Hola ¿hay alguien aquí?, en caso de que si, Hola, espero que estés disfrutando.

Disclamer.- Todo pertenece a Sir Arthur Conan Doyle, a la BBC, a Moffat a Gattis y a un montón de personas de las cuales ninguna soy yo. Mía solo es la historia y escribo sin ánimo de lucro.

Para Violette Moore, porque ella lo pidió!


La Ecuación De Dirac

por

Adrel Black


II

John despierta muy temprano, el sonido del violín flota en su habitación como si fuera perfume, también hay olor a lluvia, seguramente habrá seguido el temporal toda la noche, se pone de pie y busca algo de ropa, todos los días antes de cualquier otra cosa necesita un baño de agua fría, una mala costumbre de su época en el ejército que aún no ha podido desarraigar.

El hecho de que Sherlock esté tocando el violín es una señal de que las cosas no están del todo bien, pero también es una señal de que al menos ha salido del estupor de los días pasados.

John sabe todo sobre los estados de ánimo de Sherlock, maniático, cuando tienen un caso; grosero, cuando el caso no avanza tan rápido como quisiera; en medio de una epifanía, con las pupilas dilatadas y con un jadeo casi irrespetuoso. O en el espectro contrario; tranquilo, luego de cerrar un caso satisfactorio, leyendo y sentado junto a la chimenea en silencio; aburrido, tocando el violín, mientras mira Londres por la ventana; muy aburrido, disparando a las paredes sin contemplación; en el borde del aburrimiento, intentando encontrar cigarrillos por todo el departamento, vestido desde días atrás en pijama, descalzo, con el cabello revuelto y sin bañar.

Y claro, triste, cuando comienza a componer. John ha notado un patrón en esa situación: novia nueva igual a composición nueva, de modo que comprendiendo lo que Sherlock quiere decir, sin decir, John ha optado por una especie de celibato autoimpuesto.

En realidad, no necesita una mujer pululando a su alrededor, él es consciente que es un novio desconsiderado y terrible, ahora mismo es incapaz de recordar el nombre de su última novia, a la única que recuerda es a Sarah, pero hay una buena razón, Sherlock llamó Sarah a todas sus novias, siempre, de modo que no permitió a la mente de John olvidarla. Sin embargo, John ha sabido ahora renunciar a aquello que causa problemas a su alrededor en pos de aquello que mantiene su vida unida en una pieza: Sherlock.

John asoma hacia el salón antes de entrar al baño, Sherlock enfundado en uno de sus ajustados trajes toca el violín John reconoce la canción, es Claro de Luna de Debussy de modo que Sherlock no está componiendo, de modo que van por buen camino.

El agua fría se lleva el resto de la somnolencia de John, la noche anterior se fue a dormir, dejando a Sherlock esperando noticias de Mycroft, supone que si el mayor de los Holmes ha respondido algo se enterará durante el desayuno.

.o.O.o.

El violín sigue sonando cuando sale del baño, aunque la melodía ha cambiado, ahora parece más algo de Paganini o al menos eso cree, su conocimiento de música clásica no es precisamente extenso.

Lleva la ropa sucia en una mano y va pasándose la toalla por el cabello húmedo cuando escucha el sonido de los pasos de Mycroft, inconfundibles por el golpeteo del paraguas, sale al rellano hacia su habitación y lo mira subiendo los escalones desde el primer piso.

—Doctor Watson —el hombre lleva un maletín en la mano izquierda junto con el paraguas y se sostiene del pasamanos con la derecha, —buenos días.

—Hola Mycroft —saluda John y le espera en el rellano, —creo que Sherlock está esperándote, —el violín guarda silencio al momento, John hace un movimiento con la cabeza indicándole que pase mientras él continúa subiendo hasta su habitación.

Deja la ropa sucia en el cesto, se pasa el peine por el cabello, se calza y baja rápido hasta el salón para encontrar a Mycroft en el sofá y a Sherlock en su sillón, ambos en silencio, el ambiente es tenso, pero habitual, siempre le da la impresión de que los Holmes están a punto de lanzar una granada el uno al otro cuando los deja solos. Son como críos de más de metro ochenta.

