Fic

Matrimonio Concertado

Por Mayra Exitosa

Capítulo 2

Vamos por Edimburgo

Terrance Grandchester primo de William Andrew, nacido en Londres, gracias a que su madre había sido comprometida con el Duque Richard de Grandchester, la familia había celebrado su nacimiento, así era el hijo único, no tenía hermanos fue sobre protegido y muy amado, por ser el heredero al título desde su nacimiento, su padre sabía que la corona haría la selección de su esposa en un futuro, pero no al momento en el que nacía eso no lo esperaba, así que fue el indicado para separar a su hijo para la princesa Sofía, sin embargo, había fallecido de una enfermedad y el ducado requería una mujer de niveles mayores, la pequeña le llevaba algunos años, pero cuando creciera el pequeño Duque de Grandchester sería ideal, y así su segundo enlace fue con la futura Duquesa de Wellington, una pequeña que sería la pareja perfecta del Duque de Grandchester al haber fallecido la infanta Sofía.

El tiempo le cambiaría de nuevo, siendo esta pequeña quien también fallecía, dejando el Ducado a su primo, y el Duque Richard de Grandchester, volvía a ser llamado para que el jovencito Duque de Grandchester tuviera una pareja prominente, al haber perdido ya dos oportunidades, se enlazaba a una mejor, la Duquesa de Sutherland, le llevaría algunos años, pero en cuanto él estuviera listo, se llevaría a cabo el matrimonio.

Así Terrance futuro Duque de Grandchester, ya con un patrimonio enorme, castillo y propiedades, se entera del legado que la prima de su madre en Escocia deja para él o para su primo William, la única condición era tener un hijo varón. Al saberse futuro Duque de Edimburgo, las cosas se aceleraron, el duque fue preparado con varias cortesanas en las artes amatorias y que tuviera conocimiento suficiente para dar un heredero, dos de las jóvenes que pusieron a su disponibilidad era la baronesa Susana Marlow, quien siendo virgen, deseaban que fuera él quien la poseyera para darle un lugar privilegiado, lo único que le pedían era que no la embarazara, ya que tenía que preñar a su esposa primero para darle herederos legítimos, ella solo sería una concubina. La otra dama era una cortesana noble hija de un respetado integrante asiduo de la corona, por lo que guardaba esperanzas en que su hija estuviera con el joven futuro Duque.

Los Duques, padre y madre excedían en todo lo que fuera necesario y daban a beber algo a las concubinas seleccionadas para su vástago con el fin de que estas no tuvieran el heredero antes. El matrimonio ya estaba siendo colocado en avisos y pronto se llevaría a cabo, la Duquesa Karen de Sutherland, estaba preparándose, ella debía darle un heredero a su marido lo antes posible por órdenes de la corona, deseaban que el matrimonio se culminara lo antes posible así que se llevaría ese mismo mes, con celeridad iniciaron los trámites, vestuarios costosos, boda por los altos rangos, avisos en la comunidad, llevándose así tiempo, más el joven ya hecho un hombre, sabía lo que se jugaba, un Ducado más para su estirpe, propiedades en Edimburgo y la satisfacción de la corona en Londres quienes sabían que podían obtener mayores beneficios.

Personal de la corona, empleados leales al ducado y al reinado de Inglaterra, celosos sabían lo que había en juego, por lo que se tomaban acciones premeditadas, al saberse que la joven que casarían con el jefe del Clan Andrew tenía sangre inglesa y todavía era muy pequeña para ser madre, sin embargo, se sabía de la brutalidad de los escoceses, que sin importar que, tomaban a las jovencitas vírgenes aun siendo pequeñas, con tal de tener un heredero.

Un hombre leal a la corona se ponía a disponibilidad del Duque de Grandchester padre, para que este se uniera a los beneficios de los ingleses y se daba a la tarea de truncar ese trato, tal como se había pensado que alguien había truncado con el fallecimiento de otras posibilidades, ya que estas no eran del todo aceptables, tal vez porque las fortunas no eran tan buenas a beneficio de Inglaterra para que al retirar esas ofertas salieran mejores otras posibilidades para el Duque de Grandchester, ahora no podían poner en juego esa fortuna que pertenecía a los ingleses, dejándole a esos sucios escoceses un legado tan importante e imponente como el Ducado de Edimburgo - Solo asegúrate y confirma que sea una niña todavía, la que se casará con el jefe del Clan. - Si mi señor. - El carruaje irá por ella puedes darles un susto y ver si la niña es muy pequeña, dejarla herida solamente, no te expongas, solo asegúrame que nadie sabrá nada y que tardará en darle un heredero a ese escocés. - Como usted ordene mi señor.

