Capítulo II – Entre Libros & Sonrisas


Dentro de un departamento de tamaño moderado no dejaba de sonar de manera incesante un teléfono. Nadie aparecía para silenciarlo, hasta que una niña decidió salir de su habitación. Las pantuflas haciendo ruido en el suelo de madera plastificada, no dudó en lanzarse cuesta abajo en el sofá. Su uniforme verde escolar se encontraba esparcido en su habitación, la falda saliendo del marco de la puerta. Levantando sus pies de manera divertida, ignorando el hecho del vestido azul marino que llevaba puesto, logró parar el sonido del teléfono. Su chaqueta de algodón escarlata que le llegaba hasta las rodillas no ayudaba en lo absoluto con el calor por más que el aire acondicionado estuviese prendido. Quejándose un poco, finalmente contesta.

—Buenas tardes, habla con Ishida—responde la niña, jugando con su larga trenza rubia—Sí… a ver, creo que sí… un momento…

Dejando el teléfono de lado, tomando un largo respiro, grita.

—¡Mamá! ¡Llaman por teléfono preguntando por papá!

De manera inmediata, Sora Takenouchi, o más bien ahora Sora Ishida, deja los diseños que tenía en mano en su escritorio para acudir al llamado de su hija. Su cabello rojizo había visto mejores días al ahora estar un poco más largo debido a la falta de tiempo de ir a la peluquería por un retoque. Al ver a la pequeña de trece años en una posición nada apropiada al seguir levantando sus pies, le saca una de sus pantuflas para darle un golpe en la cabeza.

—¡Eso dolió!—se queja ella.

—¡Aoko Ishida! Esa no es forma de sentarse, una señorita no debe de hacer esas cosas.

—¡Pero estoy en la casa!

—Sí pero también estoy yo y tu hermano, así que acomódate y levanta el uniforme del suelo.

—Está bien…

Arrastrando una vez más los pies, Aoko arregla su gorra de invierno en su cabeza, acomodando el espacio que cubre sus orejas, una vez más jugando con el pompón del sombrero. Con un ligero puchero se retira para cumplir la petición de su madre.

—Me pregunto quién será…—se dice a sí misma Sora antes de contestar el otro lado de la línea.

—Muy buenas tardes, ¿me comunico con el señor Ishida?—la voz del otro lado era femenina.

—Lo siento, no se encuentra en este momento, ¿es urgente? ¿De dónde llaman?

—¿Sora? ¿Eres tú?

—Un segundo… —Sora empieza a meditar, segura de haber escuchado ese timbre antes—No puede ser, ¡¿Hikari!?

—¡Sora! Que alegría… espera, ¡después podemos saludarnos de manera apropiada! Hay un pequeño problema…

—Hikari, ¿por qué mejor no organizas tus ideas primero? Suenas muy nerviosa para ser algo importante.

—¡Sí! A ver, ¿por dónde empezar? Estaba llamando de la primaria de Odaiba, hoy empecé a dictar clases y bueno, digamos que hay un ligero... problema.

—¿Estás dictando clases? ¿Cuándo regresaste?

—Um, Sora… creo que te doy la razón en que no es momento para esto.

—Oh, perdona… ¿De qué trata? Quizás puedo ayudar…

—Verás…

Aoko no pudo saciar su curiosidad, tanto así que se encontraba escuchando la conversación desde el otro teléfono que se encontraba en el escritorio. Antes de que pudiese llegar a la mejor parte, una vez más es atacada en la cabeza, salvo que esta vez fue un libro, uno grueso y doloroso. Colgando de manera apresurada, iba a quejarse una vez más hasta que vio la figura. Un chico de un cabello corto rebelde, asemejado al color cobre, la observaba con unos brillantes ojos azules que reflejaban fastidio. Ella parecía no comprender la situación, hasta que los suyos casi rojizos dieron con la respuesta.

—¡Byaku! Llegaste temprano… mira yo, um, ya me iba a de aquí, sí… eso…

Byakuya Ishida tan solo suspiró, sujetándose la frente. Llevándose solo tres años de diferencia, el hermano mayor acomodó una bolsa llena de telas. Dejándolas al lado del teléfono, lo primero que hace es colgarlo. Estirándose un poco, su simple polo blanco y un jean común, la cadena que lleva amarrada en el pantalón sonó como siempre tras sacarse los audífonos que siempre lleva consigo.

