Capítulo 1 En el Valle de La Paz.

Los habitantes del Valle de la Paz salían a las calles como de costumbre, no tenían nada que temer, pues sabían que estaban a salvo con los maestros más poderosos de toda China, que siempre daban todo por ellos, Guerreros del Kung Fu que residían en el gran templo posicionado cuesta arriba en el cerro. Ese era el Palacio de Jade, donde nuestros héroes residían.

Afuera del Salón de Entrenamiento, Los Cinco Furiosos se hallaban reunidos en el patío hablando en voz baja.

—¡Yo digo que colguemos un pastel y golpeemos un gong para que se lo pegue en la cara! —exclamó de manera divertida.

—Mantis nadie está hablando de eso, además no tiene nada que ver con esto otro — respondió a regañadientes—. No es gracioso utilizar el Día del Guerrero Dragón para ese tipo de cosas —reflexionó por un momento, con la punta de su cola en la barbilla—. Ahora que pienso, si lo sería en otra ocasión que no fuera esta.

—Debemos buscar una forma de sorprenderlo sin que se dé cuenta de ello —mencionó la líder.

—¿Qué tal si te metemos en un gran pastel?, lo llevamos a su cuarto y ¡BOM!, sales y le das un gran abrazo como en Gongmen felicitándolo por… —Mono calló al ver a Tigresa mirándolo con ferocidad—. Bueno solo decía, solo decía —río nervioso.

—¿Y qué tal si esperamos en el restaurante del Señor Ping? Cuando se levante y vea que no estamos nos buscará, y con el tiempo disponible podremos preparar una fiesta sorpresa —dijo Grulla animando a sus amigos a cometer dicho acto.

—Me parece buena idea. Buena idea… —dijo Mantis.

—¿Y si le regalamos figuras de acción de nosotros? ¿Otra vez? —preguntó el primate, a lo que todos reflexionaron por un momento; y tras unos segundos negaron al unísono rotundamente.

—Po tiene razón, nos tiene a nosotros de carne y hueso. Creo que maduró un poco en cuanto su actitud —se puso un dedo en la barbilla—, concuerdo con Grulla, vayamos con el señor Ping, pero también deberíamos consultarlo con Li Shan, así podremos darle una gran fiesta a Po —la felina se levantó decidida y caminó hacia la salida.

Mono pareció quejarse: —Bueno y, ¿qué esperamos? Si no nos movemos de aquí nuestros músculos van a aguadarse, con Po de maestro los entrenamientos son menos exigentes. Empiezo a extrañar los entrenamientos intensos.

—Tal vez Po tenga poca experiencia como maestro de… maestros. Debes entenderlo, solo han pasado 3 años desde que se convirtió en encargado del Palacio de Jade y continúa intentando se mejor.

—Tú lo defiendes porque te gusta… —Calló por un momento al escuchar el gruñir de la maestra—. Vamos Tigresa no me veas así, sabes que no miento —Cuando menos lo esperó Tigresa lo tomó de la cola estampándolo contra la pared del patio—. No me retracto de lo que dije —dijo con la cara pegada al concreto.

—Solo somos amigos, es todo. Déjate de estupideces —dijo con tranquilidad.

—Si claro, amigos… así dicen todos —atinó a decir Mantis, y justo antes de que la Maestra lo mandara a volar con sus dedos, Víbora habló:

—Mono tiene razón, sonará un poco bromista, pero, parece que alguien con una flecha muy poderosa rompió la coraza de tu corazón, hmhm… Acaso ¿hay algo de lo que quieras hablar? —Tigresa la miró por unos segundos.

—No. ¿Quieren dejar esto para otro momento?, tenemos algo más importante que hacer en vez de pensar en cosas de niños —comentó con seriedad.

Los tres callaron al instante, y Mono que apenas se reincorporaba, tampoco dijo nada. No era grato hacer enojar a Tigresa en un día tan importante como lo era el Día del Guerrero Dragón.

