La Máscara Perfecta

N / A : * Carraspea * ¡Gente! Después de años, de cientos de comentarios pidiendo una segunda parte y luego de releer este OS a la par con sus comentarios he decidido hacer una segunda parte. Solo les pido una cosa, bajen sus medidores a cero, no quiero decepcionarlos. Todos tienen altas expectativas con este pequeño pedacito de mi corazón y realmente odiaría defraudarlos.

Me inspiré mucho cuando comencé a leer sus comentarios. Cuando decidí hacer un Harry oscuro me gustó mucho, lo disfruté tanto que quise seguir esta historia en su momento peeeero me conozco y se cuan floja soy en ocasiones por escribir y que me dan mis temporadas de suma pereza en las que ni siquiera siquiera leo (tampoco es que en la actualidad cuente con tanto tiempo libre, la vida de adulto es aburrida niñas y niños, el trabajo es maravilloso pero agotador, frustrante y rompedor de corazones felices).

En fin, esta parte me encantó, amo escribir y jugar con los personajes. Esforzarme en que ellos no pierdan su esencia pero sean tan diferentes a lo que conocemos me encanta. Esta parte tiene un enfoque diferente y puede que se sienta como otra historia pero créanme entenderán al final.

No quiero seguirlos aburriendo con mis desvaríos, solo quería darles un poquito más de mí a parte de este pedacito de mi corazón.


La máscara perfecta no es la que usas para engañar a otros, es la que usas para engañarte a ti mismo.

MidoriUP


Cada mañana despertaba temprano, con el tiempo medido para prepararse para su día. Era meticuloso, cuidaba cada detalle de su perfil. Cada tramo de piel era delicadamente aseada, aplicaba meticulosamente los hechizos para refrescar su rostro y se aseguraba que no hubo ninguna imperfección, peinaba su cabello casi con alabanza; acomodando cada mechón en el lugar exacto en el que debe estar. Se miraba en el espejo y observaba en silencio como poco a poco iba colocando su pulcra fachada. viendo a un chico que lucía igual a él pero que en el interior era diferente. Se veía altivo, arrogante y seguro pero esa imagen que mostraba distaba de lo que realmente sintió que era. Terminó de abrochar su camisa, con destreza ató el nudo de su corbata de Slytherin. Tomó la túnica de su closet y se la colocó con cuidado. Movió un mechón rebelde de su cabello detrás de su oreja y miró con mayor detenimiento su reflejo. Su imagen era perfecta, sin lugar a dudas, su imagen era sublime.

—¿Por qué siempre que despertamos ya estás listo? —Preguntó Blaise con fastidio, sentado en su cama aun somnoliento.

Draco miró a su amigo sobre su hombro antes de volver su atención al espejo.

—La perfección toma tiempo, si me levantase igual de tarde que ustedes no podría dedicarle el tiempo adecuado a mi imagen.

—Solo eres un narcisista —bufó Blaise levantándose finalmente de la cama.

—Dijo el que siempre llega tarde a clases porque tarda igual o más tiempo que Draco alistándose —señaló Theodore acomodando su uniforme.

Draco sonrió con altivez a Blaise, él solo le enseñó el dedo medio.

Sin esperar a sus amigos salió de la habitación que compartía con ellos. Llegó a la sala común y antes de poder avanzar un par de pasos Pansy se había enganchado de su brazo.

—¡Buenos días, Draco! —Saludó Pansy con una efusividad que lo molestaba.

Mostró su desagrado a la chica sin miramientos.

—Pansy, recuerda que estás en Slytherin y no en la casa de esos leones gritones, compórtate como es debido —le recordó Draco antes de zafarse de su agarre—. Si quieres acompañarme hazlo, pero trata de no tocarme como te venga en gana.

—Lo siento, Draco —accedió sumisa la chica.

Como pudo tragó el comentario que pujaba por salir de sus labios. Solo soportaba a aquella chica porque se encargaba de alejar a cualquier otra que creyese que tenía alguna oportunidad de siquiera dirigirle la palabra.

