Le había aguantado muchas cagadas. Todos lo habían hecho. Por eso, el teléfono no dejaba de sonar luego de que ayer por la noche, había echado a Tom de la banda, y este quisiera volver a toda costa.

Harry ni siquiera se molestaba en contestar, porque sabía perfectamente los poderes de convencimiento y seducción que Ryddle poseía, y sinceramente, ni siquiera quería arriesgarse a volver a caer y reincorporarlo. Creía que el recuerdo del moretón de su mejilla era más que suficiente.

Era una putada, de todas maneras, que esto sucediera justo dos día antes de su gran recital. Ahora les faltaba el jodido vocalista y no tenían tiempo para hacer audiciones que lo reemplazaran.

Ginny desordenó su corto cabello, y movió su septum una y otra vez, pensando. Harry la conocía lo suficiente como para saber que estaba nerviosa, y si era completamente sincero, él también lo estaba.

—¿Y si me ponen a cantar a mí? —preguntó, mordiéndose el labio—. Digo, ya hago los coros, ¿qué tan distinto puede ser?

—Por mí está bien —dijo Blaise, estirándose a todas sus anchas sobre el sillón—. Para mí no cambia nada quién cante.

Y entonces, procedió a girar las baquetas entre sus manos, para engancharse una tras la oreja, silbando. Harry rodó los ojos.

—Habría que subirle el tono a todas las canciones, y no hay tiempo —respondió él, frotándose los ojos—. ¿Ron?

—Concuerdo —dijo, sin levantar la vista del bajo entre sus manos—. Supongo que estamos jodidos. A menos que tú cantes, Harry.

—Canto como el culo.

—Aún mejor que el resto de nosotros —Theo acotó, a un lado de Ginny.

Dejó salir un ruido de frustración. No iba a hacer el ridículo frente a centenares de personas. La guitarra se le daba bien, era su pasión, su fuerte. No el canto. Nunca lo había sido y Dios jodidamente sabía que no lo sería ahora.

Blaise se levantó, y palmeó su hombro, sentándose a su lado.

—Creo que tengo un amigo que podría hacerlo —trató de consolarlo.

—Claro, cómo la última vez que uno de tus amigotes te reemplazó y terminó cayéndose encima de la batería —espetó ahogadamente, dando un pequeño escalofrío al recordar el episodio.

El más moreno soltó una risita, y negó con a cabeza. Harry le pegó, un poco fuerte.

—Auch —se quejó, arrugando la nariz—. Tú fuiste el que expulsó a nuestro vocalista un día antes del puto recital. No te desquites conmigo.

—Me pegó un maldito puñetazo, Zabini.

—No sería la primera vez —intervino Theo, con su usual tono aburrido.

Tuvo que volver a rodar los ojos.

—Pero en serio, Harry —Blaise volvió a llamar su atención—. Este chico de verdad es bueno. Fuimos juntos al colegio. Dejó hace un tiempo administración de negocios o algo así y ahora está en la Academia de Artes musicales —dijo de nuevo, asintiendo enérgicamente—. Me ha ayudado algunas veces componiendo.

El ojiverde se la pensó un poco, dejándose caer en el respaldo. Confiar en Zabini era lo mismo que confiar en el gobierno. Una idea risible. Pero de todas maneras le hizo dudar.

—¿Estás hablando de ese tipo al que a su papi le pertenecía la mitad del colegio? —preguntó Nott, tomando su guitarra acústica para afinarla. Blaise volvió a asentir.

—Ugh. Sabes cómo me cae la gente rica —Harry arrugó la nariz—. Además, puede ser bueno con los instrumentos, pero necesitamos a alguien que cante.

Blaise pasó un brazo por encima de sus hombros.

—Theo y yo somos gente rica —dijo sonriendo presuntosamente.

—Habla por ti. Yo fui al instituto privado por una beca —Theo dijo, pasando sus dedos por sobre las cuerdas.

—Yo creo que deberías intentarlo, Harry —intervino Ginny—. Lo peor que puede pasar es que no cante bien y tengas que hacerlo tú, que es nuestra única opción en estos momentos —finalizó, dejando al fin de tocarse el aro.

Él suspiró, palmeando sus jeans negros deslavados, pensando. Tenian razón, al fin y al cabo, no había mucho que perder. Miró a Blaise, quien tenía esa brillante sonrisa en su rostro.

—Bien. Llama a ese tipo y pregúntale si puede venir hoy.

El moreno agitó un puño, Ron se encogió de hombros, despistado, Theo apenas reaccionó y Ginny sonrió de oreja a oreja.

Esperaba que esto saliera bien.

