Para Ash, el día fue bastante entretenido. Un divertido rato en las piscinas del hotel; unos relajantes masajes para sus Pokémon e incluso para él, aunque no estaba acostumbrado a ellos; y deliciosa comida, tanta como para alimentar a Snorlax por todo un día. Sin duda fue una gran experiencia de relajación antes del torneo de la Liga Sinnoh.

Ya de noche, y antes de irse a dormir, Ash tomaba un baño. Enjabonaba su cuerpo, creando bastante espuma con el jabón. Su pecho, sus brazos y su abdomen como siempre, y como siempre, debía también limpiar su pene.

La limpieza de su miembro viril nunca fue un problema para Ash, ni siquiera cuando llegó a la pubertad, época que empezaron las erecciones involuntarias, a veces durante la noche, a veces durante el día, lo cual era molesto para él.

El despertar de su sexualidad había sido difícil para él por sus constantes viajes. Al principio consideró que esto podría ser una distracción de sus entrenamientos, si su mente se alejaba de su meta principal de ser un maestro Pokémon, esta simplemente jamás se cumpliría, por lo que había estado evitando atenderlas hasta que estas se hicieron cada vez más constantes y molestas para él.

El chico encontró molesto tener que lavar su entrepierna en ese momento pues su pene se ponía erecto, quizá un cincuenta por ciento de levantamiento, pero sabía que si pasaba la mano por él pasaría a ser un cien por ciento y podría terminar masturbándose. Ya había resuelto que no podía ignorarlas pues se distraía en batalla más con la molestia de una potencial erección, y por otro lado, la primera vez que sintió la necesidad de masturbarse fue en una ocasión que sus testículos le dolieron y después pasó a su espalda baja. Sin duda no era la mejor forma de experimentar el onanismo por primera vez, pero fue consecuencia de haber ignorado las reacciones de su cuerpo.

Cuando pasó su mano con el jabón sobre su miembro, inevitablemente su erección se puso más rígida, como en ocasiones pasaba cuando estaba bañándose.

Desde esa primera vez que sintió un alivio, ya no eran tan comunes esas erecciones esporádicas salvo algunas excepciones, aprendió por si mismo a controlar su cuerpo y evitar que su pene creciera cuando quisiera, pero a veces ya era inevitable y cuando esto ocurría era difícil encontrar un buen momento y espacio para autosatisfacerse, pues al estar junto con amigos le apenaba tener que intentarlo a media noche y en su cama pues temía a que lo encontraran haciéndolo. Solo había encontrado un espacio en los ratos que se duchaba como en aquel momento, pero también era interrumpido en ocasiones cuando demoraba y alguien más quería entrar al baño. Seguía siendo una situación frustrante.

Pasó su mano suavemente por su pene para bajar el prepucio y dejar libre el glande, iba a lavar alrededor de este y debajo del frenillo, no estaba circuncidado y era un tema al cual no le daba importancia ni le preocupaba después de todo. El glande ya había crecido igual, significaba que estaba excitándose y pronto iba a palpitar.

El chico no había tenido su primera relación sexual, era un tema en el que en ocasiones pensaba pues en sus fantasías se imaginaba lo bien que se sentiría, pero por lo regular esos deseos desaparecían luego de una eyaculación, trataba que esos deseos no se volvieran en la distracción que tanto temía. Pero ese día fue diferente, pues el deseo por el sexo se convirtió en ansia, le fue difícil controlar su miembro pues no solo por la cantidad de cuerpos femeninos en bikini que fueron atrayentes para él, sino porque no dejó de recordar ese momento que acarició el cuerpo de Dawn y ella parecía estar disfrutando el tacto del chico.

Cuando volvió a recordar a su amiga soltando un ligero gemido mientras él pasaba su mano por su abdomen, su pene palpitó y el glande se puso colorado. Sin duda, esa noche debía masturbarse y debía aprovechar ese momento que estaba en el baño.

Ya era un hecho para él que le gustaba el sexo opuesto, aunque todos creyeran que a él no le interesaban las relaciones afectuosas con alguien más, no era ajeno a esos comentarios, pero no le importaban, era mucho más discreto que Brock al ver a una fémina que le atrajera físicamente. Pero ese día consideró si podía seguir ocultando sus gustos y sus ansias sexuales.

Ash primero comenzó a masajear su miembro con sus dedos, moviéndolo de arriba abajo y a los lados, procurando que el prepucio no cubriera por completo el glande e incluso trató de impedir que estos dos se tocaran, no quería acabar tan rápido, sino que quería tomarse un tiempo y disfrutar de la sensación que esto le provocaba. No era la primera vez que su compañera de cabellera azul era el motivo de la excitación del chico, pero si era la primera vez que sintiera la necesidad de masturbarse a causa de ella.

