Disclamer: Todo lo que reconozcan es de Horikoshi.

Beta: Milenrrama.


Entró y se quedó apoyado con la espalda contra la puerta, pero no podía alejar la vista del suelo. Se sentía muy nervioso y estaba a punto de salir de la habitación; su amigo estaba haciendo flexiones a un lado de la cama.

Aunque no lo viese directamente podía observar la sombra móvil que se reflejaba ante él cada vez que subía y bajaba, además de escuchar los aplausos que daba entre cada repetición. Intentó decir algo, pero se dio cuenta de que la voz no le salía y, nervioso, entrelazó las manos con fuerza mientras esperaba a que Todoroki terminara sus ejercicios.

«¿Por qué me siento así de inquieto? No me esperaba que él entrenase a esta hora. ¿Lo hará muy seguido?».

Ahora la sombra se veía diferente, lo sentía saltar a unos metros de él y de a ratos podía ver su sedoso cabello muy cerca del suelo. No era tan valiente como para voltear a verlo pero parecía que hacia burpees, con ello supo que Todoroki tenía bastante resistencia porque lograba hacer con calma un ejercicio tan complejo como ese.

«Le sirve mucho para aumentar el aguante de sus pulmones contra los cambios radicales de temperatura de su don».

—¡Hola! —saludó, cuando se dio cuenta de que su amigo murmuró su nombre varias veces—. ¿Cómo estás, Todoroki? —susurró, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón.

—¿No puedes dormir de nuevo, Midoriya? —dijo Todoroki, tomando un trago del vaso de agua que estaba sobre la mesa.

—No. —Se rascó la nuca—. Tengo muchas cosas rondando en mi mente. —A Midoriya no le gustaba engañar a la gente.

—Primero aprende a mentir. —Vio a Todoroki girar el rostro y ocultar su media sonrisa con las manos al verlo tan nervioso.

—Lo siento, Todoroki. —Midoriya bajó el rostro, consciente de que, sin saber cómo, él podía leerlo mejor que nadie.

—¿Qué sucede realmente? —Todoroki dejó el vaso sobre la mesa y tomo una pequeña toalla del suelo.

Midoriya siguió sus movimientos con la mirada antes de posarla en los ojos bicolores de su amigo cuando se irguió. Vio las gotas de sudor caer desde su frente y contuvo un suspiro. «No me había dado cuenta de la intensidad que transmite su mirada».

—Hay algo que… —A Midoriya se le estaba haciendo difícil conseguir las palabras adecuadas.

—Midoriya, dilo de una vez. —Todoroki se pasó la toalla por la frente.

—Discúlpame —exclamó Midoriya casi en un grito cayendo de rodillas al piso. Estaba echando su plan por la borda pero no quería quedarse con ese sentimiento por más tiempo.

—¿Por qué? —Todoroki parecía sorprendido e intentó acercarse pero Midoriya alzó las manos en el aire para señalarle que no diera otro paso.

—Te ignoré y, por eso, lo siento —murmuró Midoriya, casi inentendible al ocultar el rostro entre sus manos y taparse parte de la boca en el proceso.

Todoroki dobló la toalla y la colocó sobre la mesa, junto al vaso vacío, se aplastó el cabello hacía atrás con las manos y se arregló la camiseta antes de sentarse sobre la mullida cama.

—Ven, Midoriya —susurró Todoroki, dándole unos golpecitos al colchón.

—¿Uhm? —Este se limpió un poco las lágrimas con el dorso de la mano.

—Siéntate a mi lado, anda. —Observó sorprendido cómo Todoroki intentó curvar los labios para dedicarle una sonrisa.

«Eso sí es raro. ¿Todoroki está sonriendo de nuevo? Eso no es muy común en él».

—¿Yo te ignoré mientras me hablabas de algo que te emocionaba y tú me sonríes como si hubiese hecho algo bien? —A Midoriya le extrañó ese comportamiento.

—Ven para acá, Midoriya. —La voz de Todoroki salió en un tono más demandante, haciendo que Midoriya se acercara lentamente a la cama.

—Espero que no te hayas molestado conmigo —murmuró Midoriya, sentándose delicadamente sobre la suave colcha que cubría la cama.

—Sí, me molesté un poco. —Midoriya volteó rápidamente a ver a Todoroki—. Pero no es para tanto, no es tan grave y no tienes de qué preocuparte.

Midoriya se quedó boquiabierto. «Pensé que se iba a poner triste pero no, parece el mismo de siempre».