—Aoko… tan solo fui a comprar lo que mamá pidió a la tienda. Ahora mejor regresa a tu habitación que tengo cosas que hacer aquí.

—¡Pero si ya estamos de vacaciones! ¿Por qué lees tanto?

—¡Tengo mis motivos! Pero que hermana para más pesada…—vuelve a colocarse los audífonos mientras sujeta un lapicero y algo de papel.

—¡Lo dice el hermano que siempre me ataca con algo!

—Tan solo vete.

—Hmph… —moviendo el rostro al lado opuesto, Aoko se retira, todavía curiosa por la conversación que no llegó a terminar de escuchar.

Ladeando el cuerpo, la larga trenza delgada de la niña trapeaba el suelo como es de costumbre. Antes de que lograse entrar a la habitación, su madre empieza a hacer ligeros movimientos en la sala, alistándose para salir.

—¿Mamá? ¿Vas a ir a alguna parte?—pregunta como es de costumbre.

—Sí, es solo por unos instantes—dice mientras se coloca unas sandalias algo gastadas—Si regresa Byakuya dile que deje las cosas en el escritorio y si llega papá hazle saber que he ido a la escuela, que me alcance por allá.

—¿A la escuela? … ¡No me digas que ya se enteraron de mi baja calificación en el último examen!—exclama asustada, colocando ambas manos en sus mejillas.

—Aoko, cuántas veces te he dicho que si tienes algún problema dile a tu hermano que te ayude… vamos a tener una larga charla cuando regrese.

—Está bien… —por más decaída que se entrara, tan solo le sonríe a su madre con alegría— Por cierto, Byaku ya llegó con lo que le pediste.

—¿Ah sí? Ni me di cuenta… Cierto, con escuela me refiero a la de tus primos… algo ha pasado y bueno, tengo que ir pronto—dejando a sus dos amores atrás, Sora se dirigía a la escuela sin saber lo que le esperaba.

—Que te vaya bien –se despide Aoko mientras su madre cierra la puerta—Bueno, supongo que volveré a abusar del aire acondicionado.


Mientras tanto, en el lugar prometido, Takeshi y Hajime se encontraban sentados cada uno en una carpeta dentro de un salón de primer grado. Los dibujos que colgaban de las paredes eran bellos que reflejaban inocencia infantil, salvo uno que mostraba a un niño siendo perseguido por una niña, ella con un bate de madera de beisbol.

—¿Qué le has hecho a Mayu para que inclusive te dibuje siendo abusado por ella?—pregunta Takeshi a su mejor amigo, quien se encontraba con el rostro hinchado por el golpe.

—No lo sé, desde pequeña siempre lo ha hecho cada vez que iba a casa de Ichijouji… este definitivamente no ha sido mi día. La bruja, los constantes golpes de Takashi… ¡y esto! ¡¿Por qué tuviste que hacerlo!? – exclama rascándose la cabeza en frustración para luego señalar su enrojecido rostro.

—Lo siento, no se me ocurrió alguna otra mejor idea.

—¡¿Crees que recurrir a la violencia es lo mejor, Takaishi!?—Hajime se levanta de manera brusca para sujetar de su chaqueta a Takeshi.

—A mí no me gusta resolver violencia con violencia—responde sonriendo el rubio—¿Quieres pasar parte de las vacaciones de verano aquí encerrado? ¿Qué pasaría si tu papá llega y te ve así?

El rostro de Hajime palideció con tan solo pensar en el escenario.

—¡No! ¡Todo menos eso!

—¿Tan estricto es?

—No…tienes…idea…

La conversación tuvo que llegar a un pare ya que la profesora ingresó a la clase. Su vestido rosa que se asemejaba a una blusa en la parte superior se acomodaba a su cuerpo a la perfección, al igual que su cabello castaño claro. Sus ojos reflejaban algo de preocupación al no estar acostumbrada a manejar este tipo de situaciones. Incómodo por la presencia de ella, Takeshi trata de evadir su mirada al seguir sintiendo la sensación de la mañana.

Me recuerda a madre, la forma en la que madre era al inicio. Extraño ese cariño, papá necesita de eso. Michiru lo necesita…

—E-Espero que hayan meditado sobre sus acciones el día de hoy… joven Motomiya, saque las manos de debajo de la carpeta—suelta una amenaza al final, todavía sin perder su sonrisa.

—No tengo nada, ¡lo juro!—contesta Hajime tartamudeando un poco al final.

