MI PELIGROSA OBSESIÓN

(2º capítulo)

Esa mañana fue a la reunión con el feudal acompañando a su hermano, Madara no se encontraba en la aldea al salir para una importante misión. Tobirama lucía una mejor cara, no había palidez, ni ojeras, ni esa tensión que mostraba hace tiempo y en sus ojos se podía apreciar cierto brillo que hacía muchos años que no había podido apreciar. Sonreí feliz, ese si era mi hermano de antaño.

La reunión fue pesada, por suerte mi hermano aunque parco en palabras era astuto y pudo aconsejarme y ayudarme en algunos temas a tratar con el caprichoso noble. Éste preguntó varias veces por el cofundador de la villa, quería también que el líder Uchiha estuviera ahí agasajándolo, que poco conocía a Madara... Por suerte Tobirama me ayudó a reconducir la atención del feudal a temas realmente importantes.

Que tedioso era el asunto, por suerte después de más de cinco horas de tratar los asuntos del País del Fuego, sin contar la pausa para la comida, todo concluyó y con una inclinación respetuosa despedimos al noble y sus consejeros más que satisfechos con nuestra aldea ninja, por su poder, su crecimiento y la fuerza que representábamos para el territorio. Konoha era la encargada de proteger el basto territorio del País del Fuego y nuestros shinobis realizaban tal acción con diligencia, éramos la mayor fuerza militar y la que más poder tenía frente a otras naciones, esto otorgaba un gran estatus al País del Fuego y por lo tanto daba un gran poder al feudal de dicho territorio frente a su rivales.

Suspiré ya en mi despacho mientras me estiraba, que cansado era el trabajo de un kage...

–Debemos redactar un informe de los temas tratados y los acuerdos alcanzados, bueno mejor dos. Uno para nosotros y el otro para ellos. –Sonreí con ironía –Ya que estaba tan empeñado en conocer y poder entablar conversación con el Uchiha, podríamos enviar a Madara con dichos documentos para que el feudal los firme.

Hashirama soltó una estridente risa por la ocurrencia de su hermano.

–Madara lo quemaría cuando empezara con sus berrinches, sabes que no tiene paciencia para aguantar ciertos personajes.– La mirada de su hermano le dio a entender que por eso había propuesto tal cosa, negó divertido.– Sabes que un país necesita una casa noble... Aunque sea algo ridículo de soportar.

El sonido que emitió su hermano con la boca le mostró su inconformidad, aunque sabía que lo entendía también creía que era algo inecesario.

–Cambiando de tema... Te veo muy bien Tobi-chan. –Le sonrió mientras apoyaba los codos en la mesa y la cabeza encima de sus manos entrelazadas.– ¿Quién es?

–No se de que me hablas... Y tenemos trabajo que hacer. –Cortó el albino antes de centrarse en leer las notas y empezar a redactar los informes. –Deja de mirarme y céntrate, me gustaría llegar a casa no muy tarde... Tengo trabajo que realizar fuera de esta oficina.

Hashirama se deprimió y un aura oscura lo envolvió. Tobirama rodó los ojos molesto por el dramatismo del mayor.

–Por ahora no estoy preparado para presentarte a nadie, así que por favor... Sólo acéptalo y no te inmiscuyas, algún día te contaré.

Hashirama asintió y se centró en los informes a redactar y los papeles por firmar, sabía que no le sacaría nada más a su hermanito, Tobirama siempre había sido muy celoso de su intimidad y quería respetar eso. Con saber que ahora era feliz tenía suficiente y con una sonrisa siguió con el trabajo.

Cuando terminó Tobirama se fue veloz del despacho, estaba estresado de ese largo día y estaba ansioso por llegar a casa e invocar a su amada obsesión, sólo teniéndole delante, viéndole, oyendo su profunda voz, tocando ese delgado cuerpo... Sólo así podría relajarse. El día anterior había descubierto como adoraba ver el cuerpo de su Uchiha estremeciéndose por el orgasmo que le causó, como intentó retener su voz ante el placer, como se tensaba esa fina y fuerte musculatura. Si, quería hacer llegar de nuevo a la cúspide del placer a Izuna y luego masturbarse él recordando al menor como llegaba al orgasmo. Sin poder esperar más se transportó a su casa y, después de asegurarse que estaba completamente solo y trabar puertas y ventanas, invocó el ataúd del azabache y le liberó.

–¿Otra vez tu?– Soltó el Uchiha molesto, aunque por dentro sintió una pequeña corriente eléctrica recorrerlo... ¿Le volvería a hacer eso el Senju? Se sentía nervioso, pues no había sido una mala experiencia.–Maldito Senju... No me vuelvas a tocar o te cortaré el cuello.

–Tu no harás nada contra mi Izuna... Yo mando sobre tu cuerpo y tu, me obedecerás, Uchiha.

El azabache tenso el rostro y sintió la misma corriente de hace unos instantes recorrerle, apartó el pensamiento antes de que surgiera y vio al otro acercarse a él. Su primer instinto fue apartarse, pero él era un Uchiha y no temía a ningún Senju... Y menos a esa rata albina.

–No te muevas – Se acercó con una venda para sus ojos, pero vio como Izuna miraba la tela en sus manos y como apartaba la vista frustrado. La tiró al suelo.– No usaras tus ojos contra mi, Uchiha.

Le pasó los dedos por los labios notando la intención del menor de intentar morderle. Sonrió, que salvaje e indomable era su deliciosa obsesión. Bajó esos dedos por su cuello, mirando los retadores ojos negros de Izuna que no le apartaron la mirada en ningún momento. Sin dejar de mirar esos pozos negros le abrió el haori y se lo bajó por los hombros, Izuna le achicó los ojos pero no apartó la mirada.

–¿Vas a hacerme los mismo, depravado?

–Ni que te hubiera molestado tanto que lo hiciera, Uchiha.–La leve mueca del azabache le pareció adorable. Tenía tantas ganas de besarle con pasión, de pegarse a su cuerpo, de escucharle gemir libremente, de oír su nombre con esa profunda voz ronca del pequeño Uchiha, de hacerle el amor salvajemente y que el otro le pidiera por más... Pero tenía que ser paciente con el terco Izuna. –Lo disfrutaste, Uchiha.

