Disclaimer: Ninguno de los personajes mencionados me pertenecen, son de Masashi Kishimoto. Su uso es solo por fines de entretenimiento.

Summary: Sakura es la hija ilegítima del baron Haruno, y contra su voluntad ahora debe formar parte de la nobleza, ¡que desgracia o… ¿felicidad?! Esta decisión la llevará a conocer al… ¡¿príncipe heredero Sasuke?! Hay varios personajes elegibles así que, ¡ayuda a Sakura a seguir la ruta del amor de su vida! Oh, y ten cuidado del posible rival amoroso, ¡la villana!

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BRAVE HEART

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Capítulo 2

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No hacer ruido en la biblioteca era una norma general para todo el alumnado. Incluso Sakura quien por naturaleza era ruidosa, guardaba mucho su apariencia y personalidad para evitar ser echada de aquel centro de aprendizaje. Ella se sentó muy tranquila en una de las mesas, varios libros estaban a su alrededor, y sus cuadernos reposaban sobre la madera para que ella pudiera resolver sus deberes.

Tan pronto empezó, pequeños murmullos se hicieron oír detrás suyo, sin embargo, trató de ignorarlos. No era sorpresa que desde que comenzó el segundo año, sus compañeras habían estado particularmente insoportables. Esta vez, oyó algunas risitas y el sonido de algunas hojas siendo arrancadas.

No tuvo que ser adivina para saber lo que sucedería.

De pronto, un avioncito de papel se estrelló a su lado, luego unas bolitas del mismo material caían a sus costados, algunos incluso se enredaron en su cabello y ella, pensando que era imposible ser más infantil, se obligó a concentrarse en sus deberes.

De igual manera esta no era la primera vez que pasaba algo así.

—Lady Sakura.

Cuando ella despegó su nariz del libro para notar a quien la llamaba, pestañeó.

—Limpie su lugar, si tiene basura, haga el favor de dejarla en la papelera —era la encargada de la biblioteca, una mujer de mediana edad con un estirado moño en su cabeza y una nariz tan afilada como un cuchillo. La peli rosa se guardó todos sus comentarios y apretando los puños, le prometió que lo haría de inmediato.

Cuando la encargada se fue, nuevamente las risitas se hicieron oír.

Con paciencia se recordó que esta no era la primera vez que pasaba, y era probable que tampoco fuera la última. Sus manos se despegaron de la mesa de caoba, donde había estado tratando de concentrarse, para levantarse. Sus pasos sobre la alfombra fueron insonoros mientras recogía del suelo todos aquellos desperdicios que sus compañeras le habían lanzado.

Dando un largo suspiro que casi se había hecho una característica suya últimamente, dejo todos los papeles arrugados en la papelera. Después de eso tomó asiento nuevamente.

Con un poco de suerte, aquellas muchachas ya estarían satisfechas luego de verla recogiendo aquellos papeles. Sakura se obligó a pensar que eso sería todo, así que, retomando su lectura, tomo una posición cómoda para proseguir con sus tareas académicas.

Ella, lamentablemente, fue demasiado optimista.

Se dio cuenta de que aquellas señoritas no estaban satisfechas cuando mas papeles hechos bolita empezaron a caer en su mesa, otra vez. No tenia que darse vuelta para ver las probables sonrisas de sorna que le estaban haciendo. Seguramente sus ojos estarían sombríos, y perversos rostros de maldad infantil se dejarían ver a través de sus facciones. Eso es lo que Sakura pensó.

Sin embargo, por mas que ella quisiera hacer algo, se obligó a recordar sus pocas clases de etiqueta.

Dentro de la aristocracia había una muy definida pirámide de jerarquía. Aun si ella considerará a su familia como noble, su padre tan solo era un barón. Un noble de bajo rango incluso entre los rangos inferiores. Si, su título le otorgaba beneficios a diferencia de la plebe, pero dentro de la jerarquía, su familia siempre se tendría que agachar ante los demás.

Su padre le había dejado muy en claro que no dejaría pasar ninguna vergüenza de su parte, y aunque hasta el momento no le había dicho nada por los rumores de ella y el príncipe… estaba segura de que, si ella se defendía de una condesa o una marquesa que la acosaran, la única familia que terminaría humillada seria la suya.

Aunque Sakura no le tuviera amor a su padre exactamente, no podía dejar que el nombre de la familia que la había acogido se destruyese. Después de todo, en esa casa habitaban los sirvientes que a ella le agradaban. Sakura no permitiría que ellos sufrieran por algún error que ella cometiera.

