Disclaimer: Naruto y sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.

Canción: Arms of a stranger - 12 stones

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Capítulo 2: El amor de Gaara

Estaba realmente agotada. Sólo llevaba tres días trabajando para Sabaku No Gaara, pero parecía que hubiesen sido cien años, puesto que aquel chico en sólo 72 horas había acabado totalmente con su paciencia y sus fuerzas. Matsuri sentía que ya no le quedaba nada, jamás había visto a una persona tan cruel en toda su vida. ¿De verdad aquel al que solía admirar tan profundamente era sólo un demonio en la vida real? Las apariencias eran capaces de engañar hasta al más sabio, al parecer.

—Estoy muerta —susurró luego de salir de clases, dejándose caer sobre una banquilla que estaba en el parque frente a la casa de estudios.

Su mejor amiga se sentó a su lado, con una enorme sonrisa en los labios y sosteniendo entre sus manos algo que al parecer la hacía muy feliz.

—¿Qué crees? Se me había olvidado mostrártelo, pero finalmente tengo el último mini álbum de Gaara-sama, ¿no es genial?

Hubo un largo silencio por varios segundos, en los que a Ino le pareció que transcurría una eternidad, para luego sentir la terrible mirada de su amiga, puesta exclusivamente sobre ella e intimidándola como nadie.

—¿Y se puede saber qué tiene de genial tener el disco de ese bastardo? —cuestionó con mucha rabia. Ahora era totalmente imposible no insultarlo, incluso frente a personas que conocían a la perfección su amor por el idol. Estaba tan cabreada con ese idiota, que lo único que deseaba era no oír hablar de él, aunque sea una maldita hora del día, pero eso parecía ser imposible, porque todo el mundo se lo mencionaba.

—¿Matsuri? —Ino la miró estupefacta, jamás pensó que Matsuri fuese capaz de increpar al hombre que más amaba en toda su vida. La verdad, era que, desde el gran concierto, su amiga estaba actuando muy extraño. ¿No se suponía que haber conocido a Sabaku No Gaara debía ser algo genial? Pero ese día, cuando fue el fanmeetig con él, Matsuri lo miraba como si lo fuese a matar y el pelirrojo no la veía con una expresión diferente.

—Olvídalo, Ino-chan, no me hagas caso —le dijo la castaña, mostrando una dulce sonrisa—. Disculpa, pero me tengo que ir, ya sabes que tengo un trabajo de medio tiempo.

—Cierto —dijo la rubia—. ¿Y qué te ha dado por ponerte a trabajar? ¿Acaso tu papá no lo está pasando bien?

—No, no es nada de eso —dijo Matsuri, volviendo a mostrar una dulce sonrisa, que en pocos segundos, se convirtió en una mueca de desagrado—, es sólo por una estúpida camisa —susurró apretando su puño.

—¿Eh? —la miró Ino sin comprender.

—Que… que sólo quiero tener un poco de dinero para mí misma —respondió la chica, ahora un poco nerviosa. Sin esperar más, tomó su bolso y se fue corriendo, pues si no llegaba a tiempo, el idiota ese de Gaara seguro la trataría como a basura nuevamente. Cuando iba corriendo, pasó por al lado de su amigo Kiba, quien se volteó para observarla—. ¡Nos vemos, Kiba-kun, Ino-chan! —se despidió la joven, agitando alegremente su mano derecha.

—¿Por qué está tan apurada? —preguntó Kiba a Ino, llegando al lado de ella.

—Trabajo de medio tiempo —fue la respuesta de la rubia.

—Oh —fue todo lo que dijo el castaño, quien se volteó nuevamente y posó su mirada sobre la chica que se estaba alejando de ellos. Sonrió levemente y dejó que se le perdiera de vista.

—*—*—*—*—*—*—*—

Gaara se miró al espejo, notando que su cabello rojo ahora estaba peinado hacia un costado, dejando un mechón de pelo cubriendo su ojo derecho y la parte de atrás estaba desordenada, como si le hubiera pasado un huracán por ahí.

Con el ceño fruncido, se pasó la mano sobre el cabello y miró de mala forma a la peluquera, casi como si la fuese a matar.

