Los personajes de Candy Candy no me pertenecen.
Muñecas de Papel Capitulo 2
William sentía que la cabeza le daba vueltas, si Eliza y Annie habían estado ocupadas con la señora Elroy ¿Quién había estado con él en el cuarto de diseño?
De momento, sintió el impulso de regresar al lugar, pero ya todos los que lo habían estado buscando se encontraban rodeándolo y no tuvo más remedio que dirigirse hacia donde se encontraba la matriarca.
- Tía ¿Cómo se encuentra?
- Ya mejor hijo, perdóname por arruinar las cosas.
- Por favor no diga eso, usted sabe lo importante que es para todos nosotros.
- Pero el evento…
- Los medios de comunicación se retiraron en cuanto terminó la rueda de prensa y los invitados se encuentran en la recepción; dudo mucho que alguien se haya dado cuenta. ¿Gusta que la lleve a la mansión?
- Tío, si gustas Patty y yo podemos llevarla – intervino Stear.
- Si hijo, atiende a los invitados, estaré bien.
Una vez que la señora Elroy se retiró, los demás miembros de la familia se dirigieron a la recepción que se llevaba a cabo en un salón de eventos localizado en uno de los pisos superiores.
Mientras tanto, Candy cruzaba la calle rápidamente hasta donde un automóvil la esperaba…
- ¿Qué tal? ¿Cómo te fue? ¿son tus diseños? – preguntaba Danielle hablando a mil por hora.
Sin pronunciar palabra, Candy simplemente se sumió en el asiento.
- ¡Habla mujer que me tienes en suspenso!
- Si, si son – contestó Candy
Danielle vio a la rubia muy afectada y pensó que era por la decepción de saberse engañada por su amiga de la infancia, por lo que dejó de hacer preguntas y condujo en silencio.
Al llegar a la habitación, la rubia fue directamente al baño para darse una ducha. Mientras el agua tibia recorría su cuerpo, no podía dejar de recordar aquellas caricias que la habían hecho enloquecer al grado de abandonarse a los deseos de un extraño.
Estaba muy confundida, se sentía ultrajada y al mismo tiempo, culpable por haber disfrutado del enorme placer que había sentido en los brazos de aquel desconocido. Además, había perdido uno de los aretes que suponía eran de su madre.
Horas después, William llegaba con Annie al penthouse y de inmediato se dirigieron a la recamara donde los besos no se hicieron esperar. El rubio, estaba deseoso de revivir la pasión que había sentido en el cuarto de diseño, pero estaba muy lejos de compararse. Se sentía como si fuera un errante en el desierto muriendo de sed quien, al acercarse a lo que parecía un oasis maravilloso, descubría que no era más que un espejismo en el que las aguas cristalinas y frescas eran en realidad montones de arena árida.
Estar con Annie era como estar con una muñeca sin alma con reacciones fingidas y frases ensayadas, nada que ver con aquel cuerpo sincero y vulnerable que se estremecía sin poder ocultar la pasión que lo consumía.
Las manos del rubio extrañaban la piel tersa y natural y su mente recordaba aquel sutil aroma a rosas; nada que ver con el exagerado perfume de la morena y los rellenos e implantes de silicona de aquel cuerpo aparentemente perfecto.
El rubio, estaba acostumbrado a esa clase de "arreglitos," prácticamente todas las mujeres de su círculo social visitaban al cirujano con la intensión de parecer perfectas, pero después de acariciar y besar aquellos senos perfectos y naturales los implantes le parecían una aberración.
Después de intentar sin éxito ignorar la abismal diferencia entre las dos mujeres, se dio por vencido y separándose bruscamente de la morena le dijo: Lo siento ha sido un largo día, ¿podemos dejarlo para otra ocasión?… te llevaré a casa.
Annie estaba decepcionada, no solo porque la había dejado toda alborotada, sino porque había estado monitoreando su círculo menstrual meticulosamente y estaba segura de que esa noche era perfecta para embarazarse y asegurarse una vida de lujos. Sabía que William era extremadamente cauteloso y jamás olvidaba usar protección para evitar riesgos, pero había planeado jugarse el todo por el todo con tal de conseguirlo.
- Entiendo mi amor; ven relájate un poco te daré un masaje – contestó fingiendo ser la novia perfecta y comprensiva.
- Te lo agradezco, pero en este momento no soy buena compañía, mejor te llevó a tu apartamento – dijo el rubio vistiéndose.
