La biblioteca de Hogwarts nunca ha sido de mis lugares favoritos a pesar de la cantidad de libros importantes que alberga o del cómodo silencio que reina entre los estudiantes y los estantes. Supongo que soy más del tipo que prefiere los bullicios en el campo de Quidditch que los gratos silencios.

Apenas entramos, pregunto a la bibliotecaria por libros sobre pociones y sus respectivos antídotos. Ella me recorre con la mirada con un gesto de desagrado antes de explicarme donde se hayan los libros sobre dicho tema. Yo sólo le agradezco su ayuda y me encamino hacia allí, arrastrando a Luka de la mano.

Contrario a lo que pienso, hay decenas de libros sobre el tema y pronto siento la desesperación y angustia al saber que debo revisar cada uno de ellos.

Suspiro, resignado, pero igualmente tomo un montón para llevarlos a una mesa y ponerme a ello de inmediato.

Tras leer dos sin poner más atención que a los títulos y los dibujos, siento que no puedo más. Veo más probable llamar a Sortilegios Weasley y pedir un antídoto, pero, probablemente, no llegará hasta un par de días después.

Alcanzo un tercer ejemplar y comienzo a hojearlo con desinterés. No obstante, me es difícil, no sólo se trata de la lectura, sino de la brillante mirada de Luka que no ha dejado de verme en todo ese tiempo.

Por mí bien, y por el suyo, sé que debo ignorarlo, pero me resulta una ardua labor cuando casi podría jurar que veo pequeños corazones sobresalir de él.

Al final, opto por levantar la vista y enfrentarlo. Su sonrisa se ensancha cuando cruzamos miradas y siento la vergüenza invadir mi rostro. Tengo que recordarme que no es él mismo para tranquilizarme antes de pasarle uno de los libros.

—Aquí, busca antídotos para el Amortentia —le insto, centrando mi atención en la rustica portada para no distraerme con sus ojos.

Lamentablemente, él no parece atender a mis indicaciones y continúa viéndome con toda esa obsesión y capricho que sólo la poción puede conjurar.

—Luka, por favor. De verdad necesito tu ayuda, no puedo seguir perdiendo clases por esto. A ti no te gusta cuando me tomo mis estudios a la ligera, así que al menos apóyame en esto, ¿de acuerdo? —pido con toda la inquietud que puedo, pero su respuesta no me brinda ayuda alguna.

—Me encanta cuando dices mi nombre de ese modo. Hazlo de nuevo, tu voz es mi canción favorita.

Mi cara se tiñe de un rojo muy intenso por sus palabras, tengo que hacer uso de todo mi autocontrol para no abalanzarme sobre él y besarlo.

"Es por el filtro de amor. No es él mismo. Sucumbir sería manipularlo", me repito constantemente para no olvidar el propósito que me llevó allí en primer lugar.

Inhalo y exhalo para calmar mi acelerado corazón y volver a mi deber. No obstante, mis intentos se ven obstruidos al sentir a Luka acercarse más a mí, tanto que su aliento choca contra mi nuca.

—Deberíamos olvidarnos de estos viejos libros y hacer otra cosa —susurra tan cerca de mi oreja que siento mi piel estremecerse al advertir su tono de voz más suave y profundo.

Trago saliva por el nerviosismo y cierro las manos en puños. Vuelvo a leer la misma frase en el libro, pero no sé lo que significa aunque la he leído por más de diez veces.

Mi mente está en otro lado, como si se hubiese desconectado de mi cuerpo y me dejara a mi suerte entre un manojo de sentimientos encontrados.

—¿A-a qué te re-refieres? —logro pronunciar apenas, pero escucho mi voz muy lejos y el taladrar de mi propio corazón en mis oídos no ayuda en lo absoluto.

Su risa choca contra mi piel y mi vello se eriza. No quiero girarme a él porque sé que, de hacerlo, todo estará perdido. No soy tan indiferente como me gustaría creer y la tentación es demasiada.

Vuelvo a leer la misma oración y por fin entiendo lo que dice. "En caso de beberla, atienda a su médico mago más cercano". ¿Por qué? ¿De qué trataba el resto del artículo? No creo haber estado más en blanco que en este momento.

—Mi Adrien… tan lindo y tan suave —cuando dice eso último me doy cuenta de que ha deslizado sus dos manos alrededor de mi torso.

Me quedo de piedra ante el contacto y me olvido de respirar, sólo lo recuerdo de nuevo cuando siento sus labios sobre mi nuca.

Esto es malo, es peor que malo. Estoy en una situación peligrosa de la que no creo salir impune. Advierto mi cuerpo calentarse de a poco y temo que esto pueda escalar más lejos.

Sé que debo detenerlo, no puedo dejar que esto continúe, pero me he quedado inmóvil como si me hubiesen lanzado un petrificus totalus.

El ruidoso palpitar sigue ahí y casi puedo jurar que es lo único que oigo. El abrazo de Luka se aprieta y sus labios se deslizan a mi cuello.

Un suspiro sale de mi boca y las fuerzas terminan por abandonarme finalmente. Él vuelve a reír antes de empujarme con suavidad sobre las sillas a nuestro lado y posicionarse sobre mí.

Veo su sonrisa de oreja a oreja y elijo olvidarme de todo lo demás, del deber que tenía hace unos momentos, de la manipulación que esto significa y de cualquier otra cosa que me aparte de este instante.

Es un error, lo sé, pero todavía hay una parte egoísta de mí que desea esta manera en que me mira y anhela mis atenciones.

Luka se inclina para besar mi rostro, desde la frente hasta las mejillas. Decido evitar que nos besemos en los labios, ya que aún poseo la esperanza de que ocurra cuando ambos de verdad lo deseemos.

Él vuelve a mi cuello, donde deja besos húmedos que nublan mi mente mientras siento una de sus manos colarse bajo mi uniforme con cierto desespero.

Cuando afloja el nudo de mi corbata es cuando me doy cuenta de que estoy perdido, de que estoy sucumbiendo a sus besos y caricias que no debería aceptar. Pero mis pensamientos se dividen entre lo que está bien y lo que está mal, impidiéndome tomar una decisión adecuada.

¡Flipendo!

Tras oír el maleficio de una voz conocida, observo como Luka es repelido lejos de mí con tanta fuerza que choca con uno de los estantes y derriba algunos libros.

Me vuelvo hacia quien ha conjurado el hechizo y me llevo la gran sorpresa de encontrarme con Félix, de nuevo. Él me ve con desagrado y oculta su varita antes de que la bibliotecaria se acerque a nosotros para reprendernos por atentar contra los viejos libros.

Me disculpo con ella, rápidamente, para auxiliar a Luka que sigue en el suelo e intenta quitarse varios tomos, sobre el cuidado de las criaturas mágicas, de encima.

—Por Merlín, ¿estás bien? —inquiero con mucha preocupación, pues ya es malo de por sí que esté bajo el influjo de la poción como para que ahora lo ataquemos de la nada.

Luka levanta la mirada y sonríe en mi dirección de forma bobalicona. Resoplo al notar que se encuentra bien y le ayudo a pararse para sentarlo de nuevo a la mesa.

Félix ya se encuentra también ahí y nos mira con indiferencia mientras descansa su cara en la palma.

—Creí que lo llevarías a la enfermería, ahora veo que sólo querías pasar tiempo a solas para aprovecharte del pobre ingenuo. Quizá el sombrero te juzgó mal y de verdad perteneces a Slytherin. Tu padre estaría orgulloso —dice mordaz y yo le devuelvo un gesto enfadoso en respuesta.

—No es así, yo…

—Seguro, sé lo que dirás. Sólo te dejaste llevar por el momento, pero no pretendías hacerle daño. Es el tipo de excusas que siempre usas, Adrien.

—Es la verdad —musito, molesto y Félix rueda los ojos, pero no me dice más del tema.

Nos quedamos en silencio otra vez y me limito a seguir buscando el antídoto. No tiene caso preocuparse por lo que Félix piense ni por lo que cree que ha visto.

Estuve mal al desviarme hace un rato, pero no planeo que tal escena se repita. Los recuerdos se mantendrán cuando el efecto pase y no quisiera tener que explicarle a Luka el por qué estuve a punto de aprovecharme de su estado.

Reviso el último libro que tenía entre las manos antes y lo sigo hojeando con cuidado. Veo a Félix levantarse de reojo, pero prefiero ignorar lo que hace, o eso hasta que lo veo acercarse a Luka y observarlo con minucia.

—¿Qué crees que haces? Déjalo en paz. Suficiente tiene con lo del filtro de amor para que lo molestes con tus indagaciones sin sentido.

—No te pongas a la defensiva sólo porque estás celoso. No pienso hacerle nada. Simplemente me resulta curioso. Jamás había estado tan cerca de alguien bajo el poder de un filtro de amor. Había oído que los efectos dependen del tiempo que transcurre entre que la poción termine de prepararse y el momento de su consumo en sí. Mientras más largo sea el lapso, la obsesión se vuelve más poderosa, pero él no parece estar tan encaprichado contigo. Quizá no fermentaste bien la poción.

