01 – Encuentro Predestinado

La noche se cernía sobre la ciudad; en el puerto las sombras de las grandes estructuras junto a la niebla que se levantaba generaban un aspecto lúgubre y tétrico. La pequeña llovizna también aportaba su parte al aura del lugar.

Un barco de tamaño considerable llego y se amarro al puerto; acto seguido bajaron un puente de madera e instantáneamente una manada de personas de distintas razas se precipitaron fuera del barco de transporte. La ultima en bajarse fue una mujer de estatura mediana: se encontraba cubierta por una túnica blanca con capucha que no permitía ver nada más que sus botas hechas de mitrilo con incrustaciones de gemas y bordes de oro que brillaban aun en medio de la más oscura noche. La mujer extendió su brazo fuera de la túnica mostrando su antebrazo; era de tez blanca y la portaba una hermosa muñequera dorada que se extendía hasta su mano; seguido a esto, ella silbo y de entre la niebla salió una lechuza blanca que se posiciono sobre su brazo.

- Fue un largo viaje, Ascálofo – dijo acariciando al pequeño animal. Este, como si entendiese las palabras, estiro sus alas ante su ama moviendo su cabeza en señal de afirmación – Lo último que te pediré es que vayas y anuncias nuestra llegada en la sede, necesitaremos un lugar donde pasar los días hasta conseguir residencia.

La lechuza se elevó fugazmente y se perdió en medio de la niebla direccionándose hacia el centro de la ciudad; la encapuchada la siguió con la vista hasta que no pude verla más y suspiro diciendo para sí "Creo ya va siendo hora de fundar una familia". Se mantuvo quieta unos segundos para luego moverse con paso firme pero tranquilo hacia la ciudad.


Corre

Era lo único que escuchaba en mi mente, me deslizaba por las pequeñas calles de los barrios residenciales.

Se fue por allá

Rompieron el silencio los gritos de mis perseguidores y podía escuchar como sus pasos se acercaban. Doble a la izquierda, luego a la derecha buscando alejarme de ellos, pero eras persistentes. Más cerca escuchaba sus pasos y gritos, mi corazón latía tanto que estaba por saltarme del pecho, mi nariz se encontraba aun entumecida por el golpe recibido minutos atrás inhabilitando mi sentido del olfato. Doble nuevamente hacia la izquierda y entonces…

*Sizs*

El sonido de una flecha cortando el aire y enterrándose en mi hombro derecho. Caí de espalda al suelo por el impacto profiriendo un grito ahogado.

- Finalmente te alcance, perrito – el hombre que se encontraba frente a mi pronuncia esas palabras; sus ojos estaban llenos de furia y una sonrisa macabra se extendió por su rostro. Colgó el arco en su espalda y saco de vaina en su cintura una pequeña daga – Te hare piel para armadura.

El hombre corrió hacia adelante con la daga. Me incorpore lentamente, la daga se acercaba cada vez más hacia mi pecho; cuando estuvo lo suficientemente cerca, me agache esquivándola por centímetros y utilizando mi mano sana me apoye en el suelo para realizar un barrido. El atacante cayó al suelo y sorteándolo continúe mi carrera.

Mi hombro palpitaba, la sangre emanaba de la profunda herida y ardía como un incendio. Sin retirar la punta de la flecha del pecho para evitar que la sangre saliese con mayor velocidad, rompí la flecha casi en la punta para que solo quedara eso como un tapón de la herida. De repente, mi viste se empezó a nublar…

No me jodas que… ¿Veneno?

Efectivamente, la flecha que se encontraba clavada tenía algún tipo de veneno y era muy tarde, el veneno ya corría por mi cuerpo mientras mi cuerpo empezaba a entumecerse. Corrí lo más rápido que pude, tenía que encontrar un lugar donde esconderme antes que sucumbiera completamente al veneno y los atacantes me alcanzaran de nuevo.

Divise una ventana abierta del sótano de una casa. La ventana se encontraba a la altura de mis tobillos, pero era lo suficientemente amplia como para que me deslizase por ella. Frene frente a la ventana, haciendo el mayor esfuerzo me tire de espaldas al suelo y comencé a deslizarme dentro; tuvo que usar ambos brazos, el dolor de la herida era insoportable, pero finalmente entre completamente.

