N/A: Bueno, creo que serán tres partes y no dos de está obra... Disfruten :"v

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Cálido. Su cuerpo se siente cálido, como si una suave manta de los rayos del sol la abrazara. No siente miedo, dolor, incertidumbre o angustia, solo está ahí, existiendo.

Sus ojos se abren lentamente y un ligero brillo plateado destella en ellos. Con asombro, nota como un enorme campo se abre paso frente a ella, la hierba verde es destellante, hay flores que danzan con gentileza ante la suave brisa que corre libre en aquel campo que pareciera no tener fin.

"Es hermoso, ¿no?"

Su cuerpo se tensa de pronto y su corazón se acelera, rompiendo toda esa paz que antes sentía.

Aquella voz la conocía bien. Esa voz tan dulce y reconfortante la conoció en aquellos días dónde la verdadera maldad del mundo le era desconocida, y solo disfrutaba sus días de formación en aquella escuela llena de recuerdos lejanos.

Sus ojos plateados se llenaron de lágrimas, y muy lentamente se diola vuelta, encontrándose frente a la joven, mucho más alta que ella, de ojos esmeraldas y cabellos rojos como el fuego, con una sonrisa plasmada en su perfilado rostro.

"Pyrrha" las palabras salieron arrastradas de su garganta, los sollozos inevitables estaban por abordarla, impidiéndole hablar. La chica endulzó más su sonrisa y dando un paso más cerca de la más joven, abrió sus brazos solo para envolverla en ellos.

"Hola, Ruby. Has estado ocupada, ¿eh?" Había una chispa de diversión en su tono. Su tacto parecía ser tan real y cálido, que Ruby no pudo evitar aferrarse a ella mientras lloraba con desesperación.

"¡Lo siento!" Exclamó tan pronto pudo formar las palabras en su boca "¡Lo siento tanto!" Repitió sintiendo sus pulmones pesados. La pelirroja simplemente se dedicó a abrazarla, colocando una mano en la parte posterior de su cabeza y realizar pequeñas caricias con sus dedos en su cabello. "¡Debí ser más rápida! ¡Debí ser más fuerte!" Hacia mucho tiempo que quería decirlo. Gritarlo hasta el cansancio. La culpa se había embotellado. "¡Si tan solo hubiera sido más rápida, tu estarías aquí!"

"Quizás". Susurró Pyrrha, sin dejar de acariciar la cabellera azabache. "O quizás, te habrían lastimado, o algo peor, y jamás hubiera deseado eso" la pelirroja se separó un poco de la joven, con la intención de que sus miradas se encontraran. "Ya que has cuidado bien de ellos". Dijo con una sonrisa sincera, y Ruby volvió a estallar en llanto, ocultando su rostro en el pecho de su fallecida amiga.

[...]

Era desesperante. Si pudiera subir a esa silla y golpear el reloj en la pared lo haría con tal de no escuchar su irritante "tick tock", pero seguramente la echarían de inmediato del lugar y no quería moverse de dónde estaba.

Mantuvo sus ojos cerrados, jugando con su pie en un movimiento rítmico mientras esperaba en la sala. Había bastante silencio en los pasillos, algo de esperar ya que la noche estaba bastante avanzada, algunos han sido dados de alta y otros se han marchado a sus hogares, dejando solo a algunos doctores, enfermeros y enfermeras en los pasillos para realizar sus habituales rondas.

Las horas han pasado, no necesita mirar al irritante reloj para saberlo, además, seguramente sus miedos se dispararían de nuevo si notara el tiempo que ha pasado.

Es demasiado. La culpa se adhiere a su piel y hace que arda. Debió, quizás, predecir lo que Cinder haría, haber estado más atenta, pero estuvo expuesta muy fácil, y Ruby tuvo que salvarla.

Aún tiene algunas manchas de sangre en sus manos que aún no ha limpiado, teme abrir los ojos y mirar el rojo, pensarlo incluso le da náuseas. Su corazón comienza a acelerarse de nuevo y el recuerdo de su hermana herida en sus brazos golpea su mente una vez más.