Caminaron en silencio, uno al lado del otro. Pansy miraba a todas las chicas engreída, creyéndose la reina del castillo por el simple hecho de estar caminando junto a Draco. Ella estaba muy clara de su lugar, sabía que él jamás la miraría con los mismos ojos con los que ella lo miraba. Pero era tan divino fingir que sí, era tan delirante hacerles creer a todos que él era suyo.

Cuando estaban cerca de llegar a la entrada del gran comedor, con cuidado se colgó del brazo del rubio. La miró de reojo, molesto porque a pesar de todo ella era una chica lista y sabía que en el lugar en el que se encontraban no podía montar una escena solo porque le molestase estar así con ella. Liberó el aire lentamente, detestaba ser tocado de aquella manera.

Regresó su vista al frente y lo vio. Se sintió desnudo ante aquellos ojos jade, podía sentir como Harry recorría por completo su cuerpo con su mirada. Su corazón se aceleró al ver que la mirada de él ahora reposaba sobre el lugar en el que Pansy lo tocaba. Tragó secó, intentó zafarse del agarre disimuladamente pero ella estaba aferrada. Miró de reojo a Harry pero él ya no lo miraba, ahora prestaba atención a Hermione que al parecer le contaba algo gracioso.

Siguió caminando, sintiendo como el palpitar de su corazón resonaba justo en sus oídos.

Pasó junto al trío dorado, ignoró la mirada de odio de Ron, la disgustada de Hermione pero no pudo ignorar la mirada llena de ira de Harry.

—Suficiente —siseó Draco a Pansy, se inclinó para acercar sus labios al oído de la bruja quien se sonrojo por la escena que para ella era de una pareja—. Si tengo que repetirte una vez más que no me toques te arrepentirás.

Se enderezó y miró con furia a Pansy quien lo miraba de regreso asustada por el tono que había usado con ella. Nunca le había hablado con tanto desprecio.

—¡Eh, Malfoy! —llamó Ron—. ¿Problemas en el paraíso?

Levantó el mentón, su fachada jamás caería ante un comentario de alguien tan vulgar y patético como lo era Ron Weasley.

Miró Harry quien ahora lo veía fijamente, sin expresión. No pudo seguir allí, no mientras él le mirase así. Miró con odio a Ron antes de girar y continuar su camino al comedor para tomar el desayuno.

Caminó hasta su mesa y tomó su lugar junto a Crabbe y Goyle, no dijo nada cuando Pansy se sentó frente a él y en silenció le sirvió el desayuno. En una muda señal de perdón colocó el plato frente a Draco. La miró fijamente, evaluando la posibilidad de rechazarla. Sonrió de lado, viendo como ella se estremecía casi imperceptiblemente, dio un pequeño mordisco a un panecillo ante la atenta mirada de Pansy.

—Espero haya sido claro —habló con calma, sin apartar la mirada de ella, sonrió satisfecho al ver que bajaba la mirada y asentía dócilmente.

Sonrió arrogante antes de entregarle el panecillo que había mordido a Pansy. La chica se apresuró a tomarlo casi con reverencia.

Pasó su mirada por la mesa de Gryffindor hasta que se topó con la mirada de Harry. Y sintió un desagradable escalofrió recorrerlo entero. Harry lo miraba con una calma que le quitaba paz. Bajó la mirada y se concentró en su desayuno e hizo su mayor esfuerzo para no mirarlo nuevamente.

Grave error.

Ya era tarde, debía regresar a las mazmorras e intentar dormir un poco. Faltaba poco para que su misión en aquél castillo llegase a su fin. Solo un par de días y cumpliría con lo que se le había encargado.