—Este peinado es ridículo, hazlo de nuevo o te despediré y me encargaré de que nunca vuelvas a encontrar otro empleo —le amenazó, haciendo que la pobre mujer temblara del puro miedo.

—L-lo siento mucho, señor —dijo la incauta, quien dio un paso hacia adelante para acercarse al chico y volver a manipular su cabello, pero en ese instante, apareció la nueva asistente del mismo por la puerta, la cual al verlo se largó a reír como una loca.

—Pero ¡¿qué le ha pasado a tu cabello?! —exclamó de lo más despreocupada, sin notar como una venita se marcaba en la frente de Gaara. Con los tres días que ella llevaba trabajando para él y aún con lo mal que el chico la había tratado, ella no tenía miedo de reírse en su cara si eso lograba traerle algo de satisfacción a su persona, pues él se la pasaba humillándole, al menos que una vez le tocara a ella, ¿no?

—¡Cállate de una vez! —Gaara perdió la compostura. Miró mal a la peluquera y luego a Matsuri, como echándole toda la culpa a la desafortunada mujer—. Escucha, niña idiota, tú ni siquiera eres capaz de hacer algo con el cabello de alguien, es más, mira el tuyo, es como una escoba de paja.

—¡Oye! —le gritó la chica—. Para que lo sepas, mi tía es peluquera y me enseñó muy bien, yo podría dejarte mejor de lo que has estado toda tu vida.

—Ah, ¿sí? —Gaara rio burlonamente—. Eso quiero verlo.

Matsuri no le respondió, simplemente se arremangó la blusa de la escuela y se acercó a Gaara, obligándolo a tomar asiento para comenzar con su trabajo.

En medio de ello, apareció Lee para informarle a Gaara que en menos de cinco minutos debía estar listo, pero se quedó helado al ver como su ídolo era peinado por la jovencita novata, mientras que la peluquera estaba sentada en un rincón, mirando fascinada el trabajo que la joven castaña hacía.

—Vaya, esta chica tiene talento —susurró para sí Lee, sin atreverse a interrumpir la escena.

Gaara estuvo con los ojos cerrados todo el tiempo y cuando los abrió, simplemente no podía creerlo. Había sido peinado de una manera demasiado… "cool", o al menos esa fue la única palabra que se le ocurrió. Su cabello lucía pulcro, pero desordenado a la vez, casi como si estuviera húmedo. No sabía qué había hecho Matsuri, pero en realidad lucía bien, aunque no quería reconocerlo por nada del mundo.

—¿Y qué tal? —le preguntó la chica.

—Hmp —expresó Gaara—. Supongo que es lo mejor que una chica como tú puede hacer —dijo en tono de arrogancia—. Pero, en fin, ya no hay tiempo, tendré que salir así.

Sin decir nada más, se puso de pie y se alejó hacia la puerta, mientras que Matsuri se dejaba caer sobre la silla que antes él ocupaba.

—En serio, ¿cómo podía gustarme ese bastardo? —quiso saber.

—Te quedó bastante bien, Matsuri-chan —le dijo el joven Lee, quien hoy lucía un elegante traje de ejecutivo, pero era extrañamente verde, como la malla ridícula de la otra vez.

—Gracias, Lee-san —dijo la chica, haciendo una leve reverencia.

—Bueno, ¿quieres ir a ver el programa conmigo? —propuso Lee, a lo que ella sólo asintió, después de todo, no tenía nada mejor que hacer.

—*—*—*—*—*—*—*—

Se escucharon los aplausos de todas las fans que estaban reunidas aquel día en el programa, sólo para ver a Gaara. El pelirrojo estaba sentado en un sillón blanco, bien acolchadito, junto a la animadora, quien además era una famosa actriz, su nombre era Terumi Mei.

—Buenos días a todo el público y la gente en sus casas —dijo Mei, una hermosa mujer de larga cabellera entre castaño y algo rojizo, con un cuerpo que cualquier fémina envidiaría y hermosos ojos verdes. Ella mostró una enorme sonrisa a la cámara, para luego mirar al chico sentado a su lado—. Hoy estamos en compañía de alguien a quien muchas aclaman, ¿y quién no? Si es un chico tan guapo —se oyeron los gritos de las fans—. Saludemos a Sabaku No Gaara-san.