Corrió, corrió lo más rápido mientras la llevaba en sus brazos. El miedo que recorría su sistema quizás habría paralizado a cualquier otro, pero ella no debía hacer eso, debía moverse y buscar una oportunidad para su hermana. Buscar una mínima posibilidad para que sobreviva, aún cuando su visión estaba tan borrosa que la hacía perder en leves momentos la claridad de su camino. Fue horrible. Todavía tiene plasmada en su memoria el charco de sangre en el suelo cuando su hermana perdió el conocimiento. Fue agonizante. En cada paso dado sentía la respiración cada vez más lenta de su hermana, provocando que incluso ella misma se sintiera sin aire. Estaba desesperada. La desesperación que la golpeó fue peor que la que sintió cuando perdió a su hermana aquel día en el mercado, sintió que el mundo se detuvo, el suelo desapareció, y el llanto de alivio que salió de su sistema al encontrarla fue muy reconfortante, pero en esos momentos, esa desesperación amenazaba con hacerla flaquear y tirarla al suelo de rodillas, pero definitivamente no cedió, dejando que la adrenalina la empujara hasta el punto de encuentro, dónde la nave estaba. Se supone que siempre la protegería. Aún recuerda muy bien, cuando en una noche de tormenta ella estaba junto a Ruby, abrazándola mientras lloraba asustada, había pasado solo una semana desde que les dijeron que mamá no volvería a casa, y la pequeña Ruby enfrentó su primera noche de tormenta sin mamá, pero Yang estuvo ahí y se lo prometió: "Siempre te protegeré, no importa qué". Pero no cumplió su promesa, dejo que su hermanita pequeña saliera lastimada solo por protegerla, y si la perdía jamás se lo perdonaría.

El suave tacto en su hombro la hizo abrir sus ojos abruptamente, sacándola de su letargo, y de inmediato giró su cabeza hacia su derecha, encontrándose con la mirada ámbar de su pareja.

—Yang, iré a la cafetería con Ren, traeremos algo para los demás, ¿necesitas algo? —la voz de la fauno es suave, y ni siquiera se dio cuenta, pero la mano de su pareja estaba en su mejilla, limpiando el rastro de unas lágrimas de las que no se había percatado.

Se tragó el nudo de su garganta y se atrevió a responder—. No necesito nada —respondió con una sonrisa temblorosa. Aún si lo intentara, nada lograría pasar por su garganta, inclusive pudiera ser que lo devolvería todo en un santiamén, ya que su estómago era todo un lío en esos momentos. Su pareja asintió con comprensión, y después de una última caricia en su mejilla, la pelinegra se levantó para seguir a su amigo, perdiéndose de la vista de la rubia.

Yang suspiró temblorosa, solo para finalmente bajar la mirada y prestar atención a sus manos, notando el rojo en ellas. Las náuseas aumentaron, por lo que se levantó abruptamente y giró su cabeza hacia la izquierda, dónde sabía que su tío estaba.

—Iré al baño —anunció, y evitando cualquier respuesta o pregunta de alguno de sus amigos, salió casi corriendo, perdiéndose en los pasillos.

[...]

Ruby suspira, mientras sus pies se balancean en el aire cuando está sentada en aquel acantilado tan familiar. Pyrrha a su lado la imita, mirando fijamente el amanecer frente a ellas.

"¿Sabes? Jaune se ha vuelto un líder genial". Comenta Ruby de pronto, una enorme sonrisa se dibuja en sus labios que demuestra una chispa de orgullo.

"Ha trabajado muy duro, sabía que lo haría". La mirada esmeralda se volvió hacia Ruby para mirarla, sin borrar ese gesto apacible de su rostro.

"¡Lo ha hecho! El ha entrenado mucho, ¡Incluso encontró su semblanza!" Hay un notorio alarde en sus palabras.

"¿Enserio?" La chispa de la alegría apareció en sus ojos verdes.

"¡Si!" Afirmó Ruby con mucha emoción. "¡Él puede amplificar el aura de otros! ¡Es genial!"

"No me equivoqué al decir que tenía un aura muy grande, ¿eh?". Murmuró Pyrrha con orgullo.

