Capitulo 10. "El hombre Perfecto".

-Me gustas, Rin.

Rin levantó la mirada del plato y luego la barrió por el restaurante, antes de fijarla en el hombre sentado al otro lado de la mesa.

Los tranquilos y oscuros ojos de Yoshida Kohaku encontraron su mirada y la sostuvieron.

Kohaku tenía un rostro fuerte y hermoso, con un lindo cabello castaño atado en una cola alta, ojos oscuros y una boca firme y sensual. Su piel era tersa y libre de imperfecciones, a excepción de una cicatriz que cruzaba su nariz, pero eso le daba cierto aire rudo. Era solo 5 años mayor que ella –25 años–, pero era tan decidido y confiado que parecía mayor.

Fue Sango quien los presentó. Ella y Sango... Realmente no hablaron sobre lo que pasó ese día –A Rin le gustaba pretender que el desmoronamiento en el callejón nunca sucedió–, pero Sango parecía decidida a apartarlo de la mente de Rin, y había preparado un encuentro con Kohaku, quien resultó ser su hermano menor.

A pesar de ser el segundo hermano de la familia, él era el que había tomado la responsabilidad de la empresa familiar mientras Sango seguía su sueño de ser miembro de la policía para combatir el crimen. Él ya había seguido misma la senda que los varones de su familia, y había logrado llevar a lo alto el nombre de su familia. En realidad, estaba un piso más arriba que la posición que Rin tenía en la empresa.

-¿Si? –Dijo Rin, dándole a Kohaku una sonrisa ladeada. –No sabría por qué.

Kohaku bebió su vino. -¿Estas buscando halagos? –Tenía una buena voz, sexy, grave y ronca.

-Nop, sé que soy linda. –Rin sonrió más amplio. –Es solo que... Por lo que he escuchado de ti por parte de tu hermana, no te agradan demasiado las chicas que nacen con una cuchara de plata en la boca, lo que es algo gracioso. Eres el descendiente de una antigua familia que ha tenido dinero desde la época del Sengoku.

Kohaku rio, pero no lo nego. –Deben ser los hoyuelos de tu boca, siempre tuve debilidad por ellos.

Rin solo pudo devolverle la sonrisa. ¿Estaban coqueteando, no es así? Coquetear era bueno. Sango estaría tan orgullosa de ella.

La expresión de Kohaku se puso seria. –Mira, voy a ser directo contigo. No quiero ningún malentendido aquí. Quiero asegurarme de que estamos en la misma página. –Miro a Rin a los ojos. –Estoy cansado del ambiente de los clubs y de las relaciones ocasionales. A esta altura, me gustaría tener una esposa y un par de niños que malcriar. –Kohaku se encogió de hombros. –Realmente me gustas, pero si una relación seria no es lo que te interesa, es mejor que me lo digas ahora.

Rin tragó saliva, intentando luchar contra la ola de pánico. Esto estaba bien, ¿Verdad? Era lo que había estado buscando. Kohaku era atractivo y confiado sin ser arrogante, era firme sin ser dominante, era verdaderamente agradable sin parecer débil. Tenía una voz sexy y unos músculos agradables debajo del traje. También quería hijos. Kohaku cumplía todos los requisitos. Era prácticamente perfecto.

El hombre de sus sueños.

Rin se llevó el vaso a los labios y tomó un sorbo de su bebida, tratando de ganar algo de tiempo.

Kohaku sonrió, viéndose divertido. –No estoy proponiéndome ni nada. –Dijo, estirándose sobre la mesa y tomando la mano libre de Rin. Su mano era grande y cálida. –No quiero que te espantes. Solo digo que me gusta lo que veo, una sonrisa como la tuya no es mentirosa, y realmente me gustaría llegar a conocerte mejor. ¿Te gustaría llegar a conocerme?

Era razonable.

Rin sonrió y asintió, tratando de ignorar el nudo de ansiedad en su estomago.

El resto de la cita salió bastante bien. Era fácil hablar con Kohaku. Era un buen oyente y un gran conversador. Era divertido, inteligente y atractivo. A Rin le gustaba. Le gustaba mucho.

Después de la cena, Kohaku le compró flores, de camino al departamento de Rin, y la besó castamente al final de su cita, con una mirada cariñosa y fascinada.

En general, fue genial. Luego esa noche, mientras que Rin miraba las hermosas rosas blancas en su mesita de noche, pensó que Kohaku prácticamente era lo que había estado buscando toda su vida.

Se durmió con una sonrisita en los labios, sintiéndose satisfecha y optimista sobre su próxima cita.

. . .

Soñó con manos ásperas y posesivas, fríos ojos dorados y un cuerpo pesado y caliente encima de ella.

Se despertó, sin aliento y jadeando, su cuerpo hormigueando de anhelo y hambre, del tipo que nunca había sentido antes.

Lagrimas de ira brotaron de sus ojos. No era justo. No quería esto. Quería a Kohaku. Quería soñar con Kohaku, que era el epitome de todo lo que deseaba en un hombre.