El sótano era una sala grande, con múltiples muebles viejos y cajas de gran tamaño. Tenía una escalera de la cual provenía una tenue luz, asumí que todavía quedaba gente despierta en la casa por lo que me deslicé en la pared hasta el suelo intentando hacer el menor ruido posible. Mi cabeza me explotaba, la adrenalina y el miedo me consumían por completo, mi conciencia me iba a dejar en cualquier momento. Mire la herida, un rio de sangre salía de mi hombro; tantee la zona con la yema de mis dedos y una electricidad recorrió todo mi cuerpo dándome conocimiento de que la herida realmente era grave y profunda, la punta de la flecha aún se encontraba clavada, sabía que si la retiraba solo aumentaría el ritmo del sangrado. En medio de la penumbra del sótano, busque con la vista algo que me pidiese servir para cerrar la herida, pero fue en vano.

Me mantuve en silencio esperando pacientemente. El silencio parecía pesar sobre mis oídos hasta que los pasos de un grupo de hombres rompieron el ambiente.

- Siguen buscándolo – ordeno un hombre – Cada rincón de la ciudad, no dejen que se escape sino el jefe nos matara. Quiero cada centímetro del distrito cubierto, ahora… ¡Muévanse idiotas!

Escuche se separaban y los pasos se perdían en distintas direcciones. Me mantuve a la espera durante varios minutos por si quedaba algún rezagado y cuando estuve seguro de salir, comencé a levantarme usando la pared como soporte. El mundo giraba alrededor mío, casi pierdo el equilibrio en medio de la acción si no fuese por la pared; el veneno se hacía sentir entumeciendo cada uno de mis músculos, cada movimiento era una oleada de dolor y esfuerzo. Mire por la pequeña rendija por la que había entrado hacia la calle, no se veía nada más que las pequeñas gotas de lluvias caer, con un pequeño pero doloroso impulso saque la mitad de mi cuerpo por la ventana. De pronto unas manos me tomaron por los brazos y me lanzaron fuera de mi escondite.

*Stamp*

El impulso me hizo chocar contra la pared de en frente y otra oleada de dolor me invadió con completo.

- La próxima vez que te escondas, procura no dejar un rastro perro idiota – el cazador señalaba la ventana donde había algunas manchas de sangre – Me diste muchos problemas, pequeño, pero ahora se acabó tu suerte.

El hombre corto la distancia entre nosotros y me levanto del pelo acercándome a su rostro, su mirada de furia me atravesaba. Acumulando un poco de mi poca fuerza restante, abrí rápidamente los ojos y le di un puñetazo en la barbilla, haciéndolo retroceder por el impacto. En vano, intente salir corriendo aprovechando la pequeña abertura que generé, pero él se recuperó rápidamente y tomándome desde la espalda por el cuello, paso su brazo alrededor y comenzó a ahorcarme.

- Hasta aquí llegó tu camino - gritó

El hombre apretaba con fueras, yo luchaba para soltar su agarre, pero era demasiado fuerte. Mis ojos se llenaban de desesperación mientras veía como mi vida se escaba de mi cuerpo; todas mis fuerzas se esfumaban, me quedaba sin opciones. Entonces en un acto de valentía, retire la punta de la flecha de mi herida y en movimiento desesperado, la clave en su cuello. El hombre instantáneamente retrocedió atónito llevándose ambas manos a su cuello, me gire para ver la escena: el hombre saco la flecha solo para ver como una catarata de sangre brotaba de ella, la flecha había perforado su arteria principal, intento abalanzarse sobre mí con sus ojos inyectados en sangre, pero cayo de bruces al suelo en un charco de líquido rojo, con buscando algo con sus últimas bocanadas de aire finalmente murió desangrado.

Lo mate…

Sin pensar muchos más en lo que acababa de hacer, comencé a moverme. Cada paso pesaba más, ya no me quedaban fuerzas, usaba la pared para sostenerme, gran cantidad de sangre brotaba de mi herida. La imagen era patética, una persona ensangrentada llenas de cortes se arrastraba por la pared del callejón. Doble a la izquierda saliendo a una calle principal, hice algunos pasos más y entonces me desplomé; mis fuerzas se habían ido y ya no podía caminar. Mis sentidos comenzaron a apagarse y la vista se hizo borrosa, en un último aliento estire la mano como buscando algo, sentí algo duro, me aferre a ello, pero el agarre fue perdiendo fuerzas hasta que finalmente me desmaye y todo fue negro.


La mujer se agacho mirando al cuerpo tendido a sus pies, había que decir que se parecía más a un cadáver que algo vivo, ensangrentado y mojado, la imagen era terrorífica. Sacando las manos de su túnica, lo giro poniéndolo pecho arriba para retroceder por la sorpresa: una gran herida abierta emanaba sangre a la altura de torso.

Se quedó quieta algunos segundos hasta que, retirando su túnica, envolvió el cuerpo en la túnica y lo levanto con ambos brazos para no mancharse. Se incorporó con el cuerpo en manos y caminó calle arriba.