Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen, son propiedad de Masami Kurumada y Shiori Teshirogi.


El silencio en la habitación se hizo demasiado pesado para ella, como si de repente la revelación de su identidad fuera un tema tabú o hubiera dicho algo inadecuado. Confundida, Milo miró a Aioria esperando que su amigo le dijera, pero él la miraba cómo si estuviera por completo loca.

El chico que estaba en la puerta finalmente entró en la habitación, aplaudiendo lentamente, con una gran sonrisa en el rostro, dejando a los demás aún más desconcertados.

- Muy bien, es maravilloso, muy divertido Aioria, Camus tu actuación es muy convincente - dijo mientras lanzaba una risa seca, forzada - pero esto tiene que parar, ya me engañaron, metieron a una desconocida en mi casa pero no me quejaré, definitivamente hicieron que olvidara mis problemas laborales.

- Milo, te juro por lo que quieras que esto no es planeado - dijo Camus.

La mujer en la cama miró al chico de largo cabello rubio alborotado que respondía al nombre de Milo, eso era llamativo.

- Incluso le dijeron que repitiera mi nombre, brillante - susurró el rubio más para sí que para los demás.

- Viejo, nunca en mi vida he visto a esta mujer, no sé cómo me conoce – Aioria señaló a la pelirroja confundido.

- ¡Aioria! ¿Qué rayos estás diciendo? - Milo, la mujer, cruzó los brazos esperando una explicación - ¿Quiénes son estas personas y qué hacen en mi departamento?

El rubio caminó más cerca y se paró a los pies de la cama, la sonrisa se había borrado y ahora estaba por completo serio.

- Deja de decir que es tu departamento, ¡esta es mi casa! ¡Y yo soy Milo Sargas!

- ¡Estás loco! - la mujer se levantó de la cama, aún tapada con la sábana - ¡esta es mi casa! ¡Y yo soy Milo Sargas!

- ¡No! ¡Yo soy Milo Sargas!

- ¡Claro que no! ¡Ese es mi nombre ladrón de identidades!

Mientras la pelirroja se enfrentaba al rubio, el otro pelirrojo y el castaño se pararon frente a las cortinas de la ventana.

- Camus, ¿entiendes algo de lo que está pasando?

- No - dijo el chico viendo discutir a los otros dos - No tengo ni la menor idea.

La salida de la habitación de Milo, la mujer, alertó a los dos amigos, quienes se acercaron a Milo, el hombre, y los tres la siguieron hasta el baño, donde vieron la ropa de la misma tirada en el piso, mientras la chica sacaba su billetera y le mostraba su tarjeta de identificación al rubio.

Este estaba por tomarla cuando Camus le ganó, agarrando la mano de la chica y quitándole la credencial; sus dos amigos lo flanquearon y los tres miraron con detenimiento el nombre de la chica: Milo Antares Sargas.

- Milo, dame tu identificación - Camus extendió la mano, y en cuanto recibió el rectángulo de plástico puso uno al lado del otro.

Ambas identificaciones eran iguales, fueron expedidas el mismo día y tenían las mismas cosas, dirección, fecha de nacimiento, lugar donde fue expedida la identificación, el nombre de sus antepasados; incluso la firma era la misma, el nombre de Milo atravesado por una "S" y justo abajo el resto de las letras del apellido, una firma nada original según dijeron los amigos de ambos cuando ambos sacaron su identificación. Lo único que cambiaba era la foto y el segundo nombre.

- Esto es escalofriante - susurró Aioria.

Camus miró a la chica que estaba de brazos cruzados, esperando una respuesta a lo que estaba pasando, y todo lo que pudo hacer fue extenderle su identificación a la vez que le mostraba la de su amigo.

Ella entrecerró los ojos antes de arrebatarle los documentos de la mano, lo primero en lo que se detuvo fue en el nombre y cómo decía ese rubio grosero, era el mismo, excepto por el segundo "Milo Scorpius Sargas". Revisó los mismos detalles que había visto Camus y mientras más tiempo pasaba viendo las identificaciones más pensaba que tal vez seguía soñando.

- Esto ya no es divertido Aioria - dijo la chica - no sé dónde pudiste falsificar una tarjeta de identificación tan bien pero ya, detente.

- Escucha... Milo - Aioria le hizo una seña a su amigo para indicarle que se refería a la chica frente a él - yo no te conozco, nunca en mi vida te había visto, la única persona llamada Milo Sargas que conozco, ¡es él! - gritó señando a su amigo

- Esto no puede ser posible - susurró ella.