"¡Y la semblanza de Ren evolucionó!" Exclamó con una sonrisa. "¡Puede notar las emociones de los demás! Es un poco raro, e incluso podría ser un poco incómodo, ¡Pero Ren es bueno para ser cuidadoso al usarla! Ya sabes, es el más centrado de nosotros" murmura lo último con una pequeña risa. "Oh, y Nora es la mejor usando su arma que le ha añadido nuevas mejoras, es simplemente ¡genial! Aunque es una roncadora nata y una roba golosinas. El otro día me reto a una competencia y termino ganando". Pyrrha se rió ante aquel dato, pero la alegría de Ruby paulatinamente se apagó. "Aunque creo... Que todo eso lo sabes, debes de haber estado viéndonos de alguna manera". Murmuró Ruby, su mirada comenzaba a reflejar aquella tristeza que solía cernirse sobre ella de vez en cuando.

"Quizás... Pero es bueno escucharlo de ti". Comentó Pyrrha con suma tranquilidad, sin apartar la mirada de la más joven.

"Perdón". Sus ojos plateados se centraron en el horizonte, mirando fijamente el bosque.

"¿Por qué te disculpas está vez?" Preguntó la pelirroja con cierta curiosidad, inclinado un poco su cabeza.

"Arrastré a los chicos a esto" susurró con tristeza "Sé, que fue su propia voluntad seguirme, Jaune siempre me lo dijo, pero... Aún así los hice pasar muchas cosas. Lamento haber arrastrado a tus amigos así"

"Son nuestros amigos, Ruby" aclaró la pelirroja. "Y te lo aseguro, estoy orgullosa del Team RNJR, que viajó unido por Anima y llegó a Mistral, todo por querer ayudar. Jaune lo dijo, tu no los obligaste a nada, más bien, tu los inspiraste, y te aseguro, que yo te habría seguido también"

Los ojos de Ruby se tornaron acuosos, y volvió su mirada a Pyrrha, solo para encontrarse con su sonrisa.

[...]

Un suspiro tembloroso sale de su garganta. El temblor de sus manos al sostener aquel vaso con agua le impide llevar el objeto a sus labios, por lo que frustrada termina por dejarlo de nuevo en la pequeña mesa y se envuelve en sus propios brazos para calmarse.

Decidió ir a la cafetería, quizás le vendría bien distraerse un poco de todo. Del personal caminando de un lado a otro, del olor a medicamentos, del paso del tiempo tan aterrador. Solo necesitaba su espacio, un pequeño espacio, y también servir de algo.

Decir que está asustada es poco, es un pánico que se aferra a su cuerpo tensando cada músculo. Ruby está luchando por su vida. Aún tiene en su mente plasmada la sonrisa de su líder antes de empezar la misión, una sonrisa cálida que de pronto se transformó en una mueca agonizante. "Incluso las luces más brillantes pueden parpadear y morir". Un escalofrío violento recorre su cuerpo al recordar aquella frase que leyó en un libro alguna vez, se abraza a si misma con desesperación, siempre entendió aquella línea y acreditaba su significado, pero ahora mismo, odiaba pensar en ello y deseaba desacreditarla ferozmente. Fue su culpa. No prestó atención lo suficiente, no fue lo suficientemente capaz, y tuvo que ser salvada por su líder. El rojo carmesí era intenso. En su memoria aún está la sangre plasmada en el suelo cuando Yang cargó a su hermana en brazos, el olor a maleza quemada se mantiene aferrada en su nariz y las cenizas del Grimm continúan en su visión al haber mirado a su alrededor cuando tomó en sus manos a Crescent Rose. Fue aterrador. Cuando llegaron a la nave, los gritos desesperados de Yang aun están en sus oídos. Ruby había dejado de respirar. Winter fue la más rápida en reaccionar, gritando órdenes a todo el mundo mientras realizaba compresiones para lograr que el corazón de la azabache respondiera. Era un caos. Aun cuando Winter lo había logrado, los sollozos no se hicieron esperar, el jadeo ahogado de Nora al entrar a la nave fue preocupante e incluso cayó de rodillas al suelo, y pudo verlo en sus ojos, el terror de volver a perder a alguien más. Ren la sostuvo antes de que se desplomara por completo, aun cuando el parecía igual de mal que ella. Ella recuerda la mirada de cada uno de ellos, las voces y palabras desesperadas ante el flujo abundante de sangre y la palidez en el rostro de la líder que siempre es un pilar de esperanza. Cometieron un error. Jamás se perdonaría perder a Ruby, ella entendía que todo ciclo consistía con la muerte al final, pero no para Ruby, ella era joven, capaz de levantarse en la adversidad y sonreír para aliviar el dolor de otro. Ruby tenía un camino por delante, y que lo perdiera, era injusto.

