuelo para que los pilotos resguarden su propia vida? –respondió Misa, tratando de no elevar el tono de su voz.

–Misa… –dijo el piloto.

Ahora fue Hikaru quien tomó la mano de Misa entre la suya, pero a diferencia de Misa, él no la soltó, sino que la sujetó con más fuerza.

–No diga eso, usted es una mujer muy valiosa. Los pilotos hablamos por hablar y muchas veces no comprendemos todo el trabajo que usted hace por preservarnos sanos y salvos allá afuera. Usted es nuestros ojos. Por favor, nunca vuelva a sentirse así –respondió Hikaru con sinceridad–. Hay gente que la apreciamos, en verdad.

–¿Usted?

–Sí, yo…

–Pero si usted sabe cómo es que nos llevamos… Como agua helada con aceite hirviendo… –dijo Misa–. A excepción de hoy… Que curiosamente no hemos discutido y hemos conversado de forma civilizada.

–¿Me está diciendo cavernícola? –preguntó Hikaru con una sonrisa pícara

–Lo dijo usted, no yo –respondió Misa entre risas.

–Ya ve, sí podemos llevarnos bien –mencionó Hikaru–. Haberla rescatado de Marte, tuvo sus beneficios. Creo que nos llevamos mejor.

–Así parece…

–¿Ahora sí me puede decir quién es Riber?

–Hikaru yo…

–Bueno, si es muy personal, no me cuente, Misa. No quiero incomodarla.

–No es eso, solo que es una larga historia que trataré de resumirla en algunas palabras…

Antes de hablar, Misa tomó aire. Hikaru la observaba detenidamente. Veía las hermosas facciones de Misa, su forma de hablar, sus expresiones, no perdía detalle de ella. Era tan diferente a Misa, la militar.

–Riber, fue alguien a quien quise mucho. Podría decirse que fuimos como novios adolescentes, pero más bien éramos unos niños que nos gustábamos y pasábamos mucho tiempo juntos.

–Entiendo que fue algo así como su primer amor, ¿su amor adolescente?

–Sí, amor adolescente y … bueno, prefiero no entrar en detalles –dijo MIsa–. Él entró a la milicia, lo asignaron a la base Salla, en Marte. Antes de irse, dijo que regresaría por mí. Pero el día en que regresaban a la Tierra, su transbordador fue atacado por fuerzas anti UN y… no hubo sobrevivientes.

Hikaru sostuvo la mano de Misa con sus dos manos, brindándole apoyo de esa manera.

–Comprendo todo, Misa. Discúlpeme por hacer que recordara un tema así.

–No se preocupe… Desconozco por qué, pero me dio confianza de contárselo.

–Gracias.

Así, transcurrió la cena entre pláticas amenas y algunas notas de humor. Disfrutaron de los paninis que estaban deliciosos. Misa preguntó algunas cosas sobre la infancia de Hikaru y él le contó algunas vivencias.

Regresaron caminando a la zona de dormitorios. Hikaru se sentía extraño al caminar al lado de Misa. La veía embelesado y pensaba que a ella le daría pena que los vieran juntos, sin embargo, eso no parecía importarle a la teniente. Se encontraron a algunos militares que saludaban a Misa, ella les correspondía el saludo y seguía actuando con naturalidad hacia Hikaru.

Finalmente, llegaron al área de los dormitorios femeninos.

–Creo que aquí me despido –dijo Hikaru.

–Muchas gracias por la velada, Hikaru. Estuvo encantadora –dijo Misa.

–Muchas gracias a usted, Misa. Sin su compañía, nada hubiera sido lo mismo –mencionó Hikaru–. Que pase buenas noches.

–Buenas noches también.

Ambos se sonrieron y se quedaron viéndose a los ojos. Ninguno de los dos se movía, era como si estuvieran paralizados mirándose uno en los ojos del otro.

Intempestivamente, Hikaru se acercó a besar la mejilla de Misa. Con el contacto, ambos sintieron miles de hormigueos desde la cabeza a sus pies. Hikaru le sonrió a Misa y se retiró. A lo lejos, él volteó y agitó su mano para despedirse a la distancia.

«¿Me besó? ¿Ichijyo me besó?» pensaba Misa mientras se llevaba su mano a la mejilla que aún conservaba el calor del beso depositado por el muchacho y en sus labios se dibujaba una tímida sonrisa.

«¿La besé? ¡Sí! ¡Besé a la teniente Hayase! Ese beso vale más que todas las medallas al valor juntas» decía Hikaru para sí, mientras en el trayecto a su habitación, él recordaba la suavidad de la piel de Misa sobre sus labios, lo que provocó que acelerara su paso gustoso, como si fuera un niño que acababa de recibir un premio.

Así, la estoica Misa Hayase se quedó pensando en lo agradable que puede ser cierto piloto desobediente y éste a su vez, comenzaba a interesarse por su oficial superior.

Continuará…

Notas de autor:

¡Qué tal! Comparto el segundo capítulo de este fic ubicado en el universo Macross, pero con pasajes diferentes, teniendo como protagonista a la pareja Hikamisa (Thanks, Maonome!).

El fic está en sus inicios y como su título lo indica, depara muchos caminos extraños que la vida puede ofrecer a Misa y Hikaru.

Gracias por los comentarios que han enviado y también por los futuros reviews.

Saludos a todos.