PENSAR EN TI

Luego de que nos presentáramos, la joven que se encontraba frente a mí continuó hablando; me explicó que se encontraba recolectando frutos y también material para su trabajo en aquella arboleda cercana, y que estaba esperando a Ásmita de Virgo para que la escoltara de camino de regreso al Santuario. Inconscientemente, mi boca se abrió sin pensar y me ofrecí a acompañarla el tiempo que fuera necesario mientras esperaba a su escolta; en ese lapso de tiempo que pasamos juntos, le conté sobre mi gran pasión por la lectura y el conocimiento, y le hablé de la biblioteca que poseía en el Templo de Acuario, que contenía la mayor parte de las grandes obras de la humanidad escritas hasta ese momento, y de la gran cantidad de saber de la civilización que se acumulaba allí. No sé qué fue lo que me impulsó a hablar de esa manera, o a contarle todas esas cosas a la muchacha que recién acababa de conocer, jamás había actuado de esa forma.

La conversación se interrumpió cuando ví que la joven se encontraba absorta mirando algo o mejor dicho, a alguien, que se aproximaba desde la zona de la arboleda; giré la cabeza en esa dirección y me dí cuenta que se trataba de Ásmita. Pude notar que un suspiro brotó de los labios de la joven. El caballero de Virgo se aproximó hacia nosotros,y se disculpó con Natalie por la demora, al mismo tiempo que también me presentaba con la muchacha.

_Sólo le hacía compañía a la señorita Natalie mientras aguardaba tu regreso para acompañarla en su vuelta al Santuario; no es bueno que una joven se encuentre sola por estos caminos tan solitarios, le dije a Ásmita, tras lo cual invité formalmente a aquella muchacha aprendiz del anciano Sanador a pasar por mi Templo y conocer la biblioteca de Acuario cuando quisiera, y acto seguido, me despedí de ella y de mi compañero de armas con una inclinación de cabeza, alegando que debía ir a buscar a Kardia, que se encontraba bajo los efectos del alcohol, y que en ese estado, era bastante difícil de manejar. Desconozco la razón, pero algo me hizo sospechar que el Escorpión tenía mucho que ver con el estado de turbación en el que había encontrado a la joven; tal vez el haber visto la desconfianza en sus ojos fue lo que me llevó a pensar que Kardia andaría rondando por esa arboleda.

Me giré y comencé a caminar en dirección hacia los árboles frutales y al camino que se perdía hacia el interior de aquella zona; quizás este Escorpión descarado se había topado con ella y la había asustado... por los dioses, esperaba que no se hubiera propasado con ella.

Unos minutos después me encontraba frente al Escorpiano, que se había acomodado entre las raíces de un tronco bastante ancho para dormir a sus anchas luego de la pelea en la cantina de anoche; a su alrededor se podían observar varios corazones de manzanas tirados y varias manzanas intactas. Sin dudarlo, me acerqué a él sigilosamente, y le dí un puntapié en las piernas.

_¡Pe-pero qué demonios!!¿Degel?¡Auch, eso dolió! ¿Por qué me despiertas de mi siesta?¡Vete de aquí, necesito dormir un rato!, respondió el Escorpiano con molestia, para luego girarse de espaldas a mí para disponerse a continuar su siesta. _¡Kardia!¿Qué demonios estás haciendo aquí?! ¡Deberías estar en el Santuario!_ , le reclamé, y traté de hacerlo hablar para que me dijera realmente si se había encontrado con la joven que acababa de conocer.

_¡Ya no me molestes y vuelve con tus libros!_ .

No aguanté más que no me contestara lo que quería saber, así que en un arranque de enojo, le pregunté directamente:

_¿Por casualidad no te has encontrado con una muchacha que iba vestida como vestal ?_ .

El Escorpión se incorporó dejando ver su molestia por no poder volver a los brazos de Morfeo, rechistó y luego se decidió a contestar a mi pregunta. _Oh, sí, he visto a una joven muy hermosa caminando por aquí; me dijo que estaba recogiendo hierbas y algunas manzanas...creo que su nombre empezaba con la letra n... Bueno, supongo que eso no es lo importante, jeje ...Déjame decirte que es muy atractiva; podía imaginar sus curvas a través de ese vestido blanco... Se veía como toda una delicia, y al tenerla tan cerca se podía oler que se trataba de una virgen... Sabes que son mi debilidad...Una pena que haya llegado Ásmita para arruinar el momento, sino creo que no hubiera podido contenerme, la habría seducido y... _ , dijo Kardia con lascivia en el tono de su voz al mismo tiempo que esbozaba una sonrisa ladina .

Al escuchar sus palabras, sentí que la cólera se apoderó de mí y me incliné hacia él para tomarlo del cuello con fuerza.