Esa no fue la única vez que vivió algo parecido.

Las siguientes veces que visitó la biblioteca, termino teniendo el mismo trato, a este punto sospechaba que incluso la encargada del lugar ignoraba deliberadamente la forma en cómo se comportaban con ella. Pero dado que necesitaba consultar los libros de la biblioteca, le fue imposible dejar de asistir.

Para su tranquilidad, dentro de los salones de clase, las cosas sucedían de forma normal. Sin embargo, mediante los recesos sufría de interminables miradas de desprecio, en la cafetería era menos que bienvenida e incluso mediante la hora del té, fue excluida naturalmente de todos los círculos sociales. Ni siquiera las mujeres que tenían su misma posición social querían tenerla cerca.

Sakura tuvo que admitir que los rumores eran bastante poderosos.

Durante uno de esos días sombríos, ella estaba sentada en una de las bancas para admirar la fuente del gran jardín. El sonido del chorrear del agua la mantenía calmada. En su mano derecha sostenía un panecillo, era lo único que había logrado tomar de la cafetería para la hora del té. Además, sabiendo que era imposible tomar asiento en una de las mesas para las jóvenes damas, lo mejor era simplemente desaparecer de ahí.

Ella le dio un mordisco a su esponjoso panecillo. Su corazón se calentó, tenia un sabor dulce y agradable. Mientras su paladar disfrutaba del sabor, recordó su tiempo como plebeya. La forma en como ella corría casi descalza entre las calles, apegándose a los vidrios de las tiendas para admirar aquellos hermosos vestidos que ella sabía nunca podría tener. También sintiendo que la boca se le hacia agua cuando miraba, a través del vidrio, como la gente adinerada disfrutaba sus caros postres.

Su madre solía acariciarle la cabeza y tomándola de la mano, la alejaba de la tienda.

—Yo también quiero uno de sus dulces, mamá.

—Algún día lo conseguiré para ti.

Por supuesto, jamás lo hizo, aunque Sakura no dudaba en que su madre se esforzaba en ahorrar lo suficiente para siquiera adquirir uno. Sin embargo, apenas tenían para sobrevivir… con eso en mente, Sakura ya no pudo sorprenderse al recordar como su madre enfermó. No era raro que la gente pobre se enfermará, no tenían higiene, la comida que se metían a la boca no era saludable, y dado la mayoría de los trabajos, estaban expuestos a cualquier tipo de problema con gérmenes peligrosos.

Durante su etapa de plebeya ni siquiera sabía que existía el jabón. Mas tarde se enteró que incluso el jabón más barato y simple era un lujo.

Sakura estaba molesta por eso. Porque las grandes familias se habían olvidado de ellos, de la plebe. Porque el reino se empeñaba en seguir acrecentado la brecha entre la nobleza y los ciudadanos comunes. Si Sakura tuviera la posibilidad, si tan solo ella tuviera el poder, no había forma de que dejará que los pobres vivieran entre la miseria. Ella los ayudaría con todo lo que pudiera. Pero incluso ahora que vivía bajo el techo de una familia noble, su presupuesto era exageradamente limitante. Por mas que ella quisiera ayudar, no podía organizar ninguna colecta para los orfanatos, tampoco para los comedores populares.

El dinero que el barón destinaba para ella no era suficiente.

Sakura frunció los labios. No había nada que pudiera hacer por si misma con su misero poder.

—Lady Sakura.

Ella levantó la cabeza, con su panecillo apoyado en su regazo. El príncipe Sasuke estaba frente a ella con los ojos tranquilos. Como era usual, usaba un traje impoluto y perfecto. Ella casi se sintió mal por tener una vista tan esplendorosa sin ser nada de él. Su corazón nuevamente empezó a bombear con fuerza.

—Estas sola otra vez.

Luego de hacerle espacio en la banca, él se sentó a una distancia prudencial de ella. El corazón de Sakura latió avergonzado, incluso en esta situación, él actuaba cortes con ella. A pesar de que, gracias a Sakura, corrían horribles rumores alrededor del príncipe. Su rostro, sin embargo, no parecía aparentar estar molesto.

—¿Tienes alguna inquietud? —insistió el pelinegro.

Ella negó sin subir la cabeza.

