Capítulo 1: Tirano.

Torre Babel, Piso 16:

La hoja metálica volvió a introducirse en su compartimento. Kahn jadeó por el cansancio y los nervios. Un sentimiento de un frio invernal abrazó su espalda y se replicó a través de todo su cuerpo. Sin despegar la vista de aquella armadura vacía, su mente se perdía en un mar de preguntas sin resolver. El cantico del elfo a sus espaldas había sido interrumpido, detenido por el súbito final del enfrentamiento.

Lo… ¿lo derrotó? ¿Está muerto? –Preguntó sin poder procesar lo que veían sus ojos.

Señorita Lefiya… es… ¡es él! ¡El hijo de la familia Tyr! –Trató de retener su felicidad.

N-No puede ser. –Frunció el ceño. –Es imposible, el apenas es nivel 2. Nosotros luchamos contra ese monstruo y ni siquiera le hicimos daño.

Un movimiento brusco fue efectuado por el muchacho; Un giro en dirección a ambas damiselas.

¡Oigan! ¿Pudieron ver si habían más de estas cosas?

Lefiya balbuceo. –N-No, ese fue el único que encontramos.

Kahn frunció el ceño y giró hacia el cuerpo de la bestia fallecida. Su yacía tirado en el suelo, inmóvil y tieso como una roca; Estaba muerto, pero esto no le dejaba tranquilo. En ves de eso, una idea salvaje rondaba su conciencia. "No puede ser el único".

Deberían irse, yo me quedaré por aquí un rato más. –Suspiro tratando de calmarse. –¿Pueden moverse? ¿Necesitan ayuda para caminar?

Yo eh…

¿Qué era esa cosa? –Rakta alzó la voz, interrumpiendo a su capitana.

El corazón del joven salteó algunos latidos. –Nada… no era nada… solo un monstruo.

La semi humana frunció el ceño y alzó la voz con demanda. –Es obvio que no es un monstruo normal, no trates de…

Escucha… –Interrumpió alzando su mano. –No es el momento ni el lugar para hablar. Les pido de buena manera que se marchen, por favor.

Los ojos de Lefiya se encontraron con los de Kahn. En aquel instante, sintió un gélido rose en su espalda; Un mal augurio, el aviso de un peligro inminente. Por otro lado, la chica pudo notar algo muy particular en su mirada. El brillo en sus ojos color café y el movimiento casi disimulado de sus retículas demostraban sus verdaderas emociones. "¿Está asustado?" se cuestionó para sus adentros.

Rakta, –Llamó a su compañera, mirándole con una expresión seria y exigente.

Ambas se encontraron en un silencioso despliegue de posturas. La certeza de que el joven aventurero sabia algo que ellas no les incitaba a quedarse, más el peligro que representaba lo desconocido era demasiado algo incluso para aventureros de segunda clase.

Está bien… –Asintió la semi humana. –Pero quisiera pedirte algo.

¿Qué cosa? –Apuró de un momento a otro.

Un muchacho estaba con nosotros, uno con orejas de perro. Él nos ayudó a escapar…

Si encuentro a cualquier persona me aseguraré de que regrese a la superficie. –Se adelantó a su petición. –¿Puedo contar con qué ustedes harán lo mismo?

Rakta asintió con la cabeza. Con premura, ambas aventureras comenzaron su viaje de regreso. Con un cierto grado de seguridad, los niveles inferiores se encontrarían en condiciones "normales". Y de esta forma, el silencio volvió a reinar. Kahn resopló con su aliento frio como hielo, giró en dirección a la entrada del piso 17 y sin más resolución comenzó a escalar las salientes.

El recuerdo del golpe de aquel monstruo le atormentaba; Todo había ocurrido tan rápido que el joven semi humano apenas pudo reaccionar. Su cabeza le daba vueltas, pero un potente ardor en su brazo derecho hacía que aquella dolencia no fuese más que una vaga idea. Fue entonces cuando logró darse cuenta.