_¿Qué estás diciendo, Kardia?¿Le has hecho daño a esa joven?¡Eres un idiota, es la aprendiz del anciano Sanador del Santuario, y por lo tanto está prohibida para ti!¡No puedes tratar de seducirla como estás acostumbrado a hacer con el resto de las mujeres!Si el Patriarca llega a enterarse de que intentaste seducir a la muchacha te dará un castigo tan severo que los demás que te ha dado te parecerán nada!_ , le grité con furia inusitada, como nunca antes lo había hecho. Kardia se quitó de su cuello mi mano, que continuaba fija en él, mientras me dedicaba una mirada totalmente desprovista de miedo , e incluso desafiante.

_¿Prohibida para mí?¿Y qué me dices de Virgo? Al parecer está muy interesado en quedarse con esa joven para él, porque tuve que aguantarme su sermón amenazante de lo que me iba a ocurrir si se me ocurría tocarla... bah, no me asusta ni él, ni el viejo de Sage!, respondió con suficiencia en sus últimas palabras. En mi interior comenzó a crecer un malestar al escuchar lo que Kardia me había dicho; eso explicaba por qué Ásmita había aparecido también, al parecer llegó en el momento justo para evitar que el desvergonzado del Escorpión se propasara con Natalie. Agradecí a los dioses por eso, pero no podía dejar de pensar en que él podría llegar a tener algún interés de tipo amoroso por ella; no, eso no podía ser cierto, Ásmita vivía recluído en su templo prácticamente, y hacía de su castidad una doctrina de vida, al haberse alejado de los placeres mundanos durante toda su vida.

_¡Pero qué dices, Kardia!No puedes difamar de esa manera al hombre al que consideran el más cercano a Dios_ .

_¡A mí no puede engañarme, sé que lo que muestra al mundo es una fachada, pero por dentro debe ser tan pecador como yo, por eso vive orando en su Templo!¡Esa apariencia de hombre casto no me engaña!¡Estoy seguro de que quiere quedarse con esa doncella para él!¡Ah, pero eso está por verse, no me daré por vencido!¡No hay mujer que pueda resistirse a los encantos del gran Kardia de Escorpio!, exclamó desafiante.

_¡Basta!¡Deja de ver a esa muchacha como si fuera un trofeo que ganar!Ni se te ocurra siquiera tocar alguno de sus cabellos porque te juro por los dioses que lo lamentarás... _ , lo miré amenazante con una mirada gélida, advirtiéndole que no me importaría darle su merecido si se acercaba a la joven. Kardia rechistó y lanzó una carcajada, tras lo cual tomó una de las manzanas que se encontraban a sus pies, le dió un mordisco y se alejó del lugar sin prisa alguna, ignorándome.

Suspiré al verlo alejarse, puesto que ya intuía que definitivamente Kardia iba a ser un problema; sabía que él se había propuesto seducir a Natalie, y cuando algo se le metía en la cabeza, no había forma alguna de quitárselo. Caminé hasta salir de la arboleda para retomar el camino que me llevaba de regreso al Santuario; mientras lo hacía, en mi mente aparecía el rostro angelical de aquella joven, sus ojos castaños y sus largas pestañas, sus delicados labios; la calidez de su piel que pude sentir a través de la tela de su vestido al tomarla de la cintura... y ese aroma a rosas que noté al tenerla cerca de mí y que invadió mis sentidos por completo...

Creo que Kardia tiene razón al decir que es una muchacha muy atractiva, pero lo que más me impactó, es que siendo una mujer fuera la aprendiz del Sanador, ya que normalmente, ese tipo de actividades no son habituales de ver en la mujeres, las cuales son criadas para ser esposas y madres. Pero ella es especial, no es como las demás...

Ha elegido el camino de la sabiduría y el sacrificio para buscar el bien de aquellos que más lo necesitan, y eso, sin duda, es algo de admirar en este tiempo. Sé que le encantará conocer la biblioteca de mi Templo, estoy ansioso de que acepte mi invitación, allí podré continuar conversando con ella sin interrupciones.

Luego de aquel encuentro en la arboleda, los días pasaron y sólo había visto a Natalie de lejos; se la veía muy atareada ayudando al anciano sanador, lo acompañaba a todos los lugares donde tenía que ir a revisar el estado de sus pacientes, y además lo ayudaba en la atención del pequeño consultorio que el anciano había montado en su casa.

Durante ese tiempo, no había podido quitar a la joven de mis pensamientos; cuando cerraba los ojos por las noches recordaba aquel encuentro en que la había conocido y hablado con ella por primera vez. Veía entre sueños su delicada y femenina figura ceñida por el vestido blanco propio de las vestales, que la hacía lucir tan elegante, moviéndose de un lado a otro del Santuario, ayudando a quien requiriera de sus servicios como sanadora. Varias veces me había despertado agitado en la noche, con el pulso y la respiración aceleradas, pensando en cuánto desearía estar cerca de ella, conocerla mejor, cuáles serían sus inquietudes y sus pensamientos...

Me sentía extraño, nunca me había ocurrido algo así, al igual que el ataque de furia que había tenido días atrás con Kardia; sé que mi amigo puede llegar a ser exasperante, pero jamás había llegado a tomarlo del cuello o golpearlo siquiera cuando me sacaba de mis casillas. ¿Qué estaba ocurriéndome? ¿Por qué había reaccionado así? ¿Será acaso que esa joven me atraía?