A la morena no le quedó más que aceptar ignorando que, no solo había perdido la oportunidad de atrapar al rubio, sino que él ya no sentía el más mínimo interés por ella.
Al siguiente día, eran las seis de la mañana y Candy ya estaba lista para comenzar el día.
- ¿Candy pero que haces arreglada tan temprano? Hoy es la prueba final de vestuario, pero los bailarines no vendrán hasta después del ensayo general – decía Danielle aflojerada.
- Saldré a dar una vuelta, no he podido pegar el ojo en toda la noche y ya no soporto estar en la cama.
- Me imagino, pero cuéntame ¿Qué vas a hacer?
- Nada, no pienso hacer nada.
- Pero ¿Cómo crees? Esa mujer se aprovecho de tu amistad para robarte y ¿no vas a hacer nada?
- Exactamente.
- Creo que te has vuelto loca, pero, en fin, espera a que me arregle un poco y vamos por un café.
Minutos más tarde, las jóvenes se encontraban en una cafetería cercana. Mientras Danielle tomaba un sorbo de su café, desdoblaba el periódico matutino que estaba en la mesa…
- Candy mira esto, aquí dice que la colección de los Ardlay fue todo un éxito y que se perfila para ser una de las preferidas a nivel internacional ¿estás segura de que no quieres hacer nada? Ahora los diseños valen mucho más, con ese dinero podrías pagar todas las cuentas atrasadas y continuar con el tratamiento de la señorita Pony.
- Es que yo… no puedo regresar ahí – decía Candy con ojos llorosos.
- ¿Por qué? No me digas que te metiste en líos anoche.
- Todo iba bien, pero al terminar la presentación regresé al cuarto donde me dejó Kylie y entonces… - continuo la joven relatando lo sucedido.
- Amiga, pero ¿por qué no dijiste nada?
- Al principio no supe que hacer, Kylie me dijo que si me descubrían estaría en serios problemas. Estaba aterrorizada no podía hablar, ni moverme.
- Pero ese tipo te ultrajó, ¡casi abusó de ti!
- Shhh, no lo digas tan alto.
- Lo siento
- Ya te dije que me confundió con alguien más, posiblemente su novia o su esposa. La oscuridad, las flores de neón en la pared, todo estaba preparado para sorprender a alguien. Además, fue considerado y cariñoso todo el tiempo y habló de ir a la casa al final del evento.
- Pues la que se llevó la sorpresa fuiste tú.
- Todo pasó tan rápido que no supe cómo reaccionar, y ¿sabes qué es lo peor de todo?
- ¿Qué?
- Me gustaron esos besos y caricias tan intimas. – dijo la rubia cubriéndose la cara con ambas manos.
- ¡No! ¿Entonces?
- No pude dejar de pensar en él en toda la noche ¿No es terrible? Me siento como la peor de las mujeres, pero disfruté cada segundo.
- ¿Dijiste que tú nunca…?
- Fui novia de Terry en la universidad y sí a veces los besos subían de tono, pero no había sentido tantas cosas como con ese hombre. Si no hubiera sido porque sonó su celular, quizás…
- ¿y no pudiste ver nada?
- No, todo estaba en completa oscuridad solo se veía el resplandor neón de las flores en la pared, pero no era suficiente para distinguirlo. ¿Entiendes por qué no puedo volver ahí? Sea quien sea, ese hombre tiene que ser parte de la corporación, si no ¿cómo utilizó el lugar?
- Pues sí, pero si tu no pudiste verlo, él tampoco pudo verte a ti. Además, dijo que irían a casa, tal vez ni siquiera se dio cuenta de que no eras la mujer que él esperaba. Amiga, no desperdicies la oportunidad, con ese dinero podrías salvar a la señorita Pony. Al menos preguntémosle a Adam, a lo mejor el nos puede recomendar que hacer…
- Pero no quiero que nadie se entere de…
- Por supuesto que no le diremos nada de eso, estoy hablando de la colección.
Candy se quedó pensativa, la verdad era que en el Hogar de Pony las cosas no estaban nada bien, entre las acostumbradas carencias y las cuentas medicas ya casi no podían alimentar a los niños, ni hablar de comprarles ropa o zapatos.
- Está bien, pero solo le preguntaremos a Adam.
- ¡Así se habla amiga!
Mientras tanto, William llegaba al corporativo junto con George y, en lugar de dirigirse directamente a su oficina, seleccionó el piso donde se encontraba la sala de diseño. Cuando la puerta del elevador se abrió, William salió y George lo siguió mirándolo inquisitivo. En cuanto entraron al lugar que estaba todavía desierto, el rubio comenzó a inspeccionar el lugar como buscando algo…
- Ayúdame a buscar, tiene que haber algo por aquí – dijo mientras observaba detenidamente todo.