Estoy… ¿Estoy vivo? –Musitó al vacío.

El duro suelo de piedra madre aplacaba la espalda de Cruz. Había sido derribado, eso lo tenía claro, pero poco o nada podía recordar de lo ocurrido luego de aquel contraataque. Su primer cometido fue intenta levantarse, solo para ser detenido por un suave agarre en sus antebrazos.

Tranquilo, estas a salvo.

Los ojos del chico giraron con violencia hacia la sombría figura a su lado. Su visión tardó unos momentos en centrarse, factor que ocasionó su prematura resistencia. Kahn alzó ambas manos en señal de paz, intentando librarse del ataque por venir.

¿Qué pasó? ¿Dónde están las demás? –Exigió nervioso.

Tranquilo, ellas están bien.

¿Bien? Pero…

Antes de siquiera poder completar su frase, una aguda punzada estremeció su cuerpo entero; Un dolor feroz, como la mordida de un animal salvaje pero sin el sentimiento de sus colmillos. Kahn se apresuró a empujar su cuerpo contra el piso, tratando de evitar que se levante.

No te muevas. Mira tú brazo.

Cruz frunció el ceño. No quería perderle de vista, pero a su vez estaba tentado a ver qué es lo que ocurría. Aquel dolor se volvía cada vez más fuerte y eventualmente tendría que mirar aunque no lo quisiera. Lo hizo, y como esperaba, no encontró algo agradable. Sus ojos se llenaron de espanto, su respiración se aceleró y luchó contra el impulso de moverse. Una masa de color negro, gomosa y pútrida se arrastraba por toda su extremidad derecha, arrastrándose y devorándole de forma lenta.

¡¿Qué es esto?! –Exclamó.

Es Ávido, una criatura nacida del monstruo que acaban de enfrentar.

Espera, ¿dices que ese monstruo me puso esto?

Kahn asintió con la cabeza. –Es por eso que el decidió no matarte. Tenemos que retirarlo cuanto antes, estas cosas se expanden muy…

Un quejido agujo interrumpió la explicación del muchacho. Cruz se retorció de dolor, un dolor que le hizo saltar en si sitio; Fue como si cientos de insectos estuviesen mordiendo su piel al mismo tiempo, como si no intentasen comer de su carne, sino meterse dentro de esta.

¿Tú sabes cómo hacerlo? ¿verdad? –Presionó sus dientes con fuerza.

Ambos aventureros cruzaron miradas, instante en el cual Kahn retiró sus ojos de los de Cruz. Este último lo presintió, el sentimiento que nos avisa sobre la llegada de un punto sin retorno y una decisión poco agradable. La hijo ejecutable del guantelete emergió, y el rostro del semi humano se reflejó en ella.

Estamos muy lejos de la salida… Lo sabes, ¿verdad? –Inquirió el hijo de la familia Tyr.

El muchacho volteó para comprobar su estado actual. En tan solo unos instantes, la baba ya había consumido por completo su mano e intentaba escalar hasta su hombro. Su ceño se frunció ante la respuesta inevitable.

Has lo que debas, lo resistiré…

El joven de pelo oscuro asintió con la cabeza y alzó su hoja en alto. Sus manos le sudaron, su corazón latía con fervor y sus ojos repicaban entre aquella secreción y el punto de corte. En aquel instante, él fue capaz de saberlo con tan solo ver la expresión en el rostro de Cruz; La persona más nervioso en aquella sala no era el semi humano. "Cuenta hasta cuatro, inhala… cuenta hasta cuatro, exhala…". Presionó su puño, y usando la totalidad de su fuerza blandió su arma hacia abajo.

