Hola chicas! gracias por los reviews y hacerse sentir, me llena de satisfacción saber que han estado aquí compartiendo conmigo desde el inicio y siguen disfrutando de ello, asimismo reciban una cálida bienvenida las nuevas. Sin mas, aquí el siguiente capitulo
Capítulo 2
Rin se dio cuenta de que se había pasado y Sesshomaru miró por encima de ella a su guardaespaldas con reproche.
—Lo siento -dijo ella.
—Ronin...
El hombre se dio cuenta de lo que le ordenaba su jefe y salió del despacho cerrando la puerta.
—¿Por qué te estás humillando de esta forma? —le preguntó Sesshomaru entonces.
—No lo he hecho.
—¿No? Si no fuera por el respeto que le tengo a tu abuelo, habría hecho que te echaran el primer día.
—Tengo una proposición para ti.
—No voy a escuchar ninguna proposición. ¿Cómo me puedes mirar a la cara?
—Es fácil, teniendo la conciencia limpia — respondió ella desafiante.
—Eres una zorra.
Sin dejarse afectar por esa acusación, tan lejos de la verdad, Rin se sorprendió de que él siguiera necesitando castigarla tanto tiempo después de los hechos. Le pareció irónico el que al parecer hubiera causado más impresión en él con su aparente infidelidad que cuando se hicieron novios.
Ella se rió secamente.
—Llámame lo que quieras, pero de verdad que he venido aquí para ofrecerte un trato de negocios.
—Hiroki Yoshida no te utilizará a ti como mensajera.
—Bueno... En este caso en particular, de los tres, parece que solo yo tengo el arrojo necesario para hacer esta aproximación tan directa. ¿Es que no puedes dejar de pensar en lo que pasó hace diez años para escucharme?
-No.
Rin frunció el ceño.
- ¿Por qué no?
Sesshomaru se limitó a mirarla fijamente.
—Mi abuelo sigue queriendo que tú te ocupes de sus empresas. Afrontémoslo... es lo que siempre ha querido él, lo mismo que tu padre. Yo solo era el nexo de unión. Yo no era nada importante, salvo como una especie de garantía.
—¿A qué viene todo esto ahora?
—Estoy dejando las cosas claras, ¿de acuerdo?
—No, no estoy de acuerdo. Sal de aquí.
—¡No me voy a marchar! —dijo ella apretando los puños—. Tú ya has tenido diez años de venganza.
—¿De qué me estás hablando?
—Si te casas conmigo, yo te lo cederé todo a ti.
Con eso logró que él la mirara con atención.
—No me estoy refiriendo a un matrimonio normal —continuó ella—. Solo a uno que pueda satisfacer a mi abuelo. Yo no le importo tampoco lo más mínimo a él, así que no esperará mucho de ese matrimonio. Yo me quedaré aquí, en Gran Bretaña... lo único que necesito es algo con lo que vivir. A cambio, el imperio Yoshida será todo tuyo, sin tener siquiera que soportar que yo esté cerca.
Sesshomaru murmuró algo en japonés.
—Sesshomaru, trata de entender que estoy desesperada, si no, no te estaría sugiriendo esto. Sé que tú crees...
—¿Cómo te atreves a venirme con semejante oferta?
-Yo...
Sesshomaru se acercó a ella y la agarró por los brazos.
—¿Estás loca? Debes de estarlo para venirme con esto. ¿Cómo puedes pensar por un momento que yo me casaría con una zorra avariciosa como tú?
—Tómatelo como un contrato de negocios, no como un matrimonio.
—¿Por parte de una mujer que fue a manosearse con uno de mis amigos como una prostituta callejera?
—No es que eso tenga importancia ahora, pero eso no sucedió, Sesshomaru...
Él la apartó asqueado.
—Te vieron. Me ofendes con esta oferta...
—¿Por qué? Si pudieras darle la espalda al pasado, te darías cuenta de que era esto lo que querías hace diez años, y más... ya que yo no voy a pretender ser tu esposa, vivir contigo o molestarte de alguna manera.
—Hiroki te matará si sigues con esto...
