-Apolo lenguaje- le recrimino Hestia y Apolo solo atino a bajar la cabeza avergonzado

-Bueno y ahora ¿quién va a leer?-dijo Atenea

-Jo déjenme a mí-dijo… Ares para sorpresa de todos-¿Qué? quiero ver que tan humillado acaba sonrisas- dijo con un tono malicioso

-Ey- se quejó Apolo-Esto va a ser largo-susurro

Una niña salida de la nada termina

de abochornarme.

Malditos plátanos.

-En serio ¿Qué tienes con los haiku?- le dijo Ares

Apolo solo atino a encogerse de hombros

No me habían machacado tanto desde mi duelo de guitarra con Chuck Berry en 1957.

-Recuerdo eso- dijo ahogando una risa Hermes

Mientras Cade y Mikey me daban patadas, me hice un ovillo, tratando de protegerme las costillas y la cabeza. El dolor era insoportable. Tenía arcadas y temblaba. Perdí el conocimiento y lo recuperé, mientras la vista se me llenaba de manchas rojas. Cuando mis agresores se cansaron de propinarme patadas, me dieron en la cabeza con una bolsa de basura, que estalló y me cubrió de café molido y pieles de fruta mohosa.

-Apolo-susurro su gemela viéndolo preocupada; mientras algunos hacían muecas preocupados ante lo que le pasaba o pasara a Apolo

Finalmente se apartaron jadeando. Unas manos ásperas me cachearon y me quitaron la cartera.

Mira esto —dijo Cade—. Algo de pasta y un carnet de… Lester Papadopoulos.

Mikey rio.

¿Lester? Es aún peor que Apolo.

-En eso estoy completamente seguro-dijo Apolo- ¿No podas darme otro nombre mas digno que Lester?-pregunto viendo hacia Zeus

-Ni siquiera se bien porque tu castigo Apolo-Dijo el rey de los dramas

Me toqué la nariz, que tenía el tamaño y la textura de un colchón de agua. Cuando aparté los dedos los tenía de color rojo reluciente.

Sangre —murmuré—. No es posible.

-Mierda-pensó la mayoría que fuera tan humano era solo la prueba de que e castigo era de gran grado, las tras veces que había mandado Zeus castigado a un dios al mundo mortal les dejaba algo de su fuerza divina pero ahora no era el caso

Es muy posible, Lester. —Cade se agachó a mi lado—. Y puede que te salga más en un futuro cercano. ¿Quieres explicarme por qué no tienes tarjeta de crédito? ¿Ni teléfono? No me gustaría pensar que todo este esfuerzo ha sido solo por cien pavos.

-Perdonenlo acaba de caerdel cielo-dijo burlonamente Ares auto interrumpiéndose

Me quedé mirando la sangre de las puntas de los dedos. Era un dios. Yo no tenía sangre. Incluso cuando me había convertido en mortal en el pasado, el icor dorado seguía corriendo por mis venas. Nunca había acabado tan… convertido. Debía de ser un error. Una broma. Algo.

Intenté incorporarme.

Mi mano se posó en una piel de plátano y volví a caerme. Mis agresores rieron a carcajadas.

Igual en la sala algunos se rieron al imaginar a Apolo cayéndose por culpa de una cascara de platano

¡Me encanta este tío! —dijo Mikey.

Sí, pero el jefe nos dijo que estaría forrado —se quejó Cade.

Jefe… —murmuré—. ¿Jefe?

Eso es, Lester. —Cade agitó el dedo contra un lado de mi cabeza—. «Id a ese callejón —nos dijo el jefe—. Un golpe fácil». Dijo que te diéramos una paliza y que te quitásemos todo lo que llevases. Pero esto —sacudió el dinero delante de mis narices—, esto es una birria.

-No puede ser coincidencia- dijo Atenea

-Gracias capitana obvia- dijo Poseidón con una media sonrisa

A pesar del aprieto en el que estaba, sentí una oleada de esperanza. Si a esos matones los habían enviado a por mí, su «jefe» debía de ser un dios. Ningún mortal podría haber sabido que caería a la Tierra en ese sitio. Quizá Cade y Mikey tampoco eran humanos. Quizá eran monstruos o espíritus disfrazados hábilmente. Al menos eso explicaría por qué me habían zurrado con tanta facilidad.

¿Quién… quién es vuestro jefe? —Me levanté con dificultad, y me cayó café molido de los hombros. Estaba tan mareado que me sentía como si volara demasiado cerca de los gases del Caos primordial, pero me negaba a humillarme—. ¿Os ha enviado Zeus? ¿O tal vez Ares? ¡Exijo una audiencia!