Toi êtes le roi du menteur…—comenta por lo bajo Takeshi, aguantando una risa—Mentiroso…

—¡Es cierto!

—Joven Motomiya, no lo pienso volver a repetir—amenaza Hikari una vez más, ahora extendiendo la mano.

—¡Que no tengo nada, profesora Yagami!

—¡Esa no es forma de contestarle a tus profesores, Hajime! Especialmente a una tan bella como ella.

Un hombre de cabello idéntico al de Hajime había aparecido en la puerta. Una camisa que reflejaba un arduo día de trabajo, mezclado con el olor a típica sopa japonesa se hizo paso en la clase. Tal cual ingresó, tan solo se colocó al lado de la maestra, imitando su posición sacando la mano, lo cual le sacó una sonrisa a ella.

—Definitivamente es una bruja…—rindiéndose, Hajime saca por lo bajo unas diminutas bolas de papel junto a un par de ligas.

—¿En qué momento sacaste eso?—pregunta asombrado Takeshi.

—Un mago nunca revela sus secretos, Takaishi—suelta con un guiño el pequeño Motomiya.

—Eso no es algo de lo que deberías sentirte orgulloso, ¿sabes?—ahora al lado de su hijo, Davis Motomiya lo empieza a jalar de la oreja –Cuántas veces te voy a tener que repetir eso…

—¡Papá! ¡Duele! ¡Duele! ¡Duele! ¡Me rindo! ¡Lo siento profesora no lo volveré a hacer!—tras las disculpas, Hajime pudo sentir una vez más lo que es la libertad.

—Deberías seguir el ejemplo de Takeshi y Takashi… aunque me sorprendí bastante cuando vi al otro mellizo afuera, nunca creí encontrar a los dos juntos aquí adentro… creo que estás siendo una mala influencia, Hajime.

—Vamos, señor Motomiya, no creo que sea tan grave. Su hijo es muy predecible así que creo que va a poder evitar la detención cuando regrese a clases –comenta la maestra, soltando la risa para lanzarle una mira de complicidad—A diferencia de otra persona que conozco.

—Hika... Digo, profesora Yagami, espero pueda echarle un muy buen ojo a este niño tan problemático.

—Será todo un placer. Nos vemos pronto.

—Nos vemos pronto.

¿Nos vemos pronto? Qué extraña despedida.

—¡Bueno, ahora a casa, Hajime! Espero que disfrutes mucho las vacaciones que he planeado para ti al prometerme no meterte en problemas antes de acabar clases… estoy seguro que a Tsukuru le encantará.

—¡NOOOO CON MI HERMANO NO!

Con quejas, pataleta, caprichos y demás, El mejor amigo de Takeshi sale de la clase, para tan solo escuchar cómo se callaba al recibir falsos ánimos de parte de Michiru, quien le proporcionó una mentira blanca al decir que Mayaka le deseaba suerte estas vacaciones. A su lado se encontraba sentado Hekiru, quien parecía algo incómodo tras toda la situación

Me preocupa que Michiru siempre ponga el bien de los demás sobre el suyo… me dio la impresión que la maestra y el papá de Hajime se conocían al él casi usar su primer nombre. De seguro es mi imaginación. Además, pobre Hekiru…se vio metido en esto sin quererlo. Voy a tener que disculparme luego.

—Joven Takaishi, ¿a esta hora hay alguien su casa?—pregunta ella, acomodando un par de papeles en el archivador que siempre lleva consigo.

—Nadie contestó el teléfono, ¿no?—dijo de manera pronta Takeshi.

El rostro de Hikari se entristeció, su vista nublándose. Al no dar más con la situación, opta por dejar un poco el profesionalismo y acudir al rubio, tomando un asiento a su lado en la carpeta que era más pequeña que sus rodillas. Al estar al lado de ella, el niño no pudo evitar ruborizarse cada vez que observaba su bella sonrisa.

El aura que transmite es tan cálida… quisiera que Michiru estuviera aquí conmigo para sentirlo.

—No soy muy buena lidiando con este estilo de situaciones… no soy una maestra primeriza, sino que siempre he tratado con niños mucho más pequeños, digamos que de jardín de niños. Quisiera dar algún consejo para subir los ánimos, no creí que sería tan difícil el primer día.

—¿Es por eso que puede predecir cuándo Hajime va a hacer alguna travesura?