Mis mejillas se tiñen al oírle. El hecho de que crea que caeré tan bajo como para usar un filtro de amor, me dice que mi primo no tiene gran fe en mí ni en mi honestidad.

Sin embargo, lo que dice me causa cierta confusión. Tiene razón en algo, Luka no parece tan obsesionado como creí que lo estaría si simplemente se hubiese bebido el pequeño frasco.

¿Será acaso por qué fue mezclado con otros ingredientes? No. Eso no podría ser. Los efectos no pueden cambiar sólo por un poco de harina y chocolate. Entonces, ¿a qué se debe?

Lo pienso detenidamente antes de recordar algo. Dirijo mi atención a Luka, quien ignora colosalmente a Félix mientras mi primo parece buscar algo en su pelo rosado.

—Luka —lo llamo y él abre los ojos aún más, indicándome que me escucha—, ¿recuerdas las galletas que te di ayer? ¿Cuántas comiste?

—¿Las… galletas? ¡Ah, claro! —Expresa, sonriente, como si lo acabara de recordar—. Las galletas que me diste antes de confesarte. Estaban deliciosas.

No puedo evitar sonrojarme al escucharle mencionar mi fallida confesión. Es claro que aunque esté bajo los efectos de la poción, todavía puede diferenciar los hechos de la imaginación.

Me llevo una mano a la cara para ocultar mi vergüenza. ¿Significa eso que Luka sabía que me confesaría? Él no parecía dispuesto a detenerme ayer.

Me desprendo de ese hilo de pensamientos antes de aclárame la garganta y volver a preguntarle lo anterior.

—Sí, esas galletas. ¿Cuántas comiste? —si mal no recordaba, sólo había hecho unas seis, ya que la mezcla era muy poca entonces.

—Eran muy bonitas… y sólo para mí, desde el fondo del corazón de Adrien. No quise comerlas todas de inmediato, así que tomé dos solamente.

Dos galletas. Lo que quería decir que Luka no había ingerido ni siquiera el cincuenta por ciento de la poción.

Aquello me hizo sentir un repentino alivio. Estaba seguro que los efectos no durarían más allá de ese día, así que sólo debía cuidarlo hasta que las propiedades de la poción se perdieran.

Sonrío más tranquilo y cierro el libro de golpe. Todo estará bien. Luka será el mismo apenas termine el día, tan sólo debo concentrarme en no olvidar decirle a Juleka que se deshaga del resto de galletas o la situación podría empeorar.

Vuelvo a verlo, más alegre, pero frunzo el ceño al notar que Félix se encuentra manoseando el cabello de Luka como si buscase algo. La visión me desconcierta y me molesta a la vez.

—¿Qué diablos le estás haciendo? —inquiero enfadoso y él me ve sin expresión alguna.

—Cálmate, no intento invadir tu propiedad. Es que su pelo me causa cierto conflicto. ¿Qué hechizo está usando? No suelo prestar atención, pero estoy seguro de que hace unos días era azul. Además, ¿soy sólo yo o el color se mueve? Es muy extraño, pero hasta cierto punto atrayente. ¿Por esto te gusta? ¿Por su pelo? No creí que fueras tan superficial —dice en tono de burla.

—Déjalo —respondo en un tono muy molesto aunque no es mi intención—. No es un hechizo. Luka es un metamorfomago, puede hacer eso con toda su apariencia.

Lo veo apartarse de él para sentarse a su lado mientras tiene los ojos muy abiertos, en clara señal de sorpresa.

—¿Estás bromeando? ¿En serio? ¿Este tipo? —Félix evalúa a Luka de nueva cuenta con una media sonrisa a la que respondo con una mueca—. Vaya, de repente se volvió mil veces más interesante. Sería bueno que alguien investigara ese ámbito, no creo que haya muchos magos en el ministerio que se dediquen a experimentar con la sangre mágica. ¿Imaginas lo que podríamos crear si pudiéramos controlar las habilidades excepcionales de los futuros magos y brujas? Una raza pura y poderosa.

Hago un ademán de desagrado al oírle hablar así. Su idea me da escalofríos y no me parece tan alejada de las ambiciones del cierto mago poderoso que no-debe-ser-nombrado.

Niego en su dirección antes de ponerme de pie e instar a Luka a seguirme.

—Aléjate de él —advierto—. De todas formas, Luka jamás estaría de acuerdo contigo.

Félix formula una sonrisa burlona que me provoca molestia.

—Siempre podría aplicar tu estrategia, primo. Volverlo loco de amor para que obedezca cualquier cosa que yo desee.

Esa declaración me hace enfadar en sobremanera y antes de que pueda pensarlo adecuadamente, sostengo mi varita en alto.

¡Levicorpus! ¡Silencio! —Recito a la vez, por lo que Félix queda colgando de un tobillo mientras grita con todas sus fuerzas, pero sin ser escuchado—. Tendrás que esperar aquí hasta que alguien te encuentre o hasta que alcances tu varita —digo al tiempo que pateo la varita un poco lejos de él, sólo para dificultarle el trabajo—. Y olvídate de lo que dijiste o alertaré al director de tus estúpidas ideas sobre la pureza de sangre.

Félix me fulmina con la mirada, pero lo ignoro. Quizá cometo un error con él, mas no estoy dispuesto a dejarle poner un dedo sobre Luka sólo por sus fantasías sin sentido.

Me vuelvo a él un momento antes de salir con Luka de la mano. Aprieto mi agarre hacia él y le devuelvo una sonrisa amable.

Por ahora, sólo debo entretenerlo hasta que el efecto de la poción termine. Lo que no debería tardar mucho, ya que pasamos horas en la biblioteca.

Sin embargo, espero que pueda perdonarme por lo que le he hecho pasar. Sé que si fuera al revés, yo lo perdonaría, pero porque tengo sentimientos por él. No sé cómo reaccionará Luka al saber la verdad.

Quiero pensar que no será tan malo.

•⭐•

Un tiempo después, me dedico a buscar a mis amigas para contarles sobre mi descubrimiento, lo que de hecho no me resulta sencillo.

Antes, las insté a buscar a un profesor que les pudiera contar sobre algún hechizo o antídoto sin que ellas fueran muy específicas con el problemas. Pero ahora, me hallo confundido entre los pasillos y las escaleras que se mueven cada cierto tiempo.

Una vez que mi energía se agota, decido esperar frente al retrato de la señora gorda que da a la sala común de Gryffindor. Si Juleka me necesita, estoy seguro de que me buscará aquí primero. Ella es la única que puede llevar a Luka a su dormitorio después de todo.

Nos sentamos a un lado de la entrada mientras vemos a varios chicos de mi casa entrar y salir de la sala común a cada momento. Ellos se vuelven a vernos, pero no se detienen ni nos dirigen la palabra, lo que agradezco de algún modo, ya que sería difícil explicar mi estadía allí.

Para distraerme en la espera, enciendo y apago la punta de mi varita con lumus y nox. Lo que, en realidad, no tarda en volverse aburrido tras unos minutos. Luka se mantiene a mi lado, observándome igual que en la biblioteca, pero, esta vez, no le presto tanta atención. Ya que no quiero que otra escena como la de antes se repita.

En algún momento, él por fin parece apartar la mirada y llevarse una mano a la cara. Me vuelvo a verlo, sólo para notar su expresión confundida y una mueca exhausta en su rostro.

—¿Pasa algo? —pregunto, sinceramente preocupado por su estado.

Él niega, pero la mirada que me dedica se ha vuelto un poco más normal que al principio.

—No lo sé, creo que sólo estoy cansado. Me duele la cabeza y mi cuerpo pesa de repente.

Quiero preguntarle lo que piensa sobre mí ahora, si aún cree amarme y si todavía quiere estar conmigo, pero tengo miedo de oír su respuesta. Afortunadamente, veo a mis amigas caminar hacia nosotros a lo lejos. Sacudo una mano para indicarles que se apresuren y ellas lo entienden a la perfección.

Ayudo a Luka a ponerse de pie, cuando ambas se reúnen a nuestro lado. Juleka me apoya, colocando un brazo de su hermano sobre su hombro.

—¿Qué pasó? —me pregunta directamente mientras Luka mantiene una mano en su pelo que comienza a volver a su color natural, negro.

—Creo que el efecto está terminando. Lo mejor será que descanse, mañana seguramente se sentirá avergonzado por todo esto —sonrío y ella asiente en mi dirección, parece más tranquila—. ¡Ah! Por cierto, las galletas. Él me dijo que aún tiene algunas, lo mejor será deshacerse de ellas o podrían causar más problemas a futuro.

Ella me ve sorprendida, pero me asiente con firmeza y resolución.

—Lo tengo, déjamelo a mí. Les lanzaré un incendio para destruirlas.