Milo, la mujer, alzó la mirada y se detuvo primero en el pelirrojo, a él nunca lo había visto en su vida y si no hubiera estado tan ocupada a punto de entrar en pánico tal vez hasta habría dicho que era guapo. Al mirar al otro Milo, no reconoció nada de ella en él; ella tenía el cabello corto, lacio y rojo, él lo tenía largo, un poco ondulado y rubio, ella era más baja a comparación de él, ella tenía la tez blanca, él era un poco más moreno, los ojos de ella eran de un llamativo rojo, los de él eran azules, un profundo azul, ambos eran en el físico por completo diferentes; pero al mirarse fijamente, ella supo que había algo en él, tan familiar, casi como si se estuviera viendo en un espejo.

Al final dirigió su mirada a Aioria, y por primera vez en todo el tiempo que llevaba despierta reparó bien en él; su amigo, o al menos la persona que respondía por el nombre de su amigo, tenía el mismo color castaño en el cabello, el mismo tono verde en los ojos, pero no tenía ese piercing que su amigo se había hecho a los dieciséis, ni tenía el collar que le había regalado Marín, cielos, ni siquiera tenía esa barba informal de una semana que tanto le había costado mantener. Y su mirada, su Aioria tenía una mirada amenazante, esta versión la miraba como un chico asustado.

La habitación se estaba volviendo demasiado para ella, necesitaba salir y aclarar su mente, tal vez así lo que sea que estuviera pasando desaparecería y ella volvería a la normalidad, donde felicita a su Aioria por su broma tan bien elaborada.

Milo, la versión femenina, aferró la sábana a su cuerpo y caminó hasta empujar al falso Aioria y al pelirrojo para que ella pudiera salir del baño. Aun llevaba su ropa en su mano, pero estas cayeron al suelo cuando ella miró bien el departamento en el que estaba.

Sus imitaciones de "Impresión, Sol naciente", "Crepúsculo en Venecia" y Estanque de Ninfeas" no estaban, al igual que sus figurillas de cerámica de animales que consideraba divertidas, parecía que estas se habían transformado en figuras monstruos de algunas películas del siglo pasado. Los muebles eran iguales, incluso la posición de los mismos lo era, pero el lugar estaba más desordenado y la falta de colores claros indicaba que ahí vivía un hombre que no estaba en contacto con los mismos.

La chica salió del departamento dejando a los otros tres parados en la puerta del baño, preguntándose que rayos acababan de ver; Camus se agachó para recoger la ropa sucia y la puso en la mesa, mientras Aioria caminaba hacia la puerta para ver a dónde se había ido la extraña y Milo se quedó recargado en el marco de la puerta del baño.

Estaba en shock; el rubio había pensado que todo era una elaborada broma de parte de sus amigos hasta que ella lo miró a los ojos. Fue tan impactante para él, como verse en un espejo que le mostraba cómo se vería si fuera una chica.

Pero fuera del impacto y las dudas por lo que estaba sucediendo había algo más; algo que Milo no sabía si clasificar como miedo o un terrible mal presentimiento, no estaba seguro más que del hecho de que debía de averiguar qué estaba sucediendo. Aunque eso no borrara la sensación de que lo que estaba sucediendo no debía de pasar en primer lugar, pero por supuesto, toda la situación era ya una locura total, así que como primera tarea se propuso dejar esa mala sensación al contexto en el que estaba.

Por su parte Milo, la chica, había salido del departamento y ahora caminaba hasta el otro, para después regresar y seguir caminando, en círculos, tratando de calmar el miedo que palpitaba en todo su interior, y la duda sobre el lugar dónde estaba. No podía borrar de su mente esos penetrantes ojos azules que la miraban con sorpresa, aprehensión y algo que aún no podía identificar.

Estaba caminando semidesnuda por el pasillo de su edificio pero no le importaba, necesitaba respuestas y era obvio que ninguno de los tres hombres que estaban en el que había pensado era su departamento le dirían algo, ellos probablemente están tan confundidos como ella, o tal vez más.

Por el rabillo del ojo Milo vio al falso Aioria parado en la entrada del departamento, eso no la detuvo de su caminata; necesitaba calmarse y después podría preguntarle a él, después de todo, de los tres, él era el único con el que ella sentía una conexión fuera de lo que sea que le sucediera cuando miraba al rubio.