Su madre le escribía casi a diario, recordándole que no podía fallar, que el buen nombre de su familia estaba en juego. Su padrino lo atosigaba con molestos interrogatorios, recodándole una y otra vez que no tenía lo que se necesitaba para hacerlo. Harry no paraba de seguirlo con la mirada, cada vez que lo veía sentía como su cuerpo quería caer ante sus pies, pero se obligaba a no ceder, se obligaba a conservar el poco orgullo que le quedaba.

Iba sumido en sus pensamientos, cuando se dio cuenta de que alguien lo seguía era demasiado tarde. Su espalda chocó contra la fría y dura pared liberado un quejido por la sorpresa.

Se encontró con los furiosos ojos de Harry, lo miraba con una rabia que jamás había visto reflejada en aquellos pozos jade. Tragó grueso, sabía que estaba en problemas, lo sabía desde hacía días. Había estado esperando nervioso la reacción de Harry pero esta no había llegado y bajó la guardia, confiado.

—P-Potter… —pronunció.

Harry lo miró en silencio, sujetó con más fuerza las solapas del rubio, lo empujó un poco más contra la pared.

—Háblame, por favor —suplicó el rubio sintiendo como los nervios crecían y como sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas.

Sonrió, el cabrón sonrió de manera sínica, de manera cruel. Se acercó a su cuello e inhaló su olor. El agarré se aflojó pero no por ello Draco se movió o dio algún indicio de querer zafarse.

—¿Por qué debería, Draco? —susurró junto a su oído.

—No sé qué hic…

Volvió a mirarlo, esta vez sin una sonrisa, tenía el ceño fruncido.

—¿Por qué no puedes cumplir con una simple orden? —preguntó terminando con los labios apretados—. Es tan difícil ¿eh, Draco? ¿Tan difícil es hacer lo que amablemente te ordeno?

Negó con frenesí. Era tan difícil comprender ese Harry tan desconocido para él. No lo había molestado mucho desde aquella noche en el baño, en contadas ocasiones lo había arrinconado en algún pasillo oscuro como aquel para besarlo hasta dejarlo sin aliento, marcarlo con sus besos y dientes por toda la piel, para recordarle que era su dueño absoluto. Casi no hablaban ni se encontraban, no comprendía porque ahora estaba enojado con él.

—No he incumplido ninguna de tus ordenes —explicó cuando consiguió su propia voz.

Harry rio por lo bajo de manera oscura.

—Draco, no hagas que pregunte nuevamente, por favor —dijo de manera suave, casi dulce mientras acariciaba los labios del rubio con la yema de sus dedos—. Sabes cómo acabaría eso —susurró.

Sintió como las lágrimas caían silenciosas por sus mejillas, tragó con dificultad no sabía lo que Harry quería que respondiera, se sentía tan estúpido,

—Shhh, precioso, no tienes por qué llorar solo debes contestar —consoló antes de acercarse.

—N-No, no es difícil seguir tus órdenes.

Harry soltó a Draco con delicadeza, lo separó de la pared y lo atrajo a su cuerpo. Acarició sus mejillas arrastrando las lágrimas con sus pulgares. Extendió las caricias hacia el cabello rubio y cuando creyó que estaba calmándose tiró de manera firme pero sin lastimarlo realmente.

—Entonces porque dejas que aquella estúpida chica se pegue a ti como si fuese tu dueña —gruñó.

Tragó con fuerza, hipnotizando a Harry con el movimiento de su manzana de adán.

—Es imposible controlarla todo el tiempo —explicó Draco.

Harry cayendo bajo el embrujo de Draco acarició con sus labios el cuello expuesto frente a él. El Slytherin cerró los ojos con fuerza, disfrutando el contacto. Jadeó con fuerza cuando sintió como Harry castigaba la sensible piel de su cuello con los dientes.

Se sentía tan bien, tan malditamente bien.

—Harry…

Se quejó cuando sintió su espada chocar una vez más contra la pared pero lo olvidó casi inmediatamente cuando la boca de Harry se apretó contra la suya. Harry no lo besaba, lo devoraba. Exploraba su boca con un hambre tan voraz que lo hacía estremecer de puro gusto. Sintió como removía sus ropas, como Harry buscaba más de su piel. Aferró sus manos a la fuerte espalda a la que tenía acceso.