Al oír su nombre, Gaara hizo un amistoso saludo frente a la cámara, alzando su mano y sonriendo como si para él, esa fuese la cosa más natural del mundo.

—Y dinos, Gaara-san, ¿qué tal estás hoy?

—Muy bien —dijo Gaara, aun sonriendo—. Muchas gracias por invitarme, Terumi-san, es todo un honor para mí ser entrevistado por una artista a la que en verdad admiro mucho.

Las cámaras enfocaban la sonrisa del pelirrojo, que parecía en verdad muy sincera y amable, pero desde donde lo veía Matsuri, no era más que una muy buena actuación. Ahora que conocía la verdadera personalidad de Gaara, no podía creer que lo que había dicho sobre Terumi-san fuese en verdad algo real, para ella, Gaara sólo estaba fingiendo como con todo el mundo, después de todo, de eso se trataba su vida.

Aunque era bien sabido por todas las fans de Gaara, que una de las personas que más lo ayudó antes de su debut, precisamente había sido Terumi Mei, ya que le conoció desde antes de que él se volviera famoso, podría decirse que eran algo cercanos. Hasta cierto punto, tal vez si Gaara sentía respeto por una persona en el mundo, seguramente era ella.

—Oh, no digas eso, me harás sonrojar —se quejó la mujer—. Además, hemos venido aquí para hablar de ti, no de mí.

—Pero yo sólo digo la verdad —aseguró el pelirrojo.

Matsuri entornó los ojos al ser testigo de la absurda actuación que Gaara protagonizaba. ¡El maldito en verdad era bueno!

—En fin, cambiando de tema —dijo la animadora—. Queremos saber algo más sobre la promoción de tu último disco, desde que salió el mini álbum, han estado todas locas por conseguirlo. Dime, ¿cuándo sale a la venta el disco?

—Bueno, eso es algo difícil de responder —Gaara nuevamente miró a la cámara con una sonrisa, podría decirse que era el ser más carismático sobre la tierra—. Sólo puedo decir que muy pronto tendré una sorpresa para todas mis fans, así que sean pacientes, porque será algo que les gustará mucho.

Las fans volvieron a gritar y el chico agradeció con una leve inclinación.

El programa siguió con muchas preguntas a Gaara sobre su vida privada y próximos proyectos, mientras que Matsuri estaba ahí al lado de una de las cámaras, junto con Lee, mirando todo con el ceño fruncido. Hubo algunas tonterías como pequeños concursos y se sacó a algunas fans a pasar un rato agradable con su ídolo, hasta que llegó el momento que todos estaban esperando; cuando Gaara cantaba su nuevo sencillo.

Matsuri frunció el ceño al ver que todas gritaban cuando el pelirrojo tomaba el micrófono y la música comenzó a sonar, dándole el inicio a lo que sería su canción.

I came home early to see you

Couldn't wait to hold you

I've been away for so long now

En cuanto la voz profunda de Gaara comenzó a sonar, las chicas empezaron a aplaudir y a vitorear, amaban escucharlo cantar, sus canciones eran hermosas y él las interpretaba con demasiada pasión, incluso para Matsuri, el modo en que Gaara cantaba continuaba siendo maravilloso.

But as I walked through the doorway

My heart was shattered

To find that you're not alone

Matsuri se sabía la letra de la canción muy bien, siempre la escuchaba cuando estudiaba, en realidad, escuchaba todas las canciones de Gaara, tenía un estilo único, era rock ligero, con letras románticas o desgarradoras, antes, Matsuri pensaba que se trataba de un chico sensible y dulce, pero ahora mismo, no podía creer que en serio él escribía esas canciones.

When will I break?

Into pieces

It's your mistake

I finally see that

Everything I thought was you was a lie

Now you left love dying

It's in the arms of a stranger

De pronto, la castaña notó como el chico fijaba vagamente sus ojos verdes sobre la figura de la mujer que estaba animando el programa. Fue algo fugaz, pero Matsuri pudo verlo y de pronto tuvo una extraña sensación, como si Gaara cantara para esa mujer, aunque eso no tenía ningún sentido, ¿no?

