2: Adiós, Inicia el viaje.

Después de eso, regreso a la aldea, más específicamente, a la cabaña de su ex marido, sabia de primera mano que él no iba a estar ahí, sino revolcándose con la mujer que todos creían y les había hecho creer su antecesora, lo cual era una completa mentira.

Llego a la cabaña y entro en ella, agarro su antiguo arco y flechas y las hizo pedazos con sus manos manchadas con su propia sangre, al igual que sus pies, que dejaban su huella por donde caminaba, llego a su mochila amarilla, la cual había llevado con ciertas cosas, importantes, antes de quedarse en su antigua y real época.

Se quito la ropa de sacerdotisa y la desgarro manchando la con su sangre, luego tomo la misma cuchilla purificada y se hizo 2 cortes perfectos en las palmas de sus manos dejando escurrir la sangre, y con la misma salpico cada rincón de la cabaña, y se vistió con una falda/short de mezclilla a mitad del muslo, una blusa blanca de tirantes ajustada a su cuerpo, con un chaleco café de mezclilla, y unas botas cafés de piel de serpiente de punta con tacón no muy alto de plataforma.

Luego con toda tranquilidad sano sus heridas y se echó al hombro su mochila, salió de la cabaña y se dirigió a una cascada, que estaba a pocos pasos de su ex cabaña, detrás de la cortina que provocaba la cascada, había una cueva que sabía perfectamente, ese estúpido hanyou no conocía, entro en ella, y movió unas rocas, encontrando una pequeña cámara, donde metió su mochila, no sin antes, sacar varias cosas, que finalmente, podría volver a usar, también guardo la perla de Shikon en su mochila, no tenía ni la más mínima intención de andar perdiendo el tiempo con demonios inútiles que la busquen para aumentar su poder.

Coloco nuevamente las rocas en su lugar y creo un campo alrededor del mismo, para cubrir su presencia, y cualquier cosa que delatase su existencia, después volvería por ella.

¡No iba a dejarla hay para siempre!, ¿Cómo podría si era el último recuerdo que le había dejado su madre?

Salió de la cascada y de entre las cosas que cogió de su mochila, tomo el collar que tenía un Pegaso de plata y se colgó la cadena al cuello, junto con los demás collares, y quito el dije correspondiente, lanzo en dije del caballo alado al aire y apareció en un destello blanco un Pegaso color blanco, aterrizo frente a ella y se inclinó, como si estuviera frente a una persona de la realeza, lo cual no era del todo incorrecto.

-Zafira – dijo con alegría la muchacha al caballo.

-Mi lady – contesto Zafira en el idioma de los humanos, haciendo una inclinación con la cabeza.

-A pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos – dijo la chica mientras quitaba los dijes de los demás collares y los ponía en la suela, mientas un destello blanco volvía a aparecer.

Una vez el resplandor termino, las cadenas alrededor de su cuello desaparecieron.

En el suelo, apareció clavada un espada, con empuñadura de oro y plata, con diamantes incrustados, y en la base un gran rubí en forma de corazón, con el bordado de una estrella de 8 picos, símbolo que la identificaba como suya, pues eso significaba su nombre, Kagome:"Estrella de 8 puntas" o "Estrella sagrada", un obsequio de su padre, el hombre, cullo nombre todo el Sengoku odiaba, y creían muerto, pues, supuestamente, ELLA, lo había matado, ¿su nombre?, Naraku Takeda.

A lado de la espada, yacía un tiara y un collar de plata y oro, el collar tenía como dije un corazón de cuarzo rosa, dentro de esta cincelado a detalle una estrella idéntica a la de la espada y en medio una flor de cerezo, la tiara era un poco pequeña, parecida a una diadema de la época actual, de plata y con diamantes incrustados por todas partes, un obsequio también de su madre, su VERDADERA madre, ¿su nombre?, Midoriko Tanaka para los que decían conocer a la poderosa miko, sin embargo su verdadero nombre era Midoriko Takeda.