Suspiró, levantándose mientras colgaba nuevamente su teléfono y lo apagaba, alcanzando su guitarra eléctrica para repasar las canciones de mañana.

Habían perseguido esa oportunidad por meses, pasando de tocar en pequeños bares de mala muerte, clubes y ahora mismo, en un escenario como Dios manda. Bastante gente había comprado su boleto. No eran tan conocidos, pero la recepción fue bastante buena, y sus boletos se agotaron luego de dos semanas, así que iban por buen camino.

Entonces al idiota de Ryddle se le había ocurrido hacer una rabieta.

Fue algo estúpido, en verdad, durante toda su estadía en la banda habían peleado por el liderazgo que Tom se esmeraba en alcanzar, que de alguna forma que él mismo no deseaba, le pertenecía a Harry. Y lo hubiese dejado tomar el frente, realmente lo hubiera hecho, si es que sus ideas no fuesen tan jodidamente estúpidas e impulsivas. Si no se le hubiese ocurrido el dictaminar que debían cambiar todo el repertorio de canciones dos días antes de la presentación, e irritarse cuando Harry se lo negó. Si no tuviera ideas que los llevarían a la perdición.

Un poco de locura era normal, Blaise, Ron, Ginny, y a veces hasta Theo, eran el ejemplo de eso. Incluso él mismo era el ejemplo de aquello. Pero para poder soltarse, para poder disfrutar de la gloria, necesitaban pasar por trabajo duro, y Tom, no se lo tomaba en serio. Así que que se jodiera. No lo necesitaban. Cantaba genial, sí, pero podían encontrar a alguien más. Todos son reemplazables. Solo no un día antes del recital.

Bueno, eso creía al menos hasta que el rubiecito pomposo y con aires de superioridad hizo su aparición en el estudio que arrendaban.

Unos suaves golpes en la puerta dos horas después de la conversación con Blaise, los trajeron a todos de vuelta a la realidad, luego de unos minutos de silencio que le siguió al último ensayo que performaron, donde todos cooperaron cantando. Sonaban horrible, la verdad.

Zabini fue el que se levantó a abrir, y Harry desde su posición, mirando por encima del hombro, solo pudo ver cómo el hombre abrazaba a alguien que no le abrazaba de vuelta, y lo saludaba enérgicamente. Típico de Blaise.

Ginny fue la primera en acercarse, ya que ninguno de los demás hombres se movió, pero era más que obvio que estaban prestando total atención al recién llegado.

Debido a que Gin y Blaise estaban frente al extraño, no podía distinguir nada más que la cabellera más rubia que Harry había visto en su puta vida. Más que la de Neville, o Dudley, o el jodido Theo. Ese era un puto albino, dedujo una vez que pudo ver una porción de su frente. Harry no estaba acostumbrado a rodearse de gente tan blanca, siendo él mismo moreno y Ron con Ginny pelirrojos. Eso ya era bastante decir.

Estuvo a punto de saludar, o simplemente intervenir, cuando Zabini se hizo a un lado, invitándolo a pasar con una mano adelante, y su respiración se quedó estancada en algún lugar de su garganta.

Frente a él, el hombre más precioso que alguna vez hubiese visto estaba parado, usando una chaqueta de cuero y vestido completamente de negro, con pantalones negros y expresión aburrida. Tenía un piercing en el labio, con el que jugueteaba repetidamente y el cabello algo largo, exceptuando el rapado a los lados y atrás, echado todo hacia un lado de su cabeza, dejando a la vista múltiples aros en su oreja, y sus delicadas manos afirmando un desgastado bolso color verde musgo, sus uñas pintadas de negro, adornadas por múltiples anillos. No era albino, pero era lo más blanco que había visto ser un hombre antes de ser considerado uno, y su piel resaltaba aún más por el fuerte color de su vestimenta.

Se sorprendió un segundo al usar la palabra precioso para describir a un hombre, pero su asombro fue aún mayor, cuando descubrió que no podía sacarle los ojos de encima. Cómo se encontró batallando para que la palabra "hola" o "hey" saliera de sus labios. Tragó en seco.

El chico, (¿u hombre? No podía saberlo con certeza. Se veía como un chico, de unos diecisiete, pero ya estaba cursando en un Instituto y había dejado la facultad de negocios, así que probablemente debía de tener más de veinte) elevó su menton en manera de asentimiento y saludo, manteniendo aquella expresión neutral que no hacía más que lucir bien en su rostro.

—Hey —saludó Theo, dejando a un lado su guitarra para levantarse—. Theodore Nott. Fuimos a la misma escuela, compartimos muchas clases —le tendió su mano, siendo tan frío como siempre, pero al rubio no pareció molestarle.

—Sí, te recuerdo —asintió—. Un placer volver a verte.