Sasuke sintió que su ceño se fruncia. La acción natural de Sakura al verlo era decir su nombre con una gran sonrisa, la personalidad de la chica era ruidosa, y muchas veces exasperante. Sin embargo, él de por si no era de muchas palabras, así que solía estar rodeado de personas que hablaran por él. Naruto, con quien se crio, era el que empezaba la conversación entre ambos. Normalmente Sasuke le respondía con monosílabos o a veces ni siquiera lo hacía. Naruto, por otra parte, nunca se detenía de hablar.

Algo muy parecido sucedía con la peli rosa, quien siempre le hacia preguntas, o le contaba algo que hubiera aprendido recientemente en los libros que estudiaba. A diferencia de la voz insoportable de Naruto al que estaba tan acostumbrado de escuchar, la voz de Sakura hablándole era refrescante. Era por eso por lo que, luego de que él empezará una conversación, ella siguiera el hilo del tema y hablará sin parar de lo que quisiera, aun sin tener respuesta de él.

Sasuke disfrutaba esos momentos con ella. Era… agradable. El silencio actual entre ellos, por otra parte, era muy incómodo.

Pero dado su personalidad, era imposible para él mostrar abiertamente lo que pensaba. Como el príncipe que era, fue criado para ocultar sus mas expresivos sentimientos, cosas como el miedo, la felicidad o la tristeza eran emociones que no le correspondían a alguien que, en un futuro, tomaría el control del imperio. De hecho, sabia que no solamente él había recibido ese tipo de educación. Su prometida también lo había recibido.

Personas como ellos que estaban destinados a un alto cargo no podían darse el lujo de emitir un juicio subjetivo. A diferencia de Sakura, o incluso Naruto. Era por eso por lo que Sasuke se sentía bien al estar a su alrededor. Era diferente a su usual ambiente incómodo y restringido. Ella podía dejar soltar todas sus opiniones sin temor, y aun sabiendo que él era un príncipe ella lo trató como si solo fuera alguien más.

Sin excesivo respeto, sin halagos falsos.

Él solamente era Sasuke para ella.

—¿Por qué Sasuke sigue juntándose conmigo?

El pelinegro pestañeó. Sakura de pronto había comenzado a hablar.

—No soy de una familia prestigiosa. Tampoco destacó en la academia, ni formó parte del consejo estudiantil. Además, por mi culpa, Sasuke forma parte de desagradables rumores.

Ella dio una sonrisa triste. Estar deprimida no era nada usual en ella, pero tenia que aceptar que a veces, todas las cosas que la rodeaban simplemente eran demasiado. Ella era alguien que mostraba sus verdaderos colores a todo el mundo, y como tal, recibir tanto desprecio la hacia sentir miserable. Por más que Sakura tratará de ignorarlo y ocultarlo, seguía siendo doloroso. Su máscara se estaba resquebrajando.

—¿Recuerdas la primera vez que nos conocimos?

Ante su pregunta, ella se guardó los sollozos que amenazaban con salir. Dando un asentimiento, Sasuke continuó.

—Habías subido a un árbol del gran jardín para devolver un polluelo que había escapado de su nido. Naruto te había visto y me avisó.

Ella se sonrojó recordando ese momento. También porque era la primera vez que lo escuchaba hablar tanto tiempo.

—Nos acercamos porque la altura era peligrosa y porque no era… exactamente normal que una dama hiciera algo como eso. Después de dejar a la cría, te viste muy aliviada y descuidaste tu posición.

—Me caí.

—Así es.

Ella lo recordaba perfectamente. Su corazón se había detenido esos momentos luego de caer del árbol, sintiendo la nada a su alrededor. Pensando que un golpe inminente la esperaba, simplemente cerró con fuerza los ojos y dejó que la gravedad hiciera su trabajo. Pero, sin ella esperarlo, algo cálido la recibió.

Dos brazos se aferraron a ella con fuerza, salvándola del peligro y de un golpe que, seguramente, la hubiera hecho llorar. Ella lentamente abrió sus ojos para encontrarse con dos profundos pozos vacíos. Un hermoso hombre de cabellos negros, vestido con las mejores ropas que alguna vez hubiera visto, la estaba cargando en sus brazos con la mayor delicadeza posible.

Después de su sorpresa inicial, apenas pudo preguntarle si se encontraba bien, después de todo ella pesaba. No había forma de que él hubiera salido ileso luego de atraparla.

¿Estas bien?

Si —él pareció algo desorientado—, ¿tú estás bien?

Luego de asentirle, él la dejo en el suelo.

Ten más cuidado la próxima vez.