—¿Qué cosas estoy pensando? —se preguntó con una leve sonrisa, pues seguramente, aquello sólo había sido su imaginación.

Cuando la canción terminó, todas aplaudían emocionadas, pero Matsuri ni siquiera podía moverse. Lo había visto cantar tantas veces antes, tenía miles de videos de él en su casa, pero esta era la primera vez que se quedaba paralizada con sólo ver una de sus actuaciones.

¿Por qué?

—*—*—*—*—*—*—*—

Después de que el programa acabara, Matsuri había decidido ir al baño para lavarse las manos y la cara. Había sido alucinante ver a Gaara cantar en vivo aquella canción. Y pensar que antes moría por poder verlo así, pero ahora, a pesar de poder hablar con él y todo, su percepción sobre el ídolo había cambiado totalmente.

—Qué bueno que este día ya casi acaba, quiero regresar a casa cuanto antes —se dijo mirándose al espejo, notando su rostro mojado por el agua que acababa de echarse encima.

Decidió salir del baño para dirigirse a la salida, en donde seguramente la estarían esperando Lee y el malgeniado de Gaara, para regresar al estudio de la empresa, sin embargo, nada más llegar al pasillo, pudo darse cuenta de que Gaara no estaba precisamente esperándola, pues se encontraba de pie frente a la entrevistadora, curiosamente, sonriendo.

No es que Matsuri fuese demasiado curiosa, pero en ese instante, sintió el impulso de no dejarse ver por ellos.

—La canción fue muy buena —dijo la mujer con una hermosa y amable sonrisa hacia Gaara, el cual no dejaba de mirarla como si ella fuera una preciosa joya—. ¿Tú la compusiste?

—Claro —respondió el pelirrojo—. Sabes que no canto nada que yo no haya escrito.

—No podría olvidar tu terquedad cuando recién comenzabas en la industria —sonrió Mei—. Has mejorado mucho, Gaara, aunque no sé por qué aquella canción me causó un poco de nostalgia.

—¿Lo hizo? —Gaara sonrió levemente—. Vaya, creí que no lo lograría.

—¿No me digas que se trata de eso?

Gaara sólo asintió con la cabeza como respuesta a aquella pregunta, provocando la curiosidad absoluta de la joven castaña que les espiaba.

—Creí que ese tema estaba claro entre nosotros —de pronto, el ceño de la mayor se frunció, pues al parecer, se había molestado por algo, pero Matsuri no tenía idea de qué podía ser.

—Yo aún no me he rendido, nunca lo hago —con esas palabras, Gaara se dio la media vuelta y se alejó de Terumi Mei, dejando a una Matsuri totalmente confusa detrás de aquel pilar.

¿Qué habría sido esa conversación tan extraña entre esos dos?

No. Probablemente no era nada importante.

—*—*—*—*—*—*—*—

La noche ya había caído, mientras que Gaara se daba una ducha refrescante. Hoy había tenido mucho trabajo, pero, sin duda, lo más cansado de todo había sido estar frente a Terumi Mei sin dejar salir sus verdaderos sentimientos.

Ser frío con todos los demás no era un problema para él, demostrar odio o indiferencia era cosa de todos los días. Pero si había una persona con la que Gaara no podía ser indiferente, esa era su mentora y amiga, Terumi Mei.

Desde que él tenía quince años, ella le había entrenado para convertirse en un artista completo y, ahora, con diecinueve años, él tenía mucho que agradecerle. Ella no sólo le ayudó con sus estudios cuando le era difícil asistir a la escuela, sino que también le dio consejos invaluables respecto al canto y a la actuación, para dar lo mejor de sí en cada una de sus presentaciones. Él tenía mucho que agradecerle a esa mujer, que, aunque era diez años mayor que él, era la única que se había ganado su corazón.

