Pero me siento bien

Aquí hay algunos consejos

¡Escucha, perra!

~~Candy Store~~


La sala de menesteres estaba inundada del un fuerte olor a alcohol y un pesado aire hormonal. Rose veía divertida como su primo se resistía a probar cualquier bebida, según el la cerveza era demasiado corriente y el Hidromiel un trago de bárbaros, por otro lado el whisky... había dicho que el whisky de fuego era barato también, pero Rose tenía otra teoría. Al nene le quemaba la garganta.

- perdone rey, por no conseguirle un Macallan a la carta.

El rubio chasqueó la lengua - Con un Jack Daniel's bastaba.

- Alborotador- mustio la Gryffindor mientras rodaba los ojos.

-¿Alborotador? Tu fuiste quien armó una fiesta y puso un sello de seguridad en la carta para que nadie más entrara.

Estuvo a punto de señalarle que las cartas las había hecho Rebecca, pero justo en ese instante sintió el posar de algo húmedo en su cuello y unas manos manos enrollandose en su cintura.

-Malfoy - ocultó una sonrisa en el vaso de whisky.

- Creo que hoy tenemos un encuentro- susurró con efusividad en su oído, Rose relamio el alcohol en sus propios labios.

Louis no espero una señal para dejar a la pareja y perderse en la multitud.

La pelirroja se volvió hacia el rubio con travesura, y dejándose llevar por el alcohol, lo beso. No era un beso tierno, con Rose nada lo era... con Sorpius, bueno, Scorpius era un caso aparte. Aquel chico rubio, seguro de sí mismo, portador galante de su apellido, no existía. Scorpius Malfoy era otra de las tantas creaciones de Weasley, de hecho había sido su mejor trabajo, y Rose estaba orgullosa de lo que había logrado.

Cuando se conocieron en primer año Scorpius le parecía un chico tierno y amable, inmediatamente sintió lástima por el ¿por qué? Pues obviamente no iba a sobrevivir. Así que Rose lo adoptó para enseñarle un poco de la vida, bueno esa decisión no había sido tan simple, sino que se había visto impulsada a hacerlo al ver que ni siquiera la propia casa de Malfoy parecía dispuesta a acogerlo. Scorpius no era parte de su trío invencible, pero sin duda era parte de su vida, lo más cercano a una pareja que había tenido.

Aveces se preguntaba si el rubio le había seguido el ritmo durante cinco años por gratitud o comodidad, aveces se pillaba a sí misma buscando en los ojos del chico, queriendo entender lo que trataba de decirle más allá de lo que pronunciaban sus palabras, ver a través de las máscaras que ella misma había esculpido para el.

Entonces aveces veía a ese chico escuálido e inseguro, que iba ofreciéndole meigas fritas en el tren mientras una Rose de once años lo miraba con condescendencia. Solo podía concluir que el la necesitaba, y ella no le permitiría hacer de sí mismo un perdedor.

Ella necesitaba que el mantuviera el derecho a permanecer allí... en su tienda de dulces.

Cayo en cuenta de que Scorpius estaba afanado por bajarse los pantalones en plena sala. Weasley lo empujó hasta entrar a la habitación trasera y tirarse sobre la cama. El chico se empezó a desvestir solo y ella quiso soltar una risa por lo necesitado que se veía.

La soltó.

Acostumbrado a las antipatías de la chica, el Slytherin siguió en lo suyo, Rose por su lado se arrodilló en la cama, una de las tiras de su vestido caía de su hombro y su cabello estaba alborotado, el iba estaba dispuesto a seguir, justo cuando alguien entró con impetuosidad por la puerta.

- Rose, una chica está convulsionando.

- No soy enfermera Rebecca - acotó con irritación la pelirroja.

- ¡se está muriendo! - Rebecca Flint Lucía anonadada.

- no es mi culpa lo que se haya metido, ahora estoy ocupada con asuntos de mayor relevancia. Fuera de aquí.

- Eres increíble- soltó una risa cínica.

- Por supuesto que lo soy, si tanto te importa, ve a solucionarlo tu Flint. Eres tan responsable de lo que aquí pasé como todos- La pelirroja se bajaba de la cama, acercándose amenazante a la castaña.

- Eres una mierda.

- ¿Ah sí? Entonces no me puedo imaginar que eres tú una sonrisa burlona apareció en el rostro de Weasley.

La castaña hizo una mueca triste que expresaba compasión - Una buena persona, Rose.

La carcajada de la Gryffindor no se hizo esperar.

- sí que eres una gran actriz- mustio con diversión - pero no lo suficiente, así que escucha perra desagradecida, te daré un consejo. Hacerté la imbecil cuando actúas como una rata no es una buena idea y tratar de ser altruista menos, siempre pregunta donde está el truco, niña tonta.

- Espero que te mueras, Weasley- fue lo que salió de la boca de la Ravenclaw antes de abandonar el lugar.

- Tu y yo ¿en qué íbamos?- Rose quiso retomar el rumbo cuando estuvieron solos nuevamente.

- Deberías ir a ver que sucede.

- ¿ahora tú? ¿Acaso el mundo se ha vuelto idiota?

- No Rose, solo...

- Ya, no me aguanto tus niñadas y las de Rebecca

- No son niñadas, Rose. Deberías responder por lo que haces.

- No es mi culpa que los idiotas no sepan controlarse...- iba a decir algo más, pero el teléfono en el bolso de la pelirroja empezó a sonar por lo que detuvo inmediatamente la discusión.

Scorpius veía como su no-novia se reía al ver un mensaje en la pantalla del aparato y seguido enviaba una respuesta con agilidad. El rubio frunció el ceño.

- wow, no te vas a creer esto, Alice longbotton y el profesor de estudios Muggles...

- No puede ser cierto - negó el rubio.

- Lo sé, que idiota ¿cómo se va a...

- No - declaró Scorpius con cinismo, Rose volvió levantar la mirada, ahora extrañada - estábamos discutiendo algo importante.

- ¿Que cosa?- levantó la ceja medio perdida.

- Creí que algo aquí funcionaría, pero eres tan superficial, Weasley. Esperas que el mundo madure por ti.

La cara de la pelirroja se convirtió a un gesto de indignación.

- ¿Que mierda te pasa? ¿Crees que puedes venir caliente a bajarte la erección y luego decir esto?¿Sabes cuanta gente quisiera estar en tu lugar?- la Gryffindor lo señalaba con su dedo índice, escupiendo cada palabra como veneno.

- Eres una niña, Rosie.

Grave error, Scorpius.

- Aquí el único niño eres tú, Malfoy- chasqueo la lengua con decepción- creí que te podría ayudar, pero es un caso perdido.

Resoplo para volver a hablar.

- Lárgate - declaró con rigidez. El rubio negó decepcionado mientras buscaba sus pantalones.

- ¿Que no entendiste? ¡dije que te largues ya !- espetó sacando la varita de su bolso.

Scorpius espantado dejó caer la ropa que ahora ardía en el suelo. Consumiéndose por el fuego rojo y crepitante.

- ¡¿Acaso estas loca?!- el Slytherin se apresuró a convocar un chorro de agua que detuvo el fuego antes de que se esparcieron sobre la alfombra.

- Te pedí que te fueras- habló la chica en un hilo de voz muy bajo, pero que Scorpius entendió.

Con un resoplido y los meros calzoncillos, el rubio salió de la habitación hacia la fiesta.