Le echo altamente la culpa a StrawberryMochi24 de que esto no sea un one-shot como dije que era.


Harry conoció a Tom gracias a su maestro de química, su profesor Snape. Si bien podía contar la innumerable lista de cosas que le pudiera agradecer a su profesor, ésa encabezaba la lista.

Snape era su tutor (y tío, pero esa historia no es relevante) en la universidad, por lo cual decidió motivarlos trayendo a su exitoso amigo para que les diera consejos y pudieran conocer un poco del ámbito laboral. Harry no se engañaba, conocía al tío Sev desde que nació y sabía que lo hizo sólo porque no quería hacer él quien diera la clase de motivación requerida por la facultad.

En todo caso, los ojos verdes no se pudieron separar ni un minuto del hermoso hombre frente a él. Con tan sólo treinta y dos, Tom Riddle había alcanzado la cima del éxito gracias a su asombrosa mente... Unos cuantos añitos, fue lo único que logró descifrar Harry después de escuchar a su profesor decirles eso antes de dejarle todo lo demás a Tom, quien sólo le mandó una mirada asesina (el menor luego descubriría que su amorcito había sido obligado a ir) e iniciar la charla.

Aún con toda la clase prestando atención al empresario, éste sólo se enfocaba en mirar a Harry, dando una que otra sonrisa ladina cuando el menor se lamía los labios ocasionalmente. Desde el inicio se habían atraído, no iban a ocultarlo en ningún momento.

Afortunadamente ésa fue su última hora y, por pura casualidad, se reencontraron en el estacionamiento de la facultad. Cuando la madre de Harry le dijo que nunca hablara con desconocidos y mucho menos darle tu número de celular, seguro nunca pensó que el desconocido sería un posible millonario engreído que se quería robar el corazón de su bebé.

A veces salían. Al principio eran lugares normales, un parque de diversiones o una cita al cine, tal vez uno que otro restaurante después de eso. Harry adoraba lo detallista que llegaba a ser Tom, pero... pero odiaba que él pagara todo. No lo dejaba ni sacar su billetera cuando ya se encontraba pagando.

La única vez que Harry pudo pagar algo fue porque quiso un algodón de azúcar y Tom se había quedado sin efectivo.

—¡No puedes comprarme todo lo que se me antoja! ¿Acaso crees que me gusta vivir con deudas? —esa fue la única vez que discutieron sobre el asunto.

—Entonces puede pagarme con otra cosa.

Después de meses saliendo y que el mayor fuera tan paciente con él, Harry y Tom se encontraron yendo con urgencia hacia el hogar del empresario.

Esa fue la primera vez de muchas otras.

Después de eso, Tom seguía comprándole cualquier cosa a Harry, había veces que sólo necesitaba que el ojiverde dirigiera su mirada hacia algo para comprarlo. Sí, lo estaba malcriando, pero al mayor no le importaba hacerlo, realmente le gustaba que Harry se dejara consentir sólo por él.

—Quiero macarons —dijo una vez el menor deteniéndose abruptamente afuera de un local especializado en repostería.

Tom levantó una de sus cejas.

—¿En serio me estás pidiendo algo? —cuestionó metiendo sus manos en los bolsillos de su chamarra/saco, la cual siempre le sacaba suspiros a Harry cuando se lo ponía.

—Quiero —volvió a decir, esta vez sacando un poco su labio inferior y logrando que sus ojos se vieran más cristalinos que antes.

Tom sonrió para sus adentros.

—Pero acabamos de ir a comer, será mejor que...

—Quiero macarons. Ahora. —la orden sólo causó que Tom diera un paso hacia adelante y agarrara la barbilla de Harry para levantarla.

—¿Me estás ordenando? —cuestionó acercando su rostro de su niño hacia el suyo. Ahora Harry había logrado que las lágrimas llenaran sus ojitos.

Por favooooor...

Se quedaron unos minutos viendo el uno al otro antes de que Tom dejara su papel y besara profundamente a su chico. Un beso demasiado sucio si contaban que estaban en medio de un centro comercial, exactamente frente a una de las tiendas de reposterías más famosas de la ciudad.

Cuando se separaron, Tom pudo notar el pequeño hilo de saliva que los conectaba, llenando de fotos mentales su cajón de recuerdos. Pupilas dilatadas, labios hinchados y vista perdida se sumaron a una amplia colección de imágenes.

Ésa fue la primera vez que Tom pudo consentir a su niño sin que éste le reclamará y, sobre todo, fue la primera vez que se formó una especie de rutina entre ellos. Harry haciendo berrinche y Tom complaciéndole para luego castigarlo... o en lo que un castigo placentero cabía.


—¿Quieres té? —preguntó el estudiante cuando llegaron a la casa del mayor, quien asintió para irse a acomodar las tantas bolsas que le compró a Harry en su habitación designada, no que vivieran juntos, sólo que ya se habían acostumbrado a pasar mucho tiempo al lado del otro que sólo facilitaba las cosas.

Harry hizo su té favorito y, en lo que se calentaba el agua, comenzó a acomodar macarons, pedazos de pays y galletas en una repisa para postres de varios pisos, era pequeña y la favorita del ojiverde cuando de hora de té se tratara... Tal vez una fresas y moras le diera un toque más lindo.

Suspiró escuchando la melodía que su Tom comenzaba a tocar después de unos momentos, no era su favorita, pero estaba seguro que pronto lo sería porque su hombre la estaba tocando para él.

Fue llevando las cosas poco a poco hacia la mesa de la sala para luego terminar con la bandeja con dos tazas, una tetera en forma de rana (porque Harry amaba ese tipo de cosas), el bote del azúcar en cuadros y unos cuantos limones partidos.

Cuando terminó, se sentó en su sillón favorito para comenzar su análisis a profundidad de aquello que siempre le llenaba de alegría: Tom Riddle.

Era tan hermoso.

—¿Quieres que te enseñe a tocar piano? —la pregunta le tomó unos segundos captarla, pero, cuando lo hizo, sólo pudo sonreír.

—No, encuentro más arte tan solo en mirarte que en poder tocar el piano. —Tom le lanzó una sonrisa galante que, Harry sabía, si no estuviera sentado, lo más seguro es que ya estuviera en el suelo por lo que le provocaba esa mirada.

El empresario no tardó en levantarse e ir hacia donde se encontraba el ojiverde, quien no despegaba ni un segundo sus ojos del hermoso hombre frente a él.

Poco les importó que el té se enfriara o que algunas galletas dejaran su sensación crujiente, lo único que les importó es que sus labios se estaban encontrando de forma hambrienta.

Tom jaló el cabello de Harry para dejar su cuello al descubierto después de unos fogosos besos. Fue ahí cuando el menor supo que el castigo estaba iniciando y que, por más ilógico que fuera, lo disfrutaría de maravilla.


Síp, otro prompt hecho por Suji de esta temática. Claramente lo adopté, así que denle gracias a ella de este pequeño fragmento.