Disclaimer: El asoiafverse le pertenece a GRRM. Menos estos Hightower.
—Mocoso idiota —gruñó Hightower cuando Gowayn terminó de relatar el sueño que había tenido la primera noche que regresara a Torrealta—. Encuentro que tu estadía en la Ciudadela no te ha vuelto más avispado. Te sigues aferrando a aquellas estúpidas fantasías.
—Mi señor... —comenzó a decir—, esta vez es diferente. El dragón es negro como la noche y sus ojos... son dos pozos de sangre, las escamas y los cuernos, rubíes.
Su padre se detuvo y miró los pergaminos que se encontraban sobre la mesa. Apretó los labios.
—¿Negro, dices? —Gowayn asintió—. Aegon montaba a Balerion el Terror Negro... Y el rey... del rey se dice que es su viva imagen: cabellos de plata, ojos violeta, fuerte, alto... Un guerrero de la cabeza a los pies. Su emblema es el dragón invertido, ¿lo sabes? Negro sobre rojo, como el dragón que soñaste... —En sus ojos azules brilló algo que a Gowayn no le gustó—. Los dioses, en su alta sabiduría, te han iluminado la mente reafirmando una sola cosa: ¡Daemon es el heredero legítimo de Aegon!
—Padre —se apresuró a decir—, os equivocáis. Daeron lo es, no Daemon. Ese dragón que he soñado no desciende de ningún Fuegoscuro. Lo sé. Por favor, creedme. Cometéis un error apoyando a su causa, un error que puede conducirnos a la desgracia si no me escucháis. Es Daeron a quien debéis entregar todo el apoyo de nuestra Casa... Todavía hay tiempo, enviad cartas a mis hermanos, decid que...
—Eres... —Lo miró con el rostro encendido— una vergüenza, una completa decepción. No creas que no me he dado cuenta de tus simpatías que reposan con ese bastardo débil y falto de carácter. ¡Necio! ¿Acaso no lo ves? ¡Su sangre negra y corrupta deshonra el Trono y al Reino!
—¿Y cómo lo deshonra exactamente, señor mío? —Miró a su padre a los ojos—. ¿Cómo, si tenéis la gentileza de iluminarme?
—¡Criatura insolente! —rugió—. Si fuera un hombre en verdad cruel, no me costaría nada haberte mandado azotar o abofetearte yo mismo hasta que se te quitaran las sandeces de la cabeza. —Tensó la mandíbula que temblaba—. Y ganas no me faltan. Nunca he sentido por ti el menor afecto, pues saben los dioses que eres el que menos quiero de entre todos mis hijos, y no siento vergüenza en admitirlo, mi consciencia carece de remordimientos... ¡Maldito seas! ¿Cómo es posible que estés tan ciego? ¡Convéncete! ¡Daemon tiene a Fuegoscuro, clara prueba de su legitimidad! Bajo su Reinado, Poniente volverá a ser Grande, tan Grande como el hombre que porta la espada del mismísimo Conquistador...
—Una espada no vuelve grande a un hombre —replicó Gowayn—. ¿Os olvidáis acaso, que Dorne no se ganó con espadas, sino con palabras y diplomacia?
—¡Dorne! —Apretó los dientes—. ¡Malditos sean los dornienses que llenan de ponzoña la corte, todos ellos, incluida esa puta y su progenie! ¡Y maldito sea ese bastardo que les da la bienvenida con los brazos abiertos! Son peores que los extranjeros, con su vida licenciosa y la lengua viperina...
—¿Peores? ¿Es que acaso tenéis en mal concepto a los extranjeros? ¿Y mi señora madre, milord, por qué la desposasteis entonces? ¿Es que es un trofeo para vos y nada más?
—No te atrevas a suponer tal cosa, Gowayn —pronunció su nombre como si se tratara de veneno—. Lady Hightower es la dama más hermosa del Dominio y...
«Y la paseabais por todos los castillos como si se tratara de un trofeo de caza por el que os debían envidiar —pensó él—. Saben los dioses que mi madre vale mil veces más que vos y vuestras tristes intenciones, y mil más y mil más».
—... posee sangre noble, antigua y respetable —continuó Hightower—. Es sangre de grandes señores, la misma que corría por las venas de la princesa Targaryen que se unió a nuestra Casa... Compartimos lazos con Daemon, lo ves, lo ves, sangre del dragón...
—La sangre de Lady Rhaena fue diluyendo con el tiempo... —le estaba contestando.
—¡Cierra la boca! —Su cara adquirió el tono violento del vino—. ¿No os dais cuenta, pequeño idiota? Daemon tiene hijos... Jeyne es hermosa, su doncellez permanece intacta, tal como corresponde a una dama de noble cuna... y Alysanne, tan virgen como su hermana, posee los rasgos de Lady Hightower. ¡Otras novias que nuestra Casa proporcionaría gustosa a la Familia Real!, ¿y no hay linaje más digno que el nuestro, quienes fuimos reyes por derecho propio? Una de ellas se convertiría en reina del dragón, como lo fue Alicent, y sus hijos serían príncipes y futuros reyes...
—¡Dioses benditos! —Contempló a su padre con incredulidad, y se preguntó qué clase de locura lo había poseído—. ¡Milord, Jeyne no tiene más que catorce, y Alysanne, trece!