- ¿Qué estamos buscando exactamente?
- Anoche, estuvo aquí una mujer. No se quien es, pero debo encontrarla. Tiene que haber algo por aquí que nos pueda ayudar.
- ¿Qué tal, esto? – dijo el francés mostrándole un pequeño arete de diamantes.
- ¡Perfecto! ¿podrías averiguar si hay algún registro de la joya? – dijo el rubio admirando la joya como si fuera el tesoro más valioso del mundo.
- ¿Quién es esa mujer?
- Te lo diré cuando estemos en otro sitio.
Ya en su privado, William le contaba a George el encuentro de la noche anterior sin contar detalle, ante todo era un caballero.
- Parece que esa mujer te impresionó
- Cómo no tienes una idea, necesito encontrarla, a como dé lugar.
En eso, sonó el teléfono de William y cuando contestó, escucho la voz de Lucy que decía: Buenos días, señor Ardlay, la señorita Annie está por la línea 4.
- Buenos días, Lucy, por favor dígale que estaré ocupado todo el día, yo le llamaré en cuanto tenga oportunidad.
George miró a William sin pronunciar palabra, lo conocía muy bien y sabía que los días de Annie como su novia estaban contados. A decir verdad, se alegraba pues la joven nunca le había caído bien y no pensaba que fuera el tipo de mujer que su muchacho necesitaba.
En eso entró Archie sin avisar…
- Tío, mira esto – le dijo mostrándole una tableta con una enorme cantidad de pedidos.
- ¡La colección ha sido todo un éxito! Y eso que solo la hemos presentado en los Estados Unidos ¡imagínate cuando vayamos a Europa! – exclamó emocionado.
- Felicidades Archie, todos hicieron un gran trabajo – dijo William complacido.
- Fue muy fácil trabajar con los diseños de Annie, aunque al principio fue difícil porque nos costaba mucho entender el concepto que ella describía con los diseños en papel. Era como si estuviéramos hablando en dos idioma diferentes, pero en cuanto decidimos basarnos únicamente en los dibujos, todo fue miel sobre hojuelas. Ya casi todo está listo para la presentación en Europa la semana que entra. Será mejor que vaya a actualizar los números para que sepas exactamente cuánto nos queda disponible para el mercado internacional.
- Gracias Archie, tu y los muchachos se han ganado unas merecidas vacaciones, por favor háganle saber a Lucy el destino y ella hará los arreglos necesarios.
- Wow, gracias, tío – se despedía el castaño con una enorme sonrisa.
Candy y Danielle hablaron con Adam quien las puso en contacto con Christian Gallagher, un joven abogado con las agallas para no dejarse impresionar por los Ardlay.
Unos días más tarde William estaba molesto detrás de su escritorio; había tratado más de una vez de terminar con Annie, pero ella siempre encontraba la forma de eludir la conversación. El rubio jamás había necesitado ser tajante, pero su paciencia se estaba terminando así que la próxima vez que la viera dejaría las cosas en claro…
En eso estaba cuando Archie entraba con un semblante preocupado.
- Tío, tenemos problemas… un abogado se presentó el día de hoy alegando que los diseños de Annie son robados. Ella lo niega, pero el hombre presentó un proyecto registrado en una Universidad de Detroit por una señorita llamada Candice White. Hicimos una videoconferencia con el director de la carrera y resultó ser el mismísimo Monsieur Leblanc quien respaldó la versión del litigante.
- Eso explicaría muchas cosas, como la desconexión de Annie con el concepto y su total carencia de conocimiento en textiles y corte – dijo William con tranquilidad.
- Era raro que una simple secretaria tuviera tanto talento de la noche a la mañana, pero ¿qué haremos? – El hombre amenaza con demandar.
- Lo único que nos queda es negociar, por favor cítalo mañana a las diez de la mañana. Estaremos, George, Annie, tú y yo.
Al siguiente día todos estaban reunidos en una sala de juntas. Annie, por recomendación de Archie, había acudido con su abogado. Después de que el licenciado Gallagher expusiera nuevamente el caso, la morena lo negó todo diciendo que seguramente era una arribista tratando de sacar provecho del éxito de la colección, pero cuando le mostraron las pruebas, dijo que en realidad Candy se la había vendido por trescientos dólares y mostró la transferencia bancaria que le había hecho para ayudar con los gastos de la señorita Pony.
