2.
El traslado se realizó al otro día, esa noche me despedí de mi madre, Lionel no volvió a aparecer. Me subieron a un auto negro, imagino que de la empresa familiar, no hablé, solo me recosté en la ventanilla mirando todo y nada a la vez. Las voces en mi cabeza estaban silenciadas. El viaje duró alrededor de una hora, ingresamos en un camino de tierra angosto, los árboles rodeaban todo el paisaje, de lejos escuchaba una vieja canción de Likink Park, el auto tomo un giro a la derecha y apareció ante nosotros un complejo, a la entrada había un letrero que daba la bienvenida a "You First", bien, estaba claro que había llegado a mi futuro.
Estacionamos y nos dio la bienvenida una señora de 40 años aproximadamente, de tez oscura, sus ojos eran saltones y expresivos. El chofer bajó una maleta en la que supongo están mis pertenecías, no me habían permitido ni hacer eso.
-Bienvenida, debes ser Lena- me tendió su mano y la tomé firme. –Soy la Doctora Olsen, puedes llamarme Kelly-
-Ok-
Escuche como se marchaba el auto en el que había venido, inspeccione el lugar, era un complejo bastante grande, a simple vista contaba con cinco establecimientos, todos pintados de blanco, el césped estaba prolijamente cortado, había una cancha de vóley y una piscina en el fondo.
-Debemos entrar- la voz de la Doctora me sacó de mi inspección –Luego haremos un recorrido, ya verás todo-
-Ok-
-¿Cómo te sientes?-
-Bien- entramos al establecimiento principal, Kelly Olsen se acercó a hablar con lo que imagino era la recepcionista y le pidió una carpeta.
-Lena, estarás acá de manera voluntaria, vamos a trabajar juntas para que te recuperes y puedas retomar tu vida normal, el tiempo va a depender exclusivamente de cómo vaya el tratamiento- me tendió una hoja donde estaban mis datos personales y el motivo de mi internación.
-Tienes que firmar este papel- me tendió una lapicera.
Firmé sin leer, ni mirar demasiado, en este momento lo único que quiero es dormir. Comenzamos a caminar por el lugar, me fue mostrando la cocina, el comedor, contaba con un lugar de esparcimiento, me contó que había noches de cine, ese era el establecimiento principal y donde se pasaba más tiempo.
-Ahora vamos a ir a tu habitación, tus cosas ya se encuentran ahí- volvimos al exterior y caminamos por un sendero que lleva al recinto donde imagino estaban las habitaciones. –Compartirás el lugar con una compañera-
-¿Cómo?-
-Si acá, todos duermen de a dos- frené y obligue a que ella también frenara sus pasos.
-No quiero, nunca compartí habitación con nadie, y no quiero comenzar ahora- me cruce de brazos y mi ceño se frunció sin planearlo.
-Lo siento Lena, pero así son las reglas- me dio la espalda nuevamente y comenzó a alejarse.
Resignada la seguí y me adentré en la instalación. El lugar era grande, pero solo había un pasillo que daban a distintas puertas enumeradas. En la puerta número 17 paró sus pasos, y golpeo suavemente. No pasaron dos segundos que la puerta se abrió.
-Adelante- una rubia de ojos celestes nos dio la bienvenida, no sonrió.
-Kara, ella es Lena y será tu compañera a partir de hoy- sus ojos encontraron los míos, nos analizamos lentamente, ninguna habló. Ella dio un asentimiento a La doctora Olsen y se acostó en la que es su cama.
-Lena, esa cama de ahí será tuya, tu maleta está dentro del placard, tienes hasta las doce para acomodarte, después las veo a las dos para comer- dio media vuelta y se marchó.
La habitación era pequeña y estéril, no había una sola pertenencia personal o que le diera vida o color, las dos camas eran de una plaza, y estaban separadas por una pequeña mesita en el medio, enfrente de cada cama había dos placares, todo era color blanco, lo único que hacia contraste éramos mi compañera y yo. Lentamente comencé a sacar mi ropa de la valija y ordenarla en el mueble, podía sentir como los ojos de Kara analizaban cada uno de mis movimientos.
Comenzó a escucharse una campana, y el lugar pareció cobrar vida, del pasillo se sentían risas y murmullos, me giré buscando una respuesta en mi compañera, pero ella solo paso por delante mío y se unió a las personas en el pasillo. No perdí más tiempo y la seguí. Dejamos el establecimiento y volví a entrar en el lugar principal, a simple vista pude ver que éramos alrededor de 50 personas las que vivíamos aquí. Ingresamos al comedor, este contaba con tres mesas largas donde podían sentarse tranquilamente veinte personas en cada una, tome asiento a la izquierda de Kara, no es como si yo le cayera bien, pero era la única persona que conocía. No paso mucho tiempo cuando comenzaron a servirnos la comida. Nadie se sentó cerca de nosotras, las demás conversaban animadamente, los grupos eran variados, pero las edades de todas irían de los dieciocho a no más de treinta años.
