- ¡Santa Madre de Dios! - murmuró Monk -. Querida señora, ¿habla en serio?

Sin apartar la mirada de Sasuke, la joven le respondió al tabernero:

- Hablo muy en serio, buen hombre. Si no fuera así, ¿cree usted que me habría aventurado por esta parte de la ciudad, a esta hora de la noche?

Sasuke respondió la pregunta. - Creo que usted ha perdido el juicio.

- No - replicó la joven -. Sería más fácil si fuese así.

- Entiendo- dijo Sasuke. Trataba de controlarse, pero le dolía la garganta de tanto contenerse para no gritarle -. ¿Cuándo quiere que... esto... esta?

- ¿Esta tarea?

- Sí, tarea - aceptó Sasuke-. ¿Cuándo quiere que se cumpla esa tarea?

- Ahora.

- ¿Ahora?

- Si le resulta conveniente, milord.

- ¿Si me resulta conveniente?

- ¡Oh, caramba, lo siento mucho! – murmuró -. No quise perturbarlo.

- ¿Por qué cree que me perturbó?

- Porque está gritándome.

Sasuke comprendió que tenía razón: estaba gritando. Soltó un largo suspiro. Por primera vez en mucho tiempo, había perdido por completo la compostura, y se excusó a sí mismo diciéndose que cualquiera con algo de sentido común se habría sorprendido por una petición tan insó1ita. La joven parecía muy sincera, y también muy frágil. ¡Por el amor de Dios, si hasta tenía pecas en la nariz! Tendría que estar en su casa, bajo llave, al cuidado amoroso de la familia, y no ahí, en esa miserable taberna, hablando de su propio asesinato.

- Me doy cuenta de cuanto lo alteró, y, en verdad, le pido disculpas, Pagan. ¿Acaso nunca mató a una mujer? - preguntó, en un tono cargado de compasión. Pareció apenada por él.

- No, hasta ahora nunca maté a una mujer - respondió el hombre, entre dientes -. Pero hay una primera vez para todo, ¿no es así?

El hombre lo dijo con intención sarcástica, pero la joven lo tomó al pie de la letra.

- Esa es la idea - se apresuró a responder, y hasta le sonrió -. En realidad, no creo que sea difícil para usted y, por supuesto, yo ayudaría.

Sasuke asintió deseos de dejar caer la cabeza sobre la mesa.

- ¿Usted está dispuesta a ayudar? - dijo, con voz estrangulada.

- Seguro.

- Usted ha perdido la cordura.

- No - replicó la joven -. Pero estoy muy desesperada. Esta tarea debe cumplírselo antes posible. ¿Puede apresurarse a terminar su trago?

- ¿Por qué tiene que ser tan rápido?

- Porque vendrán a buscarme en cualquier momento, quizás esta misma noche. Pagan, voy a morir, por manos de ellos o por las de usted, y en realidad prefiero decidir mi propio fin. Supongo que puede entenderlo.

- ¿Y por qué no se mata usted misma? - estalló Monk-. ¿Acaso no sería más fácil que contratara otra persona?

- ¡Monk, por el amor de Dios, no la alientes!

- No es mi intención - se apresuró a aclarar el aludido -. Sólo intento entender por qué una mujer tan bonita quiere morir.

- Oh, jamás podría matarme - explicó la muchacha -. Sería un pecado. Tiene que hacerlo otra persona, ¿entiende?

Sasuke ya no podía soportar más. Se puso de pie con tanta precipitación que casi tiró la silla, y apoyó las palmas de sus manos enormes sobre la mesa.

- No, no entiendo, pero le aseguro que lo comprenderé antes de que termine esta noche. Comenzaremos por el principio. Primero, me dirá su nombre.

- ¿Por qué?

- Es una de mis reglas - le espetó el hombre -. No mato a nadie que no conozca. Dígame su nombre.

- Es una regla estúpida.

- Contésteme.

- Sakura.

- ¡Maldición, quiero su nombre verdadero! - vociferó.

- Maldición, ese es mi nombre verdadero - repuso la joven, con expresión de fastidio.

- Habla en serio, ¿verdad?

- Desde luego que hablo en serio. Sakura es mi nombre - agregó la muchacha, encogiéndose de hombros.

- Sakura es un nombre insólito – dijo -. Aunque le queda bien: me parece que es usted una mujer poco común.