Ciudad laberinto, Gremio:

La inmensa multitud de aventureros eran advertidos por los demás administradores del Gremio de la inusual noticia. Gritos de confusión, incomodas preguntas y una densa aura de molestia tensaban el ambiente. Las entradas del establecimiento permanecían cerradas y un único mensaje de advertencia yacía clavado sobre estas. "Mazmorra cerrada hasta nuevo aviso". Por otro lado, una alevosa reunión era llevada a cabo a puertas cerradas. Personalidades de importante reputación habían sido convocadas para buscar la solución del creciente problema de los pisos intermedios. El líder de toda la organización, Royman Mardeel, observaba con preocupación a sus invitados.

Agradezco que hayan podido asistir… –Reverenció el elfo.

Una figura joven, de cabellos rojizos y ojos entre abiertos asintió con la cabeza. –Si, bueno, después de lo ocurrido sería raro no querer algún tipo de explicación.

Los fríos semblantes de tres personas se encontraban mirando con rigidez al hombrecillo de traje; La dueña de La señora de la abundancia, Mia Grand, el dios del engaño, Loki y el Ganesha, líder de la familia de domadores más grande de Orario.

Así que lo indicado seria preguntar, ¿De qué se trata todo esto? –Interrogó el dios enmascarado.

Cuando uno hace referencia a ambas deidades, lo normal es imaginarlos con un prominente atices de alegría y confianza, actitudes que desprenden una tranquilidad sin igual. Sin embargo este no era el caso; Sus ceños fruncidos mostraban una cara que solo podía pronosticar un mal significativo, un destino incierto, o una calamidad inminente.

Royman acomodó su traje y tomando lugar en su asiento tras el escritorio pasó a explicar. –Mis señoras… y señor… He de suponer que todos aquí saben lo ocurrido en la mazmorra, así que voy a ahorrarme las explicaciones. –Caminó hacia la parte trasera de su escritorio. –Ante el repentino enfrentamiento narrado por el escuadrón de la familia Loki, me he dado a la tarea de recolectar tanta información como me fuese posible. –Con nerviosismo abrió uno de sus cajones y retiró una delgada carpeta de color marrón claro. –Las malas noticias, aquello que atacó y destruyó al primer grupo de reconocimiento está lejos de estar solo. –Alzando la carpeta en alto, el pequeño elfo lanzó el material descriptiva a los ojos de todos los presentes. –La buena, esto es todo lo que deben saber sobre… los monstruos Tyrant.

¿Monstruos Tyrant? –Inquirió el gripo al unisonó.

Monstruos Tyrant: De comportamiento similar a sus contrapartes naturales, aunque con inteligencia y resistencias alteradas. Estas criaturas están dotadas de una coraza protectora con la capacidad única de absorber el daño total del impacto. Tanto magia como golpes físicos son inútiles contra este material, por lo cual podemos decir que este es virtualmente indestructible. Por el contrario, aún es posible dañar a la criatura a través de los focos de luz de la armadura. Una vez derrotado el monstruo Tyrant, su cuerpo se desvanecerá como cualquier monstruo normal y la coraza metálica caerá al suelo, perdiendo gran parte de su resistencia.

Loki frunció el ceño tras leer los apuntes. Una idea cruzó su mente, acompañada de los reportes de Lefiya y Rakta. "Si nunca nadie ha visto a uno de estos, ¿Cómo es qué ese chico supo cómo enfrentarlo?".

Seré lo más claro posible con ustedes, necesitaremos de su colaboración. –Royman alzó un poco su voz para que todos pudieran oírle. –Ante los horribles acontecimientos de las últimas horas me he dado a la tares de recolectar la información que ahora están leyendo… –Su brazo se extendió en dirección a la puerta, momento en el cual su rechinido llamó la atención de los presentes. –Y sin siquiera esperarlo, dimos con una posible solución.

Una esvelta figura de resonante sonrisa entró a la habitación; Una chica, para ser más preciso, de cabello blanco recortado y elegantes vestiduras del mismo color.

Mucho gusto. –Blandió tras una reverencia. –Mi nombre es Bianca Sýmma, provengo de la región de Domhan.