—Digamos que sí, y por otros motivos –suelta una diminuta risa—¿Por qué recurriste a golpearlo? Me da la impresión que ese no es el carácter que llevas, puedo decir lo mismo de tu gemelo.

—No somos gemelos, somos mellizos.

—Ya veo, siempre me confundo con eso.

—Profesora Yagami… —Takeshi empezó a ponerse algo mucho más nervioso —¿No quisiera tener una cita con mi padre?

—¿Disculpa? –el rostro de la maestra lucía confundido, inclusive hasta perpleja.

¡¿Pero qué cosas ando diciendo, así como así!? ¡Tengo que arreglar esto! Estoy dejándome influenciar por la calidez que transmite, su luz enceguece mis pensamientos.

—Quise decir citar, ¿piensa citar a mi padre para tener una charla sobre mi conducta?

—No creo que sea necesario, es la primera vez y dudo que vuelvas a hacerlo. Esa es la impresión que me das. Además, estuve revisando los perfiles de mis alumnos y nunca has sido del tipo de causar problemas, Takeshi. También revisé los de tu hermano Takashi.

—La verdad… Takashi se llama Michi...

Antes de poder arreglar el malentendido con la lectura del kanji como toda la vida, la puerta se abrió bruscamente, revelando a Sora, quien lucía agitada de correr bajo el ardiente calor de la estación. Tras ella, ingresaron Michiru y Hekiru, la melliza luego de él al estar algo inquieta por la situación.

—¡Hermano!—ella fue corriendo hacia él para abrazarlo.

—¿Te encuentras bien?

—Me sentía extraña ahí sola, j'ai besoin de toi… j'ai besoin de toi

—También te necesito, aquí estoy…

Sora tan solo observaba la escena, hasta que Hikari decidió acercarse. La pelirroja tuvo que contenerse las ganas de abrazarla al estar dentro de la escuela. Tan solo intercambiaron miradas tratando de transmitir la sensación del reencuentro.

—Mamá, ¿todo bien?—pregunta Hekiru mientras se aferra a la pierna de Hikari.

—Sí, Heki. Lamento que tuvieras que quedarte conmigo siendo tu primer día.

—Me gusta estar contigo. Solo puedo verte a estas horas ya que no te permiten dictarme clases al ser mi mamá.

—Heki… mira, cielo, ¿por qué no me esperas afuera un par de minutos más?—ella le dice agachándose para estar a su altura y acomodarle un cabello rebelde tras la oreja —¿Sí? Prometo no tardarme mucho. Si quieres luego vamos a hacer algo, ¿te parece?

Yes, I'm in!—exclama con un perfecto inglés Hekiru para que su madre le dé un ligero beso en la frente, incitándolo a salir.

—Vaya, profesora Yagami. Debo de admitir que tiene muy buena mano con los niños—dice Sora soltando un silbido de asombro al final—Me gustaría llevarme así de bien con mis dos hijos, en especial el mayor.

—Usted tiene mucho amor para dar señora Takenou... ¡señora Ishida! Estoy segura que sus hijos deben ser divinos.

—Gracias… —tras el intercambio incómodo, Sora retoma la compostura para mirar a los mellizos con cierto enojo.

—H-Hola, tía Sora…—dicen ambos en terror.

—Ustedes dos…—empieza a decir mientras va hacia a ellos—No son de meterse en problemas y deciden hacerlo el último día de clases, espero una muy buena explicación para esto.

Ce était l'idée de Takeshi, je suis innocent!—tras delatar a su hermano, Michiru se esconde detrás del acusado.

Pourquoi!? Pourquoi avez-toi fait ?! Idiot!

Parce que tante Sora est effrayant, c'est ma raison.

—¡¿Por eso!? Je vais dire à Hajime ton secret.

—¡Suficiente!

Algo exaltada, Sora parecía haber perdido la paciencia. Hikari se encontraba perpleja al no creer lo que veía mientras aguantaba una risa.

—¡Dejen de discutir en francés para que no los entiendan! Sé que estuvieron hablando sobre mí y no sonó nada amable… profesora Yagami, ¿podría traducir algo de lo que dijeron?

—Soy profesora de inglés…—responde hundiendo su rostro en los archivadores—Pero sé algo de francés básico.

Los mellizos empezaron a sudar de los nervios. Takeshi observó a Michiru en desesperación para que ella entendiera lo que debía de hacer. Asintiendo, cerró sus ojos para que, al abrirlos, le dirigiera una mirada llena de súplica a la maestra. Hikari, captando la indirecta, afina un poco su garganta.

