El dolor y la pena hicieron que Mikasa perdiera la noción del tiempo. No tenía idea de cuántos días habían pasado desde que regresó a la isla.

La vista era increíble sin los muros, desde aquella colina se veía como el distrito shinganshina se recuperaba de los estragos del retumbar.

Hasta el momento nadie del pueblo se percató de su existencia, y se sentía afortunada de estar en su soledad. No tenía la cordura para dar respuestas.

Lamentablemente, su estado físico empeoraba cada vez más. Era posible que hubiera perdido la fuerza Ackerman y no podía resistir más ante la falta de agua y comida. Pero tampoco tenía deseos por sobrevivir.

La idea de ahorcarse con la bufanda y darle fin a su vida para seguir a eren a la tumba le parecía reconfortante.

Estaba destrozada mental y emocionalmente, y creyó que una tarde por fin cedería ante sus traumas.

En medio de toda esa oscuridad, surgió un vago recuerdo.

"su equipo tridimensional se había quedado sin gas, la había acorralado un Titan. Había abandonado a sus compañeros, la situación era desesperanzadora.

"Perdí a mi familia de nuevo...Viví una buena vida"

Se quedó sorprendida de que su instinto de supervivencia era más grande que su desinterés por la vida. Fue entonces que esa voz llena de furia y valentía regreso a su mente

-¡Pelea...Pelea...Si no luchas, no podrás ganar!

Y se lamento por haberse rendido tan fácil. Si moría, no podria recordarlo.

-No voy a rendirme nunca mas-

La situación parecia ser la misma, pero el contexto habria dado un giro de 180 grados.

Creía que ya no tendría la necesidad de luchar. Ahora tenía la opción de vivir en una cálida cabaña, rodeada de paz, sin la menor preocupación por lidear con monstruos de 15 metros o adultos problemáticos, revoltosos y con ideales extremistas.

Su mente era un desastre, pero todo se resumía a Eren.

Ella nunca hubiera escogido ese camino de terror y tragedia, de no ser por querer protegerlo. No le hubiera molestado vivir una vida tranquila ignorante del mundo que la rodeaba mientras fuera serena y armoniosa.

Algo que él lo conocía como "vivir como ganado".

Sus sueños siempre pasaron a segundo plano.

Sintió una profunda necesidad de dormir y cerro sus ojos, recostando su cabeza sobre su lapida. Muchas emociones la dominaban, sentimientos confusos, y una pesada carga en el corazón.

Todo eso la hacía sentir tan cansada.

Lo último que vio fueron unas flores violetas, antes de caer rendida ante su tristeza

-Mikasa... Te lo ruego... Vive- Su voz era desesperada, con amargura, la sobresalto de su sueño. No entendía lo que había pasado y estaba cansada de tratar de buscar explicaciones. Lo quería vivo. Quería estar a su lado. Necesitaba saber algo sobre el, aunque fuera ver su rostro unos momentos más. No sé conformaba con esa vida tranquila que ambos habrían disfrutado si las cosas fueran diferentes.

Cuando abrió los ojos , se sorprendió de no estar en la colina. Vio una pequeña luz amarillenta y se percató de estar en una cabaña. La cama era bastante cómoda, y a su lado, se encontraba Historia.

-¡Me alegro de que sigas con vida- y la abrazo con mucho cariño. - Por el amor de Dios, luces terrible.-