—No tenemos tiempo para guardar rencores. Eso sí… —Todoroki levantó una pierna hasta tenerla doblada sobre el colchón—, no lo vuelvas a hacer.

—¡De acuerdo, Todoroki! —asintió Midoriya mientras terminaba de limpiarse las lágrimas que aún le caían por las mejillas.

—Además, todos tenemos nuestros problemas. —Vio a Todoroki cerrar los ojos antes de terminar lo que intentaba decir—. No siempre estamos disponibles para los demás.

—Tienes razón, Todoroki. —Midoriya procuró dedicarle una sonrisa cuando subió el rostro.

—¿Qué te pasa a…? —Todoroki no pudo terminar su frase por la interrupción de Midoriya.

—¿De qué iban las mejoras de las que hablabas? —Midoriya sabía lo que él quería oír, pero no podía decirle nada así que prefirió no dejarle hablar sobre eso.

—No eran mejoras, Midoriya. Eran nuevos movimientos —murmuró Todoroki pacientemente, echándose un poco hacia atrás, ya empezaba a sentirse muy cerca de su amigo—. Para lo de mi licencia temporal.

—Sí, sí. —Midoriya se rascó el muslo nervioso, esperando que él le empezara a contar.

—Ya puedo activar ambos poderes al mismo tiempo. —Todoroki sonaba muy emocionado y aliviado, por poder contarle sobre su avance.

—¡Eso es genial, Todoroki! —No quería subir mucho el volumen de su voz, pero no podía aguantarse la felicidad.

Midoriya volvió a acercarse a él y, sin pensar en lo extraño que podría ser, le dio un rápido abrazo para felicitarlo. Se alejó enseguida con las mejillas sonrojadas y un nudo en su garganta, impidiéndole decir cualquier cosa y aumentando la tensión entre ellos.

—Mira, te enseño —murmuró Todoroki luego de unos segundos. Terminó de sentarse sobre la cama con las piernas entrelazadas, se notaba que aún estaba un poco nervioso.

Midoriya estaba muy alegre. Vio a Todoroki acomodándose, irguiendo la espalda, colocó ambas manos frente a él al nivel de su pecho. Respiró hondo con los ojos cerrados y agitó ambas manos al mismo tiempo, pero sólo salió un poco de hielo de su mano derecha. Clavó la mirada en la palma de su mano izquierda analizando qué había pasado porque no entendía cuál había sido el problema, pero no se dio por vencido y lo volvió a intentar un par de veces.

Midoriya se dio cuenta cómo su amigo, intento tras intento, se molestaba más y su expresión se hacía más y más triste. Quería decirle algo para ayudarlo pero no sabía qué. Buscó en su mente algún consejo que pudiese calmarlo, pero su cerebro no quería cooperar así que se quedó en silencio unos segundos más.

—Puedes volver a intentarlo en un rato. —Midoriya sólo buscaba animarlo.

—Pude hacerlo de nuevo hace un momento. —Todoroki parecía intentar mantener la calma.

—No te preocupes. —Midoriya acercó una mano lentamente a su muñeca y la rodeó con sus dedos—. Seguramente estás cansado, eso es todo.

Con la vista fija en el colchón, Midoriya no pudo ver cómo Todoroki pasó la mirada de su palma a la muñeca donde estaba su mano, sorprendido por la suavidad con la que lo había agarrado.

No sabía si Todoroki sentía lo mismo que él. Tenía que decidir si le gustaba el sentimiento de haber enroscado su mano alrededor de la muñeca de su amigo o si era mejor alejar el brazo antes de que el ambiente se tensara aún más entre ellos.

—Todoroki… —musitó, aún sin retirar la mano.

—Midoriya… —Lo dijo tan bajito que casi ni lo escuchó.

—Uhm… —No estaba tan seguro de lo quería decir, su respiración se había tornado pesada.

—Y, uhm… ¿Tú cómo vas con la patada? —susurró Todoroki, retirando su muñeca de entre los dedos de su amigo, atrayendo su mano hacia su pecho y colocando su propia mano sobre su muñeca izquierda—. Asumo que ya es estable y sirve muy bien como movimiento especial.

—Aún me falta mucho para que sea perfecta. —Colocó las manos sobre el colchón—. All Might dice que tengo que aprender a controlar mejor la intensidad.

—¿Y estás practicando eso? —Todoroki parecía no querer regresar al tema anterior, se le notaba en el rostro que seguía sin entender qué le había pasado a su singularidad.

