Ahsoka Tano.

Sabía que sería difícil de encontrar, pero no hasta qué punto. Los meses pasaban y mi impaciencia crecía mientras decenas de heraldos iban y venían por todo el reino, sin noticias de ella o donde pudiera localizarse. Todo lo hice con la mayor discreción, pues no podía arriesgarme a que la gente se enterara de que estaba en busca de una de las grandes hechiceras de la Antigua Creencia. No fue barato, pero no solía tocar nada de la herencia que la princesa y el padre Luke me habían dejado. Además, era para una causa noble.

Justo cuando el último jinete llegó a la puerta del castillo, con la misma negativa que los anteriores y cuando mi ánimo ya estaba por los suelos, ella llegó a mí.
Yo la conocía solo por lo que el Padre Luke me había contado sobre ella, hacía mucho tiempo, cuando recién comenzaba mi formación en las antiguas escrituras. Dijo que la mayoría la conocía como una hechicera, devota seguidora de la Antigua Creencia, pero él se refirió a ella como una guerrera, como una gran mujer que había conocido la crudeza de la batalla y la desilusión de la traición, que había estado al borde de la muerte por luchar por la justicia y que la el mundo jamás le había reconocido como merecía.

Ahsoka Tano llegó sigilosamente, ni siquiera mi fiel sabueso, Bebé VIII, la oyó entrar a la vieja mansión. Todos los sirvientes llevaban horas dormidos, pero yo, como casi siempre, estaba en vela por culpa de las pesadillas.

Un rayo iluminó mi pequeña habitación en penumbras, que no era la principal de la casa (no me sentía capaz aún de ocupar el que había sido el espacio privado de Leia) y una figura se dibujó en el rincón más alejado. Tendría unos sesenta o setenta años, pero era hermosa, imponente, con un cabello azulado, casi blanco. Supe que era ella desde el momento en que la luz de la descarga eléctrica la descubrió en mis aposentos.

—Durante los últimos meses me ha llegado el rumor que cierta dama pregunta por mi paradero. — me dijo con una voz melodiosa pero directa. —Al principio decidí ignorarlo, pero la insistencia hizo que mi curiosidad fuera más fuerte.

No puedo negar que me asustó lo suficiente como para que mi corazón latiera como caballo desbocado, pero pronto la emoción superó cualquier miedo que pudiera haber despertado dentro de ella.

—Lady Ahsoka, no se hubiera molestado en venir, yo hubiera podido verla donde me indicara. — me levanté de la cama y me puse rápidamente la bata sobre el camisón.
—Jajajaja... deja las formalidades, que de Lady no tengo nada. — se movió del rincón y tomó la jarra de agua fresca que siempre conservaba cerca. — ¿No tienes algo más fuerte que simple agua?
—Si gusta, puedo pedir a los sirvientes que le traigan algo, incluso de cenar. — me apuré hacia la puerta pero me detuvo inmediatamente.
—Olvídalo, mi estancia será breve... y soy simplemente Ahsoka. — me sonrió con sinceridad y eso me dio confianza. — ¿Cuál es tu asunto conmigo? ¿A qué debo la frenética búsqueda de la que fui objeto?

Quería ir directo al grano, pero me arriesgaba a que se negara y desapareciera en la nada, tenía que escoger perfectamente mis palabras.

—Ahsoka, tenemos una conocida en común, Maz Kanata. Ella me aconsejó que hablara contigo sobre un asunto en el que eres experta. — me agaché y abrí el viejo baúl en el que guardaba mis cosas y empecé a buscar algo en él.
— ¡Maz Kanata! Esa vieja sin vergüenza es más que una conocida... es casi una madre para muchos, incluyéndome. ¿Qué tienes ahí?— me dijo al ver que ponía el viejo libro de cuero sobre el secreter. —Así que el testarudo Luke lo conservó, ¿eh?— acarició el ejemplar y lo miraba maravillada.
— ¿Cómo supiste que él...?— me apresuré a preguntarle pero nuevamente, me interrumpió.
—Yo le di este libro, o mejor dicho, el granuja me robó este libro.
Tuve sentimientos encontrados ante la falta de formalidad con la que se refirió hacia mi difunto maestro. Ni siquiera su hermana le hablaba con tanta confianza. Mientras pensaba en esto, ella notó el pedazo de papel con anotaciones que hacía de separador en el libro, abrió en la página marcada, leyó el título referente al Mundo entre Mundos y la expresión tranquila y amigable que tenía en su rostro, cambió por una seria, adusta y, hasta cierto punto, alarmada.
—Sé lo que intentas hacer. — me dijo firmemente y después cerró el libro. —Lo siento, no puedo ayudarte. Ya no utilizo magia oscura. — caminó hacia la ventana, buscando la retirada. Sentí como el pánico me recorría. No podía dejarla marchar sin antes explicarle mis razones, sin tratar de convencerla. Corrí hacia ella y tomé su mano entre las mías.
—Por favor, Ahsoka. Deja que te explique. — más que una petición sonó como una súplica.
Volteo hacia mí, sin soltar mi agarre. Me pareció ver brillar sus ojos grises, aunque tal vez solamente fue el reflejo de la vela, pero fue como si pudiera ver dentro de mi alma, como si buscara ella en mi mente las respuestas que necesitaba yo darle.
Todo lo que había pasado, desde el momento en que la Princesa Leia me acogió, pasando por mi primer encuentro con el Caballero de la Orden de Ren, después cuando me puse al servicio del Padre Luke para aprender la Antigua Creencia, la guerra, como llegué a conocer a fondo a Kylo Ren, cuando me enteré de que era en realidad el Príncipe de Alderaan, lucha, muerte, desilusión, soledad. Toda mi historia en los últimos cuatro años, como si estuviera leyendo un diario a velocidad del rayo.

