¡Volví! A que no se lo esperaban, la verdad yo tampoco, pero empecé y no puede detenerme, así que aquí tienen un poco más de la historia, estos capítulos serán cortos, mientras voy tomando ritmo de la historia, cuando lo logré los capítulos serán más largos. Posiblemente. Igual no planeo extender mucho este fic.

Descargo de responsabilidad: InuYasha y ninguno de sus personajes me pertenecen.

Advertencias: Estoy en contra de que el alcohol sea usado como un escape de los problemas (si estás en una situación que te mal, por favor, busca tiene ayuda, las bebidas alcohólicas y drogas no son ni serán un buen modo de afrontar o ahogar tus penas); por consiguiente, esta historia es totalmente ficticia y no se debe tomar como un ejemplo a seguir. Gracias, pueden seguir.

Sólo una noche

Una copa de más y una cama desconocida

Kagome era una mujer ordinaria, estaba por acabar su carrera en educación preescolar -pues amaba enseñar a los niños que iban al templo los fines de semana-, y trabajaba en una pequeña cafetería cerca de su casa; no tenía una vida emocionante o de mención, pero le… gustaba.

Las únicas veces que algo se salía de sus manos era por Ayame, su amiga de raíces irlandesas, que no conocía lo que era el espacio personal ni ir lento, pero nunca fue un obstáculo en su amistad, la pelirroja era su mayor apoyo en los días más oscuros y turbios. No quiere decir que sus ideas sean las más sabias y acertadas, se había salvado de ser amonestadas por la policía porque eran rápidas para saltar bardas –agradeció que hizo gimnasta cuando pequeña y que siempre se ejercitó durante las mañanas-, pero de ahí en más , usualmente sus salidas eran visitar tiendas departamentales o boutiques, y sinceramente la única que evitaba la mayor parte de la tempestad pelirroja era Sango.

Su otra amiga, que era la más sensata de las tres, con palabras sinceras y miradas firmes, se conocieron durante la preparatoria, entre hormonas y peleas lograron consolidar esa amistad por años, Kagome estaba más que segura que ambas mujeres estarían ahí para ella.

O… la mayoría de las veces.

Porque ahora mismo Kagome quería morir.

Y ni Ayame ni Sango estaban ahí.

No es que pudiera culparlas, su declive emocional sucedió en medio de una pasarela de Ayame, que estaba en Osaka ahogada en compromisos y reuniones, mientras que Sango había salido del país hacia Corea para una conferencia sobre derechos humanos; lo cual era irónico considerando la explotación hacia sus ídolos, pero era importante, así que estaría de tres a cinco días ahí; por lo que cuando su novio, -ahora ex-, le dijo que su relación ya no estaba funcionando y dos días después lo vio del brazo con otra, simplemente estalló.

Sin sus amigas para frenarla de sus demonios y pensamientos, pidió el fin de semana para descansar del trabajo, se puso ese vestido rojo corto que Ayame le había regalado con una tarjeta que ponía con esa caligrafía elegante "Para que conquistes al mundo, belleza" ; cabe decir que nunca lo utilizó, primero porque el diseño, aunque hermoso, era demasiado sugerente como para que lo usara; con la abertura de pierna en el lado derecho, el busto enmarcado y la cintura delineada a la perfección.

Y a pesar de que una parte de ella quería simplemente hundirse en su cama con helado y ver películas de amor para llorar su corazón roto, ahí estaba, acomodándose los tirantes mientras la tela brillaba bajo las luces de su habitación, una última mirada a su maquillaje para que su inseguridad no la hiciera retroceder habiendo llegado a ese punto, se dio media vuelta agarrando un abrigo y su bolso.

Y ahora, como unas 13 horas después, estaba rogando que un meteorito cayera sobre ella o la tierra se abriera bajo sus pies, porque no podía con la vergüenza y el desprecio que sentía, ¿de verdad había ido a embriagarse a un maldito bar para engancharse con el primer hombre que pudiera por rencor a su estúpido ex novio?