—No me parece lo más seguro —advierte Kagami, pero Juleka se limita a encogerse de hombros y darnos una sonrisa antes de irse con su hermano a rastras—. Yo en su lugar hubiera usado un wingardium leviosa para llevármelo.

—El resto de alumnos la vería raro si llevara a su hermano levitando por los pasillos —rio y Kagami no tarda en imitarme.

—Adrien, sé que ya lo dije antes, pero, en serio, lamento todo lo que pasó. No tengo excusas, cometí un error y te aseguro que sufriré las consecuencias por ello. Si decides dejar de ser mi amigo, lo entenderé —me dice con toda seriedad. Observo sus gestos un momento y sonrío al notar que está siendo sincera.

Creo que ha aprendido la lección, está arrepentida y, seguramente, un incidente parecido no volverá a ocurrir. Kagami es el tipo de bruja que conoce de límites, ahora que ha probado el de nuestra amistad, sé que será más cuidadosa la próxima vez.

—Está bien. Nadie salió herido y todo quedará en un penoso recuerdo. Así que no te preocupes. La verdad es que todavía quiero ser tu amigo, eres muy importante para mí y no quiero que eso cambie.

Nos sonreímos con ligereza y alivio antes de cambiar de tema, yo le cuento sobre mi día con Luka y ella me dice lo difícil que fue buscar a cada profesor de la escuela para intentar obtener un antídoto al tiempo que entramos a la sala común.

Ambos estamos bien de nuevo y sé que mañana será un día mejor. Aunque claro, la vergüenza de hablar con Luka sobre lo sucedido me tiene nervioso, pero estoy consciente de que le debo una explicación.

A la mañana siguiente, lejos de lo que creí, las cosas se ponen peor.

Despierto de forma abrupta al sentir los rudos empujones que logran sacarme de la cama y aterrizar en el suelo.

No consigo reponerme del golpe, cuando ya estoy siendo arrastrado por la muñeca con mucha fuerza. Al levantar la mirada, me encuentro con mi amiga que me ve con un dejo de desesperación que me desconcierta.

No entiendo lo que sucede en un principio, pero ni siquiera necesito hacer la pregunta, cuando Kagami me explica la situación de un modo muy torpe y apresurado.

—Tienes que vestirte, rápido. Tenemos muchos problemas, Adrien. Luka está afuera de la sala común y te está buscando.

—¿Por qué eso es malo? Ya sabía que vendría por respuestas, debe estar molesto por lo de ayer —digo con gesto apesadumbrado, imaginado el rostro enfadoso de Luka y su pelo coloreado de un rojo muy intenso.

Ella niega—. Él no está molesto. Es peor que eso. Ven, pronto. Tienes que verlo por ti mismo.

Sus palabras me provocan un miedo repentino. Le digo que iré enseguida y ella sale a toda prisa para que pueda cambiarme.

Soy el único en el dormitorio, por lo que supongo que el resto de mis compañeros ya se hallan en clases o al menos ya están levantados.

Me visto con el uniforme a gran velocidad, ni siquiera me detengo a atar la corbata correctamente. Lo dicho por Kagami ronda mi cabeza y me tiene tan temeroso que siento mi estómago revolverse.

Sin embargo, apenas bajo las escaleras a la sala común, noto a una multitud de estudiantes apiñados en la entrada, cuchicheando entre sí. Curiosamente, los murmullos se detienen cuando me ven. Frunzo el ceño, extrañado, una vez que ellos me abren camino para pasar.

Si antes estaba nervioso, ahora la ansiedad me carcome las entrañas.

Cuando salgo, reparo en que el resto de estudiantes de Gryffindor se hallan afuera, alrededor de una escena que no alcanzo a apreciar hasta que estoy muy cerca.

Me quedo boquiabierto al observar el espectáculo frente a mí.

—¡Bájame ahora mismo, Luka! —grita Juleka mientras se halla levitando bocabajo y Luka tiene su varita en alto en su dirección.

La escena me trae el recuerdo de Félix del día anterior. No obstante, no comprendo la naturaleza de aquello. Luka jamás utilizaría la magia de ese modo contra su hermana.

Reparo en Kagami que no se encuentra muy lejos de ellos y ve a ambos con mucha preocupación.

No sé qué está pasando, pero decido acercarme a Luka para detenerlo. Mas, apenas me ve, su sonrisa se ensancha y se acerca a mí con prontitud, olvidándose de su hermana que sigue gritándole que deshaga el hechizo.

—Luka, ¿qué está…? —mi pregunta se ve interrumpida por el repentino e inesperado beso que no pude prever.

Me quedo helado por el gesto y no soy capaz de corresponderle. Los murmullos se acentúan, pero no puedo escucharlos.

Algo anda mal. Esto no debería estar pasando. El efecto de la poción debió terminar hacía horas, entonces, ¿por qué parece que eso no es así?

—Al fin saliste —dice cuando se separa de mí y yo sólo puedo verlo con horror—. Llegué muy temprano con la esperanza de verte. No pude dormir por pensar en ti. Tenía tantas ganas de ver tu cara, Adrien.

Me alejo de él de forma inconsciente, pero Luka se vuelve a acercar y me envuelve con fuerza, evitando que pueda escapar de nuevo.

Mis labios tiemblan por este hecho que debo asumir: Luka sigue hechizado. Todavía cree estar enamorado de mí y lo efectos parecen haberse acentuado de un día para otro.

¿Por qué? Ayer parecía haber vuelto a la normalidad, lucía mejor. ¿Me equivoqué? ¿Esto es un efecto secundario? ¿Cuánto durará? ¿Luka volverá a ser él mismo algún día?

No puedo evitar entrar en pánico al imaginar que Luka se quede de este modo un tiempo indefinido. No podría soportarlo. La culpa y la tristeza me invaden de repente y las lágrimas se alojan en mis comisuras.

No quiero esto, no más.

—¿Estás tan feliz de verme que estás llorando? —Dice sonriente al tiempo que besa mi mejilla por donde ha caído una lágrima—. Yo también soy muy feliz de tenerte, chaton.

El apodo me produce un escalofrío. Quizá, si lo hubiese dicho en circunstancias normales, me habría sentido avergonzado y feliz, pero no puedo sentirme de tal modo en este momento, no así.

Lo empujo con algo de brusquedad, intentando mantener una distancia entre nosotros. A diferencia de ayer, hoy no creo ser capaz de estar a su lado por más tiempo. Hay un sentimiento de desagrado que me invade al verlo y no deseo lidiar con este asunto.

Luka no parece entender mi malestar, se acerca de nuevo, pero yo lo evito dirigiéndome a Juleka y Kagami.

¡Liberacorpus! —recito, apuntando la varita a Juleka, quien tan pronto vuelve a tocar el suelo, me agradece.

—Tenemos que hablar, pero no aquí —me susurra y yo asiento en respuesta. Ella y Kagami me guían por los pasillos, lejos del resto de estudiantes y sabiendo que Luka nos sigue muy de cerca.

No me vuelvo a verlo. No quiero seguir presenciando todo el daño que le he hecho.

Ahora estoy seguro de que si llega a volver en sí, me odiará. Yo en su lugar lo haría. Obligar a otra persona a amarte es cruel y desconsiderado. No hay libre albedrío ni oportunidad de dar tu opinión. Y eso es lo que le he hecho. Soy de lo peor.

No me doy cuenta de que nos detenemos, hasta que Kagami coloca una mano sobre mi hombro y me dedica una mirada apesadumbrada. Ella también debe sentirse culpable y es que los dos tuvimos nuestra parte en esto.

Veo a Juleka abrir la boca para empezar, pero Luka la hace a un lado para posicionarse junto a mí y tomar mi mano entre la suya, le veo levantarla hasta rosar sus labios con el dorso y proceder a restregarla con su mejilla.

Decido apartar la mirada de aquello, me sienta mal ver esos gestos que no me parecen nada románticos sino incomodos.

Juleka suspira al notar lo sucedido.

—Creo que no es necesario que lo diga, pero lo haré de todas formas. Luka sigue bajo el poder del amortentia. Y me adjudico la culpa esta vez —arrugo el gesto al oírla, confundido. Ella se encoje de hombros—. Ayer hice lo que me pediste, busqué las galletas que quedaban, pero no las encontré. Estaba tan cansada y fastidiada que me rendí rápido y decidí dejar la tarea para hoy. Peeero… cuando desperté, Luka ya no estaba en su habitación y encontré el envoltorio vacío en su cama. Fui a buscarlo frente a la sala común de Gryffindor y me encontré con que su obsesión había aumentado. Quise llevarlo de regreso, pero se enfadó y me atacó como ya recordarán.

Digiero su historia lentamente. El alivio me recorre por todo el cuerpo al saber que no se trata de un efecto secundario, sino de una nueva dosis, lo que significa que todavía hay esperanza. Sin embargo, el alivio es reemplazado por el terror al darme cuenta de que ha consumido más pócima que antes.