Un escalofrió recorrió la espalda de Mia en el instante en que su mirada y la de esa mujer se cruzaron. Sus ojos, azuladas cual ventanas de cristal resplandecían con un brillo increíble, casi inhumano. No tenía nada especial, no a simple vista por lo menos, pero el aura que desprendía aquella despreocupada figura era suficiente para inquietar a la gigantesca mujer.

Estoy segura de que tendrán muchas preguntas…

¿Cómo es qué sabes sobre la llegada de, "los monstruos Tyrant"? –Se apresuró Loki. –Porque dudo que hayas caído aquí de mera casualidad y más teniendo en cuenta lo reciente de la noticia.

Bianca amplió su mueca. –Como era de esperarse de usted, señorita Loki. La verdad es que llevamos siguiéndole la pista a un grupo muy curioso desde hace un tiempo. Según la información que pudimos recolectar, son parte de una facción procedente de este lugar. –Los ojos de la chica giraron con insinuación. –El nombre "Evilus" debería serles familiar.

Hmm… –Ganesha frunció el ceño bajo su máscara. –Dices que trajeron a esos monstruos desde Domhan, pero creo que hay algo que no encaja. ¿Por qué se arriesgarían en hacer un viaje tan largo? ¿Cómo hicieron para meterles en la mazmorra sin que nadie se diera cuenta? Y más importante, Evilus fue eliminado casi en su totalidad, dudo que ellos tengan la capacidad de lograr algo como esto.

Para encender el fuego, solo hace falta una pequeña chispa. Según tus palabras, ellos siguen vigentes. No es muy difícil pensar que están por las cercanías, y si ese es el caso, ¿Cómo puedes estar seguro de que una parte de tu gente no está bajo su yugo?

Ganesha abrió su boca para refutar, pero las palabras de aquella mujer hicieron meya en su mente. El confiaba en sus hijos, los amaba y respetaba, pero también sabia que parte de eso era verdad. ¿Cómo podría estar seguro de que no estaba siendo engañado?

Y entonces, Bianca giró su rostro con ligereza a través del cuarto. –Señorita Mia Grand.

El salón quedó en completo silencio, haciendo que el eco de sus pasos resonase como un cuerno de guerra. Eventualmente, ambas entidades estuvieron cara a cara, enmascarados tras un semblante serio y uno risueño, como si fuese una obra de teatro.

Quisiera preguntarle una cosa. ¿Por qué la señorita Freya no ha respondido las invitaciones a nuestra reunión? –Indagó sagaz.

Me temo que no he hablado con Freya en años, me es imposible responder a tal pregunta. –Se excusó Mia.

Oh, ¿Es eso cierto Royman?

Sobresaltado ante tal pregunta, el elfo giró en dirección a la ex capitana. –Bueno, eso es algo cierto pero… –Tragó saliva de manera lenta. –Tenemos informes de su establecimiento… al menos tres de las personas ahí dentro estuvieron o están relacionados con la Familia Freta. Y luego está este chico, Kahn que…

Que conocía desde mucho antes a los monstruos Tyrant. –Completó la chica con acusación. –Según lo relatado por el equipo de reconocimiento, ese muchacho enfrentó y derrotó a un minotauro Tyrant sin recibir un solo golpe. Tal hazaña es impensable si tenemos en cuenta su bajo nivel, por lo cual no es difícil el señalar sus conocimientos previos para con la bestia.

La enana le observó irrisible. La rigidez de sus dedos rozándose los unos contra los otros en su puño pudo apreciarse en la cercanía. El sentirse acusada, el peso de una culpa no correspondida era algo que no estaba dispuesta a cargar, y aun así, su semblante jamás abandonó su aspecto serio y tranquilo. Mantuvo su calmada a pesar de las denuncias, pues la verdad le acompañaba y perder los estribos solo ayudaría a sentenciarla a un cargo injustificado.

Hablas con mucha confianza para ser una simple desconocida. Dime una cosa, ¿tienes pruebas más allá de tu palabrerío barato para justificar esas acusaciones? Porque a simple vista, no estas haciendo más que señalar con el dedo y crear dudas.