Si Theo se lo creyó o no, daba igual, porque no lo demostró, y se hizo un lado para que Ron y él le saludaran, pero de alguna u otra forma se sentía clavado en su lugar, como si alguien le hubiera echado una maldición. Su amigo, por suerte, no se veía así.

Apoyó su bajo a un lado de la caja de sonido, parándose y extendiendo su mano.

—Ron Weasley —dijo serio. Era raro ver a Ron sonreír el último tiempo.

El chico la tomó dubitativamente, aferrándose aún más a su bolso.

—Reconozco tu apellido —se giró brevemente a Gin—. ¿Son hermanos?

Ella sonrió. Dios, era tan dulce comparado al resto de ellos.

—Exactamente —respondió.

—Su padre es Arthur Weasley —dijo, casi de forma inconcsiente—. Lo recuerdo del Ministerio.

Eso hizo que el usual impasible rostro de Ron, frunciera el ceño, guardando sus manos en sus bolsillos.

—Sí. ¿Cómo lo sabes? —preguntó, cautelosamente.

El rubio suspiró, descolgándose el bolso de su hombro y arrojándolo en el sillón vacío a su lado. Harry aún no encontraba el habla.

—Quizás esta no sea la mejor manera de empezar, pero mi padre es Lucius Malfoy —le dijo, pero no pareciera que se estuviese dirigiendo a nadie en particular—. Sí, lo sé. No es necesario que pongan esa cara. En su nombre, mis más sinceras disculpas.

La expresión del pelirrojo se cerró ante eso, y él no sabía de qué mierda estaba hablando y por qué Ginny ahora lucía incómoda y la extraña actitud de Ron, pero no podía concentrarse lo suficiente para que le importara. Finalmente, asintió, volviendo a su puesto.

Era su turno. Sabía que era su turno, pero se sentía incapaz de levantarse para recibirlo, así que simplemente se quedó en su lugar, mirando hacia arriba tras sus lentes, cuidando de no dejar caer su mandíbula. El rubio elevó una ceja, y era el mayor gesto que había obtenido de él en todo el rato que llevaba allí, poniendo su mano justo en frente de sus ojos, esperando.

—Draco Malfoy —dijo, deslizando las palabras fuera de su boca como si fuesen alcohol puro. Y pudo haberse reído. Realmente pudo haberlo hecho, porque su nombre era uno de los más ridículos que había escuchado, luego de Blaise Zabini y Hermione Granger. Pero no podía.

¿Era capaz de hacer algo?

Al parecer, alguna parte de su cerebro seguía funcionando, porque la tomó, entrando en contacto con la fría piel ajena, dejándola allí un poco más de lo presupuestado.

—Harry Potter —dijo roncamente, pero se resistió a aclararse la garganta, no así.

El chico asintió, dejándose caer en el sillón, y de reojo pudo notar cómo el resto volvía a sus lugares, esperando a que hablara, como siempre. Pasó un minuto de silencio, casi incómodo, así que se obligó a salir del lugar donde había metido los pensamientos racionales y se dirigió al tal Draco.

—¿Sabes cantar? —preguntó, tomando su guitarra, y encendiendo el parlante a la que estaba conectada, devolviendo sus lentes al puente de su nariz.

—Puedo intentarlo —respondió llanamente, haciendo que volviera a mirarle.

Estudió su voz un momento. Era grave, sí, aunque no tanto como la de Tom, pero suponía que estaban en el mismo tono o al menos cerca.

Alcanzó el papel que tenía encima de la mesita y se lo tendió, para que lo leyera.

—¿Conoces estas canciones?

No respondió de inmediato, apoyando su cara en su mano, repasando el listado.

—Se podría decir que lo hago. Hay algunas que escribí con Blaise aquí —dijo, mirando brevemente al moreno por encima del papel.

—¡Hey! —se quejó el aludido ya sentado tras la batería—. Me ayudaste, no escribiste.

Draco rodó los ojos, aún moviendo sus orbes por la hoja.

—Sí, creo que sí puedo hacerlo —respondió finalmente, luego de un expectante silencio—. ¿Quieren probar de inmediato?

Harry le echó una mirada a todos, quienes se escogían de hombros, y a la espera de su respuesta. Retornó su cabeza hasta el rubio.

—Bien, pero me gustaría probar solo con la guitarra. ¿Crees que puedes? —dijo, alzando sus cejas.

Draco meramente asintió, dejando el papel en el brazo del asiento y enderezándose en el sillón individual, encarándolo. Así que Harry se concentró en su guitarra, tomando su uñeta y pasándola brevemente por encima de las cuerdas, eligiendo una canción al azar del repertorio, a ver si realmente le conocía.

