Pasó una eternidad desde que publiqué, pero por fin pude actualizar. Es tiempo de saber que ocurrirá entre Jimmy y Heloise, además de la misión que el chico desea seguir.
Aprovecho de saludar a Namikaze 33, a quien respondí por PM y quien ha comentado en algunos de mis fics, Gracias por todo.

Listo ya todo, espero lo disfruten.


El cachito que se metió el Jimmy, ¿cierto? Bueno, ahora hay que contar lo que pasó después de eso

Este cabro era perseverante cuando se trataba de una buena causa y Beezy pensaba hacer cualquier cosa por su mejor amigo. Por eso fue que el dúo, acompañado por Saffi, tuvo un nuevo plan para calmar la relación de los Molotov.

La ocurrencia que tuvieron esta vez fue ir a la casa de la familia, llevando además, 5 Weavils que se encontraron por ahí y los vistieron de mariachis luego de ofrecerles plata, cada quien con instrumentos distintos. Para que sepan, los Weavils, también llamados «gorgojos» por acá, son una especie de castores antropomórficos que tienen por costumbre ser unos bromistas harto molestos. Si hasta el Lucius le irritaban, pero no podía hacer nada en contra de ellos porque ni miedo le tenían.

Era de noche y la familia ya cenaba. Desde afuera, notaron las luces prendidas por las ventanas.

—Están despiertos —dijo Jimmy—. A mi señal, comenzamos.

El cabro rubio tocó el silbato, ahí los Weavils tocaron sus instrumentos. Sin embargo, tocaban bien mal. El ruido era más molesto que calzoncillo con arena.

—Pudimos ensayar antes —dijo Beezy.

—No tuvimos tiempo, Beezy —contestó Jimmy.

Fue ahí que una ventana se abrió desde el segundo piso. Era la señora Molotov, airada y con un zapato en su par de brazos-tentáculos derechos.

—¡¿Quién esta haciendo ese ruido?!

—¡Jimmy, deberíamos huir! —dijo Beezy, temeroso del poder del zapato.

—No temas, Beezy —contestó Jimmy.

La señora Molotov lanzó el zapato y le llegó a la cara de un Weavil, cayendo al suelo por el dolor.

—¿Decías? —dijo el Beezy.

—¡Vamos, confía! —le dijo Jimmy—. Pronto, nuestra cantante hará su mejor presentación.

—Creí que era mala idea incluirla.

—No trabes su talento oculto. —Jimmy pone su palma para gritar—. ¡Ahora, Saffi!

Apareció la de piel naranja, vestida más como catrina que como mujer mariachi (porque se le ocurrió maquillarse y terminó pareciendo cantante de black metal). Hizo carraspear su garganta y comenzó a cantar. El problema es que abrió la boca y solo salió un grito rasposo, fuera del tono que supuestamente hacían los mariachis. Así, el ruido empeoró.

—¡CALLENSE, VAGOS! —gritó la señora Molotov.

—¡¿Ahora sí huimos?! —se preocupó Beezy.

Cuando Jimmy miró a su alrededor, viendo a los demás vecinos salir de las casas, con antorchas y tridentes para el pasto, respondió:

—Ok… Huyamos.

De repente, un ruido fuerte se sintió arriba y el par levantó la cabeza para ver. Apareció un avión carmesí de hélices en su punta y el distintivo logo de la empresa Mysery Inc., cuyo dueño es el padre de Beezy y que una conocida amiga trabajaba ahí.

—¿Será Heloise? —dijo Jimmy, al ver el avión.

Cuando vio la cara de su amiga en el avión, usando gafas cuadradas, se alegró de sobremanera.

Pero todo cambió cuando abrió las compuertas bajo el avión y liberó unas bombas con forma de calabaza sobre Jimmy y su pandilla.

—¡Bombas! —gritó Saffi.

—¿Estás segura? —preguntó Jimmy.

—¡No me quedaré a averiguarlo! —se preocupó Beezy, mientras tomaba a su mejor amigo y lo cargaba sobre el hombro izquierdo.

Cuando las bombas llegaron al suelo, se hicieron enormes explosiones, los que ahuyentaron a los vecinos y a la señora Molotov, quienes entraron a sus casas. Los únicos que no se salvaron fueron los weavils, quienes quedaron achicharrados como carbón.