Finalmente, una bolsa de cinturón de cuero café, en ella se encontraba todo lo necesario para su viaje, regresaría con su padre, estaría con él sus últimos días, luego ella tomaría su lugar y se encargaría de sus demás asuntos.

Una luz violeta la envolvió y con ella su apariencia cambio, sus orejas terminaban en punta, en vez de uñas cortas y delgadas, tenía garras gruesas y afiladamente mortales, colmillos no muy grandes, pero igualmente peligrosos, y sus ojos cambiaron a un café casi dorado.

-Llévame, con mi padre Zafira – dijo la demonio/miko (N.T.: Es una medio demonio, pero tiene más sangre de demonio y poderes de miko, y casi nada de sangre de humano, prácticamente es un demonio completo) al caballo, mientras lo montaba y tomaba las riendas.

-Como ordene alteza – contesto Zafira, antes de empezar a trotar hacia el bosque e ir desplegando sus alas para emprender el vuelo, la mujer en su lomo solo vio a la aldea durante un segundo y no volvió la mirada otra vez, diciendo "Adiós" a la distancia, sin arrepentirse de la decisión que tomo.

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Al amanecer Inuyasha regreso a su cabaña, tenía que hablar con "su" mujer, sabía que no tenía derecho a siquiera mirarla o pensar en ella, era su ESPOSA, y la había traicionado, acostándose con Kikyo, y tenía que disculparse, su instinto lo había controlado y no pudo resistir la insinuación de la no-muerta, sin embargo al llegar a unos metros de su cabaña, vio en el piso huellas de pie dejadas con sangre, y por el olor de la misma, sabía que eran de Kagome, se aterro, sabía que parte de las manchas habían sido provocadas por él, al atacarla con sus garras la noche pasada, en lugar de defenderla, cuando había sido Kikyo la que había iniciado el combate y ella solo se había defendido, sin en cambio, él la había ataco en vez de defenderla, había cometido un grave error y lo sabía.

Se supone que al ser compañeros debes evitar que se lastime, ¿y que hizo?, trato de matarla, sabía que estaría más que enfadada y lo sentaría hasta el infierno si podía, pero más que nada, sabía que ella lo amaba y lo perdonaría, o…al menos…eso creía…y esperaba.

Entro en la cabaña y encontró toda la ropa de ella hecha pedazos, ensangrentada y regada por todas partes, su mochila había desaparecido, la cabaña estaba salpicada con u sangre y su arco y flechas destruidos, tampoco encontró ni sintió la presencia de la perla de Shikon,…Temió lo peor.

En ese momento se dio cuenta de un pedazo de pergamino en el suelo salpicado también de sangre, lo recogió y era una "carta", como ella solía llamarles.

"Espero seas feliz con la decisión que tomaste, no intentes siquiera buscarme, no lo lograras, y si lo hicieras, no dudaría en matarte, evítame la pena de tener que manchar mis manos con tu asquerosa sangre, además tu y yo no tenemos nada mas de que hablar, lo has dicho todo, esta noche, sigue con tu vida y espero seas feliz con la zorra que has elegido como compañera, no te preocupes por la marca de pareja, no tardara mucho en desaparecer de tu cuerpo también, hasta nunca. Hanyou.

Kagome Takeda."

¿Hanyou?, ella jamás le había llamado así, Inuyasha se asustó, con el hecho de que la marca se borraría, reviso rápidamente su vientre de lado derecho y efectivamente, la marca comenzó a borrarse, hasta desaparecer por completo, lo sabía, ahora, ya nada los unía, se aterro, se había pasado de la raya, creyendo ingenuamente que solo por el hecho de que lo amaba le perdonaría cualquier cosa, pero se equivocó, y la perdió, pero no se rendiría, hasta recuperarla, como que se llamaba Inuyasha Taisho.