Sorprendentemente, el chico comenzó a armonizar, bajito, pero el ojiverde podía oírlo a la perfección. Era algo dulce, aunque apenas podía distinguirse, por el sonido amplificado de su melodía.

Y entonces, la primera frase llegó, y se sintió paralizado por un momento. No era tan grave, de hecho casi nada, comparado a Tom, pero la nota de la canción encajaba perfectamente con su voz armoniosa, y sinceramente, podría quedarse oyéndolo por horas. Pensó en lo tonto que había sido, dudando de su talento.

La canción se deslizaba entre sus labios y en el aire como miel. Tenía un buen rango. No tan amplio como Ryddle, pero eso daba igual, porque Tom jamás había transmitido ni la cuarta parte de lo que el rubio hacía. Como si el resto del mundo se hubiese desvanecido, y en la tierra solo quedaran ellos dos, la canción haciéndose eterna.

Los últimos acordes estaban haciéndose presentes, y Draco había vuelto a abrir los ojos. Harry ni siquiera notó que los había cerrado en un principio, pero recién ahí fue consciente de su color.

Grises. Una leve heterocromía que hacía uno mucho más azulado que el otro. Eran preciosos. Eran exactamente como él.

La canción finalizó, y Blaise silbó casi de inmediato, riéndose.

—¿Por qué nunca me dijiste que cantabas así?

Estaba seguro de que Draco le había respondido, pero no pudo recuperarse lo suficiente como para saber específicamente qué le dijo. Su cerebro parecía algo aturdido, desconectado.

Ron no había variado su expresión, pero podía ver en su mirada que estaba tan cautivado como él. Incluso Theo no lucía del todo imperturbable. Ginny, como siempre dejaba ver su expresión de maravilla, aplaudiendo un poco.

—Deberianos ponernos a ensayar ahora en serio, ¿no creen? —preguntó ella, levantándose para coger los micrófonos. Terminó arrojando uno en dirección a Draco—. ¡Vamos!

No demoraron mucho en tomar sus instrumentos, y ponerse a tocar.

Realmente esperaba que todo resultara un éxito.

El ensayo fue genial. Más que genial incluso. O al menos él, tenía mucho mejor sincronizacióncon el chico Draco de lo que pudo haberla tenido alguna vez con Tom, quien simplemente llegaba y cambiaba, desordenaba, y el resto debía seguirle la corriente, amoldándose a su estilo. Él no. Si quería hacer pequeños cambios, los guiaba de a poco en la melodía. Era genial.

Apenas había podido dormir por la noche, debido a los nervios y la emoción del show que se avecinaba.

Tom no había vuelto a llamar, y si bien ese hecho le traía paz, no podía evitar preguntarse si no intentaría algo hoy. Algo en su interior le decía que era lo más probable.

El último ensayo había ido genial, Draco ya se sabía las canciones de memoria sin famta y no había habido ni un solo error. Era perfecto. Así que ahora estaba cada uno en los cubículos improvisados de su camerino vistiéndose para que el show comenzara.

Él estaba con unos simples jeans negros, una camiseta gris sin mangas, unas Doc martens y varias muñequeras de cuero, junto a una chaqueta de denim que le quedaba grande. No era nada del otro mundo, pero era de sus mejores vestimentas.

Blaise usaba una chaqueta de cuero sin mangas y sin camiseta abajo. Solo la chaqueta. Dejando ver todo su abdomen y enfundado en unos jeans grises, habiéndose delineado un solo ojo. Y Ron y Theo no distaban mucho de aquello, el primero estando con un tank top blanco y holgado junto a Theo, quien usaba uno negro. Se veían todos bien, a su parecer.

Pero nuevamente, incluso siendo nuevo, el que realmente se robó la atención, y estaba seguro que se la robaría de todas las mujeres, fue Draco.

Tenía puesto un pantalón de cuero de talle bajo, que dejaba ver sus oblicuos de la cadera, porque su camiseta de un negro deslavado solo llegaba hasta poco más abajo del ombligo, mostrando el fino camino de vello que se perdía entre sus ropas. Usaba unas Doc martens tal como él, y una bandana que apenas sujetaba su cabello hacia atrás, sus ojos delineados completamente, resaltándolos incluso más. Todo de negro. ¿Es que no usaba otro color? Era...

Ni siquiera tenía palabras para describirlo.

—¿Todo listo? —preguntó, con ese tono aburrido de siempre.

Todos asintieron. Incluso él, aunque se sentía distante. Entonces, el rubio fijó la mirada en Harry, caminando hasta donde estaba. Y no entendía por qué ese simple gesto le causaba nerviosismo, como si no estuviese a punto de enfrentarse a una multitud.