El licenciado Gallagher pidió un momento para verificar la información con Candy por lo que suspendieron la junta hasta después del almuerzo. Durante ese tiempo, Annie jugaba muy bien su papel de victima aprovechando para acercarse a William y tratar de ponerlo de su lado.
A la hora del almuerzo, Candy, Danielle y Adam se reunían con el licenciado Gallagher quien les explicaba que la negociación sería mucho más fácil si Candy estuviera presente de forma que pudiera contestar de inmediato las alegaciones.
La rubia estaba super renuente a presentarse, pero el licenciado Gallagher le aseguró que no la dejaría sola y, al final, aceptó pues la situación de la señorita Pony no podía esperar mucho más.
A las tres de la tarde, la junta se reanudaba con una Annie altiva creyéndose apoyada por su novio. En cuanto tomaron asiento, William fue directo al grano y preguntó: y bien licenciado Gallagher ¿pudo averiguar algo sobre la transferencia?
- Si, señor Ardlay, pero por tratarse de un asunto privado, me permití traer a mi cliente para que ella les explique de viva voz. Está esperando afuera, ¿si me permiten? la haré pasar…
- Adelante – concedió William con un ademán al tiempo que notaba como Annie perdía el color.
Cuando Candy entró en la sala, todos se impresionaron por su juventud y sencillez. Annie era solo un par de años mayor que ella, pero parecía mucho más grande, tal vez por la gran cantidad de cirugías plásticas y las toneladas de experiencia reflejadas en la malicia de sus ojos.
- Buenas tardes – saludo la rubia un poco cohibida ante la mirada de todos.
- Pase por favor, señorita…
- White… Candice White.
William, con su enorme experiencia como negociador observaba cada movimiento detenidamente y mientras escuchaba comenzaba a trazar un plan en su mente…
- Señorita White, estoy seguro de que el licenciado Gallagher le ha informado de la situación, ¿podría ayudarnos por favor a entender lo que está pasando? – dijo George con su habitual tono neutral.
- Si señor, Annie y yo nos conocimos de niñas. Un día nos encontramos en Detroit y le mostré mi primera colección creada como un proyecto de graduación. Ella me dijo que estaba trabajando para este corporativo y se ofreció a mostrársela al señor Cornwell; después de algún tiempo me dijo que no le había interesado y yo le creí hasta que vi mis diseños en las primeras planas de los periódicos locales.
- La señorita Britter dice que usted se la vendió por trescientos dólares y nos mostró una transferencia a su cuenta de banco.
- Lo de la transferencia es verdad, pero no fue en pago de los diseños. Fue por algo personal, tal vez la señorita Britter quiera contarles la situación – dijo Candy tratando de darle la oportunidad a Annie de aclarar las cosas.
- Trescientos dólares, fue todo lo que pediste por los dibujos y claro ahora que sabes que la colección fue un éxito quieres venir aquí a sacarnos más dinero – dijo la morena mirando a Candy con desprecio.
- Eso no es verdad - dijo la rubia extendiéndole su teléfono celular a George mostrando el correo electrónico que le había enviado a Annie pidiéndole el préstamo para salvar a la señorita Pony. Ahí mismo, se encontraba la respuesta de Annie indicándole que solamente podía darle trescientos dólares.
- ¿Quién es la señorita Pony? – preguntó el francés.
- Es una de nuestras madres.
- Esa mujer no es mi madre, mi madre se llama Eleanor Britter – dijo Annie con rencor.
- Annie y yo crecimos juntas en el Hogar de Pony, un orfanato en Michigan. Cuando Annie cumplió seis años fue adoptada por la familia Britter. La señorita Pony y la hermana María son las religiosas que cuidaron de nosotras. La señorita Pony está muy enferma y en ese momento, yo no tenía los medios para ayudarla, por eso me animé a pedirle dinero prestado a Annie. En cuanto conseguí trabajo aquí en Chicago le devolví el dinero, aquí tiene la transferencia de mi banco a su banco y el correo electrónico donde le informé del depósito.
Además del correo electrónico, la rubia les mostró el mensaje de texto donde Annie le decía que Archie odiaba los diseños y que opinaba que mejor se dedicara a otra cosa. Archie pudo constatar que tanto el correo electrónico como el mensaje de texto habían sido enviados utilizando el teléfono móvil que el corporativo le había asignado a Annie y también la dirección de correo electrónico de la empresa.
