|Aquí dentro las estrellas ya no brillan|
~Reina sin corona. 01
—Ayúdame… por favor… te necesito… ayúdame…
Abrió los ojos sentándose presurosa en su lecho. Sus ojos estaban bañados de lágrimas como cada vez que revivía la aquella pesadilla.
Llevaba de ese modo, desde la última visita que hicieran a RATH, para entrar a Underwolrd. El recuerdo de aquella voz desgarrante llamándola. Se parecía demasiado a la de su novio. Pero tras cuestionarle varias veces, y viendo que vez tras vez se negaba, acabó creyéndole. No era Kazuto.
Sin embargo la vigilia se repetía al menos dos o tres veces en la semana. Aquella voz ronca, llamándola en medio del llanto y la desesperación. ¿Por qué soñaba eso? ¿Acaso estaba relacionado a ese hueco que habitaba en sus memorias? ¿Ese tiempo que había pasado junto a Kirito cuidando e instaurando el nuevo mundo?
Por regla general, ni Kazuto ni ella hablaban de esos recuerdos. Era un tema tabú. No fue algo pactado, ni nada similar, pero bastaba con que alguno de los dos intentara seguir esa línea de pensamiento para luego detenerse, con expresión vacía, porque no recordaban nada. Nada. Y Asuna que estaba algo acostumbrada al hueco de sus memorias, luego de lo ocurrido con el Augma y el juego Ordinal Scale, le aconsejó que no esforzara su mente. Pero lo cierto era que, la huella que había dejado aquel trauma en el subconsciente de la pelirroja no era nada agradable. Aun hoy que ya habían pasado varios meses desde entonces, sentía que las secuelas nunca se acababan. Y tras despertar de Underworld, la sensación solo se expandió.
—¿Por qué? —se masajeó las sienes intentando regular su respiración. Se secó las mejillas y se volvió a echar en la cama. Se cubrió hasta el cuello con las mantas, pese a que hacía calor, pero sentía un escalofrío extraño recorriendo sus miembros —¿Qué hay de malo conmigo?
Se giró hacia la ventana y miró el cielo estrellado que tranquilamente, debido a que su habitación se encontraba en la planta alta, podía apreciar con toda libertad. Las estrellas estaban muy brillantes esa noche, el firmamento oscuro, parecía propicio para que dicho espectáculo resaltara aún más.
Suspiró mientras repasaba en su mente su itinerario para mañana. Pese a que estaban de vacaciones de verano, y hacía especialmente poco que había dejado el hospital, tenía lecciones que tomar, su carrera universitaria estaba a la vuelta de la esquina. Luego iban a encontrarse con el resto de sus amigos en el Dicey café. ¿La excusa? Que Alice se acostumbrara a ellos.
La caballero no era mala persona, Asuna intentaba ponerse en su lugar. Fue arrancada de su mundo y traída a un lugar donde no conocía a nadie, y donde las acciones que componían la vida diaria aquí eran completamente diferentes a su lugar natal. Por supuesto que entendía, todos lo hacían de hecho. Fue lo que ocurrió cuando quedaron presos de Sword Art Online, aquel extraño castillo flotante. Y ella sabía lo que era aprender reglas extrañas de cero si quería sobrevivir… Tal vez por ese motivo comprendía tanto a esa rubia temperamental que parecía muy territorial cuando se trataba de Kazuto. Por supuesto que Asuna entendía, ella estuvo en su mismo lugar una vez, dependiendo de aquel joven, muy muchacho en aquel entonces, para sobrevivir. Apegada a él como si fuera u tabla de salvación.
—Por supuesto que entiendo… — susurró, notando que los párpados se le cerraban. Sus pupilas oscuras por el resplandor azul que proyectaba la noche se veían perdidas a causa del sueño que estaba a punto de engullirla —Oh… una estrella fugaz… se ve apagada… como si estuviera… muriendo…
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—¡No Asuna! ¡No quiero que desaparezcas! ¡Me arrepiento de haber tomado esa decisión! ¡Por favor quédate conmigo!