Heloise, sonriente por lograr su cometido, se dijo a sí misma:

—Pobrecito, ¿arruiné tus planes, Jimmy? ¡Pues te lo mereces! ¡SIENTE LO MISMO QUE YO CUANDO ARRUINASTE NUESTRA CITA!

El avión se fue. Cuando terminó la masacre, la señora Molotov y los vecinos celebraron porque por fin se acabó el molesto ruido de los instrumentos mal tocados.

Cuando todos los vecinos entraron a sus casas, el rubio y sus amigos se reunieron en el punto inicial, ya agujereado por las bombas.

—Tal vez —dijo Beezy—, todo lo que hacemos es en vano, Jimmy. Es posible que no logremos unir a Molotov y su esposa después de todo.

Jimmy dudaba, pero antes que dijese algo, una silueta se ganó un par de metros por detrás del humano y sus amigos:

—Oye, tú.

El rubio miró hacia atrás para ver quién era. Se trataba del niñito Tory, mirando feo a Jimmy. Este último dijo:

—Eres el hijo de Molotov.

—Sí. Soy Tory, por si se te olvido. —Emitió un sonoro suspiro para restarle tensión a su cuerpo, antes de seguir hablando—. Mira, lo que menos quiero es hablar contigo. Eres molesto, entrometido y finges reír todo el tiempo, haciendo como que nada te hace enojar.

—Es que nada me enoja, Tory.

—¡¿Ves?! ¡Por eso eres tan molesto!

Jimmy aún no lograba entender el punto del niño, cosa que si hicieron Beezy y Saffi (O sea, hasta Saffi entendió y Jimmy no.)

—Espera —dijo Jimmy—, ¿por qué me dices todo esto?

Tory miró hacia el suelo:

—Porque eres el único que hace algo para unir a mi familia. Quiero ayudarte, quiero que mis padres dejen de pelear y hacer llorar a mi hermanita.

Ante tan sinceras palabras, el humano rubio se alegró y tomó los hombros de Tory:

—¡Claro que puedes! ¡Mientras más gente nos ayude, mejor!

—¡No me toques! —dijo Tory, molesto, mientras se quitaba las manos de sus hombros.

—No es por aguar la fiesta—dijo Beezy—, ¿pero qué harás respecto a Heloise?

Saffi agitó su cabeza de arriba abajo con rapidez.

—Tal vez no sabía que estábamos aquí… O tal vez, sabía que estaba fracasando nuestro plan y nos ayudó a salir de la forma más espectacular que se le ocurrió.

—¿Estás seguro amigo? Yo creo que el ataque iba más hacia nosotros.

—¡Habla con ella! —exclamó Saffi, con voz rasposa.

—No es mala idea—afirmó Beezy—. Habla con Heloise para que aclare qué intentaba realmente, Jimmy.

A pesar de todo, Jimmy seguía reacio:

—Vamos, no es necesario. Sigamos con el plan y después hablaré con Heloise.

Despues de levantar sus hombros, Beezy aceptó la propuesta, al igual que su novia. Tory se acercó al rubio y este miró a los weavils rostizados:

—Oigan, ¿nos acompañan?

Ellos gritaron del miedo y huyeron lo más lejos que pudieron.

—Eh… ¿Eso es un no, acaso?

ΜΛΦΛΜ—

Molotov y su señora caminaban con sus caras largas, por las calles maltrechas de la tarde en la ciudad de la tristeza.

—Lo he pensado mucho… —dijo Molotov.

—Entonces, ¿renunciarás a ese empleo?

—No puedo rechazar la oferta, pero tampoco quiero que sufran ni tú ni nuestros hijos. —Inhala aire con exageración, para luego soltarlo por la boca con la misma exageración—. Si me voy, no podremos mantener nuestra relación.

—No… No digas lo que creo vas a decir…

—Querida… debemos…

En un parpadeo apareció un adivino vertido de árabe, junto a una mesa de picnic.

—¡Alto ahí, forasteros!

Se trataba de Jimmy, quien tenía además una bola de cristal que emitía plasma al encenderlo. En ciertos momentos, el luminoso plasma distraía a este chiquillo, pero al menos se mantenía concentrado.

—Jimmy —dijo el Molotov.

—¡Soy el Pitoniso y estoy aquí para ver su futuro!

Beezy miraba escondido en una esquina, a unos cuantos metros de la pareja y el adivino, junto con Saffi y Tory. Desde ese punto, los 3 podían escuchar todo lo que hablaban.