Bajó sus manos pellizcando esos rosados pezones y viendo como las cejas del azabache se fruncieron durante unas instantes y como suspiró imperceptiblemente, disimulando lo que le había hecho sentir ese estímulo. Bajó acariciando sus abdominales y al llegar al pantalón se lo bajó. Agarrando sus brazos tiró de él y le hizo salir de la ropa. Ahora el menor estaba ante sus ojos sólo con el fundoshi. Estaba tan absolutamente sexy y más al apreciar el bulto que se marcaba en la tela, sonrió levemente, se sentía feliz pues significaba que no le era tan indiferente al Uchiha como éste quería aparentar. Esta vez le masturbaría de nuevo, pero lo haría mirándole a la cara, para ver sus reacciones.

Le tocó el pecho y bajó al abdomen, Izuna seguía mirándole desafiante más notó su suave estremecimiento por mucho que quiso disimularlo. Y ya cuando coló la mano entre la tela del fundoshi y empezó a masturbarle el erecto pene, sus cejas se fruncieron y su cuerpo se inclinó ligeramente hacia el frente, hacía él, mientras su respiración se profundizaba y soltaba un levísimo jadeo. Siguió tocando ese pene, aumentando el ritmo de su mano, haciendo que el Uchiha no pudiera controlarse de mover su cadera buscando más, mientras se agarraba a su ropa y apoyaba la frente en su pecho, soltando roncos jadeos de placer. Bajó la cabeza y aprovechando el estado de debilidad de su obsesión besó su cuello sin detenerse.

–Suéltate Izuna, déjame ver como llegas a la liberación –Susurraba contra esa piel al alcance de mi boca.

El cuerpo del más pequeño empezó a temblar y apretando más su ropa entre los dedos soltó un gemido gutural y se corrió. Sacó la mano de la tela del fundoshi y miró el semen del azabache en sus dedos, embadurnándolos al frotarlos entre si. Lo llevo a su boca y lo saboreó.

–Sabes muy bien, Uchiha –Izuna levantó la cabeza en ese momento y abrió los ojos asombrado, mientras sus mejillas se espolvoreaban de rosado, abrió la boca y la volvió a cerrar mirando con fascinación como ese Senju lamía su semen de la mano con la que le había masturbado. Tobirama se inclinó un poco hacía el menor –La próxima vez lo quiero en mi boca, Izuna.

Dicho esto, y dejando más pasmado al pobre joven, se fue a su habitación, tenía un gran problema entre las piernas y deseaba correrse. No encerró a Izuna en el ataúd, sólo le dijo antes de desaparecer por el pasillo que tenía prohibido salir de esa casa y también el hacer ruido para que alguien fuera a encontrarlo.

Llegando a su cama, se abrió los pantalones y empezó a tocarse al recordar el cuerpo del otro contra su cuerpo, sus sonidos, su aroma, sus estremecimientos y como había llegado a un intenso orgasmo gracias a su mano. Tenía tantas ganas de poder enterrarse dentro de Izuna, la verdad es que podría ordenarle que se quedara quieto y hacer con él lo que quisiera, pero no lo haría, quería que Izuna Uchiha se quedara a su lado sin estarle obligando. Quería que se entregara a él por voluntad propia y que le pidiera más y más. Esperaría lo que hiciera falta, igual que lo había hecho hasta ahora.

Izuna molesto se vistió de forma rápida y fue a perseguir a esa maldita rata albina para encararlo, pero los sonidos que le llegaban desde la habitación lo detuvieron, sabía lo que estaba haciendo el otro, pues eran los mismos sonidos que había oído la anterior noche y esta, cuando el Senju le había tocado ahí abajo a él. Enrojeció y estaba dispuesto a marcharse, pero... Dicen que la curiosidad mató al gato... Y la puerta estaba abierta una rendija. Sin hacer nada de ruido, por algo era un gran ninja, se acercó y miró, Tobirama estaba en la cama tocándose ese grueso pene erecto mientras jadeaba bajito y susurraba su nombre. Enrojeció aun más y se tapó la boca para no liberar ningún tipo de sonido. Estaba captando todos los movimientos del Senju y su capacidad para ver detalles era increíble, dándose cuenta de que había activado el sharingan de forma inconsciente. Se quedó ahí hasta que con un sonido gutural Tobirama se corrió de forma abundante. Después de eso se fue de allí de forma silenciosa y buscó un lugar para descansar. Tenía que pensar en una forma de salir del control de Tobirama Senju, ese hombre era su enemigo, aunque esta vez parecía que lo que buscaba de él era saciar su deseo sexual o quizás curiosidad... No lo entendía.

Por la mañana se cruzó con el albino que le dedicó una sonrisa arrogante.

–¿Disfrutaste del espectáculo, Uchiha? ¿Te gustó ver como me corría con tu nombre en mis labios? –La cara del azabache se deformó en una mueca de molestia antes de que se intentara lanzar en mi contra, más la fuerza del talismán no se lo permitió –Tranquilo pequeña fiera, no puedes dañarme. Eres mío ahora, mi gatito Uchiha.

–Maldito Senju... ¿A que jodido juego de tortura pretendes someterme con esto?

–No es ningún juego, ni ninguna tortura. –Se acercó y agarrando su largo pelo le pasó los dedos por esos sedosos mechones, mientras los acercaba a su nariz para olerlos. Oyó el insultó del Uchiha, pero lo ignoró – Te deseo Izuna y quiero que seas mío. Ya no estamos en guerra, ese tiempo quedó atrás... Así que vete olvidando de querer matarme y acepta tu sino.

Le levantó el rostro y dejó un rápido beso en sus labios antes de que Izuna fuera lo suficientemente rápido para intentar morderlo.

–Pórtate bien. Ya sabes que no puedes salir de esta casa, ni hacer ruido. Tampoco tienes permiso para romper nada... Sino a la vuelta te castigaré –Y guiñándole un ojo salió por la puerta, oyendo nuevas amenazas salir de esa boca sucia que poseía el menor.

El día le transcurrió pesado y aburrido, por suerte no se distrajo pensando en que debía estar haciendo su pequeño Uchiha, pero si que estaba deseoso de terminar para poder irse. Su hermano le lanzaba miraditas cómplices y alguna sonrisa enigmática haciéndole rodar los ojos por lo inmaduro que podía llegar a ser. Más de una vez le tuvo que decir que se centrara en su trabajo, consiguiendo que se deprimiera de esa forma tan dramática y falsa. Bufó, santa paciencia que había de tener... Pero todo y esas conductas le respetó y no volvió a insistirle para que le presentara a "su misterioso amante" como le llamaba.