A pesar de que nadie más lo sabía, –excepto Lee–, Gaara estaba enamorado de Mei desde que tenía quince años y no había conocido a una mujer que le causara los mismos sentimientos, o que pudiera borrar lo que ya sentía, incluso si había salido con otras. Lo peor de todo, era que su amor era unilateral, ya que para Mei, él era como un hermano menor y nada más, incluso tenía a otro hombre a su lado.

Suspiró mientras se secaba el cabello con una toalla pequeña, cubriendo su parte baja con otra toalla un poco más grande y dejando al descubierto su pecho desnudo. A pesar de ya no ser un niño, de haberse desarrollado como todo un hombre, ante los ojos de la mujer que amaba, seguía siendo el mismo chico; estaba frustrado por eso. Odiaba que ella le siguiera diciendo las mismas cosas y que prefiriera estar con ese otro sujeto antes de siquiera pensar en voltear a verlo a él.

—Pero como sea, no me voy a rendir —dijo de pronto, dejándose caer de espaldas sobre su cama—. Mei, haré que me veas como hombre, sea como sea y haré que te olvides de él.

Con estos pensamientos, decidió que lo mejor sería dormir, mañana sería un nuevo día y seguramente tendría muchísimo trabajo.

—*—*—*—*—*—*—*—

Matsuri acababa de ponerse su pijama y se disponía a sentarse en su escritorio a hacer sus deberes escolares. Tenía muy poco tiempo para hacerlos, debido al trabajo como asistente de Gaara.

—De verdad eres algo, ¿no? —preguntó mirando uno de los posters de Gaara que tenía pegado en su pared. A pesar de lo mucho que ahora dijera odiarlo, aún era admiradora de su música, sobre todo después del show de hoy. Le pareció que mientras cantaba, Gaara estaba transmitiendo unos hermosos sentimientos, aunque también eran algo tristes.

¿Sería que, en el fondo de esa horrible personalidad, Gaara ocultaba algún dolor?

—Será mejor que deje de pensar en estas cosas —se dijo la chica, suspirando hondamente al pensar una vez más en lo que había terminado por convertirse su vida—. Y pensar que eras lo máximo para mí —siguió hablándole a la fotografía—, estaba tan feliz cuando supe que iba a conocerte, creí que eras la persona más dulce sobre la tierra, pero supongo que eran sólo tontas fantasías, ¿no?

Cerró los ojos y volvió a suspirar.

—Será mejor que termine de una vez mi tarea.

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Un nuevo día había llegado y con él, otro día de esclavitud para la pobre de Matsuri. Después de terminar la escuela, había tenido que ir al estudio de Gaara y éste, muy groseramente, le había mandado a llevar a la tintorería su ropa sucia. Le dijo que tuviera especial cuidado con todo ello y que por nada del mundo fuese a arruinar una de sus prendas, por eso ella ahora las llevaba abrazadas a su cuerpo, como si fueran un tesoro.

—Ay, ¿dónde rayos dijo que era? —se preguntó, mirando el papel que tenía la dirección señalada por el pelirrojo. Estaba un poco perdida, ya que era la primera vez que se adentraba en aquel barrio, pero como Gaara no quería que su ropa se lavara en otro lado, tuvo que ir ahí por obligación.

Estaba por cruzar la calle, cuando de pronto un tipo pasó corriendo a su lado, quitándole la bolsa que con tanto ahínco estaba abrazando. La chica se quedó paralizada y reaccionó un par de segundos después, abriendo los ojos como platos.

¡Acababan de robarle la ropa de Gaara!

—¡Ladrón! —exclamó, corriendo como una loca detrás del tipo que le había hurtado la bolsa. Estaba desesperada, si Gaara se llegaba a enterar de que le habían robado su ropa, seguramente la mataría, ella no saldría viva de esto—. ¡Espera, infeliz, regresa aquí! —gritaba una y otra vez, pero, obviamente, el ladrón no pensaba hacerle caso; él corría como una bala.

Al llegar a una esquina, un montón de gente se le atravesó en el camino, impidiéndole pasar, provocando que perdiera de vista al sujeto. Detuvo su carrera resignada, pues obviamente ya no lo iba a alcanzar. Ahora sólo le quedaba una cosa por hacer:

Enfrentar a Gaara.

—Él va a matarme —susurró para sí.