—Todos los días en las mañanas me levanto a entrenar. —Midoriya volteó a ver a su amigo con una sonrisa en el rostro—. Si quieres, puedes acompañarme un día.

Vio la sorpresa reflejada en el rostro de Todoroki. Sabía que sus compañeros lo habían visto entrenar en el patio pero nunca se había planteado invitar a alguien. Ansiaba que su amigo aceptara su oferta.

—¿Lo haces incluso los días que te quedas acá conmigo hasta el amanecer? —preguntó Todoroki, arqueando una ceja. Su rostro expresó la sorpresa que sentía cuando lo vio asentir—. ¿Cuándo duermes, Midoriya?

—A veces no lo hago. —Midoriya soltó un suspiro poniéndose serio.

—No se te nota… nunca se te ha notado. —Vio a Todoroki apoyar el mentón sobre el dorso de su mano derecha—. Dime tú secreto —musitó, con un tono bastante curioso.

—No lo sé. —Midoriya empezó a murmurar sin mucho sentido sobre All Might y su relación con él, su singularidad y lo mucho que le queda por aprender, lo que hace en sus prácticas y la impotencia que siente por no haber salvado a Eri cuando tuvo la oportunidad.

—Midoriya —susurró Todoroki observándolo con los ojos bien abiertos—. Midoriya, ya empezaste otra vez. —Sintió como lo sacudió del hombro suavemente.

—Perdona. —A Midoriya le empezaron a arder las mejillas—. Me dejé llevar. —El tono le salió mucho más nervioso que de costumbre; tenía miedo de haber dicho algo que no debía.

—Yo no puedo hacer eso, se hace evidente en mi rostro que no descansé durante la noche —dijo Todoroki alzando los hombros—. Y mucho más bajo los ojos.

—No creas, no cambias tanto. —Midoriya quiso tragarse sus palabras tan pronto salieron de su boca.

—¿Sabías que eres bastante observador? —No supo si tomárselo como un cumplido o como algo malo; se decantó por lo segundo.

—Disculpa —dijo Midoriya, agachando la cabeza—, no era mi intención.

—No, no. —Todoroki negó varias veces agitando los brazos frente a él—. Lo decía por lo del cuaderno de héroes. —Echó el cuerpo un poco hacia adelante.

—¡Oh! —Midoriya se rio nervioso, rascándose la nuca—. Es que sus dones son muy interesantes.

—¿Lo haces con todo el mundo? —interrogó Todoroki, colocando ambas manos sobre sus piernas.

—¡Sí! —respondió Midoriya, un poco orgulloso pero igual muerto de vergüenza por su lado nerd.

Todoroki se acostó con la espalda contra el colchón y observó fijamente el techo por un rato. «Tiene algo que lo hace ver muy interesante». Midoriya lo escaneó en silencio hasta que logró ordenar sus pensamientos y conseguir las palabras que quería usar.

—Midoriya… —Todoroki atrajo su atención, interrumpiendo sus pensamientos antes de que pudiese decir algo.

—¿Hm? —Terminó de sentarse sobre la cama girando el cuerpo hacia su amigo.

—No quiero que te lo tomes mal, ¿está bien? —Todoroki volteó el rostro aunque igual pudo ver la expresión inquieta que reflejaba.

—Todoroki, ¿qué sucede? —Midoriya estaba empezando a asustarse y no le gustaba sentirse tan preocupado.

—Uh… —Todoroki suspiró un momento para relajarse y dejar las palabras fluir—. ¿No sentiste algo raro cuando me tomaste de la muñeca?

—¿De qué hablas, Todoroki? —Midoriya no supo por qué pero se sintió feliz, y nervioso, aunque no entendiera lo que había sucedido en su interior durante esos segundos.

—Midoriya, yo… eh… —Se notaba que Todoroki se estaba peleando consigo mismo, parecía estarse arrepintiendo de lo que había empezado a decir.

—Todoroki, me estás preocupando. —Midoriya se tumbó a su lado sobre su brazo izquierdo—. Te ves muy angustiado.

—A ver... —Todoroki giró el cuerpo colocando todo su peso sobre su lado derecho y quedando frente a él—. ¿No sentiste algo cuando rodeaste mi muñeca con tu mano?

—Te estabas poniendo muy triste y no quería verte así. —Midoriya curveó los labios ligeramente hacia abajo.

—Midoriya… —Todoroki sonaba como si su voz se negase a salir de su garganta—. Me sentí diferente.

—Tú piel estaba más calentita. —Midoriya tragó saliva mirándolo a los ojos—. Quizás porque ese es el lado de las llamas, no sé.