Me llevo la mano libre al puente de la nariz y me obligo a tranquilizarme. Incluso si la dosis se ha duplicado, aún podemos ayudarlo si encontramos un contrahechizo o el antídoto.

Lo veo de reojo, sólo para comprobar que no ha soltado mi mano y ha comenzado a depositar pequeños besos entre mis dedos y la palma. Mis mejillas se encienden por eso y es cuando reparo en que su pelo está más rosa que ayer.

Resoplo, exhausto, y asiento antes de hablarles a mis amigas.

—Tenemos que dar con la forma de deshacer esto permanentemente. Esta vez, yo intentaré hablar con algún profesor, ustedes vayan a la biblioteca y busquen el antídoto. Lleven a Luka con ustedes.

Ellas parecen sorprendidas por mi última oración, porque se miran entre ellas con asombro antes de volverse a verme.

—¿Estás seguro, Adrien? Sé que Luka no es de mucha ayuda, pero él prefiere estar contigo. Si intentamos arrastrarlo con nosotras, sólo querrá regresar a tu lado.

—Lo sé, por eso les aconsejo que usen cualquier hechizo para retenerlo. No puedo estar con él ahora… no quiero estar con él de este modo —susurro bajo, pero sé que me han escuchado porque Juleka asiente y toma la otra mano de Luka para apartarlo de mí.

Él se nota disconforme y yo me suelto de su agarre para ir en dirección contraria. Le doy una última mirada significativa, llena de pesar, antes de salir corriendo con un nuevo propósito en mente.

Ayudar a Luka es primordial ahora.

•⭐•

—¡Por favor, profesora Mendeleiev! ¡Le juro que no planeo hacer otra cosa! Es sólo… de verdad quiero comer esos chocolates, pero no quisiera caer en un filtro de amor —miento, pensando que de ese modo podría recurrir a la vena sensible de la mujer, pero ella se limita a verme mal.

—Lo siento, señor Agreste, pero ya le he dicho que no. Coma los chocolates con un compañero cerca, si termina hechizado, venga a verme, pero no le daré la receta del antídoto. El amortentia y cualquiera de sus derivados están prohibidos en la escuela. Por algo aún no los ve en sus clases de pociones, sino hasta el año entrante.

—Lo sé, pero… por favor, se lo suplico. Es… muy importante para mí tener un antídoto a la mano. Verá, yo… —pienso a toda velocidad en una excusa factible, pero mi ingenio me ha abandonado— ¡ah, sí! ¡Estoy saliendo con alguien! Eso es. No quisiera lastimarlo, pero tampoco quiero desperdiciar los chocolates, ¿me comprende?

Ella me ve con el ceño muy fruncido y los ojos entrecerrados. La excusa que le he dado es lo más tonto que se me ha ocurrido. Si no me descubre, me sentiré tan afortunado como si hubiera bebido Felix Felicis.

—Está saliendo con Couffaine, ¿no? —la mención de Luka me sorprende y no tardo en sonrojarme por ello. No creía que los profesores se fijaran en los estudiantes hasta ese punto, pero ¿por qué cree que salgo con Luka?

—¿Por qué lo…? Quiero decir, ¿cómo lo sabe? —pregunto, sonriente, siguiendo la mentira.

—Aunque no lo crea, es un rumor a voces que se ha expandido desde ayer —suspira—. Couffaine va en sexto, ¿por qué no le pide ayuda para una poción de odio? Este año hizo la mejor preparación de su grado. Parece un holgazán, pero es muy dedicado.

No puedo evitar sonreír ante ese pequeño halago que me hace sentir orgulloso de Luka. Sin embargo, me desprendo de ese pensamiento al reparar en su solución.

—¿Una poción de odio? —ella asiente y se quita los anteojos para limpiarlos con el dorso de su túnica.

—No es el antídoto para amortentia, pero sirve igual, ya que es su opuesto. Lo que hace esta poción es revelar los peores rasgos de un mago o bruja a quien la bebe. Se dice que quienes la consumen, pierden el interés en su amado, ya que al notar los peores defectos, lo desalientan de formalizar una relación.

La explicación me provoca un malestar terrible. Sí, detestaba que Luka estuviese obligado a amarme, pero no podría soportar si me odiara. Sé que suena egoísta, pero preferiría esperar a que el efecto del filtro de amor termine, antes que darle una poción para que me odie.

—Eso suena horrible, no creo que ese método funcione para mí —digo con una mueca en el rostro.

—Lo siento, señor Agreste, pero no puedo ayudarle en más. ¿Por qué no espera un poco? La próxima semana veremos los diferentes antídotos de las pociones. Entonces, podrá preguntarle a Couffaine como se prepara.

Asiento sin mucho ánimo, sólo para salir de ahí. En una semana, no será necesario el antídoto porque Luka ya estará bien, con o sin él.

Suspiro, cansado, al cerrar la puerta detrás de mí.

Si se tratara de alguien más, Luka podría ayudarme en esta situación. Él siempre parece tener la respuesta y si no, al menos me hace sentir más tranquilo. Me da mucha paz cuando más lo necesito.

Golpeo mi cabeza levemente con la madera de la puerta y veo el techo del pasillo.

Sólo han pasado dos días y en ambos he estado junto a él, pero, de igual modo, lo extraño demasiado.

Quiero verlo. Quiero oírlo hablar con su usual tono tranquilo y melodioso. Quiero sentir su mano sobre mi cabello cuando se acerca para desordenarlo con cariño. Quiero escuchar su risa y verle sonreír con delicadeza. Quiero estar junto a él y decirle lo que no pude antes, quiero que sepa cuanto lo amo.

—¿Adrien? —el llamado me hace bajar la vista hacia quien lo ha emitido.

Marinette se encuentra cerca de mí, cargando con varios pergaminos y mirándome con mucha confusión. Yo le sonrío y le saludo con la mano en respuesta.

—¿Estás bien? —pregunta preocupada.

—Sí, claro, sólo… estaba descansando —rio—. Vine a preguntarle a la profesora Mendeleiev sobre el TIMO de pociones, ¿qué tal tú? ¿Necesitas ayuda con eso?

Me aproximo para ayudarle con los pergaminos y ella me tiende algunos con una sonrisa al tiempo que me agradece.

—No te vi en clase de Encantamientos esta mañana. ¿Estabas aquí?

—¡Ah, sí! Lo que pasa es que no me sentí bien del estómago y fui a la enfermería, pero ya estoy mejor —miento, pero ella no parece darse cuenta.

Ambos caminamos por los pasillos en dirección a quien sabe dónde. No fui capaz de preguntárselo hace un momento y siento que he perdido la oportunidad para sacar el tema. Tan sólo espero que no tarde demasiado.

—Por cierto, felicidades por el partido del fin de semana. Lo hicieron muy bien, aunque… no lo tendrán tan fácil contra Ravenclaw. Ya le patee el trasero a Félix, así que más te vale ser más veloz que él o te quitaré la snitch en tu propia cara.

Rio ante la mención de la derrota de Félix.

Marinette es la buscadora de Ravenclaw y, como dijo Félix ayer, es muy ágil y rápida. El año pasado perdimos contra ellos, porque no pude atrapar la snitch antes que ella, aunque aun así ganamos la copa al final del ciclo escolar.

Ella es genial y amable, aunque en un principio no nos llevábamos bien. En realidad, el del problema era yo.

Cuando ingresamos a Hogwarts, yo sólo la conocía de nombre y de vista. No había entablado una conversación con ella aunque compartíamos diferentes clases. No obstante, fue por mi tercer año, cuando descubrí mis sentimientos por Luka, que me enteré que a él le gustaba Marinette, por lo que nuestra convivencia se volvió tensa por tal descubrimiento.

Claro, a diferencia de mí, ella siempre me trató con amabilidad y gentileza, así que me fue imposible seguir siendo un idiota con ella. Pude entender porque le gustaba a Luka, tenían tanto en común que no podía evitar sentirme algo celoso.

Ahora que lo pienso, ¿Luka seguirá gustando de ella? No recuerdo que la haya mencionado en mucho tiempo, ¿sus sentimientos habrán cesado? ¿O no me tiene la suficiente confianza para contarme sobre ello?

Ese último pensamiento me provoca molestia.

—Oye, Adrien —vuelvo en mí al oírla llamarme con tono inseguro.

No me había dado cuenta de que nos encontrábamos frente a la sala común de Ravenclaw hasta ahora. Dirijo mi mirada al decorado de águila, esperando por el acertijo del día que permita la entrada a la sala común.

No soy muy bueno con estos acertijos, cada que lo he intentado, he fracasado rotundamente y sólo sirven para recordarme que no soy lo suficientemente listo para pertenecer a esta casa. Luka, en cambio, es más inteligente de lo que cree. De algún modo, consigue la respuesta tras pensarlo detenidamente y con mucha calma.

Su actitud relajada es otro de los tantos factores que me gustan de él.

—¿Adrien? —Doy un respingo y enfoco mi atención a Marinette de nuevo, disculpándome de antemano por distraerme con tanta facilidad—. Está bien. Es que… bueno… perdón si sueno como una entrometida, pero ¿es verdad que estás saliendo con Luka?