- Señor, lo que opine acerca de mí carece por completo de importancia. Yo lo contrato para cumplir un deber, y nada más. ¿Tiene la costumbre de interrogar a sus víctimas antes de hacerlo?

Sasuke no hizo caso de la mirada indignada de la joven. - Dígame su apellido, o la estrangulo.

- No, no tiene que estrangularme - replicó la muchacha

- No quiero morir así, y no olvide que soy yo quien le contrata.

- ¿Cuál era su idea? – pregunto el hombre -. Oh, diablos, no importa. No quiero saberlo.

- Pero tiene que saberlo -insistió Sakura -. ¿Cómo puede matarme si no sabe cómo quiero que lo haga?

- Luego - repuso Sasuke-. Más tarde podría usted indicarme cual es el método elegido. Primero, lo primero, Sakura. ¿Sus padres la esperan en casa?

- Claro que no.

- ¿Por qué?

- Los dos murieron.

Sasuke cerró los ojos y contó hasta diez. - ¿De modo que está usted sola?

- No.

En ese momento, fue Sakura la que suspiró. - Tengo un hermano. Y no le diré nada más, Pagan. Es muy arriesgado, ¿entiende?

- ¿Cuál es el riesgo, señorita? - le preguntó Monk.

- Cuanto más sepa de mí, más difícil le resultará la tarea. Creo que sería muy terrible matar a alguien que le guste, ¿no le parece, señor?

- Nunca tuve que matar a alguien que me gustara - admitió Monk-. A decir verdad, nunca maté a nadie, pero, aun así, su teoría tiene sentido.

Sasuke tuvo que hacer un esfuerzo enorme para no bramar.

- Sakura, le aseguro que eso no será una dificultad. En este momento, usted no me agrada en lo más mínimo.

Sakura retrocedió. - ¿Por qué no? - pregunto-. No fui ni la mitad de ofensiva que usted. Pagan, ¿acaso es una persona malhumorada por naturaleza?

- No me llame Pagan.

- ¿Por qué?

- Si alguien escuchara, sería peligroso - barbotó Monk, al ver lo furioso que se ponía Sasuke. Un músculo en el costado de la mandíbula había comenzado a contraerse. Sasuke tenía un temperamento feroz, y la muchacha, sin saberlo, estaba irritándolo. Si llegaba a soltarse, complacería a la muchacha, pues le daría un susto de muerte.

- Entonces, ¿cómo debo llamarle? - preguntó la muchacha al tabernero.

- Sasuke- respondió Monk, subrayando la respuesta con un movimiento de cabeza -. Puede llamarlo Sasuke.

La muchacha exhaló un resoplido bastante poco elegante. - ¿Y él considera que yo tengo un nombre poco común?

Sasuke estiró una mano y le sujetó la barbilla, obligándola a mirarlo otra vez. - ¿Cómo se llama su hermano?

- Gaara.

- ¿Dónde está Gaara en este momento?

- Siempre está ocupándose de asuntos muy arduos.

- ¿Qué asuntos?

Antes de contestar, la joven le apartó la mano. - De barcos.

- ¿Cuándo regresara?

La mirada de Sakura habría amilanado a un hombre inferior.

- Dentro de dos semanas - explotó Sakura -. Ya contesté todas sus preguntas. Ahora, puede dejar de molestarme y cumplir su cometido, ¿por favor?

- ¿Dónde vive, Sakura?

- Señor, sus preguntas interminables están dándome un terrible dolor de cabeza. No estoy acostumbrada a que me griten.

Sasuke echó una mirada a Monk, mostrándole cuan exasperado estaba.

- Esta tonta quiere que la mate, pero se queja de dolor de cabeza.

De súbito, Sakura se estiró, aferró la barbilla de Sasuke, y lo obligó a mirarla, en una imitación deliberada del hombre. Tanta audacia sorprendió al hombre, y la dejó salirse con la suya. - Ahora me toca a mí - anunció Sakura -. Yo haré las preguntas, y usted responderá. Soy yo la que le da a usted las monedas de plata. Primero y principal, quiero sabe si en verdad está dispuesto a matarme. Su vacilación y ese interrogatorio interminable, me preocupan.

- Antes de que yo tome una decisión, usted tiene que satisfacer mi curiosidad.

- No.

- Entonces, no la mataré

- ¡Es un villano! - gritó Sakura -. Antes de saber quién era la víctima, usted me lo prometió. ¡Me dio su palabra!

- Mentí.

