DEL ACCIDENTE A LAS RATAS (Love Live!)

Parte 2: Conclusiones


Lejos de avanzar en su investigación, Umi sintió que a medida que pasaban los días su estado de confusión era aun mayor. Una base de datos le permitió acceder al ordenador en busca del nombre del dueño del taxi que visitó la casa, ciertamente necesitaba alguna pista más concreta que al menos le diera una clara señal sobre qué pasos seguir, así obtuvo la primera sorpresa: el taxi perteneció a un hombre, el mismo que inscribía su nombre como remitente en la correspondencia que había en la casa de Kotori. Por primera vez, Umi sentía que tenía entre manos la punta de una hebra que podría llevarlo al fondo del caso, luego de conseguir la dirección de aquel taxista se hizo acompañar por su colega Chika y ambas, llenas de curiosidad se dieron a la faena de comprobar la veracidad de la información que tenían. De este modo, lo que había comenzado como un casual accidente creció a una virtual amistad con aquellas mujeres para culminar como verdadera investigadora que rastreaba su actual paradero.

Chika: Allá parece que es.

Umi: Sí, pero quedémonos aquí. No quiero que sospeche.

Chika: ¿No me dijiste que tenía un taxi?

Umi: Eso lo que estoy viendo. *Hojea su libreta* Chika, todo coincide, es la misma matrícula. ¿Ese tipo tiene que vivir aquí?

Chika: ¿Él te vio a ti?

Umi: Yo creo que sí, me quedó mirando cuando salió de la casa.

Chika: Entonces, no es bueno que te vea, sino se va a poner nervioso. Mira, ahí está saliendo alguien. ¿Lo reconoces?

Umi: Sí, es él.

Chika: ¿Qué hacemos?

Umi: Todo coincide, lo tenemos en nuestras manos.

Chika: Pero no puedes hacer nada, no tienes ninguna prueba.

Umi: Sí lo sé, pero estoy seguro que algo hizo en esa casa.

Chika: Pero por lo que me contaste él solo estaba saliendo.

Umi: Es un delincuente, Chika, está en libertad condicional. No, no puede haber hecho nada bueno en esa casa.

Chika: Eso lo convierte en sospechoso, ahí entró. ¿Qué quieres hacer?

Umi: Vámonos. *Toma del volante de su vehículo para alejar lo antes posible*

Después de arduas y serias conversaciones en relación al tema y sobre todo sabiendo que estaba atada de manos para inculpar a ese hombre, Umi y Chika concluyeron que lo más atinado era traspasar su inquietud e información a la policía. Sin duda, el tiempo apremiaba y expuso cuanto antes sus argumentos.

Prefecto: ¿Estás seguro lo que me estás diciendo?

Umi: Desde que lo vi me pareció sospechoso e incluso sé que ese hombre estuvo en la cárcel.

Prefecto: ¿Pero será el mismo?

Umi: Estoy segura, e incluso sé dónde vive.

Prefecto: Usted tiene claro que no tengo ninguna evidencia como para detenerlo.

Umi: Lo sé, pero tengo el presentimiento que la desaparición de esas mujeres tiene algo que ver con ese hombre.

Prefecto: ¿Y qué estás pensando?

Umi: Bueno, como ejecutiva no puedo aventurar mucho, pero usted como policía, sabe que no puede darle la espalda a la intuición.

Prefecto: Bueno, si te quieres saber mi opinión yo pienso exactamente igual que usted, pero estoy "atado de manos".

Umi: Inspector, si algo pasó en esa casa aun es tiempo.

Prefecto: ¿Y si no ha pasado nada?

Umi: Habremos cumplido con nuestro deber, usted con el suyo y yo con la mía.

Prefecto: Bien. Déjeme todos los antecedentes.

Umi: No quisiera presionarlo, pero estamos contra el tiempo.

Prefecto: ¿Hace cuánto tiempo estuvo usted ahí?

Umi: Hace una semana.

Prefecto: ¿Y llamó por teléfono?

Umi: Contesta que ese número no existe. ¿No le parece raro?

Prefecto: Si supiera por el apellido por lo menos todo sería distinto, ya haber lo que dice el juez.