No esperaba que me preguntara tal cosa, pero viendo que es el tema del momento, puedo entender su curiosidad. Aunque me resulta un poco extraño que esté interesada en eso.

Rio, incomodo—. ¿También oíste sobre eso? La verdad es que es una historia graciosa, pero Luka y yo seguimos siendo sólo amigos.

Sólo amigos. Ambas palabras me saben mal. Me pregunto, de no ser por el amortentia, ¿qué me hubiese dicho Luka al confesarme? Ahora sólo puedo imaginarlo.

—¿En serio? —su rostro sonriente y aliviado me molesta. ¿Por qué luce tan feliz por ello? Será que… ¿a ella le gusta Luka?

La idea me deja pálido. Si eso fuera cierto y Luka todavía tuviese sentimientos por Marinette, entonces sólo sería cuestión de tiempo, ¿no? Ellos comenzarían a salir y yo quedaría como el idiota que le dio un filtro de amor para que se enamorara de mí a la fuerza.

Dejo caer los pergaminos por esa nueva revelación. ¿Y si él ya no quiere ser mi amigo? ¿Si no quiere volver a verme? Mi pecho duele de sólo pensarlo.

—Adrien, ¿estás bien? —me pregunta, colocando una mano sobre mi hombro con preocupación. Yo me vuelvo a verla, asustado, y le cuestiono aquello que no puedo pasar por alto.

—¿Te gusta Luka? —Marinette se nota sorprendida por mi cuestión que no esperaba, me observa confundida y su expresión muta otra vez, arruga el ceño para colocar un gesto de comprensión poco después.

—No, quiero a Luka simplemente como un amigo. Me ha ayudado en mucho, pero no lo veo de ese modo —hace una pausa—. ¿Y tú? ¿Te gusta Luka sólo como amigo?

Fijo la vista en el suelo, justo en los pergaminos que se hallan esparcidos a mis pies. No tiene caso ocultarlo, no quiero hacerlo y, por egoísta que suene, deseo que ella lo sepa. Quisiera que todos los que están interesados en él lo supieran.

—No —digo firme, levantando la vista y viéndola fijamente—. Mis sentimientos van más allá de una amistad. Me gusta Luka, me gusta mucho.

—Ya veo —dice en cierto tono de tristeza que me confunde. Si no le gusta Luka, ¿por qué parece tan triste por mi declaración?

Nos quedamos un momento en silencio, en el cual procedo a agacharme para tomar los pergaminos que he dejado caer accidentalmente instantes antes. Marinette se acuclilla junto a mí y me imita sin decirme nada más.

No es hasta que nos levantamos que ella me sonríe sin mucho ánimo.

—Gracias, Adrien, pero puedo seguir desde aquí. No creo que al resto de mis compañeros les agrade ver a un Gryffindor en la sala común.

Me llevo una mano al cuello, decidiendo en lo que debería decirle, ya que no luce muy bien. Sin embargo, me abstengo al oír pasos y ver a Luka caminar hacia nosotros con el ceño muy fruncido y la varita levantada.

¡Atabraquium! —los pergaminos que Marinette sostiene, caen al suelo por el ataque. Sus brazos parecen pegados a su cuerpo, como si estuviese atada por una cuerda invisible.

Me vuelvo a él con horror, sólo para comprobar que se encuentra a mi lado y me manda una sonrisa estúpida.

—¿Qué haces? Deshaz el hechizo, ¿qué rayos te pasa? —pregunto muy molesto.

Jamás me había enfadado con Luka de este modo, él siempre ha sido tan tranquilo y paciente que temía ser yo el que lo hiciera enojar, pero ahora, al ver que usa la magia para atacar a otros, no puedo evitar sentir mucha ira. Aunque sé que no es su culpa completamente.

—¿Por qué estás enojado? Te estoy ayudando —dice, frunciendo el ceño, como si realmente creyera en sus palabras.

—¿De qué estás hablando? Marinette no estaba haciendo nada malo, sólo charlábamos.

Él hace un puchero y su pelo se vuelve rojo de un rojo que no había visto antes en la parte de la nuca. Es así que me doy cuenta que esa es la primera vez que lo veo enfadado.

—No es verdad. Marinette no me da confianza —cuando dice eso, veo a mi amiga poner un gesto muy sorprendido antes de volverse muy triste. Esto también es mi culpa.

—No digas tonterías, haces sentir mal a Marinette —suspiro—. Yo sé que no dices nada de esto en serio, Luka. Estás confundido, pero no es lo que de verdad piensas.

—No puedes saberlo, porque no sabes que Marinette está enamorada de ti.

Oigo un suspiro de sorpresa a mi lado, no tengo que volverme para saber quién lo ha emitido.

La revelación me toma por sorpresa, ya que no me la esperaba, pero no pienso mucho en ella, pues tanto Juleka como Kagami llegan junto a nosotros antes de que pueda reaccionar adecuadamente.

Luka mantiene su mirada enfadada fija en Marinette, quien ahora lo ve con mucha decepción. Es claro que no previó que Luka desvelara su secreto. Pero entonces, ¿hace cuánto tiempo que Luka lo sabe?

Me siento mal al pensar en que él pudo haberse declarado y ella lo rechazó por mí. Luka debe valorar mucho nuestra amistad para no mencionar nada de esto y evitar que me sintiera mal.

¡Emancipare! —recita Kagami para ayudar a Marinette a deshacerse del hechizo. Ella cae al suelo con una mirada triste, junto a los pergaminos.

—¿Estás bien? —pregunto, intentando ayudarla, pero ella se aparta de mí con temor.

Se levanta por sí misma y todos la vemos acercarse a Luka con el enfado reflejado en el rostro. Por un momento, temo que pueda atacarlo, pues si bien, él lanzó el primer hechizo, todavía no está consciente de lo que hace. Luka nunca dañaría a nadie más por enojo.

—No puedo creer que se lo dijeras. Confíe en ti, Luka. ¿Acaso todo este tiempo no fuiste sincero conmigo? Creí que te importaba al menos un poco.

Su acusación me hace sentir muy mal. No sólo he arruinado la confianza que le tenía, sino también su amistad. No quiero destruir la vida de Luka de este modo.

Me acerco a ellos con la intención de contarle la verdad. Marinette tiene que saber que Luka jamás la traicionaría de ese modo.

—¡Por supuesto que le importas! Sólo… él no está bien en este momento. Yo soy el único culpable, Marinette, todo esto es por mí… yo soy la causa de que actúe de esta manera.

—Entonces es cierto —una nueva voz atrae la atención de todos. Cuando nos volvemos, observamos a la señorita Bustier caminar hacia nosotros con Félix detrás de ella, quien porta una sonrisa de superioridad—. Adrien, hiciste uso de un filtro de amor contra tu compañero, aunque está prohibido en la escuela, ¿verdad?

Trago saliva antes de suspirar y asentir. No puedo hacerme el tonto ahora, cuando las pruebas son claras y están a la vista de todos. Y, sinceramente, estoy harto de tener que esconderlo.

Veo a Marinette de reojo volverse a mí con sorpresa y horror. Seguro que ahora ya no le gusto tanto.

—Profesora, esto no tiene nada que ver con Adrien. Fui yo quien lo engañó —me defiende Kagami con decisión y yo agradezco que salga en mi protección, pero no creo que su réplica ayude mucho en mi situación.

La señorita Bustier nos ve a todos de forma alternada, asiente y resopla antes de llevarse un mechón de pelo detrás de la oreja.

—Todos acompáñenme a mi oficina. Quiero escuchar lo que tienen que decir. Además hay que ayudar a Luka, me parece que esa poción era muy potente.

A nuestro pesar y sabiendo que estábamos en problemas, la seguimos de todos modos, no teniendo elección.

Luka me toma de la mano mientras caminamos directo a nuestro castigo. Una parte de mí está feliz de que haya alguien que pueda deshacer el hechizo, pero el sólo imaginar lo que dirá cuando vuelva a la normalidad, me provoca mucho temor.

Algo es seguro, después de este incidente, las cosas entre nosotros no volverán a ser las mismas.

•⭐•

—Ya entiendo, sin embargo, sigue siendo una infracción a las reglas de la escuela —nos dice la señorita Bustier mientras se levanta de su asiento y rodea el escritorio.

La explicación que le dimos fue bastante larga, Kagami y yo entramos en muchos detalles y tuvimos que remontarnos hasta los hechos antes del partido para que comprendiera mejor la situación.

Incluso Félix y Juleka dieron su versión de los hechos ante su experiencia con Luka.

Marinette era la única que parecía tan sorprendida como la misma profesora, a quien le contamos que nuestra amiga no tenía nada que ver y sólo estaba en el lugar equivocado.