La indignaci6n de la muchacha fue tan intensa que casi se ahogó.

- Usted me desilusiona. Un hombre de honor no habría roto su palabra con tanta facilidad. Debería avergonzarse.

- Sakura, yo nunca afirmé que fuese un hombre de honor.

- No, chica, no lo dijo - intervino Monk.

En los ojos de Sakura ardió un fuego verde, y pareció furiosa con él. Apoyó las manos encima de las de Sasuke, sobre la mesa, se inclinó hacia delante y susurro:

- Me dijeron que Pagan nunca, nunca faltaba a su palabra.

- Le informaron mal.

Ya estaban casi con las narices pegadas. Sasuke intentó concentrarse en lo que hablaban, pero el aroma limpio, fresco, intensamente femenino de Sakura lo distraía. Sakura meneaba la cabeza, y Sasuke se había quedado mudo. Hasta ese instante, nunca una mujer le había hecho frente. No; por lo general, cuando él hacia la más mínima demostración de enfado, las damas de la sociedad se encogían. Pero esta, no. Y tampoco se limitaba a soportarlo: en realidad, le devolvía una mirada igual de furibunda. De pronto, Sasuke sintió un súbito deseo de reír y no supo por qué.

Era evidente que la locura de esa muchacha era contagiosa.

- En realidad, a usted tendrían que colgarlo - dijo Sakura -. No cabe duda de que me engañó, pues no parece de los que actúan con cobardía.

Trató de apartarse de la mesa, pero las manos de Sasuke, sobre las de ella, se lo impidieron. El hombre se inclinó otra vez, hasta quedar a la distancia de un beso.

- Soy un pirata, madame; se nos conoce como cobardes. Sasuke esperó otra recriminación, pero, en lugar de eso,

Sakura se echó a llorar. El hombre no estaba preparado para semejante despliegue emocional. Al mismo tiempo que Sasuke buscaba el pañuelo, Monk se ponía de pie de un salto y corría a consolarla. El tabernero le palmeó con torpeza los hombros:

- Vamos, señorita, no llore.

- Es culpa de él - sollozó la muchacha -. No hice más que pedir un pequeño favor. Una tarea rápida, que le habría llevado muy poco tiempo, pero no, el no puede tomarse la molestia. Hasta permití que terminara la bebida - continuó, gimiendo -. También pensaba pagarle por ello.

Cuando terminó ese penoso discurso, Monk miraba a Sasuke con indignación.

- Usted angustió a la linda muchacha –acusó al marqués

-. ¡Si casi le destrozó el corazón!

El tabernero arrebató el pañuelo de manos de Sasuke y comenzó a enjugar con torpeza las lágrimas de las mejillas de la joven.

- Todo se arreglará, señorita - la arrulló.

- No - protestó Sakura, con la voz ahogada por el pañuelo que Monk le había puesto bajo la nariz-. ¿Sabe usted que nunca, en toda mi vida, le pedí nada a nadie? Y la primera vez que lo hago, me lo niegan. Ya nadie quiere ganarse la vida honradamente. No, prefieren robar. Es una vergüenza, ¿no le parece, Monk?

Sasuke se había quedado sin palabras, y no sabía si tomarla entre sus brazos para consolarla o aferrarla de los hombros y sacudirla para ver si recobraba un poco la sensatez. Pero una cosa era segura: si Monk seguía mirándolo ceñudo, le rompería la nariz.

- Milady, en realidad, aceptar monedas de una dama para asesinarla no es un trabajo honesto - argumentó Monk, dándole palmadas en el hombro para suavizar la tierna recriminación.

- Sí, es un trabajo honesto - insistió Sakura -. Siempre que la dama quiera que se cometa el asesinato.

Monk se interrumpió, y se frotó la frente. - En eso tiene razón, ¿verdad? - le preguntó a Sasuke.

- ¡Por el amor de...! ¿De qué están hablando? - preguntó Sasuke, mientras Sakura comenzaba a recoger las monedas.

- Me voy – anunció -. Lamento haberlo molestado, Pagan... o Sasuke, o comoquiera que se llame. Anudó el cordón de la bolsa, y se la guardó en el bolsillo pero, cuando se volvió y comenzó a caminar hacia la puerta, Sasuke le habló:

- ¿Adónde va?

- Eso no le importa - repuso Sakura -. Pero como no soy ni la mitad de insolente que usted, le diré que voy a buscar a alguien mejor dispuesto. No tema, señor, no desistiré. Antes de que termine esta noche lúgubre, hallaré a alguien que quiera matarme.