-Ey yo no uso mortales-dijo Ares-si quisiera molerte a golpes iría yo mismo-

-Aja, entonces como no pudiste con mi yo divino ¿iras por mi yo mortal?- le contraataco Apolo*

Ares solo gruño antes de volver a la lectura

Mikey y Cade se miraron como diciendo: «Jo, qué tío».

Cade recogió su cuchillo.

No sabes captar una indirecta, ¿verdad, Lester?

Mikey se quitó el cinturón —una cadena de bicicleta— y lo enrolló alrededor de su puño.

Decidí reducirlos cantando. Puede que se hubieran resistido a mis puños, pero ningún mortal podría resistirse a mi voz de oro. Estaba intentando decidirme entre «You Send Me» y una composición original, «Soy tu dios de la poesía, nena», cuando una voz gritó:

¡EH!

-De lo que se han salvado- dijo burlón Hermes

-Yo mas bien diría de la que se ha salvado Apolo querido-dijo Afrodita

-Oh vamos como mortal la música de Apolo ha de ser peor-dijo Hermes

-Momentito ¿Cómo que peor?-exclamo ofendido Apolo-mi música mi querido hermano es la mejor de lo mejor…- y con eso iba a empezar un discurso sobre la genialidad de su música pero Ares decidió seguir leyendo

Los gamberros se volvieron. Encima de nosotros, en el rellano de la escalera de incendios del segundo piso, había una niña de unos doce años.

Dejadlo en paz —ordenó.

Lo primero que pensé fue que Artemisa había acudido en mi ayuda. A menudo mi hermana aparecía bajo la forma de una niña de doce años por motivos que nunca he acabado de entender. Pero algo me decía que esa no era ella.

-Si era un castigo no pude haber interferido aunque quisiera cabeza de helio- le dijo Artemisa

-Ey yo creo que quería tener esperanza, uno nunca sabe- dijo Apolo

La niña de la escalera de incendios no inspiraba precisamente temor. Era menuda y regordeta, con el pelo moreno revuelto y peinado a lo paje, y unas gafas negras con forma de ojos de gato y diamantes de imitación brillantes en las esquinas. A pesar del frío, no llevaba abrigo. Su atuendo parecía elegido por un niño de párvulos: zapatillas rojas, mallas amarillas y un vestido de tirantes verde. A lo mejor iba a una fiesta de disfraces vestida de semáforo.

-Creo que necesita clases mias de moda-dijo Afrodita con una mueca de imaginar tal combinación de ropa

Aun así, había una extraña intensidad en su expresión. Tenía el mismo semblante ceñudo y obstinado que mi exnovia Cirene adoptaba cuando luchaba contra los leones.

-Ah Cirene-suspiro Apolo**

Mikey y Cade no parecían impresionados.

Piérdete, cría —le dijo Mikey.

La niña dio una patada en el rellano e hizo temblar la escalera de incendios.

Mi callejón. ¡Mis reglas! —Con su voz nasal de mandona, parecía que estuviera regañando a un compañero en un juego—. ¡Lo que ese pringado lleva encima es mío, incluido el dinero!

-¿No será una hija tuya Ares?- pregunto Dionisio

-Algo me dice que no-dijo Ares

¿Por qué todo el mundo me llama pringado? —pregunté débilmente. El comentario me parecía injusto, aunque estuviera hecho unos zorros y cubierto de basura, pero nadie me prestó atención.

-Me pregunto porque será-murmuro Hera

Cade lanzó una mirada asesina a la niña. El color rojo de su pelo parecía estar pasándole a la cara.

¿Me estás vacilando? ¡Lárgate, mocosa! —Cogió una manzana podrida y la lanzó.

La niña no se inmutó. La fruta cayó a sus pies y rodó inofensivamente hasta detenerse.

¿Quieres jugar con comida? —La niña arrugó la nariz—. Está bien.

No vi que le diera ninguna patada a la manzana, pero la fruta volvió volando con una puntería letal e impactó a Cade en la nariz. El matón se cayó de culo.

Demeter escucho eso interesada después de todo algunos de sus hijos podía controlar incluso restos de plantas y no solo las vivas

Mikey gruñó. Se dirigió resueltamente a la escalera de incendios, pero una piel de plátano pareció interponerse en su camino. El gamberro resbaló y se dio un trompazo.

¡AYYY!

Me aparté de los matones abatidos. Me preguntaba si debía huir, pero apenas podía andar cojeando. Además, no quería que me atacaran con fruta podrida.