—¿Usas las gafas en el escenario? —preguntó cautelosamente. Harry asintió—. Deberías quitártelas. Sé que te sabes de memoria las canciones y los acordes, y esta noche se supone que ustedes se presentan al mundo. Es importante que vean tu cara.

Hermione, quien había ingresado hace pocos minutos y estaba ocupada arreglando el vestuario de Ginny, con un lápiz pasado por la oreja, asintió.

—Tiene razón, Harry —dijo agitada, haciéndole un nudo a la camiseta blanca de la chica para mostrar su ombligo.

Él se encogió de hombros, retirándose sus anticuados anteojos y dejándolos encima del mueble, bien a la vista, en caso de que los necesitara. Parpadeo un par de veces, tratando de enfocar un poco, pero sabia que no serviría, joder, era muy ciego. Aunque, de igual forma, pudo distinguir una sonrisa ladina, prácticamente imperceptible en el chico, quien examinaba con lentitud su rostro.

—Mucho mejor —dijo, jugueteando con el aro de su labio inferior.

Fue suficiente para que aquello le retorciera las entrañas y se disgustó consigo mismo, porque no tenía idea de qué le sucedía.

Estuvo a punto de abrir la boca, pedir que volvieran a repasar aunque sea solo una canción a quince minutos de presentarse, cuando un estruendo de una pelea afuera de la habitación resonó por las paredes, y se apresuró a abrir la puerta, para ver que estaba pasando.

A pesar de que no debió, se sorprendió un poco allí al ver a Ryddle, listo y dispuesto para cantar, su cabello rizado alborotado y las ropas más finas que poseía, gritándole a uno del staff que se quitara del medio.

Harry se apresuró a salir del cuarto, sintiendo como el resto lo imitaba, yendo tras él hasta llegar a la barrera, donde un furioso Tom lo observaba con los ojos desorbitados.

—¡Dile a éste imbécil asqueroso que me deje pasar! —bramó, apretando los dientes, mientras el hombre llamaba a Seguridad.

El moreno levantó una ceja, y rió, cruzándose de brazos.

—¿Y por qué haría eso? —preguntó con sorna, chasqueando la lengua.

—Porque soy el puto vocalista de Color Blue y nos vamos a presentar en unos diez minutos, idiota, ¿te pegaste en la cabeza o qué? —escupió, la vena ya resaltando en su sien.

Harry dio un paso atrás, sonriendo.

—¿Recuerdas el consejo que me diste hace unos meses, cuando casi me rompiste la nariz? —se tomó el costado de la cara, como si pensara—. Me dijiste que todos son reemplazables. Que nadie es indispensable. Bueno, Tom, por si no lo sabías, eso corre para ti también. Imagina lo poco importante que debes ser como para que en menos de una semana ya encontramos alguien que cantara por ti —tomó la argolla de su nostril que recién había adquirido hoy, girándola con

diversión—. Buena suerte. Yo que tú, me iría antes de que llegue Seguridad.

Dicho eso, se dio media vuelta, sin mirar a nadie de los presentes, devolviéndose al camerino con los demás siguiéndole, aunque se detuvo a medio camino, escuchando lo que Ryddle gritaba.

—¿Es este rubiecito de aquí? —se burló él, soltando una desagradable risa, que hacía que todo su atractivo se perdiera—. ¿Sabes qué dicen de él? Oh, un Malfoy, ¿verdad? —volvió a reírse—. A este esperpento inmundo lo molieron a go--

Estuvo a un pelo de interrumpirlo, gritarle que se callara, pero Draco, quien ni siquiera había notado que estaba allí, se le adelantó.

—¿Ryddle, verdad? —preguntó, arrastrando las palabras, como si nada le importara— ¿Tu papá no está en la cárcel? —imprimió su voz con un tinte desagradable— ¿Y tu madre no te abandonó cuando eras pequeño? Ah, sí, lo recuerdo —rió, sonando un poco malévolo. Tom se vio asombrado. Solían ser contadas las veces que alguien le respondía, y no pudo tomar regocijo de aquello—. Tuviste que criarte solo porque mi padre hizo lo posible para que el tuyo se pudriera en la cárcel, pobre criatura. Dime, ¿terminaste siendo así por el hogar de menores? —finalizó, como si le estuviera hablando a un niño.

Draco se giró, adelantando a todos con una pequeña sonrisita de victoria, y Harry mentiría si dijera que no se sentía un poco orgulloso, por mucho que las palabras dichas hayan sido crueles. Que Ryddle se jodiera, ya era hora de que alguien lo pusiera en su lugar.

Todos siguieron su camino, ignorando sus gritos rabiosos, jurando venganza, echando maldiciones y botando cosas. Daba igual. Ni siquiera eso, podría arruinar ese día.