—Está bien, no diremos nada ji, ji… —mencionó Mono, bromista como de costumbre, ahora tenía una buena para molestarla de vez en cuando.

—Tigresa, solo bromeamos, no te lo tomes tan a pecho —Mantis se subió al hombro de la maestra—. Si no quieres aceptarlo no pasa nada.

—Ridículos —comentó como si nada y juntos se encaminaron hacia el pueblo.

Sin embargo, Tigresa devolvió la vista hacia atrás al haber creído escuchar algo; después de una pequeña pausa dejó de prestarle la suficiente atención, bajó un poco y cerró la puerta. Por alguna razón tenía un extraño presentimiento.

2

Por su lado, el Guerrero Dragón se encontraba dormido en su respectiva habitación, roncando en un bajo volumen.

—Mhmh no, me haces cosquillas… maldito hombre tofu, te odio… Hehehe, eres asqueroso, nooo, espera —comenzó a rodar en su cama de lado a lado.

Dentro de su sueño el panorama era rojo, pisaba arena ennegrecida, y el sol parecía quedarse tras las montañas, pensaba que el apocalipsis había llegado antes de lo imaginado.

››Po vestía la Indumentaria Legendaria, aquella que lo envolvió tras derrotar a Kai: con su sombrero de arroz y la extensa capa dorada que ondeaba de manera majestuosa.

—Así que volviste… —Empuñó La Espada de los Héroes mientras que, al frente suyo, hizo acto de presencia un enorme monstruo tofu de cuatro metros de altura, con piernas largas, brazos: ojos filosos y enormes dientes como cuchillos, empuñando martillos en cada mano—. Tu apariencia, es intimidante, ¡pero el bárbaro Guerrero Dragón y Maestro del Chi, no retrocede ante nada! —habló con imponencia y colocándose en posición de batalla, lo miró—. ¡Hora de darte un mejor sabor con la salsa de la justicia! —gritó entusiasta.

Se lanzó contra el enemigo, ambos pelearon con rudeza, hasta que, de un momento a otro, el tofu cayó hecho pedazos. Po cayó al frente con una sonrisa victoriosa, al frente, lo esperaba una felina, vestida con una sublime armadura dorada que hacía resaltar su figura.

"Siempre tan poderoso, bárbaro y guapo Guerrero Dragón" —La felina se pegó a su pecho y lo miró con picardía.

—¡Ese es mi trabajo, maestra Tigresa, pero lo que importa es… —Fue interrumpido de manera abrupta, el tofu de tras suyo comenzó a regenerarse haciéndose más grande que el anterior y ahora con cuatro brazos y seis ojos; procedió a tomar a la maestra con tal de devorarla.

"¡Auxilio!"

—El mal nunca descansa —dijo de espaldas—, eres un peleador duro y puede que me des asco, pero admito que eres persistente… eres muy bueno —encendió la espada en un aura dorada y se giró hacia el—, pero yo soy mejor. ¡Shashabui!

El Guerrero Dragón se abalanzó contra el tofu gigante pero antes de terminar el tofu lo tomó con los dedos y lo acercó a su boca, devorándolo. ‹‹

Po despertó gritando con fuerza, sudoroso y agitado, luego de calmarse se dio cuenta que estaba en el suelo.

—Rayos, no puedo creer que me haya ganado… otra vez. ¡Maldito hombre tofu, algún día te derrotaré, ya lo veras, entrenare mi Chi de los sueños! —exclamó orgulloso.

Salió de su habitación, y se dirigió al baño para lavar su rostro. Al verse en el espejo, alabó a su reflejo. Po había cambiado un poco en los últimos 3 años, ahora tenía una pequeña trenza china como el maestro Shifu, y había dejado crecer una especie de barbita muy parecida a la del susodicho.

Tras un poco de aseo, espero en el pasillo, pero los Cinco Furiosos no daban señal de vida por ningún lado, cosa que lo preocupó ya que estos eran los primeros en levantarse y esperarlo a él fuera de las habitaciones.

