Adormecimiento

Sus ojos estaban clavados en la pantalla de su tableta electrónica, estaba segura de que explotaría. El mensaje de Mina era completamente contundente y dejaba de lado todo lo profesional que era; la mujer estaba completamente fuera de sí, se notaba por las líneas que le había dejado en el correo electrónico. Para Ami Mizuno el mensaje era más un alarido de guerra que un "aviso" como supuestamente sugería el asunto de este.

¡Cómo rayos era posible que a ambas las sacaran del caso de Michiru Kaioh! Ellas le habían salvado la vida a la mujer y ahora sin más que explicar, les daban un punta pie en el trasero y dejaban como "doctores de cabecera" A Kou y Tsukino.

Sus manos temblaban, sus labios estaban secos por el coraje que estaba experimentando y sentía que la cabeza no estaba lejos de explotar por ese creciente estado de irritabilidad por la noticia. Tomó el celular para llamar a su compañera quien ya debía de estar pensando en ir a reclamarle a Tsukino.

—"¿Qué pasa?" — respondía Aino con demasiada furia.

—No puede ser, ¿estás segura?

—Mira Ami, si no me quieres creer ese es tu problema. El jefe vino a decirme que no podía volver a tomar el expediente de Kaioh porque estaba en Segismundo.

—Pero… Fuimos claras en ese tema con la familia Kaioh.

—Ami, les valió un reverendo cuerno que les dijéramos que ese lugar no le hará nada bueno a Michiru. Ni los enfermeros sabían que nos habían quitado el caso a ambas, por eso cuando la señorita Kaioh intentó suicidarse me informaron.

—¿Cómo rayos fue que decidieron acceder a la tontería de Tsukino y Kou?

—No tengo idea.

—Michiru no está en condiciones físicas de experimentar un lugar como Segismundo.

—Tampoco lo está psicológicamente hablando, la mujer es un desastre en este momento, pero Tsukino dio luz verde a las locuras del doctor Kou.

—Si algo le ocurre a Kaioh dentro de Segismundo, podrán decir que fue una negligencia. Voy a detener esta locura, tranquila Mina.

—Yo hablaré con Tsukino de lo estúpido e irresponsable que fue de su parte dar ese permiso para que Michiru fuese a Segismundo.

—Bien, yo hablaré con Kou.

Mizuno terminó la llamada, se llevó la mano a su mechón azul para intentar masajear su sien. No de nuevo, no quería más problemas con uno de sus proyectos más ambiciosos y menos por culpa de otro de los idealistas de ese sueño. ¿En qué cabeza cabía dar autorización a una persona que pasaba por un gran proceso de recuperación el acceso a Segismundo? Menos a alguien que estaba tan quebrada psicológicamente, porque eso era algo que valoraba de Aino, ella no se dejaba llevar por niñerías. Era profesional desde el inicio, hasta el final, si se daba cuenta de que el aspirante no estaba bien mentalmente, por más pena que le diera el caso, simplemente lo dejaba fuera.

—¿Por qué quieres arriesgar nuestro trabajo?

Comentó pues la puerta de la sala de espera en la que les habían hecho esperar se estaba abriendo. La noticia le llegaba cuando estaban a 30 minutos de hablar frente a los líderes de la OMS sobre los efectos positivos de Segismundo, pero esta decisión de su colega era un revés ante la cosecha de logros.

—No entiendo la pregunta.

—Sabes lo mucho que se oponen a Segismundo porque lo creen un cultivo de locura. Sabes que esperan que fallemos, con solo un paciente que comience a mezclar Segismundo con la vida real, todo se viene al carajo.

—Es algo que no sucederá, ellos saben que están en Segismundo, de una forma u otra lo saben.

—Kaioh es un riesgo, se intentó quitar la vida. ¿Qué pasa si no distingue entre la realidad y Segismundo? ¿Qué ocurre si piensa que esto que tú y yo pisamos es Segismundo? ¡Taiki por dios, no necesitamos que digan que nuestro proyecto lleva a la locura y todo porque quieres a Kaioh allí! No necesitamos más publicidad, ¿esperas que nos reconozcan porque salvamos la vida de un integrante de la familia imperial? Nos estás condenando.

—Tranquila Ami, no es eso.

—¿Qué es?

—Un experimento.

—¡No puede ser! — gritó — No hay tiempo para otro de tus estúpidos experimentos.

—Lo mejor será que preparemos la conferencia, nos van a atacar por todos lados y necesitamos un arma secreta.

