Disclaimer: Los personajes pertenecen a Hori y quien corresponda.

¡Hola!

¡Vamos allá! No recordé avisar en el primer capítulo de que habrá lemon en la historia. En AO3 los tags son súper cómodos y te dejan poner todas las advertencias necesarias, así que olvidé indicar por aquí que aunque tenga rate M, el fic tiene escenas sexuales explícitas. Muy explícitas. Como hago siempre, cada capítulo individualmente contendrá los correspondientes avisos.

Trigger warning: Escena de masturbación explícita.


Bakugou

—Joder, Katsu, eso no lo esperaba —gimió Eijiro, apretando los dientes para no quejarse de dolor mientras se sujetaba el costado.

—Tienes que esforzarte más, Eijiro.

Sonrió de lado, satisfecho. Habían pedido permiso para entrenar juntos. Katsuki podía atacarle con toda su potencia de fuego y el otro practicar su defensa. Katsuki había conseguido debilitar en un punto el Don de Eijiro y, al atacarle por allí, lo había derrumbado con facilidad tras siete largos minutos creando explosiones que este había detenido con determinación.

Katsuki aprovechó que Eijiro seguía tumbado en el suelo tras caer derribado al suelo después de la última explosión para observar a Todoroki y Deku, que entrenaban en el área adyacente. Entrecerró los ojos, evaluándolos con atención. Todoroki estaba creando muros de hielo cada vez más gruesos y Deku se esforzaba en destrozarlos con los brazos, las piernas y lanzando ráfagas de aire con los dedos, intentando regular la potencia del One for All. Katsuki frunció el ceño, enfadado al ver que no estaba utilizando el mismo porcentaje que había conseguido en sus últimos entrenamientos con All Might. Eijiro, incorporándose con dificultad, se acercó a él intentando disimular el dolor con lo que llamaba su sonrisa varonil estrella. Katsuki lo miró de reojo y anotó mentalmente no atacar por aquel lado hasta que se hubiese recuperado.

—Ese idiota puede hacer mucho más —gruñó Katsuki cuando Eijiro observó también a los otros dos chicos entrenar, con un gesto de curiosidad.

—Katsuki, ¿va todo bien? —le preguntó Eijiro, volviéndose para mirarle a Katsuki con gesto preocupado. Este se encogió de hombros, enfadado. Esos dos habían salido de la tienda muy temprano para hacer deporte, sin avisarle. Él se había despertado al oírlos salir, sin explicarse por qué estaba durmiendo fuera del futón. Había gruñido entre dientes después de quedarse solo en la tienda, convenciéndose a sí mismo de que no habría querido ir si le hubiesen invitado, pero le había molestado igual—. ¿Hablaste con él?

—No tengo nada nuevo que decirle —contestó Katsuki secamente, mirando cómo Todoroki dejaba de crear hielo defensivo para atacar acto seguido con una llamarada—. Ese imbécil mitad y mitad debería crear el fuego antes de haber dejado de generar hielo. Esa décima de segundo que tarda en cambiar de mano es un punto débil del tamaño del agujero de la capa de ozono.

—Katsu… —murmuró Eijiro, todavía mirándole.

—¡Es cierto! Hasta tú podrías aprovechar esa décima para endurecerte y resistir su fuego —argumento Katsuki, elevando el tono de voz.

—Me refería a Midoriya —aclaró Eijiro, acorralándolo.

—Ya lo sé —dijo Katsuki, cortante.

Eijiro llevaba con la misma cantinela de que Katsuki necesitaba hablar con Deku desde antes de lo ocurrido en Nabu. Eijiro y él habían pasado buenos ratos juntos en aquella relación de nada-más-que-una-buena-amistad, como lo habían definido, pero unos meses antes Eijiro había hablado con Katsuki para terminar con su trato, argumentando que no quería enamorarse de alguien que no podría corresponderle como él necesitaba. Dolido por perder aquello también, Katsuki había aceptado. Le había molestado perder la parte más placentera del trato, pero había acabado entendiendo que era lo más justo para Eijiro, que de esa manera podría tener una relación de igual a igual con él y buscar en otra persona los sentimientos que no conseguía despertar en Katsuki. En cualquier caso Eijiro, a pesar de que Katsuki echaba de menos lo bien que lo pasaban juntos, seguía viéndole como un buen amigo y no se había apartado de él, siendo su principal apoyo durante los meses anteriores.