—*—*—*—*—*—*—*—

—¡Eres una estúpida! —fue el grito que pegó el pelirrojo al enterarse de que su carísima ropa de marca había sido robada.

Matsuri estaba parada frente a él y sentía que se hacía cada vez más pequeñita, mientras más él la miraba con odio. Ella sólo quería que se la tragara la tierra, ¿pero sería eso posible?

—¡¿Cómo pudiste dejar que te robaran mi ropa?! ¡¿Es que acaso no ibas con los ojos en el camino?!

—Y-yo, ¿cómo querías que viera a alguien que tenía a mi espalda? ¡Él simplemente pasó corriendo a mi lado y me jaloneó! ¡Y tampoco es como si no hubiera intentado recuperarla!

—De verdad que eres una inútil —dijo Gaara, ahora mucho más enojado por haber recibido una respuesta de parte de ella. La mayoría de las personas, una vez que hacían algo que a él le molestara, simplemente se disculpaban y se iban en silencio, pero Matsuri acababa de contestarle. ¿Quién se creía que era esta mocosa?

—¿Por qué me dices así? Fue tu culpa en primer lugar. Te dije que no conocía ese barrio, pero tú me obligaste a ir allí —Matsuri también estaba furiosa, más porque Gaara ni siquiera le preguntó si el ladrón le había hecho algo, si la lastimó. ¡A él sólo le importaba su estúpida ropa! Era un animal sin corazón—. De verdad… nunca creí que haberte admirado tanto no haya sido más que una pérdida de tiempo —dijo decepcionada, al final de todo, su amado ídolo no era más que esto: un malhumorado y mal educado perfeccionista.

—¿Crees que me importa tu decepción hacia mí? Tengo miles de fans mucho mejores que tú —dijo el pelirrojo con indiferencia, sin saber que sus palabras realmente le estaban doliendo a la chica—. Tú no eres nadie, Matsuri, no eres más que una mocosa que me debe un montón de dinero, ¿y piensas que tienes derecho de exigir un mejor trato? Cuando no haces más que estupideces, es obvio que se te trate como a una estúpida.

Matsuri lo miró a la cara por unos segundos, con lágrimas rodando por sus mejillas. ¿Era así el Sabaku No Gaara con el que tantas veces soñó? ¿De verdad el hombre al que tanto admiraba no era más que una fantasía?

Sin decir una sola palabra, salió corriendo de la habitación, golpeando sin querer el hombro de Lee cuando éste iba entrando al cuarto.

—¿Qué le pasa? —preguntó el pelinegro, desconcertado y algo preocupado, pues la había visto llorar, así que miró a Gaara con algo de molestia—. ¿Qué le hiciste?

—Sólo le dije la verdad —respondió el ya fastidiado chico, quien tenía el ceño fruncido y se sentó sobre uno de los cómodos sillones que tenía—. La muy tonta acaba de aumentar su deuda conmigo.

Lee arqueó una ceja al no comprender las palabras de Gaara, pero trató de no darle demasiada importancia. Era obvio que Gaara no dejaría a esa pobre chica vivir en paz, pero no pensó que incluso sería capaz de hacerla llorar, aunque ahora mismo, debía preocuparse de otras cosas.

—Como sea, es hora de irnos, tenemos que preparar el viaje de fin de mes.

Gaara sólo asintió con la cabeza con molestia, estaba seguro de que sería muy aburrido viajar hacia Hokkaido para un programa de televisión, pero no le quedaba de otra, sabía que su carrera le exigía mucho más que sólo cantar. Tenía que parecer amable frente a las cámaras y salir en uno que otro programa de variedades para mantener la publicidad.

—Sólo espero que sea algo productivo —le dijo a Lee, el cual ya se estaba preocupando sobre cómo iba a actuar Gaara mientras estuviera ahí.

¿Sería bueno llevarse a Matsuri con ellos? Al menos, aunque fuera sólo un poco, era la única que medianamente podía llevar el carácter del pelirrojo.

Ay, ¿por qué de entre todas las profesiones se me ocurrió ser el mánager de Gaara? —pensó para sí el pelinegro, rogando porque todo saliera bien.

Continuará…