Lo primero que sintió al estar en el escenario, fue el calor. Las luces aún no estaban encendidas, por lo que el público no podía verlos. Pero él a ellos sí. Y la emoción, los gritos expectantes, todo se sentía mejor que cualquier droga que hubiese probado hasta el momento. Se sentía como éxtasis en su más puro estado.

Paro nada se comparaba a la emoción que sintió, luego de que Blaise comenzara a contar, chocando sus baquetas, y las primeras notas de la primera canción resonaran por todo el lugar, dando paso a su larga introducción.

Si las personas que les seguían se encontraban confundidos por el cambio del vocalista, no lo notó, ni les importó mucho, porque luego de las primeras oraciones ya estaban cantando a todo pulmón junto al rubio, y su pecho se calentó al saber que sus canciones. Aquellas escritas en noches en vela y con esperanza al futuro. Sus canciones, estuviesen provocando eso.

Draco se mostró casi tímido en un principio, aunque las palabras salían de sus labios con la misma naturalidad que durante los ensayos. Como si hubiese sido él quien las cantara desde un principio, seguido por los coros de Ginny. Pero luego, de la tercera en adelante, se permitió soltarse; e increíblemente, eso soltó al resto de ellos, que estaban tan tensos que luego de un rato, los músculos de sus brazos ya dolían.

Y ver a alguien que nunca había estado frente a tanta gente, desplazándose así, de un lado al otro, siendo adorado por la multitud, siendo aclamado, y elevando hasta el punto álgido todas las canciones, fue suficiente para que se sumaran al disfrute. A la diversión. A la gloria.

En un punto de la quinta, Draco se permitió acercarse a los demás integrantes. La primera fue Ginny, donde colocó el micrófono entre ambos, haciendo que cantaran frente a este, las mejillas pegadas y bocas demasiado juntas, sonriendo. Y pudo haberse puesto celoso, de verdad que sí, por la cercanía con su ex novia, si no estuviera disfrutando demasiado el espectáculo como el resto de las personas, que gritaban aún más fuerte ante aquello, agitando sus manos al son de la música.

El siguiente fue Blaise, por quien pasó un brazo alrededor de sus hombros, colocándose a un lado del moreno y extendiendo su brazo que no sostenía el micrófono para unirse a una de las del hombre, tocando así también la batería con él. La estridente risa de Zabini colándose entre el sonido de los tambores.

Para el inicio de la séptima, su próxima víctima fue Ron, que no se lo esperaba. Ryddle jamás había hecho algo así, siempre acaparando la luz principal, y no sabía que era tan necesario un acto de esa forma, hasta que el rubio lo había hecho, juntando su espalda contra la de Ron, subiendo y bajando sin cortar el contacto, que le arrancó una pequeña sonrisa al pelirrojo, que no estaba acostumbrado a estar en el foco de las miradas.

Estaban pasando un buen momento. Uno excelente, en verdad, y aunque quisiera, Harry no podía sacarle los ojos de encima. Normalmente estaba demasiado concentrado en tocar, en no fallar un solo acorde o nota, pero allí, viendo como todos estaban fluyendo con las canciones, cómo todo parecía tan orgánico... se permitió hacer lo que realmente deseaba. Disfrutar del show que Draco estaba entregando.

Theo, quien ya veía venir al rubio, con su guitarra acústica colgando que había pasado a segundo plano, porque en esa canción en específico se requería un teclado, dejó que Draco invadiera su espacio personal, quien durante el interludio de la canción, posó sus dos manos pálidas sobre las ajenas, dejándose guiar por cómo Theodore tocaba, el ojigris sonriendo y moviendo la cabeza de un lado al otro.

Su turno llegó, y no podía mentirse a sí mismo, estaba nervioso, emocionado. Ya iban por la décima canción, que era especialmente lenta y baja, en la que Draco se posó tras él, pegando su pecho a su espalda, pasando uno de sus brazos, en el que tenía el micrófono, por su cuello, para cantar. La delgada cara pegada a la suya, con el mentón apoyado sobre su hombro, pronunciando la letra en su oreja, enviando unos cuantos escalofríos por su cuerpo.

Era como un sueño, el tenerlo tan cerca. El chico tenía un ángel innegable, algo que simplemente te cautivaba, y el sentir su respiración agitada bajo sus músculos, su fuerte brazo por su garganta, era...indescriptible.

El recital continuó, con pequeñas pausas donde Draco se dirigía al público, como si ellos lo conocieran, y ellos respondían con gritos. Lo adoraban. Lo adoraban, y acababan de conocerlo.

