II. Luna nueva
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La castaña se levantó tan pronto como su despertador sonó ruidosamente de una banda local. Se baño rápidamente quitando la suciedad de su cuerpo y lavando su cabello con fuerza. Se deshizo del agua con rapidez y se fue poniendo varias capas de ropa. Al final se colocó un abrigo afelpado, tomo un pequeño trineo equipándolo con un par de cosas. Apenas eran las ocho de la mañana, tenía el tiempo pertinente.
Se encaminó cruzando la aldea y pasando por esa cabaña a la cual nadie se había acercado desde hace años. Se preguntó que tipo de vida llevaría alguien como Neji y si realmente se alimentaba bien. En la cafetería solamente consumía café o en sus peores días vodka. Estos eran cuando permanecía viendo la mesa, su rostro se veía demacrado o golpeado. Siempre suponía que se pelearía con algún otro leñador o con el jefe de ellos, que era un desgraciado que solía mal pagar el trabajo. Orochimaru le gustaba el trabajo efectivo y rápido, pero no desembolsar dinero. Siempre supuso que Neji peleaba por su paga completa.
Lo vio salir de su hogar con una camiseta de manga larga gris y justo estaba adentrándose a su abrigo cuando la vio pasar. Tenten levantó su mano para saludar y se acercó al inicio de la casa, donde el descendía las escaleras.
― ¿Listo para el trabajo? ― Dejo el trineo a un lado y fue consciente que Neji se había percatado de su presencia. ― Iré al pueblo fronterizo por unos paquetes que encargué y comprar algo en las tiendas de ahí.
Neji levantó una ceja y ella simplemente sonrió.
― ¿Necesitas algo de por ahí? Volveré hoy antes del anochecer.
Neji rebuscaba entre sus herramientas y se levantó quitando un mechón de su cabello. Negó en señal de que no necesitaba nada. El Hyūga alzó su vista al cielo, se acercó hasta ella a una distancia invasiva, dejó caer algo al trineo. La observó detenidamente con gran intensidad y se alejó sin decir palabra alguna.
Tenten sentía su corazón latir en respuesta al tenerlo tan cerca por primera vez. Pudo observar pequeños detalles en su rostro que de otra forma no había visto. Sus labios resecos y sus pestañas largas que hacían mas enigmáticos aquel par de lunas que llevaba por ojos. Luego de que la sensación apremiante de cercanía desapareció volteó la mirada y observó que era lo que él había lanzado.
Un hacha.
No grande, del tamaño suficiente para que ella pudiera tomarlo. Sonrió sintiendo un revoloteo en su interior. Todos sabían que debías llevar algun arma cuando te adentrabas al bosque. Era muy extraño que lograras encontrarte en peligro pero mejor prevenir que lamentar. Y si encontrabas a un oso en plena cacería, no vivirías para contarlo. Era cuestión de suerte.
Tenten era una persona que corría con suficiente suerte. Alguna vez, años tras, el lago se fragmentó y una niña cayó al agua congelada. Justo segundos antes ella había estado en ese lugar. Siempre que salía hacia al pueblo fronterizo el clima le favorecía, conseguía los últimos bocadillos de la máquina expendedora. Ella lo atribuía a su positivismo.
Llegó al pueblo en buena hora gracias al trineo, recogió los paquetes que debía tomar y circuló por varias tiendas, encontrando nuevas cosas fascinantes. Alcanzó a comprar un juego de aretes que era el último y probó una nueva bebida caliente en la cafetería de aquel pueblo que parecía ciudad. Solía venir ahí una vez al mes en solitario. Ino jamás se animaba a ese largo viaje que le llevaba cinco horas a pie. Aunque a Tenten le gustaba venir con alguien más, siempre era más ameno y el tiempo pasaba más de prisa.
Sin embargo, la única persona con la que tenía una relación cercana era Ino y como había mencionado anteriormente, ella no se atrevería a caminar cinco horas bajo la nieve, sin un descanso. Debías moverte con rapidez o el viaje tomaría dos días. Tenten había decidido ir ese día ya que al siguiente tendría que ir a la cafetería a ayudar, momento en el cual le entregaría el paquete que Ino le había encargado. Era el único día que tenía libre y debía aprovechar.
Pensó por un instante, horas atrás, que Neji vendría. Él mismo acudía al pueblo fronterizo de vez en cuando por artículos que no se conseguían en el pueblo. Era más pertinente decir que todos iban a ese lugar de vez en cuando o encargaban paquetería exuberantemente cara para recibir sus paquetes en el pueblo. A Tenten no le molestaba ir al pueblo, era algo diferente al pequeño pueblo donde vivían.