—Ellos estaban discutiendo que… Takeshi es el culpable, Takashi no tuvo nada que ver en esto y um, están muy felices de que vinieras a recogerlos.

—¿En serio? Sonaba peor… ¡por algo será que no me gustan tanto otros idiomas!—algo más tranquila, les da un cálido abrazo a ambos, quienes cruzaron sus dedos además de lanzarle un guiño a la maestra.

Es perfecta. No me cabe duda. Ahora que la fase uno ha sido completado… la dos va a necesitar modificarse al no ser papá quien viniera por nosotros.

Mientras que Sora se despedía de Hikari, luego de pedirle un breve resumen de lo sucedido, al retirarse no pudo evitar resondrar a Takeshi por actuar sin motivo alguno en contra de su amigo. Cuando se encontraron fuera, Hekiru saltó de una banca para ir hacia ellos, en especial hacia Michiru.

—¡Gracias por hablar conmigo, Takashi! ¡Takeshi, gracias por lo de la azotea!—una vez más, el niño que pasó sus días en plena soledad les dirige una cálida sonrisa.

Michiru tan solo se esconde una vez más tras su hermano, provocando algo de tristeza en los ojos canela del otro.

—Nos vemos, profesora Yagami—se despide Sora, ofreciéndole la mano.

—De igual manera, nos vemos señora Ishida.

¿Qué habrá pasado entre esos dos mientras me encontraba dentro? Michiru lucía algo alterada cuando entró a clase diciendo que me necesitaba… ¿de nuevo con los "nos vemos"? ¿Acaso despedirse de esa manera está de moda entre los adultos?


Tras hacer las despedidas respectivas, los mellizos se fueron al hogar Ishida-Takenouchi bajo la tarde que era de a pocos sumida en la oscura noche de verano, Takeshi sin dejar de observar la unión entre su maestra y su hijo, inclusive generándole celos por dentro. Tal cual llegaron al departamento de sus tíos, ninguno se atrevió a preguntar por su padre, creyendo ya saber la respuesta de siempre.

Es muy probable que vayamos a pasar la noche aquí.

—¡Ya llegué!—dice Sora al pasar a su hogar, para tan solo toparse con su hija tirada en el sofá casi dormida, una vez más abusando del aire acondicionado a máxima potencia y, sin olvidar, con los pies en alto ignorando los pliegues de su vestido —¡Aoko Ishida!

—¡Donas! ¡Yo no me comí las donas!—exclamó ella mientras salta del susto al suelo de la sala, para tan solo perder el equilibro al pisar su larga trenza rubia delgada—¡Eso estuvo cerca! … Oh… h-hola… mamá…

Detrás de la seria figura de Sora salieron las dos cabezas rubias que apaciguaron la furia.

—¡Takeshi! ¡Michiru!—corre sin medias a abrazar a los mellizos, en especial para quedarse asfixiando a Michiru—¡Me alegra tanto verlos!

—A…A…Ao…—Michiru intenta darle ligeros golpes en la espalda para que la suelte.

—¡Lo siento!—se disculpa para que de manera instantánea suene un mensaje de su celular—¡Debe de ser Cocoa, espero tenga noticias de Masato!

Tal dijo el nombre, salió corriendo hacia su habitación chillando de felicidad.

—Esta niña… —sacudiendo el rostro Sora tan solo suspira –Como ya se imaginarán creo que pasarán la noche aquí, espero no se les sea incómodo.

—Para nada, tía. Muchas gracias por ir por nosotros y dejar que nos quedemos aquí—le sonríe Michiru, iluminando la sala.

—¿Por qué Aoko no puede ser como tú? Hablando de mis hijos, ¿en dónde está Byakuya? ¡Yamato!

Tras escuchar que llamaron su nombre, el carismático rubio, quien había visto mejores días en su juventud, asoma la cabeza al lado del marco de la puerta que daba hacia el escritorio.

—¿Amor? ¿Llegaste? Disculpa, no me percaté—cuando fue hacia ella la saludó con un ligero beso en la mejilla –Al parecer trajiste visitas, ¿cómo están mis sobrinos favoritos?

—¡Tío Yamato!—ambos van hacia él para abrazarlo con alegría.

—¿Qué andabas haciendo ahí? ¿Y Byakuya?—pregunta Sora algo preocupada.