Después, Archie le hizo algunas preguntas a la rubia sobre su inspiración y el concepto de la colección a lo que ella contestó con absoluta certeza describiendo perfectamente la visión tal y como Archie la entendía.
Durante todo el tiempo, William escuchaba atentamente sin hacer el más mínimo gesto que revelara lo que estaba pensando y cuando Archie terminó de cuestionar a la rubia, le pidió a ella y al licenciado Gallagher que esperaran afuera. Después, habló con el abogado de Annie para anular el contrato que habían firmado con ella, reservándose el derecho de demandarla por fraude.
La morena intentó de todo con tal de no perder incluso, llegó a hincarse frente al rubio suplicando su perdón y jurándole amor, pero William fue inflexible y al final, la mujer terminó firmando todos y cada uno de los documentos redactados por George quedándose prácticamente sin nada.
Al salir, Annie miró con odio a Candy y le gritó: ¡Maldita!, ¿Por qué no te quedaste en ese pueblucho de quinta?, ¡Me las pagarás!
Todos alrededor se quedaron en silencio mirando la escena. En un segundo, apareció William y tomando del brazo a Annie la llevo junto al jefe de seguridad para que la acompañara a la salida no sin antes susurrarle en un tomo amenazante que no quería verla nunca más. Después, regresó como si nada e invitó a Candy y al licenciado Gallagher a regresar a la sala de juntas.
De regreso a la mesa de negociación, William suavizó el tono de su voz y su lenguaje corporal se ajustó de inmediato. Candy estaba sorprendida de la tranquilidad con que el rubio se conducía, parecía un roble fuerte y seguro de sí mismo además de un camaleón que cambiaba de piel con increíble facilidad. Era casi imposible saber lo que estaba pensando y su intensa mirada la intimidaba…
- Señorita White, por favor acepte mis disculpas, no teníamos idea de lo sucedido. Como usted sabe, la colección se lanzó la semana pasada en los Estados Unidos; tenemos las cifras de todos los pedidos que hemos recibido hasta ahora y la cantidad total que podremos surtir a nivel mundial.
No nos interesa un pleito legal, ¿Si le parece bien? Podemos finiquitar este asunto ahora mismo entregándole un cheque por esta cantidad – dijo entregándole una tarjeta con un numero enorme.
Sin embargo, me gustaría que considerara una segunda opción: La promoción de la colección comenzará la próxima semana en Europa; teníamos agendadas una serie de presentaciones a las que la señorita Britter acudiría, pero como comprenderá, no será posible.
Sé que tal vez, no esté interesada en colaborar con nosotros después de lo sucedido, pero nos interesa su trabajo. Afortunadamente, la colección no le fue atribuida a ningún diseñador y usted podría tomar el lugar que le corresponde. A cambio de su participación en la promoción, le ofrezco un cinco por ciento adicional sobre el total de las ventas y el puesto de diseñador en jefe de la segunda colección.
Si acepta, tendrá a su disposición todo lo necesario y absoluta libertad creativa, por supuesto trabajará en coordinación con Archivald quien es el jefe de la división de mercadotecnia del corporativo. Durante la promoción de la segunda colección usted será presentada como diseñadora y obtendrá el reconocimiento que merece, entonces podrá decidir si continúa trabajando con nosotros o seguir su propio rumbo.
Por lo que entendí, su madre necesita ayuda urgente, podemos darle un anticipo sobre el total de las ventas y podrá utilizar el seguro médico de la empresa para trasladarla al mejor hospital del país. Desafortunadamente no tenemos tiempo que perder, necesito su respuesta ahora mismo…
De todo lo que William había mencionado, solo la posibilidad de trasladar a la señorita Pony al mejor hospital de país resonaba en la mente de la rubia.
- La señorita White trabaja para la Escuela de Danza de Chicago donde tiene un contrato que incluye alojamiento y transporte – indicó el licenciado Gallagher.
- Podemos cubrirlo – dijo William sin inmutarse.
- Como comprenderá, las acciones de la señorita Britter le originaron a mi cliente gastos de representación legal…
- No se preocupe, el doctor Villers le extenderá un cheque ahora mismo por la cantidad de sus honorarios. ¿Qué dice señorita White? ¿Acepta?
Candy estaba muy abrumada: el viaje de promoción, el diseño de la segunda colección, empezar en el corporativo Ardlay como diseñador en jefe y la posibilidad de enfrentarse cara a cara con el hombre de aquella noche le aterrorizaban, pero al mismo tiempo, la posibilidad de brindarle a la señorita Pony la atención médica que necesitaba la animaba por lo que se armó de valor y conteniendo la respiración dijo: Aceptó.