—Podría cerrar la puerta Doctor Watson, —y no es una pregunta, es más bien una orden, de esas muy bien educadas que Mycroft suele lanzar a su alrededor —también las ventanas y las cortinas, si es tan amable.

—Podrían haberlas cerrado ustedes en mi ausencia —retoba John, pero aun así hace lo que le indican. Cierra la puerta y luego cierra el pequeño espacio que las ventanas tenían abierto, el aire gélido le corta contra los dedos, mira el cielo aun encapotado, la lluvia empezará de nuevo en cualquier momento, será un invierno duro, si el otoño está comenzando de esa manera.

Luego se sienta en su sillón y mira a Mycroft con atención, Sherlock por su parte deja su mutismo y también se vuelve hacia su hermano. Mycroft comienza a hablar.

—Después de hablar contigo ayer, recibí la llamada de un viejo conocido, fue algo inesperado, no habíamos hablado en años, una extraña coincidencia.

—Puedes empezar a hablar de lo importante cuando quieras Mycroft —dice Sherlock rodando los ojos.

—Sherlock —lo reprende John.

—Mi viejo conocido… —continúa el mayor de los Holmes, como si no hubiera existido ninguna interrupción —es un hombre con muchas buenas conexiones en la sociedad británica, tiene contactos con el Gobierno, con la nobleza y con algunas celebridades y tiene un hijo en el Colegio Nuestra Señora de la Soledad, al parecer una joven promesa en el campo de la física.

Sherlock se echa hacia adelante, interesado en lo que Mycroft está contándoles, a John la sensación que todo esto le brinda es de conspiración. Ellos tres ahí encerrados, mientras afuera la llovizna ha comenzado a caer de nuevo, silenciosa pero inagotable.

—El asunto es… —Mycroft toma el maletín y saca de él una carpeta de color manila —que lo que ocurrió en esa Iglesia es algo mucho más complicado que un accidente o un asesinato —deja sobre la mesa la foto a blanco y negro de un hombre que mira serio la cámara, Sherlock y John se acercan a mirarla, es un hombre de piel pálida, cabello negro, gruesas y negras pestañas enmarcan sus ojos claros bajo las espesas cejas también muy negras. —La persona que están mirando es el Diácono Thomas Morgan —saca algunas fotografías más, y las esparce sobre la mesa de centro, el detective se sienta en el suelo y toma una de ellas. John toma otra y casi preferiría no haberlo hecho, es una de esas imágenes que desearías no ver y que una vez has visto ya no puedes olvidar, Mycroft se corrige —era el Diácono Thomas Morgan —John deja la fotografía y se sienta en el suelo junto a Sherlock que sigue tomando una y otra fotografía, hay diferentes ángulos del cadáver. —Fue asignado a La Soledad hace algo más de un año con miras a que el Sacerdote que ahí oficia se retirará pronto, fue el propio sacerdote la persona que lo encontró.

Sherlock suelta las fotografías y concentra toda su atención de vuelta en Mycroft, John hace lo propio, parecen dos niños a los que un adulto está contando un cuento en una tarde de tormenta, excepto que esta no es una tarde, es apenas la mañana, que ellos no son niños y que esto no es un cuento, es una historia de terror.

—Thomas Morgan fue encontrado a los pies del altar, hincado en actitud de oración, desnudo, con la palabra Traidor tallada en la espalda…

—¿Tallada? —pregunta John.

Sherlock extiende la mano, toma una de las fotografías y se la entrega a John.