Cuando estaba por regresar por quinta vez hacia su departamento, desde la esquina donde estaba el de Hyoga, el sonido de pasos en las escaleras la alertó; pronto el universitario hizo acto de presencia, deteniéndose justo cuando doblaba la esquina para dirigirse a su hogar, frente a ella. El chico se sonrojó al ver a la mujer que usaba una enorme camisa y se tapaba con una sábana.

- ¡Hyoga! - gritó Milo, acercándose a él y agarrándolo del hombro derecho mientras con la otra mano sostenía su sábana; a espaldas del chico, Aioria y Camus, que se había asomado por el grito, miraron la escena interesados - tú sabes quién soy yo, ¿verdad? Me conoces, conoces a mi novio, tú vivías aquí antes de que yo me mudara, ¿verdad? ¿verdad?

- Yo…yo...

- ¡Hyoga! ¡Dime que sabes quién soy!

El rubio se liberó del feroz ataque de la chica, el sonrojo había desaparecido y ahora sólo tenía una expresión de sorpresa e incertidumbre.

- Lo siento señorita - susurró, esperando que ella en su estado histérico no lo atacara - nunca la había visto en mi vida y no tengo ni idea de quién es.

Dicho eso él la rodeó y se apresuró a entrar a su departamento, dejándola sola, parada en la esquina, con la mirada perdida en algún punto en el suelo. La respiración de ella comenzó a acelerarse y la camisa blanca que usaba se humedecía levemente; estaba entrando en un ataque de pánico, nunca había tenido uno de esos pero sabía que era uno porque justo esa palabra describía a la perfección lo que estaba sintiendo en ese momento: pánico.

Lo último que vio mientras se sentía desfallecer fue al pellirrojo caminado hacia ella, con los brazos levantados como si hubiera querido tratar de agarrarla antes de golpearse con el suelo.

Por su parte, Camus no llegó a tiempo, para cuando estuvo a su lado la chica ya estaba en el suelo, por lo que la levanto con cuidado y caminó de regreso a la casa de su amigo.

- ¡¿Qué sucedió?! - desde el fondo del departamento Milo caminó para encontrarse con sus amigos en la entrada de su cuarto, dónde Camus dejó a la chica en la cama.

- Se desmayó - dijo Aioria, también entrando al cuarto.

- ¡¿Y por qué la trajeron de nuevo aquí?! - Milo se paró cerca de la cama - debieron dejarla afuera, es una loca que trató de robar mi identidad.

- Viejo, no lo sé - Aioria, que estaba parado en el otro extremo de la cama miró a la chica, mientras Camus se alejaba de ella para aparase a lado del rubio - creo que tuvo un ataque de pánico o algo así, tal vez ella piensa que de verdad es Milo Sargas, ¿y vieron su tarjeta de identificación? Esas cosas son difíciles de falsificar y la suya parece tan real.

- Debemos llamar a la policía - dijo Camus mirando a sus amigos - tal vez se escapó de algún centro psiquiátrico o algo así.

- ¡No! - Aioria detuvo la mano de Milo, que sostenía su teléfono y se lo quitó, después caminó hacia el escritorio y agarró el teléfono de Camus - primero debeos averiguar por nuestra cuenta qué está sucediendo.

Los tres intercambiaron una mirada, cada uno con sus propias dudas y queriendo resolverlas.

- Si no nos dice nada llamamos a la policía - dijo Camus saliendo de la habitación.

- Estoy de acuerdo, seré el primero en hacerlo - contestó el castaño.

Milo miró a la chica en silencio, se acercó a ella cuando sus amigos salieron; estando cerca sintió de nuevo la familiaridad golpeándolo con fuerza. Lentamente levantó la mano y la dirigió al rostro de ella, necesitaba tocarla para saber si era real, si todo eso estaba pasando con tanta veracidad como su propia existencia. Antes de siquiera rozarla el llamado de Aioria lo interrumpió, y Milo salió de la habitación sintiendo un hormigueo en la mano, quería tocarla pero la sensación en su mano le decía que tal vez esa no era una buena idea.

Cuando se detuvo frente a su comedor vio que la mesa se estaba llenando con cosas que la chica tenía en los bolsillos de su sudadera y pantalones, que Aioria había sacado. Había una envoltura de una paleta helada, varias monedas, un llavero con sus respectivas llaves, un teléfono que Camus vio no prendía, el palito de la paleta, un reloj y la cartera, junto con la identificación que había terminado en el suelo.

Mientras Milo guardaba su propia identificación, Aioria agarró el reloj.