Tenten se introdujo al centro comercial de ese pueblo que más bien parecía una ciudad que apenas estaba abriendo sus puertas. Encantada fue de tienda a tienda encontrando artículos que pensó solo encontrar en Amazon. Entre sus ensoñaciones, entró a una relojería viendo diferentes aparatos realmente costosos. Fijó su atención en uno en particular.
Su corazón se detuvo al ver la hora en el pequeño circulo. Sus ojos castaños viajaron nuevamente a todos los relojes que estaban en el aparador. Eran las cuatro de la tarde. Tomó las bolsas en sus manos, saliendo con gran rapidez de aquel centro comercial que parecía que no pasaba el tiempo y sintió el aire azotar su rostro. Una tormenta estaba cerca. Empacó todo perfectamente en el trineo y comenzó a andar, con rapidez, en la nieve, sintiendo el aliento salir rápido de sus labios. Eran las cuatro, si apresuraba el paso podría llegar en cuatro horas al pueblo. Eso no era lo que le preocupaba, sino la tormenta. No podía saber cuando caería pero el cielo estaba oscureciéndose con rapidez.
En algún punto las nubes cubrieron todo el cielo y Tenten simplemente atinó a deslizarse por la nieve encima del trineo. Intentando alcanzar el pueblo, pero aún le faltaba medio camino. El viento sopló de tal manera que la castaña se desorientó. Intentando ver algo entre la nieve y el aire que no dejaba de empujarla. Su sangre se paralizó al escuchar los aullidos en la lejanía. Rebuscó entre sus bolsas encontrando su móvil. Eran las ocho de la noche y estaba perdida. El miedo comenzó a dominarla. Se apoyó en un pino cercano intentando mantener la calma. Debía hacer algo. Tenía dos opciones, encontrar un refugio o llegar al pueblo.
Tenten se aferró a lo segundo, tenía toda la vida viniendo acá, sus ancestros habitaron ahí. Podía llegar. Además tenía la sensación de que le faltaba poco. Caminó, sin perder tiempo, con rapidez por la nieve, siguiendo sus propios instintos.
Los aullidos volvieron a resonar pero le pareció que estaban bastante cerca. Apresuró aún más el paso. El sonido de la tormenta le impedía escuchar las cosas con claridad, por lo cual supuso que estarían bastante lejos. Siguió caminando hasta que escuchó la respiración jadeante casi en las orejas. Un ligero grito salió de su garganta y guiada por su instinto de supervivencia se subió al trineo y se dejó caer por la montaña que hace poco había subido. La velocidad se incrementó, pero escuchaba las pisadas siguiendola, los aullidos en su espalda. No quiso voltear por miedo a encontrar la mandíbula a punto de comerla. Los gruñidos resonando en la cercanía.
Amarok.
Iba a ser atrapada por irrumpiar en su área de cacería, aunque ella no había ido a eso. Volteó ligeramente viendo rápidamente un pelaje oscuro y unos ojos amarillos centellando de hambre. Intentó guiar su trineo lo más rápido que pudo y sin saber a donde se dirigía. Volteó la mirada de nuevo y los veía acercarse aún más. Su interior gritaba de pánico. Regresó la mirada al frente y gritó sin poder contenerse al ver el árbol enfrente suyo a una distancia que le era imposible esquivar. El trineo se estrelló con fuerza. Tenten salió disparada unos metros adelantes, despierta, con la mente aturdida y con la mirada nublada por el impacto buscó algún arma o algo que pudiera ayudarla. Su mano entró en contacto con el hacha y lo tomó. Sus ojos castaños captaron un agujero casi oculto en lo que parecía una cueva cubierta por la nieve. Se adentró con rapidez, sintiendo la adrenalina hacerla mover a pesar de impacto antes vivido. Quería vivir.
Se arrastró dentro de la cueva y cubrió su boca con la mano, conteniendo de esta forma su aliento agitado para no ser escuchada. Esperó su inminente muerte o posiblemente no ser descubierta. Los minutos pasaron y comenzó a sentirse más aliviada. Estaba a salvo. O se aferraba a esa idea. Evaluó su posición actual. Debía quedarse ahí, hasta el amanecer, hasta que no sea una intrusa en la zona de caza del Amarok. Lo había visto de reojo, o eso pensaba. Se estremeció ante la idea de haber sido su comida y descolgó la pequeña mochila que tenía en la espalda. Tenía el hacha que Neji le había dado y al cual se había aferrado. No sabía si un arma tan mundana podría con un lobo ancestral pero posiblemente le daría una ventaja. Unos fósforos, una linterna y algo de carne seca.