—Eres mío, solo mío —gruñó Harry posesivo una vez se separó de los labios del rubio.

Draco asintió, con docilidad. Aceptando pertenecerle a aquel mago tan poderoso, aceptando que su voluntad podía ser reducida a cenizas si así Harry lo deseaba. Levantó sus manos, queriendo tocar a Harry, queriendo sentirlo pero no sabía si estaba permitido.

El Gryffindor inclinó su rostro a una de esas manos otorgándole permiso.

—Eres tan hermoso —murmuró Draco—. Tu oscuridad es tan…

—Y solo tú tienes el privilegio de conocerla, solo tú —confesó antes de volver a besar aquellos labios un instante—. Arrodíllate —ordenó.

Draco mordió su labio inferior.

—Solo somos nosotros, Draco.

Fue como si algo en el cerebro de Draco hiciese clic miró a Harry con adoración antes de caer de rodillas, mirándolo expectante.

—Sabes qué hacer.

Efectivamente, Draco llevó sus manos a los pantalones de Harry y con destreza sacó el miembro erecto de ellos. Sintió su boca hacer agua cuando aquella parte de Harry estaba frente a él. Lo miró en busca de aprobación, cuando sintió aquella mano en su cabeza guiándolo no esperó más, lo tomó con su boca disfrutando el jadeo que resonó contra sus oídos. Deslizó la lengua por cada pliegue, chupo la punta como si se tratase de un dulce.

—Eso es precioso, eso es —siseó Harry tirando de los cabellos de Draco.

Con un brusco movimiento Harry sacó su miembro de la boca de Draco y le ordenó ponerse de pie. Con rapidez desnudó al rubio. Admiró aquella piel perfectamente blanca.

—Eres tan perfecto —susurró acariciando a Draco—. Pero esto es solo una mentira, Draco. Recuerda que así te ven todos pero yo, yo sé cómo eres realmente… finite.

Harry admiró como su preciosa obra de arte brillaba frente a sus ojos, como su dragón resplandecía ante sus ojos. En cada encuentro se había dedicado a marcar con sus labios, con sus manos, con su lengua y con sus dientes aquel cuerpo que le pertenecía. Draco tenía el cuello y el pecho lleno de chupetones, las caderas mascadas con sus moriscos, podía recrear cada caricia que le había dado.

Ahora nadie podía decir que no era suyo, nadie, ni siquiera Voldemort. La marca tenebrosa era minúscula comparada con las marcas de Harry que estaban por todo su cuerpo.

La erección de Draco dio un brinco al ver la atenta mirada de Harry sobre su cuerpo, le gustaba sentirse tan deseado, saberse tan perfecto ante sus ojos.

Con él no necesitaba ropa elegantemente cara, un peinado meticuloso, una piel sin alguna imperfección. Solo debía dejarse guiar, hacer lo que le ordenase. No tenía que pensar su siguiente movimiento, no tenía que llevar el control, solo debía ceder y dejarse hacer.

—Ven aquí…

No necesitaba pensar, solo debía sentir, solo debía complacer y disfrutar.

Harry lo tocaba donde quería y como quería, era brusco, era suave, era tierno y era rudo. De maneras diferentes sabía reducirlo a una masa temblorosa. Mordía sus hombros, besaba su cuello. Era tan real, se sentía tan real.

Perdía la noción del tiempo cuando estaba entre sus brazos.

Se aferró a él cuando sintió que entraba en su cuerpo de una certera y precisa estocada, no había sutileza, no había preparación. Solo era Harry saciando su deseo de él, solo era Harry amándolo a su enfermiza manera.

Aquél Harry Potter era cruel, era frio pero a la vez era tierno. Esperaba a que se acostumbrase, lo dejaba hacer el primer movimiento. Era suyo y por eso lo cuidaba.