- Parece que no funciona – dijo - se detuvo a las diez con dos minutos, y tiene grabado las iniciales de algo o alguien.

- ¿El fabricante tal vez? - preguntó Milo quitándole el reloj a su amigo y viendo las letras "R.W." - parece que es para hombre, tal vez se lo robo a alguien.

- O lo encontró tirado, o se lo iba a dar a alguien, o lo iba a llevar para que lo arreglaran, o…

Un fuerte jadeo detuvo al castaño de sus divagaciones; Camus había estado revisando la cartera y se detuvo cuando encontró una foto en una de las bolsas de la cartera. Sus ojos estaban bien abiertos, al igual que su boca; la imagen les hubiera parecido divertida a sus amigos sino fuera por la mirada que le dio a Aioria.

- ¡¿Qué?!

Milo se acercó a Camus y entonces lo vio. En la foto había cuatro personas frente a lo que parecía un enorme castillo; era de noche y los cuatro estaban abrigados; en el lado izquierdo estaba un pelinegro con cara de pocos amigos, cuyo brazo estaba secuestrado por la pelirroja desmayada en la habitación, pero eso no es importaba, lo más llamativo para ellos era el chico que estaba del otro lado de ella.

- Al menos ahora sabemos por que dice conocerte - susurró Camus, dejando la foto frente Aioria.

El castaño miró a sus amigos antes de dirigir sus ojos a la foto. La sorpresa también se reflejó en su rostro al verse así mismo en la imagen, sonriendo mientras abrazaba por los hombros a otra pelirroja que, parecía, estaba riendo.

- ¿Qué carajo? - susurró.

No tardó en notar las diferencias entre él y ese sujeto, aunque no podía decir que eran muchas, básicamente sólo el piercing y el cabello largo, un poco más claro, como si estuviera levemente decolorado. Pero sin duda ahí estaba, una extraña versión de él, rodeado de personas que no conocía en un lugar que nunca había visto en su vida.

- Parece una foto vieja por el papel y el cabello de ella - dijo Camus, mirando la arrugada foto en las manos de su amigo y recordando que en la imagen la pelirroja tenía el cabello un poco por debajo de los hombros, no corto hasta el cuello.

- Yo… yo no… - Aioria soltó la foto y se llevó las manos a la cabeza - no sé qué es eso, nunca en mi vida los había visto, lo juro.

- Lo sabemos - Milo le dio unas palmadas de apoyo a su amigo mientras volvía a ver la imagen de reojo, cada vez con más preguntas que respuestas - cuando ella despierte averiguaremos que es lo que está pasando.

- ¿Había algo más? - preguntó el castaño una vez que logró calmarse.

- No, veinte euros, y otra foto del pelinegro con un corazoncito - el chico sacó de la cartera los dos billetes y la pequeña foto del pelinegro, menos serio que en la foto grupal.

- Adorable - susurró Milo mirando al antipático pelinegro.

Tuvieron que pasar horas hasta que, casi al anochecer, la chica despertó. Milo abrió los ojos con un leve dolor de cabeza. Se quedó acostada en la cama, mirando el oscuro techo, lo que había pasado en ese día se repetía en su cabeza, pero al despertar en la cama ella no sabía decir si era un sueño o no. O una pesadilla, más bien.

Se sentó y con la mano temblorosa encendió la lámpara que estaba en el buró del lado izquierdo. La habitación se parecía bastante a la suya, pero al ver mejor los pequeños detalles, como lo hizo después en el resto del departamento, se dio cuenta de que su pesadilla era la realidad. No había ninguna de las fotografías de su familia y amigos, el escritorio estaba desordenado y en uno de los percheros había un traje perfectamente planchado.

Sintió las lágrimas acumularse en los ojos, toda su desesperación regresó a ella como si nunca se hubiera desmayado. Milo se permitió sumirse en su miedo ante su situación por un par de minutos; antes de dar un par de respiraciones profundas y lograr calmarse, debía de averiguar qué estaba pasando y para eso era necesario saber qué estaba sucediendo con la cabeza completamente fría.

Con la energía renovada, Milo se levantó de la cama y notó que su ropa estaba en el escritorio frente a la cama, completamente limpia y oliendo al jabón que ella usaba, algo que se anotó para averiguar después.