—Creí que llamarse «Pitoniso» era mala idea —dijo Tori—... y también, vestirse de árabe.

Meh —dijo Beezy—. Jimmy suele hacer esas cosas.

En tanto, los Molotov, aunque aún manteniendo el odio hacia el chico rubio, se acercaron curiosos a la bola de cristal, más por el luminoso plasma de la bola que de sus palabras.

—¡He visto su futuro! —dijo Jimmy—. ¡Y no vendrán más que desgracias en su camino actual!

—¡Patrañas! —dijo la señora Molotov—. ¡Eres un embaucador, Jimmy Two Shoes!

—¡Para nada, señora! probaré mis poderes, veré la bola de cristal y me mostrará el futuro. En unos instantes, veremos pasar a Beezy en una patineta y se caerá cerca de nosotros.

Pero pasó un minuto y nada ocurrió.

»Dije: ¡En unos instantes, veremos pasar a Beezy en una patineta y se caerá cerca de nosotros!

En la esquina, Beezy, Saffi y Tory jugaban con cartas al oír la señal.

—¡Es mi turno! —dijo Beezy, quien se subió a una patineta.

El demonio rojo salió de su esquina y fue lo más rápido que pudo. Pero no alcanzó a llegar en el punto acordado, porque se cayó por accidente a un par de metros de su escondite, lejos de ellos y no cerca, como dijo el «Pitoniso». El último intentó arreglar el tema para que no se notara el montaje:

—Eeeeeeeeh… ¡Tará!

La señora Molotov se mantuvo callada, mirando a Beezy con los ojos entrecerrados.

—Impresionante —dijo Molotov—, pero no muy exacto.

—Ah… Probemos otra premonición. ¡En unos instantes, la novia de Beezy, Saffi, vendrá a ayudarlo!

Saffi salió de la esquina con un rollo de papel higiénico, el cual iba a usar con Beezy. Sin embargo, pasó de largo a su novio en el suelo y llegó hasta Jimmy, debido a que la indicación recibida fue «llegar cerca de los Molotov y ayudar a Beezy».

—¡Saffi! —murmuró Jimmy, con sonoridad—. ¡Ve con Beezy, ahora!

—¡Ah, claro! —exclamó Saffi con su voz rasposa.

Corrió directo hasta Beezy, al cual enrolló el papel higiénico en todo su cuerpo y lo hizo parecer una momia. Luego, lo arrastró de los pies hasta la esquina, donde lo levanto con los brazos y lo volvió a botar al suelo como saco de papas.

—¡Auch! No era necesario, Saffi…

En todo caso, ese acto fue convincente para la pareja, quienes ya dudaban de la falsedad del «Pitoniso»

—Lo adivinó… —susurró la señora Molotov.

—Paro aun así —dijo el esposo, todavía desconfiando—, no ocurrieron los hechos de forma precisa.

Jimmy se sentía en problemas, así que intentó buscar una salida:

—¡Eh! ¡Es porque el futuro puede ser cambiado!

La pareja de monstruos lo miró con incredulidad.

—¿Cambiado, dices? —preguntó la esposa.

—¡Así es!... eh… Hay caminos buenos y caminos malos. —Jimmy puso la mano en la bola, lo cual generó una línea de plasma entre su centro y la palma —. Mi bola de cristal vio que su futuro actual sería una desdicha si se cumple una eventual separación.

Con esas palabras, el Molotov se fue convenciendo:

—Espera, ¿sabías que tenía esa intención?

—Ah… ¡Es queeee!... ¡Me lo dijo la bola de cristal!

—Guau…

—¡¿Entonces sí me ibas a pedir el divorcio, Molotov!? —exclamó indignada la esposa—. ¡ERES LO PEOR!

—¡Calma, calma! —intentó Jimmy enfriar la situación—. El futuro puede ser cambiado, ya conocen las consecuencias. Solo deben tomar la elección correcta.

—¿Correcta? —dijo la señora—. ¿Pero qué debemos hacer para salvar nuestro matrimonio?

Jimmy hizo gestos exagerados con su mano, sobre la bola de cristal.

—La bola me dice que alguien muy amado por ambos vendrá pronto por acá.

—¿Amado? —dijo Molotov.

—Cuando ese ser amado se presente, ustedes sabrán la decisión.