El prefecto que escuchó la historia de Umi mostró interés en el caso, pero sabía que debía tener cautela, quizás el único gran obstáculo era conseguir un permiso del juez para entrar a aquella casa.

Chika: ¿Por qué andará detrás de ellas? A lo mejor pretende robarles.

Umi: A lo mejor ya les robó.

Chika: Por lo que me dijiste debe ser un psicópata. ¿No leíste lo que decía la carta? El sobre.

Umi: ¿Qué sobre?

Chika: Ése, donde encontraste su nombre, el que estaba en la casa de ella.

Umi: Ganas no me faltaron, pero pudo más la ética. ¿Quieres más hielo?

Chika: Bueno. Oye, ¿y el policía se mostró interesado en el caso?

Umi: Esa fue la idea que me dio. ¿Cuándo te vas a Osaka?

Chika: Mañana, cómo me gustaría saber que va a pasar.

Suena el interlocutor de inmediato.

Umi: (Grabación de voz) Hola, soy Umi, por el momento no puedo responder a tu llamado, déjame tu recado y te llamaré de vuelta. Gracias.

Policía: (En el contestador) Señorita Sonoda, estoy llamando de la policía. El prefecto dice que al día de mañana a primera hora, el magistrado le dio la orden. Hasta luego.

Chika: ¿Eso lo que estabas esperando?

Umi: Sí.

Chika: La orden de investigar.

Umi: No, no, no. La orden de entrar a la casa.

Chika: No te creo. Qué lata que me voy mañana si no te hubiera acompañado.

Umi: Desde que tantas ganas de saber lo que pasa en esa casa de aquí ahora, ahora me da miedo.

Chika: ¿En qué estás pensando? ¿En ella?

Umi: Todo es tan misterioso que me da miedo que puedan estar allá adentro.

Nuevamente suena el interlocutor con la voz grabada de Umi.

Kotori: Umi-chan, qué pena que no te encontré, pero te estoy llamando para que no te olvides de ir a mi casa mañana. Un beso, ah, soy Kotori por si acaso. Bye.

Umi: ¿Escuché bien?

Chika: Me temo que sí.

El agotamiento de Umi hizo que no quisiera contestar los llamados telefónicos, pero se arrepintió de no hacerlo cuando escuchó la voz de Kotori dejándole ese extraño mensaje. Como no tenía identificador de llamados no pudo saber de qué lugar procedía y eso lo tuvo sin dormir casi toda la noche, Umi consumida con esa incógnita no dejaba de pensar cómo Kotori se había que ese día precisamente debía ir a su casa con el prefecto policial.

La protagonista cruzaba la misma calle de siempre, siendo casi atropellada por un autobús a alta velocidad.

Luego de soslayar de este cuasi accidente prefirió encerrarse en su oficina para aguardar la hora en que junto al prefecto de policía allanarían la casa de Kotori. Esta mujer estuvo todo el día preocupada de efectuar un segundo contacto con Kotori, para aclarar la razón de aquel llamado nocturno, pero ello no aconteció llenando de incertidumbre de aquel procedimiento que iba a realizar. Sus primeras dudas hacían suponer que algo les había pasado, pero después de aquel llamado era evidente que no se encontraban en el interior de su casa; ahora no sabía si decirlo o no al prefecto que Kotori se había contactado con ella, pero luego de pensarlo un poco decidió, guardar este secreto.

Umi: Perdona que me haya atrasado un poco.

Prefecto: No se preocupe, aproveché de descerrajar el candado, vine con mi novia Hanayo.

Umi: Mucho gusto. ¿Nadie les dijo nada?

Hanayo: No, nadie. ¿Alguien sabía que íbamos a venir?

Umi: Lo que pasa es que la otra vez que vine apareció una señorita que dice vivir por aquí cerca y me dijo que era la encargada de la casa.

Prefecto: No importa, venimos con la orden del juez y si viene le explicamos. Bueno, Hanayo quiso venir porque ella ve el tarot y está muerta de curiosidades, espero que no le importe.

Umi: No, por mí no se preocupe.

Hanayo: Ah, sabe que en la mañana tiré las cartas y me pasó muy raro.