Sasuke la detuvo en la puerta. Le apoyó las manos sobre los hombros y la hizo girar hasta que quedó de frente a él.

En cuanto la tocó, Sakura comenzó a llorar otra vez, y Sasuke se sintió exasperado e inquieto, al mismo tiempo. Pero, de todos modos, dio rienda suelta a ese impulso irrefrenable y, con gesto rudo, la tomó entre sus brazos.

Ese abrazo de oso pareció ser todo el estímulo que ella necesitaba. Siguió sollozando contra el pecho de él, y, entre sollozo y sollozo, pidió perdón por su comportamiento indigno de una dama. Sasuke esperó a que ella recuperase un poco el control, pues sin duda en ese instante no podría razonar con ella. De todos modos, sollozaba tan fuerte que no podría oír lo que él le dijera. Además, seguía culpando a Sasuke por la situaci6n en que se encontraba. Por cierto, era la mujer más sorprendente que había conocido.

¡Señor, esa muchacha era tan suave...! Y se adaptaba a Sasuke a la perfección. Por lo común, al marqués le disgustaban las mujeres que lloraban, pero a esta no quería dejarla ir. Como las secuelas de una tormenta, en ese momento la muchacha hipaba como un campesino ebrio. Ya era hora de que la hiciera entrar en razones.

- Sakura, no creo que sea tan terrible como usted lo cree ahora - le dijo, en voz baja y ronca - Estoy seguro de que, cuando llegue la mañana, estará agradecida de que no haya accedido a su petición.

- Mañana a la mañana estaré muerta –gimió la muchacha.

- No, no lo estará - repuso el marqués, dándole un cariñoso apretón -. No permitiré que le suceda nada malo, se lo prometo. No creo que quiera morir aún.

- Si muero, creo que mi hermano sufrirá una decepción.

- Me imagino -respondió Sasuke, con sequedad.

- Sin embargo, no soy lo bastante fuerte para luchar contra ellos. Son individuos muy malvados y me temo que, antes de matarme, abusarán de mi. No quiero morir así, pues no hay dignidad.

- ¿Morir con dignidad? Habla como un soldado que se prepara para la batalla.

- No quisiera que me recuerden como a una cobarde.

- Cuando su hermano regrese, ¿estará en condiciones de hacerse cargo de su problema?

- Oh, sí- respondió Sakura, apoyando la mejilla es contra el pecho del hombre -. Gaara no dejaría que me sucediera nada malo. Es mi protector desde que murió nuestro padre. Mi hermano es muy fuerte.

- Entonces, cuidaré de usted hasta que vuelva su hermano.

Pasó un largo minuto hasta que Sakura reaccionó a esa promesa y Sasuke pensó que estaba demasiado abrumada de gratitud para hablar. Entonces, se echó hacia atrás y le miró a los ojos, y Sasuke comprendió que no estaba abrumada en lo más mínimo. ¡Más bien parecía irritada!

- Señor, usted ya rompió su promesa. Prometió asesinarme, pero luego cambio de idea.

- No es lo mismo - arguyó el hombre.

- ¿Usted hablaba en serio?

- Así es - respondió Sasuke-. Acaba de explicarme que, dentro de dos semanas, cuando regrese su hermano, usted estará a salvo. En dos semanas, ¿no es así?

Sakura adoptó una expresión solemne. - Antes, tal vez. Pero usted es un pirata. No puede correr el riesgo de mantenerme a salvo durante dos semanas. Su cabeza tiene precio, y no quisiera tener la culpa de que lo mataran.

- No tiene mucha confianza en mi destreza.

- No tengo la menor confianza en su destreza - precisó Sakura -. ¿Por qué tendría que tenerla? Acaba usted de admitir que los rumores acerca de usted no son creíbles. Tal vez ni siquiera deja una rosa blanca sobre la almohada de sus víctimas, ¿no es cierto?

Una vez más, Sasuke se sintió exasperado. - No es necesario que ponga tan en evidencia que está decepcionada de mí.

-¡Pero lo estoy! - gritó Sakura -. Ni siquiera es usted honorable. En verdad, es una lástima. Por otra parte, no parece usted lo bastante fuerte para enfrentar a mis enemigos. Sasuke, sería usted un blanco fácil. Es un hombre... tan grande. No, lo siento, me temo que no serviría.