Rin rió secamente.
—Oh, seguro que no le gustan mis métodos, pero hace tres días que él mismo me dijo que solo ganaría su perdón casándome contigo... Así que no me parece que tenga muchas más opciones, ¿verdad?
—Tú ya elegiste hace diez años en ese aparcamiento.
Rin pensó que aquello no tenía sentido. Bajó la mirada y entonces se dio cuenta de que se le había desabrochado un botón de la blusa, dejando a la vista la parte superior de sus senos. Con manos temblorosas, se lo abrochó. Sesshomaru bajó también la mirada.
-Me habría gustado tenerte antes... Si te hubiera tenido, tú no habrías estado tan desesperada como para ir a ese aparcamiento.
—No me hables así —murmuró ella.
—A ti te hablo como quiero. ¿O es que te crees que tienes la exclusiva de hacerlo directamente?
—No, pero...
—¿Crees que puedes venir aquí a pedirme que me case contigo y conseguir que te respete?
—Pensé que respetarías lo que valgo para ti económicamente.
—Estás jugando con fuego y no lo sabes. ¿Cómo estás de desesperada, Rin?
Las rodillas le estaban empezando a fallar a ella.
Se dio cuenta de que algo había cambiado en Sesshomaru, pero no sabía qué.
—Mi madre no está bien...
—Oh, no me vengas ahora con una historia triste, por favor. ¿Por qué clase de idiota me tomas?
—Puede que ya me haya cansado de ser pobre, ¿qué te importa eso a ti?
—No me importa —respondió él—. Aun así, admito una cosa. Tienes más valor que cualquier otra mujer que haya conocido. Y debes estar realmente desesperada para venirme con esta proposición. Me lo pensaré.
La esperanza que ella sintió casi la hizo marearse.
—¿Pensabas que era imposible que rechazara tu proposición si me venía envuelta en el imperio Yoshida? —añadió él.
—Tú eres un hombre de negocios, como mi abuelo. No tienes nada que perder y mucho que ganar.
—Mucho... -dijo él recorriéndola con la mirada.
Pero ella se dio cuenta de que, realmente, no la estaba viendo a ella, sino al poder que estaba a punto de conseguir.
—¿Cómo me puedo poner en contacto contigo? —le preguntó Sesshomaru.
Ella se tensó y lo que le quedaba de orgullo reacciono.
—Te daré un número de teléfono, pero no es el mío. Me puedes dejar allí cualquier mensaje.
—¿A qué viene ese secretismo?
Rin ignoró esa pregunta y le escribió el número de una vecina.
—Me marcho -dijo sabiendo que no le quedaba nada más que decir.
Sesshomaru se encogió de hombros.
Cuando salió del despacho, se cruzó con Ronin.
—No me ha comido viva —le dijo ella sonriendo débilmente, ya que ese hombre siempre le había caído bien.
—Lo hará. Pero eso no es asunto mío, señorita Yoshida.
Antes de entrar en su casa, se pasó por la de la vecina para decirle que Sesshomaru le iba a dejar un mensaje.
Pero tres días más tarde, él no la había llamado.
Una semana más tarde, Rin estaba de vuelta del correo, donde había dejado otro montón de solicitudes de trabajo, cuando vio que la vecina la llamaba desde el otro lado de la calle.
Rin sonrió y cruzó la calle.
—Han llamado esta mañana.
—¿Qué?
—Me han dicho que vayas esta noche, a las ocho, a su despacho.
Rin tragó saliva.
—Gracias.
—¿Una entrevista de trabajo?
—Algo parecido.
—Bueno, yo me quedaré con tu madre. Sé que no le gusta estar sola después de anochecer.
Mientras se preparaba para la cita, Rin se preguntó si su ex novio repararía en su aspecto.
¡Un novio que, cuando lo había sido, ni siquiera había tratado de propasarse con ella!
Lo cierto era que, después de ese desastroso viaje a Japón, ella había perdido toda su confianza en sí misma.