—Muchacho necio —bisbiseó con voz ronca por la rabia, crispado su cuerpo, un dedo señalándolo tembloroso—. Te permití marchar a la Ciudadela... Pensé... pensé que una vez satisfecho tu capricho retornarías al Faro deseoso por seguir los pasos de tus hermanos, pero fue en vano esperar de ti tal muestra de valía, lo fue, lo fue... Con gran disgusto es que te sigo hallando tan egoísta, tan indigno, tan cobarde... ¡Retírate! ¡Por mi honor... !, hazlo antes de que me obligues a actuar con poca delicadeza. ¡Fuera! ¡Saben los dioses que te he mostrado más paciencia de la que te mereces, incluso ahora, con aquellos rumores de brujería que te persiguen y manchan el buen nombre de mi Casa!
—Mi señor. —Hizo una reverencia frente a su enfadado progenitor. En sus ojos azules no encontró más que desprecio por su hijo. «Permanece tan ciego como antes —comprobó no sin tristeza—, y se rehúsa a escucharme». El contenido de la copa había sido bebido, se encontraba esta vacía... y por la manera en la que lo miraba su padre, parecía dispuesto a estrellarla contra él.
Acudió al calor del hogar en busca de reposo para su ánimo inquieto. Contempló el danzar de las llamas largamente a través de la cortina de humedad que cubría sus ojos. En la Ciudadela decían que quien estudiaba los altos misterios terminaba por probar la brujería tarde o temprano. «Yo la probé más temprano que tarde —se dijo, había llegado con la cabeza llena de hechizos aprendidos de corazón de los pergaminos y volúmenes de Torrealta, y se llegó a decir de él que jugaba de manera peligrosa con la magia, que era un brujo—, y prendí las velas de vidrio todas las noches en el reino de los sueños. Ojalá me permitiera alumbrar el camino en el mundo terrenal, ojalá tuviera... ». Y por primera vez, se preguntó si su padre no carecería de razón. Iluso, necio, estúpido... Así pensaba de él, así había sido siempre.
De las llamas escapó un chisporroteo que apenas lo hizo reaccionar. Los párpados le pesaban... y el aire se tornó grueso. El olor a humo y sal impregnaba el ambiente... y sus ojos húmedos se encontraron con aquellos pozos sangrientos. Contuvo el aliento ante la majestuosa bestia, el corazón latiendo enloquecido en su pecho. Asomó de entre los cuernos como fuego al rojo vivo un destello de plata, y en una mano llevaba la cabeza falsa de un dragón. Sus miradas se cruzaron.
Despertó con los truenos que produjo el sacudir de aquellas alas retumbando en su cabeza.
—¡Gowayn! —oyó que Jeyne lo llamaba con voz suave. Estaba arrodillada a su lado y lo removía con gentileza. Acarició su rostro—. ¡Dioses, estás cubierto de hollín!
Él se incorporó lentamente, los mechones rizados cayendo por ambos lados de su cara. Sentía el cuerpo adolorido y la garganta y los ojos le picaban. Tosió.
—Te quedaste dormido —dijo Alysanne desde el umbral. El fuego estaba por consumirse y otorgaba a la estancia un aire umbrío y mágico. ¿Por cuánto tiempo estuvo... ? Gowayn Hightower miró de hito en hito el flotar de las brasas. En sueños... en sueños él prendía...
—¡La vela! —Ellas lo miraron con curiosidad—. En la cima... —intentó explicar— ... en la cima del Faro... ¿cómo no lo supe antes? —Su pecho subía y bajaba con agitación—. Dioses, ¿cómo no lo supe antes? Ni revivir muertos ni tornar metales en oro; ¡yo voy a iluminar el camino! —«Y si los dioses no son crueles, mis hermanos no desoírán».
Al amanecer partió el Señor del Faro con su propio ejército, dejando, reluctante, el gobierno a un hijo que aunque muy poco valioso y querido, seguía siendo un Hightower de Antigua.
Alcanzó a escuchar los susurros que hicieron los hombres y a sentir sus miradas inquietas sobre sí, y adivinó el reflejo de las llamas verdes en sus ojos recelosos. Sentía punzadas en los suyos, pero esbozó una sonrisa triste. «Un brujo puede aconsejar, pero nunca gobernar, por muy Hightower que sea... ».
Todavía temblaba su cuerpo cuando se dio media vuelta, siguiendo a su madre, sus hermanas, otras personas que se habían quedado en el castillo. Levantó la cabeza, sus ojos se posaron en las llamas una vez más. La Rebelión Fuegoscuro había comenzado.
1494 palabras.
...
Ea, tengo una teoría –y seguro Martin se la carga con Vientos de Invierno– que va así: en la cima del Faro hay una vela de vidrio. Con estas cosas se supone que los hechiceros pueden ver mares y montañas, pueden comunicarse desde la lejanía y a través de los sueños, etecé. Es probable que Quaithe las esté usando para mandarle mensajes crípticos a Dany.
Pero... en los libros, estas velas han comenzado a arder con el regreso de la magia que retornó al mundo cuando nacieron los dragones. En la época en la que está ambientada mi personaje no hay dragones... pero sí hay rumores de brujería, como los que existieron sobre Shiera, por ejemplo, o la madre de esta, o Brynden Ríos... Si me adelanto, incluso me atrevería a decir que Euron y Melisandre han dado algo a cambio. Y de la Casa Hightower se dice que algunos miembros han estado metidos en cosas rarunas. :P Ahora, no creo que estos chicos estuvieran haciendo magia a la Harry Potter XD pero sí pienso que han debido sacrificar algo valioso para tener cierto poder... Así que sí, toda esta palabrería para aclarar que más que de tratarse de un milagro como le sucedió a Dany, mi criatura ha prendido esta vela y... va a tener que pagar... :-)
Eso. Espero haberme hecho entender jeje.