Luego de eso, solo se fue. El rubio que la acompañaba no había dicho nada y simplemente la observaba con una extraña mirada. Sakura tampoco insistió más mientras veía como ellos se retiraban.

—Cuando te conocí, supe que eras extraña. Eras diferente de los demás porque tenías una diferente visión de la realidad. Supongo que, al saber más de ti, luego de ese momento, simplemente me interesaste.

Ella no lo interrumpió.

—Llegados a este punto, supongo que somos cercanos. Así como con Naruto. ¿Realmente crees que me alejaría de ti solo por unos tontos rumores?

La cabeza gacha de Sakura se elevó lentamente. Su corazón palpitaba incontrolablemente y su rostro brillaba. Nunca hubiera pensado que alguna vez Sasuke le diría palabras de consuelo. Además, acababa de mostrarle un lado no muy amable que nunca había visto de él. Con solo recordarlo, su corazón volvió a acelerarse.

Una grata sonrisa quería salir de sus fauces.

—Gracias —ella le mostró su mejor sonrisa de agradecimiento. Sakura no recordaba haberse sentido tan feliz anteriormente. Por ello, su rostro se hizo más honesto y deslumbrante.

El príncipe no ignoró eso y susurró—Lo sabía…

—¿Hm?

—No es nada.

Sasuke se levantó de la banca y mientras Sakura se acababa su panecillo, ambos regresaron al edificio de la academia. Los pensamientos del pelinegro se estaban alejando de ahí mientras recordaba la sonrisa de la muchacha—Lo sabía, verla sonreír es mejor.

Un soplo fresco envió los cabellos de la peli rosa a volar y mientras sentía cosquillas en sus mejillas, sonrió al recordar las palabras de Sasuke. ¡Ese día seria inolvidable para ella de ahora en adelante!

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Los días volvieron a pasar, y de esta forma las semanas y los meses. El ambiente alrededor de Sakura no disminuyo como ella pensó que lo haría. Por el contrario, el rencor y el desprecio eran cada vez más palpables, los días no habían hecho mas que acrecentar ese mutuo y coordinado odio hacia su persona.

Como tal, la gente ya no se contentaba con señalarla o molestarla infantilmente en la biblioteca. No pasó mucho tiempo hasta que decidieron enfrentarla directamente.

Sakura, viéndose alejada de todos los círculos sociales de las damas, tuvo que alojarse en el jardín durante los recesos, y los días que se sentía especialmente animada visitaba el patio trasero donde un pequeño bosque alojaba una refrescante sombra para descansar. Ella descubrió ese lugar por mera casualidad, pero agradecía ser testigo de tan maravillosa escena. Aunque por supuesto, su mini paraíso no pasó desapercibido mucho tiempo.

El príncipe heredero lo descubrió rápidamente, luego de verla descansando, desde uno de los ventanales traseros del edificio de la academia. No solo él la vio, de hecho, la prometida del príncipe y su sequito también.

Un día de esos en que se sentía especialmente contenta, decidió gastar su tiempo bajo la sombra de esos árboles del patio trasero. Llevaba en su brazo una tela pequeña con algunos panecillos que había logrado rescatar de la cafetería. Era un tesoro que nunca había pensado tener en sus brazos luego de tanto tiempo aguantando el hambre. Su boca se hacia agua de solo sentir el aroma que desprendían esas esencias esponjosas. ¡Ese definitivamente era su día de suerte!

—Tengo que agradecerle a Naruto más tarde —gracias a que el rubio se había escapado unos momentos de la vista del príncipe, le había conseguido algunos dulces premium que ella, ni en sus sueños mas alocados, hubiera creído poder tener. Iba a disfrutarlos en nombre de Naruto y el de ella. Con eso en mente, Sakura corrió hasta llegar a su lugar especial.

Sin embargo, pocos segundos de llegar, tres mujeres enfundadas en hermosos vestidos llegaron a incordiarla. A Sakura le encantaría decir que esta era la primera vez, pero este tipo de acoso a su persona se había convertido en algo casi recurrente. Durante los recesos solía tener este tipo de insultos verbales, aunque no sucedieran todos los días. Sakura sabía que ellas tenían mucho cuidado de acercarse a ella cuando estuviera completamente sola. Así que se podría decir que era por sus amigos… por lo que aquellas damas esperaban a encontrarla sola y en un lugar remoto para decirle lo que quisieran.