Yo lloraba, silenciosa pero abundantemente y ella, también. No hubo necesidad de palabras, Ahsoka lo sabía todo. Sabía las razones que me orillaban a intentarlo.

—Es peligroso. — me dijo por fin.
—Lo sé— contesté.
—Si su alma no encontró la redención, podría volver sin ella. — agregó.
—Es un riesgo que estoy dispuesta a correr. — dije decidida.
—Podría no recordarte, no recordar nada... ser un demonio con otra forma que sólo la sangre saciará. — trató de convencerme.
—Sé que no será así. — solté su mano.
—Hizo mucho daño en este mundo como Kylo Ren. — dijo la verdad.
—No intento traer a Kylo Ren, pretendo regresar a este mundo a Ben Solo, el hombre que me ayudó a vencer al emperador y que dio su vida por mí. — yo estaba convencida de que así era. Así sería. ¿Ella? No tanto. — ¡Ahsoka, por favor! Necesito que me ayudes a traerlo de vuelta. No era su momento, puedo sentirlo, ¡he soñado con eso!— grité de frustración.
— ¿Que has soñado?— preguntó sorprendida.
—Unos días después de la batalla de Exegol, cuando recién llegué a esta casa, comencé a tener el mismo sueño que tengo en la actualidad: Voy caminando por un bosque, está a punto de oscurecer, me siento observada, pero no tengo miedo. Escucho susurros, pero no sé de donde vienen. Una extraña neblina azul se forma y me marca un camino. Escucho que me llama "Rey" gritando a lo lejos. Una mariposa azul aparece y luego una docena más. Revolotean a mí alrededor y escucho nuevamente la voz que me llama. Las mariposas quieren que las siga por el camino de niebla. Los susurros se hacen más fuertes y llego a un gran espejo en medio de la nada. Está cubierto con una tela y lo descubro, más mi reflejo no está ahí, en cambio, está él, el Príncipe Ben; él es que me llama del otro lado del espejo. Veo en su rostro la misma felicidad que vi antes de que dejara este mundo. Extiendo el brazo y él hace lo mismo, estamos casi por tocar el mismo punto cuando despierto. — era la primera vez que se lo contaba a alguien y sentí como si me quitara un peso de mi alma.
—Mariposas mensajeras...— susurró Ahsoka.
—Ahsoka, podrías pensar que mi fantasía se debe a los pasajes del libro, pero no lo estudié nunca tan a fondo sino hasta después de empezar a tener el sueño. — la desesperación me estaba ganando. No quería que pensara que estaba loca. —Es real. ¡Sé que es real! ¡Ben está esperando que yo lo encuentre! ¡Tienes que creerme!— me tiré a sus pies, jalando su vestido. Sé que parecerá muy dramático, pero realmente sentía como era mi única oportunidad y no podía desperdiciarla.
—Es real. Te creo— declaró inmóvil y con más amargura de la que hubiera sido esperado. Después de unos minutos me ayudó a levantarme y secó mis lágrimas con su pañuelo. —Te ayudaré con una condición.
— ¡La que sea!— casi grité.
—Si logra regresar, pero no es el Príncipe Ben, me dejarás matarlo. — no había duda en sus palabras. —No te pediré que lo hagas tú, pero no te interpondrás en mi camino. El mundo no necesita otro demonio suelto por ahí.
Era una posibilidad que tenía que contemplar. Si yo estaba equivocada y el alma de Ben no lograba pasar a este plano, tendría a un Kylo Ren, mil veces más peligroso de lo que hubiera sido antes, pues no tendría la esencia del buen hombre en su interior, que lo había hecho volver por a la luz.
—Está bien. — le dije. —Si es Kylo Ren o algo peor, no me interpondré en lo que tengas que hacer. — un escalofrío recorrió mi cuerpo. Tuve miedo de tener que llegar a eso.
—Debo reunir algunas cosas para el conjuro. Debe estar todo listo para hacerse el primer minuto del primer día del onceavo mes, la noche más oscura. — me dijo mientras tomaba un pedazo de papel y escribía una lista con la pluma que tenía en mi escritorio. —Tú conseguirás esto. No debes de tener mayor problema para hacerlo. Compra todo en diferentes momentos y lugares. Nadie debe sospechar para lo que es. Yo mientras iré al norte por cosas un poco más delicadas.
—El conjuro... ¿tenemos que volver a Exegol?— tenía la duda desde el primer instante. — después de todo, ahí fue donde él murió.
—No. Demasiada ira y destrucción rondan el escondite del Emperador. — se apresuró a contestar, lo cual fue un peso menos para mí. Miró a su alrededor y luego hacia el jardín. — ¿Esta era el palacio de la Princesa Leia?— asentí con la cabeza. — ¿Sabes si él nació aquí?
—Sí, en la habitación principal. — había escuchado la historia varias veces de boca de los sirvientes más antiguos.
—Perfecto. Ese es el lugar. En la noche concordada despacharás a toda la servidumbre y quedaremos solas para traer al joven Solo de regreso. Ahora me voy, no tengo tiempo que perder. — dijo colocándose la capucha de la capa sobre la cabeza.
— ¡Ahsoka! — dije mientras abría la puerta. — ¡Gracias!— dibujó una sonrisa en su rostro y, sin decir nada más, salió de la habitación.