Umi: ¿Qué pasó?

Hanayo: Por primera vez no pude interpretar nada, quedé como en blanco.

Prefecto: Dice que cuando eso sucede es porque hay almas intranquilas, no me pregunte qué significa eso.

Umi: No se preocupe, no le voy a preguntar. ¿Entremos?

Prefecto: Veamos. Pasa, la vamos a necesitar.

Los tres entraron la casa portando linternas en la mano.

Prefecto: ¿Por dónde es?

Umi: No me ubico muy bien, pero es en el comedor.

Hanayo: Qué frío, hace tiempo que aquí no vive nadie parece.

Prefecto: ¿Está seguro que usted estuvo acá hace poco?

Umi: Por supuesto.

Hanayo: Pero se ve que aquí no había nadie hace mucho tiempo.

Prefecto: Shhh, escucha. Hay que buscar un interruptor.

Estos se dirigieron a un amplio salón que resultó ser un comedor.

Umi: Este es el comedor, aquí estuve yo.

Prefecto: Hanayo, busca el interruptor.

Umi: ¿Se fija? La mesa está servida, ella no deben estar lejos.

Prefecto A lo mejor están arriba.

Umi: Ya alumbré, no hay nadie.

Hanayo: ¡Aquí encontré la luz!

Prefecto: Enciéndela.

Ya encendida la luz, el comedor está descuidado, lleno de telarañas y unas tres ratas vivas comiendo sobras descompuestas y migajas que habían dejado durante un largo tiempo. Todos se pasmaron esta tétrica escena.

Hanayo: Esto es horrible.

Prefecto: Discúlpeme, pero aquí no vive nadie desde hace meses.

Umi: Qué extraño, pues estaba tal cual la dejé cuando me invitaron.

Hanayo: Pero esto no puede haber pasado una semana.

Umi: Yo sé que es difícil de creer, pero yo estuve aquí. Estuve aquí hace no más de diez días. Mire.

Prefecto: ¿Un encendedor?

Umi: Es el que olvidé.

Prefecto: Tiene su nombre.

Hanayo: Ahora me explico porqué no pude leer nada en el tarot.

Prefecto: Vamos, esto no me está gustando.

Ante la llegada de un mal tiempo con truenos y una vez que la pareja abandona del comedor, Umi toma un marco con la foto de Kotori y su madre lleno de telarañas presintiendo que dichas damas se habían tragado de la tierra sin un motivo. Antes de salir apagaron la luz y dejan la casa no sin la reaparición de la encargada.

Vecina: ¿Pero qué están haciendo aquí sin permiso? Ah, ¿usted no es la que entró la otra vez?

Prefecto: No se preocupe, tenemos permiso del juez.

Vecina: Pero, ¿qué está pasando aquí?

Umi: ¿Dónde están las personas que viven aquí?, usted tiene que saberlo.

Vecina: Ya le dije la otra vez, se fueron hace tres meses.

Umi: Eso no puede ser.

Prefecto: Mire, aquí está pasando cosas muy raras y si usted no coopera, tendré que llevarla a declararlo.

Hanayo: ¿Dónde están?

Vecina: ¿Se refiere a la madre y a su hija?

Umi: Sí, a Kotori.

Vecina: Ellas murieron hace tres meses.

Umi: Eso no puede ser, usted está mintiendo, yo estuve aquí con ellas hace una semana.

Vecina: Yo no miento, señorita. Ellas murieron en un accidente, las atropelló un autobús en los límites de Akihabara.

Prefecto: ¿Ahí no dices usted que la salvó?

Umi: Sí, pero lo que dice ella es imposible.

Hanayo: Disculpe Umi-chan, pero después lo que acabamos de ver es posible.

Umi: ¿Qué ellas están muertas?

Absolutamente choqueada llegó Umi a su departamento, a pesar de las evidencias y de los dichos por aquella mujer aun no se convencía de que Kotori y su madre hubiesen muerto. Pero ella sabía que había algún modo de demostrar lo contrario, exactamente, la llamada de anoche quedó grabada y si era efectiva, sería el testimonio que necesitaba para encontrarlas.