Estaban todos ya acalorados, con algunas gotas de sudor cubriendo sus frentes, pero daba igual. Nunca se había sentido tan energizado, tan perteneciente a un lugar, a un momento.

Ya acercándose la hora del término, el rubio se acercó a él, hablándole lejos del micrófono pero lo suficientemente alto para que escuchara.

Lo curioso es que de todas maneras se había acercado a su oído.

—¿Crees que podemos hacer un cover?

Harry frunció el ceño, dejando de tocar pues su parte había terminado, y sacudió su cabello, agachándose a tomar una botella de agua. Luego de tomar, sin pensarlo, se la ofreció a Draco, que la tomó dubitativamente.

—¿Cuál? —preguntó, secándose la boca con el dorso de su brazo. Vio como el rubio arrugó el gesto imperceptiblemente.

—Crazy. Aerosmith —respondió neutro, aunque él podía ver la emoción en su mirada.

—Así que te gustan también —dijo, y estuvo tentado a preguntar si había adivinado si la banda se llamaba así por esa canción, pero se abstuvo. El tiempo corría—. Bien. Avisa a los demás.

Draco ni siquiera lo dudó, corrió a decirle al resto la siguiente canción, quienes estuvieron más que complacidos por ello. El rubio se acomodó frente al micrófono, ahora sí quieto en su lugar, y se aclaró la garganta.

—Y con estos nos despedimos, gente. Esto es Crazy de Aerosmith.

La multitud aplaudió como loca y Harry no hizo más que sonreír, empezando con los primeros acordes.

Come here, baby

You know you drive me up the wall

The way you make good on all the nasty tricks you pull

Seems like we're making up more than we're making love

La voz de Draco había salido mucho más ronca de lo que esperaba, siendo su tono normalmente más alto, pero le quedaba bien. Incluso, a veces raspaba algunas notas. Era hermoso de oír.

That kinda loving turns a man to a slave

That kinda loving sends a man right to his grave

Ginny estaba manteniendo una nota con su voz, que sonaba perfecta con la canción. Blaise se dejaba llevar por el ritmo. Theo tenía los ojos cerrados, y las manos de Ron iban de allá para acá por el instrumento.

I go crazy, crazy baby, I go crazy

You turn it on

Then you're gone

Yeah, you drive me crazy

Crazy, crazy for you baby

Draco estaba tambaleándose de adelante hacia atrás con el micrófono, la gente tocando sus pies en el escenario, moviéndose al son de la canción y coreando. Era simplemente genial. Tocó con mucha más fuerza.

And talking like it's tough

And trying to tell me that it's time to go, yeah!

But, I know you ain't wearin' nothing underneath that over coat

And it's all a show, yeah!

El fugaz pensamiento de que debían pedirle al chico que se quedara cruzó su mente. Debía hacerlo. Funcionaban bien, y apenas habían tenido una tarde de ensayo. Él lo disfrutaba, y los demás fluían con su voz. Tenía ese algo. Ese que era difícil de encontrar. No tenía sentido el no pedirle que fuera su vocalista.

What can I do, honey?

I feel like the color blue

I'm losing my mind, girl

Nada importaba ahora. No cuando tenían la solución frente a sus ojos. Si Draco se quedaba, serían un éxito. Daba igual que no lo conocieran, que había algo raro entre su padre y el de sus amigos. No importaba, joder.

Crazy, crazy, crazy for you baby

You turn it on then, you're gone

Yeah, you drive me

La canción llegaba a su fin, y la gente pedía por más. Honestamente, si él hubiese estado allá abajo, también lo habría hecho. Era algo digno de cometer.

Sus dedos ya estaban cansados, luego de dos días sin parar, y el cansancio se estaba abriendo paso por su sistema, aunque la emoción, la victoria, el saborear la gloria, prevalecían.

Las luces se apagaron casi de inmediato luego de que la canción llegó a su fin y se despidieran con una reverencia. Las personas gritaban, aplaudían, y no podían distinguir si pedían que se quedaran, que tocaran una más, o agradecían el show. Daba igual, porque ya estaban tras bambalinas, con sonrisas brillantes en sus rostros, y expresión cansina.

No hacían falta palabras. Ron palmeó su espalda y Ginny se enganchó en su brazo por un momento, dándole un apretón. Blaise se colgó en Draco y solo para molestarlo le dio un beso en la mejilla, y Harry pinchó a Theo en un brazo.

De nuevo. Todo lucia tan espontáneo, tan natural.

Hermione fue la primera en recibirlos, felicitándolos y diciéndoles que les había conseguido una pequeña entrevista la próxima semana en la televisión, lo que los hizo celebrar aún más. Tanto así, que Ron, de la pura adrenalina, la había tomado entre sus brazos y la había besado.