Mis pruebas son el tiempo, mi querida Mia. –Asintió con tranquilidad. –Yo solo digo lo que veo, y hasta donde puedo ver, hay muchas cosas que te señalan a ti y a ese "fealltóir".

¡Basta! –Balbuceó Royman alzando su voz. –¡Tanto la señorita Bianca como el aventurero Kahn son sospechosos potenciales! Ambos están relacionados con la situación actual, y como tal, se es colocará en la lista de peligro hasta que sea demostrada su inocencia.

No digo que deban confiar en mí. –Aludió la joven. –Solo digo que he venido hasta aquí para evitar un desastre, y sería muy recomendable de su parte aceptar mi ayuda.

Entonces, Loki dio un salto para levantarse de su asiento. –Yo quisiera dar mi opinión al respecto, si no les molesta. –De manera lenta y coqueta caminó a través de los mosaicos del suelo, posicionándose en medio del cuarto para tener una visión más clara de los demás. –Lo que he podido llegar a entender hasta ahora es algo así como… Todos quieren ayudar, pero todos podrían ser unos traidores, ¿No? –El silencio del cuarto actuó como respuesta ante tal interrogante. –Miren, los propongo algo… Ya que ninguno es de fiar, ¿por qué no ponemos a prueba su buena fe? Ellos nos ayudan a deshacernos de los monstros Tyrant y por mientras buscamos a los culpables. ¿Qué opinan?

Las miradas se cruzaron entre sí, algunas con recelo, otras desconfianza. Si bien, El título de "dios del engaño" no jugaba a su favor, la verdad es que la idea de Loki parecía ser una solución viable. Sin embargo, por muy buenas que fuesen sus intenciones, cierto era que aquella petición terminaría favoreciéndola más a ellas que a cualquier otro. Razón por la cual le fue imposible ocultar su particular sonrisa ganadora.

Domhan, Catacumbas del Coliseo:

El golpear de las cadenas de hierro era acompañado por alaridos de profundo cansancio. Miradas llenas de desprecio y miedo se asomaban a través de los barrotes, disparándose hacia las figuras que se paseaban por el pasillo. Los ojos se Tyr revelaban el enorme desagrado que sentía por las imágenes de aquel sitio. Una cárcel para resumir, pero una muy especial; Era un escenario de prueba, un templo en el cual los guerreros más aptos venían a buscar un sitio dentro de la familia gobernante de Domhan. Al final del día, todos acababan como simples cabezas que se postradas frente a los pies del padre de todo en búsqueda de piedad. Solo había dos formas de salir de aquel sitio, llenos de gloria, o faltos de aliento.

Bien, aquí lo tenemos. –Anunció Odín con su sonrisa enaltecida.

Sentado en la esquina más profunda de una oscura y húmeda celda se encontraba el pequeño niño bestia.Sus ropas manchadas de sangre se mezclaban con la rojiza tonalidad de sus cabellos. Sus músculos temblaron y su rostro se llenó de terror al cruzar miradas con el propietario de aquellas tierras.

Es increíble como un guerrero como tu pueda esconderse detrás de un aspecto tan deplorable… Supongo que es algo que llevas dentro. Lo dejarás salir con el tiempo, no te preocupes.

¡Odín! –Exclamó Tyr con motivo de llamar su atención. –Sabes bien lo que pienso de estas cosas, ¿Por qué me estas mostrando esto?

El hombre barbón giró de manera lenta y calmada. Sus ojos se clavaron sobre el dios de la guerra, no con amenaza ni malicia, sino demostrando cierto grado de comprensión. –¿En serio me crees capaz de disfrutar de algo así? Tyr… No soy un salvaje. Nada de esto es por placer.