—No hablo de eso. —Vio a Todoroki cerrar los ojos y respirar hondo—. Lograste calmarme con eso.

—Eso es bueno, ¿no? —Él sabía que eso no era lo que Todoroki esperaba como respuesta pero no quería aceptar frente a su amigo el conflicto interno que le había ocasionado esa muestra de afecto.

—Incluso el abrazo… —Todoroki se mordió el labio inferior—. Aunque nos hayamos separado tan rápido.

—Todoroki… —Midoriya no pudo evitar suspirar cuando vio esa imagen frente a él.

—¿Debo entender que también lo sentiste? —Todoroki podía leerlo mejor que nadie.

—¿Como una corriente bajándote por la espalda? —preguntó Midoriya realmente bajito no queriendo decirlo muy alto por si acaso.

—Sí… —Todoroki parecía aliviado al no estar solo en esa montaña rusa de emociones—. Justamente a eso me refería.

—Todoroki, no sé qué fue eso. —Midoriya se relamió los labios, estaba muy nervioso—. Pero lo sentí.

—Midoriya, yo tampoco lo sé. —Todoroki imitó a su amigo—. Pero me gustó.

Todoroki le rozó el dorso de su mano derecha y lo hizo tensarse enseguida, pasó los dedos por encima de las marcas que habían quedado sobre su piel luego de su combate durante el festival deportivo. Le transmitió una mezcla de frío y calor que lo hizo temblar un poco pero que, extrañamente, le gustó. Ambos se vieron intensamente por un momento en el que Todoroki entrelazó su mano derecha con la de Midoriya y empezó a acariciarle el dorso con el pulgar.

El corazón de Midoriya le había pedido algo como eso miles de veces; lo había soñado ya varias veces pero nunca se sentía tan real; hubiese sido casi imposible. Admiraba los dos colores que tenían los ojos de Todoroki, no lograba decidir cuál le gustaba más. Cada uno mostraba un lado de él que no muchos entendían, que incluso él mismo no conocía del todo.

No se dio cuenta del tiempo que habían pasado en silencio, observándose, detallando los pequeños rasgos que no habían distinguido antes. Tampoco era consciente de los latidos desbocados de su corazón ni del leve temblor que tenían sus manos.

Todoroki le delineó el rostro con su mano libre, acariciando la suave piel hasta hacerlo querer cerrar los ojos y esbozar una sonrisa. Midoriya lo vio bajar la mirada hacia sus labios y fijarse, en su trayecto, en las pecas con forma de rombo que decoraban sus mejillas, detalle que parecía haberle fascinado tanto como para quedarse observándolo un par de segundos más.

Midoriya se sentía muy diferente. Tenía un remolino de sensaciones que llenaba su interior, parecía que un huracán estuviese sacando de un baúl todo lo que había escondido, inconscientemente, esos últimos meses. No quería que su amigo dejase de acariciarle el rostro y menos había planeado cerrar los ojos cuando los roces llegaron a calmarlo. Quería abrir los párpados para apreciar las expresiones de Todoroki pero se sentía muy relajante la forma tan delicada con la que él le acariciaba la piel.

Se le hizo bastante complicado dejar de sonreír mientras tenía los ojos cerrados. «¿Por qué hace que me sienta así?». Dentro de sí se libraba una batalla entre dejarse llevar por las agradables sensaciones o separarse rápidamente de Todoroki antes de que sucediera algo que pudiese quebrantar su amistad. «Ya pudiese estarlo».

Abrió los ojos con un poco de resistencia y se encontró con la mirada cautivante de su amigo. Por mucho que quisiera no hubiese podido evitar que sus labios se entreabrieran al darse cuenta de la cercanía que tenía con él y de la forma en la que su mirada se alternaba entre sus labios y sus ojos. Se le hizo aún más complicado concentrarse en calmar su respiración por la manera en la que Todoroki seguía trazando líneas sobre su piel; también podía sentir las leves ráfagas de calor que le transmitía.

«¿Por qué me metí en esto? ¿Cómo puedo aceptar que quedemos separados, de esta forma, por tan pocos centímetros? Estoy seguro que ambos disfrutamos de la situación pero yo siento que no voy a aguantar mucho así. Me debo alejar rápido o acercarme completamente para besarlo». La montaña rusa de sensaciones que tenía Midoriya no se detenía, incluso aumentaba de intensidad con cada detalle que descubría sobre la pálida piel de Todoroki.