Su madre le había enviado todos los años una tarjeta de felicitación a Hiroki, incluyendo una foto de Rin, a la que había llamado así por su abuela. Su abuelo no había respondido nunca, pero siempre había sabido dónde estaban viviendo. Cuando Rin cumplió los dieciséis, llegaron noticias de Hiroki. Una carta seca de tres líneas informándoles de la muerte del hermanastro de su madre. La primavera siguiente, una carta igual de escueta invitaba a Rin a Japón para que conociera a su abuelo.
Había aceptado aunque la invitación no incluía a su madre, ya que ambas habían creído que lo haría en su momento.
Rin no se había dado cuenta realmente de lo rico que era su abuelo hasta que la fue a recoger al aeropuerto una limusina con conductor para dejarla en una magnífica villa en las afueras de Tokio.
Nada más conocerse, Rin se dio cuenta del desagrado de su abuelo al encontrarse con una nieta que solo entendía algunas palabras del japonés. Y, a pesar de que Hiroki hablaba bien el inglés, había sido un extraño para ella, un extraño seco y desagradable que le había dicho que no mencionara a su madre en su presencia. Pocas horas después de su llegada, Rin estaba ansiosa por volverse a marchar.
Al día siguiente, Hiroki la había mandado de compras con la esposa de uno de sus colegas de negocios.
A ella le dio la impresión de que su abuelo se avergonzaba de su aspecto, pero la compra de una gran cantidad de ropa nueva y cara le había resultado muy excitante, aunque toda fuera tan conservadora, que a ella le pareció que estaba siendo cuidadosamente preparada para dar una buena impresión.
Al siguiente día, Hiroki le dijo que había invitado a casa a algunos jóvenes por la tarde, para que pudiera hacer amigos de su edad. Mientras ella se preparaba en su habitación, llamaron a la puerta y una preciosa chica con enormes ojos castaños y expresión amigable asomó la cabeza.
-Soy Ishi Sato. Mi tía te llevó de compras ayer —le dijo.
Pronto Rin se hizo amiga de ella y le agradeció los consejos sobre qué ponerse y cómo comportarse.
Recordar esos primeros días en Japón y lo inocente que había sido la hizo estremecerse. Se había visto rodeada de lobos sonrientes. Cuando le ofrecieron su amistad, ella creyó que era de verdad. Entonces no había sabido que Hiroki había planeado hacerla su heredera ni que la posibilidad de que se casara con Sesshomaruos Taisho había sido hablada mucho antes siquiera de que lo conociera, o de que los demás vieran en ello una amenaza y una fuente de celos.
Un hombre de seguridad la introdujo en el edificio Taisho justo antes de las ocho esa tarde. Todo estaba muy vacío y ella estaba muy nerviosa.
Llamó a la puerta del despacho de Sesshomaru y abrió con mano temblorosa.
Solo estaba encendida la lámpara de la mesa y por los ventanales se veían las luces de la City por la noche. Sesshomaru salió entonces de la oscuridad, vestido muy elegantemente con un traje gris.
—Ya veo que esta noche eres puntual y educada -dijo él.
Rin se ruborizó. El equilibrio de poder había cambiado. Hacía una semana, ella había tenido la sorpresa de su lado y estaba suficientemente desesperada para hacerse oír. Pero ahora eso era el pasado. Estaba allí esa noche para oír la respuesta de Sesshomaru.
—¿Quieres tomar algo? —le preguntó él.
—Un zumo de naranja.
Sesshomaru se dirigió al mueble bar mientras ella admiraba sus gráciles movimientos.
—Siempre te gustó mirarme -dijo él sonriendo cuando le dio su zumo— Como una lechuza. Cada vez que te descubría mirándome, tú te ruborizabas y apartabas la mirada.
Avergonzada por ese recuerdo, Rin se encogió de hombros.
—Eso fue hace mucho tiempo.
Sesshomaru se sentó en el borde de su mesa, parecía completamente relajado y la saludó con el vaso.
—Eras una maestra de la actuación. Yo estaba completamente convencido de que eras virgen.
Ella se sintió incómoda. Lo que menos se hubiera esperado era que él se refiriera ahora a ese verano lejano.