¿Entonces por qué? Cuando alguien me menciona algo sobre ti lo único que se me ocurre es… –Se detuvo unos instantes para calmar su tono. –Se me corre… dolor y muerte…

Odín lanzó una sonrisa. –Prefiero ser temido y respetado, antes que amado y cuestionado. –Con carisma palmeó el pecho de su invitado y volvió a girar para ver al atemorizado muchacho dentro de su prisión. –Tu y yo somos parecidos Tyr, aunque te cueste creerlo. Ambos luchamos por la paz, ancianos su tranquilidad y atesoramos la imagen que representa.

¿Paz? –Cuestionó alarmado. –¿Qué hay de pacífico en todo esto? ¿Cómo puedes dejar que esta gente se mate y decir que buscas la paz?

Porque es a través de ellos que lograremos la paz, viejo amigo. Imagínalo, un futuro brillante, sin guerras, sin hambre, sin bandos encontrados. ¿No sería eso maravilloso?

Sigo sin entender a donde quieres llegar… ¿Cómo encajo yo en todo esto?

Odín volvió hacia su compañero, y su único ojo brillo con un atice de ilusión. –Seré directo; Yo no quiero a este chico en mi familia… lo quiero en la tuya, dios de la guerra. –Su voz se alzó un poco en esas últimas palabras, como si quisiera remarcar aquél detalle tan importante.

"Dios se la guerra…" su voz, sus palabras, su rostro y su mera presencia fueron marcadas a fuego en la mente de Kahn.Perdido en el espacio de sus pensamientos, divagando los rincones más profundos de su subconsciente, aquel joven recordaba con pesar mientras oía un lejano susurro equiparable al rose de una mosca.

¿Kahn? ¡Oye, Kahn!

Sus manos se flexionaron hacia atrás, y los platos que sostenía cayeron de manera violenta en el agua. Su rostro y su ropa fueron salpicados en el momento justo en que volvió a la realidad.

¿Qué? ¿Qué pasa? –Giró con nerviosismo a su alrededor.

Una elfo de dorados cabellos le miraba con su tranquilidad usual. La pila de vajilla sucias que yacía sobre el lavadero apenas había descendido desde qué el chico comenzó a lavar. ¿Cuánto tiempo llevaba volando? Ni siquiera él lo sabía.

Oh… lo siento… –Musitó con pena.

No deberías hacer eso tan seguido, no bueno para ti. –Señaló uniéndose remangando su uniforme y tomando lugar junto a él.

Si, ya lo sé. Es solo qué… –Buscó en su mente las palabras para comunicarse. –He estado algo cansado.

Los ojos de Ryuu giraron con discípulo, contemplando el perfil del distraído muchacho. Él hablaba, pero su cerebro aún seguía maquinándose a sí mismo. No era muy difícil suponerlo, podrías ser un completo desconocido y te darías cuenta al instante de qué su cabeza y su cuerpo trabajaban en mundos diferentes.

Si quieres hablar sobre algo sabes que estamos dispuestos a oírte… –Ofreció en voz baja.

Kahn se detuvo en seco, suspiró de manera profunda, giró hacia su amiga y le dedicó una profunda sonrisa. –Gracias, pero no hace falta. Es solo una mala semana…

"Una mala semana que ha durado más de dos meses…" repensó la chica de orejas largas. No puedes ayudar a alguien que no quiere ser ayudado, eso es un hecho.

Las tablas del piso crujieron, anunciando la llegada de una enorme figura con delantal. Sus ojos repasaron seriamente la cocina, recayendo por fin en el joven aventurero. Mia realizó una mueca hacia atrás, como si estuviese avisando de la presencia de un invitado.

¿Ya llegaron? –Preguntó Kahn.

Si, y parecen bastante impacientes.

El chico suspiró, dejando a un lado el empapado mandil y dirigiéndose hacia la habitación principal de La Señora de la Abundancia. Esperándole allí, una elfo de anaranjados cabellos, un semi humano de extremidad cercenada y una joven con orejas de conejo esperaban con paciencia a su encuentro con el hijo bastardo de la familia Tyr.