Después de que Deku y Todoroki abandonasen la tienda, Katsuki había salido a hacer un poco de ejercicio por su cuenta y entrar en calor. Había tenido la pequeña esperanza de encontrárselos estirando, pero no había habido ni rastro de ellos durante todo el tiempo que estuvo haciendo deporte, aunque al terminar notó que habían pasado por las duchas poco antes que él. No había vuelto a verlos hasta la hora del desayuno. Él entraba al comedor y ellos salían. Todoroki se había apartado amablemente para dejarle pasar y Deku le había saludado con entusiasmo, pero Katsuki no había tenido ganas de contestarle, todavía un poco molesto y enfadado consigo mismo por estarlo.

—Deberías haberlo hecho —insistió Eijiro, mirándole con comprensión, sin permitirle escaparse de la conversación.

—Lo hice —se defendió Katsuki, sintiendo que su humor empeoraba—. O algo así.

—¿Algo así? —se carcajeó Eijiro, poniendo los ojos en blanco—. O hablas con él o no hablas con él, pero no existen los algo así en esto, Katsuki.

—No te rías, caradura imbécil —gruñó Katsuki. Un par de explosiones escaparon de sus dedos, demasiado pequeñas para ser peligrosas, pero suficientemente audibles. Eijiro le puso una mano en el hombro a modo de contención.

—Tenéis que hablar las cosas, Katsu —le dijo con cariño, dándole un pequeño apretón en el hombro cuando otro par de explosiones sonaron en las manos de Katsuki—. Es evidente que ha pasado mucho entre vosotros y que…

—Déjalo ya —le ordenó Katsuki secamente, apretando los labios. Eijiro asintió. Katsuki deseó que este le diese un abrazo, pero no deseaba pedírselo allí, a la vista de todos.

Había descubierto lo mucho que le gustaban los abrazos de Eijiro el día que lo dejaron, justo antes de que este hablase con él para terminar. Los dos estaban tumbados en su cama de la Yuei. Relajado y somnoliento tras el orgasmo, Katsuki se había dejado caer sobre Eijiro y este le había rodeado con los brazos, soportando el peso de Katsuki mientras le acariciaba el pelo y ponía fin a la parte sexual de su relación. Katsuki había apretado los ojos, negándose a mostrar debilidad ante Eijiro, intentando convencerse de que él se lo perdía si no quería estar con él, pero Eijiro no lo había soltado, murmurando que siempre que se lo pidiese estaría disponible para darle un abrazo, pero que debería acostarse con la persona con la que realmente deseaba hacerlo.

—¿Qué te molesta realmente de Midoriya, Katsu? —le había preguntado Eijiro al cabo de un rato, todavía abrazándole, cuando la respiración de Katsuki se había regularizado. Katsuki, que sólo deseaba disfrutar de aquel abrazo, del contacto íntimo de sus pieles al que tendría que renunciar a partir de ese momento, había gruñido a modo de advertencia intentando decirle sin palabras que dejase el tema, pero Eijiro insistió—. A mí me cae bien, es agradable, inteligente, leal… Y te admira con locura, sólo tiene ojos para ti.

—Es un rival a batir —había dicho Katsuki, dando por terminada la conversación.

—Todoroki también es un rival a batir y sin embargo, salvo en el festival deportivo, no te saca tanto de quicio. Aunque es cierto que también le prestas más atención que a los…

—¿Qué más te da? —había vuelto a gruñir Katsuki con violencia, interrumpiéndole. Eijiro había parado de acariciarle el pelo unos segundos, pero no había dicho nada más.