Se preguntó qué estaría haciendo, Sesshomaru ahora mismo.

Rin gimió frustrada. –Deja de pensar en él, idiota.

Había pasado un mes desde que Kagome y Sara, junto con Ah-Un, la ayudaron a escapar. Dudaba que Sesshomaru le dedicara algún pensamiento, e incluso si lo hiciera, probablemente sería porque estaba molesto de haber perdido una valiosa ventaja contra su tío.

O quizá Rin fue un peón tan insignificante que Sesshomaru apenas notó, o se preocupó por su fuga.

Rin odiaba como esa idea la hacía sentir: estúpidamente molesta.

Sus emociones confusas le demostraban que había echo bien en escapar cuando lo hizo. Al ritmo en que iban, unos pocos días más con Sesshomaru la hubieran convertido en un juguete sexual sin cerebro, enamorada y feliz de estar encerrada, y ser usada cuando su captor estuviera de humor.

Había otra cosa que estaba constantemente en el fondo de su mente. Había pasado un mes y todo estaba demasiado tranquilo. Aunque Rin no esperaba que a Sesshomaru le importara lo suficiente como para buscarla y secuestrarla de nuevo, sí esperaba que Sesshomaru hiciera algo para vengarse de su tío.

Pero hasta ahora, nada había pasado.

La falta de reacción era un poco desconcertante. Incluso si a Sesshomaru no le importaba Rin, seguro que si le importaba hacer pagar a su tío. ¿O no lo hacía?

Suspirando, Rin se giró sobre su estomago, abrazo su almohada, y trató de enfocar sus pensamientos en Kohaku, recordándose que los problemas de Naraku ya no eran su preocupación.

Había tomado una decisión.

No quería tener nada que ver con la mafia, el narcotráfico o el mundo criminal en general. No conocía a Naraku tan bien como para preocuparse demasiado por él como persona, y lo que había descubierto sobre él por Sesshomaru no le había precisamente simpatizado.

No amaba a Naraku, y Naraku ciertamente no la amaba a ella. Esto último se había vuelto abiertamente obvio, cuando su tío había perdido rápidamente su interés en ella, cuando le dijo que no sabía nada sobre su secuestrador.

-Eres una inútil. –Fue lo único que Naraku había dicho antes de irse.

Rin no dejaría que le afectara, la falta de cariño de su tío no era nada nuevo, pero cuando Sango le ofreció un trabajo en la compañía de su familia, no lo dudó.

Ya tuvo suficiente de intentar ser una buena sobrina, una buena hija adoptiva. Estaba tan harta.

Naraku y Sesshomaru podrían matarse mutuamente por lo que a ella le importaba.

Ella tenía a Ah-Un para cuidarla ahora, aunque fueran un par de exagerados con su seguridad, como hoy que la habían seguido a su cita, para asegurarse de que estuviera a salvo.

Rin no daría nada por ninguno de ellos. Iba a ser feliz. Iba a ser feliz, y nunca tendría que mirar por encima del hombro.

Con eso en mente, Rin cerró los ojos, y pensó decididamente en la sonrisa de Kohaku.

A la mañana siguiente, el helicóptero de Naraku se estrelló en México.

. . .

Sesshomaru se sentó frente a su escritorio, en su oficina de Suiza, hojeando los titulares de los periódicos Japoneses que Jaken le había traído. Su mirada se quedó atrapada en la primera página de uno de ellos. Una fotografía.

-¿Algo interesante? –Dijo.

-No realmente. –Respondió Jaken. –El funeral de esa alimaña fue hace tres días. La policía sospecha de Cárteles Mexicanos, pero no hay evidencias hasta ahora.

Sesshomaru se mantuvo en silencio. –Ambos sabremos que no las habrá. Bankotsu no es un aficionado, no tengo tantos tratos con él y su grupo, pero sabe lo que hace.

Jaken lo miro extrañado. -¿Por qué entonces confió en él para un trabajo de esta magnitud? La última vez que recuerdo, usted decía que esa clase de gente era más problemas que un beneficio real.

-Tienen sus usos. –Dijo Sesshomaru.

La sonrisa del bajito hombre se extendió. –Por supuesto, usted es un genio: Dejar que otras personas se encarguen de su trabajo pensando que siguen sus propios deseos. No podía esperarse menos del hombre más rico de esta gran nación.

Sesshomaru le dio una mirada inexpresiva. –Naraku los embauco. Yo solo le di el dato a la gente correcta.

-Claro, claro.

No valía la pena comentar nada, así que no lo hizo.

-Aunque me sorprende un poco que lo haya mandado a matar, amo. –Dijo Jaken pensativo.

Sesshomaru se encogió de hombros. –No puedo decir que este triste por la muerte de Naraku, pero no puedo tomar crédito por ello. Inuyasha fue más activo en esto que yo. Después de todo, Naraku asesinó a su antigua compañera y les hizo creer a todos que él fue el autor del crimen. Esperaba que Inuyasha siguiera los estándares que su madre le inculcó, y lo llevara ante las autoridades, no que lo matara.