(...)

Por fin volvió a su hogar, sólo esperaba que Izuna no hubiera hecho nada grave y que el talismán hubiera resistido y le hubiera hecho obedecer sus ordenes. Abre la puerta y no esta Izuna, bueno tampoco es como si le fuera a recibir.

Se concentra y lo percibe en su despacho, esto hace que se sienta algo intranquilo, pues en un escondite de ese lugar es donde ha guardado el pergamino con todo lo que se ha de saber del Edo Tensei. Cierra los ojos y respira en profundidad antes de ir a su encuentro.

Izuna está sentado en la robusta mesa de su despacho, con esa pose arrogante que poseen de forma natural todos los Uchiha y con una elegancia que a otros les costaría años de practica, pero que sabe que en el clan del azabache esa elegancia en el actuar parece formar parte de su genética. Esta leyendo pergaminos escritos de su puño y letra, técnicas que ha ido creando a lo largo de los años o ideas para futuros proyectos respecto a mejoras en la aldea. Por suerte las técnicas ahí nombradas no son demasiado peligrosas y que lea sobre las posibles mejoras de Konoha no le preocupa.

Izuna no levanta la cabeza cuando él entra, hace ver que no le ha notado, cuando sabe perfectamente que desde que ha cruzado la puerta del hogar el menor ha sentido su presencia.

–Esta técnica de aquí es interesante... Jutsu multiclones de sombra. –Por fin le mira con cierto desdén camuflando la pequeña admiración que empieza a sentir por ese albino. Tobirama realmente es alguien muy listo y lo que ha leído sobre sus ideas para ese lugar y las técnicas inventadas le ha gustado–No me imaginaba que alguien como tu pudiera tener imaginación e inventiva. –Pero que le haya gustado conocer algo más de la maravillosa mente e inteligencia de su captor, no significa que vaya a dejar de meterse con él y retarle.

Tobirama sonrió imperceptiblemente y se acercó a su escritorio, hasta encerrar a Izuna contra el mueble.

–Algún día Izuna, te mostraré los usos no combativos de ese jutsu... Si te atreves a permitírmelo, claro– Le susurró la última parte de forma sugerente. El Uchiha se sonrojó ante ese descaro. Habiendo conseguido su propósito se alejó un poco, necesitaba un baño y sacarlo de ese cuarto. Era peligroso que siguiera curioseando en ese sitio –Por ahora me limitaré a mostrarte mi capacidad imaginativa en actividades más básicas.

Izuna lo ve alejarse de su cuerpo y se siente más tranquilo, una pequeña parte de él se siente molesto por esa lejanía después de tenerlo prácticamente encima, recuerda las palabras de la noche anterior y su corazón, si es que tiene, late acelerado en deseo reprimido, en anticipación... Ese maldito Senju le ha abierto las puertas a nuevas sensaciones que su cuerpo empieza a ansiar, nunca había saciado el deseo sexual, la lujuria, la pasión, la curiosidad por estar de esa forma con alguien. Y las palabras de anoche regresan a él como un flashback y respira en profundidad, más lo suelta hastiado cuando el otro se separa. "Maldito Senju, cumple tu palabra" se encuentra pensando mientras le mira de forma fija, taladrándole la espalda, queriendo hacerse notar. Y no lo va a reconocer nunca, pero tenía ganas de saber que le haría el albino con la boca, porque ver como se lamía los dedos llenos de su semilla de forma gustosa, como si él fuera un manjar, había sido una imagen demasiado erótica para su mente virgen.

Todo el jodido día ha estado sólo leyendo pergaminos y curioseando el impecable hogar de esa rata albina, pero tremendamente aburrido. Y la diversión empezaría ahora, su única diversión para ser exactos, si ese maldito no le estuviera ignorando.

Tobirama ya en la puerta se giró, Izuna le estaba observando fijamente como si esperara algo de él. Le levantó una ceja y oyó su bufido disconforme.

–¿Qué? –Se cruzó de brazos, esperando a que el otro abriera la boca, pero parecía reacio.–Tengo todo el día, Uchiha.

Le miró mal, pero estaba cansado de estar aburrido, todo el día ahí metido sin nada mejor que hacer que leer. Al final se decidió a abrir la boca... Igualmente le iba a hacer algo, como las dos anteriores veces.

–Me dijiste una cosa ayer...– Soltó como a quien no le importa.

Sonrió, vaya con su pequeña obsesión... Era curioso, bueno viendo sus pergaminos tirados por la mesa cualquiera podría inferir esto. Pero es que además, le estaba sirviendo para que Izuna tuviera interés en él, o por lo menos en lo que le quería hacer.

–Mmm, ya me acuerdo... Vamos y te lo demostraré, pequeño Uchiha.– Izuna soltó un gruñido molesto y saltó de la mesa siguiéndole.

Notó la presencia del otro en su espalda, eso era perfecto así se iban del despacho, no quería arriesgarse a que Izuna hallara el escrito donde hablaba de la técnica que le permitía tenerle allí. Sería peligroso que el menor se liberara de su control y, ya ni quería imaginar que deshiciera la técnica para marcharse al mundo puro, pues aunque volviera a llamarle, de nuevo, Izuna podría volver a irse al conocer como cancelar dicha técnica. No podía vivir sin su obsesión, y menos luego de haber estado con él.

Sin que el otro se diera cuenta, y una vez ya fuera de su despacho, su clon se hizo presente. Abrió el escondite donde guardaba el pergamino del Edo Tensei y se lo llevó de allí. El Hiraishin le sirvió para trasladarse a la biblioteca secreta del Hokage, escondiendo su técnica en lo más recóndito del apartado 'Técnicas prohibidas'. Una nube de humo y un "plop" se oyó en ese silencioso y solitario lugar. Nadie lo sabría nunca y no creía que su hermano o Madara, los únicos que tenían permiso para acceder al lugar, además de él, se pusieran a hurgar.