Sintiendo que el momento se había roto del todo, Katsuki se había levantado para vestirse y marcharse de la habitación. No podía hablarle a Eijiro del poder que All Might le había dado a alguien como Deku. Tampoco de su miedo a no ser el número uno y verse sobrepasado por alguien que había estado detrás de él toda la infancia. Fue ahí cuando comprendió por qué Eijiro pensaba que para él no era justo seguir acostándose con Katsuki. Demasiados secretos. Sintiendo que se lo debía, Katsuki se había parado en la puerta antes de abrirla. Sentándose en el suelo, decidió que al menos sí había cosas que podía contarle. Le habló de su infancia junto a Deku. De todo lo que había ocurrido, de todo lo que habían pasado. De cómo le había tratado y de lo que le había hecho. Eijiro había apretado los labios, sentándose junto a él en el suelo y pasándole el brazo por los hombros sin juzgarle, apoyándole silenciosamente a pesar de que estaba disgustado al oír cómo le había insultado y despreciado por creer que no tenía Don, omitiendo que realmente había sido así para proteger el secreto de One for All. Katsuki, por primera vez en su vida, se sintió verdaderamente avergonzado por la mirada de dolor empático hacia Deku que le dirigió Eijiro.

—Habla con él —le había dicho Eijiro en voz baja cuando Katsuki terminó de hablar al cabo de un rato—. A pesar de todo esto, Midoriya te tiene muchísimo aprecio y cariño, se ve en sus ojos. Te admira como si fueses All Might. No creo que necesite que le cuentes todo esto, sólo que le trates con el respeto y el cariño que realmente le tienes, que cambies tu forma de interactuar con él, pero a ti puede ayudarte para sentirte mejor.

—¿Cariño? —había preguntado Katsuki, dudando al oírlo.

—Cariño. —La respuesta de Eijiro fue contundente

A partir de ese momento, Eijiro había empezado a insistirle a menudo en que debía hablar con Deku. Mencionó algo sobre unas disculpas y sobre ser justo, pero Katsuki se había encerrado en sí mismo durante las siguientes semanas, sin querer escucharlo. Eijiro había esperado con paciencia, dándole espacio antes de volver a la carga con su sonrisa imperturbable, recordándole que él seguiría siendo su amigo incondicional y que los buenos amigos se apoyaban, pero también se recordaban las cosas difíciles. Lo único que había cambiado en su amistad era que ambos habían vuelto a dormir en sus respectivas camas todas las noches.

—Es verdad que hablé con él en Nabu —admitió Katsuki al cabo de un rato, agradecido de que Eijiro no hubiese apartado la mano de su hombro. Inconscientemente, la sujetó con la suya unos segundos antes de seguir hablando—. No fue como tú querías, no te emociones. Pero llegamos a una especie de entendimiento.

—Me alegra oír eso —dijo Eijiro con una sonrisa alegre, pero Katsuki negó con la cabeza.

—No salió muy bien, creo. Pero conseguimos entendernos y pelear juntos. Es un paso, ¿no? Aunque sigamos sin caernos bien.

—Claro que es un paso, Katsu. Pero no estoy de acuerdo en que no os caigáis bien. Al menos tú a Midoriya —insistió Eijiro, cabezota—. Os recuerdo a los dos a solas en el barco cuando zarpamos de la isla. Parecíais… bueno, quizá no amigos, pero no estabais peleando.

Katsuki asintió, volviendo a prestar atención al entrenamiento los otros dos. Todoroki había empezado a crear llamas que Deku esquivaba a toda velocidad, saltando en el aire con agilidad, igual que un conejo. Katsuki gruñó con aprobación, era más necesario que Todoroki practicase con el fuego que con el hielo, ya que lo dominaba peor. Le fastidiaba que aquellos dos se hubiesen hecho más amigos entre ellos que de él, pero no quiso verbalizarlo en voz alta por el riesgo de que Eijiro volviese a sermonearlo sobre hablar con Deku y encima añadiese a Todoroki a la lista.

Observándolos, vio cómo Deku y Todoroki hacían una pausa y charlaban entre ellos animadamente, Katsuki se mordió el labio inferior. Deku tenía un Don poderoso, el del que había sido el número uno. Eso lo frustraba. Todoroki tenía dos dones muy fuertes. Uno de ellos había colocado a su padre en el número uno. Sentía como si los dos chicos estuviesen retándole, poniéndose de acuerdo contra él. No quería quedarse atrás, pero paradójicamente aquello lo empujaba hacia ellos constantemente.