El marqués sintió deseas de estrangularla. Sakura le dio la espalda y trató de marcharse. Y Sasuke quedó tan atónito que casi la dejó ir. Casi. La alcanzó en el instante en que salía por la puerta. El brazo de Sasuke, clavado sobre los hombros de Sakura, no le dejó libertad de moverse. El hombre la apretó contra su costado con tanto cuidado como si fuese una manta vieja, y se volvió para dirigirse a Monk.

- No quiero que le digas a nadie lo que ocurrió aquí, esta noche. Dame tu palabra, Monk.

- ¿Por qué motivo tiene que darle su palabra, si usted falta a la suya sin problemas? Un caballero sólo pide lo que está dispuesto a dar, señor ¿Acaso su madre no le enseñó buenos modales? –preguntó Sakura.

- Ah, Sakura, ese es el problema. - La miró, y le acarició la mejilla con las yemas de los dedos -. Yo no soy un caballero: soy pirata, ¿recuerda? Hay una gran diferencia.

En el instante en que la tocó, Sakura se quedó inmóvil. A Sasuke le pareció que estaba perpleja, y no supo qué hacer ante esa reacción. Cuando dejó caer la mano, Sakura salió de su estupor y se abalanzó sobre él.

- Sí, es diferente – musitó -. Dígame algo, Sasuke: si yo lo irritase otra vez, ¿me mataría por exasperación?

- Esa idea comienza a parecerme buena.

- Déjeme ir. No debe tocarme nunca.

- ¿No debo? Entonces ¿cómo haría para matarla?

Evidentemente Sakura no comprendió que el hombre estaba bromeando. - Con una pistola - le respondió Sakura. Hizo una pausa y lo miró con suspicacia -. Tiene una, ¿verdad?

- En efecto - le respondió el marqués -. ¿Y dónde se supone que tendría que...?

- Un solo tiro, directo al corazón - le explicó la joven -. Por supuesto, debe tener buena puntería. No quisiera tardar mucho en morir.

- No - admitió el hombre -. Seria inadmisible.

- ¿Cómo puede ser que le parezca divertido? ¡Estamos hablando de mi muerte! - exclamó.

- No me divierte. A decir verdad, estoy otra vez enfadado. Dígame, ¿antes tengo que atacarla?

Sakura hizo una profunda inspiración y respondió: - No, por cierto, que no.

- Qué pena - replicó Sasuke, pasando por alto la expresión indignada de la muchacha.

- ¿Señor, acaso sus padres eran primos hermanos? Se comporta como un imbécil. O bien es un idiota o es el hombre más frío que conocí. El comportamiento de usted me parece vergonzoso.

Los ojos de la muchacha llameaban de indignación. Sasuke nunca había visto un matiz de verde tan intenso. Era como si se hubiese extraído la pureza y la luz de mil esmeraldas y se las hubiesen dado a Sakura. - No estoy convencido de que esté en real peligro, Sakura - afirmó -. Esto podría ser sólo un producto de su imaginación.

- Usted me desagrada mucho - murmuró la muchacha -. Y, en cuanto a sus ignorantes opiniones, yo ...

- Sakura, guarde las bravatas para después. No estoy de ánimo para tolerarlas. Y ahora, no quiero oír hablar más de matarla. Y, si sigue mirándome con tanta hostilidad, le juro que la besaré hasta que pierda por completo sus estúpidas preocupaciones.

- ¿Qué me besará? - Pareció atónita -. ¿Por qué querría besarme?

- No tengo idea - admitió el marqués.

- ¿Besaría a alguien que le desagrada?

- Creo que sí - repuso el hombre, riendo entre dientes.

- ¡Usted es un arrogante, autoritario...!

- ¡Está escupiendo, dulzura!

Sakura no pudo replicar de inmediato, y Sasuke siguió mirándola, mientras se dirigía a Monk:

- Bien, Monk, ¿me das tu palabra?

- Sí. No le diré a nadie lo que pasó esta noche, Sasuke, pero ya sabemos que su amigo Naruto lo descubrirá antes de que el sol vuelva a ponerse. Me arrancará la verdad, se lo advierto de antemano.

Sasuke asintió. El marqués de Naruto Uzumaki era un buen amigo, y Sasuke confiaba en él por completo. Ambos habían estado juntos en misiones para el gobierno.