—Ah ¿Chicos? —revisó habitación por habitación, por debajo de la cama de Mono, el armario de Mono—¿Mono?... —la alfombra de Grulla, todo sin resultado alguno, tocó la puerta de la habitación de Tigresa sin recibir respuesta, por respeto no entraría. Continuó buscando; esta vez en entre el patio, y por donde debería estar antes la habitación del Maestro Shifu, ahora convertida en un tipo de armario en donde guardaban objetos rotos y demás reliquias— ¿Tigresa? Muy graciosos chicos, que bien saben esconderse. ¡Si es alguna de tus bromas Mono, te advierto que esta vez estoy preparado!, ¡tengo mis calzoncillos de la suerte! Ehj la cocina, ¡eso es! Ay que tonto fui ¿Por qué no lo pensé antes?, tal vez estén esperándome para que prepare el desayuno.

Corrió hacia la cocina, al llegar, se detuvo y esperó algunos segundos debido a una serie de sonidos entre los trastes y platos.

—¡Guau!, chicos, sí que no esperaron. —susurró para sí mismo—. Bien, ¡quien está listo para unos deliciosos…! —Entró, pero no había nadie—, ¿fideos?, ¿qué pasó aquí? —observó el desastre en la cocina, platos rotos, vasos, cucharones regados, cuchillos. Po rio sarcásticamente al ver el desastre— Muy graciosos chicos alguien va tener que limpiar esto y no seré yo —dijo al aire, cuando el movimiento de un tazón llamó su atención. Po solo se tomó la molestia de sonreír— Bien Mantis, sé que eres tú, podrás ser pequeño, pero no es suficiente para mi barbarosidad —levantó el tazón solo para apreciar a una pequeña criatura púrpura devorando una de las tantas galletas de Mono— Awww pero que linda eh ¿rata?, oye eres muy adorable, ¿tu hiciste esto?

Acercó su rostro a ella, el pequeño ser emitió sonidos de lagarto con ternura como si de un bebe dragón se tratará.

—Jeje, oye amiguito eres muy lindo, y no puedo aplastar algo tan lindo como tú —acercó su dedo para acariciarla, pero la criatura mostró sus filosos dientes y lo mordió.

Po gritó de dolor y comenzó a correr por la cocina sacudiendo su mano para que la gárgola lo soltara, persistió por un buen rato; El panda optó por tomar una sartén y la golpeó con fuerza en repetidas ocasiones hasta soltarlo.

—¿Cómo es que algo tan pequeño y tierno muerde como un lobo? —dijo adolorido— Uffff… menos mal que no me arrancó el dedo.

Sin embargo, la Gárgola gritó y se lanzó en su contra de nueva cuenta, Po usó una hoya para atraparla y sentarse encima, escuchándola golpear con salvajismo por dentro. Estaba consternado.

—Bien…lo… admito chicos, se esforzaron mucho esta vez para jugarme sucio. ¿Pero es enserio?, un pequeño monstruo o ¿Lo que sea? —habló entre jadeos.

Pronto escuchó el sonido de otra gárgola proveniente del Salón de los Héroes—Oh, oh… —puso una roca encima para evitar que la Gárgola escapara y salió corriendo. El Guerrero Dragón llego hasta el salón, allí, 5 gárgolas más destruían estatuas con joyería incrustada en partes específicas.

—Oigan ¿Qué hacen? ¡Alto! —saltó a donde había una y la arrojó lejos de una estatua, salvándola de seguir siendo destruida

—Vinieron a robar el lugar equivocado ratas o lagartijas, ¿murciélagos? —seguía confundido por el aspecto de sus adversarios ya que poseían: orejas y alas como los murciélagos, colmillos afilados, piel purpura; la esclerótica de sus ojos era también purpura, y tenían la cola de una rata con una punta de lanza al final de esta—. Lo que sean, ¡prepárense para sentir el trueno! —gritó y tomó posición, las gárgolas al verlo, pararon y miraron por unos segundos, luego entre ellas mismas; lo ignoraron y siguieron con su trabajo—. ¡¿Qué no me oyeron?! Está bien ustedes lo pidieron —concentró su Chi y lanzó una pequeña ráfaga de energía dorada en dirección a una gárgola.