—¿Blake?—se sobresaltó al escuchar la voz de Ren a su espalda, y rápidamente se giró hacia él, notando la mirada preocupada en sus ojos.

—Yo-—las palabras se atascaron en su garganta, las lágrimas finalmente nublaron su visión y enterró más sus dedos en sus antebrazos—. Yo-Yo no puedo, Ren—confesó finalmente con voz temblorosa—. Ruby. Ella nos protegió y ahora está... Ella puede—no podía decirlo en voz alta, si lo hacía podía hacerse realidad y eso era impensable. Ren no dijo nada al respecto, simplemente se acercó a ella y la abrazó. La fauno escondió su rostro en el hombro de su amigo y dejó que los sollozos salieran de su sistema. Se había estado conteniendo, necesitaba estar ahí para Yang y Weiss, ser su ancla, pero sus pensamientos estaban en la oscuridad, castigándola por su error. Ruby siempre les enseñó a tener esperanza, ser optimistas y caminar siempre hacia adelante aun cuando todo fuera difícil. "Siempre te admiré, Ruby. Y aún lo hago". Sus manos aferraron su agarre, haciéndola pensar que seguramente tendría marcas ante la fuerza excesiva contra ella misma, pero las punzadas en su pecho aún no desaparecían.

[...]

Ruby mantuvo su mirada sobre su regazo, observando cuidadosamente como si esperara ver algo que se suponía debía estar ahí.

"Pyrrha". La aludida apartó la mirada del horizonte, prestando atención a la más joven. "¿Por qué estoy aquí?" Cuestionó, desviando su mirada de sus manos, solo para ponerla sobre Pyrrha.

"Esa es una respuesta que aún no puedes responder, lo siento, Ruby". Respondió la pelirroja mirando a su amiga, solo para después ponerse de pie y extender su mano hacia ella. "¿Te parece si damos un paseo?" Preguntó con una sonrisa, obteniendo una respuesta afirmativa por parte de la azabache cuando tomó su mano y se levantó del suelo.

En cada paso, Ruby notó como el paisaje comenzó a cambiar, llevándolas a ambas a caminar por las veredas de un bosque que le resultaba familiar. Al salir de ahí, un nuevo panorama se le presentaba frente a ella, la visualización de su hogar tan vívido y pintoresco le hizo sonreír, mientras algunas lágrimas se resbalaron por sus mejillas sonrosadas.

De pronto, su corazón sintió un opresión en su pecho y sus ojos se abrieron enormemente cuando unas risas llegaron a sus oídos, y pronto, su hermana, aun siendo una niña, estaba riéndose enérgica mientras abrazaba a una versión más pequeña de ella misma, quién intentaba soltarse del agarre de su hermana mayor entre risas. De la casa pronto salieron Taiyang y Qrow, separando a ambas de inmediato y logrando que el par protestara mientras intentaban liberarse. Ruby comenzó a reír, aquellos recuerdos se sintieron tan lejanos, había algunos que simplemente se habían esfumado debido a su edad y otros, simplemente los había enterrado debido a la falta de tiempo para pensar en ellos.

Pyrrha a su lado miró directamente a Ruby a su lado, y una triste sonrisa se dibujó en sus labios, mientras otro recuerdo se formaba frente a ellas.

[...]