Dado lo sucedido con Gaara durante la ceremonia del último año, no había podido intercambiar más que saludos con él en los pasillos. Por otra parte, tenía a Naruto, que era con quien pasaba la mayor cantidad de su tiempo, pero de manera moderada. Era mas que nada Sasuke la razón por las que el rubio era incapaz de pasar más desus recesos con Sakura. La peli rosa apreciaba su esfuerzo, pero a veces tenia que rechazarlo fuertemente para evitar problemas con su prometida.

—Ya he hablado con ella —le había dicho una vez—. ¡Ella es realmente amable! Dijo que no había problemas en que siguiera hablando contigo siempre y cuando mantenga mis modales.

Sakura le había dado una sonrisa forzada. Ni ella ni Naruto tenían una pizca de etiqueta.

Así que, para evitar inconvenientes, se escondía de él y pasaba su tiempo sola.

El príncipe era otro caso. A diferencia de Naruto, ella no pasaba mucho de su tiempo con él. Pero tenia que admitir que con suerte podía ser capaz de conversar con el príncipe una o dos veces por semana. Eso era sin considerar los saludos por los pasillos o la cafetería. Aunque sus reuniones no fueran frecuentes, las miradas de odio hacia ella no disminuyeron. Paso exactamente lo contrario, en realidad.

Sakura estaba molesta, frustrada y rencorosa.

Y ahora, frente a dos condesas y una vizcondesa, lo último que quería era quedarse callada. Su pequeño tesoro aguardaba por ella entre sus brazos, se había prometido a si misma disfrutar de ese momento. Pero por más que quisiera hacerlo, no podía. Tres mujeres nobles de estatus mayor a la de ella, no se lo permitirían.

Antes de que se diera cuenta, su espalda chocaba con un árbol y las tres muchachas la rodeaban en todas las posibles direcciones de escape.

—Parece que recientemente has olvidado tu posición —la condesa que traía rulos perfectos en su cabello rubio platinado abrió su abanico para esconder su perversa sonrisa—. Tú, bastarda.

A este punto, los insultos se hacían repetitivos. Casi podía adivinar lo que dirían a continuación.

—¿Cómo has llegado siquiera a ingresar a esta academia?

—Definitivamente su padre ha tenido que hacer algo sucio para que su desagradecida hija recibiera educación aquí.

—Pero no servirá de nada porque ella solo le traerá vergüenza a los Haruno con su falta de etiqueta y modales.

—Mira que, incluso siendo tan falta de educación básica, se atreve a acercarse al príncipe heredero.

—Su Majestad es lo suficientemente amable como para soportar todas las tonterías que esta mujer hará en su presencia —su abanico se deslizó un poco—. Realmente vergonzoso.

—Una bastarda intentando seducir al próximo rey de este imperio. Que ridículo. ¿Realmente crees que tener siquiera una posibilidad?

—Mujeres con mayor clase que tú, con mayor inteligencia que tú, y mucho más hermosas que tu intentaron convertirse en la prometida de Su Majestad y fallaron en el proceso de selección. Solamente la mujer mas cercana a la perfección puede pararse al lado de Su Alteza.

—Agradece tu suerte por haber escuchado la voz de nuestro príncipe, será lo único que podrás conseguir de él y de este país.

—No sirves para ser nuestra reina.

—Esta mujer no sirve ni para ser prometida.

—Seguro tampoco sirve como hija.

—Olvida eso. Ella, en definitiva, no esta hecha para ser una mujer.

Risas burlonas empezaron a sonar.

—¡Tienes razón! Parece mas un hombre que una mujer.

Sakura no se movió. A diferencia de lo que aquellas mujeres pudieran pensar, ella era una mujer, una mujer fuerte, una que era capaz de escuchar sus insultos sin perder la compostura. Por mas que fuera doloroso, humillante y hasta ridículo, Sakura tenia que ser fuerte y soportarlo por el honor de su casa. Para no deshonrar el apellido de su familia y proteger a los sirvientes de la mansión de su padre, el barón.

Mientras sus puños se apretaban, se obligó a aspirar una gran bocanada de aire y expulsarla lentamente para tranquilizarse. La peli rosa nunca había sido especialmente paciente, de hecho, era bastante agresiva y mandona. Que tuviera que fingir ante la nobleza era algo que desde que ingresó a la familia del barón le habían enseñado.

Nunca le muestres tu verdadera forma a los buitres. Había escuchado eso muchas veces.