Dawn era atractiva para Ash, muchas veces se había detenido a ver su figura más detenidamente cuando algún traje se amoldaba a su cuerpo y resaltaba la curvatura de su cintura. Ash todavía no se determinaba a sí mismo que rasgo femenino era el que más lo excitaba, si le gustaba el busto pequeño de su amiga o si prefería uno más grande, sí se fijaba en sus muslos o eran sus glúteos lo que lo atraía, pero al menos si sabía que su cintura estrecha era lo que más se había pasado viendo en varias ocasiones.

Ash colocó una de sus manos en la base de su miembro para retraerlo más y que el glande quedara más expuesto. Las palpitaciones habían aumentado y la dureza de su erección era tal que podía sentir la arteria de este, expandida a más no poder. Podía sentir el líquido preseminal brotar recorrer su uretra y este fue de ayuda para que, con su mano libre, pudiera acariciar el glande con sus dedos antes de pasar a cubrir su miembro por completo con su palma.

Haber tocado la espalda desnuda de Dawn y su plano vientre hizo que las fantasías de Ash escalaran de intensidad y fuese él el protagonista de estas junto con la chica. Su deseo de tener sexo ahora solo se centraba en verse realizado con ella, quizá por ser la figura femenina más cercana o quizá porque encontró excitante el roce de sus dedos con su suave y delicada piel, queriendo así terminar lo ya iniciado y descubrir el sexo de ella.

Entre más recordaba el momento que sus manos casi pasaban por debajo del traje de baño de Dawn, el momento que casi pudo sentir sus pechos y pudo haber llegado a la entrepierna de la chica y saber si a ella le excitaba eso tanto como a él, provocó que el movimiento de su mano fuese más errático, la velocidad que había tomado era mayor comparada a anteriores ocasiones. La adrenalina subió a su pecho, este casi se enrojecía, y al sentir como un hormigueo recorrió a por el interior de su pene fue cuando llegó al clímax y se corrió.

La eyaculación se prolongó, varios chorros de su esperma salieron y Ash solo podía sentirse extasiado porque su pene seguía tan duro que la sensación podía doler levemente y ser relajante a la vez.

Su corazón palpitó con fuerza mientras que su mente permanecía en blanco, no pensó en ninguna otra cosa que no fuese en la corrida que recién había tenido, su mente se nubló que ya no pensó en estrategias, en Pokémon o en sus fantasías sexuales, solo estaba alegre que su cuerpo se sintiera tan relajado. Se había detenido, pero cuando sintió que la intensidad de su eyaculación disminuyó quiso volver a jalar de su miembro y al cubrir su glande, este era tan sensible que sintió un cosquilleo que le hizo abrir los labios y soltar un leve gemido, volvió a jalar de su pene con suavidad solo para sentir nuevamente esa sensación, pero lo hacía lentamente para que no se volviera doloroso.

No había sentido una eyaculación que le hiciera olvidarse de sus sentidos desde la primera vez que lo intentó, había sido increíble experimentar una masturbación tan intensa.

Cuando volvió a pensar con más claridad, se fijó que su miembro todavía permanecía erecto, palpitó un par de veces y con lentitud mientras todavía escurría un hilo de semen de su uretra. Era raro, regularmente este se volvía flácido una vez terminaba. Pero fue cuando se dio cuenta que debía volver a lavarlo pues podría quedar restos alrededor del glande y el prepucio, no solo eso, en la pared frente a él, su esperma todavía yacía allí, resbalando por la superficie, debía limpiarlo para que nadie se percatara de ello.

Luego de la ducha que se prolongó un poco más de lo esperado, Ash salió del baño y se puso su ropa para dormir (una camisa blanca y sus calzoncillos), afortunadamente no fue interrumpido por Brock cuando estaba en el baño, sino, hubiese tenido que salir y tratar de ocultar su erección a punto de estallar.

Ya debían dormir, ambos chicos se acostaron en sus respectivas camas y apagaron las luces de la habitación. No pasó mucho tiempo para que Brock se durmiera, pero Ash no lo logró con tanta facilidad.

Se suponía debía apagar su cerebro y cerrar los ojos, pero no pudo. No era la primera vez, a veces no dormía pensando en estrategias para sus batallas, pero esta vez fue porque seguía fantaseando con él tocando el cuerpo de su amiga coordinadora y metiendo su pene en el sexo de ella. Estas fantasías eran más fuertes, no se tranquilizaron después que se corriera, de hecho, estaban provocando un cosquilleo en su miembro, y este levemente se levantó. No creía que tuviera una nueva erección, pero con poco que se levantara y si seguía fantaseando así, podría terminar tocando su miembro nuevamente y forzar su eyaculación.