La señorita Bustier nos escuchó con atención y no nos interrumpió ni juzgó en ningún momento. En realidad, se mostró bastante comprensiva cuando Kagami le dijo que sus acciones fueron por pura preocupación y cuando fuimos sinceros al mencionar que decidimos callar para no hacer sentir mal a Luka.

Por una parte, agradecí que fuera ella quien nos descubriera, pues era bien conocida por ser indulgente y amable con los estudiantes.

—A decir verdad, no me gustaría que ninguno fuera expulsado. Los conozco de ya varios años y sé que tienen sus fortalezas y debilidades. Así que quiero pensar que aprendieron la lección y que esto no se volverá a repetir, ¿verdad?

Kagami y yo asentimos y le damos nuestra palabra de no hacer algo como eso de nuevo. Anoto mentalmente no volver a comprar amortentia. De hecho, después de todo este incidente, no quiero ver un filtro de amor por mucho tiempo.

—Muy bien, entonces todos estamos de acuerdo en esto. Aun así, me temo que igual serán castigados. Adrien y Kagami tendrán que ayudar con la limpieza de los salones de clases, avisaré a los elfos domésticos para que no tengan problemas con ustedes. También, ambos perderán 50 puntos cada uno para Gryffindor, lo siento, pero su falta fue muy grave.

Aceptamos el castigo sin quejarnos. Seguro nuestros compañeros de casa nos odiaran por perder 100 puntos, pero es preferible a la expulsión. Adiós a la copa de las casas de este año, igual todavía podríamos obtener la de Quidditch.

—En cuanto a Juleka, sólo serán 50 puntos menos para Ravenclaw y Félix perderá 30 para Slytherin.

Félix salta en su lugar ante la mención de su castigo y se vuelve a la profesora con mala cara.

—¡¿Qué?! ¿Por qué yo también? No fui yo quien le dio amortentia a ese idiota —replica con enfado.

—No, pero supiste de esto mucho antes de venir a decírmelo. Si Adrien no te hubiese atacado ayer, es más que seguro que lo hubieras mantenido en secreto. Así fuiste cómplice por omisión.

Él abre la boca para reprochar alguna cosa sin sentido, pero la señorita Bustier levanta la palma para hacerlo callar antes de dirigirse a nosotros.

Ella ve a Luka con cuidado y lo evalúa por un momento al tiempo que saca su varita de la manga de su túnica.

—Adrien, ¿podrías decirle a Luka que se coloque a unos metros de distancia? Usaré un contrahechizo, ya que preparar una poción llevaría tiempo y no puedo acudir a la profesora Mendeleiev para pedirle el antídoto sin exponerlos.

Yo asiento e insto a Luka a moverse, mas no parece escucharme y sigue viéndome con esa cara enamorada que ya comienza a ponerme de los nervios.

Al final, decido guiarlo a donde la profesora señala y me mantengo un poco alejado para no obstruir el encantamiento.

No obstante, al verlo, reparo en que apenas recobre sus sentidos, podría enfadarse conmigo por lo sucedido. No me siento preparado para ello. Así que antes de que lance el hechizo, atraigo la atención de la señorita Bustier.

—Lo siento, pero ¿es necesario que me quede? Quiero decir —me llevo una mano a la nuca, inseguro—, no creo estar listo para hablar con él ahora. ¿Cree que pueda…?

—Seguro, vuelve a tu dormitorio, Adrien. Luka estará mejor mañana, él entenderá tu posición, así que no te preocupes —me dice sonriente y amable e inmediatamente después, lanza un petrificus totalus a Luka para evitar que me siga.

Kagami se acerca a mí para acompañarme, mas yo niego, le pido que se quede para ver cómo se encuentra Luka y pueda contármelo después, a lo que ella acepta.

Salgo de la oficina sin volverme, no deseando ver ni oír lo que sucederá ahí dentro. Sin embargo, sólo soy capaz de avanzar unos cuantos metros cuando Marinette me llama y se reúne conmigo a toda prisa.

—Yo… lamento mucho lo que sucedió. Terminé envuelta en esto por error y quizá escuché algo que no debí —se disculpa, frotándose un brazo con suavidad—. La verdad no tenía idea de tus sentimientos por Luka, es decir, él siempre me ha hablado maravillas de ti, pero creo que me ocupé más de contarle mis propios problemas que de escucharlo y saber lo que sentía. Si le hubiese prestado más atención y él me hubiera confesado que le gustabas, yo me habría apartado y créeme que los hubiese apoyado. Ambos me importan y quiero que sean felices.

Le sonrío en respuesta y me atrevo a abrazarla amistosamente. Sé que Marinette es sincera y de verdad se preocupa por nosotros. Así que tomo sus palabras con alegría y consideración.

—Gracias, Marinette. Significa mucho para mí que digas eso. Así que, por favor, házselo saber a Luka cuando vuelva a ser él mismo. Los recuerdos de lo sucedido se quedarán, por lo que se sentirá mal al enterarse que te falló sin desearlo.

Ella me asiente repetidas veces, asegurándome que así hará y que, en realidad, no le guarda rencor a Luka, lo que me alivia bastante. Porque, a pesar de todo, Luka la estima en sobremanera y no me gustaría ser el motivo por el que rompan su amistad.

Nos quedamos en silencio un momento, justo el necesario para escuchar a la señorita Bustier recitar el contrahechizo.

¡Surgito! —es lo último que oigo antes de salir corriendo de ahí con el corazón palpitándome con fuerza en el pecho.

Los días siguientes evito a Luka cuanto puedo.

Él viene cada día a la entrada de la sala común para intentar hablar conmigo, pero no le doy la oportunidad. Todo es muy reciente y me siento tan avergonzado que he tenido que pedir una capa de invisibilidad prestada siempre que salgo de mi dormitorio.

Lo he visto a veces mientras estoy oculto. Parece ser que ha vuelto a la normalidad permanentemente, su sonrisa y su cabello son prueba de ello. Y, aunque anhelo con todo mi ser volver a hablarle y pasar tiempo a su lado, aún no me siento listo.

Por un lado sé que le debo una explicación, que la merece, pero por el otro, tengo miedo de que nuestra conversación termine mal, que él ya no desee ser mi amigo y me pida que no me acerque a él de nuevo.

Quizá me estoy inventando historias, he conocido a Luka por mucho tiempo y él no es de ese modo. No odiaría a nadie sin razón y creo que aunque tuviese una, él no podría odiar a alguien más.

Me dejo caer en mi cama, exhausto.

Hoy ha sido otro día de limpieza por todo el castillo, lo que me cansa bastante sin tener apoyo de la magia. Afortunadamente, la ayuda de Kagami y su compañía, hacen el castigo más llevadero.

Cierro los ojos para dormir un poco más. Es fin de semana, así que puedo descansar más tiempo y hacer mis tareas después.

—Y aquí está, siendo un vago. Apresúrate y dile que tenemos práctica hoy. No dejaré que nos ganen esta vez —oigo la voz de Kim y formulo una mueca por su descripción que le está dando a alguien más.

Sé que en realidad no le desagrado, pero suele ser muy rudo conmigo siempre que se trata del quidditch. Curioso, ya que no se portaba así con el antiguo capitán del equipo. Puedo recordar cuanto solían regañarlo por llegar tarde a los entrenamientos y tomárselos a la ligera con sus payasadas y travesuras. Quizá por fin ha madurado.

—Tienen diez minutos. Si saben que te dejé entrar, todo Gryffindor se pondrá en mi contra. Y no se queden besuqueándose. Si distraes a mi buscador de nuevo, lo tomaré como una sucia treta de Ravenclaw.

En primera instancia, no puedo comprender a lo que se refiere. Al principio, creí que hablaba con Kagami, pero ahora lo dudo. Quiero incorporarme para ver de quien se trata, pero estoy demasiado cansado como para moverme. Espero lo de la práctica no sea cierto, no tengo la energía para levantarme ahora.

—Lo entiendo, gracias, Kim. No te olvides de pasar por la biblioteca esta tarde para darme tus libros, un trato es un trato —el inconfundible sonido de esa voz me provoca abrir los ojos.

¿Qué hace Luka aquí? ¿Por qué Kim lo dejó entrar? Decido no moverme de mi lugar, para que ninguno note que estoy despierto.

Escucho a Kim decir que así hará antes de irse y dejarnos solos tras cerrar la puerta. Mierda, no pude prever esto. La capa de invisibilidad ahora está muy lejos para poder ocultarme y, de todas formas, Luka ya me ha visto. Lo único que me queda es fingir que no estoy despierto.

Vuelvo a cerrar los ojos con fuerza, para intentar relajarme poco después y no parecer que estoy actuando. Oigo los pasos de Luka acercarse a mi cama y un nuevo peso sobre esta cuando él se sienta a mi lado.

—¿Adrien? —quiero suspirar al oírle decir mi nombre, hacía tanto que no lo escuchaba que el sonido me ha producido un placer instantáneo, pero me contengo, recordándome que debo mantenerme firme.

Se queda callado un momento y yo supongo que está deliberando entre irse y volver después o quedarse y esperar a que despierte. Ojalá opte por la primera opción.