—Kirito-kun… ya es tarde…
—¡No, Asuna… mi reina….!
—¡No! —exclamó con la garganta ardiente y expulsó un sollozo. Se sentó en la cama y se abrazó mientras se mecía hacia atrás y hacia adelante. Otra vez la misma pesadilla. Era la segunda vez, pero en esta ocasión la situación fue más vívida. Mas real. Los espasmos que sacudían su cuerpo reflejaban la desesperación que le había quedado tras aquello.
¿Que era eso? ¿De dónde había salido?
¡No Asuna! ¡No quiero que desaparezcas! ¡Me arrepiento de haber tomado esa decisión! ¡Por favor quédate conmigo!
Sonaba como Kazuto. Acaso…¿era un sueño premonitorio? Sacudió la cabeza. Ella no era de creer en esas cosas. Pero entonces volvía al principio, ¿qué era aquello? Tal vez solo era la preocupación tras lo ocurrido con su novio en Ocean Turtle, había estado tan cerca de perderlo otra vez. Posiblemente su miedo había tomado de su descanso. No iba anegar que estaba demasiado preocupada por él.
Se limpió las comisuras de los ojos notando que no podía dejar de hipar. Su nariz chorreaba. La situación fue demasiado vívida que aun le afectaba.
Decidió darse una ducha y que el agua tibia lavara todas esas preocupaciones de su cuerpo y de su sistema. Luego de preparar la muda de ropa para ese día, se metió a su baño mientras dejaba que el agua perfumada llenara la tina.
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Se había trenzado el cabello para que no le estorbara mientras, como siempre, ayudaba a Andrew, Agil para los amigos, a disponer la comida para todo el grupo de amigos. Había llegado temprano como siempre, luego apareció Shino y algunos minutos después Rika. Las tres se unieron en la cocina para disponer los sandwiches y entremeses que según Kazuto les contó, eran los favoritos de Alice.
Tiempo después llegaron Keiko, con varias bebidas entre los brazos, y Suguha, que acababa de salir de su entrenamiento de Kendo, pues pese a que era verano, necesitaba mantenerse en práctica constante para el inicio del año escolar. Las había llevado Ryoutarou en su vehículo. Era increíble como luego de lo ocurrido en Underworld, el pelirrojo cuidaba a las más jóvenes del grupo como si fuera una especie de hermano mayor.
Ya solo faltaban Kazuto y Alice.
Asuna trató de mostrarse relajada mientras cortaba los emparedados por la mitad y los agrupaba en una bandeja, decorada para la ocasión. Se estaban demorando, y era extraño, su novio odiaba la impuntualidad.
Habían dispuesto por entero la mesa en el gran salón cuando arribaron esos dos. El cabello erizado de la joven rubia, ponía en evidencia que habían viajado en moto. Asuna ahogó la inquietud en su pecho, mientras se quitaba el mandil que escogió para no ensuciar su ropa, y se acercó a saludar al par.
No se esforzó demasiado en vestir bonita; un short de jean con roturas, una blusa abullonada de color rojo y sandalias a tono. El calor de ese día era el responsable de que vistiera ligero. Como lo supuso, Alice no se despegaba de Kazuto, al parecer todavía les tenía algo de repulsión. Sobre todo al pelirrojo samurai. No podía culparla, la actitud de Ryoutarou podía caer gorda si uno no le conocía bien; pero era un buen muchacho y las chicas le adoraban pese a que lo hacían blanco de sus burlas.
Asuna comprendía a Alice por supuesto. Pero el Kazuto de sus sueños parecía tan distinto a su novio. Este ni siquiera la había mirado con atención; por supuesto no era tan superficial para esperar eso, pero una sonrisa como quien no quiere la cosa, no hubiera estado mal. El parco de su novio nunca le daba un cumplido, pero había aprendido a leer su lenguaje corporal, había un tic muy extraño en la forma en la que arqueaba las cejas cuando la miraba fijamente. Para cualquiera pasaría desapercibido. Pero no para ella.