Bien echo Lena, tu compañera es una paria social, en un puto psiquiátrico.
A las 13:30 volvió a sonar una campana, y todas comenzaron a pararse pero nadie se movía del lugar. Por la puerta trasera ingresó una enfermera con una lista.
-Bien, las que nombre ahora tendrán la terapia de grupo, las demás deberán alistarse para bañarse- me sentía perdida, hacía menos de cinco horas que estaba aquí y lo único que quería era irme.
-Samantha Arias, Ashley Wilson, Kara Danvers, Lena Luthor, Alice Brigthon y Nia Nal- la enfermera terminó de leer y se retiró, yo no sabía a donde ir, así que me quedé parada estática con el peculiar grupo con el cual me tocaba mi primera terapia.
La puerta principal se abrió y la doctora Olsen apareció con una sonrisa deslumbrante.
-Vamos chicas, es hora de ir al salón- todas comenzaron a seguirla, me uní al grupo en silencio, esto más que terapia parecía que íbamos directo al matadero. Ingresamos a un salón pequeño, donde había siete sillas en círculo, en el medio estaba una mesa pequeña con una jarra de agua y siete vasos plásticos. –Tomen asiento donde quieran-
Todas tomamos asiento en silencio.
-Bueno, hoy se nos une Lena a nuestro grupo, así que espero que le den la bienvenida y se comporten- todas miraron en mi dirección lo cual me hizo encogerme en la silla.
-Vamos a continuar trabajando, Kara hoy es tu turno de contarnos tu historia, Lena la próxima sesión te va a tocar a ti, este es un lugar seguro, donde todas hablamos y buscamos descargar las cosas que nos nublan la razón, lo que elijan contar es decisión de ustedes, pero es importante que lo hagan con honestidad- me removí inquieta, pero agradecí no tener que hablar hoy, no sabría qué decir.
-La semana pasada le tocó a Sam contarnos una parte de su historia, hoy Kara como es tu segunda semana con nosotros es tu turno- miré a mi compañera de habitación que seguía tan taciturna como siempre.
-Ok, bueno, no, no sé qué contarles, no hay nada que decir-
-Kara, empecemos por lo fácil y simple, cuéntanos de dónde eres, que edad tienes, como está compuesta tu familia, algo que nos haga conocerte un poco más, solo eso para empezar- vi como mi compañera se removía inquieta y su mano iba directa a tocarse sus lentes, empezaba a sospechar que lo hacía cuando se ponía nerviosa.
-Bueno, tengo 25 años, vengo de Midvale, soy bioquímica- y eso fue todo lo que dijo, ya empezaba a ver la pérdida de tiempo que era todo este circo.
-Ok, ahora cuéntanos algo más, que te gusta hacer, como pasabas tu tiempo antes, estabas trabajando?-
-Si trabajaba en un laboratorio-
-¿Estabas en pareja?- algo pasó con esa pregunta porque de golpe mi compañera se paró de la silla y apunto con el dedo a la doctora.
-Usted sabe perfectamente esa respuesta, no tiene derecho a preguntar eso-
-Kara cálmate, es importante que puedas hablar de esto, debes sacarlo de tu interior-
-Lo único que voy a sacar es esa sonrisa petulante que tiene en la cara- bueno esto al fin se ponía interesante.
-Kara toma asiento por favor- ella hizo caso, pero su semblante era de total furia y descontrol.
-No quiero hablar de ella-
-Está bien, no hablaremos de ella- la doctora Olsen se paró y comenzó a caminar a nuestro alrededor. –Pero dime porque no quieres hacerlo, solo eso-
-Porque fue todo mi culpa, ella murió y fue mi culpa- Kara comenzó a llorar, sus hombros temblaban y las lágrimas rodaban lentamente por su rostro, Olsen se acercó a ella y la abrazó, las demás veíamos la escena sin pestañar.
-Nada fue tu culpa Kara, los accidentes pasan, y no puedes responsabilizarte por esas cosas-
Mi compañera se separó del abrazo con fuerza y los gritos volvieron.
-¡Claro que fue mi culpa, yo conducía y no parábamos de discutir, usted no estaba ahí, así que no sabe nada!- se paró de golpe y la silla cayó al piso. Kara salió corriendo del salón.