—Verás, en eso estaba…

—No se quiere quitar esos audífonos, ¿no?

—Sé que tiene una buena razón, estaba conversando con él… tan solo me acerco y cubre unos papeles que tiene…

Dejando la discusión de lado, Takeshi y Michiru deciden ir por sus lados. Él hacia su primo y la otra hacia la prima. El rubio ingresó con cautela al escritorio, evadiendo los libros que yacían en el piso y escabulléndose entre los pocos estantes. En plena oscuridad, la espalda de Byakuya Ishida brillaba por la luz de una pequeña lámpara. Tras estar a su lado, Takeshi se pone de puntillas mientras el otro escribía ensimismado en su tarea. En eso, Takeshi no tiene una mejor idea que asustarlo.

—¿Qué estás haciendo Byaku?

—¡AH MALDITA SEA!—grita para luego cubrirse la boca mientras varios papeles caían al suelo, creyendo que sus padres podrían haberlo escuchado. Retirándose uno de los audífonos, murmulla con enojo—¡¿En qué estás pensando, Aoko!?

—Soy Takeshi.

—Tienes razón… ¡¿en qué estás pensando, Takeshi!?—al acomodar un poco la lámpara logra divisar el rostro de su primo menor—¿Qué haces aquí? ¿Y Michiru?

—Es una larga historia—resopla él para luego agacharse y recoger uno de los papeles. Su curiosidad se prendió mucho más al ver los garabatos. Su mente empieza a relacionarlos con los audífonos para percatarse que las manchas con líneas que veía en el papel eran, efectivamente, notas musicales —¿Qué estás componiendo?

—¡Dame eso!—arranchándole el papel de la mano, Byakuya empieza a hacerlo trizas con furia.

—¡¿Por qué haces eso!?

—No tiene nada que ver contigo.

—Eres un amargado. No entiendo que haces componiendo si ni sabes tocar un instrumento.

—¡Estoy en eso!—al notar que estaba de a pocos revelando información, Byakuya se cubre el rostro con las manos por la vergüenza—Tan solo sal, por favor…

—¿E irme a dónde? ¿Con las chicas? Prefiero ver a un artista frustrado componiendo que estar encerrado hablando sobre chicos… o por lo menos eso me pareció cuando Ao recibió un mensaje de una tal Cocoa.

—Si te vas a quedar aquí tan solo quédate en silencio, ¿entiendes? –Byakuya estaba apunto de colocarse el audífono de nuevo para reaccionar ante las últimas palabras—¿Chicos? ¿Mensaje de Cocoa?

—Um, sí… ¿entonces sí era sobre un chico?

—¿Escuchaste algún nombre?

—¿Algo de un tal Masato?

—¡Le dije a las Tachikawa que dejaran eso de lado! ¡En especial que Ringo controlara a su copia de Cocoa!

Creo que… he hecho algo que no debía hacer.

Sin comprender del todo la situación que había provocado, Byakuya sale furioso del escritorio, sacando una sorpresa de los únicos dos adultos del departamento. Tras ver a su hijo fuera, Sora deseaba ir a hablar con él hasta que Takeshi salió rápido detrás de su primo. Cuando ambos se encontraron frente a la habitación de Aoko, risas se podían escuchar tras la puerta. Sora y Yamato se detuvieron analizando con cuidado las acciones de su hijo.

—¡Sí, Cocoa! ¡No me digas! P-Pero… ¿va a ir mañana? ¿Cómo que quién? ¡Hablo de Masato! No sé qué haría si hay tantos niños desconocidos… ¡sé que irás, claro que lo sé! No puedo creerlo, que Masato va a ir… ¿qué me recomiendas? ¿Qué debería ponerme?

—Ao… me estás jalando mucho el cabello—se quejaba Michiru.

—¡Perdona! … No, Cocoa… no era para ti… sí… sí…

Al no aguantar más, Byakuya tuvo que contener su fuerza para así no tener que tirar la puerta de la habitación de su hermana. Cuando ingresaron, Takeshi tomó noción del lugar en el que se encontraba. Para ser una chica, la habitación de su prima se encontraba cubierta de objetos algo masculinos, en especial si eran relacionados con alguna clase de deporte, sobre todo tenis. Un par de cosas de soccer se encontraban esparcidas en el suelo, captando su atención. Sin embargo, se quedó asombrado al observar a su melliza con su rubia cabellera suelta al estar sin sombrero. Sus ojos zafiro la hacían ver como un ser sobrenatural. Aparentemente, Aoko había estado cepillándole el cabello, despistándose por estar charlando con la tal Cocoa. El muchacho de dieciséis años no dudó en arrancharle el celular de la mano, ignorando las protestas de la chica.