Evaluó su condición, le dolía un poco las piernas por el impacto y un costado del torso. Se levantó cuando sus piernas se lo permitieron y encendió la lampara. Era una cueva profunda y dada su situación, conocer el área le era pertinente ante cualquier cuestión. Caminó lentamente por la superficie complicada de la cueva, iluminando la luz tenue de la lampara. Sus botas se movían con maestría para evitar cualquier sonido. Si este era el sitio de un oso, debía tener cuidado. La cueva era bastante profunda, con cada uno de sus pasos se sentía más segura.
Se detuvo de pronto al escuchar un gemido de lamento, como de animal herido. Su mente consideró que provenía de afuera, al cabo de unos segundos, no volvió a sonar. Pero algo en su cuerpo le pedía regresar, sean sus instintos o un grito de pánico. Dio unos pasos más hasta que su lampara captó el final de la cueva y en el suelo una figura robusta. Su corazón se detuvo unos segundos y en un acto reflejó dio la vuelta con rapidez, alejándose. Escuchaba el latir de su corazón en sus orejas y el miedo paralizando cada una de sus células, pero se obligó a su misma a dar cinco pasos. Un oso, era la guarida de un oso.
Sus ojos se abrieron profundamente cuando la imagen de lo que había visto momentos antes regresó a sí. Su cerebro analizó la imagen captada y sin poder evitarlo, guiada por un valor que no tenía ya que era una cobarde, regresó en sus pasos y con ayuda de la lampara iluminó aquella figura en el suelo.
Uno, dos, tres, cuatro y cinco segundos.
Sus labios se abrieron conmocionados ante la imagen enfrente suya y con la voz ahogada y presa del pánico que embriagaba su cuerpo, dejó salir un hilo de voz.
―¿Neji...?― Tartamudeó.
Aquella bola en el suelo, adoptó una posición a la defensiva en el suelo y levantó el rostro. El cabello castaño cayendo por su espalda y cubriendo parte de su rostro. Su cuerpo parecía más grande, fuerte, como si hubiera aumentado de tamaño. Pero lo que detuvo su corazón y paralizó cada una de sus células nerviosas y de reacción, fue su rostro. Bestial, imponente y desenfrenado. En un gesto animal, enseñando los dientes y sus ojos descolocados, sin rastros de humanidad en ellos.
Su corazón latió dolorosamente por cinco segundos.
Todo sucedió extremadamente rápido, aquella bestia saltó moviéndose a una velocidad sobrehumana, profiriendo un sonido grutal de sus labios, aprisionándola con brusquedad en la pared imperfecta de la cueva. En ese movimiento rápido Tenten soltó un grito sordo y dejó caer la lampara de las manos, se escuchó como caía al suelo y rodaba, iluminando de alguna forma el rostro de aquella cosa desde el suelo.
La presionó con fuerza en la pared, lastimando sus brazos y las muñecas que había alcanzado a someter. Rugió con fuerza en su cara y levantó la boca para atacarla. Tenten chilló en su lugar. No entendía absolutamente nada, solo comprendía que iba a morir. Dejó salir un sollozo que llegó a la cara de aquella cosa, sintió los dientes atravesando el abrigo. Contó los segundos mientras esperaba que acabaran rápido con su sufrimiento.
La cara de esa cosa retrocedió y la presión en sus manos menguó un poco. Los ojos con pupilas rasgadas la observaron con detenimiento y cerró la boca, escondiendo sus dientes afilados, parecidos a los de un canino. Entonces su nariz se acercó a su garganta y olfateó con fuerza. Oliendo cada parte de su cuello, subiendo por su rostro y tomó entre sus manos aún humanas un mechón de cabello femenino. Se lo llevó a la nariz y se quedó ahí unos segundos. Tenten se quedó de piedra ante ese acto, sin saber como actuar, pero sabiendo que tenía un par de minutos más con vida.
Sus ojos castaños evaluaron completamente el rostro contrario. Era él, no había absoluta duda al respecto. Al menos que un espíritu haya adoptado su forma, lo cual no tenia sentido. Era Neji Hyuga, solo que no comprendía en totalidad esa forma bestial. Sintió la nariz masculina acariciar su cuello y su rostro, como un perro buscando un olor.
El miedo fue disminuyendo pero el pánico de en cualquier momento ser demoraba le asustaba, pero una pequeña parte de su cuerpo se encontraba extasiada de tenerlo tan cerca, un sentimiento deplorable considerando la situación.