—Para no caerte bien ninguno de los dos, los miras demasiado —bromeo Eijiro, quitando la mano de su hombro y dándole un codazo. Katsuki resopló, sintiéndose como un niño atrapado en una travesura—. A lo mejor deberías…

—¡Cállate! Entrena con Mina, Hanta y Denki hoy —le ordenó Katsuki, caminando hacia los otros dos chicos sin esperar respuesta de Eijiro, que sonrió con un amago de carcajada antes de asentir y caminar hacia el campo donde estaban sus otros amigos—. ¡Eh, Deku estúpido! ¡Mitad y mitad! —los llamó a gritos al llegar a su área de entrenamiento.

Los dos se volvieron hacia él, sorprendidos. Katsuki se dio cuenta de que lo hacían a la vez y una mueca de desagrado le cruzó el rostro al ver la complicidad que habían alcanzado. Sabía que antes de llegar al campamento ya se llevaban bien, pero no sabía que tanto. Se puso celoso de ambos, deseando que los dos quisieran prestarle más atención.

—Hay que extraer todo el potencial de este inútil, ¿verdad? —preguntó mirando a Todoroki. Este y Deku intercambiaron una mirada de entendimiento entre ellos antes de asentir—. Entonces, hagámoslo. Tú —ordenó a Todoroki—, atácanos a ambos con todo lo que tengas. No dejes que nos acerquemos a ti. Deku, trata de esquivarlo todo e impedir que yo llegue antes. Ganarás si tocas la espalda del hombre de hielo el primero.

—De acuerdo —dijo Deku, apretando los labios sin discutir. Todoroki se afianzó en el suelo, abriendo las piernas para obtener un mejor punto de apoyo. Katsuki le llamó una vez más, antes de empezar.

—Una cosa más mitad y mitad. Si tardas más de una milésima de segundo en cambiar de hielo a fuego, te meteré tal explosión en la cara que aprenderás a hacerlo a la vez —le amenazó con una mueca de anticipación. Todoroki asintió, muy serio, aceptando el reto.

Katsuki tardó más de dos horas en poder tocar la espalda de Todoroki, ganando a Deku. A pesar de su amenaza, se contuvo en las explosiones que coló en los cambios de Don de Todoroki, que apretaba los labios y asentía cada vez que se daba cuenta de que había bajado la guardia. El propio Deku había conseguido patearle lejos de su objetivo en un par de ocasiones, combatiendo sin rendirse, pero sin conseguir llegar a Todoroki y finalizar el entrenamiento. Katsuki lo había conseguido cuando Todoroki se había apoyado en las rodillas, temblando como una hoja al viento e intentando recuperar el aliento, con sus movimientos ralentizados por el frío por culpa de haber abusado de su parte derecha. A la tercera explosión de Katsuki avisándole de su desfase en el cambio de Don, había dejado de utilizar el fuego. Todoroki había respirado aliviado cuando Katsuki le había tocado la espalda y este había gruñido, encontrando que una victoria así no le satisfacía. Quería ganar por noqueo, no por rendición. Al verlo ganar, Deku se había dejado caer sentado en el suelo, con el rostro perlado de sudor. Katsuki también estaba agotado, pero intentó disimular, irguiéndose.

—Tienes que practicar más con el fuego —le espetó Katsuki, reprimiendo las ganas de golpearle con el pie para hacerlo reaccionar—. Cuando estás cansado o acorralado, lo utilizas con demasiadas dudas y abusas demasiado del hielo.

Todoroki le miro con expresión ausente, intentando contener el castañeo de los dientes mientras regulaba su temperatura corporal. Katsuki se dio cuenta de que seguía gritándole como durante el entrenamiento y se arrepintió. Había estado intentando controlar conscientemente esa parte de su carácter fuera de las peleas. Sin embargo, Todoroki asintió con un brillo de agradecimiento en los ojos que le hizo sentirse extraño. Katsuki lo ignoró deliberadamente, dándole la espalda. Después de los entrenamientos complementarios, los dos habían sido capaces de trabajar mejor juntos y gran parte de su rabia hacia él se había disipado. Incluso había acabado comprendiendo su reticencia a utilizar el poder de su lado izquierdo, aunque no lo compartía en absoluto.

—Deku, inútil. Levanta —le gritó Katsuki al otro chico, que seguía desplomado en el sitio—. ¿Eso es todo lo que puedes hacer? ¡No puedes quedarte parado en un sitio sin moverte durante tantos segundos! Lo has hecho hasta cuatro veces.