El Duque de Grandchester, padre de Terry, recibía los informes y comentaban que solo irían a ver si era una niña todavía, para confirmar que la herencia de la Tía Megan Mc Donald sería para Terrance su sobrino ingles al tener al primer hijo varón y no para su sobrino escoces. - Bien, no quiero problemas, al final es familia de mi esposa, prefiero llevar la fiesta en paz y por favor, que mi hijo no se entere de nada. - Por supuesto mi señor.

William salía de darse un baño en el río y escuchaba una pelea de espadas, se apresuraba al saber que estaba cerca de su territorio, por lo que solo se ponía su kilt, y el resto de la ropa la dejaba de lado para ir a salvar a quienes eran atacados. Los gritos y heridos eran de tales magnitudes que todos los hombres eran muertos por sus guardias, al ver que ya solo quedaba uno de sus hombres en pie, William agitaba su corcel, llegaba blandiendo su espada y cortando la cabeza de quien cometían ese atraco, notando que otro de esos infelices le ensartaba la espada a uno de los costados de sus hombres, fue tal el coraje que cortaba las cabezas de todo el que había herido a su clan.

Candy lloraba, preocupada rompiendo sus vestidos, limpiando las heridas de los hombres y agradeciéndole al recién llegado, - ¡Gracias mi lord! ¡Ellos son mi familia! La joven que yacía sentada en el suelo, con sus vestidos rotos al usarlos como paños para cubrir y limpiar a quienes estaba tratando de curar, se notaba con agilidad al sacarle la flecha de una de sus damas y le daba indicaciones de cómo ajustar la herida - ¡Te voy a curar! ¡No te mueras! ¡por favor, no te vayas!

William miraba a la joven que estaba curando a quienes había recibido una herida en la espalda, los hombres estaban tirados y se veía que habían luchado brutalmente, él los revisaba y los ayudaba colocándolos en el carruaje al subirlos en la base trasera o donde pudieran ser atendidos y llevados a su castillo, pues había muertos regados, uno que se encontraba muy mal, lo remataba cortándole la cabeza. Ella alzaba la voz llamándolo y este se iba con ella al escucharla, - ¡Mi Lord! Por favor, avise a mi Clan, para que nos ayuden, necesitan atenciones. - ¿Cuál es su Clan? - ¡Soy la prometida de mi Laird William Andrew! Ellos son parte de mi Clan, no puedo llegar sin ellos, mucho menos así, tan mal heridos. - Me hare cargo mi Lady. Notaba que ella no sabía quien era, lo consideraba un hombre que la había salvado solamente y no la sacaba de su error.

La voz gruesa de ese hombre que había llegado cuando todo parecía obscuro y que ella también sería atacada, le daba seguridad, ella sola con cuidado elevaba a sus damas de compañía en su carruaje, para ver como el hombre que había llegado sin camisa, solo portando la espada y su kilt, movía y curaba a los heridos, acomodándolos en los caballos, atándolos a los mismos. - ¿Necesitará un hombre que maneje ese carruaje, mi Lady? - No es necesario, lo haré yo. Debo ir con cuidado, se encuentran muy lastimados y puede dañarse más si agitamos los caballos.

Su vestimenta estaba manchada en sangre, William revisaba a los atacantes, buscaba en sus pertenencias algo que los identificara de quien los habría enviado, para haber atentado contra el carruaje de su Lady. Ella no lo identificaba plenamente, no dejaba de llorar, se encontraba angustiada y estaba atendiendo a los hombres y sus doncellas. Dos de sus hombres lo reconocían tenían heridas de flechas y de espadas, pero le sonreían con satisfacción al ver a todos tirados y que su Lady estuviera intacta. - ¡Bien hecho, Bernard! ¡Bien hecho, Carson!

La joven se quitaba su capa y cubría a las doncellas heridas con ellas, tratándolas con máxima consideración, eso no pasaba desapercibido por él, quien notaba ahora sus grandes bustos, sus caderas y sus preciosas piernas, ahora que había roto su vestido. Dentro de su carruaje le pedía que subiera los hombres más heridos, para que ella se fuera arreando los caballos de forma lenta, - ¿Usted nos puede guiar, mi Lord? - Intentaré recordar ese camino, mi Lady. Una sonrisa chueca y satisfecha, su mujer había llegado a su clan y era muy bella, ágil, fuerte y considerada. La mirada triste era verde en sus pupilas y su cabello estaba cubierto por una tela que escondía el color de este.

Continuará...


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Mayra Exitosa