El pequeño ser chilló de dolor mientras se hacía polvo en el aíre, las 4 gárgolas restantes lo vieron atemorizadas y, aun volando tomaron formación en el aire; solo una de ellas descendió e imitó la pose de pelea del guerrero de blanco y negro, quedando así frente a él.

Po Bufo: —¿Es todo? ¿Solo una?, por favor es pan comido.

La gárgola rugió como lo haría un dragón y un humo negro cubrió su cuerpo, Po presenció nervioso como la criatura pasaba a convertirse en una gárgola aún más grande y que doblaba, por algunos centímetros, su tamaño, y a comparación de las pequeñas, ya no poseía a las, pero sí una gran masa muscular, junto con un par de cuernos, unos muy afilados.

—Aaahhh eso no me lo esperaba… —La gárgola sacó aire de su nariz. En una abrir y cerrar de ojos terminó lanzando a Po fuera del salón con un brutal puñetazo que bien pudo haberlo matado. Adolorido presenció a la gárgola saltar hacia el patio. Tosió por el polvo y recuperó la compostura—. Me has im…presionado… —se levantó rápido, ya como si nada y la encaró— ¡Pero un guerrero de verdad no se rinde jamás! —se abalanzó contra la gárgola golpeándola en la barbilla casi con la misma fuerza con la que esta lo golpeo anteriormente—. Te lo regreso.

La criatura tenía la piel gruesa como roca, e imitaba al guerrero en algunos ataques de manera feroz, al rato, Po se dio cuenta que no estaba peleando con un monstruo cualquiera si no con un verdadero guerrero. Le dio una patada mandándola contra la pared, el humo y el polvo que desplegaban ataque tras ataque comenzaba nublar el cielo en la zona.

La gárgola lo agarró de la cabeza y lo clavo en el suelo enterrándolo cada vez más; El Guerrero Dragón batallaba para evitarlo, pero se percató que las demás gárgolas salieron del salón cargando un costal de tamaño considerable y comenzaron a alejarse del palacio. Su adversario se giró a ver a sus compañeras y se dirigió a donde ellas regresando a su aspecto y tamaño normal.

—¿Qué? ¡No! ¡Suelten eso, vuelvan aquí! —siguió a los bichos usurpadores y se colgó de la bolsa antes de que despegara del suelo; Ni siquiera distinguía cual era con la que había peleado ya que las cuatro eran iguales, ahora se elevaban en los cielos— Oh, esto es malo, ¡CHICOOOOS!

3

Los preparativos estaban listos, la comida, recién hecha, regalos bajo la mesa más grande, y los invitados más que emocionados. Tigresa se encargó de organizar con orden la fiesta sorpresa, con ayuda de los Cinco Furiosos se aseguró de que no faltara nada.

—Cuando Po se dé cuenta que no estamos en el palacio pensará que le estamos jugando una broma y vendrá aquí a preguntar por nosotros —dijo Mono.

—¿Regalo listo? —le preguntó Tigresa a Li Shan, el cual tenía una caja de bambú bien tapada abarcando ambos brazos.

—¡Listo! —dijo.

—¿Invitados sorpresa? —Algunos aldeanos y maestros de Kung Fu tomaron posición y se escondieron.

—Ssshh… Alguien viene, todos a sus posiciones —dijo la reptil.

Una silueta se asomaba y se acercaba poco a poco a la entra del restaurante, los invitados parecían carcomer sus propios labios de la emoción.

¡FELIZ DÍA DEL GUERRERO DRAGÓN!

—¡Sorpre… Sa! —completó el primate, todos quedaron impactados al ver que se trataba de nada más ni nada menos que Shifu.