—Pretendía…

—No pretendas, inútil. —Volvió a ser consciente de que seguía gritando e intentó controlar el tono de voz de nuevo—. Sólo hazlo si puedes o practica más para poder hacerlo.

—De acuerdo, Kacchan —asintió Deku, sin argumentar nada más. Un segundo después, sonrió débilmente—. Gracias por entrenar con nosotros. Ha sido genial.

Intentando no pensar en las palabras de Deku, Katsuki les dio la espalda a los dos y se alejó en dirección a las duchas, orgulloso de haberles dado una lección de lo que era un entrenamiento en condiciones y no el paripé que habían estado realizando por su cuenta hasta ese momento. Había abierto el grifo de la ducha central para dejar correr el agua fría sobre su cuerpo, tan sudado que las gotitas chisporroteaban en pequeñas explosiones al resbalar por su piel, cuando oyó a sus dos compañeros entrar en la caseta. Todoroki ayudaba a caminar a Deku, dejándolo en el banquillo que utilizaban para cambiarse después de ducharse.

Katsuki frunció el ceño observando de reojo a Deku, que apoyó la cabeza contra las taquillas, cerrando los ojos. Tragó saliva y su nuez subió y bajó rápidamente varias veces. Katsuki se mordió el labio, preguntándose si se había excedido con la intensidad del entrenamiento. Él se sentía cansado, pero daba la sensación de que Deku apenas podía moverse. Se sintió tentado a preguntarle si se había hecho daño, pero se mordió la lengua, conteniéndose a tiempo.

—¿Estás bien, Midoriya? —Parecía que Todoroki no tenía tantos reparos como él, así que escuchó con atención, ansioso por escuchar la respuesta.

—Sólo estoy muy cansado, Todoroki-kun. —Deku sonrió y Katsuki hizo una mueca de desdén, pensando en qué sería necesario hacer para que dejase de hacerlo de una vez por todas, pues su optimismo a veces llegaba a resultar molesto—. Es como tener unas agujetas terribles, pero se me pasara en cuanto haya descansado un rato.

—Tienes un Don demasiado fuerte para tus músculos, me parece. —Deku calló y Katsuki supo por qué lo hacía: temía decir más de lo conveniente. Lo aprobó, nadie más debía enterarse de la particular condición de Deku y su Don—. ¿Te ayudo a llegar a la ducha?

—SI no te importa, te lo agradecería, Todoroki-kun. Eres muy amable.

Katsuki desvió la mirada, simulando que no había estado prestando atención a la conversación y dándose media vuelta contra la pared, cuando ambos se levantaron para desnudarse y Todoroki ayudó a Deku a ponerse en una de las duchas antes de ocupar la que estaba al otro lado de Katsuki. Si no fuese porque juraría que Todoroki no mostraba ese tipo de reacciones, habría jurado que este parecía complacido mientras ayudaba a Deku.

No volvió a verlos en toda la tarde hasta el momento en que toda la clase se reunió en el comedor para cenar y luego alrededor de la hoguera para compartir sus impresiones del día, hablar y contar algunas historias. De nuevo, Todoroki y Deku llegaron juntos, este último ya por su propio pie, lo que hizo que Katsuki se preguntase de nuevo en qué momento se habían hecho tan amigos como para pasar juntos tanto rato. Se retiró a la tienda de campaña en cuanto Aizawa y Yamada les recordaron que no deberían acostarse mucho después de la puesta del sol para poder estar en pie al amanecer de nuevo.

Ellos dos tardaron un poco más en llegar, charlando alegremente. Katsuki volvió a intentar concentrarse en su teléfono, que había estado consultando, recordándose a sí mismo que debía recordar pedirle a Denki que le recargase la batería a la mañana siguiente. Prestó atención durante unos segundos a su conversación, fingiendo indiferencia, pero no encontró nada interesante y bufó, preguntándose cómo podían hablar dos personas con tanta animación sobre temas tan intrascendentes.

—¿Te quedarás leyendo hoy, Todoroki-kun? —preguntaba Deku, que estaba cambiándose de ropa, preparándose para dormir.

—Estoy cansado —admitió este—. Bakugou nos ha dado una buena paliza esta mañana.