—¡Tachikawa, pásame con Ringo! … ¡Imitar su voz no te salva, pásame con Ringo te digo! … ¡No me digas Byakkun! … Espera, ¿Ringo? L-Lo siento no quería gritarte es solo que Cocoa… sí, está bien, de acuerdo… entiendo, sé qué haces todo lo que puedes… ah… ¿Ringo? ¿V-Vas a ir mañana? Oh, solo preguntaba… sí, me imagino que Cocoa y Kou también... bueno… ahí nos vemos….

—¿Me arranchaste el celular para hablar con tu novia?—suelta de manera fastidiosa Aoko para provocar rubor en su hermano mayor.

—¡No me cambies el tema! –grita él, señalándola—¿Qué te he dicho de Masato Yagami? ¡No me agrada en lo absoluto ese chico y tú sigues con eso!

—¡H-Hermano! Masato no es un mal chico… es… um… ¡tú no entiendes, hermano!

Sora y Yamato tan solo suspiraron, retirándose al ver que no era una escena para nada inusual. Takeshi y Michiru se quedaron en silencio observando la pelea entre hermanos. Ambos intercambiaron miradas y sacudieron sus rostros. Tomaron asiento en el suelo, viendo como se desencadenaban los eventos. De gritos a golpes en el pie de parte de Aoko hacia byakuya, al igual que lanzarle almohadas y muñecos de felpa. Si ambos tuvieran palomitas de maíz se encontrarían comiéndolas pegados a la película que transcurría frente a sus ojos.

—Me alegra que tengamos una relación normal entre hermanos—dice de manera alegre Michiru, sonriendo un poco.

—A veces eres muy tímida y amable para tu propio bien—dice en burla Takeshi para al final abrazarla, todavía los dos sentados.

—Takeshi…—se sonroja, colocando ambas manos sobre su cabeza, olvidando el hecho que no tenía sombrero con el cual opacar su vergüenza—Ya me quiero cortar el cabello…

—Pronto, hermana… pronto…

J'espère

Michiru… necesitas sentir la calidez que la maestra transmite… si tan solo hubieras estado ahí conmigo.

En eso, su hermana le devuelve el abrazo, hundiendo su rostro en su pecho. Se aferraba fuertemente a él, evitando soltar algún tipo de sollozo para no llamar la atención, aunque lo dudaba mucho a los ambos hermanos seguir discutiendo sobre novios, libros y sonrisas.

J'ai bessoin de toiJ'ai bessoin de toi…

—Michi… ¿pasó algo cuando estuve adentro encerrado con Hajime? Estás inusual—se atrevió finalmente a preguntar Takeshi, sujetando fuertemente a su hermana, acariciando su larga cabellera rubia casi pastel, sus ojos mezclándose con el de la otra –No te encuentras bien…

—Hermano… Takeshi…—hundiendo mucho más su rostro, suelta en un susurro—La calidez de ese niño, su luz… me asustaba mucho… recordé muchas cosas, un lugar lleno de… amor... nunca había sentido tanta envidia hacia alguien… me siento muy mal por eso…

¿Eso sintió al estar tanto tiempo con Hekiru? Si conociera mucho más de cerca a la maestra… ¿reaccionaría igual? Tengo que reconsiderar bien la segunda parte del plan… por más que Michiru haya estado de acuerdo… si la sensación que Hekiru me transmitió, esa sensación de unión por más que no nos conociéramos… si Michiru siente algo así de fuerte con la maestra… temo que Michiru se vuelva a romper en pedazos… ¡pero tengo que hacerlo, si quiero recuperar lo que hemos perdido, lo que Michiru ha perdido, tengo que hacerlo!

—Todo estará bien, Michi… todo estará bien, no te sientas mal por eso…

—Inclusive intercambiamos celulares… no le pude decir que no ya que pareció que le costó mucho preguntar…

¿Tiene su número de celular?

—Michiru, ¿me das un rato tu móvil?

—¿Hermano?—sin entender del todo el pedido, Michiru le extiende su aparato color celeste.