Ella había tenido mucho cuidado de no mostrarse como era realmente frente a los demás, mas que nada porque su personalidad no era realmente agradable para gente tan correcta. Para los plebeyos, jugar bruscamente era algo natural, pero para gente que creció gateando sobre una felpuda alfombra y que jugaba con sonajeros de oro, su personalidad sin tacto podía ser horrorosa.

Sakura se mordió los labios, ella realmente estaba hambrienta y no sabía cuanto más tendría que esperar hasta que esas mujeres estuvieran satisfechas y la dejaran en paz.

Ella estiró su vista para mirar a las mujeres, y abrió los ojos alarmada. La prometida del príncipe estaba detrás de ellas, acercándose al grupo a paso tranquilo. Los ojos de ambas se chocaron, y de lo concentrada que estaba Sakura no notó cuando un manotazo de una de las condesas la obligó a soltar sus dulces. Ella tuvo que bajar la mirada.

El pasto se lleno de panecillos esponjosos, pequeñas galletas de magdalena y postres de chocolate. Sakura se quedo en shock. Su pequeño tesoro había terminado en el suelo por su distracción. Si no hubiera estado mirando a Hinata seguramente hubiera podido esquivar el golpe de aquella acosadora. Pero ahora, simplemente estaba arruinado.

Una de las condesas volvió a abrir la boca, lista para seguir atacándola, pero no pudo continuar. Una delicada mano se había posado sobre su hombro.

Las tres perpetradoras se dieron la vuelta rápidamente.

—¿Lady Hinata?

La muchacha tenia un vestido azulino oscuro. Traía en las orejas unos hermosos aretes con incrustaciones de diamante azul, además de un hermoso collar a juego con la misma piedra preciosa. Sus labios, pintados de precioso rosa difuminado se abrieron lentamente. Sus ojos, muy diferente a su elegante y cortes aura, estaban teñidos por la indiferencia.

—Esta no es la manera.

Fue lo que dijo.

Hinata avanzó y las tres mujeres le hicieron paso. Quedando la peli azul con un paso delante de ellas. Sakura seguía mirando el suelo. Aparentemente en shock.

Podríamos decir que una ruptura se creo a partir de ese momento.

Justo en el momento en que Hinata estiró su mano hacia la peli rosa, se empezaron a oír algunos pasos corriendo hacia su dirección. Una capa de seda roja fue lo primero que notó la prometida del príncipe. Aparte de unos cabellos negros lisos, perfectos y un rostro salvaje y agitado.

El príncipe del imperio apareció entre ellas con la respiración semi entrecortada.

Rápidamente todas se inclinaron ante la imponente figura del príncipe heredero. Sakura, por otra parte, seguía sin levantar la cabeza.

Desde la perspectiva del príncipe, no fue muy difícil descubrir lo que sucedía. Hinata tenia el brazo levantado cuando la vio, Sakura tenia la mirada gacha y temblaba, además de que había algunos dulces en el suelo. No tenia que ser adivino para notarlo. Pero, aunque antes sus ojos fuera muy claro, Sasuke no estaba tan seguro de confiar en esa versión.

Primero que nada, Hinata era una mujer de hielo. A su alrededor, ella siempre era correcta, cortes y educada. Levantaba el te como una señorita digna, se sentaba con un porte recto, y movía sus manos cuidadosamente al extenderle los terrones de azúcar. Ella nunca se atrevió a verlo directamente a los ojos, nunca descuidó su reverencia de saludo, nunca lo llamó por su nombre, nunca se dirigió a él con otro tono que no fuera neutral y respetuoso.

Era difícil pensar que ella había descuidado sus modales para acosar a Sakura. Ella siempre había sido distante, indiferente y tranquila. Y lo mas importante, no había razón para que Hinata acosará a la peli rosa, porque Hinata no lo amaba.

Sasuke, viendo la nuca expuesta de su prometida, quien se inclinaba para él, no supo que pensar.

—Levanten la cabeza.

Las tres mujeres que acosaron a Sakura lo hicieron, pero Hinata no.

—Su Majestad, nuevamente apeló a su infinita misericordia.

Sasuke abrió los ojos ligeramente. ¿Hinata estaba confesando? ¿Ella realmente había cometido tan indigno comportamiento?

El pelinegro apretó los labios. Unos ojos sombríos observaron con recelo a su prometida.

—Un castigo severo es lo que les espera…

La inclinación de Hinata no disminuyó ni un centímetro—Le pido que deje de lado a estas inocentes muchachas detrás mío, Su Majestad.