Neji se alejó de ella y sus pupilas, antes como dos líneas, se dilataron a tan punto que el iris del ojo no era visible.
―Tenten ― Habló tan lento, como un suspiro, ronco, profundo y casi ahogado.
Tenten saltó en su lugar al escucharlo hablar y más aun pronunciar su nombre. El miedo de alguna forma se esfumó levemente, la había reconocido y eso era un gran avance, uno enorme considerando que no quería ser comida. El pánico comenzó a esfumarse y justo ahora la incertidumbre de que pasaría la ponía ansiosa.
―Si, soy yo. ― Habló más segura de lo que se sentía.
Utilizó la voz más dulce que pudo en ese momento, considerando la presión en sus muñecas. No podía sonar aterradora en ese punto. Lo tenía casi encima suyo, por lo cual su voz en un susurro fue escuchada.
―Tenten... ― Soltó más como una afirmación.
Tenten abrió la boca para agregar algo que pudiera calmarlo, pero fue silenciada al sentir unos labios voraces encima de los suyos. Conmocionada se quedó de piedra ante esa cercanía abrupta y su cuerpo tembló ante la suavidad de aquellos labios. Sin darse cuenta comenzó a corresponderle con la misma intensidad, siguiendo más que nada su paso. Neji demandaba con tanta necesidad que comenzó a pegarse aún más a su cuerpo, besando, succionando y mordiendo los labios femeninos. La mordió con tanta fuerza que sintió el sabor metálico en su boca. Aún asi ella gimió ante tan gesto, momento que él aprovechó para meter su lengua dentro de la cavidad bucal de Tenten. Sus lenguas se movieron en una danza desenfrenada.
Tenten se sintió caer, pero la presión en sus muñecas la mantuvo en su sitio, él descendió de su boca y comenzó a lamer y succionar su cuello con intensidad. Lo sintió morder en un par de veces. Sin poder contenerse sonidos satisfactorios salían de su boca. El parecia reaccionar a los gemnidos femeninos ya que se impacientaba y se movía aún más intenso.
Regresó atrapando sus labios y presionándose aún más, dejó salir un gemido bestial y la atrajo más hasta él. Acercando más su rostro e irrumpiendo nuevamente en su boca.
Tenten sentía su corazón descarriado correr a una velocidad indeterminada, sintiendo como él mismo podía escuchar el efecto que causaba en ella. Sabía que de alguna forma eso lo motivaba a seguir y disfrutaba cada uno de sus sonidos. Su mente estaba cada vez más nebulosa y pudo apreciar los ojos del genio completamente oscuros. Lo sintió rebuscando entre su ropa para encontrar una abertura a su cuerpo.
Las manos masculinas se detuvieron en el acto y se alejó de ella, quedándose en completo silencio. Como si estuviera...escuchando.
Tenten se quedó observando e intentando controlar a su corazón que buscaba una ruta de escape. Sentía su sexo palpitar y húmedo. Era una depredada, excitándose de esa forma en una situación como esta...aunque estando teniendo un encuentro como este con Neji, quien no permitía ningún tipo de acercamiento, era algo impensable.
Neji soltó sus muñecas y capturo la mirada de la chica contra la pared. Sus pupilas volvieron a rasgarse. Y sin previo aviso salió disparado, corriendo hasta la entrada de la cueva.
La lampara en el suelo le brindó un corto panorama de como su cuerpo comenzó a cambiar, en un tipo de...metamorfosis.
Intentó correr hasta la entrada de la cueva pero cayó al suelo desplomada, sintiendo la fuerza escapar de sus piernas. No sabía si era por el choque con el trineo, el pánico que comenzaba a volver a su cuerpo o el momento candente que había tenido con Neji.
Sus piernas reaccionaron luego de un gran rato, en el cual esperó que Neji volviera, aunque no sabía de qué forma lo encontraría. Quería respuestas que la carcomían. Se movió hasta la entrada, donde sus cosas estaban. Permaneció ahí, en espera de ser atacada o que la tormenta pasara. Un grito desgarrador araño el exterior y el aullido de lobos moviéndose por el gran bosque resonaba una y otra vez.
El tiempo fue pasando hasta que la tormenta comenzó a menguar, siendo un soplo fuerte hasta que fue un solo susurro. Los sonidos bestiales prontamente se alejaron tanto que desaparecieron. Tenten se quedó en su sitio, abrazando sus piernas hasta que el sonido de las aves le alertó que era de día.
Neji Hyūga jamás volvió.
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