Al terminar de vestirse, encendió la luz y comenzó a revisar los papeles en el escritorio; había varias solicitudes de empleo donde ella confirmó que la dirección de él era la misma que la de ella y que su nombre sí era Milo Sargas. Había libros de arquitectura y varios dibujos de planos que la hicieron recordar cuando ella quería estudiar arquitectura; era a lo que se dedicaba su padre, pero al final terminó decantándose por la educación. En el ropero toda la ropa, como se lo esperaba, era de hombre pero no había nada en ningún bolsillo que le diera alguna pista sobre quién era el rubio.

Cuando terminó de revisar toda la habitación se paró frente a la puerta y suspiró con fuerza antes de poner su mano en la manija y abrirla.

La sala estaba en completo silencio, pero las luces estaban encendidas y ella no tardó en encontrar a los tres chicos en el comedor, El rubio, Milo, estaba sentado en una esquina, a su lado derecho estaba el pelirrojo cuyo nombre ella no recordaba y en la cabecera de la mesa estaba Aioria, o el falso Aioria. Los tres la miraron y el ambiente se volvió pesado.

- Tengo preguntas - dijo, segura, escondiendo sus dudas y miedo.

- Nosotros también - respondió Aioria - siéntate, por favor, ¿tienes hambre?

Ella se quedó callada y mientras se sentaba miró cómo el pelirrojo se levantaba para ir por un plato con un pollo asado y varias verduras cocidas. Ella entrecerró los ojos y lo miró con sospecha.

- No vamos a hacerte nada, puedes comer sin problemas.

- Tengo preguntas - repitió ella, pero agarró el tenedor que estaba en el plato, haciendo ademán de que confiaba en sus palabras - ¿Quiénes son ustedes?

- Aioria Makris, Camus Dubois - dijo el rubio sin mirarla pero señalando a su amigos - y… Milo Sargas - se señaló - pero eso ya lo sabes.

- ¿Quién es él? - Aioria, sentado cerca de ella le mostró la foto que habían encontrado.

- Revisaron mis cosas - dijo la chica sintiéndose ofendida.

- Despertaste hace casi una hora y no saliste, no hicimos nada que tú no hubieras hecho - respondió Camus - puedes responder, ¿por favor?

- Él es mi amigo, Aioria Makris - ella miró al falso Aioria sorprenderse - no tiene un segundo nombre, pero su otro apellido es Denébola.

Aioria la miró antes de suspirar, se llevó la mano a la frente en un gesto que ella reconoció como lo que su Aioria hacía cuando estaba sobrepensando demasiado.

- ¿Cómo se llaman tus padres? - le preguntó la chica al rubio, ignorando momentáneamente la crisis de Aioria.

- Kardia Sargas y Calvera Ortiz - respondió Milo con los brazos cruzados, aún sin verla, pero sabiendo que su declaración la sorprendió de la misma manera que Aioria se sorprendió - ¿de dónde es tu madre?

- México, mis padres se conocieron cuando papá fue a vacacionar en verano - ahora fue el turno de ella de ver al rubio abrir los ojos al reconocer la historia - ¿Dónde naciste?

- Milos, por eso mi nombre, a mamá le pareció divertido, y el segundo nombre es porque nací en…

- Noviembre - interrumpió ella - y papá tiene una afición a la astronomía y a la astrología, acordaron que ella elegiría el primer nombre y él el segundo de su primer hijo, después, con el segundo sería al revés.

- Pero el segundo jamás llegó…

El comentario del varón sumió la habitación en un gran silencio, la chica sólo miró al rubio, sabiendo pero temiendo el giro de la conversación y lo que todo implicaba.

- Mamá perdió dos antes de darse por vencida - susurró.

- ¿Quién eres? - preguntó el chico mirándola, sus ojos estaban humedecidos, su expresión era de tristeza pero también confusión.

- Podría preguntarte lo mismo - respondió, en voz baja, el hambre que pudo tener desapareció.

El lugar volvió a quedarse en silencio; Aioria y Camus se miraban entre sí y a la fotografía que estaba frente al castaño mientras los dos chicos que respondían al nombre de Milo se miraban, buscando algo en el otro que les dijera que sucedía.

- ¿Cómo conociste a Aioria? - la voz de Camus interrumpió el duelo de miradas y el tema central, que los tenía a los cuatro ahí apareció de nuevo.

- Cuando tenía quince, en un viaje escolar a Atenas, Aioria era de otra escuela pero nos encontramos ahí, nos perdimos en La Acrópolis y sólo nos hicimos amigos.

Milo, el hombre, intercambió una mirada con Aioria, ambos se habían conocido así, aunque se habían perdido por una competencia entre ellos sobre quién podía obtener más fotos con los turistas.