El verdadero, guió al azabache a su habitación y con un gesto le pidió que entrara, con recelo Izuna entró en el cuarto dando una rápida mirada al lugar, era el único sitio en el que no había curioseado. Cuando esa tarde recorría el hogar del albino, al pasar por esa habitación recordaba al Senju masturbándose mientras jadeaba con esa voz profunda y soltaba su nombre al llegar a culminar, ese recuerdo le perturbaba y le causaba cierta calor interna mientras notaba su pene tensarse... Si, definitivamente no se había atrevido a aventurarse en esa recamara. Enrojeció. Se adentró con cautela, echando nerviosas miradas que intentaba camuflar al albino.

–¿Tienes miedo, pequeño Izuna? –Susurró Tobirama, viendo como el azabache se mostraba algo incomodo, el rojo en sus mejillas lo hacía ver adorable.

–No digas tonterías, Senju. Y deja esas malditas confianzas... –Más un sonido de sorpresa salió de entre sus labios al verse empujado en la cama. Se giró mirando alarmado a ese hombre.

Se acercó a la cama, viendo como el otro se alejaba más hacía el centro de su catre.

–¿Me tienes miedo Izuna? –Repitió.

–No...

–¿Y por que huyes?

–Yo... No estoy huyendo– El otro se acercó otro paso más, mirándolo desde las alturas y tuvo que reprimir el alejarse otro poco más del alcance de ese albino–¿Qué pretendes, Senju?

Su respiración se había acelerado y notaba el corazón en todo su cuerpo, el rápido tum-tum resonando en sus oídos. No había notado hasta ahora lo alto y fuerte que parecía Tobirama Senju en comparación a él, era hasta intimidatorio... Si él no fuese un Uchiha avezado en la guerra y segundo líder de su clan.

–Te iba a mostrar lo que puedo hacer con mi boca. A no ser que prefieras que haga algo más...– El Uchiha no sabía que responderle. Tobirama vio la duda en sus ojos y como al final comprendiendo lo que le insinuaba, su cara enrojecía y le apartaba la mirada, notaba la vergüenza en sus ojos y cierto temor. No, el azabache aun no estaba preparado para que llegara a buscar más de él. –Tranquilo, sólo voy a hacer lo de los últimos dos días, pero esta vez usaré mi boca. Se sentirá bien, Izuna. Créeme.

Notaba aun su duda y cierto temor, era tan adorable. Un ser capaz de matar a sangre fría, capaz de presentar fiera batalla, y tan inocente y atemorizado en cuestiones de lecho.

–No haré nada que no desees, Uchiha. Sabes que soy hombre de palabra. Si quieres que me detenga en algún momento, sólo tienes que decírmelo. Busco que lo disfrutes y te sientas bien.

–¿Por qué? –Susurró con curiosidad.

–Siempre me has gustado, desde esa vez que te vi que no pude sacarte de mi cabeza, pero éramos enemigos y por el bien de nuestros clanes tenía que olvidarme de mis gustos y pelear contra ti. Nunca quise matarte... –Confesó sin dejar de mirarle, quería que percibiera la verdad en sus palabras. –No he podido olvidarte desde entonces. No busco hacerte mal, ahora nuestros clanes ya no están en guerra. Ya no es necesario que peleemos.

La profunda mirada negra del azabache se clavó en sus ojos, analizándolo, estudiando la veracidad de sus palabras. Hasta que al final vio como esa intensidad disminuía y como su cuerpo empezaba a relajarse. Un leve asentimiento por parte de Izuna le alegró profundamente, su Uchiha le daba una oportunidad y no pensaba desaprovecharla. Le demostraría todo lo que podía hacer por él, le saciaría la curiosidad que nacía de sus impulsos y de ahí quizás conseguiría que el menor le dejara llegar aun más lejos.

Sintió las manos del Senju en sus muslos y como se los acariciaba con suavidad, para seguidamente bajarle los pantalones, suspiró sintiéndolo bueno. Y jadeó cuando el aliento cálido de ese hombre chocó contra su pene semi erecto, el recuerdo de lo que le había hecho con anterioridad hacía que su cuerpo deseara más y reaccionara en consecuencia, y ya al notar la respiración del albino en ese sitio... Se puso duro del todo. Se agarró a las sabanas debajo de sus manos cuando la rata albina lamió y se metió su erección en la boca, era muy sensible y no podía contenerse. Cerró los ojos tumbándose en esa cama y dejándose hacer por esa boca. Saber que su enemigo mortal le estaba haciendo sexo oral aun le ponía mucho más cachondo. Movió su cadera débilmente contra esa cavidad, no encontrando quejas de su propietario. Y con un gemido más intenso se corrió, aprovechando entonces para abrir la boca viendo como el Senju le miraba con los ojos rojos que poseía mostrando satisfacción y como se lo tragaba, jadeo... Era mejor de lo que había imaginado. Alargó una mano y recogió un poco de su esperma de esos finos labios, pero antes de que pudiera hacer nada, Tobirama le agarró la mano y lamió esa gotita sin dejar de mirarlo. Tragó saliva con dificultad.

–Mastúrbate, quiero verlo Senju.–Demandó con voz enronquecida.

Satisfecho con esa petición que pensaba cumplir, el Senju se desnudó antes de subirse en la cama, arrodillándose al lado del Uchiha, su miembro ya erecto por los sonidos del azabache y lo que le había hecho. Empezó a acariciarse de arriba abajo, sin dejar de mirar a los ojos negros de Izuna, mientras que éste desviaba su vista de sus ojos a los movimientos de su mano en su larga y gruesa polla. Mirando con fascinación como el Senju se daba placer a si mismo, como su cadera se movía buscando más, como pequeñas gotas salían de esa punta humedeciéndola. No podía dejar de mirar ese espectáculo. Levantó un dedo y acarició la rosada cabeza de ese pene y ahí fue cuando Tobirama jadeo su nombre y se corrió.

Los espasmos recorrieron su cuerpo, mientras se apoyaba con sus manos en la cama respirando pesado. Se acercó a Izuna y sin dejar de mirarlo a los ojos, mientras éste le devolvía la mirada frunciendo un poco sus párpados, para lanzarle una mirada no muy amigable al verle tan cerca de su cara. Pero no le importó que el otro le amenazara con la vista, continuó acercándose hasta unir sus labios en un suave beso. Esta vez Izuna no hizo amago de morderle, él tampoco prolongo mucho el contacto... No quería tentar su suerte. Se tumbó en la cama al lado del otro, sintiendo su presencia pero sin apenas tocarse entre ellos. Izuna no se apartó, para él eso era un grandísimo avance. El sueño le venció, había sido un día duro.

