Mi kefta negra causó revuelo en el salón abovedado, en menos de tres segundos ya tenía a Marie, Nadia y a todo un grupo de otros Etherealki vestidos en terciopelo y seda azul reunidos alrededor de mí y Genya. Ella intentó escabullirse, por supuesto, pero me aferré a su brazo, si yo iba a usar el color negro del General, entonces tenía toda la intención de sacar el máximo provecho a ello.
- Alina no puedo ir al salón de baile contigo, la reina se volverá loca – murmuró en mi oído.
- Tal vez, pero aún puedes caminar conmigo – ella sonrió.
Mientras avanzábamos por el sendero de grava camino a adentrarnos en el túnel de árboles, noté que Sergei y muchos otros Cardios se habían apresurado para ir a nuestra par, noté con sorpresa que nos estaban cuidando, tenía sentido, con todos los extraños en los jardines del palacio reunidos para la fiesta, aún así fue un recordatorio inquietante de mi condición, cuando volví a mirar a Sergei este me dedicó un respetuoso saludo inclinando la cabeza.
Los patios habían sido iluminados cuidadosamente para mostrar cuadros vivos de actores y pequeñas tropas de acróbatas actuando para los ambulantes huéspedes, músicos enmascarados se paseaban por los senderos, incluso vimos como dos hombres cubiertos en hojas de oro cabalgaban en cebras, arrojando flores enjoyadas a todos los que pasaban.
Apenas habíamos empezado a subir los escalones de mármol cuando una sirvienta nos detuvo con un mensaje para Genya, ella leyó la nota y suspiró antes de arrugarla.
- El dolor de cabeza de la reina ha menguado milagrosamente y ha decidido asistir al baile después de todo – Me dio un abrazo, prometió encontrarme después de la demostración, y se marchó.
Me adentré sola en el Gran Palacio seguida de mi imperturbable comitiva. La primavera apenas había mostrado atisbos, pero era imposible no notarla alrededor, la música flotaba por los salones de mármol, el aire se sentía curiosamente tibio y perfumado con el aroma de miles de flores blancas crecidas en los invernaderos Grisha. Estas flores cubrían mesas y decoraban barandas en grupos grandes. No era de extrañar que el Pequeño Palacio fuera un hervidero de actividad la noche previa a esta.
Marie y Nadia me alcanzaron y me escoltaron adentro, vagamos entre grupos de nobles que murmuraban tras nuestro paso con la guardia Corporalki. Mantuve mi cabeza en alto e incluso les sonreí, me sentía brillante y diferente, uno de los nobles incluso enrojeció ante mi sonrisa, eso fue una agradable satisfacción.
El salón de baile era más largo y ancho que la sala del trono (lo que ya era mucho decir), se encontraba iluminado fila tras fila por brillantes candelabros, y repleto de grupos de personas bebiendo y bailando al son de una orquesta enmascarada sentada junto a la pared del fondo. Todo parecía brillar alrededor, las joyas, los vestidos, incluso los cristales goteando de los candelabros, me pregunté si tendría que ver con los Fabricadores.
Los Grisa también se mezclaban y bailaban entre sí, aunque eran fáciles de distinguir con sus vivos colores distintivos: morado, rojo, y azul medianoche, todos brillando bajo los candelabros como flores exóticas.
Una hora pasó sin que apenas lo notara, me presentaron a tantos nobles, esposas, oficiales, cortesanos y Grisha, que rápidamente renuncié a intentar recordar sus nombres y me limité a sonreír, asentir y hacer reverencias, fue en medio de ello que decidí que debía probar mi primer trago de champán, para mi sorpresa resultó ser mucho más agradable que el kvas. Luego de muchas más presentaciones, me excusé, me apoyé contra una columna y tomé otra copa de champán de un sirviente que las servía a mi lado. El salón se había tornado incómodamente caluroso, y cuando miré a mi alrededor me sentí repentinamente sola. Pensé en Mal, a pesar de que había procurado no hacerlo en el último tiempo, me hubiese gustado que viera este lugar, que me viera en mi ketfa de seda y el oro sobre mi cabello. Alejé el pensamiento y tomé otro trago, al menos ya no me parecía a la chica flaca y miserable que había sido, estaba comenzando de nuevo, tal vez él estuviera haciendo lo mismo.