En frente de todos.

En el momento que la banda los alentaba, un grupo de chicas llegó. Siempre llegaban en ese momento.

Ginny rodó los ojos, levantando las manos y retirándose, cansada de tener esa conversación con sus chicos, y los demás se codearon. Era momento de seguir disfrutando.

Eran cinco. Una chica negra de cabellera oscura lisa, muy linda, que ojeó a Harry de arriba a abajo. Otra de cabellos cortos, con rasgos orientales y labios rojos, que no le había quitado la mirada de encima a Draco. Una con el cabello pintado de azul que miraba con rabia como Ron y Hermione hablaban en voz baja, y dos rubias más que intercalaban sus miradas entre Blaise y Theo. Harry tenía la leve noción de que ya las conocía.

Su sonrisa se hizo más amplia, a medida que saludaba a la morena y extendía sus brazos, que ella no dudó en aprovechar para colgarse a uno, poniendo ojitos soñadores, y, de pura casualidad, se topó con la incómoda mirada de Draco, que no sabía dónde meterse, a medida que la pelinegra se acercaba a él.

Harry murmuró algo en dirección a su chica, para encaminarse hasta donde estaba el rubio, interceptándolo antes de que la mujer llegara hasta él.

—Buen trabajo —lo felicitó apresuradamente, con gesto suave.

—Gracias. Tú también —dijo fríamente, como si fuesen palabras ensayadas, dando un vistazo por el alrededor—. Yo, uhm...creo que me iré.

Él juntó las cejas en preocupación, mirando levemente por encima de su hombro.

—¿Qué? ¿Ninguna de estas chicas es...de tu agrado? —preguntó bajo, inclinándose un poco más en su dirección—. Porque podemos arreglar eso. Te mereces esto tanto como cualquiera de noso--

—No, Potter. Déjalo —dijo, dando un paso atrás y negando con la cabeza—. Estoy cansado, la verdad. Me gustaría irme a mi casa, dormir un poco —trató de sonreír, pero salió más parecido a una mueca—. Esto fue divertido. Despídete de Blaise por mí, por favor.

Volvió a girarse levemente, viendo cómo ya desde ese momento, el hombre tenía su lengua hasta el fondo de su garganta de una de las chicas, y negó con la cabeza con diversión. Siempre era igual.

Su pequeña distracción le costó que Draco volteara sobre sus pasos, hacia el camerino, por lo que se apresuró a tomar su brazo, deteniéndolo. El ojigris lució sorprendido, pero se dejó tomar, alzando levemente las cejas y elevando su barbilla. Se veía como un bastardo altanero cuando hacía eso.

—Me preguntaba...sé que no es momento para preguntarlo, ¿pero te gustaría quedarte? —vio como Draco estaba a punto de objetar, así que se apresuró a añadir:— No ahora, me refiero a--en la banda. No sé, hacer una prueba. Lo que tú quieras. Pero tocar con nosotros.

El chico no parecía esperárselo, porque se quedó en su lugar, sin un ápice de movimiento, sin pestañear. Incluso, Harry seguía tomando su brazo, y aunque era consciente, no era capaz de soltarlo, solo no sabía por qué. Draco juntó las cejas un segundo, y sacudió brevemente la cabeza, retirando el contacto con suavidad y lentitud.

—Yo--no creo que a tus amigos les haga gracia —respondió, volviendo a dar un vistazo hasta atrás—. En serio, Potter, muchas gracias por la oportunidad, pero no creo que--no creo que pueda —se le cayó el alma a los pies, y seguramente se vio reflejado en su rostro. Eso sí que no lo veía venir—. Lo siento.

Y dicho esto, se fue, perdiéndose por el pasillo, y Harry no pudo creerse que de verdad, esa sería la última vez que lo vería. Era imposible. Como imaginarse un mundo sin oxígeno, u océanos. Inconcebible.

Aturdido, sus hombros cayeron, y se giró hacia la preciosa chica que seguía esperándolo, pero por algún motivo, no se sentía igual de emocionado que hace cinco minutos atrás.

De todas maneras, fue una buena noche.

No está de más advertirles que estamos situados en algún punto de los 90's-2000 en nuestro asqueroso mundo muggle, así que, como siempre toco temas un poco sensibles, lo más probable es que haya: menciones explícitas e implícitas a la homofobia, depresión, auto lesión y traumas infantiles, violencia a los niños, dependencia de drogas y relaciones algo tóxicas. Están bajo su responsabilidad al leer.

Y por último, pero no menos importante, esta idea nació por este chico que es EXACTAMENTE como me imagino que Draco canta

https/youtu.be/9tyPLGkF6Do