Mientras tanto, Saffi escuchó la señal y le apuntó con energía a Tori. Era su momento de salir, pero estaba nervioso. Respiró hondo.

—Espero resulte.

—¡Vamos, tú puedes! —dijo Beezy.

Como muestra de apoyo, Saffi besó la mejilla del niño, lo que calmó un poco sus temores. Le sonrió y salió de la esquina, hacia sus padres y Jimmy.

—¿Hay algo más que diga la bola de cristal? —preguntó Molotov.

—Pues, dice… —Jimmy vio algo a lo lejos— ¡CUIDADO!

Por la advertencia, Molotov tomó en sus brazos a su señora y corrió hacia su izquierda. Jimmy hizo lo propio al lado contrario, vio a Tori y le pidió que se ocultara en un lugar seguro.

Era un misil carmesí con el logo de la empresa Mysery Inc., el cual fue directo a la mesa donde el Pitoniso estaba sentado y generó una enorme explosión. Por ello, cayeron escombros desde los edificios cercanos, casi cerrando el pasó de la calle.

—¡Mi bola de cristal! —Se exaltó Jimmy.

Cuando miró el origen del misil, se entristeció al saber quién era la responsable:

—Heloise…

La amiga despechada vestía con armamento militar y tenía pintura de guerra en su cara. Mostraba una risa sádica, pero Jimmy sospechaba de su falsedad.

—¿Viste eso en tu futuro, Jimmy? —dijo Heloise, con malicia, mientras caminaba hasta el rubio.

—¿Cómo sabes lo que estoy haciendo?

—Simple: Tengo drones y aparatos que lo escuchan todo. Hablaste tan fuerte de tu plan, que era obvio que lo grabaría. Así que vine a arruinarlo, igual que la otra vez.

—¿Por qué, Heloise?

—Para divertirme contigo, ¿recuerdas? Me dijiste que pasara tiempo contigo en la Semana del Mísero Amor… ¡y eso estoy haciendo! ¡Las cosas han cambiado, Jimmy!

Luego de unas carcajadas malévolas, la malvada niña genio dio la media vuelta y abandonó el sitio donde estaba el humano, por completo destruido.

Molotov y su señora se levantaron de entre los escombros.

—Vamos a casa, querida —dijo el padre de familia.

Se fueron sin decirle nada al rubio. Pero a la distancia, Molotov miró hacia atrás unos segundos, antes de seguir su caminata.

En tanto, Jimmy se levantó y sacudió su ropa con preocupación. Sus amigos, todos ilesos, se reunieron frente a él.

—Aún no entiendo —dijo Jimmy—. ¿Por qué Heloise está haciéndonos esto?

Tori, molesto con justa razón y gruñendo mientras tapaba su cara con sus manos, miró con enojo a Jimmy.

—¡Eres un idiota! ¿No te das cuenta que ella quiere llamar tu atención?

Jimmy miró extrañado al Tori.

—¿En serio tú crees?

—¡Claro! —dijo Beezy—, se supone que salías con ella, pero después nos dedicamos a tu capricho, Jimmy. Puede que ese sea el motivo.

—Para ser sincera —hablo Saffi después de tanto—, a una chica le gusta que su hombre le tome toda la atención a ella. Lo que más quisiera en una cita, es que el hombre de sus sueños la trate como la joya más valiosa del mundo. Por eso me gusta estar tanto con mi suavecito Beezy, porque me hace sentir especial.

—¿Pero eso en qué se relaciona con Heloise? —preguntó Jimmy.

Todos chocaron sus palmas en sus caras.

—Jimmy, creía que ya te habías dado cuenta —dijo Beezy—. Como estabas con Heloise, juntos, en la semana del Mísero Amor…

Todos miraban a Jimmy, esperando a ver si por fin entendía. Por desgracia:

—No logro entenderles.

Ya harto enojado del tema, Tory le gritó:

—¡Ay, tú le gustas a esa loca asesina!

—¿Yo, gustarle? ¡No! ¡Ella es Heloise! Ella odia lo cursi, es su trabajo y su modo de ser. Ella solo hizo a un lado todo su trabajo porque yo se lo pedí, para yo no sentirme solo en estas vísperas y…

Jimmy se pasmó con una reflexión nacida de sus palabras.

»No la tomé en cuenta, fui un desconsiderado… Soy un pésimo amigo…