No puede explicar el horror que sintió al despertarse en una habitación de hotel, -una buena habitación por el espacio y lo lujoso que se veía-, desnuda y adolorida en partes que ni siquiera estaba segura de que podían doler, pero al oír el agua de la ducha detenerse ni siquiera dudo, fue casi sorprenderte la rapidez con la que se vistió considerando el dolor, albada sea la adrenalina, pero cuando estaba por ir hacia su abrigo, que estaba del otro lado de la habitación, la puerta se abrió, ¡Y por los dioses! ¡¿Ella en verdad se había costado con ese hombre?!

Si bien recuerda algunos fragmentos de la noche pasada… o de hoy en la madrugada, las luces del bar no eran muy confiables y ya estaba bastante tomada cuando accedió a irse con… él; ahora no podía apartar la vista del pecho desnudo y húmedo, una toalla apenas y protegía su entrepierna, ¿era legal tener esos muslos gruesos y tonificados? Oh, Kagome estaba tan profundamente metida en un hoyo que ella misma cavó por sus decisiones estúpidas.

—Despertaste —ella se sobresaltó al ver como el hombre, el muy apuesto y seductor hombre, dejaba caer la toalla, que había estado usando para secar su cabello platino, sobre sus hombros; sus ojos áureos la miraban con un deseo nada disimulado, lo que le estremeció haciendo que el calor se concentrara en su vientre bajo.

Oh sí, estaba muy, muy profundo.

—Yo… lo siento —alcanzó a balbucear antes de tomar sus tacones y su bolso.

Rogó a todas las deidades que conocía para que la puerta a la que estaba corriendo fuera de la que diera al pasillo, porque ya no podía con la vergüenza; y lo era, casi podría soltarse a llorar, pero no se detuvo ni aun cuando oyó que la llamaban.

No, ella no podía quedarse.

Llegar al vestíbulo del hotel con el cabello revuelto y zapatos en mano, la puso en la mira de todos ahí, pero ni quisiera les dio una segunda mirada, necesita llegar a su casa, a su cama y esconderse hasta que pudiera olvidar la idiotez que hizo.

Se metió al primer baño público que encontró, porque con el bajón de adrenalina el dolor se hizo más punzante y necesitaba un respiro, además de que las ganas de orinar la estaban matando, no se había dado dado cuenta de cuanto necesita hacerlo hasta que estuvo en cubículo, y mientras, su vejiga se vaciaba empezaba a reconsiderar las decisiones de su vida y lloró.

Lloró sobre sus muslos abiertos, llenos de marcas de dedos y besos, sobre sus pies adoloridos rojos por el frío de la acera y sobre su celular que tenía mensajes de sus amigas y familia.

7:57 am

Sota:

Mamá dice que no olvides abrigarte bien y que espera te hayas divertido. Avisa cuando…

1:42 am

Ayame:

¡No imaginas las cosas que me han regalado! ¡Te conseguí unos vestidos que te harán…

11:30 pm

Sango:

Creo que la idea de un viaje por graduarnos de la universidad no es tan mala, Corea es…

¿Cómo iba a mirarles a la cara después de lo estúpida que fue? Siguió llorando, la idea de regresar a casa ya no era tan acogedora como pensó.

Se reclinó hacia atrás y miró las luces del baño parpadear.

Suspiró después de unos minutos en silencio y cuando ya no sintió la necesidad de llorar sus penas se levantó para limpiarse lo mejor que pudo y parecer presentable, mientras pedía un taxi, definitivamente no iba a irse en tren, ya tuvo suficiente de miradas pesadas en su escote y falda.

Salió del baño con la cara fresca, el cabello húmedo y con la decisión de nunca volver a dejar que sus emociones se hicieran cargo.

Sí, era una buena idea.

Entró al taxi y se hundió en el asiento.

—¿A dónde, señorita?

—A casa —murmuró después de darle la dirección—. A casa.

Apagó su celular.

.

.

.

Continuará.

¡Chan, chan, chan! Espero regresar pronto con la continuación, espero les haya gustado y, ya veremos que tal le va a Kagome ahora, ¿qué creen que pasará? ¿Vieron mi referencia a la cenicienta? ¿No? Pues vuelvan a leer.

Con todo mi amor,

FiraLili

24/04/2021