Y Alice vestía como una súper modelo. Un vestido azul que hacía juego con sus ojos, y que luego finalizaba en varias hileras de holanes hasta los tobillos. Sin duda RATH se había gastado un dineral en proporcionarle un excelente vestuario, Rinko tenía un gusto exquisito.
Comieron, bebieron, se rieron y escucharon a Alice con atención cuando esta les narraba alguna de sus aventuras en la Catedral. Al parecer, su batalla con Kazuto y su consiguiente pernoctada en los muros de la torre durante aquella expedición por salvar a Eugeo, era una de sus historias favoritas. Asuna notaba que la sonrisa en los labios del joven héroe estaba intacta, pero la melancolía en sus ojos era tan potente, que sintió su propio corazón encogerse. Él no hablaba de la muerte de su mejor amigo, y ella no sabía como sentirse al respecto. Era su propio dolor, y quizás ansiaba atravesar el duelo por sí mismo, como hiciera en su momento con Yuuki.
—Asuna —Rika le estaba golpeando en el hombro. Ella la miró repentinamente dándose cuenta que se había quedado aislada dentro de sus pensamientos —El tonto Kirigaya está preguntando si aún quedan de tus sandwiches, según él, solo alcanzó a comerse uno solo.
Miró al nombrado que esperaba su respuesta con un poco de curiosidad en sus ojos. ¿En que momento la conversación hubo cambiado de tal forma? Si segundos atrás Alice estuvo narrando otra de sus aventuras. Ella le había oído.
—¿Y bien? —la urgió el chico esbozando una mueca —¿En serio no has guardado ni uno para mí?
—En la cocina —atinó a responder. Era usual que ella siempre apartara algunos para el glotón de Kazuto quien nunca parecía satisfecho de ellos.
—¡Acompáñala! —Rika le dijo un empujón nada disimulado —¡Traigan bebidas!
Asuna le dio un agradecimiento silencioso a la alborotada de su amiga y tomó tímidamente la mano de su novio mientras juntos desaparecían, tras el mostrador, hacia la cocina.
—¿Está todo bien? —le preguntó él con seriedad.
Asuna le soltó y por un momento se preguntó si acaso las pesadillas pasadas habían hecho estragos en su apariencia. Pero Kazuto era demasiado despistado como para notar algo semejante, así que se convenció que era una pregunta normal. Como cuándo le cuestionaba si tuvo un buen día en la escuela.
—Me está costando dormir —le contestó sin rodeos.
—Bueno, a mí también.
—¿De veras?
—Creo que tengo mi horario de sueño alterado —se masajeó el cuello cuando mencionó aquello, evitando el contacto con ella.
—Oh, quizás yo también —respondió, luego de una pausa en lo iba por lo que había guardado con tanto recelo, revelando los cuatro sandwiches que había reservado para él.
—Gracias Asuna, eres la mejor —le tocó la mejilla con delicadeza antes de tomar uno y engullírselo como si no hubiera comido nada en semanas —Entonces, ¿qué me decías? ¿No puedes dormir? ¿Qué tal si te llamo todas las noches como hacíamos durante mi estadía en GGO? ¿Te gustaría?
Ella sonrió extasiada. Su novio no era muy romántico, pero esa clase detalles valía más que cualquier cumplido que pudiera darle.
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Por supuesto no se hizo ilusiones que él la llevara a casa. Pediría un taxi, o si Ryoutarou aún tenía un hueco para ella, aceptaría viajar con el resto de jóvenes. Pero cual fue su sorpresa, cuando Kazuto anunció tranquilamente que la doctora Rinko se acercaría a recoger a Alice y por ende, la llevaría a Setagaya.