- Muy bien, por favor denos un par de horas para preparar el contrato, nos vemos aquí a las 6:00.
- Aquí estaremos – aseguró el licenciado Gallagher.
- Guau tío… esta mañana teníamos un problema y ahora tienes asegurada la promoción de esta temporada y el desarrollo de la siguiente. La verdad, estaba nervioso por lo que fuera a decir Annie en Europa pues no tiene ni idea, pero ahora estoy cien por ciento seguro de que nos irá de maravilla. Solo hay un pequeño detalle… tenemos que cambiar el estilo de esa joven.
- ¿Qué tiene su estilo?
- Va a representar una línea de alta costura, no puede usar esa ropa tan sencilla.
- A mí me pareció que se veía divina – dijo William con una sonrisa sexy.
- No tienes remedio – contestó Archie negando con la cabeza.
- Esta bien Archivald, sé que después me voy a arrepentir de decir esto, pero ocúpate de ello, compra lo que necesite y agrégalo a la tarjeta corporativa.
- Música para mis oídos – dijo el castaño con una gran sonrisa antes de salir.
- William, en cuanto a la vivienda y el transporte… – preguntó George
- Usa uno de los apartamentos amueblados en mi edificio y asígnale un automóvil de la compañía, si necesita chofer habla con recursos humanos.
- Estas invirtiendo mucho en ella.
- Lo vale y lo sabes – recuperaremos eso y mucho más solo con esta colección.
- Siempre estás un paso adelante.
Mas tarde, mientras Candy firmaba el contrato, sentía que le estaba vendiendo su alma al diablo y en silencio rezaba porque todo saliera bien.
Esa noche, hubo una gran fiesta en la Escuela de Danza, para festejar y brindar por el éxito de la rubia. Adam estaba triste de perder a una de sus mejores costureras, pero feliz de haber ayudado a lanzar a una nueva diseñadora.
- Adam, de verdad lo siento.
- No te preocupes princesa, gracias a ti, terminamos el vestuario para la compañía de ballet a tiempo, ahora tendremos un poco de tiempo libre para contratar a alguien más. ¿Cuándo te irás?
- Debo presentarme mañana mismo.
- Puedes tomarte el tiempo que quieras para moverte, si necesitas ayuda haznos saber y entre todos te echaremos la mano.
- Gracias, verdaderamente son como mi familia, nunca los olvidaré.
La fiesta continuo hasta altas horas de la noche en la habitación de la rubia donde un grupo de chicas hacían la última pijamada.
- Dinos Candy, ¿es cierto que negociaste directamente con William Ardlay?
- Bueno, había un grupo de personas.
- pero ¿lo viste en persona?
- Si, estaba ahí.
- ¿Es tan guapo como en la tele?
- Es bien parecido.
- ¿Bien parecido? Es un ángel bajado del cielo, un verdadero Adonis – decía otra joven con ojos soñadores.
- Si, pero es un conquistador que cambia de novia como de ropa interior, no toma a nadie en serio – sentencio Danielle.
- Pues a mí no me importaría ser una más en su lista con tal de pasar una noche con él; con tanta practica debe de ser muy buen amante – dijo una chica.
- No les hagas caso Candy, ten cuidado y abre bien los ojos porque hay muchos lobos disfrazados de ovejas – decía otra.
- Bueno vamos a dormir porque Candy comienza mañana, bueno al rato…
Al siguiente día, Candy comenzó a trabajar directamente con Archie quien la llevó de compras por los lugares más exclusivos de la ciudad; compraron infinidad de ropa, zapatos y accesorios. La rubia insistía en que no era necesario gastar tanto, pero Archivald estaba en su ambiente y se sentía como pez en el agua, especialmente comprando con la tarjeta de crédito empresarial.
Desde el principio ambos se entendieron de maravilla, la rubia entendía de moda y estilo además de que al joven le encantaba verla modelar infinidad de prendas pues era realmente hermosa y divertida.
Cuando terminaron, la llevó al impresionante edificio donde viviría…
- ¿Estás seguro de que es aquí? – preguntó la rubia por tercera vez.
- Si Candy, mira mi tío te envió un bouquet de bienvenida – dijo señalando un hermoso arreglo florar en la mesa de la entrada.
- ¿le envía uno a cada empleado?