Vi a Genya deslizarse a través de la multitud, Condes, Duques y ricos comerciantes de volvieron para mirarla, pero ella los ignoró a todos, sonreí para mí, pensando que el corazón de la bella Grisha le pertenecía a un desgarbado Fabricador al que no le gustaban las fiestas.
- Ya es hora del espectáculo – dijo cuando me alcanzó - ¿por qué estás sola?
- Necesitaba un descanso, ya no puedo recordar ni un solo apellido noble más.
- ¿Champán? – inquirió mirando mi copa vacía.
- Bueno, eso también ayudó, ¿habré bebido demasiado?
- Niña tonta – dijo, entrelazando su brazo con el mío – no hay tal cosa como demasiado champán. Aunque probablemente tu cabeza te diga lo contrario mañana.
Me dirigió a través de la multitud, esquivando elegantemente a la gente que intentaba acercarse a conocerme o mirarla a ella provocadoramente, no pasó mucho hasta que llegamos a la parte trasera del escenario que había sido puesto a lo largo de la pared del fondo del salón. Nos pusimos de pie por la orquesta y esperamos mientras un hombre vestido con un elaborado conjunto plateado subía al escenario para presentar a los Grisha.
Los Inferno dispararon arcos de llamas sobre la multitud, mientras que los Impulsores enviaban serpentina brillante a dar vueltas por la habitación, estaban acompañados por un gran grupo de Mareomotrices quienes, con la ayuda de los Impulsores, llevaron una enrome ola rompiendo el balcón hasta que flotó a sólo pulgadas de las cabezas de la audiencia. Manos se alzaron para tocar la brillante lámina de agua. Entonces los Inferno levantaron sus manos y, con un silbido, la ola estalló en una masa arremolinada de niebla. Oculta a un lado del escenario, tuve una repentina inspiración y envié una ráfaga de luz a través de la niebla, creando un arcoíris que brilló brevemente en el aire.
- Alina.
Salté. La luz se desvaneció y con ella el arcoíris. El Darkling estaba de pie a mi lado. Como siempre, vestía una kefta negra, aunque esta estaba hecha se seda opaca y terciopelo, la luz de las velas reflejaba su oscuro cabello cuidadosamente arreglado, tragué saliva y busqué a Genya con la mirada, pero ya había desaparecido.
- Hola – conseguí decir, se me había secado la boca.
- ¿Estás lista?
Asentí, me tendió la mano y me llevó a la base de las escalera que conducían a la plataforma. Mientras la multitud aplaudía y los Grisha abandonaban el escenario, uno de ellos, Ivo, tocó mi brazo en un gesto amistoso.
- ¡Lindo toque, Alina! Ese arcoíris estuvo perfecto.
Le agradecí con una sonrisa y volví mi atención a la multitud, sintiéndome repentinamente nerviosa. Vi rostros ansioso, a la reina rodeada por sus damas con expresión aburrida, a su lado, el rey se tambaleaba en el trono, y al lado de este el Apparat. Los hijos de la realiza no se habían molestado en aparecer.
Esperamos mientras la orquesta empezaba a tocar una siniestra pieza y el hombre de plateado subía al escenario una vez más para presentarnos. De repente, Ivan estaba junto a nosotros diciéndole algo al Darkling en el oído, pero sólo pude escuchar su respuesta:
- Llévalos a la sala de guerra. Estaré ahí pronto.
Ivan se alejó corriendo, ignorándome completamente, lo cuál no era nada nuevo. Cuando el Darkling se volvió hacia mí estaba sonriendo, sus ojos encendidos con emoción, al parecer lo que fuera que le hubiese dicho el Corporalki, habían sido buenas noticias.
Una horna de aplausos nos señaló que era nuestro turno, me tomó del brazo y me dijo en voz baja:
- Vamos a darles a las personas lo que quieren.
Asentí, me quemaba la garganta, me guío por los escalones y al centro del escenario, podía oír el zumbido ansioso de la multitud, podía ver sus rostros expectantes. Kirigan me dio un asentimiento antes de juntar las manos, un trueno resonó a través de la habitación cuando una ola de oscuridad cayó sobre la fiesta.