- ¿Cuándo fue tomada la foto? - preguntó Aioria.

- Hace cinco años, fuimos a España de vacaciones y ahí conocí a Shura, la foto es del último día que estuvimos allá, antes de que todos, incluyendo Shura, viniéramos a Grecia.

- ¿Cinco años? - Aioria interrumpió - ¿Hace cinco años no viajamos a Francia para vacacionar y fue ahí donde conocimos a Camus?

- Lo fue - respondió Milo mientras Camus asentía, recordando cuando conoció a sus amigos griegos que lo convencieron de que un cambio de ambiente le vendría bien.

Todos se quedaron de nuevo en silencio, Aioria miraba del rubio a la pelirroja; no había parecido físico, pero ella tenía una naturalidad que le recordaba mucho a su amigo rubio. También estaba el asunto de la foto donde salía una copia de él, eso era algo que no se podía ignorar y tampoco podía seguir creyendo que alguien les estaba jugando una broma porque las únicas personas capaces de hacerlo eran sus dos amigos que estaban en esa habitación, y ninguno parecía dar indicios de echarse a reír pronto.

Tanto pensar hacía que le doliera la cabeza, así que desvió la mirada del comedor y la paseó por el lugar, admirando cualquier cosa que lo sacara aunque fuera un breve momento de la crisis que sin duda estaba viviendo. Entonces lo vio, en el librero de Milo, entre sus libros de arquitectura y sus novelas del romanticismo del siglo XVIII, su replica a escala del DeLorean DMC-12 de Back to the Future.

- Viaje en el tiempo - susurró, llamando la atención de todos.

- ¿Qué dijiste Aioria? – preguntó Camus frunciendo el ceño, mientras los dos Milo lo miraban confundidos.

El castaño se levantó y caminó hacia el librero, revisando el lado izquierdo del mismo, donde Milo solía guardar libros o comics no relacionados con su profesión. Suspiró fastidiado cuando vio que lo que buscaba no se encontraba ahí.

- ¿Dónde están tus copias de Flashpoint? - preguntó mirando al rubio.

- ¿Qué?

- Tus comics de Flashpoint, los cinco, veo que no tienes ni uno aquí.

- Te los presté… - Milo se recargó en el respaldo de su silla y miró a su amigo como si hubiera perdido la cabeza.

- … Es cierto – Aioria sonrió avergonzado – lo había olvidado… escuchen, tengo una teoría: viajes en el tiempo.

- Eso no es posible, ella es una chica – Camus se levantó y comenzó a caminar en círculos en la cocina – pero entiendo tu idea, aunque no soy un experto en el tema, y si lo que estas insinuando es verdad no entiendo cómo fue que estamos frente a una versión femenina de Milo y no un niño o un señor.

- Tal vez no es algo relacionado con nosotros, tal vez sólo es una consecuencia adversa... conozco a alguien que podría ayudarnos.

- Tengo el disco de la película, tal vez eso podría ayudarnos también.

Mientras los dos amigos comenzaban a hacer planes, ambos Milo se miraron sin entender todo lo que sucedía, aunque por el cambio en el ambiente y los aparentes planes les pareció que por fin estaban obteniendo algo, tal vez el inicio de las respuestas a toda su encrucijada.


Comentarios:

Como siempre, gracias por leer!

Aquí más datos extras:

*Los detalles de la identificación de ambos Milos son detalles que se encuentran en las identificaciones de Grecia: nombre, fotografía, dirección, lugar donde fue expedida la credencial, nombre de los familiares más directos.

*Dubois y Makris son apellidos reales tanto francés como griego respectivamente; mientras que Denébola es la segunda estrella más brillante de la constelación de Leo.

*Flashpoint es una serie corta limitada de cinco comics lanzada en 2011 en DC Comics. La historia va de que Flash, o Barry Allen, despierta en un universo paralelo donde su madre no murió, Superman es una rata de laboratorio, Bruce Wayne murió y Batman es su padre, Aquaman y La Mujer Maravilla están en una guerra entre ellos... todo es diferente. Hay una adaptación animada que salió en el 2015 llamada Justice League: The Flashpoint Paradox y tengo entendido también salió algo parecido en la serie para la televisión The Flash (en eso sí fallo con el dato, sólo vi hasta la segunda temporada).

De nuevo, gracias por leer, esta vez fue un poco más largo, pero la mayoría de los capítulos serán así, trataré de que no sean aburridos o demasiado extensos.

Por cierto, agradezco el comentario, eso hizo mi día, muchas gracias!