Eso había sido un error de cálculo. Pero ¿Qué se podía esperar de un Bastardo impulsivo?

Quizás por eso no sintió ninguna satisfacción particular cuando le informaron de la muerte de "La Araña".

Los labios de Jaken seguían parloteando algo antes de hacer un millón de reverencias para retirarse.

-Jaken.

El hombre de ojos saltones se puso firme en su lugar, esperando sus órdenes.

La mirada de Sesshomaru regresó a la fotografía del funeral. –Descubre quien es este hombre. –Dijo, empujando el periódico sobre el escritorio para que pudiera verlo. –Todo sobre él.

-¿Cuál? –Pregunto Jaken, algo nervioso al ver a tanta gente en la foto. No era por la solicitud en sí, había trabajado tantos años para él que ya no le extrañaba ningún pedido que su amo le hiciera. Era solo que quería hacer bien su trabajo y complacerlo.

Sesshomaru se reclinó en su asiento. –El que tiene un brazo alrededor de la heredera de Naraku, la señorita Jundo.

Jaken le dio una mirada de sorpresa, pero no cuestionó sus órdenes. Siempre fue más inteligente que Sara. Aunque era mayor que Sesshomaru, y lo conocía prácticamente desde que era un niño, siempre le tuvo un infinito respeto y nunca le hablaba tan libremente como Sara.

Sesshomaru sabía que Jaken lo admiraba, y aun así era profesional hasta la medula, aunque le molestaran sus halagos, la mayor parte del tiempo.

Cuando Jaken se fue, Sesshomaru se acercó al periódico. Miro con detenimiento la fotografía nuevamente.

La pequeña no parecía particularmente destrozada por la muerte de su único pariente. Considerando lo que Sesshomaru sabía sobre Naraku, no podría decir que estuviera sorprendido.

Rin se veía... diferente.

Su sedosa melena estaba atada en una aburrida coleta, su rostro con forma de corazón pálido y en blanco, sus oscuros ojos serios.

Sesshomaru encontró su propia mano aferrada al reposa brazos. Arrastró la mirada, encontrándose con los Gemelos Traidores sosteniendo una sombrilla por encima de la cabeza de la joven, fulminando con la mirada a un hombre. Ahora estaba enfocándose en el hombre alto que tenía un brazo alrededor de los hombros de la chica y estaba susurrándole algo al oído, haciéndola parecer más pequeña. Lucia más que amistoso.

Ese par de ineptos. Se habían rebelado contra él, siguiendo como un par de cachorritos a la jovencita, y ni siquiera podían hacer bien su trabajo y mantenerla lejos de...

Arrugando el periódico con sus manos, y arrojándolo a la basura, Sesshomaru apretó los labios. Naraku estaba muerto. La cacho... Jovencita ya no era relevante. Cualquier plan que Sesshomaru hubiese tenido con respecto a la niña ya no era relevante. No necesitaba ninguna información del hombre que tenía sus manos sobre-

Disgustado, Sesshomaru interrumpió su tren de pensamientos. Quizás Sara tenía razón después de todo. Esto era inaceptable.

Su teléfono sonó.

-Encontré la información que solicitó, amo. –Dijo Jaken cuando le respondió. -¿Quiere que le reenvié el archivo?

A veces deseaba que Jaken no fuera tan eficiente como lo era.

-¿Amo? –Dijo Jaken cuando no le respondió.

-No. –Dijo. –Solo hazme un corto resumen.

-Yoshida Kohaku. –Comenzó Jaken. –25. Jefe del departamento de gestión de Riesgos en "Ryōshi", es la empresa de Seguridad Privada más importante de todo Oriente...

-Conozco "Ryōshi". –Dijo Sesshomaru, conocía al Jefe de la Familia, pero nunca le había presentado a sus hijos. –Continua.

-Considerando todo, ha hecho una carrera impresionante, y parece haberlo logrado sin hacer enemigos. Según dicen, es firme en sus creencias, pero de trato bastante agradable. Posee una encantadora casa en Asakusa y–

-¿Orientación Sexual? –Dijo Sesshomaru.

Hubo un silencio en la línea. Finalmente, Jaken respondió.

-Es heterosexual, pero no es promiscuo ni mujeriego. En una entrevista mencionó que está buscando una relación seria.

Sesshomaru tomo el encendedor del escritorio. -¿La naturaleza de la relación con la sobrina de Naraku?

-Parece ser algo reciente. –Dijo Jaken luego de un momento. –Ha habido especulaciones en los medios de comunicación locales, pero no puedo confirmar nada aun...

-No te molestes en hacerlo. –Lo interrumpió Sesshomaru. –No es importante.

Colgó y puso el teléfono en el escritorio, con mucho cuidado. Luego saco un cigarrillo de su bolsillo y giro la tapa del encendedor.

Reclinándose en la silla, tomó una bocanada profunda y luego otra. Así que finalmente la niña había encontrado a su "Hombre Perfecto". Bien por ella.

Bien.

. . .

Adelanto:

-¿Me extrañaste, Cachorra?