Decía el alto chico de cabellos castaños, que parecía no tener ningún sentimiento dentro. Mizuno estaba completamente fuera de sí, porque su colega estaba abriendo su computadora e insertando una USB, parecía que abría todos los documentos que necesitarían en el debate con la comunidad médica internacional. Claro, era lo correcto, pero no cuando sus cabezas estaban en juego por la tontería de tener a Kaioh en Segismundo.

—Me parece que no entiendes lo crítico de este asunto Kou, si Michiru…

—Quien no entiende las cosas es usted doctora Mizuno.

Esa voz, tan despreocupada de la vida, el aire de grandeza con el que le hablaban la tensó más. Imposible no reconocer a la persona dueña de ella, esa profundidad, gruesa para ser femenina y al mismo tiempo con porte, elegancia y elocuencia.

—¿Trajiste a Tenoh? — dijo molesta.

—Mírate Haruka, te ves bien en traje— mencionaba Taiki.

—Gracias, aunque deseaba usar una bata.

Las palabras de Haruka provocaron una carcajada de parte de Kou y la seriedad de parte de Mizuno que consideraba eso una burla a su profesión. ¿Qué hacía Haruka Tenoh en ese lugar?

—Te puedo prestar una si lo deseas.

—¿De verdad?

—Claro— reía Taiki.

—Mi buen doctor, siempre tan bromista con su colega y paciente más destacada.

—¿Qué hace Tenoh aquí? — preguntaba con veneno en la boca.

Tanto Taiki como Haruka miraban a Ami con seriedad, ambos sabían que la doctora no estaba muy contenta de que la mujer de cabellos rubios estuviera tan metida en el proyecto llamado Segismundo. Al mismo tiempo, sin Haruka Tenoh, nada de eso hubiera sido posible de desarrollar o lograr.

—Mizuno, podrías dejar de ser tan grosera con Haruka y agradecerle que tenga el tiempo de acompañarnos hoy.

—No quiero ser grosera, pero es una tontería haber traído a Tenoh.

—¿Lo soy? — dijo con severidad.

—Sí, tú eres un paciente más en Segismundo para los demás y ese pensamiento debe de permanecer así. No olvides tu lugar en todo esto Tenoh.

—Lo recuerdo doctora Mizuno, por eso le he dicho que es usted quien no entiende las cosas.

—¿Qué? — se burló.

—Hablé con Kaioh en Segismundo.

—¿Dejaste que Haruka contactara a Michiru?

—Las personas que están conectadas a la red de Segismundo pueden hablar, sería completamente estúpido crear otra realidad y que las personas estuvieran aisladas. Así es como superan ese tipo de fatalidades en su vida, relacionándose con gente que los entiende.

—Cuando están bien mentalmente, cuando su cuerpo no está tan dañado o empiezan a tener aceptación de que lo que les pasó puede desaparecer en Segismundo, pero no en la realidad— gritaba Ami.

—Ya te dije, Kaioh es un experimento, todo saldrá bien y casualmente Haruka estuvo en ese lugar. Cosa que me sorprende aún más— dijo mirando a Tenoh.

—Pues, ¿qué puedo decir? Soy genial.

—Deja de fanfarronear Haruka. Ninguno de ustedes ve el verdadero dilema, como ya dije, Michiru es parte de la familia imperial. Si algo pasa con ella, Segismundo se acaba, el proyecto se cae y las personas a las que hemos ayudado se quedan desamparadas ¿no es posible que se nieguen a ver la realidad?

—Michiru no es parte de la familia imperial — gritaba Haruka —. Te guste o no, las mujeres pierden el título cuando se casan con un plebeyo, ese es el caso de la madre de Michiru, no le hacemos nada a la familia imperial.

La sonrisa de Haruka al saber que le había ganado a la chica genio como la llamaban en la escuela era más grande. Taiki hacía lo mismo, pues ambos se peleaban el titulo de alumno número uno de Japón.

—Su abuelo materno es un príncipe imperial, lo cual la vuelve importante.

—Hace importantes a sus abuelos, no a Michiru, ella es una plebeya y por lo que hablé con ella, no habla de ese lado de su familia. Más bien, es una persona retraída no había bebido alcohol, hasta su experiencia en Segismundo y al parecer tampoco ha tenido una relación de pareja.

—¿Te comentó todo eso?

—No, es intuición, dijo no tener experiencia en eso de entender mal los encuentros casuales— se llevó el dedo índice a la barbilla.

—¡Eso qué tiene que ver con la importancia de su presencia en Segismundo!

—Lo siento, ya sabe que algunas veces me quedo pensando en otro tipo de cosas doctora Mizuno.

—No me interesa Haruka, yo no la quiero en Segismundo.