Esperamos, dejando que la anticipación de la multitud creciera. Puede que al Darkling no le gustaran las presentaciones, pero definitivamente sabía montar un espectáculo. Sólo cuando el salón estaba completamente a oscuras y en tensión murmuró, tan suave que sólo yo pude escucharlo, Ahora.
Con el corazón desbocado, extendí el brazo, la palma hacia arriba, me concentré en respirar profundamente buscando esa sensación de confianza, la luz corriendo a través de mí, desde mí, la concentré en mi mano, una brillante ráfaga de luz se disparó desde mi palma.
- ¡Es verdad! – se escuchó a alguien gritar.
Moví mi mano con cuidado, inclinándola hacia el espacio que David me había descrito más temprano, supe que lo había logrado cuando el rayo de mi mano salió disparado hacia el balcón, zigzagueando por la habitación mientras la luz rebotaba en un gran espejo hecho por un Fabricados hacia el siguiente, creando un patrón de entrecruzamientos de brillantes rayos de luz solar por todo el salón.
Cerré la palma y el rayo desapareció, y por un instante dejé que la luz floreciera alrededor de mí y el Darkling, envolviéndonos en una brillante esfera que nos rodeó como un halo dorado, él me miró y me tendió la mano, enviando cintas negras de oscuridad a escalar por la esfera, girando. Aumente el tamaño de la esfera y la volví más brillante, sintiendo el placer de utilizar mi poder, dejando que se deslizara a través de las yemas de mis dedos mientras más tentáculos de oscuridad de disparaban a través de la luz, haciéndolas bailar. La gente aplaudía.
- Ahora muéstrales – me susurró.
Sonreí sabiendo a lo que se refería; abrí mi brazos y sentí todo mi ser abrirse, entonces junté las manos, un fuerte estruendo sacudió el salón mientras luz blanca y brillante explotaba a través de la multitud que tuvo que tapar sus ojos para protegerse del brillo, lo sostuve un par de segundos y separé mis manos, dejando que se desvaneciera. La multitud estalló en aplausos y ovaciones al instante. Hicimos las respectivas reverencias y bajamos del escenario por uno de los lados.
- Ahora todos saben que es cierto – me susurró el Darkling señalando a los nobles que se abrazaban y bailaban.
- ¿No crees que les estamos dando falsas esperanzas?
- No, Alina. Te dije que eras mi respuesta, y lo eres.
- Pero en el lago… - me sonrojé y quise aclararlo de inmediato – cuando dijiste que no era lo suficientemente fuerte…
Hubo un atisbo de sonrisa, pero sólo eso, sus ojos estaban serios, se inclinó un poco hacia mí.
- ¿Realmente crees que había terminado contigo?
Un temblor me estremeció, intimidada por sus palabras y su altura cerniéndose sobre mí, él me observó con una media sonrisa desvanecida, entonces me tomó del brazo y tiró de mi por el escenario hacia la multitud. Las personas ofrecían felicitaciones y trataban de tocarnos, pero él emitía una ola de oscuridad que serpenteaba entre ellos y nosotros desvaneciéndose tan pronto como avanzábamos. Era casi como si fuéramos invisibles.
Escuché a personas riendo, a otras llorando, otras aclamaban a los Santos. La inquietud me recorrió otra vez, molestando, esta gente creía que yo podía salvarlos, ¿qué pasaría cuando el tiempo pasara y las cosas siguieran exactamente igual después de mi demostración? Una parte de mi quería aferrarse a esos oscuros pensamientos, pero concentrarse era difícil si consideraba el hecho de que después de semanas de ausencia, el Darkling estaba sosteniendo mi mano y me estaba guiando a través de una estrecha puerta por un corredor vacío.
Se me escapó una carcajada cuando nos deslizamos furtivamente dentro de una habitación vacía iluminada sólo por la luz de la luna, apenas tuve tiempo de comprobar dónde habíamos ido a parar, porque tan pronto como la puerta se cerró, él estaba besándome.
Y yo no podía pensar en nada más.