La niña saltó por encima de la barandilla. Cayó al suelo con sorprendente agilidad y cogió una bolsa de basura del contenedor.

¡Alto! —Cade se puso a corretear como un cangrejo para escapar de la niña—. ¡Hablemos!

-Pff hombres- dijo la diosa de la caza

Mikey gimió y se puso boca arriba.

La niña hizo un mohín. Sus labios estaban agrietados. Tenía una pelusilla morena en las comisuras de la boca.

No me caéis bien —dijo—. Debéis iros.

¡Sí! —asintió Cade—. ¡Claro! Solo…

Alargó la mano para coger el dinero desperdigado entre el café molido.

-Idiota-dijo Hades- es obvio que no le iba a dejar agarrar el dinero.

La niña balanceó la bolsa de basura. El plástico estalló en pleno arco, y una cantidad increíble de plátanos podridos se desparramó por el suelo. Los plátanos hicieron caer a Cade. Mikey quedó cubierto de tantas pieles que parecía que estuviera siendo atacado por estrellas de mar carnívoras.

Largo de mi callejón —ordenó la niña—. Venga.

-Sabes si no es hija de cara rajada podría ser un legado suyo-dijo Hefesto

En el contenedor, más bolsas de basura estallaron como palomitas de maíz y cubrieron a Cade y Mikey de rábanos, pieles de patata y otras materias fertilizantes. Milagrosamente, a mí no me dio ninguna. A pesar de sus heridas, los dos matones consiguieron levantarse y escaparon gritando.

Demeter alzo la ceja eso solo la hacia pensar cada vez mas que tenia que ser hija suya, era imposible que tal poder fuera de una hija de Pomona***

Me volví hacia mi diminuta salvadora. Estaba familiarizado con las mujeres peligrosas. Mi hermana podía descargar una lluvia de flechas mortales. Mi madrastra, Hera, acostumbraba a cabrear tanto a los mortales que acababan haciéndose pedazos entre ellos. Pero esa niña basurera de doce años me ponía nervioso.

Gracias —aventuré.

Muy bien modales ante todo-dijo realmente alegre Hestia

La niña se cruzó de brazos. En el dedo corazón de cada mano llevaba un anillo de oro con un sello de medialuna. Sus ojos emitían un brillo siniestro como los de los cuervos. (Puedo hacer esa comparación porque yo inventé a los cuervos).

No me des las gracias —repuso—. Todavía estás en mi callejón.

Dio una vuelta completa a mi alrededor, escudriñándome como si fuera una vaca premiada en un certamen. (También puedo hacer esa comparación porque antes coleccionaba vacas premiadas).

¿Eres el dios Apolo? —No parecía asombrada. Tampoco parecía desconcertarle la idea de que hubiera dioses entre los mortales.

¿Estabas escuchando, entonces?

Ella asintió con la cabeza.

No pareces un dios.

-No me lo recuerdes- dijo el dios del solo haciendo una mueca

No estoy en mi mejor momento —reconocí—. Mi padre, Zeus, me ha exiliado del Olimpo. ¿Y quién eres tú?

Olía ligeramente a tarta de manzana, un detalle sorprendente, considerando que estaba tan mugrienta. Una parte de mí deseaba buscar una toalla limpia, limpiarle la cara y darle dinero para que se comprara comida caliente. La otra parte deseaba protegerse de ella con una silla por si decidía morderme. Me recordaba a las criaturas extraviadas que mi hermana adoptaba continuamente: perros, panteras, doncellas sin hogar, dragones pequeños…

-Apolo ¿Cómo que mis cazadoras son criaturas extraviadas?-dijo friamente Artemisa

-Ups-dijo dando su mejor sonrisa inocente la cual no le funciono porque aun asi Artemisa le lanzo una flecha que por poco le da en la cabeza.

-Apolo pídele perdón a tu hermana y Artemisa no le puedes disparar a Apolo cada que piense algo idiota asi que también discúlpate- dijo frustrado Zeus

-Pero- trato de protestar Artemisa

-Pero nada- dijo Zeus

-Perdon- dijeron ambos haciendo pucheros mientras los demás se reian en voz baja por la escena

Me llamo Meg —dijo.

¿De Megara? ¿O Margaret?

Margaret. Pero ni se te ocurra llamarme Margaret.

¿Eres una semidiosa, Meg?

Ella se subió las gafas.

¿Por qué lo crees?

Una vez más, la pregunta no pareció sorprenderle. Intuía que ya había oído la palabra «semidiosa».