—Supongo que debo dar gracias, pero, no es mi cumpleaños ni tampoco soy el Guerrero Dragón, es un lindo detalle.

—Ma-maestro Shifu, digo Shifu, si es que aún se le puede llamar Maestro —pronunció Mono.

—Desde luego, Mono, no tengo problema. —mencionó con las manos en la espalda.

—Maestro ¿Qué hace aquí? —Preguntó Víbora.

—Vine a tratar unos asuntos, de suma importancia con el Maestro Po, además, quería saber cómo estaba —miró a Tigresa por un momento—, mi hija —la maestra se quedó de piedra al oírlo decir aquella simple palabra 'Hija', tanto así que sintió como si algo aplastara en su pecho—. Díganme, ¿qué significa esto?, pregunto ¿No deberían estar entrenando allá en el Palacio de Jade? y más importante aún; ¿En dónde está Po?, necesito hablar con el—Shifu se mantuvo expectante a cualquier respuesta, ahora tenía una barba más poblada que abarcaba gran parte de su rostro; más a parte usaba unos lentes de botella y un qipao de mangas largas color café.

Grulla estaba por decir algo, sin imaginar que un estruendoso gritó rompería con el silencio. Todos incluyendo Shifu Salieron del restaurante para mirar alrededor y tratar de buscar al dueño de aquel grito.

"¡Miren arriba es Po!"

—¿Po?... —Tigresa logró divisarlo entre las pocas nubes, los presentes miraban incrédulos al Panda sosteniéndose de la bolsa que cargaban las gárgolas— ¡Rápido, Grulla ayúdalo! —Grulla se elevó y voló hasta donde el—. ¡Mono, Mantis y Víbora, síganme!

Grulla siguió a toda velocidad para ayudar a Po quien al parecer no podría sostenerse por más tiempo, y para desgracia del maestro; las gárgolas estaban aún muy arriba de su alcance.

—Rayos, ¿cómo pueden volar tan alto? —llegó a la par del grupo de gárgolas.

—¡Grulla!, ¡gracias al cielo que estás aquí! —dijo alegre.

—Pues sí, si es gracias al cielo que estoy aquí —mencionó con sorna, sin perder de vista a las criaturas— ¿Qué sucedió? ¿Qué hiciste? Y ¿Qué son estás cosas? —Inquirió.

—¡No lo sé! Escucha, en primera yo no hice nada, en segunda estas cosas saquearon el Salón de los Héroes y robaron —miró de reojo el costal del cual colgaba—, no sé qué hayan robado, pero no se esforzaron para hacerlo.

—¿Cómo fue que un montón de pequeñines te derrotaron?

—Grulla por favor estas cosas no son normales, ¡cuidado! —Una de las criaturas se acercó a Grulla, se trepó sobre él y comenzó a morderlo.

—¡Suelta…me…cosa…rara salida de donde sea que…hayas salido! —Forcejeó alborotado. El ser lo mordió en una de sus alas y Grulla lo pateo, la gárgola, molesta, encajó más sus afilados dientes, el maestro entre dolor se vio obligado a dar volteretas hasta que, su enemigo por la turbulencia lo soltó y regresó con sus compañeras; Grulla, sin embargo, cayó— ¡Po suelta el costal!

—¡Pero está muy alto! —observó su entorno intentando encontrar algo en qué bajar, pero estaba aún arriba de las montañas cercanas.

—¡Solo hazlo, confía en mí! —Grulla se volvió para ver el piso esperando el fuerte impacto, pero antes de eso Tigresa saltó y lo salvó, al no sentir el golpe contra el suelo, abrió los ojos—Mami. ¿Eres tú?

—No grulla, estas a salvo, hay que darnos prisa. ¡Chicos ahora! —gritó y entre Mono, Mantis, Víbora y Grulla que apenas podía sostenerse extendieron una enorme manta desde un edificio. Po miró desde los cielos y se dio cuenta que estaba por salir del valle, observando que los Cinco Furiosos lo esperaban en aquel último edificio al final del camino.