Se levantó de la cama con cuidado de no levantar a Pikachu ni a Brock, y salió de la habitación, había pasado pocos minutos desde que se acostó. Iba a caminar por el pasillo del hotel un poco para tratar de distraer su mente, pero al salir automáticamente volteó a ver a la puerta de la habitación de Dawn justo al lado de la suya.

En lugar de caminar como lo planeaba, se quedó de pie frente a la habitación. Pensando en lo que estuviera haciendo la chica allí dentro, quizá ya estaba durmiendo, pero se fijó en debajo de la puerta y de allí salía luz, debía seguir despierta. No era tan tarde aún, debió haber tomado un largo baño como en ocasiones lo hacía. Debió haber salido usando solo una toalla alrededor de su cuerpo, después de quitársela debió haberse puesto solamente sus bragas pues el brasier le molestaría al dormir, y si estaba sola no le importaría tener sus pechos libres por toda la habitación. Ella cuidaba mucho su piel, casi tanto como su cabello, debió sentarse frente al espejo, tomar una crema corporal y untarla por su rostro, sus brazos, sus piernas, masajeando muslos tan torneados y sin ninguna imperfección aún después de tanto caminar. Después su abdomen y sus pechos, haciendo círculos sobre estos y acariciando suavemente sus pezones con las yemas de sus dedos, quizá, si acariciaba lo suficientemente, estos saldrían de su escondite y endurecerían, quizá se excitaría.

Luego se iría a dormir, apagaría la luz y se acostaría en la cama desnuda. Era una noche cálida, así que podría estar descubierta para dormir más fresca.

Ash dejó volar su imaginación, a tal grado que sintió curiosidad por saber si todo lo que estaba pensando podría haber estado haciéndose realidad e incluso ocurrir más cosas. Su mano se puso sobre el pomo, iba a abrir la puerta y mirar en su interior, no pensó realmente si estaba bien o mal, no le importó realmente si iba a ver lo que quería o iba a ser un escenario completamente diferente, o si iba a haber alguna consecuencia, solo quería entrar y ver a la chica de la forma que ella estuviera.

Abrió la puerta con suavidad, la abrió casi por completo pero con lentitud antes de introducirse en la habitación silenciosamente. Sin duda, la habitación de Dawn olía a los cosméticos que ella usaba como supuso, pero lo que captó su atención fue el ruido de la femenina voz de Dawn, un gemido pero en lugar de dolor fue uno placentero, estaba disfrutando de algo.

Frente a él, estaba la cama y sobre ella estaba Dawn, acostada y desnuda completamente como imaginó. Sus piernas estaban separadas, mostrando su vagina pero sobre esta estaba su la mano de la chica, acariciándola y jugando con ella. Su otra mano estaba sobre uno de sus pechos, ella no se había dado cuenta que él había entrado, ni siquiera lo estaba viendo, estaba muy concentrada en su masturbación.

La chica se movió más erráticamente, y su mano se movía sobre su vulva con más rapidez. Entonces, fue cuando curveó su espalda e hizo su cabeza hacia atrás; su mano se detuvo y sus piernas temblaron. De su sexo salió un fluido transparente que empapó las sabanas, Ash supo que Dawn había tenido un orgasmo.

El chico paso un tiempo mirando a su amiga, centrándose en su cuerpo desnudo y como se aparecían algunas gotas de sudor, debería estar acalorada y él sintió ese mismo calor en su pecho. Pero no se dio cuenta cuando la chica finalmente se percató de su presencia.

—¡Cierra la puerta! —

Ash recordó que había entrado sin permiso de la chica y la había descubierto masturbándose, debía estar avergonzada como él tantas veces pensó que sentiría si le ocurría lo mismo, por eso gritó mientras trató de cubrir sus partes más íntimas con sus brazos. Su rostro enrojecía y un par de lágrimas brotaron de sus ojos.

Cuando Ash reaccionó, cerró la puerta como ella lo pidió, pero no lo tan bien como debió.

—¡Pero tu sal de aquí! —

Era cierto, si hubiese pensado con sensatez, hubiese sabido que lo que más quería ella era quedarse completamente sola luego de este vergonzoso episodio, pero no lo hizo. Se disculpó desesperadamente y trató de salir, pero se olvidó de abrir la puerta, por lo que chocó el rostro con esta aturdiéndolo por unos momentos. Se colocó las manos sobre la nariz para evitar un sangrado. Su cabeza le dio vueltas por unos segundos y tuvo que esperar a que este efecto pasara.

Cuando dejó de sentirse mareado, abrió los ojos y volvió a voltear a ver a la chica, y ella estaba frente a él cubierta con una toalla. Se veía enojada con él y tenía razón para estarlo. Ahora Ash debía explicar toda esta vergonzosa situación.