—Al menos lo reconoces, hombre de hielo —masculló Katsuki, incapaz de callarse, antes de darse cuenta de que se había delatado.

—Muy original —susurró Todoroki sarcástico, dirigiendo una mirada divertida a Deku que a Katsuki no le pasó desapercibida.

—Mañana volveremos a entrenar juntos —decidió Katsuki, malhumorado por el buen humor que los dos traían a pesar de que les había hecho morder el polvo y deseando volver a enfrentarse a ellos de nuevo. Los dos chicos asintieron, mostrando su acuerdo, y Katsuki sonrió petulante, contento por su triunfo—. Por lo menos hasta que este inútil sea capaz de utilizar su Don sin destrozarse.

No tardó mucho rato en oír los resoplidos suaves de Deku, indicándole que este estaba dormido. Él se sentía demasiado cansado para conciliar el sueño. Además, se sentía excitado, fruto de todo lo que había pasado a lo largo del día y un tanto molesto por la amistad que parecía desarrollarse entre los otros dos, a pesar de que racionalmente no entendía qué era lo que le fastidiaba exactamente.

Cuando la respiración profunda y estable de Todoroki se unió a los ronquidos casi inaudibles de Deku, Katsuki apartó el teléfono a un lado, poniéndose la mano tras la nuca y rascándose el abdomen con la otra. Sintió cómo Deku rodaba en su futón, acercándose a él y apoyando uno de los pies en su pierna. Iba a gruñir y empujarlo para alejarlo, pero recordó lo agotado que había parecido al entrar en la ducha y apretó los labios, intentando ser paciente para no despertarlo. Además, no le desagradaba el contacto. Él solía evitar tocar a la gente y la gente evitaba tocarle a él, con la notable excepción de Eijiro y, quizá, Deku, que siempre parecía estar demasiado cerca, invadiendo su espacio personal.

—Te mueves más que una canica —masculló en voz muy baja cuando Deku le golpeó con la rodilla y se acercó más a él, intentando no despertarle de todos modos.

Suspiró frustrado, retirándose despacio, con cuidado de no despertar a ninguno de los dos y salió de la tienda en silencio con las deportivas en la mano. Calzándose rápidamente, Katsuki observó a su alrededor en la oscuridad, esperando a que sus ojos se acostumbrasen. Iba vestido sólo con calzoncillos y una camiseta de tirantes, pero no creía que a esas horas hubiese nadie más despierto que pudiese verlo.

Echaba de menos la intimidad de los dormitorios de la Yuei, donde podía conciliar el sueño más fácilmente. También recordaba con cierta nostalgia los tiempos en que Eijiro se colaba dentro de su habitación y era todavía más fácil desfogarse y dormirse aprovechando la somnolencia que le invadía tras el orgasmo. Caminó hacia la caseta de las duchas en busca de algo de intimidad.

Katsuki entró a oscuras y, sin encender luz alguna para no alertar a nadie, se dejó caer en el banquillo, apoyando la nuca contra la pared de madera, de una manera similar a la que había visto a Deku esa mañana. Se lamió los labios, notando su respiración más agitada y su pene reaccionando en el interior del calzoncillo con anticipación. Llevaba desde que los otros dos habían entrado en la tienda con una erección a media asta de origen incierto, aunque prefería pensar que sólo se debía a que la noche anterior no se había masturbado.

Preguntándose cómo lo harían el resto de sus compañeros para desahogarse en un lugar con tan poca intimidad, Katsuki liberó su pene a través de la abertura delantera del bóxer, terminando de endurecerlo con un par de caricias largas y apresuradas. Dejó caer un poco de saliva en una de las palmas de la mano antes de frotársela por el glande, a modo de tosca lubricación. Cerró los ojos, evocando uno de sus recuerdos favoritos: la primera vez que Eijiro se había arrodillado entre sus piernas para lamerle la polla e introducírsela en la boca. Intentando recrear la sensación en su mente, la humedad tibia de la boca y el exceso de saliva deslizándose por el tronco de su polla hasta enterrarse en el vello púbico, Katsuki movió la mano rápidamente en un intento de terminar rápido con aquello, más un desahogo que una búsqueda por alargar el placer.