Frío. Nunca le molestó el frío, era algo familiar que se había acostumbrado a sentir en las paredes de su hogar. Los muros helados fueron creados por ella, al crecer en un ambiente familiar tan deprimente, escudándose de otros, cediendo a la soberbia y la superioridad, eran muros sólidos que impedían a otros entrar. Ahora es molesto. No puede imaginar su vida diferente de las personas que ha conocido y en las que ha encontrado una familia, el solo pensar que podría llegar la separación le aterra. Justo como el rojo carmesí en esa capa tan familiar. El agua fluye sin descanso, el grifo no ha sido cerrado, y cada vez que limpia el color rojizo que se desliza por el desagüe, las lágrimas fluyen de sus ojos azules por igual. Es asfixiante. No tolera ver como la sangre combinada con el agua se desprende de la tela, solo produce nauseas en su sistema. Por su culpa está de esa manera. Aún escucha en sus oídos el grito de su pareja, agonizante y doloroso, y siente como si cada parte de su sistema se congelará a paso lento, amenazándola con consumirla. La sangre mancha el suelo, volviéndolo rojo carmesí. El miedo que sintió en su sistema no recuerda haberlo sentido antes, la sangre fluyendo del cuerpo de alguien tan sonriente y vivaz era una imagen desoladora, como si el mundo se burlara en su cara y recordándole la premisa más básica, "todos están destinados a morir, incluso la estrella más brillante encontrará su fin". Gruñe furiosa, tallando con fuerza la tela para eliminar el rastro rojizo de ella y las lágrimas se retienen en sus ojos azules. Ruby es una idiota, siempre intentando ayudar a otros, ver lo mejor en otros, sonriendo ante las malas situaciones, arriesgándose para poner a los que ama a salvo. Ese tipo de persona no sobrevive al mundo. Le importa muy poco si alguna vez pensó que aquello era cierto, solo pensarlo la hace querer vomitar. No puede terminar así. Siempre, incluso en los momentos más difíciles, les enseñó a tener esperanza, y ahora deseaba tenerla más que nadie. La herida no dejó de sangrar. Aún en la nave notaba como la sangre bañaba la tela que Winter utilizó para hacer presión en la herida, un rojo espeso que manchó las manos de su hermana mayor, la adulta centrada que mantuvo a su líder lo mejor posible para encontrar la ayuda que necesitaba. Fue su error. Ni siquiera pensó en lo que Cinder podía o no hacer, la subestimó, si, eran más que ella, pero ella tenía al Grimm y poderes de doncella a su disposición. Debieron pedir refuerzos, comunicarse con el resto, pero todo se salió de control, y cuando menos lo pensó, lo único que vio después del blanco cegador fue el rojo carmesí en la ropa de su pareja. No hay perdón. Si la pierden, jamás lo perdonará, no perdonará perder a la persona que derribó sus muros, no perdonará perder a la persona que inspira a otros y sonríe con dulzura para tranquilizarlos, no perdonará al mundo, a los dioses, al destino, ni a ella misma. Escucha la puerta de los baños abrirse pero no le importa continúa su tarea, limpiando los restos carmesí que no pertenecen a la tela.

El tacto en su hombro la saca abruptamente de su letargo, llevándola a mirar de golpe a la persona a su lado, encontrándose con los ojos lilas de Yang.

—No podía—susurró Weiss con voz temblorosa, apretando con fuerza la tela en sus manos y con el sonido del agua corriendo de fondo—. No podía dejarlo así, tenía que-—sus palabras se atascaron en su garganta, incapaz de completar la explicación, pero Yang pareció entenderlo de inmediato y la abrazó, algo incómodo debido a la posición, pero al final se dejó llevar.

—Lo sé—murmuró Yang, apretando un poco más sus brazos en la peliblanca. Weiss sollozó de nuevo, dejando que sus miedos se filtraran y apretando tan fuerte la capa en sus manos que sus nudillos parecieron volverse más blanco.

[...]

Ruby mira con nostalgia los recuerdos que cambian frente a ella como el familiar cambio de estación. Su infancia, su adolescencia, los días en Signal Academy, las lecciones de Qrow, los días divertidos con Yang, Zwei y Taiyang. Los días en Beacon, sus amigos, las aventuras, aquellos momentos felices y que deseo fueran duraderos.