—¿Me estás diciendo que solo acosaste a Lady Sakura?

Incluso sin voltear, Hinata sabia que las tres mujeres detrás suya, estaban temblando—Si.

—¿Me consideras alguien estúpido, Lady Hinata? —Sasuke estaba furioso. Sus ojos estaban inyectados en sangre, sus puños temblaban y mientras seguía viendo la quieta figura de la alegre Sakura, su ira seguía creciendo. Esas mujeres frente a él habían introducido a Sakura en un estado de shock. De ninguna manera iba a dejar sin castigo algo tan severo e indigno como el acoso. A las cuatro.

—En lo absoluto, Su Majestad. Pero tengo que aclarar que todo fue mi culpa. Con todo el sumo respeto que tengo hacia usted, futuro sol de nuestro imperio… le pido encarecidamente que exonere de un castigo a estas señoritas.

Sasuke sintió su sangre arder.

Quería ver los ojos de Hinata. Necesitaba verlos.

—Levanta la cabeza.

—Soy incapaz de mostrar estos ojos pecadores al príncipe heredero.

—He dicho… que levantes la cabeza.

Ella lo hizo. Hinata no podía negarse a una orden suya.

Ver los ojos fríos e indiferentes de la hija del duque hicieron a Sasuke irritarse. Algunos recuerdos empezaron a recopilarse en su mente. Unos ojos cálidos grises mirando a un costado y luego esos mismos ojos observándolo, con frialdad. Una pequeña mano rozando la suya, recibiendo su primer regalo, un destacado símbolo para la futura reina. Unos pendientes y un collar de diamante azul. También una falta de sonrisa. Un gracias sin sentimiento.

Un pobre cumpleaños a su alrededor, y una dedicada fiesta de té al día siguiente al que él fue invitado pero que no pudo asistir. Su prometida lo sabía, siempre lo supo. Pero, aunque su apretada agenda no le permitiera ir a la mansión del duque, él lo hizo. Asistió.

Y la vio. Una sonrisa verdadera y unos ojos llenos de ternura. Ella estaba con sus amigas bebiendo un té, completamente tranquila, estaba relajada y serena. Entonces llego él. Nuevamente esa rígida postura, esa cortesía premeditada, esas respetuosas palabras. Otra vez esos ojos fríos.

Por alguna razón, se volvió iracundo.

—¿Entonces Lady Hinata está dispuesta a recibir el castigo por si sola?

—Así es.

Los ojos negros, vacíos, del príncipe la miraron durante un momento. Su rostro desfigurado por el enojo, las venas resaltadas en su cuello y puños, sus labios fruncidos y aquellos dulces desperdiciados en el suelo eran un panorama terrorífico. De todas maneras, Sasuke nunca fue alguien naturalmente amable y cortes. Sus padres se esforzaron mucho en obligarlo a esconder sus verdaderos colores, solo cuando Sasuke fue capaz de controlarse, pudieron exponerlo a la sociedad.

—Vuelve a tu habitación, Lady Hinata. Decidiré tu castigo y te lo haré saber.

La peli azul volvió a inclinarse y estiró los bordes de su vestido—Estoy agradecida por la piedad de Su Majestad.

—Solo vete.

Los ojos de Sasuke seguían viéndose sombríos. Rápidamente Hinata y las demás desaparecieron de ahí. Finalmente, Sasuke y Sakura quedaron solos. El ambiente se tornó ligeramente más tranquilo, pero, así como era apacible, también se veía algo turbio y oscuro. La sombra que otorgaba el gran árbol en el que a Sakura le gustaba pasar el tiempo, se meció libremente sobre ellos. El viento era tranquilo.

Entonces, Sasuke volteó la cabeza, su compañera rosada seguía inmóvil.

—¿Sakura?

Ella reaccionó por unos segundos, pero su mirada gacha no le mostró nada al príncipe.

Sakura agachó su cuerpo poco a poco, en dirección a los dulces del suelo. Sasuke no se movió, observando con curiosidad sus acciones. La peli rosa, por otra parte, en una posición gacha empezó a recoger los panecillos, sus movimientos eran algo temblorosos, pero de alguna forma logró recogerlos todos en su regazo.

Aunque no pudiera comerlos, siquiera tenia que levantarlos del suelo para desecharlos en el lugar correcto.