Izuna observó a Tobirama dormirse de forma despreocupada, a su lado. Se giró hacía él y le estudio lentamente, detallando sus facciones. Sin intención de atacarle, y no porque algo le impidiera hacerlo, sino porque no quiso hacerlo. Le resultaba interesante ese maldito Senju y el gran cambio que apreciaba en él desde sus días de batalla. Realmente lo que le había dicho era cierto, y no sólo por ver la sinceridad en su mirada y escucharla en sus palabras, sino que realmente había visto los documentos que hablaban de Konoha y las mejoras que quería aplicar esa rata albina para mejorar la vida de los aldeanos y, sobretodo, para proteger y cuidar mejor a los niños. Eso le gustaba, no le deseaba a nadie una vida como la que tuvieron su hermano y él en su infancia, y quien dice ellos habla de cualquier niño de cualquier clan que estuviera involucrado en una guerra o desprotegido frente a clanes más fuertes y sanguinarios. Lo que había leído demostraba que ese hombre que ahora dormía a su lado, ese ninja al que había odiado durante años, era más noble de lo que quería demostrar.

Suspiró mientras volvía a recostar su espalda en el colchón. Él amaba las batallas, las había amado se corrigió, pero era porque sólo había conocido esa vida y odiaba a los Senju, porque era lo que le habían inculcado y estaban en guerra en ese momento; pero parecía que todo era diferente ahora. Y saber que todo había cambiado a mejor, según parecía, también le estaba gustando. Suspiró relajándose y, aunque no necesitara dormir, cerró los ojos y se dejó mecer por la calma reinante, sin tener que estar pendiente a todo, sin estar a la defensiva... Simplemente disfrutando del silencio en esa habitación.

La luz de la mañana incidió en su piel y molesto apretó los parpados, para finalmente abrirlos. A su lado vio al Uchiha, tumbado de forma pacifica ladeado hacía él. Detallo su rostro, era tan hermoso con esas finas facciones, mientras sus largos mechones están rodeándole y con algunos cruzando su rostro, levanta su mano y le aparta con suavidad el pelo, despejando su rostro. Una mano veloz le agarra la muñeca.

–¿Qué pretendes, Senju? –Musita agresivo.

–Después de lo de anoche... ¿Te enfadas porque te aparte el pelo del rostro? No me seas arisco, Izuna. –Su voz grave susurrada en un tono intimo y algo ronco por acabarse de despertar.

La mirada del Uchiha es penetrante y muestra cierto rencor, aunque con un imperceptible suspiro se relaja visiblemente y suelta su muñeca. El maldito Senju tiene razón, es sólo que no se esperaba ese contacto tan delicado por parte de ese albino.

Viendo vía libre, vuelve para retirarle el pelo del rostro, aprovechando para acariciar esas tersas mejillas.

–Ven a ducharte conmigo, Uchiha. –Ve la reticencia y cierta alarma en la mirada del otro, su cuerpo tenso –¿A que le temes?

Un gruñido escapa de la boca del menor mientras se levanta y desnudándose se dirige al baño de la casa. Sonríe por haber conseguido su propósito y desnudándose también se reúne con el azabache.

La ducha la hacen en silencio, aunque sin dejar de mirarse y analizar el cuerpo del otro. Es la primera vez que se ven totalmente desnudos y les gusta lo que aprecian del otro, aunque el azabache lo disimule dándole alguna mirada arisca al de ojos carmesíes cuando le pilla mirándole descarado.

–Deja de mirarme tanto, Senju.

–No. Me gusta lo que veo Uchiha y seguiré mirándote. –Se acerca algo más al otro, hasta dejarlo acorralado contra las tablas de la pared –Izuna, ya te lo dije ayer y quiero que sepas que no me detendré. Si me dejases te haría conocer un mundo nuevo lleno de placeres que nunca has imaginado... Déjame enamorarte Uchiha, déjame demostrarte de lo que soy capaz. No pierdes nada –Se acercó hasta rozar sus labios –Y sino te gusta, si después de un tiempo no quieres saber nada de mi, si sinceramente me sigues detestando... Te liberaré y no volverás a verme jamás, ni a tener que aguantarme.

La cercanía le puso nervioso, pero no lo demostraría, él era Izuna Uchiha el segundo líder del clan Uchiha, aunque el leve rosado en sus mejillas no lo pudo evitar. Achicó los ojos en amenaza, pero no movió un dedo para intentar alejar al albino, sintiendo la calidez de sus labios y su respiración sobre las mejillas.

–Un tiempo de prueba dices... Y sino me dejarás volver a mi descanso. Sin atreverte a llamarme de nuevo, sin tener que volver a verte el rostro... –Era muy tentador y la parte donde le ofrecía placeres nunca descubiertos también. Podría usar al Senju para satisfacer todas ese "hormigueo burbujeante que le nacía de dentro" y que el otro había metido en su cuerpo, pues él antes no se había permitido satisfacer su deseo carnal. Y luego de disfrutar de los placeres de la carne, podría meterle la patada... Si, aceptaría. Era un buen plan. Él jugaría con Tobirama Senju. Miró al albino y le asintió.

Satisfecho acabó de unir sus labios con el azabache en un apasionado beso, esta vez el Uchiha no le mordió... En busca de hacerle daño, su mordisco fue accidental la falta de practica en besar, la descoordinación y el desmedido entusiasmo. Pero poco a poco Izuna aprendió a llevar el ritmo correctamente, a usar los dientes en momentos puntuales y para incitarle y a jugar con su lengua para tentarle. Aprovechando el agua de la ducha, le dio la vuelta al menor dejándolo contra las tablas de la pared y se pegó a su espalda, notó como se tensó y como estaba dispuesto a pelear contra él si intentaba dañarle.

–Tranquilo... Sólo quiero mostrarte algo.

Le acarició la espalda, resiguiendo esa columna hasta llegar a su cintura y cadera, acariciando la piel de su amante con suavidad, para bajar algo más la mano y amasar esos firmes glúteos. Sus labios fueron a besar los hombros de Izuna mientras le murmuraba que confiase en él.

Izuna sintió un dedo entrando en su ano y se alarmó un poco, intentando removerse pero siendo imposible por el cuerpo de mayor tamaño y peso del otro.

–Senju –Advirtió– Sácalo, eso no es correcto.