También había pensado en lo que Kardia había mencionado con respecto a Ásmita, y esa sensación de malestar que había sentido al saber que en aquel día en la arboleda él era su escolta y que la acompañaría al Santuario de regreso... tampoco la había sentido antes. Estas nuevas sensaciones eran algo nuevo y diferente para mí, no podía evitar sentir mi mente agobiada y mi corazón atribulado por el mar de sentimientos que se estaban gestando en su interior.

Al cabo de varios días, una hermosa tarde en la que el sol no tardaría mucho en ocultarse, escuché una voz femenina saludando y pidiendo permiso para ingresar en el Templo de Acuario. Me apresuré en ir hasta la entrada, con mi corazón que había acelerado su ritmo al oír su voz, y al llegar hasta la puerta, la ví. Me miraba con los castaños ojos brillando de expectación y con una sonrisa dulce en sus labios rosados, mientras me saludaba con cortesía.

_Buenas tardes, señor Degel, ¿cómo se encuentra el día de hoy? He terminado mi trabajo con el Sanador y le he pedido permiso para poder venir a visitar su biblioteca, si es posible hacerlo todavía el día de hoy_ , me dijo dejando traslucir la inocencia en su voz.

_Por supuesto, Natalie, pasa por favor, la biblioteca se encuentra por aquí_ , le respondí mientras con el brazo le hacía el ademán de que pasara. La conduje por los pasillos de mi Templo hasta la pequeña sala contigua a la biblioteca, me seguía mirando todo a su alrededor con curiosidad, hasta que divisó las estanterías repletas de libros; entonces dejó escapar una exclamación de asombro, y sus ojos brillaron con avidez al contemplar todos aquellos ejemplares que llevaban años en mi templo.

Podía observar la alegría en sus ojos, como la de un niño al entrar en una juguetería; se veía adorable recorriendo las estanterías, deslizando sus largos y delgados dedos sobre los tomos de libros con delicadeza.

_¡Oh, es maravillosa su biblioteca, señor Degel! ¡Debe de tener miles de libros! ¡Me fascinaría tener una igual!, exclamó Natalie alegremente mientras iba de un lado a otro observando los libros que le llamaban la atención.

_Y puedes venir a visitarla las veces que quieras, así como llevarte el ejemplar que desees; la biblioteca de Acuario se encuentra a disposición de todo aquel que quiera llenar su mente de sabiduría y cultivar su intelecto_ , le contesté al mismo tiempo que sentía mi corazón acelerarse y un ligero rubor subir a mis mejillas cada vez que ella se acercaba a mí, por lo que tuve que girar la cabeza en dirección opuesta para que no se notara el efecto que tenía sobre mí.

Para tratar de salir de esa situación y calmar la sensación indescriptible que se había apoderado de mi persona, le indiqué que tomara asiento en el salón que estaba junto a la biblioteca mientras traía un poco de té. La bandeja con las tazas y la tetera hacían equilibrio en mis manos para no caerse, así que apresuré el paso para volver al lugar donde había dejado a Natalie, que se encontraba hojeando un libro de la sección de historia de Grecia. Pude notar que tenía entre sus manos un ejemplar de "Anábasis de Alejandro Magno", de Arriano, el cual narra las conquistas militares y también aspectos y detalles de la vida del conquistador que no cubren ni se conservan en otras obras. Serví el té en las tazas y le ofrecí una, mientras la invitaba a tomar asiento.

_Veo que tienes interés en la historia además de la medicina, le dije amistosamente . _Si quieres puedes llevártelo para leerlo en tus ratos libres, no hay problema_ .

_¿De verdad?Muchas gracias señor Degel!¡Prometo que se lo devolveré en cuanto lo termine!_ , exclamó con una sonrisa infantil que amenazaba con derretir el hielo que durante años había creado alrededor de mi corazón. Comenzamos a conversar muy amenamente,me contó sobre su pasión por la mitología griega y la medicina, y hablamos sobre nuestros personajes favoritos de la historia, del cual deduje que el de ella era Alejandro Magno.

Aquella tarde pude conocer más acerca de esa joven; podía ver su sencillez, cómo hacía las cosas pensando en el bienestar del otro, no buscando satisfacer una ambición propia. Cuando el sol se ocultó y dió paso a la luna, y Natalie abandonó mi templo luego de una tarde muy agradable, sentí un vacío inexplicable; comencé a sentir la soledad fría de la Casa de Acuario que si bien ya estaba acostumbrado a ella, en estos momentos me incomodaba a tal punto que se me hacía incluso molesto permanecer allí.

En mi mente, volví a revivir aquellos instantes que habíamos compartido juntos, lo bien que me había sentido con su compañía y comencé a pensar en la razón por la cual mi cuerpo reaccionaba de la manera en que lo hacía y por qué me sentía tan nervioso cerca de ella; había leído sobre ello en los libros, pero nunca había experimentado aquel sentimiento: ¿será que lo que estoy sintiendo por Natalie acaso es... amor? ...

CONTINUARÁ...