—Bueno... —añadió él—. Solo tengo una pregunta que hacerte antes de que nos dediquemos a los negocios. Y tiene truco, Rin.
—Entonces, no la quiero oír.
—Pero la tienes que responder con completa, sinceridad. No te interesa mentir. Así que no me des la respuesta que crees que yo quiero oír porque puede que termines arrepintiéndote de ello.
Rin le dio un trago a su zumo, tenía la boca muy seca.
—Esa noche, en el club, puede que me vieras con otra chica... Espero que no te esté avergonzando con estos recuerdos adolescentes.
—¿Por qué me ibas a avergonzar?
—Entonces deja que llegue al fondo del asunto que provoca mi curiosidad incluso ahora.
-¿Te fuiste con Lukas en mi coche porque estabas borracha y molesta por lo que pensabas haber visto y él se aprovechó entonces de tu estado? ¿O...?
Rin miró fijamente la lámpara de mesa, llena de rabia y resentimiento Deseó tirarle el zumo a la cara y luego golpearlo lo más fuertemente que pudiera. Diez años de castigo por un pecado que no había cometido ¿Por qué iba a admitir las agonías por las que él la había hecho pasar esa noche? ¿Por qué humillarse más a sí misma con esa sinceridad? ¿Qué sacaba él haciéndole esas preguntas?. ¡Cuándo no se las había hecho en su momento¡. Ni había habido ninguna referencia a que ella lo pudiera haber visto con otra Chica
—¿O qué? —dijo ella en voz baja.
—O... ¿Te fuiste con él en mi Coche porque pensaste que no te iban a ver o porque...?
—¡Me fui con él en tu coche porque me volvía loca! —exclamó ella desafiante
Él la miró fríamente
—¡Estás jugando conmigo para divertirte!—continuó ella—. Me vas a decir que no, por supuesto. ¡Realmente no sé por qué me he molestado en venir hoy aquí!
—Porque estabas desesperada—le recordó él.
—Bueno, entonces ¿por qué no te has limitado a decirme que no? —afirmó ella perdiendo la paciencia y levantándose
Sesshomaru se levantó también.
—No es necesario ponerse así, Rin. ¿Por que no dejas ese bolso y te vuelves a sentar?
Su acalorado rostro se acaloró más todavía.
Se estaba cociendo viva dentro de la chaqueta, pero cruzó los brazos.
Sesshomaru se rió, cosa que ella encontró más enervante todavía.
—¿Qué te parece tan divertido?
—Siempre parecías tan tranquila... Pero ahora estoy viendo a la verdadera Rin Yoshida airada, terca e implacable.
—Estas no son unas circunstancias normales No presumas de saber nada de mí, ¡porque no sabes nada!
—Pero si no aceptas la carta que te ha tocado jugar, yo voy a romper la baraja —dijo él suavemente.
Rin se dio cuenta entonces de que ella tampoco conocía a Sesshomaru Taisho. Él extendió una mano y ella se quitó por fin la chaqueta y se la arrojó.
—Te gusta poner toda la carne en el asador, ¿no? Debería haber recordado eso.
Sesshomaru no hizo caso de ese comentario y dejó la chaqueta en una silla.
—Ahora siéntate para que puedas oír mis condiciones para ese matrimonio.
Ella se quedó helada y con los ojos muy abiertos
—Sí. Lo que quieres está a tu alcance, pero puede que no quieras pagar el precio que te pido.
—¿El precio?
—Todo lo bueno tiene un precio, ¿o es que todavía no lo sabes?
Anonadada por el hecho de que él fuera a aceptar, Rin no contestó enseguida.
—Estás extrañada... me sorprendes —admitió él—. La semana pasada parecías muy confiada en poder conseguir que yo accediera
—Pues tú no me animaste mucho.
—Me he pensado mucho tu proposición Creo que he de advertirte que soy implacable Cuando negocio.
—Dime algo que no sepa.
—Tengo ciertas condiciones a las que vas a tener que acceder. Y aquí no hay posibilidad para ninguna negociación.