–No me seas terco, Uchiha. Y quédate quieto, verás que lo disfrutas. – Removió su dedo, mientras hacía fuerza con su cuerpo para mantener contra la pared al terco hombre.

Izuna de pronto se detuvo y abrió la boca soltando un gemido y apoyando la frente contra la pared, volviendo a gemir de nuevo. Tobirama lo observó y sonrió, había encontrado lo que buscaba en ese apretado y tenso interior, la próstata del menor. Al estimularla consiguió que Izuna se estuviera quieto y relajase todos sus músculos, incluso los internos permitiéndole mover mejor ese dedo. Siguió presionando el punto de Izuna, esta vez uniendo un segundo dedo, mientras el Uchiha movía su cadera contra sus dedos buscando más de eso y soltando jadeos de sus labios entreabiertos. Llevó su mano libre hacia el pene erecto del azabache empezando a masturbarlo al ritmo de las embestidas a su punto de placer, los gemidos aumentaron, vaya que era escandaloso su arisca obsesión. Presionó su pene erecto entre las nalgas de su amante, le hubiera gustado tanto perderse en ese interior, pero no podía... Era demasiado pronto, el Uchiha se asustaría si le penetrase.

–Tocame Izuna... –Le pidió contra la nuca mientras se la mordisqueaba. Sabía que sería una petición ignorada, pero... Bueno, quería probar suerte.

Abrió los ojos con cierto asombro cuando sintió una mano tanteando su pene y tocándole con mucha suavidad, era un toque algo torpe e ingenuo, si definitivamente Izuna era virgen y tenía que tener tacto para no atemorizarle. Soltó un jadeo ronco para demostrarle que iba por buen camino y agarrara confianza. Se dejó acariciar por esas manos inocentes mientras el seguía estimulándole internamente y realizándole una paja al menor.

El cuerpo de Izuna empezó a convulsionar delicadamente y con un gemido ronco llegó a un fuerte orgasmo. Se detuvo y quitó los dedos de su interior mientras le acariciaba suavemente el pene para alargar su placer lo máximo posible, luego le soltó y permitió que se diera la vuelta.

–Tu no te has corrido...– Mientras detallaba su miembro con fascinación.

–Ahora me ocupar...– El Uchiha por su propia cuenta estimuló su polla.

–Dime si voy bien– Le avergonzaba tener que decir eso.

–Un poco más rápido y puedes apretar más en el tronco.– Izuna le hizo caso en sus indicaciones y poco después consiguió llegar a su propio clímax. Le besó una vez más antes de lavarse. –Dime, Uchiha, ¿qué te ha parecido lo que te he enseñado hoy?

Izuna enrojeció ante la pregunta, pero no le respondió nada antes de meterse en la bañera de agua caliente de su baño. Sonrió con suavidad, sabía que le había gustado... pero la arrogancia Uchiha le impedía reconocer nada.

–Tengo que ir a ayudar a mi hermano. Por favor, quédate aquí y no hagas ruido.

–Sabes que me aburro, todo el día encerrado en tu maldita casa, Senju.

–Intentaré buscar una solución, pero será mañana.– Salió agarrando una toalla.– Tengo un dojo para que puedas entrenar.

Izuna arqueó una ceja, interesado en eso. Pero ayer no lo había visto, sólo encontró una puerta cerrada.

–Lo abriré para ti y puedes usar las armas, pero recuerda que no puedes sacarlas del recinto. – No quería que luego la usara contra él.

–Los Uchiha sabemos cumplir un trato, Senju. ¿O te crees que los únicos con honor sois vosotros?– Se sentía ofendido, él estaba confiando en esa maldita rata albina, pero el Senju no podía confiar en él.

–No, tienes razón. Y te pido disculpas – Izuna le miró como si tuviera dos cabezas – Los Senju sabemos admitir nuestros errores.

La sonrisa ladeada del azabache antes de volver a recostarse en la bañera le encendía, pero tenía compromisos. Así que lo dejó disfrutando de su baño, mientras él se vestía y se marchaba a la Torre del Hokage.

(...)

Los días fueron pasando y se convirtieron en semanas, su relación con el pequeño Uchiha mejoró. La confianza entre ellos había crecido y se permitían toques, besos y caricias sin que el azabache se tensara, hasta le había sonreído en más de una ocasión, antes de que el poseedor del sharingan se diera cuenta y buscara disimular. Su amada obsesión era tan orgulloso.

En el terreno físico sus avances iban genial, se masturbaron con sus miembros juntos, el azabache le dejaba usar sus dedos en su ano para conseguir más placer y hasta le agarraba la muñeca y le movía la mano a su gusto para autosatisfacerse, era tan apasionado su gatito fiero.

–¿Sabes que puedes conseguir un placer mayor si te penetro? – le dijo un día mientras observaba con fascinación como usaba sus dedos para saciarse. Pero Izuna aun estaba cohibido en ese último paso. Tampoco le había realizado una felación, cuando en cambio él al Uchiha le había realizado dicha estimulación diariamente casi.

Le estaba agradando estar con el Senju, un calorcito muy agradable se notaba en su pecho cuando llegaba el albino a casa después de trabajar, cuando oía su profunda voz al entrar por la puerta. Y también había empezado a notar un hormigueo en la zona de la barriga, como si se hubiera tragado insectos, era un poco molesto.

El Senju le había activado un paso para que pudiera salir de esa casa a una zona alejada y boscosa, era agradable sentir el sol, el aire y la lluvia en su piel de nuevo. Correr y saltar entre los árboles, era como si estuviera vivo otra vez... Aunque sabía que no era tal cosa, estaba muerto y no pertenecía allí, ese pensamiento le entristecía en ese último tiempo. Realmente agradecía a Tobirama el que le haya devuelto "la vida", murió joven y no pudo disfrutar de una buena vida, siempre peleando en las guerras y contra otros clanes, siempre en tensión... Cuando estaba vivo no pudo gozar de esa calma, del sol en su piel mientras se tumbaba a leer en el húmedo pasto, de cómo le golpeaba la lluvia cuando corría entre los árboles, de cómo el viento le mecía el cabello cuando se asomaba por un precipicio, de cómo un cuerpo caliente te abrazaba contra si mientras te besaba de forma apasionada... Tantas cosas se perdió y tantas cosas estaba viviendo ahora estando muerto.