- Sí, lo descubrirá - predijo -. Pero la nueva esposa y el hijo lo mantienen ocupado. Además, cuando se entere en qué estoy, será discreto. Puedes hablar con él, pero con nadie mis, ni siquiera con Rhone - agregó Sasuke, refiriéndose al mejor amigo de Naruto -. Aunque tiene sus méritos, Rhone habla demasiado.

Monk asintió. - Sasuke, le ruego que me haga saber cómo termina todo con la damisela.

- Monk - dijo Sakura, llamando la atención de los dos -. ¿Usted no tendrá una pistola?

Pareció muy ansiosa, y Sasuke supo qué era lo que estaba pensando. Para él era tan fácil adivinar lo que pensaba su ángel como leer un texto en latín. - No posee una pistola, ni lo hará –afirmó.

- ¿No tengo y no tendré qué cosa? – inquirió Monk.

- No tienes una pistola y no la matarás – respondió Sasuke, cortante.

- No, claro que no - acordó Monk-. Sasuke, no estará olvidándose de la trampa, ¿verdad? - preguntó, cuando al fin pudo apartar la vista de la hermosa mujer.

- No, no lo olvido - respondió Sasuke y, volviéndose hacia Sakura, le preguntó: - ¿Su coche vendrá a buscarla?

Fue evidente que la muchacha se exasperó. - Tomé un coche de alquiler - le dijo -. Creí que esta noche no volvería a mi alojamiento. –Se soltó de Sasuke y recogió el gran bolso gris que había quedado en la acera -. Todo lo que poseo está aquí. Vine directamente desde el campo - agregó, como al pasar.

- ¿Dejó sus pertenencias en la calle, para que cualquiera las tomara?

- Tenía intenciones de que las robaran - respondió Sakura, como un maestro que se dirigiera a un discípulo particularmente obtuso -. Esperaba que mi ropa le sirviera a alguna desdichada. Estaba convencida de que ya no tendría necesidad de ella, cuando usted...

- ¡Basta! - exclamó Sasuke, casi gruñendo -. No quiero que hable más de asesinato, ¿entendido?

Sakura no respondió con la suficiente rapidez, y Sasuke le tironeó del cabello. La muchacha exhaló un grito agudo y, en ese instante, Sasuke notó una gran hinchazón junto a la oreja de la muchacha. - ¡Por Dios, Sakura!, ¿cómo te hiciste eso?

- No lo toque - ordenó ella, cuando el hombre trató de palpar los bordes del bulto -. Todavía me duele.

- Me imagino - repuso Sasuke, dejando caer la mano -. Dígame que pasó.

- En la casa de mi hermano, me enganché el tacón de la bota con un pliegue de la alfombra, y me caí por las escaleras - explicó -. Me golpeé el costado de la cabeza con la bola de la balaustrada de la escalera. Estuve a punto de desmayarme.

¿Un desmayo? A Sasuke le pareció que era un comentario bastante extraño, pero no se dio tiempo de pensarlo.

- Podría haberse matado - afirmó -. ¿Siempre es usted tan rara?

- Nunca lo soy - replicó Sakura -. Por lo general, me comporto como una dama. Señor, usted es bastante grosero - murmuró.

- ¿Qué pasó después que se cayó? –preguntó Monk. La joven se encogió de hombros.

- Fui a dar un paseo para despejarme la cabeza. Y luego, por supuesto, ellos comenzaron a perseguirme.

- ¿Por supuesto? - se sorprendió Monk.

- ¿Ellos? - inquirió Sasuke, casi al unísono.

Sakura se interrumpió y miró ceñuda a los dos hombres. - Los hombres a los que vi asesinar a un caballero muy bien vestido - explicó -. Por todos los cielos, por favor, presten atención. Estoy segura de que ya hablé de esto antes.

Monk sacudió la cabeza. - Yo estoy seguro de que no lo dijo, señorita – confesó -. Si fuese así, estoy seguro de que lo recordaría.

- ¿Fue testigo de un asesinato? No, Sakura, estoy seguro de que no nos lo contó.

- Bueno, pero tuve intenciones de hacerlo - musitó. Cruzó los brazos sobre el pecho y otra vez adoptó una expresión enfurruñada -. Si usted no me hubiese distraído con su discusión, sin duda se lo habría contado. Por lo tanto, es culpa de usted que yo haya perdido el hilo de mis ideas. Si, es culpa de usted.