—Dime lo que quieres —dijo Rin.
—Firmarás un contrato prenupcial
—Por supuesto.
—Me pasarás todo a mí el día de la boda.
—Aparte de una pequeña...
—Todo. Yo te daré un sueldo.
—Pero eso no es lo que...
—Vas a tener que confiar en mí.
—Quiero comprarle una casa a mi madre.
—Naturalmente, yo no permitiré que tu madre sufra de ninguna manera. Si te casas conmigo, te prometo que vivirá con toda comodidad el resto de su vida. Yo la trataré como trataría a un miembro de mi propia familia.
Aquella era una oferta más que generosa y Rin se quedó impresionada.
—Tu abuelo nació hace setenta y cuatro años— continuó Sesshomaru como si supiera lo que ella estaba pensando- Es de una generación muy diferente. Tu nacimiento fuera del matrimonio fue una vergüenza enorme para él.
—Ya lo sé, pero...
—No, no lo sabes. Ni siquiera puedes empezar a entenderlo. Tu madre te trajo aquí y no intentó enseñarte lo que es ser japonesa. Permaneció muy apartada de la comunidad japonesa aquí en Londres. No la estoy juzgando por eso, pero no me digas que entiendes nuestra cultura porque no es así. Los hombres japoneses siempre han dado mucho valor a la virtud de la mujer...
—Nos estamos saliendo del tema —lo interrumpió ella—. ¿Qué decías acerca de que yo tengo que pasártelo todo a ti?
—Eso no es negociación. Lo tomas o lo dejas.
Rin respiró profundamente
—No me importa el dinero.
—Si no te importa, ¿por qué estás discutiendo? ¿Crees que mantendría a mi esposa en la penuria?
—No.
Él miró su reloj y luego a ella.
—Esto está progresando muy despacio, Rin. ¿Puedo continuar?
Ella asintió.
—Tu creencia de que podemos casarnos y separamos inmediatamente después de la ceremonia es ridícula. Tu abuelo no aceptará una pantomima de esa naturaleza. Ni yo esto dispuesto a engañarlo así.
Ella se tensó.
—¿Y qué me sugieres?
—Tú vas a tener que vivir en una de mis casas... Por lo menos durante un tiempo.
Ella pensó en su madre y asintió de nuevo.
—Y me darás un hijo y heredero.
Rin parpadeó y se quedó boquiabierta.
—Sí, ya lo has oído —insistió él—. Yo necesito un hijo y heredero y si tengo que casarme contigo, bien puedo aprovechar la oportunidad
—¡Estás de broma!
Sesshomaru enarcó una ceja.
—El hijo y heredero es también algo no negociable y, a no ser que yo cambie de opinión en el futuro, una hija no será aceptable como sustituta. Lo siento si eso suena sexista, todavía hay un montón de mujeres por ahí que no quieren ocuparse de los negocios familiares.
Rin se sentó en un sillón y lo miró como si fuera un bicho raro.
—Tú me odias, así que no es posible que quieras...
—No te equivoques Rin soy un hombre muy práctico Y, aunque no te tengo nada de respeto, concebir un hijo contigo debe de ser divertido.
—¡Tendrías que violarme!
—Oh, no lo creo. Más bien pienso que me suplicarás que me quede contigo, como han hecho todas las demás mujeres de mi vida. Créeme, soy muy buen amante Te lo pasarás bien.
Rin se levantó del sillón furiosa.
—Me has hecho venir para humillarme.
—Siéntate, Rin porque todavía no he terminado
—¡Vete a...!
Se acercó a la silla donde él había dejado su chaqueta y la tomó.
—Si yo fuera tú, no presionaría así -dijo él en voz baja— Te tengo donde quiero.
—¡De eso nada!
—¿Sabe tu madre lo de ese sórdido encuentro en el aparcamiento de hace diez años?
Rin se quedó helada y muy pálida.
—Lección primera, Rin. Cuando yo te digo que te tengo donde quiero, ¡escucha!
¿Qué les ha parecido? Las leo pronto, tengan un buen inicio de semana