Cuando el pelo rojo de Eijiro dio paso al cabello más oscuro y de tonos verdosos de Deku, suspiró frustrado. Le había pasado aquello incluso cuando era el mismo Eijiro quien tenía su polla en las manos. Su mente, obsesionada con Deku, tendía a vagar hacia él imaginando qué se sentiría si hundiese la mano en su pelo y tirase de su pelo ayudándole a marcar el ritmo como había hecho con Eijiro; preguntándose si, al contrario que este, Deku le permitiría empujar con las caderas aunque fuese sólo un poco, sintiendo una oleada de excitación inundándole el estómago cada vez que su mente lo recreaba.

El Deku de su imaginación levantó los ojos hacia él, sugerentes, uno azul rodeado por una cicatriz de quemadura y el otro marrón. Katsuki gimió con frustración, desconcentrándose justo en el momento en que sintió el ligero tirón del orgasmo en sus testículos y una gran cantidad de semen, acumulada por no haberse masturbado en varios días, chorreaba alrededor de su puño. Malhumorado porque la descarga no le había resultado placentera más allá del primer segundo de orgasmo, demasiado breve para haberlo disfrutado, Katsuki se apresuró a recoger la corrida con los dedos, intentando que no se deslizase hasta el bóxer y se levantó, limpiándose en el lavabo antes de acomodarse la ropa.

Se miró al espejo en la oscuridad, distinguiendo solo las líneas y formas de su cara, así como el brillo de sus ojos. Era como contemplarse a sí mismo en una película antigua en blanco y negro. Una gota de sudor resbaló por su sien, al mismo tiempo que otra lo hacía por su nuca, acabando en el algodón de la camiseta, fruto del calor nocturno y de la misma excitación que tenía antes de masturbarse, que no le había servido de desahogo como había planeado.

—Maldito Deku —murmuró Katsuki. Eijiro le habría dicho, una vez más, que tenía que hablar con él y aclarar las cosas, pero él mismo no sabía qué era lo que necesitaba decirle o qué era lo que Deku necesitaba escuchar de él. La visión de los ojos de Todoroki en su fantasía tampoco ayudaba. Gruñó, frustrado—. Maldito mitad y mitad. Será mejor que intente dormir.

A pesar de sus palabras, no fue directo a la tienda. Oteó a su alrededor, pensativo, comprobando que nadie estaba despierto o fuera de las tiendas. Se sintió tentado a ir a la tienda de Eijiro e intentar despertarlo si ya se había dormido, pero la descartó. Eijiro era un buen amigo, pero no se merecía que le molestase en mitad de la noche para parlotear de cosas estúpidas sobre fantasías sexuales. Después de pasear algunos minutos, Katsuki volvió a la tienda, dispuesto a intentar conciliar el sueño. Se descalzó en la entrada, intentando no hacer ruido al entrar.

En la oscuridad vio que Deku, al cual había dejado prácticamente encima de su futón invadiendo su espacio personal, había rotado hacia el lado contrario, refugiándose en el cuerpo de Todoroki. Este, dormido bocarriba con la boca ligeramente entreabierta, le pasaba el brazo izquierdo por los hombros para mantenerlo junto a él en una imagen que le hubiese resultado cómica si no fuese porque todavía tenía reciente lo ocurrido con su fantasía. Torciendo la boca, de nuevo de mal humor a pesar de que inicialmente había determinado que Deku invadiéndole era una molestia, Katsuki se dejó caer en su futón cerrando los ojos para frotarse los párpados con los dedos y pateó la sábana hacia los pies en un intento de desahogarse de alguna manera. Sintiendo que las horas pasaban tortuosamente lentas, no se enteró de cuándo se había quedado dormido.

Despertó a la mañana siguiente, desvelado por el ruido de un tronco del exterior crujiendo. Parpadeó. Al contrario que la mañana anterior, que había despertado en el suelo junto a la tela de la tienda, esta vez Katsuki estaba en su futón, de cara a sus otros dos compañeros. Tenía el cuerpo frío por haber dormido desarropado, pero no le importó. Recordando la estampa de la noche anterior, se fijó en sus compañeros. Todoroki seguía bocarriba, ya despierto, sin darse cuenta de que Katsuki también lo estaba. Tenía ambas manos detrás de la nuca y estaba serio y pensativo. Deku seguía acurrucado a su lado, agarrándole la camiseta con ambas manos, con fuerza, el rostro enterrado en el pecho de Todoroki.