Por decirlo de alguna manera, se sentía frustrada por todo lo que había pasado. Por supuesto que había escuchado la conversación entre el príncipe y las demás chicas, y realmente había querido intervenir para aclarar el malentendido, pero de alguna forma se había sentido incapaz de hacerlo. ¿Cómo hacerlo sintiéndose tan frustrada, estresada y humillada?

Sabia que de subir la cabeza en dirección a Hinata y verla con el cuello inclinado frente a ella, lo último que sentiría seria pena. Después de todo, ella lo tenía todo: el poder noble, los modales, la elegancia, era la prometida del príncipe, por ende, la próxima reina; además de haber nacido sin las carencias que a ella le faltaron cuando era una plebeya. Hinata y ella eran personas conviviendo en el mismo espacio, pero de mundos completamente diferentes.

Hinata no había echo nada por ella y Sakura, no quería hacer nada por ella tampoco. No relacionarse en lo absoluto era la mejor opción. Pero… aunque la envidia, el enojo y la frustración recorrieran por cada uno de sus poros, sabia muy en su interior que debía hacer lo correcto. Por más que ella dudará sobre la razón por la cual la muchacha elegante se hubiera acercado… hasta que llegó el príncipe, Hinata no le hizo nada.

Que castigarán a la prometida de Sasuke por hacer nada, era ridículo.

Con eso en mente y con los dulces desperdigados en su simple vestido rosa, levantó la cabeza para observar a su acompañante. Él seguía en su sitio, silencioso y con una aparente calma que ha Sakura se le hizo bastante extraña. Dado que cuando ella había escuchado su voz hacia tan solo unos momentos, Sakura incluso había temblado por las palabras infundidas de odio que soltaba la boca del príncipe.

Había esperado reconocer una mirada igual de dura y enfadada como sonó su voz, pero lo único que encontró fue un brillo tranquilo y… amable.

Su cuerpo se aligeró por unos instantes. Sentía que, a su propio estilo, Sasuke la estaba consolando al quedarse con ella en vez de solo irse; era muy probable que el pelinegro no supiera consolar a alguien, por lo que permaneció a su lado para mostrar algo de apoyo y empatía. Algo que con acciones era incapaz de mostrar. Sakura, por supuesto, se sintió halagada y enternecida por su comportamiento.

—Estoy bien. Tal vez algo… frustrada. Pero bien.

Sasuke se mordió los labios, aunque esto no era usual, tenia que hacerlo—Lamento lo que te han hecho, me aseguraré de castigar a… Lady Hinata por esto.

Que un príncipe se disculpase con la hija de un barón era simplemente ridículo. Dentro de las reglas de la sociedad, un miembro de la realeza solo podía bajar la cabeza ante el rey y tratar de igual a demás príncipes. Este misero acto era humillante para alguien de su posición.

Sin embargo, Sakura era su amiga, lo mínimo que podía hacer por ella, dado que su prometida había sido la culpable de lastimarla, era disculparse en su nombre.

Sus ojos volvieron a latir con furia, escondidos en su largo flequillo. Por culpa de su prometida había sido obligado a bajar la cabeza. Ya tenía una razón adicional por la cual castigarla severamente.

—Sasuke.

El asintió en su dirección, dándole a entender que la estaba escuchando.

—Ella no me hizo nada.

Hubo un pequeño silencio, así que ella continuó.

Hin- quiero decir, Lady Hinata en ningún momento me hizo nada, las tres chicas tras de ella fueran las que… bueno… eso. Lady Hinata no merece un castigo por algo que no hizo.

Sasuke se quedó quieto por un segundo. Sus propios ojos no podrían mentirle, él sabe perfectamente que es lo que vio cuando llegó. A este punto, lo que Sakura estaba haciendo era muy claro para él. Los ojos del príncipe se entrecerraron, era realmente increíble que luego de lo que le habían hecho, Sakura todavía tuviera la intención de proteger a su perpetradora. Sus puños se cerraron con fuerza, un nuevo sentimiento se estaba creando en él.

Esa tarde algo extraño se formó. Un sentimiento que creyó haber enterrado hace mucho tiempo finalmente desapareció, reemplazado por una negrura maligna. Se posicionó tranquilo junto a un espacio que estaba listo para ser llenado.

Sasuke olvidó. Odió. Y se vació. Todo en un mismo instante.

Solo ahí, y solo a partir de ahí, luego de haber olvidado lo que durante mucho tiempo trató de deshacer de su interior, Sakura pudo mostrar todo su brillo.

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En un lugar muy lejano, Hinata sonrió, faltaba poco… tan solo un poco más.

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Review?