Takeshi empieza a buscar en el directorio el número de Hekiru, con tan solo una plegaria en mente.

Contesta. Contesta. Contesta. Contesta.

—¿Hola? ¿Quién habla?

Para la sorpresa de Takeshi, quien había contestado del otro lado no fue Hekiru, sino la persona por la cual imploraba: su maestra.

—¡Profesora, muy buenas noches! –logra decir luego de afinar su garganta—¡Es Takaishi, Takeshi Takaishi!

— Vaya, qué sorpresa… no tenía idea que Heki…—una risa se escapó de sus labios –Ya veo, que alegría me da. Si deseas hablar con Hekiru está tomando una ducha, si lo llamas en unos minutos estará disponible.

—La verdad, el motivo de mi llamada era para hablar con usted…—la seriedad en la voz de Takeshi era evidente, el escuchar la respiración de su maestra del otro lado de la línea tan solo incrementaban sus latidos.

¡Debo estar loco para llamar esto la fase dos del plan!

—¿Hermano?—Michiru se separó un poco de él al percibir su rápido palpitar.

—¡¿Le molestaría citar a mi padre mañana en el parque de Higashi Yashio!?

Con los ojos cerrados, Takeshi se encontraba sujetando fuertemente el celular de Michiru. El conejillo de indias que llevaba como decoración el móvil colgaba de manera delicada, meciéndose por el temblar del niño rubio. El silencio se le hizo infinito, hasta que le pareció que la maestra volvió a tomar algo de aire.

—Joven Takaishi… creo que dije que no había necesidad de citar a su padre…

—¡Por favor! ¡No tiene que preocuparse en contactarse con él, yo lo haré!

La súplica salió antes de que pudiese pensar.

Oh Dios, ¿qué he hecho? Michiru… ¿en qué me he metido? La profesora ya tiene una mala impresión de mí y ahora con esto yo...

—De acuerdo… tengo planes para mañana pero supongo que puedo aplazarlos una vez más… un año más o un año menos, con tan solo saber que estoy ayudando a un querido alumno no hay forma que pueda rechazar.

Los ojos de Takeshi se iluminaron. Olvidando que su hermana seguía apegada a él, se levanta de manera pronta, ignorando la imparable pelea entre sus primos.

—¡Profesora Yagami! ¡No se arrepentirá! ¡Ya lo verá!

Ahora solo es cuestión de avisarle a papá. Hay que obligarlo mañana en la mañana a como dé lugar.

Olvidando despedirse, Takeshi cuelga lleno de felicidad, levantando a su melliza para abrazarla mientras daba vueltas sin poder contenerse. Inclusive empezó a reir tanto, contagiándola, que Aoko y Byakuya tuvieron que detenerse. Ella con una almohada en brazos mientras le mordía el polo, él con un muñeco de felpa mientras le jalaba la trenza.

—¿Y qué les pasa a estos dos? –se preguntan ellos, observando a los mellizos.

Como si fuese acto del destino, Sora aparece indicando que es hora de cenar. Los cuatro replican de manera positiva, no sin antes decir una última cosa.

—¿Ya tienen todo listo para mañana, Aoko, Byakuya?

—¡Sí!

—Tan solo espero que puedan olvidar sus diferencias por un día… cierto, Takeshi, Michiru… ¿vienen con nosotros?

—¿Tienen que hacer algo mañana?—pregunta con curiosidad Michiru.

—Vamos a reunirnos con unos viejos amigos… van a ir con sus hijos así que pensamos que sería interesante que todos se conozcan. Hemos planeado esta reunión por años pero por motivos nunca se podía…

—Tía, ¿papá también irá? —se atreve a lanzar Takeshi.

—Se supone que sí… pero por su reacción me parece que no se los había comentado…

¿Papá ya tenía planes para mañana? ¡Y he hecho que la profesora Yagami los cancele! ¡Tengo que hacer algo de nuevo para arreglar esto!

—Tía, ¿mañana crees que nos puedas dejar temprano en casa? Quizás papá no lo recuerde y queremos estar ahí para hacerle saber…

—De acuerdo…—Sora los observa con ciertas sospechas en mente—De todas maneras, vengan a cenar que la comida se va a enfriar.

Todavía tengo que contarle del plan a Michiru… ¡pero estoy seguro que entenderá! Si quiero ayudar a mi hermana primero tenemos que ayudar a papá a que olvide a madre… ¡fase dos, completada!