- ¿Fue testigo del asesinato antes o después de haberse golpeado la cabeza? - preguntó Sasuke.

- ¿Cree usted que al que vio asesinar era un caballero? - le preguntó Monk a Sasuke.

- Yo no me golpeé - exclamó Sakura -. Y fue antes... no, fue después. Al menos, creo que fue después de que me caí. Oh, ahora no lo recuerdo. Otra vez me late la cabeza. Deje de hacerme - preguntas, señor.

- Sasuke le volvió la espalda al tabernero.

- Ahora comienzo a entender - dijo, mirando otra vez a Sakura -. Cuando ocurrió el incidente, ¿tenía puesta la capa?

- Sí- respondió la joven, con aire perplejo -. ¿Eso qué tiene...?

- Se le rasgó la capa y se magulló la cara cuando cayó, ¿no es así?

El tono de Sasuke fue un tanto condescendiente para el gusto de Sakura.

- Dígame qué es lo que comienza a comprender.

- En realidad, es muy simple – respondió Sasuke-. Sufrió un trauma en la cabeza, Sakura. No piensa con coherencia, aunque debo admitir que la mayoría de las mujeres nunca lo hacen. Pero creo que, con bastante descanso y cuidados, en pocos días usted comprenderá que su mente le jugó una treta. Entonces su única preocupación será qué vestido usar para el próximo baile.

- Mi mente no me juega ninguna treta - protestó Sakura.

- Está confundida.

- ¡No lo estoy!

- Deje de gritar - le ordenó Sasuke-. Si pienso en lo que le dije...

Al ver que Sakura sacudía la cabeza, Sasuke desistió. - Ahora está muy mareada para ser razonable.

Esperaremos a que se sienta mejor.

- Él tiene mucha razón, señorita – murmuró Monk-. Si usted hubiese visto asesinar a un caballero de la alta sociedad, la noticia habría llegado de inmediato a esta parte de la ciudad. Los hombres que hubiesen cometido el hecho se habrían jactado de su audacia. Ahora preste atención a Sasuke. Él sabe qué es lo mejor.

- Pero, si usted cree que sólo imagino que estoy en peligro, entonces no necesita protegerme, ¿no es así?

- Oh, sí - replicó Sasuke-. La diferencia es que ahora sé de quién tengo que protegerla. Antes de que la joven pudiese hacer mis preguntas, el marqués continuó:

- Le guste o no, hasta que se recupere, usted es una amenaza. En honor a la verdad, no puedo dejarla sola. - Con sonrisa gentil, agregó -: Se podría decir que estoy protegiéndola de usted misma, Sakura. Déme el bolso, yo se lo llevaré.

Sakura intentó levantar el bolso antes de que Sasuke pudiese hacerlo y, por supuesto, terminaron tironeando los dos, hasta que el hombre ganó.

- En nombre de Dios, ¿qué es lo que lleva aquí? Esto pesa más que usted.

- Todo lo que poseo - respondió la muchacha -. Si es mucho para usted, lo cargaré con gusto.

Sasuke movió la cabeza y la tomó de la mano. - Vamos. Mi coche espera a dos manzanas de aquí. Tendría que estar en su casa, en la cama.

Sakura se detuvo de golpe. - ¿En la cama de quién, Sasuke?

El suspiro del hombre fue tan fuerte que despertó a los borrachos que dormían en los callejones.

- En la suya - le espetó -. Su virtud está a salvo. Nunca me acuesto con vírgenes y le aseguro que no la quiero a usted.

Sasuke supuso que Sakura se sentiría aliviada por su vehemente promesa de no molestarla. Claro que era una mentira a medias. Quería besarla, si bien no estaba seguro de que fuese sólo para lograr unos minutos de silencio.

- ¿Esa es una de sus reglas? - preguntó la joven. - ¿La de no acostarse con una virgen?

Tenía la expresión de una mujer que ha sido insultada, y Sasuke no supo cómo reaccionar.

- Así es - respondió -. Tampoco me acuesto con mujeres bobas, que me desagraden especialmente, cariño; por lo tanto, conmigo está segura.

Mientras hacia esas vergonzosas afirmaciones, tuvo la audacia de sonreírle. - Creo que comienzo a odiarlo –murmuró Sakura -. Bueno, Sasuke, usted también está muy seguro conmigo. Yo tampoco dejaría que me tocara siquiera.

- Bien.