Midoriya seguía con los labios entreabiertos, casi esperando a que su amigo se acercara a probarlos. Sintió a Todoroki pasar los dedos sobre la fina línea que definía su boca. «¿Me estará tentando?». Midoriya ahogó un suspiro y se acercó un poco más pero sin llegar a tocarlo; lo seguía pensando.

Se dedicó a imitarlo y delineó el rostro de Todoroki con los dedos, acariciando con el índice el hueso de su mandíbula. «Podría hacerle daño a alguien con esto». Lo tomó de la barbilla y, por no estar seguro de si estaba bien tomar la iniciativa, se mantuvo a unos milímetros de su rostro.

«Él parece poder leer mis pensamientos... No podemos estar tan juntos y no querer terminar lo que empezamos como unos tontos». Pensó Midoriya antes de subir su mirada a los ojos a Todoroki, quien parecía haber tomado una decisión. Sintió a su amigo respirar hondo y acunarle el rostro con la mano que tenía libre. Le rozó lentamente los labios con el pulgar, esperando a que reaccionase, y le dejara saber si estaba de acuerdo con lo que hacían. Todoroki se acercó poco después.

Midoriya no se esperaba la delicadeza con la que su amigo lo besó y se alejó un poco cuando sintió una corriente extraña bajarle por la columna. Vio la mirada arrepentida de Todoroki separándose de él y le dio miedo. Pasó la mano que tenía en su barbilla hasta su nuca y lo acercó para volver a besarlo. Esta vez había empezado él y sentía que debía hacer del beso una experiencia mucho más intensa.

Por un lado ardiente y por el otro frío. La mezcla de temperaturas le aceleraba la respiración a Midoriya y le arrancaba suspiros entrecortados. No podía negar que disfrutaba del sabor tan dulce que tenían los labios de Todoroki. «Justo como me los imaginaba». Estaba ansioso, deseoso. Nunca pensó que realmente sucediera algo como eso.

Midoriya sintió la lengua de Todoroki separar sus labios y colarse en su boca, desatando el frenesí que parecían sentir ambos. «Guayaba…». Reconoció el sabor que conseguía al explorar cada rincón de su boca. «Eso explica por qué su olor corporal se había vuelto más dulzón».

Como ninguno de los dos tenía experiencia alguna, el beso tenía cierto aire extraño que se volvía más pesado mientras descubría sensaciones nuevas y se dejaba llevar por el instinto, por lo que su cuerpo deseaba hacer y probar. El beso se alargó pero Midoriya no quería separarse, no más de lo necesario para respirar. Seguía sintiendo miedo. Aún estaba asustado por las consecuencias que podrían conllevar sus actos.

Midoriya se dio cuenta del calor que transmitían sus mejillas cuando Todoroki le colocó la mano derecha sobre su piel. El choque de temperaturas lo hizo temblar y bajar la mano que tenía en su nuca hasta la espalda de su amigo, dándose cuenta de que él también temblaba ligeramente.

Se alejó unos centímetros y vio que su amigo se había sonrojado, haciéndole parecer mucho más dulce, pero eso no alejó la duda de su mente:

—¿Por qué tiemblas, Todoroki? —preguntó, con su voz impregnada de preocupación.

—Tengo miedo —respondió Todoroki, alejando la mirada de su amigo.

—Yo también… —Intentó dedicarle una sonrisa aunque él no pudiese verla—. Aunque no es lo único que siento.

—Midoriya, no sé qué estamos haciendo —afirmó Todoroki rindiéndose a enfrentar sus sentimientos.

—Lo único que sé es que lo estoy disfrutando. —Midoriya no entendió la incertidumbre en el rostro de Todoroki cuando lo vio arquear una ceja al oírlo.

—¿Y por qué te separaste? —Midoriya soltó una suave y corta risa por la pregunta de Todoroki.

—Me preocupó que estuvieses temblando —murmuró Midoriya afianzando su agarre en la espalda de su amigo.

—Midoriya… —A Todoroki le estaba costando, más de lo normal, expresarse—. Te ves muy tierno.

—Tú tienes pinta de chico malo. —Las palabras brotaron de su boca sin poder detenerlas.

—Déjame besarte otra vez. —Se notaba la impaciencia de Todoroki en esa frase.

—Ven —musitó Midoriya, atrayéndolo por la camiseta con su mano libre.