Katsuki entrecerró los ojos lo justo para poder ver y seguir pasando desapercibido, deseando observar sin que Todoroki supiera que estaba despierto. Katsuki había esperado despertarse lo suficiente temprano para, si decidían volver a salir a correr los dos juntos más pronto que todos los demás, poder unirse a ellos sin preguntar. Le fastidiaba que, a pesar de que Deku había hablado de necesitar su ayuda, la de los dos, en la primera noche, parecía conformarse sólo con la de Todoroki.

—Midoriya —susurró Todoroki en voz baja, mirando de reojo a Katsuki para cerciorarse de que no le había despertado—. Midoriya —insistió.

—¿Uhm? —Deku, desorientado, levantó la cabeza. Parpadeó y bostezó—. No ha sonado mi despertador, ¿verdad?

—Se me ocurrió que quizá preferirías que volviese a despertarte un poco antes. —Katsuki detectó el tono de ironía, o quizá de broma, en las palabras de Todoroki y apretó la mandíbula, preguntándose qué querría decir con volver a despertarlo y si habían hecho lo mismo la mañana anterior.

—¡Oh! —exclamó Deku, que tardó un par de segundos en darse cuenta de lo que estaba haciendo con las manos, apresurándose a soltar la camiseta a Todoroki y alisársela torpemente—. Lo siento mucho.

—No me importa.

—No sé por qué ocurre —se justificó Deku, volviendo a su futón inmediatamente. Una sombra cruzó por los ojos de Todoroki, pero se desvaneció antes de entender qué era. Katsuki se preguntó si acaso no era la primera vez que ocurría—. Ayer Kacchan, hoy tú…

Se puso alerta al oír su nombre. Por un momento, pensó en el momento en que Deku se había acercado a él mientras dormía antes de irse y en las palabras de Todoroki.

—No me extraña que ayer lo tuvieses arrinconado contra la pared de la tienda —se burló Todoroki. Katsuki contuvo la respiración, comprendiendo lo ocurrido—. Das muchas patadas, echarías a cualquiera.

—Lo siento —repitió Deku, sonrojado—. No es mi intención. Es que yo…

—Es broma, Midoriya. Creo que influye que a Bakugou no le gusta que le toquen, se aparta instintivamente. A mí no has conseguido moverme —bromeó Todoroki.

Katsuki se preguntó una vez más en qué momento en que esos dos habían adquirido tanta confianza entre ellos. Desplazó la duda en su cabeza ante la revelación de que Deku había dormido acurrucado contra él la noche anterior y Todoroki le había despertado temprano para evitar que él se enterase. Frunció el ceño, sin saber si sentirse enfadado, disgustado o qué era esa sensación que tenía en el estómago que hacía que le pesase como una losa. Recordando que supuestamente estaba dormido, intentó relajar los rasgos de su cara.

—Tiene una expresión enfadada —musitó Todoroki, observándole con atención—. ¿Deberíamos despertarlo? A lo mejor tiene una pesadilla.

—Quizá esté peleando en sueños —dijo Deku, mirándole también con interés y media sonrisa en el rostro. Katsuki estuvo a punto de gritarles que dejasen de hablar de él mientras creían que dormía—. Déjalo dormir, seguro que tiene programado su propia alarma despertador. ¿Salimos a correr?

Katsuki escuchó sin moverse a sus compañeros vistiéndose antes de salir de la tienda y dejarle solo. Suspiró, abriendo los ojos y poniéndose bocarriba, pensando en la situación e intentando ordenar la información en su cabeza para comprenderla. Preguntándose qué significaba que Deku se acurrucase a su lado o al de Todoroki para a dormir, volvió a recordar que durante la noche, antes de levantarse para ir al baño, Deku se había acercado a él de nuevo. No había sido hasta que regresó del baño que los había encontrado juntos.

—Chúpate esa, mechero —se jactó Katsuki, levantando el labio superior con petulancia, sin saber por qué eso era importante para él. Decidió darles algunos minutos de ventaja antes de salir tras ellos.