No pudo evitar la sonrisa de triunfo que explotó en sus labios, el gesto risueño de Shino le dijo que se había dado cuenta de su exabrupto, al igual que Rika por supuesto, era su amiga la conocía como la palma de su mano. Hasta Suguha le guiñó un ojo en complicidad; era increíble lo mucho que las cuñadas se habían acercado tras los hechos en Underworld. Asuna sabía que aunque no había visto a Leafa durante esa sangrienta guerra, esta peleó con uñas y dientes para proteger el mundo que su hermano mayor amaba. Y ambos estaban muy agradecidos con ella. Apretó la mano que Suguha le extendió, sintiendo el mohín de disgusto en la expresión seria de Alice. Y luego de despedirse de sus amigos, salió tras Kazuto colgándose de su brazo.
Llegaron hasta el estacionamiento donde había dejado aparcada la moto, y luego de que él le pusiera el casco, un tonto ritual que el joven cumplía a raja tabla desde aquella vez que ella se lo puso mal, se subieron al vehículo y fácilmente se perdieron calles arriba.
Para Asuna no había otro momento de complicidad y ventura, que aquel cuando se aferraba con fuerza a la cintura de Kazuto. La sensación de calidez y confianza, era equiparable a aquellos momentos íntimos en los que se fundían como uno solo, y en medio de esa vorágine que sacudía su mundo terrenal, se sujetaba con fuerza a él como si fuera su único medio de salvación, o su boleto al éxtasis.
Quizás era un poco extraño comparar dos situaciones tan distintas entre sí, pero cuando algo se metía en la cabeza soñadora de aquella muchacha de cabellos de fuego, ni el propio conductor de esa motocicleta, la podía hacer entrar en razón.
Se apretó con tanta fuerza al vientre del joven, que sintió, presurosas, las manos de él, en leves golpecitos, hasta que aflojó un poco la presión. O lo estaba asfixiando, o sus caricias osadas, habían provocado otra cosa…
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Estacionaron frente a la inmensa casa Yuuki y ambos descendieron. Kazuto se quitó el casco, quitó el de ella, y antes de que pudiera decirle algo, ofrecerle una disculpa por su peligroso obrar, este la abrazó, sepultando el grito de sorpresa, ante su sorpresivo actuar.
Era cierto que hacía calor, pero la brisa que los había acompañado todo el viaje, mantuvo sus cuerpos frescos, por lo que se permitió rodear a Kazuto con igual intensidad. Hundió la cara en el hueco de su cuello, sonriendo para sí ante la suave mezcla de su aroma natural y el olor a limón que tenía su ropa.
—Sé que no hemos pasado mucho tiempo juntos —decía preocupado junto a su oído —Pero te pienso siempre, Asuna.
—Lo sé, Kirito-kun —se apresuró a aplacarle —Entiendo que Alice te necesita, que se siente perdida, y eres lo más cercano a hogar que ella tiene.
Él suspiró. Asuna comprendía que había soltado un peso de sus hombros —Me preocupaba que pensaras lo contrario.
—¡Oye! —le dio un golpe en el hombro y se alejó —¿Por quién me tomas?
Kazuto rio y la tomó de la cintura, con una confianza muy impropia de él, descendió las palmas hasta sujetarla firmemente de las caderas. Antes de que ella pudiera reclamarle ese gesto tan posesivo, él la besó con suavidad. Un roce dulce y sereno porque estaban en la puerta de su hogar y tenía que hacer buena letra con los señores Yuuki.
Sin embargo, la forma en que la estaba abrazando la parte baja de la espalda no tenía nada de dulce o sereno. Asuna lo sintió, pero no omitió queja. Le encantaba que Kazuto fuera así.
—Procura descansar, no creas que no he notado los círculos rojos bajo tus párpados. ¿Todavía tienes pesadillas?
Ella lo miró asombrada, no creyendo que recordara ese detalle. Asintió con cierta renuencia —Se ha vuelto un poco molesto, después ya no puedo conciliar el sueño.
—¿Y qué es lo que ves en tu sueño?
—Es más como una pesadilla; tú pidiéndome regresar… como si yo me marchara a algún lugar lejano…
Mantuvo sus ojos grises en el rostro pálido de su novia, estudiándola con profunda concentración —¿Estás muy segura de que no es el saldo de una cena demasiado sustanciosa? A veces ocurre que comes demasiado y…
—¡No seas idiota! —le giró la barbilla en una bofetada falsa —No tengo un estómago como el de Kirito-kun —le respondió con un puchero que él disolvió a besos.