Para mi sorpresa, advierto su mano deslizarse por mi cabello con suavidad. Su tacto me provoca un estremecimiento agradable. Añoraba tanto esto, tenerlo tan cerca de mí y su cálido toque sobre mi pelo.

—Sé que estás despierto, Adrien, pero esperaré a que te sientas cómodo para hablar. Siento que ya estoy invadiendo demasiado tu privacidad al entrar a tu dormitorio de este modo. Si quieres que me vaya, sólo dilo y lo haré, pero no me iré hasta que hayas cruzado palabra conmigo.

Abro los ojos de nuevo al escucharlo. Luka siempre es así, tan bueno y comprensivo que me hace reconsiderar mis propias acciones. He estado tan ocupado intentando protegerme de su rechazo, que no me he dado cuenta que le estoy haciendo lo mismo que no deseo que me haga.

Suspiro, consciente de que ya no puedo seguir evadiendo lo inevitable. Me incorporo en mi lugar, sin atreverme a girar mi cuerpo hacia él y me quedo sentado de espaldas en la orilla de la cama mientras Luka está en el otro extremo.

No nos decimos nada por unos minutos y, comienzo a pensar, que él espera a que yo sea el primero en hablar, pero no sé qué decirle. Mis manos tiemblan con ligereza y me obligo a apretar las mangas del suéter que porto.

Es de ese modo que reparo en que hoy no se debe llevar uniforme y siento la tentación de voltear a Luka para ver lo que lleva puesto. Siempre he preferido verlo con ropa común que con el uniforme escolar.

—Escucha —el repentino sonido de su voz me hace respingar. No esperaba que él fuese el que tomase la palabra primero—, creo que puedo suponer cómo te sientes, Adrien, porque te conozco bien. Y créeme que lo entiendo, entiendo toda la situación y recuerdo que intentaste ayudarme. El resto de detalles, al menos para mí, están de sobra. Así que no te sientas culpable por eso.

¿Cómo puede decirme tal cosa? ¿Por qué no me reprocha y me regaña por mis acciones? Lo manipulé, le obligué a amarme y le quité la libertad de expresarse. ¿Acaso no me guarda rencor por eso? Cualquier otro no querría ni siquiera verme.

—No estoy enfadado y tampoco voy a odiarte por un error tan pequeño. Hemos sido amigos por mucho tiempo y eres importante para mí, no quisiera que nuestra relación terminara aquí por un asunto que no considero tan grave.

Por algún motivo, sus palabras me hacen enfadar. Estoy molesto porque él no está molesto.

—¡¿Cómo puedes decirme eso?! ¡Hice algo terrible! —Me levanto de mi lugar sin darme cuenta y me vuelvo a él para enfrentarlo. Había pasado tanto tiempo sin verlo de cerca que casi me olvido de mi enfado—. No deberías perdonarme tan fácilmente. ¡Tendrías que estar tan molesto como yo y gritarme por haberte obligado a quererme! ¡Y no quiero que me mires así, como si yo fuera la víctima y no el responsable! ¡Mierda, Luka! ¿Acaso no tienes sentido común?

Él suelta una suave risa que me hace enojar más, lo que nota de inmediato.

—Lo siento, pero ¿no tengo sentido común sólo porque no estoy molesto? Adrien, ¿no has pensado en que todo eso que dices que me "obligaste a hacer" —explica haciendo comillas con los dedos—, en realidad no me sentí obligado a hacerlo?

Arrugo el gesto por aquella indirecta que no capto en primera instancia.

—¿Qué? Por supuesto que lo estabas, te manipulé con amortentia. No tenías libre albedrío y tus decisiones eran producto de la poción. ¡Por Merlín, atacaste a tu hermana y a Marinette por eso!

—Bueno, esa parte si se me fue de las manos. No creí que el efecto se duplicaría de forma negativa, pero ya me disculpé con Juleka y Marinette, ambas lo comprendieron y ahora estoy obligado a hacer la tarea de Juleka y acompañar a Marinette a Hogsmeade la próxima semana. Todo está bien, Adrien.

Saber que no perjudiqué su relación con ambas chicas, me produce un gran alivio. No obstante, algo en aquella declaración me sabe mal, como si Luka hubiese dicho algo que había pasado por alto debido a toda la preocupación que sentí anteriormente.

—Espera, ¿qué quieres decir con que creíste que el efecto no se duplicaría? Estás diciendo que, ¿lo sabías? ¿Sabías que estabas consumiendo amortentia?

Él aparta la mirada de mí y vuelve su atención a la sábana de colores rojos y dorados.

—La primera vez no —aquello me hace explotar de nuevo contra él.

—¡Luka! ¡¿Qué demonios?! ¡¿Estás loco?! ¿Por qué hiciste eso? ¿Querías hacerme sentir mal? ¡Porque eso fue lo que lograste!

—¡No! Claro que no, Adrien —dice, levantándose de su lugar en la cama y caminando hacia mí con preocupación. Yo no me alejo, ya ha sido mucha la distancia entre nosotros y no deseo seguir manteniéndola—. Lo siento, no quería que te sintieras culpable. Sé que fue una tontería, pero… No sé porque lo hice. Recuerdo estar en mi cama, pensando en lo agradable que fue estar contigo todo el día, tener tu atención y como sentía que mis sentimientos hablaban por sí mismos, sin complicaciones ni límites de por medio. No pensé en lo que hacía y lo lamento.

Su declaración me avergüenza y ya no puedo verlo a los ojos. Advierto su mano en mi mejilla y el nerviosismo me invade por ese simple tacto.

—Esas sensaciones fueron efectos secundarios de la poción. Creías que me amabas, por eso no puedes ver la gravedad del asunto ahora.

Luka sonríe y yo no logro ver la razón detrás de su sonrisa. Inclina su cabeza, lo suficiente para que nuestras narices se toquen y siento el carmín adornar mi rostro por ello.

—¿De verdad crees que mis sentimientos se deben sólo a la poción? Duele un poco que me creas tan superficial —ríe.

—No es eso… yo… —no puedo pensar bien, su cercanía me distrae del enfado que estaba sintiendo hasta hace unos momentos—. Es que no lo comprendo, ¿por qué no estás molesto?

—¿Quieres que me enfade y te culpe por algo? —no sé si espera una respuesta, pero no se la doy y él parece no necesitarla—. De acuerdo. Entonces estoy muy enfadado contigo, Adrien —dice con una de sus sonrisas tranquilas que tanto me gustan—. Te culpo por hacerme enamorarme de ti.

Frunzo el ceño por esa acusación sin sentido y me atrevo a mirarlo con la misma fijeza con la que él lo ha estado haciendo.

—La amortentia no produce amor real. No puedes culparme por eso.

Luka me ve con desconcierto antes de soltar una carcajada y llevarse una mano a la frente mientras ríe descontroladamente. Yo lo veo sin entender, buscando lo gracioso en lo que he dicho y sintiéndome como un tonto al no verlo.

Merlín —expresa, todavía entre risas. Tras calmarse un poco, toca mis dos mejillas entre sus manos y me ve, sonriente—. Es muy adorable que seas tan inocente, pero a veces puede ser algo exasperante tu ingenuidad.

—¿Estás diciendo que soy un idiota? —pregunto, muy ofendido.

—Estoy diciendo que te amo. Sin pociones y sin magia —vuelve a reír—. Hace tiempo que estoy enamorado de ti, ¿puedes verlo ahora?

No hay un espejo cerca, pero estoy muy seguro de que mi cara está muy roja. Tengo que ver al suelo para intentar calmarme. El corazón me corre muy aprisa y temo que pueda salírseme del pecho.

No esperaba esto, no lo esperaba en lo absoluto. Luka siempre logra sorprenderme de este modo.

Esto no es un sueño, ¿cierto? No quiero que lo sea. Por lo que me pellizco el brazo en varias ocasiones y suspiro de alivio al notar que duele. Tampoco puede ser producto de otra poción, las galletas se terminaron y, de cualquier modo, ha pasado mucho tiempo para que el efecto persista desde entonces.

Por lo tanto, esto debe ser real. Es real. Soy tan feliz que quiero llorar. Luka de verdad me ha declarado su amor y yo… ¡yo no he dicho nada!

Levanto la cabeza de inmediato, sorprendiendo a Luka por el brusco movimiento.

—¡Yo también! ¡Desde hace mucho tiempo! Pensaba decírtelo el día del partido, pero no tuve oportunidad cuando Kim apareció.

—Sí, lo noté. De saber que sentías lo mismo, te lo hubiese dicho antes, pero tenía mis dudas. Por eso te envié varias indirectas, aunque empiezo a creer que no captaste ninguna —sonríe, acariciando mi pelo y yo suspiro por el gesto familiar.

Me avergüenzo por eso y pienso en que realmente puedo ser algo idiota a veces. Tal vez, su hubiera notado las intenciones de Luka, podríamos haber estado juntos desde hacía tiempo y ahorrarnos todo el asunto de la amortentia.