Bueno —contesté—, es evidente que tienes poderes. Has espantado a esos vándalos con fruta podrida. ¿Tienes platanoquinesis? ¿O puedes controlar la basura? Una vez conocí a una diosa romana, Cloacina, que era la responsable del sistema de alcantarillado de la ciudad. A lo mejor sois parientes…

-Puede ser posible pero esta Meg parece solo controlar lo orgánico- dijo Atenea

Meg hizo un mohín. Me dio la impresión de que había dicho algo inapropiado, aunque no se me ocurría qué.

Creo que solo me quedaré con tu dinero —dijo Meg—. Venga. Largo de aquí.

¡No, espera! —La desesperación asomó a mi voz—. Por favor, necesito… necesito un poco de ayuda.

Por supuesto, me sentí ridículo. Yo —el dios de las profecías, las plagas, el tiro con arco, la curación, la música y varias cosas más que no recordaba en ese momento—, pidiéndole ayuda a una niña de la calle vestida con ropa de colores. Pero no tenía a nadie más. Si esa niña decidía quedarse con mi dinero y echarme a patadas a las crueles calles invernales, no creía que pudiera impedírselo.

-¿Quién no?- pensaron los olimpicos

Supongamos que te creo… —La voz de Meg adoptó un tono cantarín, como si estuviera a punto de anunciar las reglas de un juego: «Yo seré la princesa, y tú serás la criada»—. Supongamos que decido ayudarte. ¿Qué pasa entonces?

«Buena pregunta», pensé.

¿Estamos… estamos en Manhattan?

Ajá. —La niña se giró y lanzó una patada con salto al aire—. Hell's Kitchen.

-por eso es como es creo- se aventuro a decir Demeter- a lo que he visto no es la mejor zona-

No me parecía bien que una niña dijera « Hell's Kitchen», la «Cocina del Infierno». Claro que tampoco me parecía bien que una niña viviera en un callejón y se peleara con unos matones armada con basura.

Consideré ir andando al Empire State Building. Era la entrada moderna del monte Olimpo, pero dudaba que los guardias me dejaran subir al sexcentésimo piso secreto. Zeus no me lo pondría tan fácil.

-Por algo es un castigo Apolo-dijo Dionisio

Tal vez podría buscar a mi viejo amigo Quirón, el centauro. Él tenía un campo de entrenamiento en Long Island. Podía ofrecerme refugio y consejo. Pero sería un viaje peligroso. Un dios indefenso es un blanco tentador. Cualquier monstruo que hubiera por el camino me destriparía alegremente. Los espíritus envidiosos y los dioses menores también se alegrarían de tener esa oportunidad. Y luego estaba el misterioso «jefe» de Cade y Mikey. No tenía ni idea de quién era ni de si tenía secuaces más peligrosos que enviar contra mí.

-Demasiados peligros- murmuro Hestia preocupada por su sobrino

Y aunque llegase a Long Island, mis nuevos ojos mortales no podrían encontrar el campamento de Quirón en su valle camuflado con magia. Necesitaba a un guía que me llevase allí: alguien cercano y con experiencia…

Tengo una idea. —Me puse todo lo erguido que mis heridas me permitieron. No era fácil mostrarse seguro de uno mismo con la nariz sangrando y la ropa manchada de restos de café—. Conozco a alguien que podría ayudarme. Vive en el Upper East Side. Si me llevas con él, te recompensaré.

-Interesante-dijo Atenea- Tal vez uno de tus hijos o un ex amante con visión clara o un semidios al que ayudaste en el pasado-

-Y lo sabremos si me dejas leer cara de buho- dijo Ares

Meg emitió un sonido a medio camino entre un estornudo y una risa.

Recompensarme ¿con qué? —Se puso a dar saltos, recogiendo billetes de veinte dólares de la basura—. Ya tengo todo tu dinero.

-La chiquilla tiene un buen punto-dijo Poseidon

¡Eh!

Me lanzó la cartera, que ahora solo contenía el carnet de conducir de Lester Papadopoulos.

Tengo tu dinero, tengo tu dinero —cantó Meg.

-Ya dije lo bien que me cae la chiquilla- dijo conteniendo la risa Hermes

-No,ni una vez-le dijo Apolo

-Pues ahora lo digo-dijo Hermes sin terminar de aguantarse y soltar una carcajada

Reprimí un gruñido.

Mira, niña, no seré mortal siempre. Algún día volveré a ser un dios. Entonces recompensaré a los que me ayudaron… y castigaré a los que no.