- Si y no. Como compañía, enviamos un pequeño detalle a nuestros nuevos empleados, pero usualmente la oficina de recursos humanos se encarga de ello. Este lo envió directamente mi tío, debiste causarle una buena impresión. Bueno pues me voy para que te instales, mañana enviaremos por el resto de tus cosas y no te preocupes por ordenar las compras, la mucama lo hará. Si necesitas algo llama al 7816, es mi apartamento, vendré de inmediato.
- ¿vives aquí?
- Tres pisos arriba, también mi hermano Stear y mi primo Anthony, pero tenemos como diez pisos de diferencia entre nosotros, queremos privacidad… tú sabes – contestó con un guiño coqueto.
- Me imagino – contestó Candy rolando los ojos mientras cerraba la puerta.
Al siguiente día, Candy llegó a la oficia de Archie que se encontraba reunido con Stear y Anthony.
- Pasa Candy buenos días, te presento a mi hermano Alistair y a mi primo Anthony.
- Mucho gusto, dijo Candy nerviosa al reconocer a Anthony.
- ¿Nos hemos visto antes? – Pregunto el rubio.
- No lo creo, hasta hace un tiempo vivía en Michigan.
- Ven Candy, te mostraré el lugar…
- Archie le mostró las galerías y después bajaron un piso donde se encontraba el área de diseño. La rubia casi se desmaya al reconocer el lugar
- ¿Qué te pasa Candy estás bien? Estás muy pálida
- Ehh, si no te preocupes. Archie… ¿Quién trabaja aquí?
- Todavía nadie, está área se acaba de remodelar, pero pronto será tu área de diseño. Vámonos que se hace tarde
Durante el día Archie puso a Candy al tanto del itinerario de la promoción y los eventos a los que tendría que acudir…
- ¿Entonces no vienes con nosotros? – preguntó la rubia.
- Al principio la idea era que sí, pero estamos tan ocupados con los pedidos, que mi tío me pidió que me quedara para asegurarnos de surtir la demanda nacional antes de que lleguen los pedidos internacionales.
- Pero yo no se nada de la compañía.
- Tranquila irás con el mejor.
- Eso es lo que me preocupa.
- No te preocupes, mi tío puede ser intimidante algunas veces, pero créeme te apoyará porque eres parte de la empresa. A propósito, mañana no tienes que venir a la oficina, te hemos hecho sita en el SPA debes de estar radiante.
- Archie, no es necesario yo…
- Si que lo es, así que no se diga más aquí tienes la dirección.
Al siguiente día, Candy llegaba al mejor SPA de la ciudad a las ocho de la mañana y era recibida personalmente por Paulette la dueña del lugar. Después de explicarle la enorme lista de cosas que le harían, le dejaron saber que terminarían alrededor de las 5:30 de la tarde.
La rubia se sentía un poco insegura pues nunca se había sometido a ninguna de esas cosas. Paulette la vio despojándose de sus ropas con pudor y le pareció simpática pues el decoro era algo difícil de encontrar en esos días.
La joven cerró los ojos mientras el tratamiento exfoliante hacia su trabajo y dos de las empleadas, creyendo que estaba dormida comentaban.
- Ella es mucho más bonita que la anterior.
- Si es muy joven, lastima que se vendan por dinero.
- Disculpe, ¿está hablando de mí?
- Señorita ¿estaba usted despierta?
- Quiero que me explique exactamente su comentario – dijo la rubia levantando la voz.
- En eso llegó Paulette y preguntó ¿todo bien?
- Señorita, estoy esperando su respuesta ¿Cómo es eso de que me vendo por dinero?
- Discúlpense inmediatamente con la señorita – ordenó Paulette
- No quiero una disculpa, quiero saber que está pasando.
- Salgan por favor – ordenó Paulette a sus empleadas.
- Discúlpalas Candy por favor. ¿Sabes? este es el mejor SPA de la ciudad y la gran mayoría de las chicas que han salido con William Ardlay vienen aquí. El día de ayer, Clara la secretaria de Archivald llamó para hacer cita para ti, y como no había nada disponible, le dieron fecha para la semana entrante, pero ella insistió en que tenía que ser hoy porque saldrás de viaje con William el día de mañana.
- ¿Y asumieron que yo era la amante en turno?
- Es que eres tan hermosa que no nos imaginamos a William dejándote ir.
- ¡Pues yo solo soy su empleada, iremos en un viaje de trabajo y le dije claramente a Archibald que, para eso, no necesito ningún tratamiento! – dijo la rubia levantándose.