Y le agradecía de corazón, esa magnifica oportunidad de vivir realmente... Pero sabía que no podía estar aquí realmente, ese ya no era su lugar. Y también sabía que cuanto más tiempo estuviera junto a Tobirama, más daño le haría cuando tuviera que irse al mundo puro, el mundo donde pertenecía su alma. Lo había visto en esos llamativos ojos rojos del alto albino, el Senju realmente lo amaba. A medida que se fueron conociendo más, interactuando al dejar el odio de lado, a medida que fue fijándose en cada pequeño movimiento realizado por Tobirama, lo pudo leer, lo que había en su alma y en su mirada, Tobirama Senju le amaba con una profundidad que nunca había visto... Y él estaba empezando a sentir lo mismo por ese hombre. Suspiró, eso le haría más daño, le estaba haciendo más daño al seguir los juegos del Senju, al permitirle amarle más y al corresponderle. Pero ya no podía evitarlo... Aunque lo había intentado y por eso había intentado poner algunas barreras entre ellos, pero realmente ya no quería seguir negándose a lo que quería, y eso era amar al albino y que éste lo amase sin trabas, sin negarle nada. Se entregaría a él totalmente.

Decidido volvió al hogar que compartían, porque ahora ya consideraba la morada del Senju como propia. Usando el pergamino que le entregó Tobirama para que aplicando chakra pudiera volver a la casa.

El albino aun no había llegado, lo que le permitió lavarse, cambiarse de ropa y prepararle la cena. Mientras lo hacía pensaba en su hermano, aunque Tobirama ya no le controlaba, pues la confianza entre ellos en esas semanas había crecido hasta ser plena, no había hecho ni la mínima intención de buscar a Madara. Cierto que tenía muchas ganas de verle y de apreciar el asentamiento Uchiha dentro de la villa, pero sabía que si se encontraba con su mayor éste correría a matar al Senju por atreverse a mancillar el recuerdo de "su adorado hermano menor", así es como le nombraba Madara en la intimidad cuando estaba vivo. Había ocasiones que su hermano era algo sobreprotector.

No, aguantaría sus ganas de ver a su hermano para que Tobirama no saliera herido o muerto.

Oyó la puerta y la voz del albino y una sonrisa se formó en sus labios.

–En la cocina.– Poco después apareció por la puerta el Senju y le sonrió.

Tobirama fue a besar a Izuna, desde hacía ya semanas eso era lo más normal entre ellos, había descubierto que a Izuna le gustaban los besos, las caricias y hasta los abrazos. Fue un descubrimiento muy revelador y algo chocante, la imagen que tenía él era de cuando le espiaba y el Uchiha se mostraba receloso y desconfiado, o de sus batallas durante la guerra; donde el azabache era un rival temible, alguien a tener en cuenta con esa velocidad y ferocidad, también le recordaba mostrándose frío y duro con sus palabras y acciones, muy beligerante. Pero en cambio cuando su convivencia fue mejorando, el pequeño Uchiha había mostrado que podía ser alguien dulce, apasionado y juguetón. Ver esa faceta intima del azabache le encantó, significaba que se estaba abriendo a él, que confiaba en su persona... Le daba esperanzas a su amor.

Cenó con la compañía del otro, hablando de trivialidades, de cómo les había ido el día. Y cuando terminó la cena, el Uchiha se había levantado mirándole con esos pozos negros tan enigmáticos y con una pequeña sonrisa traviesa se fue desnudando ante sus ojos. Su pene saltó en sus pantalones, formando una elevación en sus pantalones al excitarse por esa divina visión, aunque más bien Izuna era un pequeño y sexy demonio que encendía su pasión y en el cual no podía dejar de pensar en todo el día.

Recordando como hasta su hermano le había dicho que había puesto una cara más boba que la suya, mientras le ayudaba a revisar unos informes y la imagen de Izuna había llegado a su mente al estar algo cansado de leer tantos papeles... Y que Hashirama le dijera eso era mucho decir, tanto que le contestó con palabras bordes para que dejara de meterse con él. Funcionó. Hashirama se había visto rodeado de un aura depresiva, había rodado los ojos al ver como su hermano hacía drama por cualquier cosa. Aunque luego, al entrar Madara al despachó se le pasó totalmente su "tristeza" y le contó, de forma animada sobre él. Eso le había creado tensión, ver a los dos mayores analizarle y hablar como si él no estuviera en la habitación con ellos y encima que hablaran de su vida amorosa... Había tragado saliva de forma disimulada, de todos los que no quería que se enteraran de que estaba con alguien, que sólo eran dos, y que esos dos eran precisamente los que estaban en esa habitación hablando de su persona e indagando sobre su "amante secreto", bueno su hermano era el que había hablado, Madara se había limitado a mirarle analizándole con detalle. Por suerte el tema fue desviado al entrar la petición de una reunión con los dirigentes de un poderoso clan que querían formar una alianza con Konoha.

Volvió al momento presente para ver como el azabache ya totalmente desnudo se pasaba la mano por las nalgas y se las separaba a la vez que se inclinaba un poco hacía adelante para mostrar su rosada entrada.

–Quiero que llegues al final Tobirama. Quiero que me penetres. – Y se fue caminando con esa elegancia y sensualidad natural que poseía. –Te espero en el cuarto, no tardes...

Tragó saliva, Izuna era muy pícaro cuando quería, tan tímido que parecía al principio. Se levantó y caminó con decisión a la habitación, donde el azabache ya le estaba esperando tumbado en la cama. Le miró con esos seductores ojos negros como la noche más oscura y se abrió de piernas mostrándole su intimidad. Fiel a ser conocido como el hombre más rápido, no perdió ni dos segundos en quedar desnudo y reunirse con su adorada obsesión.

–¿Ansioso, Senju?– En su voz un rastro de humor, antes de incorporarse un poco y agarrarle el rostro para unir sus labios y llevárselo con él al tumbarse de nuevo en la cama.

Se besan apasionadamente, mientras acarician sus cuerpos de forma apasionada, cariñosa y rastrillando las zonas sensibles de su piel con las cortas uñas. Los toques cada vez más apasionados. Tobirama le agarra los glúteos a Izuna y le levanta la cadera para apretar ambas intimidades, el menor gime dentro del beso y le muerde el labio. Nota sus frías manos recorrerle la espalda antes de clavarle los dedos en los omóplatos y rodearle la cintura con las fibrosas piernas. El roce entre sus erectos penes aumenta al mover ambos la cadera buscando más de ese placer, más de ese maravilloso contacto.