- Sí bien - repuso Sakura, decidida a quedarse con la última palabra -. Pagan, si no deja de arrastrarme, gritaré su nombre tantas veces, hasta que vengan las autoridades y se lo lleven.

- No soy Pagan.

- ¿Qué?

Sakura casi se cayó, y Sasuke la sujetó.

- Dije que no soy Pagan.

- Entonces ¿quién diablos es?

Habían llegado al coche, pero la joven se negó a dejar que el marqués la ayudara a subir hasta que no respondiese la pregunta y le apartó las manos una y otra vez. Sasuke se rindió. Le arrojó el bolso de Sakura al cochero y se volvió hacia la muchacha: - En realidad, mi nombre es Sasuke. Soy el marqués de Sasuke Uchiha. Y ahora, ¿quiere entrar? Este no es el momento ni el lugar para una conversación larga. Cuando estemos en camino, le explicaré todo.

- ¿Lo promete?

- Lo prometo - respondió, con un gruñido ronco.

Sakura no pareció creerle y cruzó los brazos sobre el pecho. - ¡Qué vergüenza, Sasuke! Estuvo fingiendo que era un noble pirata...

- Sakura, ese canalla es muchas cosas, pero le aseguro que no es noble.

- ¿Cómo sabe si lo que afirma es verdad o fantasía? - preguntó -. Apuesto a que no lo conoce. ¿Acaso su propia vida es tan desdichada que necesita fingir que...?

La expresión que asomó al rostro de Sasuke fue tan dura como el apretón sobre el brazo de Sakura, y la interrumpió. Sakura lo contemplaba mientras el marqués se arrancaba la flor de la solapa y la arrojaba al suelo. Sin la menor gentileza, levantó, casi arrojó a Sakura al interior del vehículo.

En cuanto el coche arrancó, el interior quedó sumido en la oscuridad, cosa que no permitía que Sakura viese el entrecejo fruncido de Sasuke, y eso fue un alivio. Pero Sasuke tampoco podía ver la sonrisa de la joven. Por un breve lapso, guardaron silencio, y Sakura empleó el tiempo par a recobrar la compostura. Sasuke, para calmar su frustración.

- ¿Por qué finge ser Pagan?

- Para atraparlo - respondió el marqués.

- Pero ¿por qué?

- Después - respondió, cortante -. Se lo diré todo más tarde, ¿de acuerdo?

Sasuke estaba seguro de que la dureza de su tono quitaría a Sakura las ganas de hacerle mis preguntas, pero estaba equivocado.

- Está enfadado, porque yo lo obligué a abandonar la persecución, ¿no es verdad?

Sasuke lanzó un suspiro impaciente. - Usted no hizo que abandonara la persecución. Si bien hasta el momento no lo logré, en cuanto me ocupe de su problema, continuaré la caza. No se preocupe, Sakura, no fallaré.

Aunque Sakura no estaba en absoluto preocupada, no podía decírselo. Sasuke no había fracasado. Había ido a la taberna para encontrar allí a Pagan. Y eso era exactamente lo que había hecho.

Había cumplido bien la tarea. El hermano estaría contento.

Advertencia:

Esta historia contiene un alto contenido de lenguaje sexual explicito, si eres sensible a este tipo de Lectura por favor cambia de historia.

Esta es una adaptación sin fines de lucro, los créditos correspondientes de esta historia pertenecen a Julie Garwood de la Serie Lyon . Los personajes utilizados en la misma pertenecen a M. Kishimoto.

Recuerden no pretendo obtener ningún crédito de esta historia es una adaptación simplemente para disfrute de las personas que les gusta el Sasusaku igual que a mí, por favor no reporten esta adaptación y permitan que otras personas tengan la oportunidad de leerla. Promovamos el hábito de la lectura no lo saboteemos. iGracias!"

Advertencia:

Esta historia contiene un alto contenido de lenguaje sexual explicito, si eres sensible a este tipo de Lectura por favor cambia de historia.

Esta es una adaptación sin fines de lucro, los créditos correspondientes de esta historia pertenecen a Julie Garwood de la Serie Lyon . Los personajes utilizados en la misma pertenecen a M. Kishimoto.

Recuerden no pretendo obtener ningún crédito de esta historia es una adaptación simplemente para disfrute de las personas que les gusta el Sasusaku igual que a mí, por favor no reporten esta adaptación y permitan que otras personas tengan la oportunidad de leerla. Promovamos el hábito de la lectura no lo saboteemos. iGracias!"