- Mil disculpas Candy, por favor quédate yo te atenderé personalmente.
La rubia se quedó a regañadientes y al final de día, ni ella misma se reconocía. Tenía que aceptar que debía poner más interés en su apariencia personal pues la diferencia era abismal.
Al siguiente día por la mañana, un automóvil la llevó al hangar privado de los Ardlay donde un lujoso jet privado la esperaba. Cuando subió, se sorprendió mucho al ver a William sentado en un precioso escritorio de madera con la vista perdida en un montón de papeles; vestía casual con jeans, playera negra y chamarra deportiva.
La rubia se quedó boquiabierta, el joven era sencillamente perfecto, no pudo dejar de notar su cabello rubio como la arena, nariz de perfil griego y labios sensuales de un rojo natural. ¿por qué no lo había notado el día de la junta? Tal vez había estado demasiado nerviosa, o ciega...
De repente, el rubio levantó la mirada celeste y Candy sintió que el suelo desaparecía bajo sus pies…
- Buenos días, señorita White. Por favor tome asiento, partiremos en un momento ¿gusta algo de tomar? – le dijo indicándole un cómodo sillón reclinable de piel blanca en la ventanilla opuesta a la suya.
- NN no gracias – contestó la rubia saliendo de su ensimismamiento.
Diez minutos más tarde, el avión despegaba y el rubio volvía su atención a los papeles, le gustaba aprovechar las horas de vuelo para trabajar y así tener un poco de tiempo libre una vez que llegaba a su destino.
- John, el asistente personal de William en el avión se dirigió a Candy y le dijo:
Buenos días, señorita bienvenida a bordo mi nombre es John y voy a ser su asistente en el vuelo; viajaremos directo a la ciudad de Paris en ocho horas cuarenta y cinco minutos ¿me permite entregarle una almohada y una manta para su comodidad?
- Gracias – aceptó la rubia con una hermosa sonrisa.
Durante las primeras horas del vuelo, la rubia intentaba leer un libro, pero no podía evitar levantar la mirada discretamente para mirar a William quien estaba absolutamente concentrado en el trabajo. Estaba embelesada pues no podía creer que fuera tan perfecto, cada uno de sus movimientos eran varoniles, elegantes y sexis, incluso leyendo, tomando café o escribiendo notas parecía sacado de una revista.
La joven, constantemente se recordaba que era su jefe y además un mujeriego empedernido que estaba acostumbrado a salir con mujeres impresionantemente bellas, que nada tenían que ver con ella, pero no podía dejar de mirarlo, parecía como si la hubiera hechizado con sus divinos ojos azules.
Después de cinco horas de trabajo sin interrupciones, el rubio se sintió un poco cansado e hizo de lado los papeles para tomar un descanso. Cuando miró a su izquierda, observó a Candy que dormía plácidamente en el reclinable con la manta cubriéndole medio cuerpo. No pudo evitar sonreír al ver sus largos risos despeinados y su cara de ángel salpicada con diminutas pecas. Era tan hermosa, que parecía hija de la misma Afrodita.
Un poco más tarde, comentaron acerca de los primeros compromisos de promoción durante la comida y después regresaron cada uno a lo suyo pretendiendo normalidad mientras se deleitaban mutuamente con miradas furtivas.
Al cabo de un par de horas el capital del vuelo anunciaba el descenso al aeropuerto de Paris.
Continuara…
Gracias por continuar leyendo esta historia, espero que les haya gustado este capitulo. La semana pasada algunas de ustedes me preguntaron acerca del final de Baila Conmigo. Debo ser sincera, escribi el capitulo final, pero había pasado tanto tiempo desde la ultima actualizacion, que me sentia muy desconectada de la historia asi que decidi leerla para recordar correctamente algunos aspectos importantes. Me diverti mucho leyendo mis locuras y me volví a enamorar del personaje de Albert asi que ahora me siento mucho mas confiada de presentarles algo que vaya acorde con la historia.
Me preguntaban que ¿por qué publico nuevas historias sin terminar la primera? y la respuesta es precisamente porque tanto Muñecas de Papel como Promesa de Libertad son historias que apenas estoy desarrollando en mi imaginacion y puedo escribir con mucha más facilidad.
Estoy completamente de acuerdo con ustedes y sé que les debo respeto por tantas y tantas semanas en que me han honrado leyendo Baila conmigo asi que no volveré a publicar ningun otro capitulo de las nuevas historias hasta que la haya terminado.
Cuidense mucho, les mando un abrazo y les deseo lo mejor.