Amaba sentirlo dentro. Disfrutaba cada movimiento, cada sacudida. Harry lo tocaba mientras se enterraba en él. Podía sentirlo entrar, y salir. Era una sensación embriagadora que lo tenía borracho de placer.

El final estaba cerca, podía sentir como Harry entraba cada vez más profundo, más fuerte.

—Lléname —jadeó Draco sintiéndose eufórico al pensar en Harry acabando dentro de él.

Su amor no era tierno ni adorable, pero era suyo y de nadie más.

Estaban vestidos, con las ropas arrugadas y despeinados.

—El día se acerca —murmuró Draco—. El día en el que yo me convertiré en un asesino.

Harry liberó un suspiró cansado por el dramatismo de Draco. Pasó un brazo sobre sus hombros y la atrajo a su pecho.

—Recuerda que es justo lo que yo quiero, por su culpa perdí a mi padrino —recordó Harry mirando a la nada—. Me gustaría hacerlo yo mismo, pero si eres tú, está bien.

—Pero…

—Sin peros, sabes que odio que me repliques —señaló Harry con tono molesto—. Además, es necesario que seas tú quien lo haga, no lo olvides.

—No te defraudaré, Harry.

—Eso espero, este es el primer paso para poder comenzar con todo lo que he planeado. Es momento de que todos recuerden todo lo que me quitaron y que paguen por ello —dijo con la mirada oscura.

Pronto el mundo mágico conocería quien era realmente Harry Potter.

Asintió en silencio, contemplando el perfil de Harry. En momentos como ese se preguntaba que pasaba por la mente de Potter. Que lo había hecho cambiar tanto, que lo había sumido en aquella oscuridad que comenzaba a opacar poco a poco su luz. A pesar del cambio, Draco lo disfrutaba de esa manera estaba al alcance de su mano, podría caminar junto a él; siguiéndolo como solo él podía hacerlo.

Aquella noche cuando Draco regresó a su habitación. Vio al verdadero Draco frente al espejo, hermoso pero sucio, lleno de una oscuridad tan delicada que lo hacia sonreír. No había cabello perfecto, ni ropa perfecta pero si había una piel llena de marcas recordándole a quien pertenecía, por quien vivía.

Acarició las marcas que eran visibles en su cuello, le gustaba verse así, le gustaba saberse de él. Amaba ser propiedad de Harry Potter. Lucharía por él, en el bando que quisiese, de la forma que quisiese. Sabía que su voluntad era de Harry, sabía que jamás volvería a ser el mismo pero no quería. Así estaba bien, pero por ahora debía prepararse, no podía permitir que nadie más viese su verdadero ser debía usar nuevamente la máscara perfecta hasta que ya no fuese necesario, hasta que Harry Potter decidiese destruir esa máscara que con tanto esfuerzo y dedicación había creado y por años perfeccionado.

Fin


N/A; aquí es donde les explico. Esta parte es un poco vacilante, no hay algo firme para representar como es este Draco, a diferencia del anterior que es sobre Harry donde hay una constante que es la firmeza en su oscuridad.

Pueden que salgan con alguno "Harry era más oscuro en el otro", repito esta es una perspectiva diferente porque se trata de cómo ve las cosas Draco y eso incluye a Harry. Aun no lo comprende del todo, a penas se están aventurando en esta relación.

Como les dije en un principio, realmente espero que no se hayan decepcionado con esta parte. Tal vez crean que le falte fuerza pero así es como la imaginé, como quiero que sea Draco en primera instancia. Separar la parte del Draco con la máscara perfecta, del Draco que solo le pertenece a Harry. Espero haber sido clara en la historia.

Ame esta parte, me parece que es la adecuada.

Leeré sus comentarios y responderé aquellos que ameriten una respuesta.

Espero hayan disfrutado esta parte y roguemos al señor que la pereza no me invada y no me de flojerita escribir más sobre este Harry y este Draco.

Sin más que decir, me despido.