Sin embargo, esto tampoco está mal. Aún tenemos mucho tiempo por delante y la ansiedad de descubrir lo que se viene me hace muy feliz.

—Adrien —me llama y yo sonrío de oreja a oreja para mostrarle que tiene toda mi atención—, ¿puedo besarte?

De nuevo, los nervios me dominan, pero asiento tan rápido que la cabeza termina por dolerme. Luka vuelve a reír con ese tono suave que me vuelve loco.

Se inclina de nuevo y yo cierro los ojos, esperando por un segundo beso que atesoraré como si fuera el primero. Nos besamos con lentitud, saboreando el momento. Enredo mis brazos en su cuello, alborotando el pelo de su nuca, su pelo que tanto me ha encantado desde el primer día. Él me estrecha con suavidad y advierto un hormigueo extenderse desde la zona que toca a todo el cuerpo.

Cuando terminamos el beso, no nos separamos, sino que nos sonreímos a una corta distancia y yo vuelvo a besarlo con más ahínco. Soy codicioso, porque aunque tengo lo que quiero, deseo más, más de él y el hermoso sentimiento que me produce.

No obstante, la puerta se abre de improvisto e interrumpe nuestro momento. Luka se separa de mí y yo hago un puchero en dirección a quien ha entrado, que no es otro que el idiota de Kim.

—¡Lo sabía! Si era una treta de Ravenclaw para distraernos. Adrien, no puedes hablar con tu novio hasta que haya pasado el partido, es nuestro enemigo.

Ruedo los ojos ante las estúpidas declaraciones de Kim. A Luka no podría importarle menos el quidditch. Sé que es atento y siempre está dispuesto a escucharme cuando hablo del tema, pero no lo veo capaz de engañarme sólo para que su casa gane un partido. Me parece hasta ofensivo pensarlo.

—Lárgate, Kim. Estamos hablando y molestas —digo con molestia.

—Por si lo has olvidado, tenemos entrenamiento. Les daré unos minutos más, pero si no bajas pronto, le contaré a la jefa de casa que él está aquí —amenaza antes de marcharse y cerrar de un portazo.

Sinceramente, espero que el capitán vuelva cuanto antes o podría soltarle un maleficio a Kim un día de estos.

Vuelvo mi atención a Luka de nuevo y noto su sonrisa que le devuelvo con otra igual. Quiero que regresemos a lo que hacíamos antes de la interrupción, pero algo me dice que se tomó muy en serio las palabras de Kim.

—Creo que debería irme. No quiero distraerte de tu entrenamiento, mi casa me lo agradecería, pero yo no podría estar tranquilo si te pasara algo —me explica y se acerca a mí, de nuevo, para dejar un beso en mi mejilla—. ¿Te parece si nos vemos ya que termines? Aparentemente, estaré en la biblioteca haciendo mucha tarea de Kim y Juleka.

—No hay nada más romántico que una biblioteca llena de libros viejos —digo con sarcasmo y él ríe en contraste—. Supongo que ahora estamos saliendo, ¿no?

—Según los rumores, hemos estado saliendo desde que llegué a tu clase de Historia de la magia y te declaré mi amor.

Sonrío por el recuerdo que ya me causa más gracia que incomodidad. Estoy seguro que en el futuro, seguiremos recordándolo de ese modo.

—Vaya, me perdí nuestro aniversario de una semana entonces.

—No te preocupes, sé que el siguiente lo recordarás. Sólo abstente de cocinar galletas con pociones extrañas de por medio.

Ambos reímos y no puedo evitar pensar en que todo es perfecto. Tontear con él de esa manera, poder hablar normalmente y, ahora, saber que estamos juntos como algo más que sólo amigos, es simplemente perfecto.

Y lo que sea que venga después, será todavía mejor. Eso es un hecho.

Algún tiempo después

Cuando despierto y reparo en la hora, abro mis ojos con mucha sorpresa y me obligo a salir de la cama con prisa hacia el baño para lavarme la cara y los dientes.

Tengo pociones a primera hora y la profesora Mendeleiev no es muy flexible con los estudiantes. Aún me queda un año para prepararme para los EXTASIS, pero todavía debo enmendar los TIMO que fallé el año pasado.

Levanto el resto de mi ropa del suelo y tomo la túnica con rapidez antes de volver mi atención a Luka que se remueve inquieto y abre los ojos poco después. Me dirige una sonrisa soñolienta y yo no puedo creer que luzca tan bien un lunes por la mañana.

—¿Ya te vas? Creí que desayunaríamos juntos —dice estirándose y yo me quedo un momento viendo embobado su torso desnudo.

Me reprendo por ese pensamiento y me ato la corbata con toda la concentración que necesito. Tras colocarme la túnica, me acerco a él y beso su mejilla. Luka me devuelve el gesto y noto que su mirada se desvía a mi túnica con cierta burla.

—¿Te irás así? —yo miro hacia abajo y veo todo normal, salvo por la corbata que podría estar algo torcida.

—¿Por qué? ¿Tengo algo? —él niega, pero noto que su sonrisa burlona sigue ahí.

—No es nada. Mejor ya vete o se te hará tarde. Por cierto, quita el encantamiento confundidor de la puerta y ten cuidado de que los otros Ravenclaw no te vean. Ya la última vez, Marinette me dio una advertencia sobre meterte a escondidas, se toma su trabajo de prefecta muy en serio.

—¿Usaste un encantamiento en la puerta? —pregunto sonriente, suponiendo el por qué.

Él se encoge de hombros, pero no parece arrepentido.

—Es más fácil que pedir el dormitorio prestado —dice guiñándome un ojo y yo ruedo ambos con una sonrisa.

Incluso esa forma que tiene de romper las reglas, me resulta tan atractiva como su faceta de estudiante perfecto.

—Recuerda prestar atención, y no te olvides de aprender el antídoto de la amortentia adecuadamente —grita antes de que pueda salir con un dejo de burla en la voz. Yo rio por ello, pero finjo enviarle una mirada ofendida.

Tal como me advierte, salgo de la sala común con sigilo y la capucha de la túnica sobre mi cabeza. He olvidado traer la capa de invisibilidad por las prisas y no tengo otro modo de escapar.

Siempre es difícil cuando tenemos este tipo de encuentros. La posibilidad de ser descubiertos es muy alta, pero, de algún modo, nos las hemos arreglado hasta ahora para que nadie más lo sepa.

Cuando estoy fuera de la sala común, corro a toda prisa hacia mi clase. Sé que voy tarde, pero aún puedo mentir sobre sentirme mal o haber tenido algún accidente.

Gracias a la influencia de Luka, me he vuelto un mejor estudiante, así que quiero pensar que no me castigarán por llegar un poco tarde en lunes.

Doblo el pasillo con tanta velocidad que casi estoy por caerme, sin embargo, logro llegar a la puerta y abrirla con éxito sin otro accidente de por medio.

Todos voltean a verme cuando estoy dentro. Yo intento arreglar mi cabello, que seguro luce como un desastre, y regular mi respiración que se ha vuelto agitada por la carrera mientras avanzo hasta mi lugar, a un lado de Kagami.

El resto de estudiantes murmura cosas que no alcanzo a escuchar, y que, en realidad, no me interesan en lo absoluto.

La profesora Mendeleiev se acerca a mí antes de que pueda sentarme junto a mi amiga y me ve con una mirada severa al tiempo que me encojo de hombros, esperando por una reprimenda por la hora.

—Señor Agreste. Los alumnos de Ravenclaw no tienen clase hoy —dice muy seria, como si no estuviese bromeando.

Yo frunzo el ceño por esa aclaración que me parece extraña y que no le hallo sentido alguno. No es hasta que Kagami se inclina sobre mí a susurrarme algo, que comprendo la situación.

—Adrien, llevas la túnica de Ravenclaw.

Bajo mi mirada al escudo en la parte derecha de mi túnica y me percato de que me he equivocado al tomar mi ropa. Me avergüenzo ante la nueva revelación que dice mucho acerca de dónde vengo.

—Creí que estaba en Gryffindor —sonríe Mendeleiev y mi rostro se torna carmín por sus palabras—. ¿A quién debo bajarle puntos por su llegada tardía, señor Agreste? ¿A Gryffindor o a Ravenclaw? Sólo tome asiento, lo dejaré pasar por esta vez, pero que no se repita.

Asiento y tomo mi lugar junto a Kagami, quien tiene una sonrisa traviesa en la cara. No me ha dicho ni una palabra, pero sé lo que está pensando. "Tienes que contarme todo", y por supuesto que lo haré, porque somos amigos y es la única que me escucha cuando se trata de Luka.

Tras un momento en que volteo a verla, ambos reímos bajo por esa situación que es tan absurda como vergonzosa, pero que estoy acostumbrado desde que comencé a salir con Luka.

Y es que, cuando se trata de él, nada puede ser completamente malo, sino todo lo contrario.

FIN