Taiki estaba a nada de responderle a Ami pues la manera en la que le había gritado lo había puesto de mal humor, pero Haruka levantó su mano para tranquilizarlo y dejarla hablar.

—Si me dejaras terminar mi relato, entenderías algo importante.

—¿Qué es?

—Michiru tampoco quiere estar en Segismundo.

—¿Cómo lo sabes?

—Eso me lo dijo sin empacho, piensa que es un fraude o un engaño, además como ya debes de saber, ella intentó suicidarse. Así que entiendo la preocupación que sientes sobre la delicadeza de que se quede en el lugar.

—¿Y?

—Estoy segura de que no lo hará, así que deja que el doctor Kou y Tsukino se hagan cargo de ella. No está convencida de que ese lugar sea para ella, además la chica duda de mi existencia, por eso es mejor dejar las cosas como están.

—¿Qué dices? — comentó confundido Taiki.

—Dejemos a Kaioh en paz, no es alguien viable en tu nuevo experimento. Ami tiene razón en eso, podemos arriesgar Segismundo.

—No te creo— replicó Mizuno.

—Lo juro, Kaioh me preocupa y podemos comprometer su psique.

—Haruka, no puedes dar marcha atrás a esta nueva etapa de Segismundo. Yo les aseguro que es nuestra única oportunidad para entender…

—Taiki, ya vendrá alguien más, pero Kaioh no es opción.

Ami sonrió, ese era un verdadero revés para su colega, la persona que siempre estaba de acuerdo con él, no lo estaba en el tema de Michiru. Lo estaba con ella que era lo más sorprendente, por eso quiso celebrar en silencio y de un momento a otro simplemente atinó a decir.

—Iré a preguntar si ya tienen la sala lista para que nos concentremos en la conferencia.

Luego abandonó la habitación con un aire de superioridad y burla para su colega. Taiki miró a Haruka que se llevaba las manos a la nuca y se acomodaba en un sillón, era como si esperara los gritos de su médico.

—Dijiste que…

—¿No sería mejor evitarle una demanda a Mizuno?

—¿Qué?

—Si ella sabe a fondo sobre tu experimento, la ponemos en una situación difícil si todo se sale de control.

—¿O sea que sí piensas que Michiru no es la indicada?

—No lo es, se intentó suicidar y cuando me lo dijo, lo hizo de forma honesta. Creo que no sabe que jamás le habíamos dado acceso a alguien con ese tipo de problemas. A mí me llevó mucho tiempo entender qué es Segismundo realmente, si bien no pude quitarme la vida, creo que hubiera hecho lo mismo que Michiru si hubiese tenido la oportunidad. Me preocupa, así que… Deja que la busque.

—¿Buscarla?

—Sí, puede beneficiar a tu experimento y yo podré cuidar de ella en todo momento.

—Ya veo… Sí que eres la estrella de Segismundo.

—¿Me lo ibas a ocultar por mucho tiempo? — se reclinó en el respaldo del sillón.

—No creí que fueras a recordarla.

—La he estado buscando por tanto tiempo… Creo que por un momento olvidé que…

—En Segismundo todos los sueños son posibles— dijeron al mismo tiempo.

—Sí doctor Kou.

—¿Cómo?

—El encuentro, fue el mismo que antes.

—¿Y?

—Parece que sí puedes amar dentro de Segismundo.

—¿Ah sí? — dijo en sorna.

—Me volví a enamorar de ella a primera vista.

Taiki miró a un lado, estaba a nada de decirle a Haruka que no la buscara, que todo se quedara en Segismundo. Pero es que ver la melancolía con la que hablaba sobre Michiru le hacía imposible ser frío con su paciente, así que sacudió su cabeza para dar a entender que estaba de acuerdo. Después de todo, el experimento dependía de ese par, con una en pleno conocimiento de lo que ocurría y la otra ajena, porque si algo se salía de control, al menos Haruka podría controlarlo.

—Búscala luego de la conferencia.

—Pero haz creer a Mizuno que ella jamás regresará a Segismundo.

—Tranquila, ya dejé a Tsukino a cargo de eso, están cambiando a los enfermeros que estaban antes y que le avisaron a Mina.

—Solamente tenemos esta oportunidad, no hay más.

—Lo sé.

La puerta de la habitación se abrió, ambos se quedaron viendo a la puerta por la que aparecía Ami.

—Es nuestro turno.

—¿Lista Haruka?

—No se preocupen, voy a convencerlos a todos, Segismundo no causa locura y, sobre todo, nosotros los pacientes lo creamos a nuestro gusto— extendió sus brazos.

—Vayamos — ambos se pusieron de pie.

—Contamos contigo Haruka.

—Y yo con ustedes Mizuno.