—Bien, aquí vamos —Procedió a soltarse—¡Esto va a doler!

Al caer el peso de Po consiguió ser demasiado para todos y terminó por llevárselos consigo. Los pobladores vieron a las gárgolas alejarse y perderse entre las nubes, habían escapado con éxito.

—Auch… eso fue ¡una locura! —exclamó el primate y volvió a tirarse en el suelo.

—Po, ¿estás bien? ¿Qué sucedió? —pregunto con preocupación y tomó la mano del panda, este, lejos de responder la miró por unos segundos provocándole una extraña sensación que la recorría de abajo a arriba, al notarlo lo soltó y más temprano que nunca retomó su postura. El Guerrero Dragón solo se limitó a sonreírle.

—¡Po! —Shifu corrió hasta llegar a donde el, detrás suyo venían Li y el señor Ping, quienes recitaban el nombre de su hijo a la par, aterrados por lo recientemente ocurrido.

—¡Maestro Shifu! —se levantó e hizo una reverencia, pero Shifu le dijo que no era necesario; Po insistió, pero el maestro no se quedó atrás y así lo dejo. Po solo cerro la boca.

—Dinos ¿Qué fue todo eso?

—Bueno, yo… —Respiró y pensó un poco, no estaba del todo seguro decirles ahora, pero al final se decidió resumirlo—. Me levanté a despertar a los cinco como lo haría usted todos los días, pensaba darles el día libre por su esfuerzo, pero me di cuenta que no estaban por ningún lado —todos escuchaban atentos, Po sentía cada mirada clavada en su persona—, comencé a buscarlos por todo el templo, creí que me estaban jugando alguna broma, llegué a la cocina topándome con una tierna criatura que muerde como mil demonios. Luché contra ella y terminé por encerrarla en una cazuela, luego de eso descubrí a más ratas voladoras destruyendo el Salón de los Héroes, fui y traté de detenerlas, no me hicieron caso, supongo que destruí a una o la desintegré con una ráfaga de Chi y se enojaron. Una de ellas iba a pelear conmigo, era pequeña como las demás, pero ¡Oh, sorpresa!, se hizo grande; también luche contra ella y bueno, casi me mata. Esa cosa no era como algún monstruo mágico con el que haya peleado antes, imitaba algunos ataques míos, de Mantis, Mono, Grulla, Víbora, Incluso de Tigresa y luego de eso querían escapar con la bolsa enorme y… —Shifu alzó la mano para que se detuviera, escuchó la manera en la que se expresaba Po, no parecía el, su tono era algo más, serio, alterado por la situación, pero alejado de lo que conocía.

—No ibas a dejarlas ir… Po, ¿cómo se veían?

—Eran de un color morado y como estatuas… —Shifu se estremeció al escucharlo. Tigresa se acercó a él y posó su mano en su hombro.

—Maestro. ¿Se encuentra usted bien? — Preguntó Tigresa, Shifu cambió esa expresión de tranquilidad por una poco usual en él, una expresión de miedo.

—Llegué tarde… Regresó —dirigió la mirada al cielo.

—¿Quién? —Preguntó Po.

—Volvamos de inmediato al palacio —pidió con un tono muy serio—. Grulla, en cuanto subamos ve a la enfermería.

—Maestro, ¿Qué pasa? —preguntó Víbora, consternada por el repentino cambio de actitud de su maestro.

—Se los diré allá arriba, de prisa —dijo y se puso en marcha. Los Furiosos y el Guerrero Dragón cruzaron miradas entre sí, había algo que inquietaba a Shifu y todos tenían cuenta de ello, en especial Po.

El panda devolvió la mirada hacia el horizonte, exactamente en dirección a donde las gárgolas habían ido. Sin más, siguieron a su antiguo maestro de vuelta al Palacio de Jade, sin saber que lo ocurrido ese día, era solo el comienzo de algo mucho más grande que estaba por venir.