"Pyrrha". Llamó a la chica detrás de ella, mientras su sonrisa comenzaba a borrarse lentamente. La pelirroja tarareo, indicando que la escuchaba. "¿Estoy muerta?" Preguntó con un temblor en su voz, mientras algunas lágrimas se asomaban por sus ojos. Algo en su interior la hizo pensar en ello, aun no sabía como, pero el hecho de encontrarse a Pyrrha, que ésta la llevara por un paseo de sus memorias, simplemente le hacían sentir que el motivo por el cual podía estar con su amiga y ver sus recuerdos le enviaban una alerta a su cerebro de que quizás... No lo había logrado.

"No". Fue una respuesta corta y enfatizada, pero eso no fue lo que sorprendió a Ruby, sino que la respuesta no había venido precisamente de su amiga. Dirigió su mirada de inmediato a Pyrrha en busca de una explicación, pero la pelirroja simplemente le mostró su sonrisa, y miró por sobre su hombro para mirar a alguien más a su espalda. Ruby giró sobre sus pies, buscando mirar de frente a la persona que había respondido, y ahí, parada frente a ella, una mujer tan ajena pero familiar estaba de pie, sonriéndole con dulzura. Las lágrimas finalmente escaparon de sus ojos plateados, mirando el rostro de la mujer con la que compartía muchos rasgos. "En realidad, estás en el límite de la vida y la muerte, mi pétalo". Explicó con un tono dulce, que provocó sollozos en Ruby y la llevó a romper la distancia con la mujer, abrazándola con anhelo.

[...]

Yang y Weiss volvieron con el resto a la sala de espera, la peliblanca llevaba la capa tan familiar sobre sus hombros una vez terminó su labor de limpiarla. Ella y Yang pronto se acercaron a sus amigos, Jaune estaba sentado junto a Nora, acariciando su espalda para mantenerla en calma mientras bebía algo que seguro Ren y Blake habían conseguido de la cafetería.

La rubia se acercó a su pareja, rodeando su brazo por su cintura. La fauno recargó su cabeza en su hombro, cerrando sus ojos unos instantes. Weiss se sentó al lado de Qrow y colocó una mano reconfortante en su hombro, sacándolo de sus pensamientos.

Finalmente un doctor se acercó a ellos, logrando ser rodeado por el grupo. El hombre de inmediato dio su informe, hablando de la severidad de la herida, la pérdida de sangre, el riesgo de infección y muchas cosas más, y llegando al dato de que había sido trasladada a cuidados intensivos. Las preguntas que fueran a realizar fueron detenidas abruptamente ante el sonido del radio del doctor.

Informe de un código azul. Repito, un código azul en cuidados intensivos —el doctor se dio la vuelta de inmediato, corriendo hacia los pasillos. El grupo quedó paralizado. Conocían ese término y el miedo arraigo su sistema con fiereza.

Yang se movió. Simplemente corrió a la dirección que había tomado el doctor, sin importarle el grito de su tío, o los jadeos preocupados de sus amigos, simplemente corrió siguiendo el paso del doctor, y pronto entro al área esquivando a las enfermeras, localizando enseguida la habitación ante el número de doctores que entraban a toda prisa, su cuerpo se movió al enorme vidrio, mirando al interior de la habitación.

Sintió que el suelo desapareció.

Su hermana estaba conectada a demasiados aparatos y uno en específico indicaba que el pulso se había detenido. Los encargados se movían a su alrededor, realizando compresiones en el pecho de su hermanita.

La hermana que ha cargado en sus brazos.La hermana a la que intentó cuidar siempre.La hermana a la que le leyó sus cuentos favoritos.La hermana que la abrazaba con emoción.La hermana que sonreía como un ángel.La hermana con la que durmió en las noches de tormenta.

Y esa misma hermana es quién estaba muriendo frente a sus ojos.

Un grito agonizante salió de sus labios, llamando a su hermana con desesperación a través del cristal, mientras los doctores empleaban la resucitación en la joven chica.

[...]