—Es por ser sutil, Doctor Watson, —y John sabe de inmediato, viendo la fotografía, a lo que se refiere —le grabaron la palabra a base de cortes —la palabra abarca casi toda la espalda, en diagonal, hecha a grandes tajos desde el hombro izquierdo hasta la parte baja derecha. —También le cerraron los ojos con cera caliente de alguna de las velas de la iglesia, suponen. —Sherlock entrega otra fotografía a John en ella un primer plano del rostro muestra los ojos apretados de Thomas Morgan, inmortalizados en esa expresión a causa de la cera, sus pestañas, espesas y negras quedaron atrapadas como arañas en gotas de ámbar. John suelta la fotografía, Mycroft sigue hablando —tenía también grabada la palabra Amante sobre el pecho, —el doctor mira la fotografía que Sherlock tiene en las manos. La palabra Amante luce en primer plano hecha de cicatrices de un blanco perlado aun más pálidas que la piel del Diácono .

—Es una cicatriz vieja —dice Sherlock.

—Cuando menos un año —responde John, los cortes son mucho más estilizados, abarcan solo un pequeño espacio sobre el pectoral izquierdo, las letras que lograron son mucho más cuidadas, tienen cortes limpios y tamaños iguales, contrario a la brutalidad que se puede ver en su espalda, quien hizo estas letras es mucho más prolijo al cortar.

Sherlock mira a su hermano.

—Es todo —dice Mycroft a la pregunta que Sherlock no ha hecho.

—¿Autopsia?

—No.

—¿Cómo qué no? —pregunta Sherlock —la autopsia, el levantamiento del cadáver, la escena del crimen —Mycroft niega con la cabeza —¿nada?

—El colegio, los padres y la Iglesia acordaron que el mejor curso de acción es hacerlo pasar por un accidente. La versión oficial que circulará hoy —Mycroft toma la cadena de su reloj y lo saca de su bolsillo —que ya debe estar circulando, es que el hombre tuvo un accidente en el campanario y todos los que puedan estar involucrados, incluido Scotland Yard lo respaldará.

—¿Cómo conseguiste estas fotografías? —pregunta Sherlock.

—Tengo mis métodos, hermanito —aclara Mycroft —pero serán las únicas que encontrarás, no hay copias.

—Además de las fotos ¿hay alguna otra prueba?

—No, Doctor Watson, luego de retirar el cadáver la Iglesia fue limpiada a conciencia, si hubo algo más ya fue destruido.

Sherlock se pone de pie de un salto, John no puede más que envidiar su agilidad.

—Vienes y me traes el primer caso interesante en décadas —"exagerado" piensa John —solo para decirme que no hay pruebas, ni sospechosos, ni nada.

—La persona que me llamó está dispuesta a pagarte por tus investigaciones.

—¿Quiere que investiguemos esto? —pregunta John —dijiste que los padres estuvieron de acuerdo con cubrirlo.

—Él se vio orillado a consentir debido a las circunstancias, no podía ser el único pidiendo una investigación, además él no quiere que esto sea público, es por eso que acudió a mi y yo a ustedes, no está interesado en encontrar un culpable, solo quiere asegurarse que la escuela sigue siendo segura y que esto ha sido solo un hecho aislado.

—¿Sabes qué les dijeron a los padres que ocurrió?

—Según la versión de la Iglesia y el colegio esto fue algún tipo de relación ilícita que salió mal, según todos acordaron que, lo más probable es que algún amante haya tenido un ataque de celos y haya ido a buscar al Diácono en la noche para asesinarlo.

—¿Alguien de fuera? —pregunta Sherlock con tono burlón.

—Nadie lo cree —le aclara Mycroft, —pero creo que todos temen que el amante de Thomas Morgan pueda ser alguien de ellos, por lo que se allanaron a esconder el asunto.

—Es una comunidad demasiado cerrada —dice John negando —nadie dirá nada.

—Podríamos hacer trabajo encubierto —suelta Sherlock y ya está restregándose las manos de emoción.

—Demasiado exclusivo, —responde John —dos desconocidos —niega de nuevo —resaltaríamos como anuncios de neón.

—No si tienen una pantalla razonable para estar ahí… —suelta Mycroft al aire. Sherlock y John le miran en silencio.


Bueno, si hay alguien aquí, espero que tenga una linda semana, nos vemos el lunes de la semana que viene.

Adrel Black