—No creo que sea nada preocupante Asuna, es decir; yo estoy aquí y tú… ¿no planeas ir a ningún lado sin mí, cierto?
—Por supuesto que no —se apretó su anillo con su mano, notando que segundos después él hacía lo mismo en ese gesto íntimo, tan común entre ellos —Donde esté Kirito-kun allí estaré yo.
Como toda respuesta, él rio con ganas, volvió a abrazarla de las caderas y aplastándola contra uno de los paredones exteriores de la mansión, finalmente la besó como Dios manda.
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—No quiero que desaparezcas… ¿cómo podré vivir si tú no estás aquí? Seré un rey frío y solitario… ¿en serio es lo que quieres para mí?
—N-No —su voz se quebró y se limpió las lágrimas —Pero fue la decisión que juntos tomamos.
—¿Cómo puedes pensar que algo como eso es sensato? ¡Me está destrozando por dentro, Asuna! ¿Y qué le diremos a la gente cuándo pregunte por su reina, por la diosa a la que adoran con tanta devoción? ¿Cómo crees que pueda dar la cara si la mitad de mi corazón abandona el reino?
—No me llames así, sabes que no me gusta…
—Asuna…
—Cuando el tiempo de la aceleración se cumpla entonces… ya veremos que hacer. Mientras tanto… seamos felices y cuidemos este mundo.
—¿Y quién…?
—Yo te cuidaré a ti.
—¿Y quien va a cuidar a la reina…?
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—Vuelve… sé que me oyes. Regresa… aquí están tus recuerdos esperándote… Aquí está tu trono, aquí está la corona de la que tanto renegaste… aquí esta tu lecho, frío, porque desde que te fuiste ya no he vuelto a entrar en calor. Aquí están tus vestidos que huelen a flores… les he puesto un comando para que el aroma nunca les abandone y… mi reina, sonará tonto, pero oler sus vestidos es uno de los detalles que me mantienen cuerdo… Recordar su risa y sus órdenes es una tortura, le confieso.
Me paso horas viendo el cuadro del que tanto renegaste, ¿lo recuerdas? Posiblemente no, pero yo sí. Aquel artista estaba de visita en la catedral y fue idea de las niñas… un retrato nuestro… recuerdo tu rostro aburrido, sin embargo te ves bellísima mi reina… Era cierto cuando decía que ninguna mujer de Centoria podía igualar tu hermosura… Los poemas que hablan de tu beldad trascienden las estrellas ¿sabías? Star Queen…
Mi reina… Asuna, regresa. Regresa por favor… sé que me oyes. Aunque lo niegues hay una diminuta parte que no ha sido borrada… búscala… ¡Búscala! Te necesito, te necesito mi reina. Underworld te necesita…
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Estaba ahogándose en su propio llanto, el dolor era tan desgarrante que hundió la cara contra la almohada, sepultando sus sollozos.
Estaba convencida de que no era una pesadilla, ni siquiera sueños. Mucho menos algo premonitorio. Era algo real. Tal real como los recuerdos que Higa Takeru le había robado.
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Y aquí esta mi ultimo aporte! Dios llevo con esta idea desde que terminó SAO. Posiblemente a esta altura no sea muy original pero era lo que quería narrar, y esta será mi versión de los hechos.
Espero no sea muy larga, le vaticino unos 3 capitulos más con este.
Y ahora, MUCHAS GRACIAS POR PARTICIPAR DE LA #KIRIASUWEEK2020
Sé que este ha sido un año muy dificil, y pues escribir fics se ha vuelto un poco nuestro modo de escape. Eso es lo que quisimos hacer esta edición, traer un poco de fluff, drama y romance a montones, y nos alegramos que nos haya acompañado en esa travesía!
Gracias gente! Son de lo que no hay! ^^
Sumi Chan~ (zombie en coma xD)