Tobirama rompe el beso y le acaricia la mejilla con dulzura.

–¿Estas seguro?– Recibe una suave sonrisa y un asentimiento.

Esa respuesta le anima a seguir, dejando un reguero de besos, lamidas y mordisquitos por el torso del Uchiha hasta engullir su necesitado miembro. Le gusta hacerle orales al menor, es muy sensible a sus caricias y libera eróticos jadeos por entre sus labios entreabiertos. Esta deseando un día poder usar sus clones con Izuna, para dejar que estos jueguen con el pequeño Uchiha mientras él puede observarles. Esta fantasía le excita tanto que siente su pene muy duro y deseoso por enterrarse en ese virgen interior.

Sin dejar de hacerle el oral, con sus dedos resigue los llenos labios del azabache, éste saca su lengua y los lame antes de abrir la boca y chupar esos dígitos y mordisquearlos durante unos minutos antes de que se los quite de la boca. Lo tiene que preparar, quiere que para Izuna esa sea una grandiosa experiencia, ya habrá tiempo en un futuro próximo de dejarse llevar por la pasión y que puedan tener relaciones sexuales algo más "salvajes".

Izuna gime en alto cuando con dos dedos estimula su próstata, y no tarda muchos minutos en notar como llega al orgasmo. En su boca su semen, que se traga de forma gustosa, lame un par de veces más y se quita ese miembro de la boca mientras detiene sus dedos. Besa sus muslos, su ingle y su cadera con ternura.

–¿Listo para seguir Uchiha? –Y sin dejarle que le responda vuelve a estimularle con los dedos, sacándole un gemido ronco al azabache.

Le introduce tres dedos y su obsesión no se queja, la verdad es que parece que lo disfruta y es que lleva desde hace muchos días realizando estimulación de ese tipo, lleva días preparándolo para ese momento, aunque en realidad lo que buscaba era proporcionarle intensos orgasmos. El pene del menor también vuelve a estar erecto, mientras de su boca escapan el coro de jadeos y gemidos más erótico que ha escuchado jamás, junto a su nombre. Esto le pone ansioso y deseoso, no cree poder aguantar más sin penetrarle, Izuna le incita hasta niveles que nunca había experimentado.

–Tobirama... Hazlo– Como si le leyera la mente le susurra ronco.

Se incorpora y vuelve a unir sus bocas mientras se posiciona entre esas piernas, el azabache le recibe y le abraza. Y con suavidad entra en ese anillo de carne, Izuna rompe el beso y suelta el sonido más lujurioso que ha escuchado nunca, antes de mirarle con el sharingan activado y brillando con la lujuria del momento.

–No te voy a hacer nada...– Intenta justificar el menor por miedo que el Senju se sienta atacado– ...Es que no puedo evitarlo.

–Shhh, tranquilo. Se que no me harás nada, confío en ti Izuna.

Y esos ojos que siempre le habían parecido peligrosos y le provocaban cierto temor, ahora le parecían la vista más bella y exóticamente caliente que había contemplado en su vida. Embistió al Uchiha sin dejar de mirar esos ojos que cada vez brillaban con más intensidad, en la misma medida que aumentaban los gemidos del usuario del sharingan. Unió sus labios sin dejar de moverse cada vez más veloz, parecía que a Izuna le gustaba mucho de esa forma. El menor cortó el besó y grito de forma ronca.

–Ya... Tobirama... Aaaah– Eso era tan bueno, porque no había permitido que el Senju le hiciera eso antes. Lo que en esas semanas habían hecho no tenía ni punto de comparación al sexo que compartían en esos instantes. Y con un último grito le asaltó el mayor orgasmo que había tenido en todo ese tiempo que llevaba con el albino. Su cuerpo se tensó y sus músculos fueron asaltados por pequeñas convulsiones.

El orgasmo de Izuna llegó y lo miró con fascinación, su cuerpo tenso como cuerda de arco, sus músculos estremeciéndose y las aspas del sharingan girando sin descanso a una alta velocidad. Era la cosa más magnifica que había contemplado jamás. Y encendido y asaltado por una salvaje lujuria empezó a embestir con fuerza y velocidad el cuerpo bajo suyo, los gritos del azabache no se detuvieron al estarle penetrando y sintió una pequeña nueva oleada de humedad entre sus vientres, el menor se había seguido corriendo al no detener sus caderas. La presión del interior del Uchiha era hasta dolorosa, pero a la vez tan placentera. Con un gruñido gutural se apretó una última vez contra esa cadera y se corrió de forma abundante, llenando ese interior con su semen. Se dejó caer agotado sobre el cuerpo de menor tamaño, que lo recibió con un abrazo y le besó en el cuello, mientras intentaba calmar su respiración.

–Me ha gustado esto del sexo, Tobirama. – Le susurró divertido contra la piel.

–No era sexo, Uchiha. Estábamos haciendo el amor.– Le miró, rojo contra rojo pues Izuna seguía con su doujustu activo. Esas miradas que demostraban que el tiempo, y el tratarse, había conseguido que superaran los rencores y el odio de antaño. –Te amo, Izuna Uchiha.

–Te amo, Tobirama Senju– Unieron sus frentes para luego cerrar los ojos y unir sus labios en un dulce beso profundo.

Esa noche durmieron desnudos y abrazados, Tobirama cobijando entre sus brazos el cuerpo menudo pero fuerte del Uchiha, protegiéndolo como si fuera su mayor tesoro. Y así era, Izuna era su tesoro, su amada obsesión y ahora que se amaban estarían siempre juntos. Tenía que buscar la manera de hacer su cuerpo real, estaba seguro que se podía. Oyó el murmullo del otro y como se abrazaba aun más a su pecho, sonrió. Ahora no era el momento de pensar en técnicas, envolvió con mayor fuerza sus brazos alrededor de ese cuerpo y se dejó vencer por el sueño. Mañana sería otro día.

CONTINUARÁ...

Esta historia iban a ser 2 capítulos + 1 epílogo. Pero esto se me ha alargado... Así que al final serán 3 capítulos (espero que no vuelva a alargarse y tengan que ser 4) + 1 epílogo.

Sin más espero que os guste este segundo capítulo. Muchas gracias por leer.