Midoriya se giró, pegando su espalda al colchón, e hizo que Todoroki se colocara encima de él. Volvieron a juntar sus labios pero esa vez no empezarían con calma. Todoroki le mordisqueó el labio inferior con fuerza intensificando las sensaciones que experimentó antes y descubriendo otras nuevas. Lo sintió colocar una mano sobre la cama para apoyarse y rodearle la garganta con la otra, acariciándole la piel. Podía escuchar su corazón latir desbocado junto a los suspiros que Todoroki dejaba escapar.

El sabor dulce que había percibido antes de los labios de Todoroki se mezcló con lo metálico de la sangre que había conseguido sacarle cuando le devolvió el mordisco. Aún tenía una mano enrollando la tela blanca de su camisa y con la otra acariciaba la expuesta piel de su espalda baja, de lado a lado, cambiando del frío al calor con el suave movimiento.

Vio a Todoroki echar la cabeza hacia atrás, separándose en busca de aire, antes de abrir los ojos y fijar la mirada en los rombos que formaban sus lunares. Lo sintió llevar la mano derecha hasta su mejilla izquierda y rozar con el índice la forma, transmitiéndole una débil corriente de frío antes de posar su boca sobre el mismo lugar. Parecía que llevaba un rato queriendo hacer eso, aunque a él no le pareciese la gran cosa. Se dio cuenta que Todoroki no pudo resistirse y empezó a repartirle cortos besos en mismo sitio.

Midoriya cerró los ojos y ladeó el rostro hacia la derecha disfrutando del momento tan romántico que estaba viviendo con Todoroki. Pasaron unos segundos antes de que decidiera rodearlo fuertemente con los brazos, casi obligando a Todoroki a apoyar la cabeza sobre su hombro. «Esto es lo mejor que me ha pasado en la vida».

Poco a poco su respiración se tranquilizó y su corazón comenzaba a latir con calma y al mismo tiempo que el de Todoroki. Era sorpresiva la manera en la que todas las sensaciones que se habían acumulado los hicieron terminar de esa forma: uno sobre el otro, sonrientes y relajados. Prácticamente igual que como empezaron.

Todoroki había puesto uno de sus brazos debajo de la nuca de Midoriya y con la otra mano empezaba a dibujar pequeños círculos en su piel, aún por encima de la camisa. Ahora él podía aspirar disimuladamente el aroma dulce que había notado antes y debía admitir que clasificaba entre sus olores favoritos.

Midoriya colocó una mano sobre el brazo de Todoroki percatándose de los músculos que había formado con los entrenamientos, haciéndolo volver mentalmente al momento en el que había entrado a su habitación esa noche y recordándole que lo había invitado a ejercitarse con él en las mañanas. «¿Habrá sido una buena idea? No lo sé, quizás se lo dije sin pensarlo mucho. ¿Él aceptará?».

Midoriya, igual que como no estuvo seguro si estaría bien dar el primer paso para besarse, ahora se debatía entre quedarse abrazado a él un rato más o separarse. «No quiero dejar de sentirme así». Debía ver qué iba a pasar con lo que habían hecho. El miedo había vuelto a Midoriya y lo estaba paralizando. No dijo nada y se quedó quieto, ignorando todo a su alrededor. Intentó concentrarse sólo en lo que sentía.

Los minutos pasaron y ellos seguían en la misma posición: abrazados y con los ojos cerrados. Pasó un tiempo hasta que Midoriya dio cuenta de que sus músculos se habían agarrotado. Era verdad que disfrutaba estar así y quería pensar que no le importaba en lo más mínimo lo que pasara luego, pero no era así:

—To… —Suspiró—. Todo… —Midoriya necesitaba reunir su valentía—. Todoroki.

—Uhm... —El susodicho esperó a que continuara hablando.

—Todoroki, deberíamos alejarnos. —Midoriya fue directo al grano, le pareció que era la mejor forma.

Vio a Todoroki moverse enseguida, yéndose casi corriendo hasta la silla al otro lado del cuarto. Midoriya se arrepintió de lo que dijo al entender que su amigo se había separado lo más que podía de él; dejándolo inmóvil. Pronto empezó a sentir frío donde antes estaba apoyado su amigo:

—No quise que sonara tan feo. —La tensión había nublado su juicio—. Perdona.

—Tienes toda la razón, Midoriya. —Todoroki, por primera vez en mucho tiempo, reflejaba miedo puro en su expresión—. No tienes que disculparte.

—Uhm… —Midoriya se llevó una mano a la nuca—. ¿Y ahora?


¡Fin del segundo capítulo!

Ya hay más Shouto y entendemos el problema que tienen estos dos...

Los leo en la cajita de comentarios mientras me lanzan tomatazos.