Después de la llamada de la policía debía estar la de Kotori, pero extrañamente la grabadora no mostraba ningún registro. Entonces, decidió llamar a Chika quien se encontraba en Osaka.

Umi: Takami Chika, por favor. (Habitación) 606. Chika, hola, soy yo, Umi. MIra, ¿tú hiciste algo en la grabadora ayer? Si pero escuchaste el mensaje que me dejó Kotori, ¿no? Sí, ese que decía que fuese a su casa, ¿lo escuchaste, sí o no? Se borró, se borró, Chika, lo revisé varias veces y no está. Ok mira, después te explico.

Ahora no cabían dudas, Kotori y su madre se habían esfumado para ella como si solo hubiese existido en algún rincón de su consciencia. Por la vez que averiguó sus nombres en el cementerio y les señalizaron dónde estaba su tumba, recién comenzó a sopesar que estaba siendo víctima de un fenómeno que su condición de intelectual no le permitía creer. Sin embargo, aun quedaban algunas sorpresas antes de cerrar este insólito ciclo.

La peliazul se reencuentra con ese hombre mirando la lápida de aquellas mujeres.

Umi: ¿Qué hace usted aquí?

Hombre: ¿Quién es usted?

Umi: Soy artista, también las conocí. ¿Es familiar?

Hombre: *Suspira* Es una historia larga de contar y no sé si debería contárselo a usted. No la conozco.

Umi: A mí me pasó un poco lo mismo. ¿Me había visto antes?

Hombre: Sí, en casa de ella y en la biblioteca.

Umi: Entiende entonces porqué no sería bien conversar un poco. Recién anoche me enteré que estaban muertas.

Hombre: ¿Las conocías hace tiempo?

Umi: Hace poco más de una semana.

Hombre: *Exhala el aire* ¿Se siente bien? Ellas murieron hace tres meses.

Umi: Eso lo que me contaron, por eso vine a verlas.

Hombre: Estás confundida, a ellas las conoció hace poco tiempo.

Umi: *Toma un marco de fotos sujeto en la tumba* Sé que les voy a parecer que estoy un poco loca, pero fue así. Les salvé de morir atropelladas, tomé una merienda en su casa y luego me dicen que murieron en el mismo lugar donde las conocí. Es para volverse loca, ¿no?

Hombre: ¿Por eso lo buscaba?

Umi: ¿Y usted, de qué huye?

Hombre: De mí, yo soy el chofer que las arrolló.

Umi: ¿Usted?

Hombre: Salí en libertad provisional y seguramente tendré que volver a la cárcel cuando salga la condena.

Umi: ¿Y para qué las buscaban entonces?

Hombre: Yo tuve la culpa del accidente, yo atender a unos pasajeros atravesé una luz roja.

Umi: En los límites de Akihabara.

Hombre: Sí, y créame que aunque pague con cárcel sentiré culpable. Por eso le dejé una carta de arrepentimiento a los familiares.

Umi: *Deja el marco a la lápida* Gracias por su confianza. Mi nombre es Sonoda Umi, yo el suyo, el suyo ya lo sé. Adiós. *Se va del sepelio*

El tiempo pasó y Umi Sonoda no pudo sobreponerse al efecto de aquel fenómeno, las secuelas psicológicas de aquella experiencia impidió que continuara ejerciendo su profesión. Por su parte, la quien acompañó con una conocida y fue testigo del suceso se atrevió después de algunos años a dar su testimonio.

Un parasicólogo consignó esta historia como poco recurrente, pero de igual modo da fe que la casuística mundial viene registros que en la época abismaron a sus protagonistas y que sin duda, fueron un símil de lo que aconteció con Umi Sonoda.

Esta historia es real. Sin embargo, la mayoría de los nombres y lugares han sido cambiados para proteger la identidad de los verdaderos protagonistas.


El fic presente, como fuente es una adaptación de un episodio del programa de TV El Día Menos Pensado bajo las mismas circunstancias que la versión real. Al principio iba a publicar el texto completo y al final tuve que dividir en dos partes por razones desconocidas.

Espero que haya disfrutado la lectura sobre misterios y hechos paranormales. Hasta entonces.