-Amenazando a una doncella ¿enserio?-dijo Artemisa

-Ey-se quejo Apolo-tiempos desesperados medidas desesperadas.

Ella puso los brazos en jarras.

¿Cómo sabes lo que pasará? ¿Has sido mortal alguna vez?

Pues sí, la verdad. ¡Dos veces! ¡Y en las dos ocasiones mi castigo solo duró unos años como máximo!

¿Ah, sí? ¿Y cómo sabes que volverás a ser diosado o lo que sea?

-Diosado no existe-dijo con una mueca Atenea

Y Ares se rio un poco por lo siguiente que iba a leer

«Diosado» no es ninguna palabra —observé,

-Genial ahora pienso como Apolo-susurro Atenea mientras los demás reian por la coincidencia

aunque mi sensibilidad poética ya le estaba buscando usos—. Normalmente Zeus me exige que trabaje como esclavo para un semidiós importante. El tipo de las afueras del que te he hablado, por ejemplo. ¡Él sería perfecto! Hago las tareas que mi nuevo amo me ordena durante unos años. Mientras me porte bien, me dejan volver al Olimpo. Ahora solo tengo que recobrar fuerzas y pensar…

¿Cómo sabes con seguridad cuál es el semidiós?

Parpadeé.

¿Qué?

Cuál es el semidiós al que debes servir, tonto.

Yo… esto… Bueno, normalmente está claro. Simplemente me encuentro con él. Por eso quiero ir al Upper East Side. Mi nuevo amo solicitará mis servicios y…

-Idiota-dijeron varios que veían venir el plan de la niña

¡Soy Meg McCaffrey! —Meg me hizo una pedorreta—. ¡Y solicito tus servicios!

Un trueno retumbó en el cielo gris. El sonido resonó a través de las calles de la ciudad como una carcajada divina.

Lo que quedaba de mi orgullo se convirtió en agua helada y me goteó por las piernas hasta los calcetines.

-sinceramente si la acabas de conocer ¿Cómo se te ocurre decirle sobre el castigo tan a detalle?- dijo con una ceja alzada Dionisio

-Yo el futuro recuerdas- se defendió Apolo

Ha sido llegar y besar el santo, ¿verdad?

¡Sí! —Meg se puso a dar saltos con sus zapatillas rojas—. ¡Nos lo vamos a pasar bien!

-Creo que nuestros conceptos de pasarla bien son diferentes-susurro Apolo

Con gran dificultad, resistí las ganas de llorar.

¿Estás segura de que no eres Artemisa disfrazada?

Soy lo otro —respondió Meg, contando mi dinero—. Lo que dijiste antes. Una semidiosa.

¿Cómo lo sabes?

Simplemente lo sé. —Me dirigió una sonrisa de suficiencia—. ¡Y ahora tengo un compañero que es un dios y se llama Lester!

Alcé la cara a los cielos. —Ya veo por dónde vas, Padre. Pero ¡no puedo hacerlo, por favor!

Zeus no contestó. Seguramente estaba demasiado ocupado grabando mi humillación para compartirla por Snapchat.

-No se que sea Snapchat pero eso es algo mas de Hefesto-se defendió Zeus

-Si lo haría-dijo Hefesto encogiéndose de hombros.

Anímate —me dijo Meg—. ¿Quién es ese tío al que querías ver, el del Upper East Side?

Otro semidiós —contesté—. Él sabe cómo llegar a un campamento donde podría conseguir refugio, consejo, comida…

¿Comida? —A Meg se le levantaron las orejas casi tanto como las puntas de sus gafas—. ¿Comida buena?

-Con eso la hubieras ganado mas fácil-se burlo Dionisio

Bueno, normalmente solo como ambrosía, pero sí, supongo que hay comida buena.

Entonces ¡esa será mi primera orden! ¡Vamos a buscar a ese tío para que nos lleve al campamento!

Suspiré tristemente. Iba a ser una servidumbre muy larga.

Como desees —accedí—. Busquemos a Percy Jackson.

-Y se acabo-dijo Ares- se oye que este Jackson es interesante.

-Bueno yo leere el siguiente-dijo…

Bueno la uni me dejo algo ocupado pero aquí vuelvo con mas de esta pequeña historia

Ahora unos datos curiosos que marque con los *

*Se dice que Apolo le gano a Ares en los primeros juegos olímpicos

**Cirene fue una ninfa hija de un rey que llamo la atención de Apolo al domar un león y llevar una vida "salvaje"

***Pomona es una diosa menor romana de la fruta, y por extensión de los árboles frutales, los jardines y las huertas

Hasta la próxima y espero sus comentarios